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 Bicentenario de la Real y Militar Orden de San Fernando. 
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Bicentenario de la Real y Militar Orden de San Fernando.




Imagen
Cruz Laureada de 2a clase. 1820




Tiene por objeto "honrar el reconocido valor heroico y el muy distinguido, como virtudes que, con abnegación, inducen a acometer acciones excepcionales o extraordinarias, individuales o colectivas, siempre en servicio y beneficio de España".


El 9 de noviembre de 2007 falleció el último caballero laureado el Teniente General D. Adolfo Esteban Ascensión, murió en el más completo olvido por parte de la mayoría de los medios de comunicación escritos y audiovisuales, así como de las instancias oficiales.


Vergonzosamente ni el ministro de Defensa de entonces, José Antonio Alonso no se dignó asistir al entierro del Teniente General Adolfo Esteban Ascensión, como tampoco acudió ninguna representación institucional del Estado.


La noticia de su muerte pasó desapercibida por los medios de comunicación de difusión nacional, incluso por el ABC, donde la familia la dio a conocer mediante una esquela, no dedicando el rotativo madrileño una sola línea.


Al morir el último poseedor y para evitar la desaparición de la Orden, su actual Reglamento, aprobado por Real Decreto 899/2001, de 27 de julio, BOE de 14 de agosto, ha dispuesto que se incorporen a la misma los militares agraciados con la Medalla Militar individual.



Imagen
Teniente General Excmo. Sr. Adolfo Esteban Ascensión



La Cruz Laureada de San Fernando, no la iguala una corona, (Eduardo Marquina), al cumplirse su Bicentenario y al ser la condecoración más prestigiosa e importante, que se otorga a los miembros de nuestras Fuerzas Armadas, es de obligado cumplimiento, que en este Foro tenga su particular homenaje y recordatorio, como a todos los que la obtuvieron.


Es una transcripción de la Revista Ejercito nº 84 de noviembre de 2011, por Alfonso de Ceballos-Escalera y Gila. Doctor en Derecho, Ciencias Políticas e Historia.

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10 Dic 2011 23:46
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Real y Militar Orden de San Fernando, Una Aproximación de sus Orígenes y Evolución



La Orden de San Fernando, primera condecoración española cuya concesión se fundaba únicamente en el mérito personal —y no en la cuna—, nació cuando España, con su Rey cautivo en Francia, luchaba contra las hasta entonces invictas legiones napoleónicas, y simultáneamente acometía el dificultoso cambio político hacia el régimen constitucional.


LA CREACIÓN DE LA ORDEN



Tras la victoria de Bailen en julio de 1808, las numerosas Juntas Provinciales se integraron en una Junta Suprema Central Gubernativa del Reino, que en diciembre de 1808 se estableció en Sevilla.


Estando allí, en el verano de 1809 se encargó a su presidente don Vicente Osorio de Moscoso, Conde de Altamira y Marqués de Astorga, once veces Grande de España, y a dos de sus vocales —el eximio jurista don Gaspar Melchor de Jovellanos y el capitán general de la Armada fray don Antonio de Valdés—, que tratasen y propusiesen enseguida un plan para el establecimiento de una Orden Militar de Fernando 7°, en la cual haya grandes y pequeñas bandas con los colores de nuestro Pabellón.


La conquista de Andalucía por los franceses en el invierno de 1809-1810, y el traslado de la Junta Central a Cádiz dejó todo en suspenso.


Pocos meses después, la Regencia de España e Indias convocó las Cortes Generales del Reino, que se reunieron en la gaditana isla de León, al amparo de las bayonetas del teniente general Duque de Alburquerque, desde el 24 de septiembre de 1810.

En noviembre de 1810 los diputados se ocuparon de los premios que deberían concederse a los miembros de los Reales Ejércitos y Armada.


La intención de los legisladores era la de crear un premio único y de gran prestigio y aceptación, que evitase la proliferación de cruces, escudos y medallas por acciones particulares.


La propuesta que en definitiva se aceptó fue la presentada como Orden de la Espada de San Femando por un militar americano: Luis de Velasco y Camberos, teniente coronel de Infantería y diputado a Cortes por el virreinato de Buenos Aires.


Y por fin la llamada Orden Nacional de San Fernando fue creada por real decreto de 31 de agosto de 1811.

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10 Dic 2011 23:49
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EL PRIMER REGLAMENTO



El reglamento, de treinta y seis artículos, establecía cinco clases de cruces: dos de plata, una con y otra sin laureles (destinadas a las clases de tropa); dos de oro, sencilla una y laureada la otra (para brigadieres, jefes y oficiales), y por último la gran cruz con placa, banda y venera laureada (para generales).


La insignia de la nueva Orden consistía en una cruz maltesa esmaltada de blanco, y en su centro un círculo en el que figuraba la efigie de San Fernando, rodeada de la leyenda Al Mérito Militar; y en el reverso La Patria.


La banda fue desde entonces de color rojo, con dos filetes amarillo-anaranjados en los cantos —los colores de la bandera asignada por Carlos III a la Real Armada—.


Para obtener cualquiera de las cruces se establecían los requisitos necesarios dentro de cada empleo o mando, de general en jefe a soldado, y por armas o cuerpos, según los cometidos específicos de cada uno.


Notemos que, según el artículo 4, todos los integrantes de los Reales Ejércitos y Armada, del soldado al general, tenían el mismo derecho al ingreso en la Orden —algo que, durante el Antiguo Régimen ya agonizante, resultaba hasta entonces impensable—.


A quien ejecutase seis acciones distinguidas, y no fuera noble por su nacimiento, se le concedía la nobleza hereditaria, pudiendo usar, además, de una corona de laurel en la portada de su casa, en la de sus padres, y en su escudo de armas.


Para la concesión de estas distinciones se hacía preciso abrir una sumaria información en juicio abierto contradictorio, a fin de evitar todo favoritismo, y se haría a petición del interesado, o de sus familiares.


Aquel reglamento establecía también el premio colectivo, disponiendo que cuando un batallón o regimiento ejecutase alguna acción conocidamente distinguida y calificada en debida forma, no se dará premio determinado sino a los individuos que se hallen en el caso de merecerlo, según las reglas establecidas, concediéndose como premio al regimiento la distinción de llevar bordada en sus banderas la divisa de la Orden y una corbata del color de la misma Orden.


Por último, se creaba el Capítulo de la Orden, presidido por el Rey como Gran Maestre, y en su ausencia por el gran cruz más antiguo, y compuesto por caballeros gran cruz y cruz de oro.


Este Capítulo estaría encargado de llevar un registro de todos los caballeros y de las acciones por ellos protagonizadas, de vigilar que fuesen pagadas las pensiones concedidas, y de que en el día de San Fernando se celebrase una solemne función religiosa, y en distinta fecha otra en sufragio de los fallecidos.


Las primeras tuvieron lugar en 1817 en la colegiata madrileña de San Isidro.

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LAS PRIMERAS CRUCES


La inestabilidad de aquellos tiempos, y las apuradas circunstancias del Gobierno, fue la causa de que algunas de las primeras cruces se concediesen sin las condiciones fijadas en el reglamento, y también que de otras no haya quedado constancia para la posteridad.


Por decreto de 11 de abril de 1812, las Cortes propusieron la concesión de la gran cruz al generalísimo lord Wellington por su mérito en la reconquista de Badajoz, dispensándole de juicio contradictorio: concesión que tuvo inmediato efecto, y que mucho honró al celebérrimo lord, quien la lució constantemente durante toda su vida.


Por cierto que sus insignias, las más antiguas hoy conservadas, se custodian en la que fue su residencia londinense de Apsley House.


Ciertamente, durante la misma guerra contra los franceses se produjeron otras concesiones.


Sabemos que en 1813 se otorgaron al menos cinco cruces laureadas —dos de 5a clase (a los generales Lacy y Copons), dos de 4a clase (al general Villacampa y al intendente civil Torres Harríet), y una de 2a clase (al intendente civil Gómez de Liaño)—.


Otras concesiones de aquella época son todavía dudosas; en todo caso, no debieron de ser muchas las cruces concedidas antes del retorno del Rey en mayo de 1814.


Pero no tenemos una relación completa de condecorados por la Regencia, ni probablemente haya existido nunca.


Posteriormente se concedieron, por acciones que tuvieron lugar durante la guerra contra Napoleón, casi 700 cruces; 43 grandes cruces laureadas (5a clase), 36 cruces laureadas (4a y 2a clases), y 571 cruces sencillas (3a y 1a clases). Por lo menos.


Es notable que desde el primer momento de la creación de la Orden se decidió que solamente estaba destinada a premiar los méritos posteriores a su fundación; aunque enseguida se hizo retroactiva hasta los mismos días del alzamiento contra los franceses, el 2 de mayo de 1808.


Y esta es una de las circunstancias que denotan la voluntad de los legisladores gaditanos de crear un premio militar completamente nuevo, ajeno ya a los modelos del Antiguo Régimen.


Por eso no fueron condecorados con esta cruz ninguno de los héroes supervivientes de las anteriores guerras contra Inglaterra, Francia, Portugal y Marruecos.

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PRIMER CABALLERO DE LA ORDEN: UNA CUESTIÓN POLÉMICA




Dejando aparte al Rey Fernando VII, que fue el primer caballero de la nueva Orden Nacional de San Fernando, creada precisamente en su nombre y en su ausencia y cautividad, desde antiguo se ha suscitado la polémica sobre a quién se debe considerar como el primer militar que recibió la preciada cruz de San Fernando, sin que los autores se hayan puesto de acuerdo, ante todo por la inexactitud de sus planteamientos: ¿el primero en qué?, ¿en recibir la gran cruz, la cruz de 1a clase, la de 4a...?, ¿en ser protagonista del primer hecho de armas que le hizo merecedor del premio?, ¿en concedérsele la cruz?


De acuerdo con estas variables, podríamos escoger a los primeros caballeros de la Orden, si atendemos a las cinco clases de cruz; o bien a los primeros que recibieron la gran cruz laureada, la cruz laureada o la cruz sencilla.


Así, las cruces concedidas en los inicios de la Orden, atendiendo a su antigüedad, empleo militar o grado, fueron:


- El primer general en ganar la gran cruz laureada, atendiendo a la fecha de concesión: lord Arthur Wellesley, Duque de Ciudad Rodrigo y Generalísimo de los Ejércitos aliados, recompensado el 11 de abril de 1812 por la toma de Badajoz.


- El primer general en ganar la gran cruz laureada por el más antiguo hecho de armas: José María de Carvajal Urrutia, procedente de Infantería, recompensado el 25 de octubre de 1815 por la acción del 14 de julio de 1808.


-El primer general en recibir una cruz laureada de 4a clase, por el más antiguo hecho de armas: Martín García-Loygorri, brigadier de Artillería recompensado el 9 de marzo de 1816 por la acción del 23 de mayo de 1809.


- El primer general en ganar la cruz la laureada de 4a clase, según la fecha de concesión: Pedro Villacámpa Maza de Lizana, procedente de Infantería, recompensado el 6 de marzo de 1813 por la acción del 25 de agosto de 1812.


-El primero en ganar la cruz laureada de 2d clase (de brigadier a soldado), según la fecha de concesión, podría haber sido Antonio García Fernández, llamado El Inmortal, sargento primero de Caballería, que supuestamente la recibió el de febrero de 1812.


Le siguió y más probablemente sea el primero en esta categoría.


-Antonio Rute Belluga, capitán de Caballería, recompensado el 30 de junio de 1814 por la acción del 26 de diciembre de 1812.


-Los primeros en ganar la cruz sencilla de 3a clase (de brigadier a soldado) fueron simultáneamente, el 1° de julio de 1816, los tres ayudantes del general Blake, por haber estado cuatro años en campaña: Antonio Burriel Montemayor, brigadier de Ingenieros, Juan Blake, coronel de Infantería, y Sebastián de Llano, coronel de Caballería.


-Y el primero en ganar la cruz sencilla o de 1a clase para jefes, oficiales, suboficiales y tropa, por el más antiguo hecho de armas fue Rafael Arango del Castillo, teniente de Artillería, que la obtuvo el 13 de marzo de 1823, como recompensa por su valor en el madrileño Parque de Monteleón el mismísimo día 2 de mayo de 1808.

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EL SEGUNDO Y EL TERCER REGLAMENTOS (1815)



Terminada la guerra contra el invasor en 1814, y retornado a España el Deseado, fue el capitán de fragata José de Luyando, ministro de Estado constitucional, quien en presencia del cardenal de Borbón entregó al monarca las insignias de la Orden a su paso por Valencia, el 17 de abril de 1814.


Muy luego todo lo legislado por las Cortes gaditanas resultó abolido.


Pero, sin embargo de su aborrecimiento por la labor constitucional de las Cortes, quiso el Rey solicitar al lord Wellington que propusiera un premio para recompensar a los combatientes de los Reales Ejércitos y de los Ejércitos aliados, eligiendo el lord precisamente la Orden de San Fernando como premio al valor.


La intervención del lord generalísimo daría origen al nuevo reglamento de la Orden de San Fernando, de 19 de enero de 1815, en el que se mudó el adjetivo de Nacional por el de Real y Militar, dejando el Rey de titularse Gran Maestre de la Orden para convertirse en Jefe y Soberano de la misma.


Se mantuvieron las mismas cinco clases de cruces, para premiar los servicios militares de algún riesgo; las acciones distinguidas en grado heroico; y los hechos distinguidos o heroicos de los generales.


Mayor importancia tuvieron otras reformas introducidas por ese segundo reglamento de 19 de enero de 1815: la Orden de San Fernando se extendió a premiar también los méritos adquiridos contra los insurgentes en ambas Américas, y en general en cualquier otra campaña, persecución de malhechores y contrabandistas, represión de tumultos, y hasta los servicios de fatiga arriesgados.


Sobre todo, desapareció el juicio contradictorio, pasando a ser la concesión del premio por gracia regia y basada en una simple información documental y testifical.


Debido a algunas dudas, fue preciso modificar enseguida ese segundo reglamento de la Orden, que fue sustituido por el de 10 de julio de 1815.


Por esta disposición se instituyeron cinco clases de cruces —siete en realidad—:


Cruz de 1a clase (de oro, sencilla, para premiar servicios distinguidos de jefes y oficiales);


Cruz de 2a clase (de oro, laureada, para premiar las acciones heroicas de jefes y oficiales);


Cruz de 3a clase (de oro, sencilla, igual a la de 1a clase, más una placa de oro sencilla, para premiar servicios distinguidos de generales y brigadieres);


Cruz de 4a clase (de oro, laureada, igual a la de 2a clase, más una placa de oro laureada, para premiar hechos heroicos de generales y brigadieres); y


Cruz de 5a clase o gran cruz (placa de oro y laureada, con banda y venera, para premiar los hechos distinguidos de los generales en jefe).


También se creó una Cruz de plata, que podía ser sencilla o laureada para premiar a las clases de tropa (en las que entonces se incluía a los suboficiales).


Se consideró que cuatro servicios distinguidos equivaldrían a uno heroico, por lo que se permitiría la permuta de cuatro cruces sencillas de 1a o de 3a clases por una cruz laureada de 2a o de 4a clases, respectivamente.


Esta posibilidad de canje se mantuvo hasta que fue suspendida por real orden en 1847.


Desde aquellos mismos días quedó establecido el Capítulo y Asamblea de la Orden en el Consejo Supremo de Guerra, que entonces ocupaba unas dependencias del Palacio Real de Madrid; lo formaron prestigiosos generales de la recién concluida guerra contra Napoleón.


Las primeras promociones de caballeros de San Fernando (1815-1822) nos son bien conocidas gracias a los expedientes de concesión conservados en el Archivo General Militar de Segovia.


Por entonces las cruces laureadas fueron bien escasas, pues la Corona fue remisa a concederlas, seguramente para evitar a la hacienda empobrecida por la guerra el pago de las pen¬siones que eran anejas a dichas cruces.


Notemos también el elevado número de solicitudes expresamente negadas, lo que avala el rigor con que se trataron las concesiones.


El criterio seguido entonces, luego de atender al valor en grado heroico, fue que las cruces se dieran tan solo a los militares y marinos que combatieran con las armas en la mano, y por eso se negaron constantemente las solicitudes de médicos, auditores, intendentes y capellanes.


Sin embargo, lo cierto es que ya en 1813 tuvieron lugar las primeras concesiones de cruces a paisanos.

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EL TRIENIO CONSTITUCIONAL (1820-1823)



Proclamado de nuevo el sistema constitucional en marzo de 1820, se dispuso que los caballeros gran cruz llevasen en las ceremonias públicas la condecoración pendiente de un collar de hierro pavonado, y ellos y todos los demás caballeros pertenecientes a la Orden, un manto con la insignia bordada al lado izquierdo, y un sombrero blanco y rojo.


En mayo de 1820 se creó el afortunado modelo de cruz —cuatro espadas unidas por los pomos, rodeadas o no de laureles— que, coexistiendo hasta 1920 con el fundacional (la cruz maltesa blanca, laureada o no), es desde esa última fecha el único de la cruz laureada, y el que identifica popularmente a los caballeros laureados de San Fernando.



LOS CIEN MIL HIJOS DE SAN LUIS Y LA DÉCADA ABSOLUTISTA



En septiembre de 1823, el triunfo de los absolutistas, con el eficaz auxilio del ejército de la Santa Alianza —los Cien Mil Hijos de San Luis— produjo la nulidad de todos los actos de los Gobiernos y las Cortes liberales.



Se restableció el reglamento de julio de 1815, y se suspendieron las cruces concedidas por el gobierno revolucionario, que había de ser revalidadas.


Por otra parte, el Rey profundamente agradecido, distribuyó generosamente las cruces de San Fernando entre los militares franceses del ejército del Duque de Angulema: varios miles de cruces se dieron sin atender apenas a los preceptos reglamentarios, y para colmo de males a muchos militares galos que tan sólo diez años antes estaban en España luchando contra los mismos españoles que habían instituido esta cruz para premiar los méritos de los patriotas distinguidos en aquella guerra.




LA ORDEN DURANTE EL REINADO DE ISABEL II



Durante la guerra civil carlista de 1833-1840, en ambos bandos se otorgaron cruces de San Fernando, algunas sobre el mismo campo de batalla y sin juicio contradictorio.


Según Villamartín, las circunstancias bélicas obligaron a repartir la venera de San Fernando en los Regimientos, como quien reparte raciones.


Al terminar la carlistada parece que había en el Ejército al menos 4.239 caballeros condecorados con la cruz de 1a clase, 38 con la de 2a clase, y 82 con la de 3a clase, incluidas las reconocidas y convalidadas a los procedentes del derrotado Ejército Real carlista, y también las concedidas a miembros de las legiones extranjeras que combatieron en apoyo de la Reina Isabel.


Aquella guerra fratricida trajo consigo también las primeras concesiones colectivas de la Orden de San Fernando.


El 17 de enero de 1836 tuvo lugar la acción de Arlaban, puerto entre las provincias de Álava y Guipúzcoa: en condiciones climáticas durísimas, isabelinos y carlistas pelearon sin descanso, y entre los primeros se distinguieron mucho los Regimientos de la Princesa y del Infante, que fueron premiados con las dos primeras corbatas de la Orden de San Fernando.

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LA MILICIA NACIONAL DE MADRID




Un episodio relevante en la historia de la Orden tuvo lugar durante el verano de 1843, cuando el alzamiento militar de los moderados contra el Regente Espartero, y la aproximación de sus fuerzas a la capital del reino, fueron causa de la movilización de la Milicia Nacional de la villa y corte entre el 11 y el 23 de julio.


Como es sabido, ambos bandos llegaron a una capitulación, la Milicia Nacional se retiró a sus casas y el Ejército rebelde entró en Madrid.


Pero pocos días antes el Regente había promulgado un decreto por el cual se concedía la Cruz de 1a clase de la Orden de San Fernando a todos los integrantes de la Milicia Nacional y demás personas que se habían agregado a ella.


Once años después, el 28 de julio de 1854, se produjo el contragolpe de los progresistas (la Vicalvarada), y enseguida se dio cumplimiento al decreto de 1843: esas concesiones sumaron más de trece mil (s/c), y entre los agraciados, en su mayoría menestrales y comerciantes madrileños, se contaron también personas que ocupaban ya, u ocuparon más tarde, destacados puestos en la sociedad española, tanto en la política como en las letras y las artes.



LA PRIMERA REFORMA DE 0'DONNELL(1856)



Todavía tuvieron que transcurrir algunos años hasta que alguien tratase de devolver a la Orden el prestigio fundacional, y ése fue el general O'Donnell.


Siendo presidente del Consejo de Ministros y ministro de la Guerra, el 14 de julio de 1856 se aprobaba un real decreto que disponía que en lo sucesivo la concesión de cruces se ajustase exactamente a lo prescrito en el reglamento de 1815, y que se revisasen en la medida de lo posible los expedientes de todos los condecorados.


Además, se modificaron las insignias de las cruces de 1a clase, para evitar que los militares fuesen confundidos con los milicianos madrileños.



LA GUERRA DE ÁFRICA (1859-1860)



La reina Isabel II se mostró muy pródiga en cuanto a recompensas en la guerra de África, quizás al socaire de la explosión de sentimiento nacional que produjo la campaña: entonces se concedieron hasta dos mil cruces sencillas, algunas veces por canjes de cruces de otras Órdenes, por grados o incluso por menciones honorífica.



EL CUARTO REGLAMENTO (1862)



El 18 de mayo de 1862 —con O'Donnell otra vez al frente del Consejo de Ministros y del Ministerio de la Guerra—, se promulgó el cuar¬to reglamento de la Orden.


Se mantuvieron las cinco clases de cruces, ampliando la concesión de la gran cruz a los generales que mandasen una división.


Todas las cruces de cualquier clase —excepto la gran cruz— precisaron desde entonces de juicio contradictorio y todas ellas fueron pensionadas vitaliciamente.


A los caballeros pertenecientes a la Orden se les aumentó la edad de retiro, se les conservó el derecho al uso de uniforme y fuero militar después de dejar el servicio, se les privilegió mediante preferencias para los ascensos, y para ocupar destinos militares y civiles.


Los caballeros de las clases de tropa quedaron exentos de realizar servicios mecánicos, y pasaron a ocupar un lugar destacado en las formaciones.


Por último, cabe recordar la completa y minuciosa relación de acciones distinguidas —que por primera vez eran especificadas— y de acciones heroicas, prevenidas desde 1815.

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LOS REGLAMENTOS DE 1920 Y EL DE 1925



La Ley de Organización del Ejército de 29 de junio de 1918 suprimió las recompensas a las acciones distinguidas en la Orden de San Fernando —o sea las cruces sencillas de 1a y de 3a clases—, y conservó tan solo dos grados: la cruz laureada y la gran cruz.


Para reemplazar las cruces sencillas se creó la Medalla Militar —Un error, al seguirse sin necesidad modelos prémiales franceses, ajenos a los nuestros—


El reglamento de 5 de julio de 1920, el quinto que ha tenido la Orden, determinó que a partir de ese momento las cruces que se concediesen fuesen siempre laureadas, e iguales para todas las clases militares, de soldado a general; y que ambas clases fuesen pensionadas con carácter vitalicio, siendo transmisible la pensión a los familiares.


Se mantuvieron los beneficios concedidos a los miembros de la Orden por el reglamento de 1862, y se añadieron otros, como la consideración de hallarse siempre en activo el caballero laureado, a los efectos de tratamiento, viajes, alojamientos, uso de armas, e ingreso de los hijos en las Academias militares.


Un nuevo reglamento, el de 26 de noviembre de 1925 —el sexto—, promulgado en los días de la Dictadura del laureado general Primo de Rivera, mantuvo las tres clases de la Orden de San Fernando —la gran cruz laureada, la cruz laureada, y la laureada colectiva—, y equiparó en todo (insignias, preeminencias, honores y derechos) a los caballeros condecorados con cruces de 1a y 3a clase con los laureados, excepto en la cuantía de la pensión, reducida a la quinta parte.



LA ORDEN DURANTE LA REPÚBLICA Y LA GUERRA CIVIL DE 1936-1939



Al producirse el 14 de abril de 1931 el golpe de estado pacífico que proclamó la república, quedó sin efecto el reglamento de 1925.


En mayo de 1931 se suprimió el Consejo Supremo de Guerra y Marina, considerado hasta entonces la Asamblea de la Orden, creándose dos días después un Consejo Director de la misma; y en septiembre de 1931 se derogó el reglamento de 1925 y se devolvió el vigor al de 5 de julio de 1920.


Al iniciarse la guerra civil el 17 de julio de 1936, el Ejército del bando nacional, conservó la cruz de San Fernando y la Medalla Militar.


No hizo lo mismo el bando rojo o republicano, que por razones políticas renunció a estas recompensas.


En realidad, la II República Española desapareció como régimen político en las primeras semanas de guerra civil, porque sus propios dirigentes derogaron de facto la Constitución de 1931; y el régimen revolucionario que vino después sólo mantuvo ese nombre por conveniencias políticas internacionales.


Por eso al crearse el nuevo Ejército Popular, de inspiración netamente comunista, era imposible que se conservasen los símbolos e instituciones del antiguo Ejército español.


Entonces vivían 98 caballeros de la Orden San Fernando, de los cuales ocho perdieron la vida, asesinados en las retaguardias.


Pero en la guerra civil ganaron la preciada gran cruz 3 generales, y la cruz laureada 64 jefes, oficiales, suboficiales, soldados y paisanos.


También se concedieron laureadas colectivas a unidades militares —hasta 80—, y a colectivos militares fácticos —como las amalgamas de tropas sitiadas en el Alcázar de Toledo, Oviedo, Belchite y Santa María de la Cabeza—.


E incluso a colectivos civiles, como lo eran la provincia de Navarra, y la ciudad de Valladolid.



LA ÉPOCA DEL GENERAL FRANCO



Como no podía ser menos en un régimen encabezado por un destacado jefe militar que apreciaba enormemente esta condecoración -con la que al fin de la guerra fue justamente distinguido—, la Orden de San Fernando gozó durante su largo ejercicio de gobierno del respeto popular y de la protección de las autoridades.


Se restableció en 1939 el Consejo Superior de Justicia Militar como Asamblea de la Real y Militar Orden, y se concedió a todos los caballeros laureados, al tiempo de su pase a la reserva o retiro, el ascenso al empleo inmediato.


También se reconoció la preferencia de los caballeros laureados ya licenciados de los tres Ejércitos, dentro de sus respectivos Cuerpos de funcionarios y profesiones civiles: en el caso de obreros en paro, el propio Estado quedó obligado a proporcionarles un puesto digno en la Administración Pública.


La campaña de Rusia (1941-1943), y la soterrada guerra de Ifni-Sáhara (1958) dieron lugar a los últimos actos de valor heroico que merecieron el premio de la cruz laureada: correspondieron a ocho militares de la División Española de Voluntarios en Rusia (División Azut) y a dos legionarios caídos en el Sahara.


Estos dos últimos cierran, por ahora, la larga serie de laureados que un día de abril de 1812 abriera el generalísimo aliado lord Wellington, Duque de Ciudad Rodrigo y capitán general de los Reales Ejércitos.

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11 Dic 2011 00:20
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Nuevo mensaje Re: Bicentenario de la Real y Militar Orden de San Fernando.
LOS ÚLTIMOS LAUREADOS



Brigada Caballero legionario D. Francisco Fadrique Castromonte


Imagen



Concedida por O.C. de 13 de febrero de 1962 ( D.O. nº 35 )

Acción de guerra : Combate de Edchera (Sahara).



Mandando la 3ª Sección de su Compañía, 1ª de la XIII Bandera legionaria, dio pruebas de gran valor y espíritu de sacrificio. Atacado de frente y por ambos flancos cuando iniciaba el avance por la Saguia el Hanbra, por un enemigo que triplicaba el número de sus efectivos, consiguió prosperar hasta llegar a reducir la distancia, inflingiéndole duro castigo. Reforzado el enemigo se entabló dura lucha cuerpo a cuerpo. Ante el gran número de bajas propias pasó a la defensiva recibiendo dos heridas graves, iniciando la retirada de bajas y supervivientes. Solo con un legionario, aguantó y contuvo a los atacantes el tiempo suficiente para que la operación se realizara, muriendo él y el legionario en este empeño.




Caballero Legionario D. Juan Maderal Oleaga

Imagen


Concedida por O.C. de 5 de enero de 1966 ( D.O. nº 5 )

Acción de guerra : Combate de Edchera (Sahara)


Encuadrado en la 3ª Sección de su compañía como proveedor de fusil ametrallador, contribuyó valerosa y eficazmente en la progresión de su sección por la Saguia el Hanbra. Posteriormente luchó denodadamente en lucha cuerpo a cuerpo con un enemigo duro y tenaz. Ordenado por el jefe de la sección pasar a la defensiva, quedó con éste para detener al enemigo mientra se efectuaba la retirada de bajas y supervivientes, sufriendo varios y fuertes ataques en los que recibió algunas heridas, sucumbiendo finalmente junto a su jefe dando el más alto ejemplo de valor y espíritu de sacrificio.

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Nuevo mensaje Re: Bicentenario de la Real y Militar Orden de San Fernando.
EL REINADO DE DON JUAN CARLOS I



Como hasta los últimos años de este ya largo reinado, España no ha sostenido campañas militares propiamente dichas, dentro o fuera de nuestras fronteras, resulta que no se han producido nuevos ingresos en la Orden de San Fernando.


El reglamento de 1978, promulgado en los primeros tiempos de la Monarquía parlamentaria, introdujo algunas novedades.


En primer lugar, la absurda separación de la vieja y suprema dignidad de Jefe y Soberano de la Orden, en dos dignidades distintas: las de Soberano (el Rey) y Gran Maestre (el caballero gran cruz de mayor graduación y más antiguo); a ambos se les señaló un collar especial.


Aquella reforma fue bastante desafortunada en términos históricos; y tampoco era mejor su rigor jurídico, pues se redactó una norma prolija y farragosa, ajena al buen estilo forense militar.


Pocos años después, en 1987, quedó suprimido el Consejo Supremo de Justicia Militar, lo que obligo a la creación de una nueva y separada Asamblea de la Orden.


La evolución de las Fuerzas Armadas, y de la sociedad española en su conjunto, aconsejaron la reforma del inadecuado reglamento de 1978.


Y así, tras depurada elaboración, en el verano de 2001 aprobaba SM el Rey, previa deliberación del Consejo de Ministros, el octavo y actual reglamento de la Real y Militar Orden de San Fernando, que incluyó importantes novedades: dejó de ser requisito imprescindible que las acciones heroicas se realizasen con la previa declaración formal del estado de guerra, bastando con que se produzcan durante Intervenciones de sus Fuerzas Armadas, o cuando éstas participen en misiones de fuerzas internacionales bajo mandato de Organizaciones internacionales o Alianzas de las que España forme parte; y, por vez primera en la historia de la Orden, cabe admitir en ella a damas, esto es, al personal femenino de las Fuerzas Armadas y a señoras civiles que realicen actos heroicos.


La estructura de la Orden, algo compleja quizá, es como sigue: el Rey es el Soberano de la Orden, preside el Capítulo y luce el collar correspondiente.


El Gran Maestre, siempre un caballero o dama de la Orden nombrado por el Consejo de Ministros, representa al Soberano —al que informa—, preside el Capítulo en su ausencia, y además la Asamblea; tiene también por insignia un collar especial.


Por fin, el Maestre, en realidad secretario del Capítulo y de la Asamblea, también ha de ser caballero o dama de la Orden, y preside la Asamblea en ausencia del Gran Maestre, así corno la Comisión Permanente, y dirige la Unidad Administrativa.


Esta última, que es común a esta Orden y a la de San Hermenegildo, se encuadra en el Ministerio de Defensa, bajo la dependencia del Gran Canciller de ambas.


Hoy tiene su sede la Cancillería en un antiguo palacete de la madrileña calle de Velázquez.


Como es tradicional en la Orden de San Fernando, sus miembros, además del derecho a ostentar vitaliciamente las insignias correspondientes —de las que no pueden ser privados salvo por una sentencia penal expresa—, gozan otros beneficios: el tratamiento inmediatamente superior al que corresponda por empleo militar, y la mención expresa —mediante siglas— de la pertenencia a la Orden en todo escrito oficial; el puesto relevante en todo acto público y en formación; la exención de todo servicio que no sea de armas, para tropa y marinería; el uso de una Tarjeta Militar de Identidad especial; el uso de las insignias de la Orden en la papelería, tarjetas y elementos representativos del condecorado en su vida privada; los honores fúnebres correspondientes al empleo superior; el ascenso honorífico al empleo inmediatamente superior, al tiempo de su retiro o separación del servicio; la valoración como mérito excepcional en las evaluaciones de la carrera y en el ingreso en la enseñanza militar; y la pensión vitalicia, valorada desde la mitad a la quinta parte del sueldo de los funcionarios del grupo A, y transmisible a los herederos.


Por su parte, las unidades premiadas con la corbata laureada la ostentan en su bandera y escudo de armas, y desfilan siempre en lugar preeminente y destacado.


Al cumplirse su bicentenario, forman la Orden; SM el Rey, su Jefe y Soberano; los condecorados con la gran cruz laureada, con la cruz laureada o con la Medalla Militar individual; las unidades, centros y organismos militares cuyas banderas y estandartes ostenten la corbata de la Orden de San Fernando o de la Medalla Militar; la Provincia de Navarra y la Ciudad de Valladolid


En total, unas 40 cruces personales y unas 60 cruces y laureadas institucionales.

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11 Dic 2011 00:27
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Grumete
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Nuevo mensaje Re: Bicentenario de la Real y Militar Orden de San Fernando.
El Ministerio de Defensa, a través del Instituto de Historia y Cultura Naval, acaba de publicar la siguiente obra:

LOS MARINOS EN LA ORDEN DE SAN FERNANDO (LAUREADOS DE LA ARMADA)
por Alfonso y Luis de Ceballos-Escalera, y José María Madueño
Madrid, 2011

Hasta ahora conocíamos los nombres de los 34 laureados inscritos en una lápida del patio de armas de la Escuela Naval Militar: en esta obra se relacionan (con semblanza y hasta retrato en muchos casos) nada menos que 12 grandes cruces laureadas (5ª clase), 2 cruces laureadas de 4ª clase, 10 cruces sencillas de 3ª clase, 37 cruces laureadas de 2ª clase y 257 cruces sencillas de 1ª clase. Más otras 157 cruces concedidas a paisanos, a marinos extranjeros, y a otros combatientes por hechos de mar. El libro contiene también la relaciones pormenorizadas de las Medallas Militares, Medallas Navales y Medallas Aéreas (individuales y colectivas) concedidas a marinos.

Creo que esta novedad interesará a una mayoría de los foristas. Un cordial saludo, AYALA


18 Dic 2011 12:09
Almirante
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Nuevo mensaje Re: Bicentenario de la Real y Militar Orden de San Fernando.
El 2º reglamento de la Orden, de 19 de enero 1815, aparte de cambiar el nombre de la Orden (que pasó de ser "Orden Nacional" a "Real y Militar Orden"), y de otros cambios ya citados, tuvo otro muy significativo:

El lema que figuraba en el reverso de la Cruz, y que decía "La Patria", se cambió por "El Rey y la Patria".

Asimismo, la eliminación del expediente contradictorio para su concesión redujo enormemente el prestigio de la Orden, que no se recuperó en todo el reinado de Fernando VII.

Fuente: Memorial de Infantería, año 1999, núm. 39

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A mí me parece, Señor, que no tengo otra cosa buena sino ser español (Catalina de Erauso, "la Monja Alférez", a un Cardenal)

18 Dic 2011 16:39
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Traducción al español por Huan Manwë para phpbb-es.com