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Once buques de la Royal Navy han llevado este nombre a lo largo de la historia, desde un galeón botado en 1586 hasta un submarino SBN, actualmente en servicio, e incluyendo al último acorazado construido por cualquier marina, en 1944.


Dos de ellos, los que cronológicamente ocupan los lugares octavo y noveno, tuvieron un fin distinto al esperado en un buque de guerra, la baja en combate o el desguace para ser sustituido por otro y por tanto podrían ser incluidos en una serie que abarcara todos los desastres navales de los “britis”.


De momento me conformo con relatar las últimas vicisitudes del HMS Vanguard de la clase Audacius, botado en 1870 y perdido por colisión cinco años más tarde.


La clase la formaban los HMS Audacius, HMS Invincible, HMS Iron Duke y el propio Vanguard siendo buques de los llamados de “reducto central” construidos entre 1869 y 1870 por los astilleros escoceses Birkenhead, con un desplazamiento de 6.034 toneladas y 14 nudos

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El 27 de agosto de 1875 el HMS Vanguard al mando del capitán Richard Dawkins se encontraba dispuesto para zarpar en Kingstown, hoy Dun Laoghaire en la bahía de Dublín, con rumbo a Queenstown, hoy Cobh en el Condado de Cork, Irlanda


Encabezaría una formación de varios buques entre los que se encontraban los acorazados HMS Warrior, HMS Hectory un gemelo, el HMS Iron Dukeque estaba al mando del capitán Henry B. Hickley.



Los buques pertenecían al Primer Escuadrón de Reserva al mando del Almirante Tarleton que efectuaba el crucero de verano alrededor de las costas irlandesas.



Tras maniobrar al norte del Burford Bank y del Kish Bank, toma la formación rumbo sur sureste el día 1 de septiembre de 1875.

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Rebasado el buque-faro que señaliza este último obstáculo cae una espesa niebla que restringe drásticamente la visibilidad a menos de la eslora del barco, que por cierto era de 280 pies, unos 85 metros.


Esto da idea de las condiciones extremas para navegar con la circunstancia de que una avería en la planta de vapor del Iron Duke le impedía a este el uso de su sirena de niebla no pudiendo por tanto alertar a otros buques de su posición o rumbo.


Poco antes de las 13 horas un vigía del Vanguard, supongo que en el extremo proel, alerta de la presencia de un velero que se encontraba delante y en rumbo de abordaje.

Para evitarlo el acorazado vira a babor y en ese momento aparece a menos de 40 yardas, unos 36 metros, y por ese costado el HMS Iron Duke.

La colisión era inevitable y el espolón rasga el casco del Vanguard en la zona de calderas.




En pocos minutos el Iron se libera con daños de escasa importancia en tanto el Vanguard ha comenzado a embarcar agua a razón de 50 toneladas por minuto (847 Kg/segundo)

Ni las bombas de achique que eran capaces de mover 3.000 libras/minuto (23 Kg/s), funcionando solo durante los diez minutos que precedieron a la inundación de la sala de máquinas, ni la compartimentación interna evitaron la catástrofe.

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A estas alturas los dos acorazados habían lanzado al agua sus botes y se procedió al abandono ordenado del buque que se hundía irremisiblemente, siendo su capitán Dawkins el último en hacerlo.

Se salvaron 360 vidas y solo hubo que lamentar la del perro del capitán, que no se encontró.



El Iron Duke recogiendo supervivientes

El resto, el HMS Warrior y el HMS Hector habían continuado la navegación hasta alcanzar Queenstown, donde tuvieron noticias de lo ocurrido.

Poco después de una hora el casco del HMS Vanguard se encontraba posado a unos 50 metros de profundidad con sus mástiles asomando en la superficie por su extremos superiores lo que dio esperanzas al Almirantazgo de la posibilidad de reflotarlo, pero iniciados los trabajos esta posibilidad fue abandonada.

El capitán Dawkins fue acusado en el posterior Consejo de Guerra de no haber tomado todas las medidas para proteger su buque y nunca recibió otro mando.

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Los restos fueron localizados de nuevo en 1985 y están protegidos por las leyes irlandesas como monumento nacional.

El pecio reposa en realidad a unos 45 metros en un fondo arenoso inclinado a estribor siendo reconocible, a pesar de los más de 100 años trascurridos, como un buque por la robustez en la construcción de su casco de hierro.



Entre las páginas inglesas encontradas, algo de la wiki y un pelín de imaginación he confeccionado este trabajo sin entrar en las razones por las que unos buques de guerra navegasen tan cercanos en condiciones de niebla y otros de la misma escuadra tan lejanos que no se enterasen de lo ocurrido hasta un montón de millas después, pero al menos esta vez no hubo víctimas (salvo el perro del capitán)

Un saludo

Antonio

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En este caso, las condiciones atmosféricas fueron el detonante del desastre. Lo que me extraña es que no aparezca ningún artículo o libro donde algún listo afirme que la niebla la puso allí algún español. ¿Cómo?, no se sabe, pero la imaginación de los britis es inmensa.


Un saludo

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