Nacido en Santo Domingo el 17 de julio de 1761, muerto en París el 18 de marzo de 1805.
Nacido en Santo Domingo en una familia originaria de Gascoña. Entró en la Marina como guardia a los 15 años, hizo la guerra de América sobre una corbeta cuyo mando recibió antes de cumplir los 22 años. Aristócrata de raza y de maneras, de elegante figura y buen parecer, el rostro regular y expresivo, tuvo mucho éxito en los salones de Versalles; pero también entre sus compañeros una fama de oficial muy instruido y ha sido seleccionado por la Academia de Marina como miembro cuando sólo era teniente de navío. Nombrado capitán de navío en 1793, destituido casi enseguida por noble, apenas se quedó un año fuera de la Marina, durante el cual vivió en la miseria total. Es nombrado jefe de Estado mayor del ejército naval del Océano en 1794.
Es de salud delicada, que empeora llevando de frente, con el mismo ardor, los placeres de todo tipo y los deberes de su carga que asume en gran administrador, así como en marino enérgico, teniendo unas vistas las más claras sobre las necesidades y posibilidades de Francia en el ámbito marítimo. Ya contralmirante, es ministro de Marina en abril de 1798, función en la cual mostró energía, método pero sobre todo un patriotismo que, a sus ojos, debía caracterizarse por el odio hacia Inglaterra.
En 1799, Bruix recibe del Directorio una misión cuya meta es “penetrar en el Mediterráneo y destruir, o por lo menos sacar de ahí las fuerzas navales enemigas que puedan encontrarse”. Debe evitar el combate hasta no entrar en este mar, requiriendo, si fuera menester, la ayuda de la escuadra española de Cádiz.
Tras el fracaso de la empresa, escribirá Napoleón desde Santa Elena: “Bruix era bastante buen marino, tenía espíritu, pero carecía de carácter y era siempre valetudinario”. Aquí Napoleón juzga el jefe de guerra, no el jefe de Estado mayor. Pero lo que dice de Bruix en 1816, no lo pensaba en 1799, tampoco en 1804. En caso contrario, nunca le hubiera confiado destinos tan importantes.
Nombrado vicealmirante a los 38 años, permanece poco activo por su salud fragil. Sin embargo, acepta con entusiasmo el mando de la Flotilla Nacional que le propone Decrès en julio de 1803.
Bruix muere en Paris el 18 de marzo de 1805, enfermo, a los 45 años. Menos de siete meses después de la desaparición de Latouche-Tréville, es una gran pérdida para la marina francesa. Estos dos hombres, dice Jurien de la Gravière quien los conoció, eran “los más notables que haya tenido la marina de la República y del Imperio… Ambos tenían las mismas pasiones y la misma energía.”