26 de marzo de 1943. En el transcurso de la Batalla de Midway, tropas japonesas habían ocupado las Islas de Attu y Kiska, en las Aleutianas. Estas islas fueron el único territorio estadounidense, fuera de las colonias, ocupado por el Japón. A finales de 1942 los EE.UU. comenzaron las operaciones para reconquistarlo. Para ello iniciaron una política de bloqueo de las islas con submarinos y aviones que dificultaban enormemente el suministro a las guarniciones japonesas. A principios del año 1943, la posición de las tropas japonesas en las Aleutianas era casi insostenible.
Para reforzarlas, los japoneses enviaron un convoy de tres transportes rápidos con su correspondiente escolta. El 23 de marzo de 1943 las fuerzas del Vicealmirante Hosogaya se aparejaron hacia Attu y Kiska. Integraban la flota los cruceros pesados Nachi y Maya, los cruceros ligeros Tama y Abukuma, los transportes Sanko Maru, Asaka Maru y Sakito Maru y los destructores Inazuma, Ikazuchi, Wakaba y Hatsushimo.

Los estadounidenses conocieron la salida del convoy y, considerándolo sólo protegido con dos destructores, enviaron contra él un crucero pesado, un crucero ligero y cuatro destructores, contando además con la participación de los aviones americanos basados en tierra.

El día 26 de marzo de 1943, los radares de los buques estadounidenses localizaron el convoy, pero para desilusión del comandante americano, el poder de la fuerza japonesa de escolta era el doble de la suya. Confiando en sus radares de tiro y en la pronta aparición de su aviación, el contralmirante McMorris aceptó el combate.

Hosogaya ordenó a los transportes alejarse mientras con sus buques se dirigía hacia el enemigo logrando una buena posición táctica. A las 8'40 de la mañana el Nachi abrió fuego a 18.300 metros contra el crucero ligero Richmond, seguido luego por el Maya. Las cosas se ponían mal para el comandante estadounidense porque, como pronto supo, no podría disponer de aviones y, además, tenía enfrente a un brillante táctico y a una artillería superior en número y calidad. El Richmond quedó pronto centrado pero, para alivio de su comandante, los japoneses descubrieron al crucero pesado Salt Lake City sobre el que dirigieron su tiro.

Por suerte para McMorris, el crucero Maya sufrió una avería en la artillería principal que le impidió disparar durante media hora. La escuadra estadounidense emprendió la retirada perseguida por la flota japonesa. El Nachi fue alcanzado por algunos impactos enemigos pero sin graves daños. Hasta ahora los buques americanos no habían sufrido daño alguno pero, a las 10'10 horas, el Salt Lake City fue alcanzado en la línea de flotación, produciéndole averías en el servomotor de los timones que tuvieron que ser gobernados a mano. McMorris ordenó a sus destructores tender una cortina de humo, lo que dificultaría a los cruceros japoneses su localización mientras que él, con su radar, podía disparar a través del humo. Falsa creencia porque, a las 11, fue alcanzado por nuevos impactos que le destrozaron las catapultas de aviones sin que sus cruceros pudieran lograr impactos a pesar de contar con radares de tiro.

Las vías de agua en el Salt Lake City inundaron la sala de máquinas y averiaron dos turbinas, por lo que la velocidad del buque se redujo a los 25 nudos

El comandante americano ordenó a tres de sus destructores que lanzaran un ataque torpedero, mientras el cuarto destructor seguía tendiendo la cortina de humo. Los tres destructores se lanzaron al ataque a máxima velocidad. Una lluvia de proyectiles se abatió sobre los destructores que no pudieron culminar su ataque al ser llamados de vuelta por el Salt Lake City que había logrado poner en funcionamiento todas sus turbinas a las 11'38.

Sin embargo, un cuarto de hora más tarde, la inundación progresiva apagó todas las calderas y el crucero estadounidense quedó al garete y a merced del Nachi y el Maya que recortaban rápidamente las distancias. Nuevamente los destructores americanos se lanzaron al ataque. A 36 nudos se aproximaban a los Cruceros de Hosogaya para efectuar el lanzamiento de los torpedos, pero una lluvia de proyectiles japoneses alcanzaron a dos de los tres destructores. El que quedaba indemne, lanzó torpedos a gran distancia, y los tres buques se retiraron. Los cruceros japoneses cambiaron el rumbo para eludir los torpedos alejándose de los buques enemigos.

Entretanto, el Salt Lake City había logrado poner en funcionamiento nuevamente algunas calderas y se alejó renqueante hacia Duch Harbour. Hosogaya, cuya misión era la protección del convoy, renunció a la persecución.