He encontrado un viejo suplemento del diario DEIA, sobre la GUERRA EN EL MAR
VICISITUDES DE LA MARINA AUXILIAR DE EUSKADI, del historiador Jose Miguel Romaña, que creo puede ser interesante , y así podremos conocer unos hechos, bastante poco conocidos y bajo mi punto de vista muy interesantes.
Como el tema es largo, transcribire lo publicado, y si considero que debo hacer alguna observación, lo hare en un comunicado adjunto, para no desvirtuar el trabajo del autor.
Esta publicación se realizo con motivo del medio siglo de la derrota del Ejército Republicano en el País Vasco.
Pido paciencia a los compañeros del foro, y procurare suministrar la información con diligencia.
Un saludo
Francisco

La efeméride del medio siglo transcurrido desde la derrota del Ejército republicano en el País Vasco no estaría completa sin una visión de conjunto de lo que fue la Marina Auxiliar que dependía del Gobierno de Euzkadi. Fue ésta una fuerza modesta, aunque en marzo de 1937 ya alcanzaba casi el medio centenar de buques de muy diversos tamaños, encuadrados en un millar aproximado de hombres entre el personal embarcado y de tierra.
La lamentable actuación de los barcos de guerra leales -dependientes de las Fuerzas Navales del Cantábrico y del Gobierno refugiado en Valencia- haría que los marinos vascos jugaran un papel preponderante. Su falta de preparación técnica y precariedad de medios fueron compensados con creces a base de valor y entusiasmo hacia la causa que defendían. No se pudo exigir más a unos marinos mercantes y pescadores a quienes la guerra civil en el Estado español obligó a empuñar las armas, sin apenas tiempo para reaccionar, en defensa de la legalidad republicana.
A 50 años vista, la organización y funcionamiento de la Euzkadiko Gudaritziaren Laguntzako Ontzitaldea (Flota Auxiliar de la Armada del Gobierno de Euzkadi) supone uno de los capítulos más brillantes y emotivos de todo el conflicto bélico. No hubo posibilidad de artillar varios bous, pero la improvisación dominante pudo ser superada en varias ocasiones defendiendo con arrojo la autonomía alcanzada por una parte de Euskal-Herria.

Una costa indefensa
Una realidad a tener muy en cuenta para comprender mejor la desastrosa actuación de la Marina republicana es la falta de mandos profesionales. Casi el 90% de los 3.831 almirantes, jefes, oficiales y suboficiales que había en julio de 1936 se sumaron a la rebelión militar, siendo de ellos 772 del Cuerpo General. A esa preocupante perspectiva se unía el hecho de que sólo el 5% de los marinos eran leales al Frente Popular, estando el resto semicamuflados en función de la situación geográfica de las bases ante el fallido golpe de Estado, que acabó convirtiéndose en guerra abierta. De los 93 alumnos que había en San Fernando -hasta bien avanzados los años 40 no entró en funcionamiento la Escuela Naval de Marín-, un total de tres mantuvieron su lealtad, siendo todos vascos ...
Así las cosas, la superioridad gubernamental en barcos, más teórica que real en la práctica, se «ahogó» literalmente por la ausencia de mandos profesionales capacitados, con cabos ascendidos a puestos de responsabilidad, y ya desde un principio la Armada leal pasó a la defensiva.
Fue vital para los rebeldes la conquista de la base naval de El Ferrol, donde además se encontraban en fase muy avanzada de construcción dos modernos cruceros pesados: el Canarias y el Baleares. A estas unidades había que sumar buques de primera Iínea como el viejo acorazado España, el crucero ligero Almirante Cervera e incluso al destructor Velasco. Fue precisamente este último quien dio el primer aviso serio del dominio que sobre el Cantábrico ejercían los insurgentes. En efecto, el 16 de agosto de 1936 ese pequeño destructor lanzó 26 granadas de cuatro pulgadas contra las instalaciones de la CAMPSA de Santurce, incendiendo dos depósitos de combustible. Supuso una advertencia definitiva para que las autoridades de Vizcaya se plantearan en serio la urgente necesidad de montar defensas costeras, pues el día de ese bombardeo naval no había ni un solo cañón protegiendo la bocana de El Abra. La posterior pérdida del puerto de Pasajes y el cierre de la frontera con Francia harían aún más crítica la situación de los buques mercantes y pesqueros vascos, hallándose ya todos entre dos fuegos, tanto hacia el Oeste como en dirección Este.

Los bacaladeros artillados
El 12 de setiembre de 1936, el mismo día en que las tropas rebeldes ocupaban Pasajes en su ofensiva sobre Donostia, el viejo y lento torpedero Número 3 llegaba a Portugalete procedente del mejor fondeadero protegido de Guipúzcoa. Era el primer navío de guerra republicano que alcanzaba el puerto de Bilbao, sólo que no disponía de su principal arma: el torpedo y encima lo mandaba un franquista emboscado ... Para dar una momentánea demostración
de fuerza, lndalecio Prieto -ministro de Marina y Aire tras el estallido bélico- ordenó la salida hacia aguas cantábricas desde Cartagena de un acorazado, dos cruceros, seis destructores y una pareja de submarinos.
El 28 de septiembre esas once unidades fondeaban en Santurce y Portugalete, dando un cierto grado de confianza que pronto se vería defraudado. Efectivamente;el 2 de octubre la marinería y cabos del acorazado Jaime I asaltaban el buque-prisión Cabo Quilates cometiendo una serie de execrables crímenes que tiñeron de sangre y vergüenza los uniformes de la Armada frentepopulista.

Ante la salida del Canarias hacia el estrecho, Prieto mandó al grueso de la llamada "Flota Roja" al Mediterraneo.
De esta forma, el ministro del PSOE sólo dejó en Bilbao al destructor José Luis Díez, los dos submarinos y el inoperante torpedero.
Constituido el Gobierno Autónomo de Euskadi, se ordenó la incautación de una serie de navios civiles a fin de reforzar la Armada republicana. De esta forma, a finales de octubre de 1936 eran preparados 4 "trawlers" o bacaladeros de altura de la PYSBE (entonces la más importante empresa pesquera del Estado español), con domicilio social en San Sebastian y base en Pasajes: los Mistral, Euskal-Erra, Hispania y Vendaval.
De este modo precario, con el único material existente a mano, se artillaron las citadas unidades con cañones de 4 y 3 pulgadas del acorazado Jaime I en Astilleros de Euskalduna.

Javier Olaveaga, segundo oficial de puente del Vendaval -luego bautizado Nabarra- nos ofrece en su testimonio detalles de cómo actuaban al principio los buques requisados a PYSBE: La misión de estos barcos cuando ya nos artillaron era la escolta de los mercantes que salíoan de Bayona para Bilbao, la custodia de los pesqueros - bien de arrastre o palangreros- y la vigilancia de la entrada de Bilbao. Teníamos 3 días de servicio y uno libre; o sea, 24 horas de franqueo sin dejar las guardias del barco. Cuando estábamos de servicio, normalmente salíamos de la dársena de Galdames (que era nuestra base) hacia medianoche para custodiar a los que estaban pescando. Nos repartíamos en zonas lo comprendido entre cabo Ajo y Lekeitio, y volvíamos a la base hacia el anochecer, cuando retornaban los pesqueros.

Cuando ibamos para escoltar los barcos que salían de Bayona - continua Olaveaga Echave con su relato - nos haciamos a la mar más temprano, para a la hora señalada cada uno estar en los sitios que teníamos designados de antes, que siempre eran los mismos. Asó, el Mistral quedaba al Norte de cabo Higuer; el Vendaval al Norte de Igueldo, a unas 15 millas, y el Euskal-Herria, al Norte se San Antón (Guetaria). Estos puntos no siempre estaban a la misma distancia, pues variaban de un viaje a otro, aunque siempre esntraban dentro de la ruta que nos daban a la salida. Asi, el barco que salía de Bayona se juntaba con el primero que veía, que era el Mistral, luego el Vendaval y , finalmernte el Euskal-Herria.Desde aquí el barco ya seguía escoñtado por los tres bacaladeros, además del José Luis Díez, que también tenía sus instrucciones; tambien uno de los submarinos, que salía en la misma misión, aunque no le veíamos nunca. Sólo se hacia visible alguna que otra vez ya dentro del Abra, pero en la mar jamás lo vimos.

Recuerdo a los miembros del foro, que lo escrito es transcripción literal del fasciculo escrito para el diario DEIA (afin al PNV), por el historiador José Miguel Romaña.

Bautismo de fuego
La Marina franquista destacó al destructor Velasco y una flotilla de bous artillados a Pasajes con el decidido propósito de cortar las comunicaciones marítimas vascas con Francia. Por parte leal y saliendo del letargo inicial, la Jefatura de las Fuerzas Navales del Cantábrico preparó a mediados de noviembre una operación en la que debían participar tres bacaladeros -al final el Vendaval no pudo salir por avería de sus máquina- y un submarino. Se trataba de interceptar la llegada al mayor puerto guipuzcoano de un, mercante con suministros para el bando rebelde.
Así las cosas, sólo el Mistral -con un cañón a proa de 101,6 mm. Y otro de 76,2 mm. a popa- y el Euskal-Erria -provisto en proa de una pieza de cuatro pulgadas en espera del armamento definitivo zarparon en la medianoche del día 15. El submarino C-2, que debía participar en la misión, se volvió «invisible» y nadie lo pudo divisar por parte alguna, y menos el enemigo... Esa unidad subacuática acabó atracando junto al dique de Portugalete con otra avería muy sospechosa.

A 20 millas al Oeste de Bilbao se mantenía vigilante el destructor Velasco, el cual iba a provocar con su presencia el bautismo de fuego de los dos bacaladeros vascos al descubrirlos.
Según el parte de campaña escrito por el comandante del navío franquista: Los barcos huían hacia la costa francesa lanzando mucho humo por sus chimeneas, tanto que estando nosotros colocados a sotavento no veíamos nada de los buques. Me vi obligado a colocarme por la aleta de babor del más grande, quedándome entonces el otro por el través de babor a unos 4.000 metros de distancia. Llevaban izada la bandera tricolor en el pico. La pareja de bacaladeros tardó más de una hora en descubrir las columnas de humo que lanzaban las cuatro chimeneas del pequeño destructor. Como señaló Manuel Galdós, capitán del Mistral, en su informe: A las 8,25 horas avistamos un humo por el S.W. (Sur-Oeste), dando todo avante y dirigiéndonos al N. E. (Norte-Este). A las 8,40 horas se aprecia mejor y resulta que es un buque de guerra y que pone proa a nosotros, cobijándose en nuestra cortina de humo.
En cuanto a las fuerzas enfrentadas se refiere, sólo en artillería existía cierto equilibrio, pues a los tres cañones de 101,6 mm. Del Velasco oponían los bacaladeros dos piezas idénticas a las anteriores y una más de 76,2 mm. La superioridad del destructor era doble en velocidad máxima: 26 contra 13 nudos, y además contaba con cuatro tubos lanzatorpedos. A ello hay que sumar el dato de que la dotación del navío insurgente estaba bien entrenada, bajo mandos profesionales, mientras que en los buques requisados a la. PYSBE apenas había hombres con experiencia, sólo un cabo y cuatro marineros cedidos por el torpedero Número 3.

Un choque equilibrado
Centrándonos ya en el primer combate protagonizado por los bacaladeros vascos, digamos que fue el Velasco quien a las nueve horas inició el cañoneo y que logró impactar una granada enseguida en la caseta blindada de popa del Mistral, lo que provocó la inutilización por bastante tiempo del cañón de 76,2 mm. El Euskal- Erria -al mando de Fernández Linares-, que navegaba enseñando su popa al Mistral, ayudó a su compañero con tanta puntería que tras realizar seis disparos con su única pieza tocó al Velasco desde 3.600 metros de distancia. Una granada de cuatro pulgadas produjo averías en la cámara de máquinas -que hicieron surgir de inmediato una gran humareda blanca-,provocando un gasto considerable de agua de refrigeración por las dañadas tuberías de evacuación.
Unos minutos después se encasquilló la única pieza del Euskal-Erria y el comandante FernándezLinares -apodado «El Pipas)), ex inspector de la PYSBE- decidió acogerse al amparo de las tres millasfiscales francesas para salvar su buque ante el acoso del Velasco.
La tenaz persecución de este destructor acabó realmente en una caza «a tumba abierta)) del Mistral, al que desde 500 metros lanzó un torpedo que, según Galdós, pasó a 20 metros del costado de estribor. Casi a un tiempo, los tres cañones y dos ametralladoras del navío franquista lanzaban un infierno de metralla desde tan corta distancia.

Cuando el destructor insurgente se hallaba a 40 millas de Pasajes - trás media hora más de combate en tablas y sin nuevos impactos - inició la retirada por el temor a que el José Luis Díez- entonces reparando averías en La Naval de Sestao - le cortar la retirada en dirección a ese puerto de Guipuzcoa. El Mistral - que habia disparado un total de 15 granadas de 76,2 mm. y 18 de 101,6 mm. - puso rumbo a la costa francesa encontrandose con el Euskal-Erria casi tres horas despues de iniciado el combate.
La prensa de Bilbao, y con el paso del tiempo hasta ciertos historiadores, han convertido el choque ya relatado en una victoria de los bacaladeros, pero en realidad estos huían a toda máquina del Velasco y encima no lograron llevar a cabo la proyectada misión de interceptar un mercante. Su único objetivo fue iniciar el regreso a Bilbao por la ruta más segura. El resultado final es uina retirada por parte franquista y republicana, claro que los ex pesqueros de la PYSBE habían demostrada que eran muy capaces de plantar cara a todo un navío de guerra con superior armamento, re3servas de municiones y preparación técnica.
Tendría que venir a aguas vascas un buque de mucho mayor desplazamiento para vencer en toda linea a los bacaladeros artillados; pero nmo adelantemos acontecimientos. Como balance final, basta con señalar que el Mistral sufrio ligeras averias y tuvo dos heridos en su tripulación, uno de los cuales llegó grave a El Abra.

Nace la Armada vasca autónoma
La manifiesta incapacidad de la Jefatura de Fuerzas Navales del Cantábrico y la permanente traición de varios de sus jefes y oficiales, franquistas emboscados en realidad, tanto de tierra como embarcados, supuso que la actividad de la Armada leal llegara a alcanzar mínimos y encima fuera desastrosa.
Ante ese panorama -con las dotaciones del José Luis Díez, de la pareja de submarinos y del torpedero en casi permanente indisciplina bajo «control» de comités de cabos, donde llevaban la voz cantante los anarquistas, surgió lo más lógico y deseable: la formación de una Marina vasca autónoma. Según nos contaba Leizaola en su domicilio donostiarra hace ya algún tiempo, las razones de esa iniciativa tomada por el Gobierno presidido por José Antonio de Aguirre fueron varias: Primera, porque había que alimentarse y pescar; segunda, porque los marinos no tenían ganas de venir a tierra, fuera de su ambiente -subraya el entonces consejero de Justicia y Cultura-. No deseaban luchar en tierra. Había que asegurar el abastecimiento por medio del comercio, y los barcos debían ser protegidos para traer recursos y mantener la industria en producción.
Al frente de la Marina Auxiliar de Euzkadi -que dependía del Departamento de Guerra que dirigía el propio lendakari Aguirre- fue puesto un abertzale sincero y capitán de la Marina Mercante: Joaquín Eguía Unzueta, nacido en el Casco Viejo de Bilbao en 1903, a la sazón subdelegado marítimo del puerto bilbaino al estallar la guerra y luego llamado por el gobernador civil para organizar todos los servicios marítimos provinciales.

Eguía dejó en su Informe de 33 folios otras causas por las que nació la Marina de Guerra vasca, estando entre las más importantes el acoso de las unidades navales rebeldes, el bombardeo de la CAMPSA, el minado de los accesos al puerto de Bilbao y el peligro real de quedar bloqueados. Ante tan negras perspectivas, el «Diario Oficial del Gobierno de Euzkadi » publicaba el 10 de noviembre de 1936 un Decreto por el que se formaba el Voluntariado del Mar, que iba a proporcionar un excelente personal para la proyectada Euzkadiko Gudaritziaren Laguntzako Ontzitaldea. Como indica Eguía en el citado Informe: El resultado de la creación de este voluntariado superó a toda esperanza. El número de inscripciones ascendió a más de 3.000, en el que figuraban desde jóvenes de 18 años a hombres de 60 años de edad. A todos ellos, entre otros datos, se les exigía la constancia de la militancia política o sindical. Igualmente, a fin de seleccionar a los especialistas, se hacía constar en fichas creadas al efecto la circunstancia de haber servido en algún buque de la Armada, en qué especialidad y durante cuánto tiempo. El resultado no pudo ser más feliz, pues desde capitanes hasta marmitones, pasando por todas las especialidades necesarias, había personal sobrado de todaslas categorías para nutrir con exceso la naciente Flota Auxiliar de Euskadi.

Nuevos nombres en euskera
La base de la Armada vasca debía ser montada forzosamente sobre os antiguos bacaladeros de la PYSBE donostiarra -que en tiempo de paz se dedicaban a la pesca del bacalao en aguas de Terranova e Islandia, siguiendo una tradición de siglos-, reducidos a cuatro tras la captura del Galerna por el enemigo en octubre del 36 y la posterior salida hacia el Mediterráneo del Tramontana. Según explica el jefe de la Marina de Guerra vasca en su Informe, estos bacaladeros eran lo mejor que existía para el destino que se les daba por su sólida construcción, tonelaje, excelentes condiciones marineras, consistencia de todas las partes de la nave, etc., etc.
Un inesperado refuerzo fue la llegada a la dársena de la Benedicta, en Portugalete, el 6 de diciembre de 1936, del bou artillado franquista Virgen del Carmen, al pasarse al bando republicano una parte de la dotación de esta unidad con base en Pasajes. Nueve días después, el «Diario Oficial del País Vasco)) publicaba los correspondientes decretos que cambiaban los nombres de los bacaladeros por otros en euskera, en un decidido propósito de dar mayor personalidad a la incipiente Armada autónoma. De esta forma, el Hispania quedaba como Araba; el Euskal-Erria, como Bizkaia; el Mistral, como Gipuzkoa, y el Vendaval, como Nabarra, en homenaje a los cuatro territorios históricos que forman Euskadi Sur. Santiago Asolo Landea (natural de Bilbao), Alejo Bilbao y Beltrán de
Guevara (natural de Bermeo), Manuel Galdós Uzkanga (natural de San Sebastián) y Enrique Moreno Plaza (natural de La Unión, Murcia, casado con una navarra) serían designados comandantes respectivos del Araba, Bizkaia, Gipuzkoa y Nabarra, los cuatro con categoría de tenientes de navío en la Armada republicana a partir del 9 de diciembre.

Convenientemente artillados por orden del Departamento de Guerra del Gobierno de Euzkadi, tres de los bacaladeros quedaron con dos piezas de 101,6mm. De forma definitiva y provistos de dos ametralladoras de cinta en el puente alto. Sólo el Araba, que siempre tuvo problemas con sus máquinas y nunca pasó de la vigilancia pesquera cerca de El Abra, vio reducido su poder ofensivo a un cañón solitario de cuatro pulgadas.
A todas las unidades señaladas se les colocó un blindaje para proteger el puente bajo, que debía cubrir tanto puertas como ventanas. También en diciembre, tal como dejó señalado Eguía en su Informe, previas modificaciones necesarias, quedaban también ar tillados y prestando servicios dos embarcaciones de motor de menor porte que las antedichas, denominadas Goizeko-lzarra e Iparreko- lzarra. Estas dos embarcaciones se dedicaron casi exclusivamente al servicio de vigilancia en aguas jurisdiccionales. A principios del año 193 7, previas modificaciones convenientes, quedaba también en condiciones de prestar servicio el que había sido bou faccioso Virgen del Carmen, y que a la sazón recibió el nombre de Donostia. Como comandantede esta unidad quedó Francisco Elórtegui Gambe, nacido en la localidad vizcainade Plencia.
Nadie mejor que el jefe de la Marina vasca para guiarnos en la relación final de bous, de aquellos que apenas llegaron a navegar con la ikurriña en proa ante la falta de armamento adecuado para el combate: Avanzada la primavera y en la espera de nueva recepción de material de artillería naval, se iniciaron las modificaciones pertinentes en el vapor Santa Rosa, que tomó el nombre de Gasteiz, y el María Begoña, después Iruña; desgraciadamenre, a esta última embarcación le sorprendió en plena modificación la caída de Bilbao. De todas formas, ninguno de estas dos embarcaciones Ilegaron a prestar los servicios para los que habían sido destinadas por carecer de material artillero. Todas estas embarcaciones fueron pintadas, tanto en su obra viva como superestructura, de color aplomado, en tonalidad exactamente igual a la empleada por el Almirantazgo británico en estas latitudes. Igualmente, llevaban pintada en sus amuras en color negro la inicial de su nombre.

Distintos servicios e instalaciones
Los servicios de tierra de la Marina de Guerra vasca comprendían una Jefatura de Marina, ubicada en el tercer piso del hotel Carlton, en Bilbao. Dicho Cuartel General se organizó desde un principio en seis negociados independientes. En el primero de ellos, Secretaría, era responsable el secretario de Eguía, un joven bilbaino de 20 años llamado José Antonio Durañona, y se encargaba de recoger toda la información y documentación que producía la Armada autónoma,además de coordinar losservicios de costas y sanidad. Un getxotarra, capitán de la Marina Mercante, Alejandro Larrondo, Ilevaba los asuntos del segundo Negociado: Personal y Armamento. El tercero, de Construcciones y Reparaciones, fue confiado a Juan Cruz de Ajuria, primer maquinista de la Naviera Sota y Aznar, quien tenía a otro oficial de máquinas, Francisco Zabaleta, como inspector encargado de supervisar y dirigir todas las modificaciones realizadas y por hacer en los bacaladeros y bous incautados por necesidades del conflicto bélico. Al frente del Negociado cuarto, el de Administración, se hallaba José Ramón Maruri. El quinto, Transmisiones, lo dirigía Juan María Lekube, y ya el sexto y último, la Intendencia -como nos ha señalado Durañona desde San Juan de Luz-, era bicéfala. Los víveres estaban a cargo de Luciano de Arteta, veterano patriota del Txori-Erri. Pertrechos, efectos navales y demás suministros estaban al mando de Antxon Astigarraga, patriota pasaitarra, que había Ilegado a Bilbao junto a los arrastreros de su familia (mandados por Burgana). Antxon dominaba el ramo, por ser profesional en la materia, y no había quien le engañara en cuestiones de pintura, aceites, grasas, etc. Ambos tenían sus ayudantes, todos ellos procedentes de Servicios Auxiliares. Recuerdo a Atorrasagasti, Valentín Dilla,Etxebarria, Matxin, Irusta, Goenaga y otros cuyos nombres se me han ido perdiendo al cabo de 50 años.

Según relata Eguía en su Informe, alrededor de un centenar de hombres se encargaron de mantener a punto los servicios de tierra de la Marina Auxiliar de Euzkadi. Incluso se organizó un Servicio de Atalayas, a fin de vigilar la costa de Vizcaya con 25 voluntarios, un personal que en tres turnos diarios de ocho horas escudriñaba el mar desde puntos situados en Punta Lucero, Punta Galea, Sopelana, cabos Villano y Machichaco, y también desde Lekeitio. A partir de noviembre del 36 se creó en el Hotel de Portugalete una Delegación de Marina, al frente de la cual estaba José María Burgaña -tras un fugaz paso por la Secretaría del primer Negociado antes de llegar Durañona al mismo-, jefe de Servicios Auxiliares de la Armada autónoma: vigilancia de costas desde el mar y del dragado de minas. Los dragaminas, lanchas auxiliares y canoas automóviles que mandaba Burgaña tenían su base en el muelle y dique de Portugalete, junto con el submarino republicano C-2 casi permanentemente averiado y el torpedero Numero3. El résto de las unidades de la Flota vasca, las de mayor porte, quedaban amarradas a boyas en la amplia dársena de Galdames, con sus popas hacia Altos Hornos de Vizcaya. Junto a la vieja estación de ferrocarril de Portugalete estaban dos almacenes que fueron dedicados a Intendencia de la improvisada Marina: víveres, vestuario y pertrechos navales. Finalmente, ya bien avanzado el año 1937, se instaló en el paseo de Manuel Allende (del getxotarra barrio de Las Arenas) un cuartel en un chalet requisado, y el mismo sirvió de lugar de descanso y concentración de reservistas para cubrir las bajas del personal embarcado. En esa hermosa casa se llegaron a juntar un máximo de 70 marinos, y también cumplían
sus arrestos los oficiales, suboficiales y marineros un tanto díscolos con la normal disciplina que el tiempo de guerra exige.

Incidentes con los mercantes de Hitler
La colaboración naval germana con los sublevados del 18 de julio en aguas cantábricas comenzó de hecho casi a un tiempo que la ayuda aérea. La Kriegsmarina del gran almirante Raeder mantuvo al crucero ligero Leipzig y al torpedero Jaguar en misiones de espionaje, siendo sorprendidos ambos en varias ocasiones por los servicios de vigilancia de la Junta deDefensa de Vizcaya cuando tomaban sondas del calado de los accesos al puerto de Bilbao. Muchísimo más grave fue el primer sembrado de minas, que costó la pérdida del pesquero vasco Lina en septiembre del 36, cuando aún los españoles insurgentes no poseían buques dispuestos para actuar como improvisados minadores ..., quedando claro que fueron los marinos alemanes los únicos responsables. A los pocos días de producirse la caída de Pasajes en manos rebeldes, se instalarían de forma permanente en dicho puerto los submarinos U-27 y U-29, comenzando una estrecha colaboración con la Armada franquista para espiar todo movimiento de los barcos republicanos.
La formación de la Marina Auxiliarde Euzkadi no hizo variar ni en una tonelada de menos el importante contrabando de armas y municiones que pasaba ante la costa de Vizcaya, a pesar de la expresa prohibición del Comité Internacional de No Intervención. La Alemania nazi se volcaba en su ayuda al bando franquista, y de esta forma era continuo el ir y venir de mercantes desde Kiel o Hamburgo en dirección a la Coruña, El Ferrol o Pasajes. Con referencia a este Úitimo puerto, la Armada vasca no podía permanecer impasible y así lo demostró. El 20 de diciembre de 1936, por la mañana, era detenido el mercante germano Piuto -de 1.412 toneladas de registro bruto-, en ruta de Pasajes a La
Coruña, a cuatro millas justas de la costa comprendida entre los cabos Ogoño y Machichaco. Las aguas internacionales eran entonces de sólo tres millas ...

Alejo Bilbao -comandante del Bizkaia-, sin esperar la llegada del Nabarra, también en misión de vigilancia, demostró ser el mando más «lanzado» de la Armada vasca. De repente, el bermeano ordenó la parada inmediata del Pluto, pero al ver que no le hacía ni caso y que incluso se le escapaba por superior velocidad indicó fuego a su pieza de proa. La granada de 101,6 mm. pasó a unos 300 metros por babor de la unidad mercante, cuyo capitán paró máquinas de inmediato. Más tarde se registraron una serie de comunicaciones por medio de banderas entre el bacaladero artillado y el Pluto, y del primero con la emisora de Archanda para consultar con la Jefatura del «Carlton» las medidas a tomar. El capitán germano aseguró que sólo llevaba en sus bodegas carga general y no contrabando de guerra, pero el Bizkaia -ahora apoyado por el Nabarra llevó al mercante alemán hasta casi la altura de Ciérvana. Fue entonces, a ocho millas de El Abra, cuando se recibió a bordo del Bizkaia la orden inmediata de libertad desde la Jefatura de Marina vascay el siguiente comentario-advertencia:
Buques extranjeros sólo podrán ser detenidos dentro de las tres millas, según se lee en las «Memorias» inéditas del capitán Alejo Bilbao.

Un incidente todavía más grave se registró, también de mañana, el 23 de diciembre, tres días después del anterior. De nuevo el Bizkaia paró en aguas internacionales -a cinco millas del cabo Ogoño-, ya que se hallaba cumpliendo servicio de vigilancia y protegiendo la pesca entre Lekeitio y Machichaco, mientras el Nabarra y el Gipuzkoa cubrían sus zonas más al Oeste. Según nos ha relatado Rafael Menchaca Ugalde, primer oficial del Bizkaia: Estábamos de vigilancia cuando avistamos al Palos. Pusimos proa a él a toda
máquina; al mismo tiempo le hicimos la señal de que pare máquina. Pero no nos hizo caso y continuaba su rumbo. Entonces disparamos con el cañón de proa en señal de advertencia, y tampoco hizo caso. Disparamos un segundo cañonazo, que pasó cerca, por la proa del Palos. Paró y nos acercamos a él. Arriamos un bote y fuimos a su costado. Le dijimos que arriara una escala de gato para subir al barco y el capitán muy enfadado y con muy malos modales, se negó. Así que me vi obligado a contestar con el mismo tono violento con que él se habla negado. Hay que señalar que mientras discutíamos, los marineros alemanes nos hacían señas dándonos a entender que algo llevaban. Entonces amarraron la escala y nos
plantamos en cubierta. Así las cosas, el Palos -de 1.997 toneladas de registro-, detenido ilegalmente en aguas internacionales, fue conducido al puerto exterior de Bilbao para verificar qué tipo de carga llevaba en sus bodegas. No pasaría mucho tiempo para que llegara la reacción de la modernísima Kriegsmarine de Hitler ...

Un crucero alemán ante El Abra
El diario “La Lucha de Clases”, de Bilbao, publicó el 26 de diciembre de 1936 la noticia de la carga bélica de contrabando que transporta el Palos de Pasajes a La Coruña:
Mil quinientas toneladas de material de guerra y otras mercancías para los facciosos. Cuando el problema legal planteado por el Iímite de las aguas internacionales se había «camuflado» sin problemas, cinco días después del apresamiento, la Delegación Marítima de Bilbao (antigua Comandancia de Marina) ordenaba en una sentencia la retención del cargamento de guerra del Palos y la libertad de éste.Burgaña -jefe de Servicios Auxiliares de la Armada vasca autónoma- nos ha contado el origen que tuvo la captura del segundo mercante germano. En el transcurso de una reunión habida en el «Carlton», con Eguía y el mismo José María Burgaña presentes, Alejo Bilbao había prometido apresar un barco civil nazi por lo «quemado» que se encontraba tras lo del Pluto.

Sé también -recalcó el marino de Mutriku en su excepcional testimonio- el susto que se llevó Alejo al ver la reacción posterior de la Armada de Hitler. Esa es toda la verdad de lo sucedido. El parte del apresamiento lo redacto Leizaola y lo firmé yo.
Era de esperar que la Kriegsmarine -independientemente de que protegía un tráfico prohibido de armas- acudiera en ayuda del Palos. De esta forma, el 28 de diciembre, cuando el Bizkaia y el Nabarra se hallaban en servicio de vigilancia, apareció ante ellos y dando alcance al primero de los bacaladeros, la mole gris del crucero ligero Konigsberg -entregado a la Armada germana en 1929, de 7.400 toneladas de desplazamiento standard y cuyo armamento principal lo componían tres torres triples de cañones de 150 mm. y hasta una docena de tubos lanzatorpedos-, que entregó una carga para el lendakari Aguirre, la cual recogió Menchaca y el propio Alejo Bilbao llevó al «Carlton», a Presidencia. En ese mensaje dado en mano se exigía la inmediata liberación del Palos y que zarpara con su carga intacta.

Fueron cruzados varios mensajes entre el Konigsberg y la emisora de Archanda, no cediendo el crucero en su pretensión de recuperar el mercante tal como se encontraba antes del apresamiento.
La presencia del potente navío alemán ante la misma perpendicular de El Abra -bajo constante vigilancia de los bacaladeros armados- suponía un peligro tan real como preocupante. Así las cosas, el comandante extranjero fue tomando confianza en su clarísima superioridad, y ello le llevó a internarse aún más en aguas vascas.
«La Gaceta del Norte» del 30 de diciembre publicó la reacción de Eguía ante semejante osadía, pues el jefe de la Armada de Euzkadi mandó al Konigsberg el siguiente mensaje: Ruégole espere salida buque mercante alemán Palos manteniéndose fuera aguas jurisdiccionales.
Tras un largo tira y afloja, se Ilegó al acuerdo de que el crucero ligero aguardara fuera de las aguas republicanas la liberación del mercante. Como nos indica Javier Olaveaga -segundo oficial del Nabaira- con su acostumbrada objetividad y detalle: La contestación a la carta la llevó el Bizkaia al día siguiente, por la noche, acompañado por todos los buques artillados; todos con las luces apagadas, y cuando apareció y se acercó al Konigsberg, que venía con las luces apagadas al sitio que se le había indicado, encendió luces. Lo mismo hizo el Bizkaia. Los demás continuamos con las luces apagadas, girando alrededor del buque alemán. Menchaca -auténtico protagonista al subir por segunda vez al barco de guerra extranjero y ser portador del mensaje del lendakari- continúa el hilo del relato así: Parece. ser que se tomaron algunas medidas (nosotros no las vimos), como de situar un submarino cerca del lugar del encuentro.
Era anochecido y el tiempo estaba tranquilo, pero Iluvioso. Nos hicimos las señales de reconocimiento y, en un bote, salimos para entregar la carta. Nuevamente me encontró en el portalín con el oficial alemán que hablaba español, y le entregué la carta del señor Aguirre para el comandante del crucero Konigsberg. Nos despedimos y embarqué en el bote para volver al Bizkaia. Regresamos a puerto sin más novedad.
Al menos en apariencia, el crucero ligero germano se había dado por satisfecho con la liberación del Palos, a pesar de ser confiscada por las autoridades vascas la carga bélica de ésta. Pero en realidad no fue así, como pronto demostraría esa unidad de la Kriegsmarine.

El incidente del segundo mercante apresado fuera de las aguas territoriales causó bastante «ruido» a nivel internacional y los medios de comunicación nazis se volcaron hacia lo que definían como un «acto de piratería en pleno siglo XX». La réplica alemana, siempre desproporcionada, vino luego ...
El primer día de 1937, el Konigsberg atacó al mercante Sotón, en lastre desde Bilbao a Santander, a tres millas de la costa y justo en el mismo límite de las aguas fiscales. A resultas de la agresión a cañonazos, el navío de la Metalúrgica Duro Felguera quedó embarrancado en la cántabra Punta de San Carlos. Ya el 3 de enero, el tenaz crucero apresaba al pequeño vapor republicano Marta Junquera y lo llevaba a El Ferrol. Sólo unas horas antes, el Konigsberg había sido interceptado por el Bizkaia cuando pretendió estorbar las labores de pesca de un buen número de embarcaciones vascas entre Punta Galea y Santona. Afortunadamente, el incidente no pasó a más y de esta forma finalizaron las intervenciones del crucero ligero contra los intereses marítimos republicanos en el Cantábrico.