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Jacobo FitzJames FitzJames Stuart y Falcó

Anécdota


El general Franco le confió la Embajada de España en el Reino Unido.


Donde luchó con grandes dificultades a pesar del parentesco que le unía con el entonces jefe del Gobierno británico, Mr. Churchill.


Cierto día, en la Cámara de los Comunes, presenciaba nuestro embajador la sesión desde la tribuna diplomática, sentado en primera fila, cuando se levantó el presidente del Consejo de Ministros para pronunciar un discurso contra España y su Régimen.


A las primeras palabras, Alba se puso en pie, haciendo mucho ruido con la silla donde estaba sentado y, en voz alta, pidió su abrigo al ujier que atendía a los embajadores.


Churchill, sorprendido, interrumpió su perorata; todos los diputados alzaron su vista hacia la tribuna diplomática, mientras el embajador de España abandonaba el recinto de un portazo.


En los días siguientes continuó el mismo debate, con la comentada ausencia del Duque de Alba, y pasados algunos más, reapareció muy sonriente en su lugar acostumbrado.


Ese día, el primer ministro pronunció otro discurso desdiciéndose de cuanto había expresado en el que provocó la retirada del representante español.


Dijo blanco donde había dicho negro, proclamó que, gracias a la neutralidad de España, los aliados estaban ganando la guerra, y al final de sus palabras, antes de sentarse, levantó su mirada hacia la tribuna diplomática y exclamó: « Supongo que mi primo habrá quedado contento »


La pregunta del millón: ¿qué pasó entre un discurso y el siguiente? ¿Qué tendría que oírse Churchill, para obligarle a cambiar su opinión y en público reconocimiento de su error anterior?


Extraído de la obra: Mis amigos muertos, escrita por don Juan Ignacio Luca de Tena. Planeta. Barcelona, 1971.


Algo parecido a la actualidad, y la época era muy distinta y distante, sobre todo a nivel internacional.
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El Duque de Alba resultó uno de los principales apoyos de Franco durante la Guerra Civil, pues sus amistades inglesas fueron las que fraguaron la "No intervención" y, a la postre, facilitaron el dominio naval por parte de la Armada Nacional.
Naturalmente una vez terminada la guerra en España e iniciada la II Guerra Mundial, las cosas cambiaron y la posición del duque perdió peso dentro del régimen. Como duque de Berwick era también súbdito del rey de Inglaterra y su postura era claramente anglófila, por lo que al gobierno inglés tampoco le interesaba que Franco realizase un cambio de embajador, pues, vistas las amistades de Serrano Suñer, posiblemente no resultase tan colaborador.
Una vez terminada la Guerra Mundial no tardó en desligarse de la dictadura y mostrarse claramente partidario de la restauración borbónica.

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Hombre tanto como facilitar el dominio de la escuadra nacional, no se yo. No se si has leído la obra La guerra Silenciosa o Silenciada, a parte de otro libro no muy conocido, El Factor Olvidado, en el que se trata el comportamiento de la Royal Navy, y de favorecer nada de nada. En los dos se dejan las cosas muy claras.


El Duque de Alba, no se si es súbdito de la actual monarquía británica, ya que su apellidos pertenecen a la primera de las dinastías que reinaron en Inglaterra, los Estuardo, por lo que su sangre es más directa que la de la actual monarca y entonces estaba su padre.


Como Duque de Alba y muchos monárquicos pensaban, que Franco se iría a su casa después de sacarles las castañas del fuego, pero se equivocaron de medio a medio, ya que al igual que hoy, ni unos ni otros miraban por España, sino a su posición personal y eso nos trajo al menos algo de calma y prosperidad, que de haberla devuelto a don Alfonso XIII, la historia se habrá vuelto a repetir.


Y tus palabras demuestran, que Franco de tonto ni el chapiri, pues utilizó en todo momento a quien debía por el bien de España. Cuando hubo que levantar el brazo a la romana se hizo, cuando se tuvo que volver al saludo militar se volvió. Y eso según sus propias palabras: Él no se metía en política, eso se lo dejaba a ellos. Y mucho más que hay que reconocer que jugó muy bien sus cartas, teniendo en cuenta las pocas que de verdad tenía, por que había tirado por el suelo la "Libertad" de todo un pueblo.


También don Alfonso XIII (padrino de boda de Franco) le envío diez millones de pesetas para la ayuda militar, pensando que también regresaría, pero se quedó en Roma.


Casi todos se quedaron esperando que hiciera caso a alguien, pero precisamente por no hacérselo a ninguno, España estuvo en paz.


Un abrazo.
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