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 1898. Hasta el último hombre... 
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Nuevo mensaje 1898. Hasta el último hombre...
Bueno esto es el título -1898.Hasta el último hombre...- de una novela (ucronia) que terminé de escribir hace 2 años. Es una ficción histórica sobre nuestros conflictos coloniales de fin del siglo XIX, que en verdad me salió bastante larga. Tiene dos partes diferenciadas, la primera más política y de asuntos relacionados con la inteligencia y una segunda de acción militar. El componente naval del libro es la parte más importante, pero eso se advierte claramente cuando el manuscrito avanza, al principio puede resultar para algunos algo lento y/o pesado.

Consultado el alto mando, me ha autorizado a bajarlo al foro. Haré primero una prueba con el primer capítulo, ya que he recibido instrucciones con respecto al formato y no sé si las he interpretado correctamente.

Por supuesto entiendo que además de ser discutible su planteamiento, puede no gustar.Admito deportivamente, como no podía ser de otra manera, todo tipo de críticas.

Saludos

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10 Jul 2010 12:29
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CAPÍTULO I

EL PROTOCOLO SANTIAGO. Madrid. 30 de Marzo de 1895.

Francisco Galindo miró su sobrio reloj suizo de acero, el cual sacó de un bolsillo del chaleco tirando de una larga cadena de plata. Inmediatamente después, golpeó la puerta del carruaje con la empuñadura de su bastón repetidas veces. El cochero debía darse prisa, no quería llegar tarde a la reunión de la calle Alcalá; allí se encontraba la Casa de los Heros -sede de la Presidencia del Consejo de Ministros-, sitio donde había sido convocado por el mismísimo Presidente y lugar al que estarían llegando en esos momentos un nutrido grupo de próceres a los que no podía ni quería hacer esperar.

No merece la pena hablar tendido de la apariencia de aquel hombre que pasaría fácilmente por cualquier oscuro funcionario de medio rango, un administrativo o contable de una empresa familiar, de esos que utilizaban visera y manguitos. Sólo sus sagaces ojos grises detrás de las endebles lentes lo podían delatar como hombre por encima de lo normal. Aquél que fuera en su juventud valiente soldado, después estudiara leyes en Madrid, llevándole su facilidad para los idiomas al servicio diplomático; era tras su poco atlética figura, un sujeto de enorme energía, férrea disciplina y gran voluntad. Perseverante en su larga viudez, no fumaba, apenas bebía alcohol y más que comer se alimentaba por obligación, mal y poco. Como reconocido melómano asistía a la ópera, siempre en lugar discreto, y a los toros de la plaza vieja -hoy derruida- desde la barrera. Estudioso de la historia, profesaba un acendrado patriotismo que rayaba lo fanático; esto último pasaba desapercibido, púes no exteriorizaba ni compartía con casi nadie sus emociones más íntimas.

Aquel personaje era el Director de lo que llamaremos “Oficina Adjunta” por darle un nombre y porque así figuraba impreso el edificio de su sede en la relación de bienes del Estado cuando fue publicado en la Gaceta -Oficina Adjunta a Presidencia del Gobierno-. En realidad, el nombre escondía a los servicios secretos españoles. No se equivoquen, no funcionaban como en los nuevos tiempos con una estructura y organigrama preciso, eran cosa muy diferente.

Llegó al fin Paco Galindo a su destino, los Guardias de la puerta lo saludaron como muestra de cortesía -él era un habitual de la casa desde hace años-, les correspondió levantando ligeramente el sombrero hongo y dejando ver su más que incipiente alopecia. Subió ligero las escaleras y se encaminó a la Secretaría de Despacho. Una vez allí el omnipresente don Julio, ayudante personal de los distintos Presidentes iba ya para varias décadas, le comunicó que estaban esperándole en la Sala de Consejos.

Pidió permiso para entrar, una voz con grave acento andaluz se lo concedió. Era la de don Antonio Cánovas del Castillo, Presidente del Consejo de Ministros de su Majestad la Católica, quien ocupaba tan alta magistratura por sexta vez en su vida desde hacía apenas una semana. En la misma estancia se encontraba también su alter ego en el Partido Liberal, don Práxedes Mateo Sagasta, quien permanecía de pie charlando con el Ministro de Guerra, General don Marcelo Azcárraga.

Ocupaba un sofá en otra parte de la sala, el Vicealmirante don José María Beranger y Ruiz de Apodaca, Ministro de Marina y uno de los actores principales de este conclave; al mismo círculo se sumaban los señores Maura y Canalejas, ambos miembros del partido liberal -en un futuro no muy lejano sustituirían a Cánovas el primero y a Sagasta el segundo -.

Los actuales delfines de los Partidos Conservador y Liberal eran respectivamente Silvela y Moret, quienes se sentarían por esta ocasión a la derecha de sus líderes. No estaba claro todavía si estos si eran sus leales segundos o sus más enconados rivales de Partido.

Siguiendo con la relación de autoridades, estaba presente también el Ministro de Hacienda señor Reverte y por último ejercía como Secretario don José Romero Robledo, Ministro de Gracia y Justicia, gran maestre en hacer y deshacer resultados electorales -hasta que se lo impidieron Maura[1] y Canalejas poco tiempo después-.

Entró al fin nuestro personaje en aquella estancia que densamente adornada y bastante cargada con el humo de varios puros habanos, se asemejaba más a un comedor de clase acomodada que a foro de reuniones gubernamentales. Le pareció a Galindo que, como otras veces, de las espesas cortinas y las gruesas alfombra emanaba un tufillo rancio a orín de gato, confundiéndose con otro de varonil colonia de barbería usado con generosidad por algunos de los presentes.

Lo mejor de la habitación eran algunos cuadros de calidad, especialmente un “Martínez Rincón” de la Regente con el “Pelón”2 en brazos perteneciente al Patrimonio. Eran así mismo magníficos los muchos muebles que allí había de idéntica procedencia que el cuadro. La decoración se completaba con una enorme lámpara de araña, exóticas plantas de gran tamaño

1 Maura se empezaba a deslizar hacia facción reformista del Partido Conservador.
2 Alfonso XIII niño.

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10 Jul 2010 12:36
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….y unas cuantas escupideras.

Por indicación de don Antonio, quién limpiaba distraídamente sus anteojos con un pañuelo, se sentó nuestro espía en una de las esquinas de la gran mesa central, la cual ocupaba la mayor parte de la sala. El macizo mueble estaba rodeado por unos sólidos sillones de madera color crema tapizados en terciopelo verde.

Comenzó a oscurecer, por lo que Galindo deseo que la mortecina luz eléctrica -instalada hacía no demasiado tiempo- le permitiera leer los documentos que en ese momento tomaba de su cartera; hecha ésta en cuero marrón, algo rústica y bastante roída por los años, era tan inseparable compañera que hasta despertaba en él cierto cariño.

Un par de excelentes relojes colocados sobre sendos taquillones hicieron sonar las siete de la tarde acompasadamente.
Mientras todas aquellas personalidades tomaban asiento alrededor de la gran mesa bajo la presidencia del titular da la casa, Galindo sorbió un corto trago de agua vichy catalán, realizó un ligero carraspeo y esperó.

El primero en hablar fue el Presidente Cánovas. “Estimados señores: creo que sus excelencias saben todos de forma al menos superficial el motivo de esta reunión. Aunque puede parecerles precipitada, en verdad se fraguó hace cerca de tres meses, cuando la situación en Cuba comenzó a deteriorarse. El entonces Presidente señor Sagasta me convocó, llegando a la conclusión entre ambos que era el momento propicio, primero para proponer un cambio de gobierno a su Majestad y después formar uno de concentración nacional. Ya les digo que desde primeros de año hemos tomado algunas decisiones de común acuerdo que no podían esperar.”

Cuando don Antonio Canovas hablaba los demás escuchaban, el era el claro ejemplo que en nuestra España finisecular no necesariamente se debía ser descendiente de un Grande para ocupar altos cargos. Hijo de un maestro de escuela, hombre religioso y gran conocedor de la historia de España -no siendo gratuitamente académico de esa disciplina-. Este conocimiento precisamente le había provocado un gran pesimismo y cierto complejo de inferioridad como español. Realmente no se fiaba nada de sus compatriotas y estaba resignado al lento declinar de su país como potencia. No tenían la base sus creencias en un sentimiento de rencor por alguna cosa concreta, él amaba profundamente a España. Su abatimiento era producto de la reflexión interior, de la experiencia que suponía contemplar la escena política desde primera línea hacía más de treinta años. Consideraba que le había tocado casi por la gracia divina, llevar la pesada carga del País sobre sus no muy anchas espaldas.

D. Antonio era algo prepotente al trato y aunque un poco más joven que Sagasta parecía mayor que él, pudiera ser que ello fuera debido a su gesto más severo, su menor densidad de cabello y lo gris de del mismo. En definitiva, daba la sensación de gravedad en todo lo que hacía o decía, a pesar de no estar exento de una gran de socarronería.

La personalidad del Presidente contrastaba con la de su opositor, no es que el último fuera un hombre dechado de alegría; no ¡que va!, Práxedes Mateo Sagasta era un hombre serio, pero a la vez más simpático y agradable que Canovas. Sabía disfrutar mejor de las grandes y pequeñas cosas de la vida, parecía alguien satisfecho de sí mismo. Pero cuidado, detrás de la arreglada barba blanca del cesado Primer Ministro, la cual no estaba en consonancia con su ondulante pelo todavía casi castaño, se escondía una personalidad que podía encerrar gran peligro. Rencoroso cuando no vengativo, esperaba pacientemente el momento oportuno para castigar a quienes lo ofendían.

Cánovas con su pequeña barbita que le salía a mitad del mentón y su arreglado bigote, en el fondo era más inocente; creía que había buenos y malos, que lo blanco era blanco y que lo negro era negro. Así de esta manera, decía lo que pensaba directamente, también era cierto que ofendía más con un chiste que con un reproche, por eso a algunos les desagradaba bastante su persona.

Pero al fin y al cabo aquellos dos personajes de la historia de España, aunque adversarios políticos, no sólo se profesaban un sincero y mutuo respeto sino que se necesitaban. Uno sin el otro no tendrían sentido, sencillamente eran complementarios.
Prosiguió Cánovas, quien últimamente parecía un hombre más animado y jovial después de contraer segundas nupcias con doña Joaquina de Osma, una mujer bastante más joven que él.

>>A continuación el señor Galindo nos informará acerca de la crisis que se avecina. Quiero señalar que uno de los primeros acuerdos tomados, ha sido confirmar a nuestro Director de los Servicios de Información de Presidencia en el cargo que lleva desempeñando a plena satisfacción desde hace más de ocho años y otros muchos más en diferentes puestos al servicio del Estado. La situación es tan delicada que sería una locura su sustitución ahora. Les ruego presten la máxima atención.”

Volvió a carraspear Paco Galindo y comenzó a hablar con su suave deje catalán “Con permiso de vuecencia -Cánovas asintió displicente con la cabeza- Excelentísimos señores: a principios del 93 nuestros agentes en los Estados Unidos detectaron una serie de movimientos de los revolucionarios cubanos en aquél país, algo se estaba cociendo y era muy gordo. Las continuas reuniones de los miembros de La Junta cubana de Nueva York,en concreto de dos de los principales colaboradores de Estrada Palma, Guerra y Quesada, con importantes personajes del mundo político y empresarial norteamericano que constituyen un grupo que llamaremos “jingoista” -precisó entre otros el Comisionado de Policía de Nueva YorK T. Roosevelt, los senadores Beveridge y Teller o los banqueros Janney, Rubens y Seligman-, nos hizo sospechar que se estaba preparando un nuevo levantamiento y esta vez con un decidido, abierto y provocador a cosa hecha apoyo yanqui.

>> A estas reuniones acudían de igual modo algunos importantes dueños de diarios; ahí estaban Hearst del Journal, Pulitzer del World o el amigo de José Martí, Dana del Sun. Poco después estos periódicos empezaron a tirar crónicas cada vez más ofensivas contra España, en aras de ir disponiendo a la opinión pública de ese país a favor de las teorías expansionistas, anexionistas e intervencionistas de los importantes grupos de presión de todo tipo involucrados en esta aventura y por lo tanto partidarios de la intervención en Cuba.

>> No perdamos de vista que el libre ciudadano americano es por lo menos tan influenciable y manipulable como los súbditos de la corona española, con la diferencia que su prensa edita mas de 500.000 ejemplares por título de periódico y que hay un mayor porcentaje de posibles lectores, al haber menos analfabetos que en España .

>>Quiero aclararles que en los Estados Unidos tenemos desde hace tiempo una de las mejores redes de nuestra organización, gracias a ello con gran esfuerzo y no poco dinero obtuvimos documentos esclarecedores de lo que ocurría. La verdad es que tampoco hacía falta ser un genio para intuirlo, pero queríamos pruebas contundentes para convencer a los más reticentes a creer en lo falsa que resulta ser la supuesta amistad americana que algunos defienden.”

Interrumpió Segismundo Moret -gran inteligencia flaca voluntad- visiblemente contrariado
“¿No me querrá decir usted que el Gobierno y el buen pueblo americano está detrás de esas patrañas más propias de "corrala" o patio vecinal? Norteamérica es un país muy joven, amante de la libertad y la democracia; sin duda quiere ayudar a que los cubanos alcancen una mejor calidad de vida y más derechos políticos, pero ello se debe en gran parte a su inocencia y no a otros deseos ocultos. Quizás tendré que reconocer que en alguna ocasión su falta de experiencia diplomática les hace extralimitarse en algunos comentarios oficiosos de personajes públicos, pero no creo que tengan gran importancia como problema.”

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10 Jul 2010 18:43
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Galindo “Señor Moret lo siento pero esta usted equivocado”. A Galindo no le gustaba aquél sujeto, quién le miraba ahora desafiante al mismo tiempo que se atusaba el alfiler de oro con dos perlas que adornaba aquella espléndida corbata de seda negra y procedencia británica. Había que reconocer que era un hombre brillante, gran orador y a veces incluso hasta encantador; pero nadie debía permitirse el lujo de olvidar que tras aquélla respetable barba y nada desdeñable bigote -ya casi grises por completo- que le daban un porte de venerabilidad y elegancia natural, se escondían demasiadas cosas. Algunas buenas en sí: astucia, sagacidad, inteligencia etc… lo que ocurría que al combinarlas con la vanidad, soberbia y su aquiescencia con espurios intereses extranjeros daban como resultado un cóctel explosivo. A pesar de ello, Galindo debía esforzarse, si lograba convencerle de la perfidia yanqui al engreído personaje, éste sin duda sería un importante puntal; otorgándole por ello un papel relevante, por ejemplo en las siempre difíciles relaciones con la Gran Bretaña.

Prosiguió Galindo:
>> A nadie se le escapa que vuecencia es una de las personas en España que tiene mayor conocimiento de las relaciones internacionales; ahora bien, le diré que nosotros también éramos incrédulos -cosa falsa desde hace tiempo estaba seguro de que los EEUU querían hacerse con el control de Cuba-, lo que ocurre es que ahora tenemos datos irrefutables.

>> El levantamiento estaba preparado para febrero de 94; sin embargo, como coincidía con la zafra del azúcar en las haciendas cubanas y ésta se ponía en peligro fue suspendido. Más tarde Martí, principal líder de la revuelta, cayó enfermo y además sufrió diversos traspiés económicos. En resumen, la sublevación se ha pospuesto hasta primeros de año como hemos podido comprobar -la guerra ya había empezado declaradamente con el “grito de Baire” en Febrero-.

>> Si no lo han hecho ya, el mismo Martí, Máximo Gómez y los hermanos Maceo están a punto de desembarcar en diferentes lugares de la isla para ponerse al frente del levantamiento. Lo más grave del asunto con no ser poco lo anterior, es que los Estados Unidos se ha fijado el objetivo de desplazar a España del Caribe y sustituirla como potencia en la zona.

>> Hay razones económicas desde luego; no obstante, las más importantes son de índole político y geoestratégico. Los americanos han concluido su expansión por el Oeste y consecuentemente con sus guerras indias, su producción de acero ha sobrepasado a la inglesa hace tres años y tienen grandes cantidades de dinero privado sin invertir.

>> Es decir no tienen problemas internos, poseen una poderosa industria y mucho dinero fresco. Ahora necesitan demostrar al mundo, especialmente a los engreídos europeos en general y a ellos mismos en particular, que están preparados para ser una gran potencia; para eso, qué mejor experimento que una guerrita contra una vieja nación del otro lado del Atlántico, con un glorioso pasado e inmersa en un proceso de decadencia que más que años dura siglos y por lo tanto esta debilitada. Después se harán con el canal centroamericano, bien sea en Nicaragua o en Panamá y el Caribe será un tranquilo lago yanqui”.

“Amigo Segismundo” refiriéndose a Moret, se hizo notar una voz de indefinido acento vasco-riojano, era la de Sagasta “Es muy importante para nosotros que precisamente usted comparta nuestra inquietud. Al finalizar la reunión les daremos a cada uno de los presentes un completo dossier para que lo lean. Estoy seguro que tanto al Señor Moret como a los demás no les quedaran dudas después de hacerlo de las intenciones yanquis.”

Moret “Bueno, admitamos que la suposición sea cierta. Me imagino que se habrán propuesto negociar con los americanos. Seguro que obtendríamos un alto precio por Cuba, salvando otras partes de nuestros territorios de ultramar.
>> ¿No se habrán planteado seriamente sus excelencias ir a una guerra contra ese gigantesco país?”

Maura con sarcasmo “¡Hombre por Dios! podemos entregarles Andalucía o Galicia a un buen precio para no darles Madrid. Mire usted, creo que con el suelo español no se comercia y no hay distinciones. Los yanquis tienen el claro objetivo de desplazar a España del Caribe, si nos ven titubear al negociar por Cuba ¿qué les impide después interesarse por Puerto Rico, Filipinas o las Canarias?”

Canalejas “También está la cuestión de quién se lo explica al pueblo. Nos correrían a gorrazos hasta los Pirineos, la Monarquía estaría herida de muerte y todo ello desembocaría en un proceso revolucionario de consecuencias impredecibles. Hasta la misma existencia de España pondríamos en juego. Son muchos: republicanos, anarquistas, nacionalistas etc…, los que se aprovecharían de la ocasión.

>> Si sólo fuera una cosa entre cubanos criollos y españoles europeos, el problema sería menor. Los independentistas cubanos sin apoyo norteamericano no tendrían nada que hacer.”
General Azcárraga “Yo nací en Manila y considero a las Filipinas tan mías como la tierra de mis antepasados. Dejando claro este punto, el Ejército Español está en disposición, contando con el decidido apoyo del Gobierno, de aplastar a los independentistas cubanos y hacer frente a una supuesta amenaza norteamericana.

>> De acuerdo que son un gigante económico e industrial con más de setenta millones de habitantes contra nuestros mal contados dieciocho; pero militarmente están dormidos y sus fuerzas en tierra son claramente inferiores a las nuestras en número, armamento y preparación. Todo esto sin entrar a valorar nuestra gloriosa tradición militar y el valor de nuestros soldados reconocido mundialmente.”

Galindo “Quiero decirles antes de que se me olvide que también puede haber un levantamiento en las Filipinas. Un movimiento secreto está en marcha, sin duda con apoyo americano y/o japonés desde Singapur y Hong-Kong. Esto aún lo estamos investigando, pero una insurrección generalizada en Extremo Oriente al mismo tiempo que en Cuba, nos pondrá siempre en una situación todavía más comprometida; máxime, si los dos están coordinadas con el apoyo de una potencia extranjera como parece el caso.

>> Si además nos dormimos en los laureles de nuestras pasadas glorias, en dos o tres años nos expondremos a un desastre de consecuencias impredecibles.”

Moret “Con dólares, acero y muchos jóvenes; los EEUU pueden hacer un ejército cuando lo estimen oportuno, sin necesidad de desgastarse en largas campañas coloniales como parece que haremos nosotros. Que dicho sea de paso enterraremos en ultramar los escasos reales de nuestro depauperado tesoro.

>>Por otra parte, la supuesta guerra sería preferentemente naval y los americanos tengo entendido que no se han quedado tan dormidos en ese terreno. Sin embargo, nosotros hemos llevado una política naval errática, sobre todo en los gobiernos conservadores y me temo que llegado el momento no tendremos ni barcos para que nos los hundan.”

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10 Jul 2010 19:05
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Vicealmirante Beranger “Muy Señor mío, ¡quieto ahí! -El tono empleado por el marino hizo arrepentirse a Moret de lo dicho. El segundo conocía bien la reputación del Ministro de Marina, acerca de quien corría el rumor que se había metido en asunto de duelos por faltar un tercero al honor de la Marina y como dado que no eran legales tales métodos, había desaparecido de la vida pública una temporada. No valoró Moret que el distinguido caballero que era Beránger tenía ya 71 años y su temperamento aunque fuerte era algo más moderado, quizás consciente de las limitaciones físicas consecuentes a su edad. El presumido aristócrata no era ya el mismo apuesto y orgulloso oficial de hacía unos pocos años atrás-.
Prosiguió Beranger:

>>Yo que he tenido el honor de pertenecer a gabinetes liberales y conservadores, afirmo que en todos ellos se ha puesto la mejor intención para construir una escuadra; sin embargo, ésta no es sólo cuestión de voluntad sino de dinero y nuestra querida Patria tiene unas posibilidades limitadas.

>>A pesar de lo anterior, si fuera necesario nuestros marinos pelearían por el honor de España desde escampavías o a nado, pero no es así, decir lo contrario es demagogia. La Armada tiene buques de guerra y algunos de ellos muy buenos. Los americanos no son precisamente la Royal Navy, aunque es cierto que han hecho grandes avances en el último lustro. En consecuencia a esto último, he elaborado un nuevo plan naval de urgencia para reforzar la flota. No entraré ahora en detalles, pero necesitamos un presupuesto extraordinario de más de cien millones en tres años de inversión, como se recaude no es cosa mía.”

Canovas “Debemos y podemos hacer ese esfuerzo. Hemos decidido de común acuerdo poner en nuestros territorios de ultramar hasta el último hombre y gastar la última peseta. Nos jugamos el futuro de nuestros nietos, el que ellos puedan llevar el nombre de España con dignidad allá donde vayan por el mundo. Si somos derrotados y humillados, muchos querrán bajarse del carro; la monarquía estará tocada de muerte y con ello vendrán revoluciones, golpes militares y guerra civiles, volveríamos a antes de los años 80.

>> Lo que aquí vamos a firmar, espero sinceramente señor Moret que usted lo haga tambien, trasciende a un pacto político para que sea quién sea el que gobierne haya una unidad de doctrina y acción. Lo que formulamos es un juramento entre caballeros para salvar la sagrada unidad de la Patria. El asunto lo debemos considerar como razón de Estado y no de Partido; todos los que lo sellamos pertenecemos a una misma fraternidad a partir de este solemne momento, estamos juramentados para salvar a España de su destrucción por la perfidia yanqui y la traición de algunos de los nuestros.

>>Sr. Moret, a vuecencia querría pedirle delante de todos que asuma de manera plenipotenciaria las relaciones con el Reino Unido. Para la patriótica misión no tendrá trabas políticas ni económicas; eso sí, debería desplazarse a Londres, aunque para usted esto no es un problema. Así mismo se requerirían sus servicios para otras misiones diplomáticas concretas en terceros países.
“Yo estoy siempre al servicio de España”. Dijo grandilocuentemente, el por muchos considerado medio británico, D. Segismundo Moret y Prendergast.

Cánovas “Antes de terminar quiero informar de unos extremos: Don Antonio Maura y el Señor Canalejas actuaran como Comisarios Políticos del Gobierno para este plan que llamaremos “Protocolo Santiago” -nombre salido de invocar nuestro viejo grito guerrero de acometida todos a una “Santiago y cierra, España”-. Los distintos departamentos e instituciones están obligados a prestarles su máxima colaboración. Tendrán como misión coordinar e impulsar el acuerdo que aquí alcancemos, el cual está plasmado en el memorándum que se les entregará a continuación. Tengan presente un pensamiento, en esta crisis aunque se tomen iniciativas mediocres, siempre serán mejor que la inacción. Tenemos unos plazos y estos hay que cumplirlos.

>>De todas formas el Protocolo es un todo, no es simplemente un plan. Son unas pautas de actuación adaptables a las circunstancias, unos métodos a seguir según necesidades y que hay que sustanciar con las estrategias de los diferentes frentes que se constituyan; principalmente los militares pero también los económicos, propaganda e inteligencia.”

Dos liberales de comisarios políticos era el precio que debía satisfacer el Gobierno conservador para la leal colaboración del grupo de Sagasta, además nadie discutía que los mencionados eran las dos mentes más preclaras del país.

Intervino Silvela “¿Plazos? Parece que tengamos una fecha para declarar la guerra. ¿Y sí no ocurre lo que piensan?”
Contestó Sagasta “La única manera de que no ocurra lo que consideramos inevitable es tomar todas las medidas como si fuese a suceder. Después ya veremos, por lo menos llegaremos en mejores condiciones a una posible negociación.”

Resultaba paradójico, parecía que Sagasta estaba haciendo de segundo de Cánovas y Silvela de Moret; éstos dos últimos, estaban bastante disgustados por creer ser los únicos que no estaban al tanto de nada.

Añadió Galindo “Si me disculpan, este aspecto es el más importante del Protocolo. Los comisarios del mismo, de los cuales me honro ser su ayudante ejecutivo, han creído conveniente señalar unos plazos que vendrán subordinados por las estrategias y necesidades militares, tanto en su vertiente de tierra como sobre todo la naval. Los otros frentes tendrán el tiempo que necesiten los primeros para desarrollar los programas y cumplir sus objetivos.”

Aclaró Cánovas “Miren sus excelencias, la conclusión principal es que más temprano que tarde tendremos que enfrentarnos con los Estados Unidos de Norteamérica, quienes lenta pero inexorablemente han decidido señalar a nuestra débil España en su punto de mira. Con nosotros comienzan el asalto hasta llegar a ocupar el puesto de primera potencia mundial; lo cual ya son económica e industrialmente, pero no en el plano militar. Por todo esto consideran que no tienen ni el prestigio ni el respeto que merecen por parte de las orgullosas potencias europeas.

>>Nosotros no podemos mantener una carrera militar con ellos a medio o largo plazo. Quizás con suerte, si hacemos las cosas muy bien en un corto periodo y realizando un gran esfuerzo concentrado en ese espacio de tiempo limitado, podremos salvar la situación. Claro que esto implica un enorme sacrificio colectivo, pero si no lo hacemos la alternativa es francamente algo que seguramente recordaremos como un “desastre nacional”. Para ello necesitamos la unidad de todos los españoles ante lo que se nos avecina, así como anular a las disidencias internas. El Protocolo Santiago nos proporcionara las herramientas necesarias para conseguirlo.

>>Los detalles están contemplados en estos documentos secretos. Ahora por favor mi General, explique vuecencia el motivo de los plazos”.

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10 Jul 2010 19:21
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Azcárraga “En realidad nuestro calendario de actuación debe acoplarse al de la Marina."

El General don Marcelo Azcárraga era un veterano y sólido soldado, aunque políticamente algo acomodaticio. Hizo una pausa y tomó la cafetera de plata para servirse un negro café puertorriqueño. La reunión resultaba ya en exceso larga y densa, necesitaba un momento para ordenar las ideas. Retomó la palabra acariciándose la barba que en forma de “chivo” lucía caprichosamente .

>> Como se habrán dando cuenta sus excelencias, el escenario del conflicto es planetario y por lo tanto poco podrá hacer el Ejército si queda aislado por el mar, así que los tiempos los marcará en buena medida la construcción de la escuadra.

>> Lo que ocurre es que si las fuerzas de tierra no han cumplido sus objetivos para cuando la flota este preparada, de nada servirá su esfuerzo. Cuando eso suceda y me refiero a la puesta a punto de la escuadra; nosotros debemos haber controlado los movimientos independentistas de las colonias, tener desplegado una gran contingente de tropas en ultramar y hecho acopio de importantes cantidades de armamento moderno, munición, víveres y bagajes en los distantes puntos del imperio. El precio será enorme, más 1.500 millones de pesetas, sólo de presupuesto extraordinario.

>> Ahora paso la palabra al Vicealmirante.”
Beranger “En definitiva, admito que los plazos son en gran parte responsabilidad de la Armada." No había duda que el Almirante había envejecido bastante; la sensación de senectud se acrecentaba al sentarle el uniforme sensiblemente grande, quizás por no haberse despojado todavía del gabán invernal de color azul confeccionado en paño grueso. En la habitación hacía fresco era cierto, pero aquello parecía un poco exagerado; los paisanos se habían quitado sus negros abrigos desde el principio, permaneciendo con la oscura levita corta de vestir.

>>Voy a tratar de explicárselo. El plan naval del 87 ,conocido como Plan del Contralmirante Arias que EPD, aunque en una fase muy avanzada va retrasado sobre lo previsto.

>> Así, aún no están completos los cruceros acorazados de los arsenales. Por otra parte, a nadie se le escapa la demasiado cercana tragedia del “Reina Regente” ; la cual ha significado además de la pérdida en sí de ese magnífico buque, abrir una investigación de las causas de naufragio. A pesar de que la comisión nombrada al efecto esta dando sus primeros pasos, debemos tener en cuenta sus conclusiones provisionales y unirlas a las quejas presentadas por los distintos comandantes del buque, referidos a cierta inestabilidad en su navegación. Por todo ello, hemos decidido hacer reformas en sus dos cruceros gemelos, además de la construcción de uno nuevo que conservará en su honor el nombre del que hemos perdido. Por otra parte, los dos primeros de manera obstinada se empeñan en no dar la velocidad estipulada en el contrato, con lo cual nos hemos visto obligados a ordenar cambiarle las máquinas. En definitiva, quiero decir que no estarán alistados para combatir en una buena temporada.

>> Al “Pelayo” debemos hacerles modificaciones en calderas y artillería, al “Carlos V” instalarle los cañones. Nuestras dos fragatas acorazadas han entrado en proceso de modernización y tardarán en estar apunto.

>>Algunas de estas medidas ya fueron tomadas hace casi un año, cuando el entonces Ministro de Marina Contralmirante D. Manuel Pasquín acudió a la Junta Consultiva de la Armada -de la que me honraba en ser su Vicepresidente segundo- con informaciones todavía no muy precisas -proporcionadas por el señor Galindo- sobre la posible insurrección en Cuba y del más que supuesto apoyo americano.

>>Es así que nos encontramos a día de hoy con tres buques de combate operativos al 100%, los llamados cruceros del Nervión y aún en éstos debemos hacer alguna pequeña reforma.
>> Volviendo a los plazos; si el plan naval del 87 hubiera estado concluido a fecha de hoy como correspondía, podríamos enfrentarnos mañana mejor que pasado a los americanos. Es cierto que estos han experimentado una estimable mejora en su marina de guerra, construyendo una docena de cruceros protegidos -todos ellos muy inferiores a nuestros cruceros del Plan Arias-, un crucero acorazado similar a los propios, dos acorazados de segunda -de diseño un tanto antiguo pero aceptables- y les han entregado ya o están a punto de hacerlo, dos poderosos acorazados de 10.500 toneladas y un moderno crucero protegido de 5.800.

>>Con nuestro plan del 87 cumplido, podríamos ponerlos en serios apuros; pero tal como estamos ahora mismo, la derrota estaría asegurada. Consecuentemente, en principio debemos esperar a que en un par de años, todo lo más tres, se hayan finalizado los trabajos en curso. Llegados aquí nos encontramos un nuevo problema: cuando esto suceda los Estados Unidos tendrán en servicio dos grandes acorazados y un crucero acorazado más, con lo que volveríamos a estar en desventaja. Debido a ello, hemos diseñado un nuevo programa naval de urgencia en la que se prevé la adquisición en el extranjero -dado que nuestros astilleros están como habrán podido entender saturados y con muchísimos trabajos pendientes- de tres buques de combate y otros menores como unos modernos “Destroyer”. No les quiero aburrir con los múltiples pedidos de embarcaciones pequeñas hechas para cumplir nuestros compromisos coloniales.

>>Los trabajos y las nuevas adquisiciones deben estar concluidos a principio del 98. Los yanquis han encargado o lo harán en fechas próximas, según nos ha informado el señor Galindo, otros cinco acorazados de más de 11.000 toneladas y a eso ya no podremos responder.

>> Una vez tomadas todas las medidas posibles -estas son fundamentalmente económicas, pero si fuera necesario también de fuerza con los astilleros, incluso llegaríamos a militarizar al personal- contamos estar preparados para la fecha antes señalada. Se habrán percatado que las fuerzas en el caso que se cumpla lo pronosticado serán parejas, quizás un poco superiores las americanas , nosotros intentaremos compensar esto con dos bazas que pueden jugar a nuestro favor.

>> La primera es que los que atacan son ellos y por lo tanto, además de la escuadra española, se les opondrán las defensas costeras: esto es artillería y torpedos fijos.

>> La segunda es que trataremos de escoger la fecha. Como todos ustedes conocen los buques necesitan continuos arreglos, carenas, limpiezas, recorridos de artillería, composturas en calderas, calafateado en cubiertas o cascos de madera etc… la operatividad real de las flotas es muy inferior al número de barcos total de las listas. Nosotros programaremos los mantenimientos desde ahora para hacer coincidir en un periodo predeterminado la eficacia plena de la escuadra, por lo menos en lo referente a la de Instrucción y Reserva. ¿Cuándo será esa fecha? Pues en consecuencia a lo que he expuesto, el segundo trimestre de 1898, cuando nosotros hayamos perfeccionado todos los planes navales y los americanos no hayan dado de alta ninguno de sus nuevos cinco acorazados programados.”

Cos-Gayón “No entiendo qué quieren decir con esa fecha. ¿Es que vamos a declarar nosotros la guerra?”

Cánovas “Simplemente tenemos que aprovecharla, porque será la única en la que tengamos una oportunidad frente a los agresores y creo que a buen entendedor pocas palabras bastan.

>>Una cosa debe quedar clara, lo único indigno y humillante sería que los americanos nos avasallaran sin respuesta. La caballerosidad y el escrupuloso sentido del honor individual español aquí no tienen cabida. Lo único importante es España.”

Maura “Unas cuantas precisiones más: trataremos de convencer o anular a otras fuerzas políticas, sindicatos, asociaciones etc… se tomarán así mismo una serie de medidas legales que nos ayuden a vencer la resistencia de los opositores, se le darán poderes extraordinarios al Ministerio de Gobernación para mantener la calma e impedir o reprimir movimientos subversivos internos o patrocinados por nuestros enemigos del exterior.

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10 Jul 2010 19:31
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>>Por último, los servicios secretos independientemente de proporcionarnos el elemento esencial para la victoria que no es otra cosa que una buena información, realizarán cuantos trabajos -digamos que poco limpios- sean necesarios. A alguno de ustedes les escandalizará lo dicho, pero nuestros adversarios los utilizan y nosotros no podemos caer en la candidez de pensar en una guerra estrictamente entre caballeros, nos jugamos demasiado.”

Reverter Ministro de Hacienda “Como los gastos que va originar todo esto son enormes, las medidas a tomar son largas en el tiempo. Por lo tanto, las he consensuado con mi experto colega del Partido Liberal Puigcerver y lo haremos de mutuo acuerdo.

>> Hemos llegado a la conclusión que se puede hacer, pero siempre que asumamos que con ello, además de los sacrificios del momento, se dejarán secuelas perdurables durante una larga temporada; como la desaparición de nuestras reservas de oro y plata, la hipoteca de una gravosa deuda, la depreciación de la peseta y la consecuente subida de precios”.

Sagasta “Hasta el último hombre y la última peseta, esa es la consigna, de otra manera a la larga seremos más pobres todavía.”

Eran ya cerca de las nueve de la noche. Don Antonio Cánovas se levantó con dificultad de su sillón presidencial desproporcionadamente grande y pronunció las palabras que ya todos esperaban con ansia:
>> En fin caballeros, damos por finalizada esta reunión. Mientras el señor Romero y sus ayudantes levantan el acta, nosotros pasemos a tomar un refrigerio a la sala aledaña”
Romero Robledo se trasladó hasta un hermoso bargueño castellano del siglo XV, donde reposaba una escribanía de plata y algunas delicadas plumillas inglesas con el puntero grabado exquisitamente, comenzando a escribir a continuación.

Fin Capítulo I

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CAPÍTULO II
LOS SERVICIOS SECRETOS. Madrid, 30 de marzo de 1895.
Galindo anduvo listo y firmó el primero cuando el acta estuvo formalizada -aunque lo hizo en el lugar más humilde del documento-, los demás mientras tanto daban buena cuenta del apetitoso ágape en una vecina habitación. Cumplido lo obligado se disculpó con el Presidente, excusándose con una cita previa y abandonó el inmueble sobre las diez.

Le produjo alivio el salir a la fresca noche, el viciado ambiente de la reunión le había despertado un leve dolor de cabeza. Liberó de su cometido al cochero que le esperaba todavía y se dirigió caminando presuroso al Casino de Madrid. La selecta sociedad estaba situada en la planta principal del lujoso Palacio de la Equitativa, ubicado éste en la confluencia de la calle Sevilla y Alcalá, muy cercano a la Casa de los Heros.

El lugar era punto de cita obligado de todo el que importara algo en la Capital. Ese último sin embargo no era el motivo por el cual Galindo se diera de alta como socio, en concreto tal circunstancia le importaba un bledo. El hecho es que allí se encontraban unas las mejores mesas de billar de toda España. Por la noche cuando no había mucha gente, D. Francisco disfrutaba haciendo unas cuantas carambolas solo o en compañía de otros. Aunque no tan buen jugador como de ajedrez, sí era de los mejores de la Villa y Corte. Otra cosa no baladí para su pertenencia al Casino, era que la fonda de la institución permanecía abierta las 24 horas y si bien entre sus pecados no figuraba la gula, sí debía cuanto menos subsistir. De hecho, cosa extraña en él, tenía algo de hambre en esos momentos, ya que en Presidencia no había probado bocado.
Entró al fin en la sala de los billares, donde en el vacío silencio de aquél gran salón de marmóreos suelos y altos techos, retumbaban como a hueco el familiar sonido de los golpes producidos como consecuencia del choque de las bolas entre sí; cosa normal por otra parte, pues esa era la base de juego. Allí competían ya bajo una colgante y arácnida lámpara de cristal de bohemia y sobre una espléndida mesa de “gran match”, los que se habían citado con él.

El primero de ellos era un joven periodista andaluz, al que llamaremos Lucas Pena. Familiar directo de un conocido empresario del gremio, quien poseía las más modernas instalaciones para la producción de prensa en todo Madrid.

Era el padrino y protector de Lucas devoto monárquico y conservador, estudiara derecho siendo mozo, habiendo hecho sus pinitos en diplomacia y además había ganado un acta de diputado. Coincidía con nuestro Francisco en su acentuada españolidad, consecuencia de la cual había surgido una franca amistad entre ambos que le había llevado a presentarle a Lucas, quién trabajaba ahora a tiempo parcial para la Oficina.

El segundo era la nueva adquisición de Galindo para el club de agentes de operaciones comprometidas. De nombre Alejandro y Osborne de apellido, fue apreciado como si fuera un hijo por su jefe desde que le conoció. Oficial de Infantería de Marina no llegaba a los treinta, pero ostentaba ya orgulloso una “mantecada” de ocho puntas en la bocamanga la última vez que se puso el uniforme. Más temerario que valiente, había ganado de joven Teniente su primera Cruz Roja en la ocupación de Ponape del 87, donde resultó herido de lanza. Sin embargo, el hecho que le diera fama realmente fue el asalto a una casamata en la campaña de Melilla del 93. Alcanzado por una bala en el hombro, desalojó montado a caballo de la fortificación enemiga no menos de cinco moros -que era como se les llamaba entonces y después a los nativos del Rif-, sin dejar de matar antes a tres de ellos, sable en ristre en una mano y el “Smith&Wessen” en la otra, las riendas vayan a saber ustedes con que las sujetaba. En Noviembre del 94 se luciría de nuevo en la defensa de Villa Cisneros, cuando fue atacado el destacamento por las tribus nómadas locales, esto último le valió un ascenso.

Gran jinete, mejor tirador y maestro de esgrima, era admirado por casi todos y envidiado de muchos. Sus virtudes, al ser muchas y destacadas, eran también su mayor defecto; el éxito le había vuelto algo engreído y fanfarrón, no ayudándole en absoluto a crear amigos el ser un empedernido mujeriego de gran fortuna, amén de un tanto camorrista. Al tener fama de conflictivo entre sus superiores, estos le buscaban constantes encuentros enojosos a los que nunca renunciaba embestir. Sólo el prestigio de la Laureada de Melilla le había salvado de algún que otro arresto; por eso, cuando su amigo de noctámbulas correrías madrileñas Lucas Pena, le presentó a don Francisco, no dudo en aceptar su nuevo trabajo. El cual por otra parte estaba bastante mejor renumerado que las siempre cortas retribuciones de la Marina de Guerra.

El aspecto de Lucas era la de un típico joven español meridional de la época: moreno, mediana estatura y fino bigote, gustaba de llevar el cabello fijo y por lo demás era algo presumido.

El infante era cosa diferente: más alto que bajo, mayormente rubio que castaño y de claros ojos verdes, portaba barba corta, vistiendo con cierta elegancia distraída. Así descrito, se parecía también más a un hijo de la pérfida Albión que a un natural de Cartago Nova, ciudad donde había visto la luz por primera vez en la casa de su señor padre hacía veintiocho inviernos. El progenitor -ya fallecido- que fuera condestable de la Armada, era hijo bastardo -aunque reconocido legalmente con posterioridad- de un caballero británico, a quien no sabe que clases de asuntos le habían llevado a aquellas tierras del levante español.

Tras saludar, Galindo pidió al camarero que le trajese una tortilla a la francesa emparedada en pan y un vaso de leche con azúcar. Sus jóvenes acompañantes repitieron sendos botellines de cerveza Mahou y unos calamares rebozados con medio limón. Acordaron como era costumbre que el perdedor del juego pagaría las consumiciones. La partida al mejor de 150, en un bando Galindo, en el otro Alejandro y Lucas formarían pareja; el primero les ofrecía la ventaja de una tirada propia cada dos ajenas, en realidad el Director era un auténtico profesional al lado de aquellos dos bisoños jugadores.

La cosa se puso en equilibrio al presentarse en el lugar Javier Iglesias y hacerse compañero de don Francisco -Javier hubiese sido personaje de escaso relieve en esta historia, de no ser porque la escribiría años después-. Era segundo Comandante de la Guardia Civil destinado en el Tercio de Madrid; oficial discreto, no despuntaba con luz propia, pero era de absoluta confianza. Para suerte de Alejandro y Lucas peor jugador que ellos mismos; tampoco molestaría porque en verdad parecía mudo y quizás alguna vez pudiese solucionarles un problema, pues él nunca pedía nada a cambio. Tenía consideración de amigo ya que era habitual su compañía.

Galindo se despojó de la levita de corte no muy caro, pero de exquisita pulcritud y se quedó en chaleco. El conserje le había acercado el taco de su propiedad, al cual don Francisco mecánicamente se pusiera a dar tiza al tiempo que resumía a sus jóvenes compañeros los pormenores de la reunión de Presidencia: “El Protocolo está en marcha, hay que ponerse manos a la obra, llevar a la práctica lo que llevábamos preparando hace tiempo”.

Alejandro -jefe del grupo operativo- había terminado de completar su equipo. A el pertenecían desde un maestro buzo, a un barrenero asturiano, pasando por un cerrajero etc…, además de Lucas y él mismo; bueno estaba también Belén Luna, el apoyo femenino de la cuadrilla.

A la cada vez más extensa nómina de la Oficina se añadían falsificadores de documentos, magos de feria e ilusionistas, electricistas y herreros; sumados todos ellos a un largo etc de trapisondistas, en su mayor parte soldados o marinos licenciados con asiento en el registro de penados y rebeldes por un quítame aquí o allá unas pajas, que trabajaban como fijos o se movilizaban para la ocasión.

No todos eran facinerosos, había quien se dedicaba al estudio y análisis de la información obtenida o a operaciones de cifrado y desencriptado. Así, tenía contratado Galindo a un par de matemáticos maestros de ajedrez, a un profesor de física y otro de química, un galeno, un farmacéutico, un naturalista-botánico y hasta un zoólogo.

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Entre lance y lance del juego, don Francisco repasó los pasos siguientes a dar.

Para empezar, debían tener controlados a los enemigos interiores a la causa de España, quienes aunque tenían escasa importancia podían resultar molestos en determinados momentos. Estos eran fundamentalmente Pi y Margall, Arana y los anarquistas; Canalejas le había prohibido expresamente meterse con Pablo Iglesias, la UGT y los nacionalistas moderados, a ellos se les darían un tratamiento diferente y deferente.

Con el republicano federalista y con el nacionalista vasco comenzarían una campaña de desprestigio. Utilizarían para ello el dinero suficiente en beneficio de la prensa adicta, anónimos pasquines, montajes fotográficos o documentos falsos; serían ridiculizados en comedias y revistas o en conferencias de personajes ilustres, se inventarían canciones y chistes sobre ellos etc… Al final, hasta cuando sus más leales tuviesen dudas para sentarse en su compañía a la mesa, entonces descubrirían su delito, y ese sí que lo había de verdad: era un delito de lesa Patria, de alta traición y deslealtad hacia España.

Galindo había sido contundente en su momento “En asuntos de la Patria como de la familia, se está con ella o en su contra.
>>Arana es una persona un tanto corto de entendederas que ha mezclado el carlismo y nacionalismo catalán haciéndose un lío. Como buen nacionalista es un histérico que se ofende cuando se meten con sus ideas; sin embargo, el puede arremeter contra todo y todos sin mesura. En principio no es peligroso, pero puede causar problemas puntualmente.

>>Lo de Pi y Margall es peor; casi no obtiene votos, pero fue Presidente de la desastrosa Primera República y tiene una indudable talla intelectual. Pi esta en la certeza que si abandonamos voluntariamente el Caribe, el pueblo enfadado derrocará la monarquía y él será de nuevo Presidente.

Galindo no era monárquico de toda la vida, pero los políticos republicanos le habían defraudado, en lo que el consideraba que había sido una oportunidad histórica pérdida por culpa de aquellos y que lo volverían hacer fatal si tenían otra ocasión.

Un bedel interrumpió la partida “el señor Pena tiene una llamada telefónica de su agencia de noticias” Lucas se disculpó y se dirigió hacia el lugar donde estaba uno de los pocos teléfonos de Madrid. En verdad la llamada resultaba casi un alivio; la paliza que les estaba dando Galindo era antológica, con una tacada de 50 se había puesto en 93 por 21 propios.

Galindo recobró la palabra “A “Helena” le dejaremos durmiente todavía una temporada. Por el momento, no tiene demasiada importancia la información que pueda proporcionarnos y la podríamos quemar para el momento clave. Espero que nuestro hombre en la embajada de Washington no se equivoque sobre su permanencia en el destino, es vital que continúe en el mismo cuando todo estalle. Lo que no se es como vamos a introducir un agente en legación americana en Madrid”.

“Déjelo de mi cuenta-intervino Alejandro- creo que de eso podrá encargarse la señorita Belén.”

“Esa señorita, muy guapa por cierto, parece demasiado recatada para este trabajo”.dijo Galindo

“¡Recatada! ¡Por Dios! me sorprende don Francisco. Guapa sí que es, pero puta también. No se como puede ser usted una de las mentes más privilegiadas del País y tan ingenuo al mismo tiempo.” Dijo sorprendido, Alejandro.

Añadió Galindo “Hombre reconozco que de mujeres no entiendo mucho, pero me dio la sensación que estabas enamorado de ella joven amigo. Así que no podía imaginarme que una mujer con esa indudable clase fuera meretriz de oficio.”

Respondió Alejandro “No va usted desencaminado, realmente me gusta bastante. Pero aunque ya no ejerce y no soy dado a hacer valoraciones morales sobre las conductas individuales de otros, lo que no puede ser no puede ser, además la necesitamos para el Servicio. Y no se preocupe usted por su pasado, es mucho más honrada que todos esos que van a las Cortes, siempre cobró mucho menos que ellos.”

“¡Alejandro! no tienes remedio”-dijo Galindo algo molesto-“no me extraña que tus jefes te dejasen marchar con tanta facilidad eres un bocazas, dentro de los políticos hay también gente honrada con padres y madres como tu y yo”

Alejandro “Serán como usted, pero como yo lo dudo. A muy pocos vi en la guerra de Margallo en el 93; después para las fotos con la Laureada sí que estuvieron, parecía que se la hubiesen dado a ellos.”

Regresó Lucas “Con su permiso D. Francisco me retiro a mi agencia, ha llegado una crónica de una corrida de “Guerrita” y debo redactar un artículo para la segunda edición de mañana en varios periódicos”.

Lucas trabajaba para tres o cuatro de los diarios más importantes -La América española, El Imparcial o el Resumen-, los cuales se imprimían en las instalaciones de su familia; la cual por su parte en esa fecha, sólo publicaba de propio una conocida revista. Sus especialidades eran la tauromaquia y la Marina de Guerra. No puedo precisar si era mejor como narrador de lo que acontecía en el albero o como técnico en corazas, cañones y máquinas de vapor; en todo caso su pluma era bastante afilada.

“Eso, eso, huye para no pagar maldito cobarde”. Exclamó con tono de burla Alejandro

Galindo le deseo buenas noches a Lucas y le dijo que no se preocupase, que como siempre pagaría él, aunque también como de costumbre ganase. No sabía para qué diablos apostaban, Galindo era en extremo liberal con sus dineros.

“Vamos a ver Alejandro, continuemos con nuestro negocio, mañana se lo cuentas a Lucas”. Prosiguió Galindo “a nuestra red de agentes en los EEUU es mejor moverla poco por el momento. Para los trabajos de la sublevación en Cuba nos sirven los “Pikerton” supervisados por el teniente Sobral -agregado naval en USA-. Ahora bien, cuando empiece el jaleo, la agencia de detectives nos valdrá de bien poco, ya que serán leales a su gobierno; hombre, si alguno se vende no lo desaprovecharemos.

>> A partir de ahí debemos despertar a nuestros informadores. Tenemos topos en la Secretaría de Estado y en el Ejército, así como en el partido “jingoísta”. Nuestro punto débil es la Marina, sería fundamental a cualquier coste infiltrar a alguien en sus comunicaciones o en el Buró de Navegación, tampoco tenemos a nadie sólido en La Oficina de Inteligencia Naval.

Cortó Alejandro: “Bueno, ahí parece que Sobral esta haciendo algunos progresos con la operación Héctor, ya veremos. A mi lo que preocupa son esos dos experimentos extraños. Me refiero lo del artefacto de Cartagena y a la vacuna.”

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10 Jul 2010 22:42
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“A propósito”-dijo Galindo- “debes salir de inmediato para Cartagena, quiero saber de primera mano como va lo del torpedero especial y que entrenes con él. En su momento, deberás ser el representante de la Oficina en la operación que se realice o dirán que no hemos participado. La tripulación ya está convencida, también he contratado y traído de Francia al ingeniero Raimundo D´Equivilley para que perfeccione lo que tenemos. Ya sabes que es de origen español y que trabajaba con Laubeuf en el proyecto Narval.

>>Para el segundo experimento, el de la vacuna, he contactado con D. Santiago Ramón y Cajal y me ha prometido ponerse de inmediato sobre el asunto. Ha aceptado asesorar a la Sanidad Militar y aunque el estudio del sistema nervioso lo tiene totalmente absorbido, realizará un esfuerzo extra. Su paso por Cuba en la Guerra Larga le dejó una profunda huella y está muy interesado en mejorar las condiciones de vida de nuestros soldados. Como buen maño es testarudo cual mula berciana y por ende gran patriota, así que se ha propuesto encontrar algo contra la endemia que afecta a nuestras tropas en el Caribe. Ha escrito a un tal doctor Finlay, un español de origen escocés nacido en Puerto Príncipe , quien parece que tiene unos estudios muy avanzados sobre el tema. Ha puesto a su disposición cuantos medios pueda necesitar, los cuales se los proporcionaremos en la Oficina a base de buenos duros. Con respecto a este último asunto, lo que no sé es como lo vamos a mantener en secreto si tenemos éxito, a fin que no se beneficien los americanos si llegan a desembarcar. Además en caso de encontrar un remedio, nunca se podrá saber que lo conocíamos y no lo divulgamos.

>>Creo Alejandro sinceramente que sobre los experimentos es mejor que no opines y te limites a cumplir órdenes, el tema es muy complicado y yo sé porque lo hago así. En todo caso como el resto de las acciones, ya forman parte del Protocolo.

A Alejandro no le gustaba encargarse de unos trabajos más propios del Cuerpo General de la Armada -el primero- y de Sanidad Militar -el segundo-, pero era la manera de que estos pasasen desapercibidos. Por otra parte, los militares no querían gastarse ni un duro más en ellos, así que Galindo los hizo suyos como apuesta personal, aunque después debiera compartir el posible éxito con los demás.

Alejandro “Esta bien Jefe no insisto, a sus órdenes siempre. Donde sí seré inflexible es con lo de las comunicaciones y en que algunos habría que darles matarile”.

Galindo “De lo segundo no es el momento, pero no descarto atentados puntuales y selectivos en el extranjero; para lo cual, creo que deberíamos contactar con algún sindicato criminal norteamericano.

>> En cuanto a las comunicaciones, sí que son un auténtico quebradero de cabeza, no me fío en absoluto de la oficina de la Westerm -Westerm Unión Telegraph- en la Habana. Un poco antes de la guerra cambiaremos la cifra e intervendremos la compañía, que reclamen al maestro armero cuando finalice la lucha.

>>En todo caso, debemos tratar de tener empleados comprados y/o mejor afines a la causa de España en Florida, pero sobre todo en Haití y Jamaica. Independientemente de esto, intentaremos firmar algún convenio secreto con las compañías pagando un sobreprecio.”

Osborne “Vamos por partes. Con el cable que va por Key West, aunque algún empleado se la juegue, apenas podremos contar con él. Con los de Jamaica y Haití -siempre que los yanquis no los consigan cortar antes- las autoridades locales censuraran los encriptados a partir del comienzo de la guerra; con lo cual, sólo podremos enviar telegramas en claro ó que lo parezcan, tendremos que emplear lenguajes convenidos sencillos de apariencia normal. También se puede intentar lo de tener a alguien infiltrado ,asegurándole bien el futuro a la persona en cuestión,y pasarlos crifrados.”

Galindo “Por cierto, ya que eres un especialista en crear conflictos, a ver que discurres para provocar a los yanquis cuando llegue el momento”

Alejandro “Vaya una fama, supongo que me la tengo bien merecida. Así de repente se me ocurren varias cosas como insultar a su Presidente o hundirles un barco sin aviso previo”

Galindo “No digo yo que no sean unas buenas ideas, sobre todo la segunda ya que empezaríamos una guerra dando primero y quien da primero da dos veces.”

Galindo pagó al camarero, a quién dio una espléndida propina, al igual que al conserje de billares. Se despidió de Alejandro y del silencioso Javier, ordenándole al primero más que aconsejarle que se fuese a su casa y no de jarana como en él era costumbre. Encomendando al oficial de los picos la responsabilidad de hacerlo llegar a su residencia.

Don Francisco por su parte se retiró caminando por la calle Alcalá dirección Puerta del Sol, donde tenía habitación en una de las mejores pensiones de Madrid. En la Capital del decadente imperio español, lo que era hoteles o lo que se entendía por hoteles de lujo en el resto de Europa no había tales, a pesar de que aquella villa sobrepasaba ya las 500.000 almas.

Fin Capitulo II

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10 Jul 2010 22:46
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CAPÍTULO III
EL PLAN NAVAL BERÁNGER. Secretaría de Marina. Madrid 18 de abril de 1895.
Situado aledaño al edificio del Senado, el palacio del marqués de Grimaldi fue ordenado construir por Carlos III a su arquitecto favorito Sabattini. Allí tuvieran su residencia el Príncipe de la Paz y el Mariscal Murat, entre otros muchos personajes de importancia para la historia de España.

La sencilla fachada de ladrillo visto no da la verdadera medida de la categoría del interior del inmueble. Su entrada con aquella blanca escalera imperial, empequeñece a quién lo visita. Espejos, mármoles, cuadros, tapices y alfombras, acompañados de nobles muebles, hacían de la noble sede del Almirantazgo y del Museo Naval un lujoso marco que representaba a la Armada en Madrid.

El Ministro de Marina, Vicealmirante D. José María Beranger, ultimaba en su magnifico despacho lo que iba a ser el Plan Naval de Urgencia del 95, parte importantísima del “Protocolo Santiago”. Participaban en su confección: el vicepresidente del Centro Consultivo de la Armada y segundo en el escalafón del Cuerpo General , Vicealmirante don Carlos Valcárcel y Ussel de Guimbarda; el Director de Material, Contralmirante Patricio Montojo; y el marino licenciado, periodista, político y conocido polígrafo D. Pedro Novo y Colsón.

También estaba presente físicamente el Almirante D. Guillermo Chacón y Maldonado, presidente del Centro Consultivo y único con ese empleo en la Armada -equivalente en aquél entonces al de Capitán General en el Ejército-. Pero dado que era el primer jueves posterior a la Semana Santa y habiéndose finalizado las restricciones de la Cuaresma, los presentes se habían metido entre pecho y espalda a la hora de comer un cocido en el Lhardy que no se lo saltaba un banderillero con un Miura de quinientos kilos a la espalda; por lo cual, a una persona de la edad de Chacón no le resultaba fácil mantenerse despierto a aquella hora con el solecito que entraba por las ventanas!

Ya a la reunión en Marina se había presentado tambien un representante de la Oficina y por lo tanto del Protocolo Santiago.

El proyecto lo llevaban madurando desde finales del 94, cuando el Contralmirante Pasquín todavía era Ministro, ahora debían presentarlo a la Comisión de Marina del Congreso la semana siguiente. El documento tenía carácter secreto, contando con las bendiciones de Cánovas y Sagasta. Como el tiempo apremiaba su ejecución estaba ya parcialmente en marcha; en otro caso, el plan de un nuevo Ministro se hubiera demorado al menos un año más.

En resumen éstos eran sus puntos más destacados por orden de importancia:

1- Acelerar al máximo los trabajos de los tres cruceros acorazados de los Arsenales -los “Princesa de Asturias-, asignándoles los créditos necesarios para terminarlos. Éstos, de los cuales dos ya se habían botado, tendrían una faja blindada más larga y de mejor acero que los Vizcaya. Sus cañones principales serían de 240 mm y los medios disminuirían en número a 8 Schneider-Canet de tiro rápido y 140 mm protegidos en casamatas de 4 cm; se le añadirían a cambio dos automáticos Maxim de 75 mm. Las máquinas serían de mayor potencia que sus primos del Nervión. Con todo se dispararía su desplazamiento, disminuyendo en algo su andar y en mucho su radio de acción 1 . La finalización de estos buques era prioritaria, su tardanza era ya injustificable. Se les había puesto las quillas por el año 89, casi al mismo tiempo que los de los astilleros del Nervión.

2- Practicar urgentes mejoras a los tres cruceros clase Vizcaya. Consistente en la modificación de los sistemas hidráulicos de movimiento de las torres de 280 mm a otros de tipo eléctrico similares a los del “Carlos V”. Aprovechando la ocasión se les cambiarían los endebles manteles protectores que actualmente poseían las piezas de 140 mm por unos escudos blindados más grandes de 54 mm de grosor -muy similares a los del Carlos V-, con planchas de acero endurecido Siemens-Martin de 62 mm flanqueando en dos metros los costados de los mismo para formar unas especies de reductos artilleros. Tambien se les dotaría de ascensores de funcionamiento independiente a cada una de esas misma piezas y por último se transformarían los Hontoria de 140 mm de la batería media a cañones de tiro rápido (tr. desde ahora). Los nuevos blindajes aumentarían el desplazamiento, disminuyendo algo la autonomía y velocidad; no obstante, la primera seguiría siendo superior a la de sus hermanos los de la clase “Princesa de Asturias”. Para compensar en algo el exceso de peso, se le retirarían 2 cañones de 140 mm 2. y 5 de los 8 tubos lanzatorpedos; 3 de los cuales se aprovecharían para instalárselos a los “Princesa de Asturias”.

3-La sustitución de la inútil maquinaria de los cruceros protegidos “Alfonso XIII” y “Lepanto”, fabricada en la Maquinaria Terrestre y Marítima de Barcelona por otra nueva hecha en la británica Maudslay & Son, costaría sobre unos 4´5 millones entre las dos. A los buques le dejarían dos cañones de 200 mm, uno a proa y el otro a popa, en torres blindadas individuales sobre la línea de crujía del buque. Como el peso disminuiría bastante, aumentarían el número de seis cañones de 120 mm a ocho, dándole protección a los mismos de igual guisa que a los Vizcaya. También retirarían 2 de los cinco tubos lanzatorpedos.

4-Construir un crucero protegido de unas 5.800 toneladas en los astilleros del Ferrol -por un coste comprendido entre 10 a 12 millones
de pesetas- en memoria del naufragado “Reina Regente”. Plazo de entrega, treinta meses desde su encargo. Debiera buscarse un proyecto hecho en el extranjero para acortar tiempo, aunque subiera los costes.

5- A la conversión de las fragatas “Numancia” y “Vitoria” en acorazados guarda costas que ya se les estaba practicando en la Siene -Francia-, se les añadiría la sustitución de sus máquinas originales por otras de de triple expansión, así como el número de hélices pasarían a ser dos. El objetivo era que alcanzaran los 15 nudos y una autonomía de 3500 millas la primera y 3000 la segunda. El precio de la maquinaria unas 50.000 libras cada una, que se le sumarían a los 2´5 millones de pesetas empleados en la reconstrucción y nueva artillería.
La artillería quedaría constituida en cada uno de ellos por 2 Hontoria de 200 mm 3 -desmontados de los “Alfonso XII” y “Lepanto”-, 2 Hontoria de 160 mm 4y nueve cañones de tiro rápido entre 140 y 150 mm 5. El resto del armamento serían 12 piezas ligeras de tr , 4 ametralladoras, dos cañones de desembarco y dos tubos lanzatorpedos. Esto suponía variaciones sobre el diseño original de la modernización que obligarían a distribuir las piezas de otra manera a la prevista.
La pérdida de peso proporcionada por supresión de la arboladura y las nuevas calderas, se aprovecharía para instalarle una cubierta protectriz parcial que protegiera a éstas, además de maquinarias y pañoles.




1 6.500 millas náuticas
2 Se le instalarían dos Maxim-Nordenfelt de 75 mm.
3 De los desmontados en el “Alfonso XII” y “Lepanto”. En montaje de colisa uno a proa y el otro a popa.
4 Se habían encargado cuatro para cada uno de ellos. Dos se colocarían a ambos costados sobre la mitad de la eslora.
5 Para el “Numancia” serían 9 Hontoria de 140 mm y para el “Vitoria” 9 skoda de 150 mm (todo tiro rápido). 4 en cada banda y uno a proa en la roda para caza. De los encargados sobrarían 4 Hontoria de 160 mm, 3 Skoda 150 mm, 3 Schneider-Canet 150 mm y un Hontoria 140 mm.

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11 Jul 2010 11:28
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6-Finalizar los tres grandes cañoneros-torpederos pendientes del Plan de 1887 -Los “María de Molina”-.

7- Cambiar las calderas del Pelayo. Debían ser las nuevas acuotubulares e inexplosivas para aumentar en algo la autonomía al disminuir el consumo. Los 12 cañones de 120
mm 6 y el de caza de 160 se sustituirían por 9 de 140 mm Schneider-Canet de tr. ; cubriendo la batería secundaría con un blindaje entre 70 y 150 mm, cuyo peso se compensaba con el que se perdía en las nuevas calderas. Las reformas se harían en el astillero de Tolón donde fue construido el acorazado en su momento.

8-Adquisición en el extranjero de tres buques de combate -acorazados o cruceros acorazados-. Su calado les debiera permitir atravesar el Canal de Suez -menos de ocho metros-, portarían de dos a cuatro cañones de gran calibre y los más que se pudiera de 140 ó 150 mm de tr. El montante total no debiera superar entre los tres 53 millones de pesetas. El prescindir de la industria nacional se fundamentaba en lo apretado de la agenda de ésta con los trabajos en marcha, a los que se le sumarían el estricto mantenimiento que se pretendía realizasen nuestros astilleros y arsenales de las naves ya de alta en la lista de buques de la Armada.

9-El desarrollo de dos torpederos -basados en el “Destructor”- de entre 350 y 400 ton en Gran Bretaña, por unos dos millones la unidad. Una vez probada la bondad de su diseño, se aumentaría el número del pedido con otros cuatro. Sus plazos de ejecución no debían ser nunca superiores al año.

10-Lograr que todas las naves, aún las más antiguas, estuvieran operativas a uno de enero de 1898. De no ser posible por obsoletas, darlas de baja inmediatamente con el fin de ahorrar gastos de mantenimiento y personal, utilizando sus cañones en defensa de las costas. Ejemplo de lo último serían los cruceros de madera “Aragón”, “Castilla” y “Navarra”. A los “Cristinas” se estudiaría alguna reforma para hacerlos algo más guerreros o en caso negativo se convertirían en transportes.

10-Terminar los trabajos de los dos grandes diques -similares a los de la Campana de El Ferrol- en Cádiz y Cartagena, y de otros tantos flotantes para Cavite (o Subic) y La Habana. Coste total unos 10 millones de pesetas.
También estaban previstas obras menores, como carenar el dique flotante de Cartagena, construir un depósito de agua en la Graña o el taller de calderería en El Ferrol.

11- Encargar siete cañoneros para Cuba, tres para Filipinas y dieciocho lanchas cañoneras para las Antillas.

12- Promocionar la subvención de dos o tres pequeños cruceros protegidos entre las colonias de españoles en América, adelantado si fuera preciso parte del dinero como garantía. Algunos grandes cañoneros como el “Barcaeztegui” o el “Jorge Juan” estaban a punto de finalizar su vida útil. Además, los cruceros de casco de madera servirían mejor como blancos de ejercicios de tiro que como buques en activo; por lo tanto, había que prever su sustitución. El plazo de entrega de éstos no debía ser superior nunca a los dos años desde su contrato efectivo. La construcción del primero de ellos se haría en los astilleros “Forges et Chantiers de la Mediterranée” que tenían unos modelos muy interesantes de esas características ya consolidados, con lo cual acelerarían la obra con respecto a los astilleros nacionales. Contratado el primero allí, más tarde podrían negociar mejor la adquisición de planos para la construcción de alguno similar en España. Precio aproximado entre 4 y 5 millones cada uno.

13º- Tener localizados y contratados de antemano la futura adquisición de cruceros auxiliares en el extranjero, adaptados para ser armados con facilidad. Se fletarían a compañías navieras civiles mientras no se empezara el conflicto. Coste 13.500.000 pesetas.




6 Estas piezas servirían para completar la artillería de los cruceros auxiliares y/o cañoneros de 1ª

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11 Jul 2010 11:40
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Una vez leído el borrador empezaron a discutir los detalles.
“¿Quién le ha dado permiso para sentarse?” Inquirió Beranger con enojo.

“Yo mismo o es que se creía usted que me iba a pasar todo el tiempo en pie.” Aquella era la inconfundiblemente grave, profunda y siempre desafiante voz de Alejandro Osborne

“Su descaro es increíble Comandante Osborne, le recuerdo que esta hablando con un Vicealmirante de la Armada y que mi tratamiento es de Vuecencia” Beránger.

Alejandro: “Entonces Vuecencia no ha de olvidarse tampoco que yo no estoy aquí como marino, sino como enlace de Presidencia del Gobierno y de la Comisaría Política para el Protocolo Santiago; además soy laureado de San Fernando y gentilhombre de la Real Cámara de su Majestad la Reina Regente. Como mi Almirante tampoco me ha dado el tratamiento adecuado, pensé -sin duda equivocadamente- que estas reuniones eran informarles y se prescindían de ellos”.

Beranger mantenía la boca abierta de asombro, Valcárcel y Montojo se miraban incrédulos, Chacón no podían evitar que le escapase una risilla floja Al final como nadie decía nada, se vio obligado a intervenir Novo y Colson:

“Hay que reconocer que tiene usted los machos bien atados. Por lo que a mi respeta vamos al grano y olvidémonos de remilgos.”
“¡Coño!” exclamó algo incrédulo con sus oídos Beranger, “ya había oído hablar de su impertinencia pero esta supera lo que esperaba. Me recuerda a mí mismo hace ya no se cuantos años.”

El Contralmirante Montojo tras servirse un coñac francés de una hermosa botella labrada con repliques de plata, removió la gran copa adornada de filigranas y olió a continuación los vapores que emanaban del espirituoso líquido; de seguido, aspiró una gran bocanada de humo procedente de un cigarro habano, e invadido de una sensación de íntima satisfacción -a la que ayudaba el acogedor calorcillo de las chispeantes brasas de la chimenea- dijo con un suspiro:

“Hay que reconocer que estos gabachos hacen algunas cosas bien como los licores, para mi mejores que los nuestros. Espero que se esmeren de igual forma con todos los encargos pendientes a su industria, porque nos estamos poniendo en sus manos”
El Contralmirante se recostó cómodamente en el verde sillón de cuero, retorciéndose con los dedos las puntas de su gris mostacho.

Intervino Valcárcel “Ciertamente habrá que incentivar a los franceses con algo más que buenos deseos y piropos para que terminen antes del uno de enero del 98 todos los trabajos”. Valcárcel era el sustituto natural de Chacón en el empleo de Almirante y en la presidencia de la Junta. Fue Don Carlos Valcárcel caballero de exquisita presencia, tanto de paisano como en aquél momento de uniforme y destacaba entre sus compañeros por la calidad de los paños de estos últimos.

Todos los demás ya se habían desabrochado los corchetes del cuello e incluso reposaban una mano metida entre los botones de la guerrera. Don Carlos Valcárcel no, su imagen era tan aseada como a las nueve de la mañana. Aunque casi de la misma edad que Chacón, él permanecía muy despierto. Cuello y puños de la camisa estaban escrupulosamente limpios y almidonados, sobresaliendo con matemática precisión por los bordes de la levita azul; los ojales de los extremos de las mangas, lucían unidos por unos gemelos de oro con incrustaciones de esmeraldas. El corte de pelo era perfecto y su bigote no muy grande reflejaba que se lo arreglaba a diario.

Valcárcel que no fumaba, tomaba el café en una taza de porcelana inglesa con la distinción que un Lord de la misma nacionalidad lo haría con el té de las cinco. Cuando no asía el pocillo, inconscientemente y de manera mecánica daba vueltas a un solitario diamante engarzado en el anillo de oro que rodeaba al esbelto dedo anular de su mano derecha, de la cual sobresalían marcándose en la blanca piel manchada de pecas, algunas venas azuladas.

>> En fin, no queda más remedio que encargarle los trabajos a nuestros chauvinistas vecinos, tragarse sus amanerados pavoneos y la consiguiente e inherente petulancia. Pero los buques de combate habrá que buscarlos en otro lugar digo yo, para no jugarse todo a una carta”.

“Mi Almirante si me permite, yo recomendaría que mirásemos en Gran Bretaña, tienen unos buques muy interesantes que se adaptan a nuestras necesidades, sobre todo en lo referente a acorazados”. Novo y Colson.

Montojo “No debemos dejar al margen a los Italianos. Últimamente han diseñado unos cruceros acorazados que parecen de gran calidad y también tienen algún acorazado adecuado a nuestras necesidades en las gradas como el “Enmanuele Filiberto””

Beranger “El acorazado no nos servirá, creo que no lo completaran antes de 1900, demasiado tarde. Si les parece, enviaré un telegrama a la Comisión Naval de Londres y otro a la embajada en Italia, para que se interesen por naves de esos tipos, sin concretar nada en firme e informen posteriormente al respeto. Las gestiones deben hacerse con la máxima discreción, es mejor que los americanos no se enteren hasta que los tratos estén cerrados.”

Valcárcel “¿Qué pasa con la autorización del Congreso para los créditos?”

Colsón “Con eso no hay problema, esta todo pactado de antemano.”

Beranger “Cambiando de tercio, lo que no me gusta es que el proyecto del torpedero sumergible de Cartagena esté en manos de la Oficina”

Chacón pareció despertar de súbito “Déjalo mejor así, si sale mal no se echaran encima a la Armada. Además va a cargo de los presupuestos de otros departamentos; incluso en parte está financiado por ese argentino, Alisal o algo así se llama, amigo de Peral. Si va bien mejor y si fracasa no es nuestro problema.”

Beranger: “Estimado don Guillermo, a mí personalmente el proyecto no me gusta demasiado. Aunque el dinero la primera vez se puso siendo mi buen amigo el Contralmirante Arias que EPD ministro de Marina, éste se vio forzado en parte por la buena fe de la Regente.
>> Ya saben ustedes que la Señora le tiene afición a los barcos, las matemáticas y la ingeniería. Ese chalado medio anarquista de Peral la tenía totalmente engatusada. ¡Hasta llegó a regalarle un sable y quería darle u título!

Novo y Colsón dio un respingo en su asiento y con un tono algo irritado intervino: “Con el mayor de los respetos, no es vuecencia justo; Isaac Peral es un gran patriota, genial ingeniero y amigo mío. Él está pasando por unos momentos muy delicados de salud en Alemania, donde va a ser operado de un tumor y pienso que merece toda la consideración.”

“A su Señoría le ennoblece la defensa de un amigo, a quien le deseo un sincero y rápido restablecimiento. Pero lo cortés no quita lo valiente, el experimento fue un fracaso carísimo, cerca de 600.000 pesetas por las 295.000 presupuestadas. Creo por otra parte que esa no es forma noble de combatir y por eso el Gobierno de su Graciosa Majestad la Reina Victoria nos ha instado a suspender toda prueba al respeto.” Replicó Beranger.

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11 Jul 2010 11:58
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Volvió Colson a la carga “Ese es argumento de mayor peso, aunque no supiera yo que esa Reina fuese la nuestra ¿No será más bien que no tienen los británicos ni idea como hacer un sumergible para ellos? Porque será innoble, pero franceses, americanos y alemanes lo intentan con ahínco y nos miraban envidiosamente llenos de recelo ante nuestros avances en esa materia. Sentimiento que se ha convertido en perpleja burla y no quiero decir más...”

No deseaba nuestro intelectual marino entrar al detalle del enfrentamiento personal entre Beranger y Peral, a causa de la disputa pasada de un acta de diputado por Cádiz del entonces Teniente de Navío con un hijo del Almirante.

Alejandro Osborne “A mí no me miren. Ese trasto me parece algo infernal, he estado hace unos días navegando en él -si se le puede llamar así lo que hicimos- y parece un sarcófago metálico. Nada más hemos conseguido bajar 25 metros a 6 nudos durante 8 horas y además cuando emergimos nos habíamos desviado casi 300 metros sobre lo previsto. Por cierto, tardamos hasta 15 minutos en lanzar los tres torpedos sin carga y sólo dos dieron en el blanco”.

No era verdad en absoluto nada de lo que decía Alejandro. El trabajo iba mucho peor; pero haciéndose el ignorante, pondría los dientes largos a los presentes y prestarían mayor interés en el asunto. ¡Ojala fuera ése el estado actual del proyecto!
Concluyó Beranger: “Mejor dejémoslo como está. Con permiso del Almirante Chacón damos por terminada la junta”.

Una vez solo, don José María Beranger escribió unas notas y a continuación tiró de la cinta que hacía sonar una campanilla en el despacho de su ayudante. Un TN de 1ª se presentó al instante, siéndole reclamada por el Vicealmirante la inmediata presencia de un Oficial de comunicaciones. El Teniente de Navío de 1ª cuadrándose dio un sonoro taconazo “A la orden de Vuecencia mi Almirante ¿ordena vuecencia alguna cosa más?” dijo mientras se retiraba.

Cinco minutos más tarde entraba en la habitación sin llamar -como debe ser, ya que nada oculto debe suceder en estancia militar- el Capitán de Ingenieros de la Armada Oscar Mena, destinado en comunicaciones del Almirantazgo.
“Da vuecencia su permiso mi Almirante”

“Pase hombre, dese prisa”

“A la orden de vuecencia, se presenta el Capitán Oscar Mena que ha sido llamado por…”

“Vale, vale, déjese de zarandajas. Aquí tiene, mande esto en mensaje cifrado a Cervera a Londres y este otro a la Embajada de España en Roma. Tenga el máximo cuidado son extremadamente importantes. Cuando termine le hago personalmente responsable de la destrucción de las notas.”

“No se preocupe, todo lo haré por mi misma mano ¿Ordena vuecencia alguna cosa más?” -Beranger negó con la cabeza sin mirar- “A lo orden de vuecencia”.

Salía rápido y algo contrariado aquél Capitán por el desairado talante del Almirante, cuando fue requerido de nuevo por Beranger “¡Un veterano como usted! ¿No sabe que debe cuadrarse antes de abandonar la sala?, daré cuenta de su falta a su superior inmediato, considérese arrestado”

“A las órdenes de V.E mi Almirante y disculpe el descuido.”

“¡Disculpar! con usted es siempre lo mismo, no lleva la milicia en la sangre.”

Oscar Mena en el fondo no era mal hombre, quizás estaba en la profesión equivocada. Sus muchos complejos y la frivolidad de su señora le habían llevado a una deriva por procelosas aguas que amenazaba con pronto embarrancamiento en costas peligrosas. Actuaba más como empleado de oficina telegráfica civil que como militar, muchas de las muestra externas de disciplina le parecían humillantes; además “aquellos estirados del Cuerpo General se creían más que un ingeniero”, hasta sus esposas se consideraban de superior categoría a la suya mirándola por encima del hombro. En el último baile del Casino Militar de Madrid los habían desairado ostensiblemente cuando intentaron salir del círculo del Cuerpo de Ingenieros e introducirse en el del Cuerpo General. “¡Los trataban como si fueran maquinistas!”.

Entró al fin en la habitación de criptado y dejó fuera los negros pensamientos de rencor para concentrarse en su trabajo. Confeccionó personalmente los dos textos en las máquinas, no permitiendo que lo hiciera ninguno de los dos Alféreces que allí se encontraban al efecto. A continuación se dirigió a la sala de cables y le dio los inteligibles documentos al Teniente de servicio, quien envió vía telegráfica uno a Londres y el otro a Roma.

Obtuvo permiso el Capitán Mena para ir a su domicilio por mudas antes de pasar a banderas. A las ocho de la tarde abandonó el Palacio de Marina para dirigirse a su casa en un modesto barrio a las afueras de Madrid. Allí le esperaba su señora, a ella le daría las notas sin destruir del Almirante Beranger. Lola se encargaría de hacerlas llegar a Sims, realmente a Mena no le gustaba que su esposa fuera a ver al americano sola y menos en el extranjero.

Era Dolores Leclrec una hembra morena de apariencia voluptuosa y demasiado dulce, alguien podría interpretar mal los signos externos que de ella emanaban. Su marido permitía que fuera el correo porque creía que todo su entusiasmo se debía a su alto grado de concienciación con la causa libertaria y a que quería intervenir en primera persona, insistiendo Dolores en lo importante que fuese ella misma quién llevase los documentos al apuesto Teniente norteamericano -normalmente destinado en París- .

Reconocía Mena que en verdad Sims era un representante del capitalismo, pero aceptaba que algunas veces las causas nobles encontraban extraños compañeros de viaje. El argumento empleado por Dolores para el marital consentimiento, se basaba en su ascendencia gala con familia viviendo en el departamento de la Isla de Francia, lo cual le hacía ser adjudicataria de un visado permanente y que se considerasen sus frecuentes viajes al otro lado de los Pirineos de normal proceder y por lo tanto discretos.

Fin Capitulo III

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CAPÍTULO IV
LOS ASTILLEROS ANSALDO. Génova. Segunda semana de Mayo de 1895
El Senador Bambini ejercía de presidente del orgullo de la industria naval italiana, los Astilleros Ansaldo de Génova. Allí se había proyectado uno de los mejores cruceros acorazados de la época, dos de ellos estaban ya en construcción y pronto se le podrían las quillas a otros tres.

Los buques tendrían un desplazamiento limitado de 6.840 ton., buena protección y gran armamento1 . Añadido a lo anterior, 8.000 millas de autonomía y 20 nudos de velocidad al andar hacían de estas naves un codiciado trofeo para cualquier marina de guerra.

Volviendo al veterano Senador, éste llamó al accionista principal de la empresa señor Ferdinand Perrone -un acaudalado italo-argentino que vivía a caballo entre los dos continentes- a quien le encargó del trato con los españoles.

Bambini le explicó al barbudo y bastante calvo Perrone que hacía un par de días a través de un Oficial de la marina -agregado naval de la Embajada española-, el titular de la legación de esa Nación en Roma D. Francisco Merry y Colom, le había hecho llegar una carta personal en la que interesaba información sobre buques de guerra, con el fin de la compra de algunos por parte del Gobierno español.

El Senador telegrafió a la Jefatura de Gobierno y ésta le respondió en nombre del Primer Ministro Francisco Crispi que se atendiera con toda la gentileza al enviado español pero sin cerrar contrato alguno; ya que se estaba en trámites de renovar el convenio defensivo entre ambos países y siendo el mismo de máximo interés para Italia en su particular disputa de la hegemonía mediterránea a Francia, el Gobierno de de Humberto I vinculaba parcialmente la cesión de los buques de guerra a la firma previa del tratado.

El señor Perrone no le dijo sin embargo a Bambini, que él por su parte había recibido -siguiendo instrucciones del Gobierno argentino- al Embajador americano en Roma Mr. MacVeag, quién le explicó de forma extensa los comunes intereses de los dos estados -la Argentina y los EEUU- en el caso que les ocupaba.

Los EEUU habían estado envueltos entre 1891 y 1892 en una creciente tensión naval con Chile a raíz del asesinato de dos marineros del crucero “Baltimore” en Valparaíso. La crisis finalizó con la petición de públicas disculpas del Gobierno chileno al norteamericano, el acuerdo de unas indemnizaciones a las familias de los muertos y la desautorización al Ministro mapuche de Asuntos Exteriores del momento; todo ello con la finalidad de evitar la hermana República un enfrentamiento naval abierto con los norteamericanos. No había descuidado desde entonces el gobierno de Washington el seguimiento del desarrollo naval del país andino, dado que un amigo humillado es terriblemente peligroso. Así que ahora estaba en condiciones de informar a los argentinos que sus vecinos del Oeste, en unos pocos años estarían en disposición de echarlos a cañonazos del disputado canal de Beagle, en el caso de que no tomaran alguna medida de reforzamiento naval. Los americanos habían creído conveniente facilitar los datos a la Casa Rosada para que basándose en sus muy buenas relaciones con el gobierno italiano y en particular con la casa Ansaldo, hicieran sus deberes pujando por los cruceros que España pretendía. Los argentinos andaban sobrados de plata y si no le arrebataban los dos, por lo menos conseguirían subir los precios, imposibilitando a los españoles la compra de alguno de los poderosos cruceros. La información de la escalada naval chilena era sabida por los EEUU desde hacía tiempo, pero no habían tenido necesidad decírselo antes a las autoridades gauchas.

El planteamiento era alargar las negociaciones con los españoles en todo lo que se pudiera, dándoles esperazas de éxito y enseñándoles distintos modelos. Dado que en caso que la negativa fuese inmediata, podrían decidirse a construirlos por ellos mismos o buscarlos en terceros países.




1 Su blindaje abarcaría todo el costado en 2/3 partes de su eslora, con un espesor de entre 100 y 150 mm de acero al níquel; la cubierta protectriz sería de 30 mm, sus dos torres principales de 254 mm estarían igualmente protegidas; así cono su poderosa batería secundaria compuesta por 10 Armstrong de 150 mm y 6 de 120 mm, asegurada por el mismo blindaje de los costados. Además tendrían 20 piezas ligeras

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CAPÍTULO V
EL 10 DE DOWNING STREET. Londres. 11 de Mayo de 1895.
A pesar de la tradicional frialdad del temperamento inglés, Lord Arthur estaba un tanto ansioso aquella soleada mañana de sábado. Su agenda era demasiado apretada: primero debía dirigirse al “Lord´s Cricket Ground” para presenciar el partido entre el Middlesex y el Lancanshire, a continuación iría a almorzar con el primer Lord del Almirantazgo al Carlton Club en St. James´s, para terminar se había citado con aquellos caballeros españoles en las carreras de Ascot.

Desde luego que era un incordio la inoportuna visita del Embajador norteamericano Mr. Thomas Bayard. Lord Arthur Balfour ni tan siquiera era el ministro del ramo, sino el de Hacienda y jefe los tories en la Cámara de los Comunes; es más, el 10 Down Street sólo lo había tomado prestado para la ocasión. Su tío Lord Salisbury, por más señas Primer Ministro, llevaba personalmente los grandes asuntos de la política exterior. Arthur solo actuaba en cuestiones diplomáticas cuando era requerido para ello por el Marqués de Salisbury, normalmente por estar ocupado éste en otros asuntos más importantes o indispuesto, como ahora ocurría. La visita de ese pesado y poco distinguido embajador del otro lado del Atlántico, representaba lo mismo que ir al dentista ¡cómo le podían llegar a desagradar aquellos niños grandes que eran los norteamericanos! Tan vulgares y brutos que parecía romper cualquier cosa delicada que tocasen”.

Balfour “Dichosos los ojos que le ven querido Embajador ¿A qué asuntos debemos agradecer su visita?” Para explicar como era la personalidad y el físico de nuestro personaje, basta decir que piensen en un aristócrata británico educado en Eton y formado en Cambridge. Arthur James Balfour primer Conde de de Balflour, no era ni mucho más ni nada menos que un Lord del Imperio Británico en época Victoriana situado en un puesto de gran relevancia.
Bayard “Es un placer saludarle, señoría. Siento molestarle pero he recibido una nota de mi Secretario de Estado, quien me demanda unas gestiones urgentes para con su gobierno”. Thomas Francis Bayard era un fornido y casi sexagenario abogado de Wilmington -Delaware-. El veterano político de la Costa Este, a pesar de la opinión que le merecían los americanos a Lord Balfour, no era demasiado patán para ser americano.

Balflour “Nunca es usted una molestia. ¿Le gustaría un Oporto o un Jerez?” Arthur procedió a servirse un oloroso español casi solamente por el gusto de molestar a su invitado.

Bayard: “¡A estas horas! No muchas gracias. Si me permite entraré en materia.
>>Como conoce, mi administración está muy preocupada por el cariz que está tomando el desarrollo de los acontecimientos en Cuba. Es sabido que los EEUU tienen grandes intereses económicos en esa isla, ustedes los británicos me imagino también que poseen unos cuantos; pero no es sólo eso, como americanos no nos gusta tener tan cerca un gobierno despótico y corrupto que lleva al simpático pueblo cubano a una gran infelicidad y a unos niveles de pobreza vergonzosos. Los españoles obstinadamente se niegan a negociar con los patriotas cubanos y aceptar el fin histórico de la Gran Antilla, el cual no puede ser otro que la independencia; si se quiere, pasando primero por una más o menos larga autonomía.

>> Nosotros nos consideramos un tanto responsables a la hora de tutelar este proceso y creemos que debemos presionar al Gobierno español para que de pasos hacia la democratización de sus territorios caribeños.

>>Sin más rodeos, tenemos conocimiento que ese Gobierno se ha marcado materializar un plan naval con la finalidad de contrarrestar nuestro aún modesto pero creciente poderío marítimo. Como quieren hacerlo de una forma rápida, no tienen otra opción que adquirir buques en construcción o ya finalizados en el extranjero. En consecuencia, el Presidente Cleveland ruega al Gobierno de su Majestad que no les facilite -al menos del todo- su labor y en especial en lo referente a la adquisición de grandes navíos de combate”.

Balflour: “Ya entiendo, pero que les garantiza que si no se los vendemos nosotros lo haga otra potencia o incluso los construyan por ellos mismos; con la consiguiente pérdida económica para los astilleros británicos, sin obtener ustedes el resultado apetecido.”
Bayard: “Ahí esta el asunto, ellos no tienen capacidad tecnológica necesaria para construir -pongo por ejemplo- un acorazado en un corto periodo de tiempo, mucho menos sin apoyo exterior. Supongamos que compran unos planos, incluso a un astillero británico; estamos seguros que tardarían 4 ó 5 años mínimo en la finalización del buque, sin tener en cuenta que los blindajes y algunas piezas de los cañones deben fabricarlas en el extranjero. Nosotros entonces tendremos suficiente fuerza naval para que esa posibilidad no nos inquiete.

>>Tampoco hay actualmente ningún barco de guerra en construcción en otro país que se adapte a sus necesidades: un acorazado de entre 10.000 y 11.000 toneladas capaz de atravesar el canal de Suez sin dificultad y terminado antes de un par de años. Así que sólo tenemos a sus dos Centurión y por ahí creemos que van los tiros.

>>Si quieren comprar algún buque menor que puedan adquirir en otro mercado o hacerlo por ellos mismos, no tendremos inconveniente en que se lo vendan ustedes; eso sí, les agradeceríamos sinceramente que retrasasen las entregas. Por último, si a pesar de todo alguna empresa británica resultara seriamente perjudicada, nosotros estaríamos dispuestos a hacer los oportunos encargos compensatorios.”

Balfour “Entiendo mi apreciado amigo, ¿pero qué obtenemos nosotros a cambio?”

Bayard “Nuestra agradecimiento desde luego que no es poca cosa. A mayores, imagínese que esta administración moderada pierda las próximas elecciones por parecerle al pueblo americano demasiado débil o pusilánime. ¿Cree su Señoría, qué un gobierno norteamericano en manos de los jingoistas Republicanos, resolvería con igual prudencia que el nuestro un asunto como el de los límites Guyana Británica con Venezuela?; o que en su caso, si sale mal el “affair” de Cuba, frustrados algunos políticos de mi país ¿no pondrían la vista en el mismo Canadá Británico? Además recuerde mi Lord que el gran volumen de negocios entre nuestras dos naciones seguro que se resentiría.”

Balfour: “Reconozco que no se andan por las ramas ¿Pero no ha sido usted un tanto brusco a la vez que presuntuoso? ¿Piensa el señor Embajador que la Royal Navy no podría defender llegado el caso Canadá?”.

Bayard “Le pido disculpas, sin duda me he expresado mal. Los EEUU son un país pacífico y muy poco militarista. Es sabido que se ha rechazado por el Senado la construcción de una poderosa flota de 192 buques. A cambio estamos en un proceso de formación de una escuadra digna, pero a todas luces defensiva, con lo cual no amenazamos a ninguna potencia digna de tal nombre.

>>De todas formas, ya que su señoría lo ha mencionado, se ha parado a pensar que poseemos un territorio con enormes recursos naturales y que aunque sería molesto, aguantaríamos muy bien un bloqueo marítimo prolongado. ¿Podrían ustedes decir lo mismo del dominio del Canadá? o se han planteado que si ponemos nuestra industria y el tesoro a fabricar barcos, ¿cuanto tardaríamos en estar a su altura?”

El orgullo del Imperio Británico estaba a punto de estallar, pero la flema de Lord Arthur le ayudó a reconocer que siendo prácticos Bayard tenía razón.

Balfour concluyó “Muchas gracias Mr Bayard, la charla ha sido muy constructiva. Informaré a Lord Salisbury de la misma.”
Bayard “Una última cosa, nos sería de mayor utilidad el que se dilaten las posibles negociaciones con los españoles que un no rotundo; dándoles fundadas esperanzas de éxito en el resultado de las mismas, incluso aprobando algún contrato menor. De esa manera centrarán sus expectativas en esos buques concretos disminuyendo su tiempo de reacción para buscar otras soluciones, hasta cuando nosotros ya hayamos completado nuestro proyecto naval. Así no intentarán construir buque alguno por sí mismos o buscarlos en un tercer país, cuando lo hagan será demasiado tarde.”

Acompañó Barflour al embajador a la puerta del 10 de Downing Street donde se despidió cortésmente.

Mientras el noble inglés se dirigía en coche cerrado al campo de criquet de St. John´s, no pudo dejar de sentirse molesto ante la perspectiva de la entrevista que por la tarde tenía en Ascot con Cipriano del Mazo. El Embajador español en Londres, que era un hombre infinitamente con más clase y simpatía que Mr Bayard, iría acompañado de un prestigioso Capitán de Navío de la Armada española 1. Ambos habían solicitado un encuentro con el primer Lord de Almirantazgo.

Lord Balfour aprovecharían para reunirse el acto social que suponían en Inglaterra las carreras de caballos. Tenía entendido que el Embajador regresaría pronto a España poniendo fin a su legación en Londres, lamentaba que posiblemente se llevara un recuerdo amargo en su última gestión. Al parecer estaba a punto de relevarle como Ministro plenipotenciario y representante Real D. Segismundo Moret, gran amigo de Inglaterra y muy apreciado en los círculos aristocráticos.

La suerte de esa futura reunión estaba echada de antemano para los ingenuos caballeros españoles. Simpatías a parte, él no jugaba con los intereses del imperio Británico y desde luego el pagano de la codicia yanqui iba a ser la débil España. Resultaba evidente -pensó Lord Balfour- que los norteamericanos parecían tener un plan preestablecido y unos plazos para atacar a su señalado enemigo.

Lord Salisbury había impartido instrucciones sobre el más que previsible conflicto hispano-yanqui. No le gustaría ver a la vieja España humillada por los presuntuosos primos del otro lado del Atlántico, pero no podían ni debían enfrentarse con los americanos. Los intereses de toda índole eran demasiados. “Las decadentes naciones latinas y el Imperio otomano, razas agotadas de naciones moribundas, estaban predestinadas a inclinarse ante el vigor y el empuje de las potencias anglosajonas y las razas germánicas” sentenciaría el Primier tres años más tarde.

Oficialmente serían neutrales ante la inminente crisis, aunque en realidad ayudarían con descaro a los americanos. No obstante, de una manera sutil, por vías alternativas a las diplomáticas y de forma subrepticia, podrían poner en situación a los españoles de no estar en total desventaja. La consigna podría parecer complicada para alguien que no fuese inglés, pero para el talante británico la idea era simple: algo así como nadar y guardar la ropa, cínico a la vez que pragmático.

España era un actor secundario en el tablero internacional de las estrategias. A Gran Bretaña les unían con los EEUU lazos de sangre y sobre todo económicos, pero no quería que salieran demasiado fortalecidos de la crisis ni que fueran los dueños absolutos del Caribe. Además los intereses comerciales e industriales en España tambien eran importantes.

En definitiva a los españoles hoy, él y el primer Lord del Almirantazgo George Goshin, les venderían como favor especial los planos del “Vindictive” para su nuevo crucero protegido “Reina Regente” -el proyecto era tan adelantado que sin ayuda tecnológica británica (la cual le darían furtivamente) no lo terminarían en 10 años-. Accederían tambien a desarrollar los revolucionarios “destroyer”, aprobarían la adjudicación de la maquinaría para los cruceros “Alfonso XIII” y “Lepanto”, no poniéndo problema alguno a la construcción de un gran número de pequeñas cañoneras de escaso valor militar. Por otra parte, no cederían ningún acorazado de la clase Centurión u otro buque de entidad en activo, construcción o proyecto en astilleros ingleses. Lo último, cumpliendo los deseos de los americanos, no se daría a entender claramente hasta dentro de un tiempo.

Antes de bajarse del coche, Lord Barflour convino consigo mismo que lo que más le irritaba de la precipitada visita del Embajador americano, era que sin duda alguien propio le había informado de la cita con los españoles en ese día y a esa hora. Problema diferente era que también supieran que aquellos quisieran encargar buques a su país, ya que esa información fácilmente emanaría de algún infiltrado en la administración del Estado ubicado en la península mediterránea.




1 D. Pascual Cervera, jefe de la Comisión Naval permanente de ese país.

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CAPÍTULO VI
EL ACUERDO CON PABLO IGLESIAS. Madrid. 30 de Abril de 1895.
Fue llevado D. Pablo Iglesias en un discreto coche de caballos a la casa de D. José Canalejas. Ambos eran paisanos de El Ferrol y disfrutaban de parecida edad -mediados los cuarenta-, pocas cosas más tenían en común. Apenas se conocían, su extracción social era bien distinta y sus vivencias muy diferentes. Era Canalejas de una familia bastante más que acomodada e Iglesias de una menos que modesta, estando las más de las veces ronzando la miseria.

Accedió al palacete de planta baja y dos alturas construido en ladrillo visto por un lateral de la casa, sita ésta en la madrileña Calle de las Huertas. El portal principal daba a la calle del Príncipe y allí solía haber periodistas del Heraldo de Madrid -propiedad del político liberal- y de otros diarios, mejor evitarlos.

Un flamante mayordomo le condujo por los pasillos de la recién estrenada vivienda, al final de uno de ellos pudo advertir el líder socialista -en lo debía ser el salón de té- que se celebraba una reunión de encopetadas y escandalosas señoras. Invitado por el jefe de servicio a entrar en la excelente biblioteca privada del político liberal lo recibió su anfitrión, quien estando de pie le esperaba impacientemente. El señor Iglesias se hacía acompañar por Antonio García presidente de la UGT.

Canalejas “Le agradezco haya aceptado mi invitación, debe disculparme pero necesitaba hablar con usted antes de su discurso de mañana -uno de Mayo-. Les presento a Lucas Pena, es mi ayudante y tomará con su permiso notas de la reunión.”

D. José Canalejas era hombre de físico importante, cabeza algo cuadrada y un grueso mostacho. Daba imagen de persona seria y tenaz, vestía levita no muy oscura y aunque su compostura aportaba gravedad, era cortés al trato.

Iglesias “Usted dirá, vengo por cortesía pero no creo que podamos llegar a ningún entendimiento entre nosotros a las espaldas de los míos, le pongo sobre aviso. Hasta ahora es todo demasiado intrigante y secreto, la manera en que me han traído a su casa sin previa cita o el entrar por la puerta de servicio, no me ha gustado nada en absoluto -el tono empleado era de moderado enojo-”.

Iglesias era algo más bajo que Canalejas aunque no pequeño, usaba barba completa que al igual su cabello eran grises. Antonio García era más delgado, de pelo negro y puntiagudo bigote.

Canalejas tiró de un grueso cordón de la pared que accionaba una campanilla en la cocina y después dijo: “Entiendo su enfado créame, pero el asunto es serio y urgente. Voy a ir al grano, ya que usted parece un hombre directo, ¿Quieren a su Patria los socialistas?”

“Da el señor su permiso” interrumpió la voz de una muchacha con un fuerte acento gallego que despertó el interés del líder socialista.
“Pasa, Comba y date prisa”. Ordenó Canalejas

Una joven criada -de uniforme con cofia incluida- entró portando una bandeja que sostenía una cafetera de cerámica del Castro, un plato con pastas y copitas de vino dulce.

“Hija parece que somos paisanos, ¿De donde eres?” Comentó D. Pablo en tono cariñoso.
“Soy de Pontedeume, para servir a Dios y a usía”. Respondió la chiquilla con seguridad.

“Mira rapaziña si quieres servir a Dios es tu problema, pero yo soy un obrero como tú; así que no me tienes que servir ni tratarme de usía, llámame Pablo sin más”.

Comba habló ahora algo contrariada y con menos seguridad: “Pierda usted cuidado señor don Pablo que no le he de tratar de forma tan familiar. Yo soy una humilde admiradora suya, pero si mi señora madre que sirve en esta casa desde que nació y es más de la familia que del servicio, me oyera tratar sin respeto a un invitado de los amos me sacaría la piel a tiras”.

Todos sonrieron, sirviendo el incidente para romper el hielo. Canalejas despidió a la muchacha y rogó a Iglesias que contestará su pregunta

Iglesias “¿Qué si queremos a España? le diré honradamente que yo amo más a las personas. Creo en la unidad de los oprimidos y no en las patrias de los ricos. Son más parecidos los problemas de un pobre español a los de un pobre norteamericano, que los del Marqués de Comillas a los de “Manolito el limpiabotas”.

>> A su pregunta, la respuesta es que sí, claro que quiero a mi país, deseo que sea próspero y justo más que nada en el mundo.”

Canalejas “Pues bien, tenemos un gran problema de Estado y necesitamos su ayuda. La guerra de Cuba se nos escapa de las manos, los norteamericanos van intervenir. Queremos que usted y la UGT no se opongan a la política militar del Gobierno en las colonias. Necesitamos la unidad nacional y concentrar nuestros esfuerzos contra el desafío yanqui “.

Iglesias “¡Ya estamos!, ¿han probado ustedes a darle la autonomía a Cuba?, ¿han escuchado lo que quieren los cubanos?”

Canalejas “Le voy a responder a que es lo que quieren los cubanos, pero antes habrá que preguntarse quiénes son y que derechos tienen los presuntos cubanos sobre la isla.

>>Se refiere a ¿Martí? hijo de un Sargento valenciano y de una Canaria; ¿Máximo Gómez? dominicano y ex comandante del Ejército español; a ¿los hermanos Maceo?, cuya madre sin duda era de origen africano y un padre venezolano; o ¿Calixto García? de padre extranjero. ¿Tienen ellos más derecho que un español peninsular sobre esa isla? la cual si no hubiera sido española no la hubiesen pisado jamás, no lo creo.”

>>La respuesta a su pregunta ¿de qué es lo que quieren los cubanos? pues vivir en paz y recobrar la prosperidad de antaño.

>>En cuanto a la autonomía, se anunciara en los próximos días. Al General Martínez Campos que llegó a La Habana el pasado día 15 con los primeros refuerzos, le acompaña también el señor Maura en condición de Ministro Plenipotenciario. D. Antonio lleva debajo del brazo su proyecto de autonomía del 93 mejorado, así como la equiparación de derechos políticos entre españoles de ambos lados del Atlántico como rezaba la constitución del 12. Miren ustedes, estamos dispuestos a mandar más 100.000 hombres a Cuba y vencer a los insurrectos, pero también creemos en la labor de ser magnánimos políticamente.”

Iglesias: “La vieja estrategia del palo y la zanahoria. Mandarán a 100.000 pobres españoles -los que no pueden pagar las 2.000 pesetas de la exención del servicio militar- a enfrentarse con otro montón de pobres cubanos”.

Canalejas “Se equivoca usted de nuevo. El servicio militar se declarará obligatorio el próximo viernes por Real Decreto, sin posibilidad de redención mediante pago. En las filas de nuestros enemigos ¡claro que habrá pobres desgraciados! ahora bien no se engañe, los que quieren la independencia son por una parte los poderosos criollos cubanos -quienes si llegan a gobernar serán más corruptos todavía que la administración española, la cual al menos tiene propósito de enmienda- y de la otra los grupos de intereses económicos jingoistas americanos.

>> ¿Quizás le gustase ver los documentos que demuestran la venta de la isla por la Junta de cubana de Nueva York a los banqueros yanquis?”.

Lo que decía Canalejas era totalmente cierto, aunque entre los documentos había alguno traspapelado de dudosa procedencia que aderezaba el contenido del conjunto.

Iglesias “Crea usted que no sólo me apetece sino que exijo ver esos papeles más tarde. Por ahora demos por cierto todo lo que usted dice, ¿qué le ofrezco al pueblo en general y a la UGT en concreto, para que vayan a morir a Cuba?; aunque sea en compañía de los hijos de los ricos, quienes por otra parte no harían otra cosa que defender sus propios intereses.”

Canalejas “Les puede ofrecer la desaparición de la mayor parte de los impuestos de consumo a cambio del aumento del gravamen sobre las rentas, una ley que erradique la oligarquía y el caciquismo e incluir a las congregaciones religiosas dentro la Ley de Asociaciones.”

García Quejido “¿Qué me dice del derecho de huelga, de la jornada laboral de ocho horas y de la prohibición del trabajo infantil?”.

Canalejas: “Soy favorable a negociar sobre el tema. Yo pensaba en una jornada de 10 horas y un día de descanso semanal. En la prohibición del trabajo nocturno de los infantes, acompañada de una escolarización obligatoria efectiva y gratuita -laica para el que la quiera- hasta los once años de forma efectiva. El derecho de huelga habrá que matizarlo por lo menos durante la guerra.”
Iglesias “¿Estaría dispuesto a firmar todo eso?, ¿y en calidad de que firmaría?, porque no creo equivocarme si digo que usted no es miembro del Gobierno, ni tan siquiera pertenece al Partido Conservador”.

Canalejas “No se equivoca, pero tengo plenos poderes avalados en acta notarial para representar en este acto a los Excmo. Sres. Cánovas, Sagasta, Silvela y Moret. Soy Comisario de un Protocolo para que los norteamericanos no se hagan con nuestras posesiones y tengo poderes ejecutivos bastantes ¿Supongo que eso es válido? Le daré copia autentificada de los poderes y del acuerdo.”

Iglesias “Sí que me vale, pero debo consultarlo primero con mi partido.”

Canalejas “Estoy conforme, pero pongo dos condiciones: la primera es que el acuerdo al que lleguemos no se haga público por el momento, no queremos alertar a los yanquis que nos estamos moviendo; la segunda es que mañana como poco no ataque a la política del gobierno en Cuba. Puede hablar de los prometidos avances en la autonomía de los territorios ultramarinos y del servicio militar obligatorio sin exenciones monetarias, pero de nada más.”

Iglesias. “En principio no hay problema. ¿Cuando empezarían las reformas sociales? y añada usted también que quiero tener presencia en la tramitación de las mismas.”

Canalejas “Con la UGT podemos negociar en cualquier momento, pero en sede parlamentaria deberá usted sacar un acta de diputado primero. Por otra parte tampoco le quiero engañar, las mejoras vendrán en su mayor parte una vez terminada la guerra. Los costes de la misma serán altísimos, porque además de en Cuba algo parecido sucederá en las Filipinas, con lo cual el esfuerzo económico se me antoja impresionante.”

Iglesias “¿Cómo seguiré yo las actuaciones entonces?”

Canalejas “Le diré que el señor D. Antonio Maura está desarrollando la futura Ley de Régimen Local, en la cual además de otorgar cierta autonomía a municipios, provincias y regiones, se ocupará de erradicar la oligarquía y el caciquismo electoral que representa el señor Robledo. De esta manera, el sufragio universal será limpio y siendo honestos, si no le votan a usted ¿qué le vamos hacer? Una vez aclarado ese punto estoy en condiciones de ofrecerle retirar las candidaturas de los Partidos Liberal y Conservador en el lugar que usted decida presentarse, por ejemplo en Bilbao y buscaríamos otro sitio para el señor García, en alguna circunscripción madrileña.”

Iglesias “Eso suena a fraude ¡ya estamos! Los capitalistas caen siempre en los mismos errores, al creer que se pude comprar a todo el mundo y a mi no podrán.”

Canalejas: “Señor Iglesias, yo no le concedo a la izquierda ni un ápice más de honestidad por adelantado que a la derecha; creo que eso es un recurso de los frustrados y los mediocres, para justificar ante ellos mismo y los demás su propio fracaso personal e incompetencia. Yo no me considero culpable de nada, ni tengo complejo alguno, no acepto en el desequilibrio del igualitarismo sino la igualdad de oportunidades. Pero una vez dicho esto, si ustedes no están en las Cortes ¿como defenderán los derechos de los trabajadores?”

Iglesias “Ahí no le falta razón y además partimos de una desventaja grande, en todo caso sería una discriminación positiva.
>> Hay otra cosa, al ser enormes los gastos del conflicto, la carestía de la vida subirá. Los pobres se convertirán en miserables y los miserables en cadáveres, ya que se morirán de hambre. No se que carta tiene escondida en la manga para solucionar eso.”

Canalejas “No me ofenda usted, yo no soy ni un tahúr ni un mago y estoy siendo muy honesto con ambos en lo que hablamos. Trataremos de activar todos los recursos de beneficencia posibles para los menesterosos, así como que los que más tienen más paguen. Pero les engañaría si no dijese que algunos lo van a pasar francamente mal. Eso sí, como perdamos la guerra tampoco auguro una mejora en su situación.

>>Por otra parte, ofrezco transformar la Comisión de Reformas Sociales de Moret en el Instituto Nacional de Previsión y ayudar con incentivos o subvenciones a las mutuas de trabajadores de tal forma que permitan cubrir los gastos en caso de enfermedad, vejez, viudedad o desempleo -al menos parcialmente-. Podemos tratar con Salud Pública el abaratamiento de las medicinas y de los costes de tratamientos hospitalarios. No soy contrario a declarar puntualmente algunos bienes particulares de utilidad pública, aunque dejo claro que estoy totalmente a favor de la propiedad privada. Le adelanto que sobre el asunto ya esta trabajando el señor Azcárate.”

Iglesias “¿Qué harán ustedes con los nacionalistas radicales, con los Republicanos de Pi o con los anarquistas? ¿Qué les ofrecerá a ellos?”

Canalejas: “A ellos ni agua son el enemigo. Al contrario que los socialistas y la UGT, ellos son prescindibles para el desarrollo y progreso de España. Ustedes señores son hombres honrados y su empuje será necesario para el avance social del País. No creo que consigan nunca todos sus objetivos, pero los conservadores más reaccionarios tendrán que dar un paso al frente si no quiere ver una revolución en la que pierda todo.”

García: “¿Qué me dice usted de catalanes y vascos?”

Canalejas: “Con aquellos que quieran ser españoles, sin considerar que nos están haciendo un favor, llegaremos a acuerdos en breve de los que ustedes tendrán puntual conocimiento. A los demás al saco de los indeseables.

>>Para finalizar, en aras de su tranquilidad intelectual y moral, señores Iglesias y García les quiero hacer varias reflexiones; algunas son aseveraciones, otras preguntas. Una vez hayan meditado sobre ellas, sólo ustedes las podrán valorar y contestarse a sí mismo con honestidad.

>> Afirmo que hay más o por lo menos similar número cubanos nacidos en la isla, negros incluidos, enrolados como voluntarios en el Ejército español que rebeldes en armas, y que Cuba para ser una colonia, tenía hasta hace dos días una calidad de vida más alta que la misma metrópoli.

>> Las otras son las preguntas: ¿Quiénes son los que defendieron la esclavitud y se valieron de ella? los criollos ahora emancipadores o los españoles europeos. ¿Qué capitalismo será más feroz? el español o el que lleven los mamporreros de los yanquis, es decir las clases dirigentes cubanas en la nueva colonia norteamericana.

>>Si le sirve de consuelo, muchos admitimos que algún día Cuba será independiente, pero éste no es el momento. Mientras el resto de Europa amplia fronteras ¿le vamos a entregar a los EEUU la perla del Caribe sin luchar?”

Iglesias levantándose del asiento con intención de despedirse, respondió “No le negaré que tiene parte de razón en cuanto a que los ricos de Cuba son tan poco solidarios como los de otros sitios y que los banqueros norteamericanos son al menos igual de usureros que los nacionales, pero al final el sufrimiento de la guerra lo padecen siempre los mismos: los pobres.

>> Como mal menor propondré al Partido y al Sindicato que no se opongan abiertamente a los asuntos del Gobierno en ultramar. No obstante, estaremos atentos a los avances prometidos, no lo consideren como un talón firmado en blanco.”

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CAPÍTULO VII
EL PALACIO DEL ELÍSEO. Paris .17 Junio de 1895.
Partieron de Madrid principiando mayo y una vez hubo entendido el Sr. Moret que Alejandro no era su asistente ni que por asomo pensaba en ejercer de porteador con las maletas o llevarle la ropa a la lavandería, el viaje a París fue altamente gratificante.

Osborne hasta la fecha había salido fuera de la España peninsular sólo con ocasión de su oficio de soldado, por lo cual la legación en Francia era todo un lujo. Fue en el viaje en tren a Paris, durante los más de dos días de “traqueteo”, donde disipó las dudas de don Segismundo acerca de su condición de agente del Gobierno y no de criado. Sutilmente antes de subirse al vagón en Madrid le había llamado la atención sobre su involuntario olvido del equipaje en el andén.

Osborne “Señor Moret deja usted los bultos, haga como yo y contrate a un mozo de cuerda, si no lleva suelto se lo prestaré con sumo gusto”

Moret “Hombre no le digo que los suba usted, pero debe ocuparse del tramite como secretario”

Osborne “Creo que le han informado mal o su Excelencia lo ha interpretado incorrectamente. Cuando alguien le pregunte, sí deberá decir que yo soy su secretario, de ahí a que lo sea de verdad va un abismo”

Alejandro era de los que pensaba que mejor una vez rojo que ciento colorado, aunque él precisamente no tuviese mucha vergüenza. A partir de ese momento las relaciones en el tren durante el primer día fueron distantes. La tirantez desapareció a la hora de la cena en elegante vagón comedor, cuando un hombretón en evidente estado de embriaguez molestó a nuestro Ministro Plenipotenciario. El impertinente y enorme sujeto se empeñó en que don Segismundo le sirviese una copa de champaña francés del que estaba bebiendo para acompañar el foie de pato y el caviar del Guadalquivir.

No se vayan a pensar que se amilanó nuestra autoridad, muy al contrario plantó cara decidido, pero la diferencia de tamaño y edad eran evidentes; por no hablar de la presunta mala calaña del individuo, el cual seguro tenía más experiencia en estas artes. Alejandro no lo dudó ni un instante, tensó sus fibrosos músculos levantándose del asiento que ocupaba como un rayo -cenaban ambos separados de mesa por los roces habidos-. El bravucón se apoyaba tambaleante en el respaldo de uno de los sillones cercanos a don Segismundo, los sanguinolentos ojos le brillaban inyectados en alcohol y desconozco las barbaridades que decía -tampoco creo que ni él mismo las recordara al día siguiente-. Lo primero que recibió aquél desagradable tipo fue una patada en la canilla con uno de los puntiagudos botines de Alejandro y cuando se doblaba de dolor desconocedor de lo ocurrido, un segundo y certero golpe en la cabeza, utilizando para ello un quinqué de bronce de los que había por el vagón; con esto, el borrachuzo se echó a dormir.

“Ve, para su seguridad sí que estoy aquí” Dijo Alejandro.

“Yo solo me hubiera bastado, pero gracias, ¿quiere cenar conmigo?” Moret.

Desde ese momento las relaciones fueron cordiales, tenía el señor Moret una conversación amena y de sus amplios conocimientos en mil materias se podían aprender muchas cosas.

Al gañán que resultó ser un tratante de ganado camino a una feria al sur de Francia, lo dejaron antes de cruzar la frontera por Irún en manos de una pareja de la Guardia Civil.

Al día siguiente se despertó Alejandro en la Gironda de la Aquitania sin haber llegado todavía a Burdeos. Desayunó en el comedor, donde el señor Moret departía con quienes a él le parecieron un padre casi anciano y su joven hija. El senil varón resultó ser un rico comerciante de telas de París y la joven su aburrida esposa. Más tarde Moret se entretuvo con el viejo tendero jugando una partida de naipes; mientras, la bella señora se retiró discreta al compartimiento de su vagón. Alejandro que no le gustaban los juegos de azar -sin dinero por medio-, también desapareció poco rato después. Quiso la casualidad o el azar que equivocase su puerta con la de la desigual pareja parisina y ya puestos disfrutase la ocasión para mejorar su pobre francés.

Una vez llegados a la antigua Lutecia se hospedaron en un céntrico y lujoso hotel - de los que no había en Madrid- , quedando deslumbrado Osborne desde el principio por la grandeza y monumentalidad de la gran ciudad. Les recogía a diario nuestro señor Embajador, D. Fernando León y Castillo, quien les enseñó las muchas maravillas de la Capital del Mundo. Comieron en restaurantes de renombre o en otros de moda, como aquél tan moderno y vanguardista llamado Maxim´s, por la noche al Folies Bergére y por el día a pasear por los Campos Eliseos.

Osborne que fue un asiduo del famoso local nocturno mencionado, donde tuvo ocasión de conocer a una gallega llamada Agustina Otero -más conocida por “La Bella Otero”-. La guapa estrella del music hall parisino le sirvió entre otras muchas cosas de Cicerone especialmente agradable.

Invitaron en varias ocasiones a un tal Monsieur Honataux a almorzar y a cenar, incluso le pagaron algún capricho en el Molins Rouge. Una de las noches en ese cabaret, todavía recién llegados, les presentó aquel francés a mister Sims. Hombre de buena planta y rubio bigote, era el agregado naval norteamericano, a quien acompañaba una exuberante mujer demasiado morena para haber nacido a las orillas del Sena. Ella al parecer hablaba un excelente francés, pero tenía como un no se qué muy español. ¿Algo allí no encajaba? Hubo Alejandro de quedarse con la duda por el momento.

Al Sr. Gabriel Honataux le requerían a diario la concesión de una entrevista con el Presidente de la República; debían entregarle una carta de su Majestad la Reina Maria Cristina, así como un presente de gran valor. Honataux era un hombre que parecía poca cosa: pequeño porte, anteojos redondos, fino bigote y perilla rala, no sabía hacerse la raya al lado cuando se peinaba -en el caso que lo hiciese tal cosa- y tampoco ayudaba a su presencia que los trajes le sentasen mal. Ese descuidado aspecto que le hacía parecer algo más joven de sus cuarenta y dos años, no impedía que aquél monsieur fuera nada menos que el Ministro de Asuntos Exteriores de la todopoderosa República Francesa y hasta la fecha se hubiese hecho derogar como sólo nuestros norteños vecinos saben hacerlo.

Hoy al fin, era el día en que el Señor Presidente de la III República Felix Faure, quien a sus cincuenta y tantos años aparentaba ser un hombre bastante mayor, recibiría a D. Segismundo Moret Ministro Plenipotenciario del Gobierno de Cánovas y representante Regio.
Ya en el Elíseo, subieron la escalinata franqueada por la Guardia Republicana, caminaron brevemente por los sobrecargados pasillos del palacio y hubo entonces Alejandro de esperar en una antesala del Salón Pompadur; a él no le dejaban entrar en ese lugar. No se consideró ofendido en esta ocasión nuestro susceptible agente secreto, era normal que el Presidente sólo recibiera a Moret y al Embajador.

Más tarde Alejandro se enteraría de lo sucedido en la impresionante y muy recargada estancia por contárselo Moret, con el que ya había adquirido bastante confianza una vez fueron compañeros de juergas parisinas con el generoso dinero de los contribuyentes.

El encuentro traducido al español debió ser más o menos así:

“Bienvenido a la República Francesa Monsieur Moret” Foure

“Para mí es un honor y un placer volver a esta maravillosa ciudad” Moret que practicaba un buen francés inclinó levemente la cabeza
“Ya me ha informado el señor Hanotaux -allí presente- que es su excelencia portador de una carta de su Majestad la Católica para mi” Foure.

Hanotaux había informado al Presidente de alguna cosa más. Así parece, que no se sabe por qué extrañas circunstancias un representante argentino había comunicado al embajador galo en Roma que los españoles tenían un pacto secreto con los italianos, el cual debían renovar en próximas fechas por haber caducado en el último abril. El convenio tenía como fin lograr cierto equilibrio en el Mediterráneo, de tal manera que si Francia entraba en conflicto con Italia o España, éstas unirían sus fuerzas en su contra. No era desconocido para Faure el rechazo italiano a la intervención de los franceses en Túnez del 81 o el agobio que le producía a España imaginarse a Francia dominando el otro lado del Estrecho de Gibraltar; por lo tanto, no resultaba extraño que esos países se intentasen cubrir las espaldas en el caso que la superpotencia que era Francia interviniera en la Cirenaica, la Tripolitania o el Rif. En base a lo dicho, Ferdinando Perone le comunicó al Embajador francés en Roma lo que en confianza le había contado el senador Bambini. De esa forma, los argentinos podrían adquirir los cruceros que estaban en construcción en la Ansaldo para la Argentina; al impedir Francia mediante la adecuada presión diplomática que España prorrogase el acuerdo con Italia, al que estaba parcialmente vinculado la cesión de los citados buques de guerra.

Ni el gobierno de Buenos Aires ni el propio Perrone tenían nada contra España; antes bien, era muy querida, pero ellos necesitaban tanto o más que la Madre Patria los cruceros “Garibaldi”. Además, no podían permitirse el lujo de enemistarse con los EEUU, quienes poco a poco se estaban erigiendo en el árbitro del continente. Malo sería estar a malas con ellos y tener una guerra con los belicosos vecinos chilenos al tiempo.

Hizo entrega el Sr. Moret de la Real Misiva -redactada por Sagasta, amigo personal de la Reina-. Igualmente le regaló a título personal de parte de la Soberana un pequeño grabado de tauromaquia de un famoso pintor de principios de siglo que llenó de satisfacción al Presidente de los franceses; disponiéndole a juicio de los que lo conocieron, algo más a favor de nuestra causa que días atrás.

“Me llena de honda tristeza el estado de preocupación de su Majestad. Estoy de acuerdo que el problema del Reino de España es muy serio y de difícil solución, se enfrentan ustedes a un adversario formidable” Faure una vez leída la carta.

Moret “Me permite preguntarle a su Excelencia, ¿cuál será la postura oficial del gobierno francés en esta crisis?”

Faure “No sé durante cuanto tiempo me permitirán los franceses o mi salud ocupar la Presidencia de la República; pero en todo caso, nuestra actitud será de moderación y prudencia, tratando de limar asperezas y que el asunto no llegue a mayores.”

Moret “¿Aun cuando los ofensores sean los americanos?”
Faure “Mire eso depende del punto de vista; ahora bien, los franceses miramos siempre con simpatía a los vecinos latinos, a pesar de que estos parezcan haber perdido la confianza hacia nosotros.”

Moret “No entiendo a vuestra excelencia”

Hanotaux “Señor Moret, en 1887 firmaron ustedes un convenio secreto con Italia en contra de Francia. Comprenderá que aunque tengamos una natural inclinación a favor de España en un supuesto conflicto con los americanos lo dicho cambia todo.”

Moret se quedó perplejo, él mismo era signatario de ese Tratado con Italia en 1887, como aliado indirecto de la Triple Alianza. Alemania, Austria e Italia eran los integrantes del documento, en el cual y en resumen se comprometían esos países entre sí en caso de entrar en guerra Francia con cualquiera de ellos. A mayor insidia para los franceses, el Tratado había sido visto con buenos ojos por Gran Bretaña. España solo era un aliado periférico, pero allí estaba, Moret iba a tener que hacer gala de toda su cintura política y diplomacia para salir airoso del apuro.

Moret “¡Ah! ¿Era eso nada más? No deben ustedes estar precavidos de tal extremo. Ese acuerdo no va en contra de nadie, sólo es defensivo, ni una sola vez menciona a Francia -cosa no del todo cierta-. Lo conozco a fondo porque yo mismo lo redacté. En aquel momento necesitábamos una base en el Mar Rojo y esa firma era un requisito indispensable.

>>Pero si a ustedes les va a molestar no firmaremos la prórroga. Ahora mismo estamos tratando el asunto con las autoridades italianas, debiera haberse hecho en Abril, pero hay algunos flecos pendientes de difícil solución. Así que telegrafiaré a Madrid para explicarles su postura y lo conveniente de la denuncia negativa del tratado. Por otra parte no es muy importante para nosotros, ya que no se quiere introducir una cláusula de salvaguardia de Cuba; además y a pesar de la insistencia de Alemania, España nunca deseó pertenecer de pleno a la “Triple Alianza”. -En verdad era Bismark quién había vetado esa posibilidad a España-.

Faure “¿Y qué hay de su estación naval en el Mar Rojo?”

Moret “No está vinculada en sentido estricto a la renovación del tratado. El terreno de la estación es una concesión por quince años, a renovar por lo tanto en 1902 y esa época ya veremos. De facto, aunque el Capitán don Juan Pastorín inspeccionó la zona en el 87, no se ha ocupado de manera efectiva al existir una gran oposición del parlamento de Roma. Además, si ustedes nos permiten utilizar como estación de carboneo -de forma discreta por supuesto- la Somalia Francesa en caso de necesidad, renunciamos a ello sin más que hablar.”

Faure “Bueno, deberán ustedes darnos garantías antes de finales de este mes que no renovarán el tratado y los italianos no desmentirles.”

>>Otro punto importante sería saber ¿qué es lo que ustedes necesitan de nosotros? y perdone mi franqueza ¿por qué nos habíamos de arriesgar los franceses a tener un enemigo tan potencialmente poderoso en contra, como los americanos?”

Moret “Nos gustaría que nos dieran un apoyo total y sin ambages, político y militar. Entendiendo la dificultad de tal pretensión, nuestra solicitud es mucho más modesta y pedimos bien poco. Primero que no les apoyen a ellos diplomáticamente en el asunto de Cuba y segundo que la gran cantidad de trabajos navales encargados a los astilleros franceses se realicen - previo pago claro está- en el menor tiempo posible respetando los plazos. También llegado el momento que fuercen una paz.”

Faure en tono altivo “¡Forzar la paz! Los españoles deben ser quienes obliguen a los americanos a buscar la paz, no es nuestra guerra. Si hubieran hecho bien sus deberes en lo referente a la formación de una escuadra, no se verían ahora en la necesidad de pedir ayuda a quién ha realizado ese esfuerzo a costa de no poco dinero de los franceses”.

Moret “No le diré que le falta parte de razón Señor Presidente.
-Lo que había que aguantar, que un chauvinista extranjero regañara a todo un Ministro como si fuera un simple prefecto departamental. Era el precio a pagar; de aquellos barros venían estos lodos y España había hecho todo muy mal en los últimos años, con los presupuestos de paz liberales y la corrupción conservadora-.

>>Aunque tarde, estamos reaccionando en la medida de nuestras limitadas posibilidades. De esa manera, efectivamente nosotros nos prepararemos para sujetar al enemigo y que no nos avasalle. Supongamos que lo conseguimos, es decir obtener cierta ventaja o ponerles en dificultades; las potencias debieran intervenir para forzar a los americanos a una paz justa y duradera, ya sabemos que si ellos se enrocan, a lo larga nos derrotarán. Por lo tanto, no estamos pidiendo un apoyo militar directo, pero sí que no se pongan de su lado diplomática ni materialmente y que en su caso presionen para buscar una paz rápida.”

Hanotaux “Disculpe que me ponga pensado ¿qué sacamos de beneficio los franceses?”

Fernando León. “Allí entro yo. Si conseguimos salir de una manera justa, sin perder territorios ni prestigio de la presente amenaza con su colaboración, renunciaremos a gran parte de los territorios africanos reivindicados para la soberanía española en la Conferencia de Berlín. Lo cual lo podemos empezar a negociar cuando ustedes quieran, pero que sólo firmaremos cuando acabe la crisis.”

Faure “Si son derrotados no creo que estén en condiciones de ofrecer nada.”

Moret “Si la Republica Francesa no cumpliera en justicia con España en los términos que estamos hablando, nosotros cederíamos nuestros derechos a otra potencia, Alemania por ejemplo.”

A Faure se le pusieron mejillas y orejas de color rojo, al oír el nombre de los herederos del país que les había usurpado el territorio patrio de la Alsacia y Lorena en la guerra del 71, de la cual tenían en parte culpa los mismos españoles.

Faure “Eso suena a una intolerable amenaza, apuesta usted muy fuerte”

Moret “No es una amenaza, todo lo contrario es un desesperado grito de auxilio. Si España sufre un descalabro ultramarino global, porque hablamos también de las Filipinas, no sólo la monarquía sino la misma Nación estará herida de muerte y si hemos de perecer lo haremos matando.”

Faure “Señores creo que he comprendido bien su punto de vista, no defraudaremos sus expectativas, somos sus aliados naturales. Acabaremos sus barcos, tendrán cierto apoyo diplomático y en su caso logístico, este último disimulado”

Moret concluyó “Creo yo que tampoco se debe desdeñar el hecho que será una seguridad para Francia, el saber que si tienen un conflicto con los imperios centrales, aunque los españoles militarmente permanezcamos neutrales, les podemos resultar muy útiles como despensa y fábrica de retaguardia. Eso en agradecimiento al apoyo en el asunto que estamos tratando.”

Salió nuestro ministro del Eliseo como un matador por la Puerta del Príncipe en la Maestranza. Cuando se lo contó Alejandro Osborne lo sucedido no se las prometió tan felices.

“Mire usted D. Segismundo de los franchutes no me fío ni un pelo, a pesar de todo me parecen más leales los perros ingleses.
Moret le taladró con la mirada.

>> disculpe usted, ya me vuelto a olvidar que tiene sangre inglesa, yo también; pero no me gusta esa gentuza, no lo puedo evitar. Es que una vez que se le conoce a vuecencia parece normal y uno se confía olvidándose de su origen sajón.

>>Volviendo a los británicos, estos nos llevan zurrando la badana unos 300 años -salvo alguna honrosa excepción-, pero siempre actúan descaradamente como enemigos. Con Los franceses haga memoria histórica: el reiterado incumplimiento de los tratados de paz por Francisco I, la guerra de Sucesión española, los Tratados de Familia del siglo XVIII, la invasión Napoleónica, los Cien Mil Hijos de San Luís, el incentivo permanente a las guerras civiles carlistas, la expedición a Méjico, Cochinchina, la política en Marruecos o en Guinea . ¿Es que no aprendemos, siempre nos traicionan siendo sus aliados?”.

En ese mismo momento en el salón Dorado del Elíseo, los biógrafos de Foure y Honataux cuentan que tenía lugar un intercambio de opiniones entre el Presidente y su Canciller.

Felix Foure mostró su extrañeza acerca de la miopía política de los españoles. Acaso no sabían que ellos mismos eran los que llevaban más de 20 años tratando de permanecer aislados de los ámbitos de decisión europeos y fuera de las esferas de poder reales. Su Presidente Cánovas del Castillo había pensado que la mejor manera de mantener el status quo era no meterse en problemas con nadie y sólo actuar cuando Francia y Gran Bretaña fueran de la mano. Ello había significado para el país no tener enemigos en Europa, pero tampoco aliados sólidos y cuando ahora se veía violentado por una potencia emergente no tendría apoyos reales, ya que nadie tenía un compromiso firme con ellos ni intereses comunes que defender.

La realidad es que los españoles no tenían peso específico propio a nivel internacional y si algún prestigio les quedaba era fruto de su glorioso pasado.

Para Honataux, aunque la oferta de territorios en África hecha por el Embajador Castillo en la reunión era interesante, nunca se les había pasado por la imaginación reconocer de forma efectiva los derechos que España aludía sobre el Sahara -unos 700.000 km²-, ni mucho menos los del Golfo de Guinea -300.000 Km²- y para que hablar de las expectativas de una potencia tan mediocre sobre Marruecos; las cuales, sólo crearían un gran inestabilidad en la zona en particular y a nivel internacional en general.

Expuso el Canciller a su Presidente que le parecía absurdo que ahora vinieran reclamando alianzas y auxilios, bien tarde era, su única oportunidad era el tratado con Italia y los franceses lo acababan de desbaratar en la reunión precedente. En fin, le darían un tímido apoyo, terminando sus barcos y quizás permitiendo alguna escala en sus puertos camino a Oriente.

Francia, cuyos verdaderos intereses se dilucidaban en otros patios de mayor tamaño, no quería ser un declarado enemigo de los Estados Unidos. No obstante, preferían que los yanquis no dominaran el Caribe de manera absoluta. Eso podría significar la última estocada a las ya de por sí frustradas pretensiones francesas sobre el canal de Panamá. Tampoco deseaban una nueva gran potencia disputándoles el segundo puesto en Extremo Oriente y además había de reconocer que los galos tenían bastantes intereses económicos en suelo hispano. Por estos tres aspectos habían atendido a los españoles con cierta comprensión y habían tratado a los americanos en su momento con menos simpatías.

Felix Faure que a nivel interno ya estaba teniendo algunos problemas con el proceso judicial por espionaje abierto a un capitancillo de origen judío-alsaciano, centraba sus pretensiones de política exterior en su rivalidad por la hegemonía continental con Alemania y en no ser avasallados por los ingleses en el reparto de África y Asia. España pintaba muy poco en todo aquello, era solamente una potencia muy secundaria del extrarradio, apenas nada podía aportar.

Los franceses estaban empeñados en aliarse con los rusos para contrarrestar a la Triple Alianza en la lucha por la hegemonía por los Balcanes y la recuperación de Alsacia y Lorena. También les preocupa su postura como primera potencia en el norte de África y Mediterráneo en contraposición a Italia; por último, su mayor pesadilla era que ingleses y alemanes llegaran a ponerse de acuerdo en algo.

En definitiva lo de España era un asunto secundario en el que no debían ni querían arriesgar demasiado en defensa de “le Grandeur de la France”

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CAPÍTULO VIII
EL EJÉRCITO .Palacio de Buenavista, Madrid. Julio de 1895.
Los soldados de la puerta se pusieron firmes como varas de avellano, los que salían eran nada menos que dos Tenientes Generales del Ejército español. Había también algunos marinos con una acumulación de barras y entorchados en la bocamanga y un paisano no muy alto de cuya identidad no tenían ni idea los que saludaban.

Uno de los sudorosos militares encorsetado en encarnado fajín y quien destacaba por su pequeña estatura -no disimulada por la prenda que coronaba su cabeza- se dirigió a otro de igual edad, grandes bigotes blancos y paso seguro.

“¿Quieres dar un paseo a caballo conmigo, mi General?”

“Será un placer Valeriano, aunque como ves no llevo calzado adecuado” El que contestó se levantó ligeramente el pantalón rojo grancé con franjas azules, mostrando unos lustrosos borceguíes de cuero negro.

“Si prefieres Camilo iremos en coche descubierto”

El General D. Valeriano Weyler y Nicolau llamó a su ordenanza y le dio tres segundos militares -que es tanto como decir uno sólo en la vida civil- para salir a la carrera en búsqueda del Capitán de cuartel.

Un oficial algo mayor para esa graduación, provisto de correaje de cuero y portando adherida a la cintura una cartuchera de cuyo interior salía un cordón que enlazaba el reglamentario revólver a su cuello, se presentó al instante y cuadrándose marcialmente permaneció en primer tiempo de saludo, al tiempo que reglamentariamente entonaba el consabido formulismo: “A la orden de vuecencia mi General, se presenta el Capitán Alonso del Valle en servicio de Capitán de cuartel que ha sido llamado por V.E.”

Una voz autoritaria, no exenta de un ligero e inequívoco tonillo afectuoso y extremadamente potente para hombre tan pequeño, ordenó sin dejar lugar a las dudas: “Baje la mano Alonso y disponga a la menor brevedad que una calesa descubierta nos recoja al General Polavieja y a mí mismo a las puertas de Palacio”.

El General señaló hacia la salida con el mango de oro de su estilizado bastón de mando fabricado en madera noble.
Aunque la orden era de difícil cumplimiento, no sería el Capitán Alonso quien iba a ponerle unos peros a los deseos del General Weyler, máxime si se hacía acompañar por el de igual graduación D. Camilo García de Polavieja. Si fuera necesario utilizaría el del Ministro.

“A la orden de vuecencia, con su permiso me retiro para cumplimentar lo ordenado. ¿Ordena V.E alguna cosa más?” dijo mecánicamente el solícito Capitán dando un nuevo taconazo.

“Vaya rápido, haga usted el favor”. Aunque con fama de feroz, Weyler inspiraba miedo sólo a sus enemigos, de sus subordinados obtenía el máximo respeto. Su prognatismo maxilar, acentuado por el bigote unido a las patillas, le confería al General un gesto agresivo. Reservado, obstinado y tenaz como militar; anticlerical puritano en su vida privada, no bebía ni fumaba. Como no daba peor trato en campaña a sus soldados que a su misma persona, fue un jefe relativamente apreciado por las tropas.

Al tiempo que el veterano Oficial combatiente de mil olvidadas batallas -algunas probablemente a lado de Weyler- se despedía con las formalidades reglamentarías, el General invitó al paisano de endeble aspecto -que no era otro que nuestro amigo don Francisco Galindo- a que les acompañará. Se despidieron los tres de los marinos, quienes procedentes de la misma reunión que ellos abandonaban el gigantesco Palacio de Buenavista, sede del ministerio de Guerra y de antiguo residencia de la duquesa Dña. Cayetana de Alba.

Aquella época del año en Madrid no era la mejor para vestir el uniforme de paño azul turquí y cuello cerrado, peor todavía si se acompañaba de botas de caña alta y pantalón de montar; por añadidura, el ros o en su caso la teresiana no eran precisamente sombreros tropicales. El calor a las siete de la tarde era como una pesada losa que caía sobre los viandantes; ni un soplo de brisa, ni un pedazo de sombra entre la calle Alcalá y la Plaza de la Cibeles.
Lo que sí abundaban eran zumbantes moscas y algún tábano, ya que las adoquinadas calles de la capital del Reino estaban sembradas por los excrementos de las bestias de carga.

Pudiera llegar a pensar alguien que los habitantes de la villa fueran masoquistas por dar aquellos angustiosos paseos a esas horas, pero las relaciones sociales eran de obligado cumplimiento y una de ellas era el dejarse ver por El Prado, Recoletos y jardines del Retiro. Por otra parte, el General mallorquín sentía un reconocida debilidad por los equinos, incluso mayor que por las mujeres; tanto es así, que a pesar de su legendaria tacañería, patrocinaba un asilo de semovientes en la capital con la finalidad de salvar a aquellos que por viejos, no les quedaba más utilidad que ser clientela de los matarifes carniceros, aunque antes hubieran servido con lealtad a la Patria y a sus desagradecidos amos. Es decir, montar a caballo delante de las señoras o preferiblemente señoritas, exhibiendo su prestigio -porque porte, lo que es porte, no tenía- era el pasatiempo favorito de nuestro famoso soldado. Además su salud de hierro y el acreditado estoicismo climático, le hacían soportar los rigores del verano meseteño como si estuviera en la Playa del Sardinero, mientras los demás se abanicaban quejumbrosamente.

Al tiempo que esperaban el carruaje, los allí presentes intercambiaron impresiones sobre la reunión mantenida.
Era de público conocimiento que el Capitán retirado de la Marina de los EEUU, Alfred Mahan, había confeccionado para la Escuela de Guerra Naval de aquél país, un trabajo doctrinal sobre lo que debiera ser el poderío naval americano y su posterior relación con la expansión territorial yanqui. Galindo que a través de “Helena” 1 -secretaria de confianza destinada en la Secretaría de Estado Norteamericana- y previo generoso pago tenía acceso a cuanto documento pasara por sus manos, se venía haciendo regularmente con los pormenores detallados de los informes del Teniente William Warren Kimbal, los cuales no eran otra cosa que la aplicación práctica de la doctrina Mahan a los territorios españoles de ultramar.

En respuesta a los dos documentos anteriores, la Escuela de Estado Mayor y la de Guerra Naval españolas estaban en proceso de confeccionar un plan de estrategia conjunta para adjuntar al Protocolo Santiago.

Al ser tenido el mencionado plan por los respectivos Ministros de Guerra y Marina tan solo como una referencia de apoyo, era sometido a cada paso a la consideración de los que habían de mandar las fuerzas terrestres y navales llegado el momento.

El documento confeccionado por jóvenes y preparados oficiales del facultativo Cuerpo de Estado Mayor, partía de la base y de acuerdo con el Protocolo Santiago que el conflicto se desarrollaría en una fecha determinada y que por lo tanto debían nombrarse unos mandos con continuidad en el ejercicio del mismo, dependiendo su permanencia tan solo de la probada eficacia y no del designio arbitrario del político de turno.




1 Galindo era un erudito en literatura clásica y en concreto a la mitología griega. Así que en cuando podía, le colocaba un homérico nombrecito a todo lo que tenía que ver con la epopeya real de su Patria a finales de siglo, por ello el nombre en clave de la secretaria llamada Sara Atkinson era Helena.
Como para llevar a cabo la política pretendida por la Navy, resultaba condición casi sine qua non, el plácet del equivalente al ministerio de Asuntos Exteriores yanqui, todo documento de importancia de la Marina americana era supervisado por la Secretaría de Estado y por esa ruta llegaba a manos de la Oficina.

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Admitido en primera instancia por el General Azcárraga y el Vicealmirante Beranger -recordemos que eran los ministros de Guerra y Marina-, fue compartido por sus homólogos en un potencial gabinete liberal -General Correa y Contralmirante Bermejo-. Los cuatro en conjunto negociaron el texto con los Comisarios Políticos, a los que en general y con pequeñas matizaciones les pareció correcto y así fue presentado a Cánovas y Sagasta.
Por último, sólo quedaba que quienes iban a ser sus posibles ejecutores no pusieran objeciones.

El Plan militar se denominó “Operación Plus Ultra”, aunque su nombre se transformó por el uso y fue llamado por todos como su documento madre “Protocolo Santiago”; es decir, la parte militar tomaba el nombre del todo. En ese documento que parecía tener vida propia al crecer cada día, se daban una serie de hechos y/o actuaciones por supuestas que después desarrollarían los mandos de los teatros de operaciones terrestres y de las fuerzas navales al detalle. Nombraremos algunos:

-Cualquier actuación posterior pasaba por la victoria previa sobre los insurrectos en las posesiones de ultramar.
-Una vez derrotados los rebeldes, las unidades debían organizarse en función de la estructura orgánica de las mismas para enfrentarse a un enemigo convencional.
-Los americanos eran los atacantes, pero se les restaría la iniciativa actuando primero. De esa manera, España escogería la fecha y podría prepararse para lograr la máxima eficacia de sus contadas fuerzas.
-La Armada sería sacrificada en aras obtener la victoria en tierra. De tal manera que la disposición de la fuerza naval propia, determinaría el esfuerzo principal y los secundarios de los americanos. España en consecuencia a esto lograría fijar no sólo el momento sino el lugar de la batalla.
-La mejor defensa de la Península, de los archipiélagos cercanos y de las plazas de soberanía, era que las batallas fueran lejos de esos territorios.
-Como no había fuerzas suficientes para defender todos y cada uno de los escenarios de nuestro disperso imperio ultramarino, debíamos obligar en base a puntos anteriores a combatir a los americanos en lugares precisos en fechas más o menos preestablecidas. Esto determinaría donde y cuando se concentrarían nuestras unidades navales y/o terrestres.
-El esfuerzo económico debía ir dirigido en primer lugar a la mejora de la vida y bienestar de las tropas, primando la calidad sobre la cantidad. El armamento a adquirir también sería lo más moderno posible, volviendo a ser más importante la excelencia que el número.
-Se desligaría el mando militar en las colonias del político, aunque el segundo al principio sería ejercido por militares en funciones civiles. Se daría primordial importancia a que la guerra no llevara a la más absoluta de las miserias a los habitantes de los territorios en disputa.

Ya de nuevo en el Palacio de Buenavista, la calesa descubierta hizo su aparición en la puerta principal que daba a la calle Alcalá, iba tirada por un par de caballos alazanes y conducida por dos cocheros uniformados.

Se situaron en dirección a la marcha los dos Generales y frente a ellos -en la bigotera- Galindo. Polavieja tuvo cierta dificultad para acomodar su sable dentro del vehículo, al engancharse el negro cordón que pendía de la empuñadura de marfil en el picaporte de unas de las puertas.

Encaminada la comitiva hacía el Paseo del Prado, dejó a la siniestra la diosa Cibeles y pasando por la fachada lateral derecha del nuevo edificio del Banco de España tomó dirección a la glorieta de Atocha. No contaríamos verdad si dijésemos que la pequeña parada militar -a unos pocos metros detrás de ellos les seguían tres jinetes en tordas monturas, que no eran otra cosa que guardias civiles a modo de escolta- pasaba desapercibida; muchos se volvían a mirarla, descubriéndose los sombreros -de copa si se iba de etiqueta, pero normalmente hongos- respetuosamente con una leve inclinación. Los del coche devolvían cortésmente los saludos, esmerándose especialmente si estos estaban relacionados con alguna dama.

He de aclarar que aunque en la reunión celebrada habían participado -como en todas las relacionadas con el Protocolo Santiago- altos mandos de la Armada, en el estadio que se encontraban a nivel operativo y de acuerdo con el primer punto del plan militar, el peso caía en hombros del Ejército de Tierra ya que lo que se debatía principalmente era como derrotar a los insurrectos.

General Polavieja: “Valeriano ¿aceptarás el nombramiento como Capitán General de Cuba?”

El General don Camilo García de Polavieja tenía una apariencia menos dura y agresiva que la de Weyler, su cara reflejaba a un ser más apacible y tranquilo. En su mano había quién decía que reposaba habitualmente un pequeño rosario de plata y que las cuentas del mismo pasaban una tras otra entre sus rudos dedos, al tiempo que plegaría iba y plegaria venía -esto aún, estando en lugar público no consagrado-. Pero nadie debía llevarse a engaño, el corazón de aquel recio soldado era el de un veterano león que en la injusta y clasista España decimonónica había llevado al hijo de un humilde fabricante de carretas a cumplir la célebre sentencia Napoleónica, cambiando el morral de soldado por el bastón de brigadier a los cuarenta años edad, hace ya casi veinte de eso.

Weyler “¿Tengo otra opción amigo mío? Es cuestión de sentido del deber, amor a la responsabilidad y espíritu de sacrificio, los cuales me infundieron en la academia toledana desde muy joven.

>> A pesar de la muerte en combate de Martí a mediados de mayo, a Martínez Campos no le van bien las cosas allí. Anda con demasiadas contemplaciones, así que cuanto antes se coja el toro por los cuernos mejor.”

Polavieja: “¡Hombre! yo no fui a la misma Academia que vuecencia, pero ya sé que es mi obligación hacerme cargo de las Filipinas. En este caso -si bien no ha empezado el conflicto todavía- Blanco tampoco es el más apropiado para ese puesto, es demasiado blandito -dicho con cierto tono de burla-. Sí no se asusten, lo digo aquí y en Manila al mismo General. Ahora bien, yo pondré mis condiciones para aceptar el nombramiento. La primera es que los políticos no se metan a soldados y la segunda que la permanencia en el puesto dependa sólo de los resultados.”

Weyler: “Parece que no me conozcas bien. Si a mí me mandan a Cuba es para ganar una guerra, templando gaitas ya esta don Arsenio. Sabes que siempre he pensado que los militares deben permanecer en los cuarteles y salir fuera vistiendo uniforme sólo a los campos de batalla, no inmiscuyéndose en política mientras se ciña espada al cinto. Pero también exijo que los políticos se abstengan de meter las narices en asuntos cuarteleros o puramente militares. Ellos deciden si hay guerra o no, como ganar las batallas lo hago yo.”

Polavieja “A lo que iba, he expuesto mis condiciones por escrito exigiendo un compromiso firmado por el Presidente y Sagasta. Estos son los términos:

>>Mi Nombramiento inmediato como Capitán General de las Filipinas. Aunque los Rizal, Aguinaldo o Bonifacio no se hayan levantado todavía, cuanto antes se empiece el trabajo mejor. No es protagonismo lo que quiero, pero tampoco pagar los platos que han roto otros, yendo allí cuando lo único que se pueda hacer ya es convertirse en la cabeza de turco ante una posible derrota. Así que la aceptación del ofrecimiento hecho en lo que a mí respecta, es ahora o nunca.
>>Que el número de hombres del Ejército sumados a los de la Armada y la Guardia Civil no sea nunca inferior al de 50.000, colocados todos bajo mi mando.
>>Que mientras dure el estado de guerra, las tres instituciones nombradas en el punto anterior dependan del Capitán General a todos los efectos.
>>La plenitud de poderes en la jurisdicción penal militar, poniendo especial énfasis en erradicar la corrupción con los víveres, equipamiento y armamento militar.
>>El primar sobre cualquier otra cosa la alimentación y el cuidado sanitario de los soldados. A los enfermos repatriarlos cuanto antes.
>>Sustituir los Remington por los Maúser, al menos en las tropas regulares y adquirir algunas ametralladoras ligeras.

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>>Aumentar la artillería de montaña y campaña, dotándole de algunas piezas de tiro acelerado.
>>Completar los regimientos de caballería de a cuatro escuadrones y aunque parezca obvio, que de ser posible tengan caballos.
>>Fortificar la Bahía de Manila con artillería de costa moderna y eficaz y con suficientes torpedos fijos.”
>>Que la flotilla del apostadero de Filipinas cuente con buques bastantes para colaborar con el Ejército en tareas coloniales y que en su momento, sean reforzados por otros de tamaño suficiente y con aptitudes para combatir a una flota moderna. El Arsenal debe contar además con elementos para el mantenimiento de los barcos de guerra.

Weyler “Estamos de acuerdo sobre el fondo de la cuestión en casi todo. Yo sin embargo, soy algo más ambicioso y pretendo un mínimo de 100.000 hombres del Ejército operativos en cada momento -una vez descontado un 10% de personal de baja por enfermedad-, más otros 50.000 voluntarios cubanos, aparte de guardias civiles y marinos de guerra. El número será sólo suficiente si se mejoraran las condiciones sanitarias y de vida, empezando por el viaje en barco desde la península.

>>Seré inflexible en el sentido del que juegue con la comida o el equipo de mis soldados, sea quién sea, será pasado por las armas públicamente. Sé de buena tinta que se pueden encontrar raciones militares de carne seca, bacalao, sardinas enlatadas o pan galleta en los mercados de la Habana; quinina militar en boticas de pueblo y munición, borceguíes o uniformidad de nuestro Ejército entre las filas de los rebeldes.
>>Importantísimo será también encontrar algún remedio contra el vómito negro o cuanto menos intentarlo. En la campaña de Santo Domingo de los 60, murieron más de 10.000 españoles por esa causa, yo mismo caí enfermo de fiebre amarilla quedando inmune más tarde.
>>Al igual que tu mí respetado General he solicitado:
>>La dotación de Maúser para todo el ejército regular.
>>La constitución de tres regimientos de artillería de montaña y uno montado con piezas de tiro acelerado. Con los viejos Plasencia de 80mm constituiré baterías independientes.
>> Adquirir un mínimo de 18 ametralladoras, preferentemente de 7 mm.
>> Que los regimientos de caballería estén al completo de hombres, bestias y material; con independencia que se mantengan escuadrones sueltos dentro de los Cuerpos de Ejército. Los caballos han de ser de origen mejicano para soportar el clima.
>> Puerto Rico debe quedar subordinado a mi autoridad, proporcionándole medios similares a los de su hermana mayor en consonancia con su pequeño tamaño.
>>Adquirir e instalar suficientes piezas de artillería de costa para la defensa de Santiago y completar la de San Juan. La de La Habana es suficiente si se perfecciona lo que tiene ahora con lo previsto.
>>Otra cosa importante, es que se pongan a ampliar el ferrocarril hacia Santiago de Cuba en cuanto se pueda, actualmente sólo llega a Santa Clara.”

Polavieja “¿Alguna estrategia concreta?”

Weyler “Mi orden de batalla pasa por dividir físicamente el territorio con la construcción de trochas orientadas de norte a sur en las partes más estrechas de la isla, empezando en las provincias de Occidente y dirigiéndome a Oriente. Una vez construida la muralla o empalizada, decretaré la concentración de los campesinos en ciudades con guarnición, considerando que el que quede fuera de ellas es un sedicioso y será ajusticiado. Saneada esa parte del territorio, mantendré la trocha más oriental de las primitivas como barrera para evitar contagios hacia occidente y construiré una nueva más al Este todavía, procediendo de igual forma sucesivamente hasta llegar al mar por Santiago. Desde luego jugarán una baza fundamental el telégrafo, los heliógrafos o incluso el teléfono y la luz eléctrica aplicada a los proyectores de luz que iluminaran la noche desde los blocaos -fortificaciones interpuestas en las murallas-. Instalaré también campos con trampas explosivas contra personal en las zonas de más difícil vigilancia. Cuando un área esté pacificada, el ferrocarril deberá construirse de forma inmediata con la finalidad de darles mayor movilidad a las tropas, lo cual será indispensable para cuando llegue la guerra con los yanquis.

>> Para enero de 1898 espero tener a los insurrectos cayéndose a la canal de Jamaica por el sur o escondidos en la profundidad de sus madrigueras en Sierra Maestra y el tren llegando a Puerto Príncipe.
>>La organización de combate se adaptarán a las circunstancias. Formaré columnas que actuarán como unidad de maniobra, estructurándose de acuerdo con cada objetivo específico o misión a desarrollar. En general estarán integradas por uno o dos batallones de infantería, un escuadrón de caballería, algunas piezas de artillería, secciones mixtas de ingenieros y un tren abastecimiento. Unidades más pequeñas serán las guerrillas montadas o partidas a pié que combatirán a los insurrectos con las mismas técnicas que ellos. No somos en vano los españoles los inventores de la guerra de guerrillas -puntualizó Weyler-.

Galindo “¿Qué hará vuecencia, para que los concentrados no se mueran de hambre y enfermedad?”

Weyler “Como he dicho antes, yo sólo hago la guerra y ese asunto no es de mi incumbencia. Pero no estaría de más que las autoridades civiles estuvieran atentos para dar un aporte mínimo vital de supervivencia a esas personas, dedicando los dineros del Ministerio de Ultramar para tales menesteres.”

Polavieja continuó con la sorna “Como se nota que eres de Estado Mayor Valeriano, impresionante la exposición sobre Cuba. A pesar de que yo sólo soy un pobre guerrero sin formación en escuelas de prestigio, mi plan es similar al tuyo y he llegado a las mismas conclusiones más rápido; claro que no necesito tanto estudio ni equipo de ayudantes que se contradigan entre sí con ánimo de lucirse delante de su General para al final obtener deducciones obvias.

Weyler y Polavieja se respetaban mutuamente, pero como eran los dos gallos del mundo militar se tiraban puyas sarcásticas que en el fondo no tenía demasiada malicia. Weyler era un militar de Academia, pero Polavieja sabía que era en extremo duro en la lucha; D. Camilo era un soldado formado a sí mismo, pero D. Valeriano conocía de su eficacia y trabajo metódico.

Prosiguió Polavieja:

>> Como la geografía filipina es bien diferente a la cubana, alguna variante habrá que hacer. En principio, me dedicaré a controlar la isla de Luzón y en su caso aplastaré una posible revuelta en la misma. Por supuesto que habrá también reconcentraciones en éste caso; medida humanitariamente discutible, pero inevitable a todas luces para conseguir apaciguar una región. Con respecto al resto del archipiélago, mantendré algunas guarniciones para que ondee la bandera y en el momento adecuado impulsaré incursiones de castigo.
>>En Filipinas lo que se necesita es más presencia de ciudadanos europeos para poder civilizar y controlar todos sus rincones. Además habría que escarmentar a unos cuantos miembros del Katipunan como a Rizal, Aguinaldo y Bonifacio.

“Cuidado ahí” -dijo Galindo con preocupación- “Mi General creo que se está precipitando en las valoraciones de los personajes. No con respecto a los dos últimos, los cuales no se merecen otra cosa que el garrote; sin embargo, Rizal es un caso diferente. Su nombre ha sido utilizado maliciosamente por el Arzobispo de Manila y los katipuneros se han aprovechado su fama. Como el doctor Rizal fue educado por los Dominicos, conoce bien el problema y en consecuencia ha puesto el dedo en la llaga al echar gran parte de la culpa de los males de Filipinas a la Iglesia. Los sacerdotes preocupados de perder su posición feudal en el archipiélago han contraatacado, adjudicándole a él la cabeza visible de los independentistas, cosa que a éstos les ha encantado.

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11 Jul 2010 17:21
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>> Les aseguro que lo único que pretende Rizal es que los filipinos sean reconocidos como españoles de pleno derecho. Una vez conseguida su reivindicación principal, el mismo Rizal que se considera español a todos los efectos, cooperará con nosotros. No hablo de oídas, D. Antonio Maura que como saben ustedes ya ha pactado con D. José María Gálvez y sus autonomistas las reformas para Cuba, se prepara para llegar a un compromiso similar con D. José Rizal sobre las Filipinas.
>>Con respecto al otro punto, tiene vuecencia toda la razón en cuanto a la necesidad de que los europeos colonicen ese mal explotado territorio.
>> Lo que voy a decirle en principio le escandalizará, no en vano es conocido vuecencia como el general cristiano y sé que lleva la cruz en una mano y en la otra porta la espada.
>> Yo en lo básico estoy de acuerdo con José Rizal; él tiene toda la razón, las congregaciones religiosas dirigen la vida de esas islas. A ellas les corresponden la mayor parte de las explotaciones de tierras, arrendándoselas a agricultores filipinos e imposibilitando que civiles españoles se asienten como colonos. De igual forma, al monopolizar la enseñanza, han impedido que los tagalos conozcan el castellano para así ser los únicos que puedan entenderse con ellos después de 400 años de presencia de los “castillas”.
>>A decir verdad son un contrapoder real al Capitán General y lo manejan todo a su antojo. Yo pondría en su sitio a los curas, empezando por el arzobispo Nozaleda. Se deben expulsar también a los Dominicos y a otras congregaciones expropiando sus tierras. Esas propiedades unidas a nuevo suelo virgen se subastarían entre los filipinos y colonos europeos; esto serviría para que la administración del Estado se extendiera a la mayor parte del archipiélago, además de generar riqueza e ingresos extra para el tesoro que buena falta le hacen.”

Polavieja: “No termino de creerme eso ¿Rizal patriota español? y por cierto no me considere usted un meapilas, don Francisco.

>> Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Si la iglesia obstaculiza al Estado en el cumplimiento de sus obligaciones, debe retirársele educadamente a rezar a los templos. Yo estoy de acuerdo con la posible expulsión de los jesuitas y con el encarcelamiento en un monasterio de los mosenes catalanes o de los párrocos de las provincias Vascongadas, quienes indisponen con descaro a los feligreses en las homilías contra la sagrada unidad de la Patria.
>>No negaré que me opongo a la ley que propugna Canalejas y que algunos ya llaman ya del Candado. Me parece exagerada, las congregaciones religiosas realizan labores de alto valor educativo y cómo no reconocer su abnegado servicio en hospitales, orfanatos, asilos, etc…; además de ser los servidores de Cristo en la Tierra y representantes de la única y verdadera fe a la que España esta ligada por lazos imperecederos.”

Weyler “Los beatos a los conventos y los militares a los cuarteles. Seamos serios, no es el mejor momento para indisponernos con la diplomacia vaticana en materias concordadas, ahora que estamos necesitados de cualquier tipo de apoyo exterior. Hay que ser extremadamente cuidadoso, aunque sí es cierto que España ha dado demasiado a la Iglesia Católica como hija mayor de la misma y se le debe un trato especial por parte de Roma que hasta ahora no ha obtenido”.

Galindo “En todo caso, les aseguro que el Sr. Canalejas les pondrá en su sitio. Las instituciones religiosas serán incluidas sin duda alguna en la Ley de Asociaciones de Moret; y por tanto, los clérigos estarán sujetos al mismo derecho penal y civil que el resto de los españolitos mortales. Aunque que claro, seguirán con muchos de sus privilegios para que de esa manera tengan más miedo a perder los que aún retengan que empeño en recuperar los perdidos, no entrando en grandes rebeldías. La rigurosidad sólo se aplicará a algunas congregaciones de modo ejemplarizante: Jesuitas en general y Dominicos en Filipinas, también se le pondrán las peras al cuarto a los curas nacionalistas.


Fin Capítulo VIII

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CAPÍTULO IX
PRESUPUESTOS DE GUERRA. Madrid Julio de 1895. (2ª parte del capítulo VIII)
Pasó el coche por delante del Museo del Prado y se dispuso a doblar por un lateral del Palacio del Buen Retiro enfilando hacia el parque del mismo nombre.

A pesar de la temperatura, las alamedas entre los enormes plátanos estaban de bote en bote y cada vez más llenas de gente a medida que los relojes se acercaban a las siete y media de la tarde. Desde luego la relajación de los usos y costumbres ayudaba a la masificación, ya que muchos de los que por allí paseaban no eran más que majas de pañuelo y chulos con gorrilla a cuadros. Hace años, aunque nunca en ley estuviera prohibido, se abstendrían de caminar por el centro de los paseos como la gente principal.

Los niños bien, ataviados de traje marinero, jugaban con los aros; las niñas de la misma clase, llenas de lazos y volantes, al corro o a la comba. Había uniformadas criadas cuidando a pequeños infantes y pueblerinos soldados que las perseguían con discreto éxito. A todo este circo se unían los aguadores, barquilleros, violeteras y vendedores ambulantes que confundían sus llamadas de reclamo con la música de los organillos y el ruido producido por los cascos de los caballos al golpear en el pavés. Se empezaba a notar la falta de algunos importantes, quienes seguro estarían ya en sus villas de las costas del Cantábrico disfrutando de más benigna climatología.

El Sol apretaría más a partir de la segunda semana de Julio y no digamos ya en Agosto; para entonces, todos los que tuvieran posibles, además sus afortunados criados, desaparecerían de aquél foro del debate social que era el centro de Madrid.

La Capital en verano no tenía fiestas en palacios, ni carreras de caballos en el hipódromo de la Castellana, mucho menos toros en la coso de la calle Alcalá y para que hablar de la ópera o la actuación de sinfónicas orquestas en el Real, tampoco el Casino estaba en su apogeo . Como diversiones más comunes estaban los reñideros de gallos, alguna verbena popular, los comediantes de segunda en teatrillos de tercera, con suerte una zarzuela en el Apolo y las tertulias en las corralas de vecinos.

Para Galindo no era mala temporada si los asuntos de Estado no le obligaban a desplazarse a lugares de estival gobierno. Él hasta cierto punto disfrutaba de una villa tomada por las clases populares y en la que podía distraerse aún más de las apariencias de lo que tenía ya por norma. Aquélla era una temporada buena para ir al Prado o a la Biblioteca Nacional con gran tranquilidad, escuchar buena música de cámara en el Conservatorio o en el Ateneo, acudir a los billares del Casino en soledad y siempre se encontraría un mediocre jugador de ajedrez para ganarle una partida o a un intelectual de verdad y sin dinero -cosa casi sinónima- tomando café en la Fontana de Oro, esperando éste a que algún liberal apareciera para conversar y le pagará de paso la consumición.

Galindo tomó la palabra cuando una vez llegados al Retiro se bajaron del carruaje y se dispusieron a proseguir a pie. “Si me permiten dar mi opinión, creo que sus peticiones y planes son ajustados a la vez que necesarios, pero me temo que deberán vuecencias priorizarlas. El ministro Reverte y señor Puigcerver han dejado a un lado sus diferencias de criterios económicos entre proteccionismo y librecambismo, poniéndose manos a la obra para resolver el problema de cómo obtener la ingente cantidad de dinero que se necesita para sufragar la campaña.

>>Su conclusión es que no queda otra que convertir desde ya las finanzas españolas a una economía de guerra, porque tras los presupuestos para la paz de Castelar llevamos un retraso notable en todo lo relativo a gastos militares. No es posible mantener desplegado un potente ejército a miles de kilómetros de España, confeccionar planes navales costosísimos, subvencionar la alimentación de miles de refugiados de guerra en ultramar y al mismo tiempo gastarse grandes sumas en los disfraces de carnaval, estrenar un chaqué nuevo cada fin de año o ir a los toros de San Isidro con mantón de Manila y peineta.

>> No sería justo que mientras nuestros soldados combaten y mueren en lejanos mares o agobiantes junglas ,y los nativos de nuestras colonias, al fin y a la postre compatriotas nuestros, caen depauperados por la falta de medicinas y alimentos, nosotros sigamos viviendo felices ajenos al drama que en esos lugares se desarrolla.”

Weyler y Polavieja preguntaron al unísono: “¿Qué sabe usted acerca de esas medidas?”

Polavieja “Si nos responde a esto, nosotros le diremos nuestras prioridades”

Galindo “La principal fuente de financiación, como a nadie se le escapa, es la emisión deuda pública en forma de bonos del Estado o a cuenta de los bancos centrales de ultramar. Los mencionados títulos están siendo vendidos por doquier poniendo como garantía las rentas de aduanas, las concesiones futuras de ferrocarriles, teléfonos, distribución de electricidad o consumos de petróleos etc….

>>El dinero fiduciario aumentará la proporción con respecto a las reservas metálicas. Por otra parte, se están negociando créditos con los Rothschild y los Hermanos Pereire en base a las prórrogas de las concesiones en las minas de Almadén y Arrayanes -antes de que les tocara y a bajo precio-, también se trata de aumentar las tasas sobre los desmesurados beneficios de Riotinto y otorgar nuevas concesiones sobre los caminos de hierro. Se obtendrá efectivo así mismo de la venta de tierras en las Filipinas y en Guinea, así como de los arriendos de derechos comerciales y franquicias a Japón o Alemania en las islas del Pacífico. Por otra parte, se declararán productos estancos aquellos que se puedan exportar: harina de trigo, aceite de oliva virgen, azúcar de Cuba, tabaco de calidad, café, cacao etc... De esta forma se recaudarán derechos de exportación o se cobrarán impuestos de consumo altísimos sobre productos que se considerarán de lujo. Seguro que se guardan alguna sorpresa para una emergencia.

>>Habrá impuestos nuevos como el de navegación entre España, islas adyacentes y plazas de soberanía -éste último dedicado en exclusiva a la financiación de la Armada- o pequeños recargos sobre teléfonos, correos y telégrafos etc…

>>Les diré que las cosas están tan apretadas que hasta Cánovas ha “invitado” a doña Virtudes para que la Casa Real dando ejemplo, colabore con una quinta parte de los ingresos de todos sus miembros durante tres años, apremiándola para que subvencione parte de la compra de un nuevo horno Siemens para Trubia.”

Polavieja: “Miré no esta mal, porque de lo contrario no se como vamos a artillar Manila o Santiago de Cuba. El horno existente trabaja a todo lo que da para recuperar el tiempo perdido y cumplir con los encargos anteriores de otras plazas como San Juan y Las Canarias, además de los correspondientes Hontorias de la Armada. Tan acuciante es la situación de carencia en la producción de acero que las nuevas piezas de sitio se están fabricando en bronce, cosa que yo creía estaba superada.
>>De todas manera, la Familia Real podrá soportar apretarse el cinturón, lo que desconozco es como hará el Gobierno para que los pobres no se mueran de hambre.”

Galindo: “Ahí esta la economía de guerra, se decretará el racionamiento y con las cartillas se fijará una lista de productos de primera necesidad asegurando el sustento mínimo. Los ricos que quieran disfrutar como si no pasara nada, tendrán que pagar los bienes de lujo a precio de oro.

>>Uno de los ofrecimientos más importantes a Pablo Iglesias fue el cambio de las tasas de consumo por los impuestos sobre las rentas; y esto será así, ya que insisto que los productos o servicios de primera necesidad no tendrán gravamen e incluso se estudia militarizar el transporte, la sanidad etc… con la finalidad de que todos puedan hacer uso de ella. No tengan miedo, no nos vamos a socializar, cuando se supere la crisis recuperaremos el tono de un país civilizado.

>>Con todo, el dinero será insuficiente y el pueblo lo pasará francamente mal, este último aspecto es muy importante. Ya dejé caer antes a don Valeriano la pregunta: ¿quién mantendrá a los reconcentrados de Cuba? y créame, sí que es su problema. No podemos permitir por una parte que la opinión pública mundial piense que somos unos salvajes insensibles que matamos de hambre a los súbditos del Reino y por otra que éstos nos odien para siempre por el mal trato recibido.”

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Cortó Weyler “¿No lo hacen los americanos con sus nativos, los ingleses en la India o los belgas en el Congo?”

Galindo “Si, pero eso no quiere decir que sea justo, nosotros no somos un pueblo demasiado racista. Ingleses, americanos y belgas -estos últimos debe ser porque son medio franceses- pueden hacer lo que les de la gana con su licencia para explotar a otros pueblos o mejor dicho como prefieren llamarles ellos con hipocresía anglo-normanda, con su labor civilizadora. A los españoles se nos mira con lupa, tampoco ayuda mucho que a nosotros mismos nos encante flagelarnos y seamos nuestros mayores detractores.

>>A lo que iba, el Ministerio de Ultramar se encargará de la supervivencia de los internados en los campos de concentración creados por ustedes, proporcionándoles víveres y asistencia sanitaria. No se crean que van a estar en un hotel, será muy duro, pero no queremos escenarios dantescos ni en el Caribe ni en Filipinas. Por otra parte, tampoco deseamos ganarnos el odio eterno de los que serán cuando finalice la guerra, si tenemos éxito, nuestros conciudadanos ¿Cómo podríamos mirarlos a la cara? después que sus ancianos y niños, por ser estos los más débiles, hubiesen muerto a millares.

Polavieja: “Pero hombre, sin una importante parte del dinero de Ultramar ¿Cómo quiere mantener el Ejército Colonial y la Armada?”

Galindo “ El sobrepeso caerá sobre los ya de por sí cargados hombros de los españoles, los cuales en un año seremos todavía más pobres que ahora, no le digo nada dentro de dos o tres.

>> ¿Qué quieren? hacer una guerra pero que pase desapercibidos sus efectos para el país, eso no sólo es imposible sino que al final se volvería en nuestra contra. Menos fiesta, más trabajo y sacrificio, dentro de una década lo agradeceremos.

>> No obstante, no tendremos suficiente montante para hacer frente a todo el conjunto de necesidades, por eso les decía que fijaran prioridades. El Estado ya lo ha hecho, sirva como ejemplo que no correrán buenos tiempos para la educación, las obras públicas, las comunicaciones, las bellas artes, los actos de tipo lúdico, exposiciones internacionales o para sueldos de autoridades y funcionarios.

Weyler “Mi primera prioridad son mis soldados, el coste de cada uno ellos anualmente en ultramar es de unos 200 pesos. Yo ya he manifestado que prefiero menos soldados y a cambio gastarse algo más en su manutención y salud.

>> Canovas estaba dispuesto a mandar hasta 200.000 hombres a la vez a Cuba. “Déme 100.000 en estado de combatir y gástese 1500 pesetas en cada uno de ellos” le dije en nuestra última entrevista. Con eso y extirpando la lacra de la corrupción tendremos soldados fuertes y preparados para lucha. Dediquemos el sobrante a la compra de medicinas y a la investigación sobre la fiebre amarilla, habremos hecho la mejor inversión de la guerra. Aparte sería conveniente no olvidarse de pagarle los sueldos a tiempo a los militares en colonias, garantizando por ley una pensión digna para ellos o sus familias en caso de mutilación o fallecimiento”

Polavieja “Otra vez estamos en sintonía, después de eso lo más importante sería el armamento individual, los famosos maúser del 93.”

Weyler “Hasta cierto punto, a ver si me explico. No se exactamente cual es el precio de los que compramos en Alemania o de los que se fabricarán en Oviedo pero…

Galindo interrumpiendo le dio los datos más o menos exactos de los precios al General1.

>> Ahí quería llegar yo, los fúsiles son indispensables para luchar contra los insurgentes y muy importantes para un combate convencional. Ahora bien, estando escasos de numerario como es el caso, debemos repartir; necesitamos cañones modernos y ametralladoras, además de los maúser.”

Polavieja “La mayor parte del gasto que no va destinado a personal, es para fusiles 2 y su munición.”

Weyler “Si no nos vemos obligados a mantener en Cuba más 120.000 soldados regulares al mismo tiempo y teniendo en cuenta que los Remington están todavía para ser utilizados por tropas auxiliares, podemos prescindir de algunos fúsiles comprando en sustitución unas pocas ametralladoras y algunos cañones de tiro acelerado a mayores, aún así tendríamos Maúser para las reposiciones.

>> Se va a aprobar en breve la compra de 48 cañones de tiro acelerado de montaña Krupp y doce ametralladoras maxim de 7 mm. Sólo para Cuba necesitaría yo ese material -añadiéndole alguna ametralladora más- y otra cuarta parte a mayores para Puerto Rico”

Polavieja “Para Filipinas harían falta al menos la mitad o como muy poco una tercera parte del material asignado a Cuba.

>>En Extremo Oriente, incluidos los archipiélagos de Oceanía, se necesitan un mínimo de 4 baterías de cañones de tiro rápido de montaña y una docena de ametralladoras. Eso sin contar con que hay que completar con dos baterías más de cañones Plasencia al 6º regimiento de artillería montaña que ya se encuentra allí y contar con algunas piezas más de campaña. Por no hablar de la insostenible situación de las defensas costeras que son más propias los siglos XVII o XVIII. Un puñado de cañones de avancarga, incluso hasta alguno de bronce y anima lisa, defienden el honor de España en la enorme Bahía de Manila, siendo peor incluso el estado de las fuerzas navales.”

Weyler “Con la artillería de costa nos puede ayudar la Armada. Los marinos dirán que tienen mucho menos presupuesto que nosotros, siendo eso sólo cierto a medias. Una relación de cuatro uno es la proporción del gasto entre Ejército y Armada, pero también hay una proporción de 10 ó más soldados por cada marinero, con lo que nuestro presupuesto se va en un 90% en personal; mientras tanto la marina se dedica a comprar modernas máquinas e incluso así de esta manera sus marineros están mejor comidos y vestidos que nuestros soldados.

>> Los que más sufren en la Armada son los fogoneros y en cada uno de ellos se gastan casi 500 duros anualmente en mantenerlos. Lo que quiero decir es que la Armada deberá cedernos parte de sus cañones, muchos de los cuales están en los Arsenales esperando mejor uso, otros en barcos que no entrarán en combate por inútiles y los mejor empleados recargan con exageración de poderío a algunos buques, al mismo tiempo nosotros tenemos dificultades para proporcionar alpargatas o un jipijapa a los reclutas.”

Galindo “La Armada jugará un papel principal en todo esto y seguro que sus pérdidas serán desproporcionadas al número de hombres que tienen en revista. ¡No podemos enviarlos al combate sin cañones!”

Weyler: “Ya lo sé, lo único que propongo es una mejor redistribución de sus medios y la mayor eficacia en el empleo de los mismos.

>>Es absurda la diferencia de calibres entre los cañones de los barcos y las piezas de las baterías de costa. Otro ejemplo: en las embarcaciones del servicio de guarda costas -la cuales no van a entrar en combate en caso de guerra- sería mejor que las ametralladoras que se montasen fueran como mucho de 11 mm y se puedan utilizar en tierra. Deben empezar aprovechando la oportunidad con la serie de 18 cañoneras que se van a encargar en Inglaterra y Cádiz para Cuba, a las cuales tienen previsto armarlas un Nordenfelt del 42 mm y un automático Maxim de 37mm.”

Polavieja: “No puede evitarlo, ya le salió su alma de Estado Mayor: distribución y eficacia. Debo admitir a mi pesar que tiene razón el General.”

Weyler “Muchas gracias, escucha que todavía tengo algo más y seguro que terminaras por aprender alguna cosa útil Camilo.

>> La artillería de costa para Santiago y Filipinas no queda más remedio que completarla con otra nueva pagada a toca teja, de alguna manera deberían ayudar los dineros provenientes de las colonias. Para la de campaña existen abundantes piezas en los parques de artillería e incluso se pueden crear batallones o grupos expedicionarios detrayendo secciones de los 13 regimientos de campaña peninsulares.

>> Las dos docenas de nuevas ametralladoras y otros tantos cañones de tiro acelerado a comprar al completo de accesorios -con una primera dotación de munición-, no creo que sobrepasen los dos millones y medio de pesetas. Si no apareciera dinero en ningún otro sitio ¿de qué deberíamos prescindir? de 35 0 40 mil fusiles, pues que se haga.”

“Señores”-intervino Galindo- “no se ustedes, pero yo estoy sediento, les invito a una horchata en la terraza de ese quiosco”.
Don Francisco señaló hacia unas mesas y sillas al aire libre, pertenecientes a un establecimiento situado a las orillas del estanque del parque; no había muchos lugares libres, pero sin duda se haría espacio para ellos.

A las ocho y media de la tarde el tiempo se había dulcificado un poco. Se podían escuchar a los pájaros en los árboles discutiendo por los nidos, risitas de las parejas que remaban en el lago artificial y a una banda que tocaba un conocido pasodoble para deleite de los felices y despreocupados españoles, quienes todavía ignoraban incautamente las estrecheces que se ceñían sobre ellos.

Fin Capítulo IX




1 Un fúsil o carabina hecho en Alemania, bien el modelo español o argentino, costaba al principio unas 150 pesetas unidad. Los que se fabricarían en Asturias 78 pesetas cada uno.
2 Para la guerra de Melilla se adquirieran unos 10.000 maúser argentinos, a continuación se hizo un pedido a Alemania de 75.000, entre carabinas y fusiles. Hasta que salió de Oviedo el primer Mauser español allá por el 96, se habían adquirido unas 200.000 unidades. A partir de ahí se fabricarían unos 30.000 al año, 20.000 en Oviedo y 10.000 en industrias privadas. Total para el primer trimestre del 98 unas 250.000 unidades.

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12 Jul 2010 15:06
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CAPÍTULO X
LAS VACACIONES EN EL NORTE. Palacio del Aiete, San Sebastián. 24 de Agosto de 1895.

La fiesta en el palacio de los señores Duques de Bailen no era una más entre las que daban durante el verano donostiarra, a ésta acudirían los Reyes como despedida de las vacaciones.

Desde el alto de Aiete la vista nocturna era indescriptible, sobre todo con Luna llena. Desde allí se divisaban el Urgull y el Igueldo, la cantábrica Bahía de la Concha y su isla de Santa Clara. Una vez dentro del edificio, éste era sumamente acogedor y decorado con gran gusto; no obstante, hay que reconocer que si el tiempo acompañaba, resultaba más agradable pasear por los jardines o sentarse en un lugar cercano al estanque de los cisnes. Al mismo tiempo se podían escuchar las melodías de la orquesta contratada al efecto o charlar con las amistades en amena critica de defectos ajenos; los cuales, parecidos a los propios, convertían en expertos de ellos a los que platicaban. Sería de gran cinismo el callarse que muchos de los que llevaban chaqué o uniforme eran tan presumidos como las que portaban faldas y relucientes diademas, prestándose como poco con igual empeño a los dimes y diretes sociales que las desdobladas lenguas de sus compañías femeninas.
Esta frívola manifestación para los tiempos que corrían, tenía el dudoso honor de ser el último acto lúdico festivo de alto nivel, donde las autoridades públicas podrían acudir sin ser reprobados. La Comisaría Política del Protocolo Santiago recomendó al Gobierno emitir un bando donde se previniese de la inconveniencia de asistir a aquellos que ocupasen cargos oficiales a lugares de indiscreta diversión, mientras nuestras tropas padecían penurias en nombre todos. Tampoco sería bueno soliviantar a los angustiados obreros y campesinos, dada la continua e imparable devaluación de la peseta que de 25 por libra iba para las 28 y subiendo, con lo cual hacerse con el mendrugo diario de a 20 céntimos el kilo era complicado.

De ahora en adelante, el que quisiera juerga habría de pagarla a precio imposible; el que desease espectáculo lírico, taurino o circense, más de lo mismo. Unos y otros habían de convertirse a fuerza de tasas e impuestos en ocasión más apta de recaudación de benéficos fondos para menesterosos que mundanas expresiones de júbilo. España se transformaba a grandes pasos en un país triste y aburrido, pero también más decente y consecuente dadas las circunstancias de la guerra en que se veía envuelta. Así bebidas y alimentos, diferentes a las racionados, eran un lujo que se pagaba al Estado con creces; el mercado negro un delito de extrema gravedad y de ejemplarizante a la vez que rápido castigo.

Los altos honorarios de artistas y toreros, así como los mayores beneficios de los empresarios del ramo, fueron grabados con dureza; al menos que la recaudación fuera en todo o en parte para las dos causas principales planteadas: la guerra y el hambre, las cuales solo estaban en su comienzo y de las que no se advertía más que el amenazador contorno.

Dejando fuera estas oscuras divagaciones, la presente ocasión era importante por haberse escogido para resolver varios problemas políticos.

Se formaron múltiples corros mientras se esperaba la llegada de doña María Cristina y del todavía adolescente Rey. En ellos se hablaban de diferentes temas según los diversos intereses de los que los constituían.

Había un círculo de especial relevancia que concentraba casi todas las atenciones. En él se encontraba don Antonio Maura como personalidad de mayor relieve político; sin embargo, las miradas se la llevaba la estrella del evento, quien sin duda era aquél joven de atractiva sonrisa, brillante pelo moreno peinado a un lado y rasgos asiáticos.

Un gran número de personalidades rodeaban a don José Rizal, quién se esforzaba en explicar a todos aquellos desconfiados señores lo noble de sus propósitos y la bondad del acuerdo logrado con el señor Maura. Las Filipinas se convertirían en un territorio autónomo con competencias propias blindadas a las injerencias metropolitanas y los filipinos alcanzarían la plenitud de derechos civiles y políticos, participando de la gobernabilidad del conjunto de la Corona. Su representación en las instituciones españolas sería de menor proporción a lo que en verdad por su elevada población les correspondería; esto último, fue aceptado por Rizal como un mal menor y con la finalidad de no levantar más recelos de los que ya había, poniendo como disculpa ante sus paisanos que como el Gobierno central no podía meter sus narices en asuntos estrictamente filipinos, ellos no podían exigir una representación paritaria a la española con relación a sus habitantes.

Él sería el primer Presidente provisional en tanto no se celebrasen elecciones libres y se desarrollara un Estatuto. Sería nombrado Senador Vitalicio, en la seguridad que a la vista de los resultados obtenidos, la Regente lo haría Grande del Reino en breve. A cambio Rizal prestaría su inestimable colaboración para acabar con los bárbaros del Katipunan -a los que detestaba personalmente- y con los moros de Mindanao a los que no apreciaba en más que a los anteriores.

Aceptó Rizal de mala gana el nombramiento de Polavieja como Capitán General, pero al menos había conseguido separar la figura del Delegado del Gobierno para asuntos civiles de la del mando militar puro. Así don Camilo Polavieja sería el Capitán General, ocupando el puesto de Gobernador Civil el también General Blanco y Erenas; debiendo este último, quitarse el uniforme para el ejercicio de su nuevo cargo.

A Rizal le pareció bien el segundo de los personajes. Conocedor de las Filipinas, no en vano era su actual Capitán General, el Capitán General Blanco era hombre mucho más contemporizador y menos enérgico que Polavieja. Las relaciones entre ambos generales más que tirantes se presumían simplemente malas, con lo cual uno sería un contra poder para el otro. Maura le había rogado humildemente que aceptara a un militar como representante civil del Gobierno en primera instancia, más tarde ya se nombraría un paisano. Por el momento no convenía que los seguros enfrentamientos que habría entre ambos se interpretasen como un riña entre civiles y militares.

Cercanos a ellos estaban enfrascados en una apasionada discusión don José Canaleja y los Diputados Generales de Álava, Vizcaya y Guipúzcoa. Exponía el bilbaíno que si a Cuba, Filipinas y Puerto Rico se les concedía autonomía por qué no a ellos también.

Canalejas respondió con contundencia: “Mire señor Goyarrola, porque los condicionantes históricos, geográficos y económicos no son los mismos. A ellos se les conquistó por las armas y ustedes son en gran medida responsables de la conquista del resto de la península; a ellos les vendemos harina castellana, acero vasco y telas catalanas protegidas de competencias extranjeras y a ustedes les compramos productos metalúrgicos más caros y de peor calidad que los ingleses; ellos están a miles de millas de distancia y ustedes están aquí a lado, dependiendo sus infraestructuras y organizaciones de las nuestras y viceversa; y por último, no me negará que aunque sean propietarios de importantes napias y grandes apéndices auditivos, se parecen ustedes más a un andaluz que a un filipino o negro caribeño, sin desmerecer en nada a estos su raza.

Álvaro Lezo “No se confunda señor Canalejas, nosotros no somos nacionalistas, mucho menos en Álava. Personalmente estoy más cercano políticamente a usted que a ese chalado de Sabino. Máxime ahora con la que está cayendo y el desprestigio a que lo tienen sometido.

>> Yo soy tan español como el que más, pero tengo unos usos y unas costumbres propias a las que no puedo ni quiero renunciar”

“Y si he de renunciar, prefiero estar solo que con España. A mi sólo me valen Dios y las leyes viejas”. Puntualizó, el Guipuzcoano Manuel Lizariturry.

José Canalejas “Es curioso como los colectivos no asumen las responsabilidades de los actos de sus lideres. Señores ustedes están rabiosos por la pérdida de los fueros en la última guerra carlista, no quieren recordar que tomaron un partido y fueron derrotados. Lógicamente eso lleva consecuencias. ¿O acaso si los liberales hubiesen sido los perdedores, les darían los tradicionalistas desigual trato?

>>De todas formas, el resto de los españoles, esos mismos maquetos o charnegos despreciados por unos y objeto de burla por otros, somos generosos. Acójanse a la nueva ley de régimen local y formen una mancomunidad, uniendo las competencias de las diputaciones provinciales en unas Juntas Generales del País Vasco reunidas bajo el roble de Guernica”.

Goyarrola. “Eso lo puede hacer cualquier región ¿Cuál sería nuestro hecho diferencial?”

Canalejas. “¿No han pensado nunca que su machaconamente repetido hecho diferencial puede llegar a ser insultante para el resto? ¿Qué se creen ustedes?: que los castellanos, gallegos o manchegos nos hemos caído de un guindo y no tenemos tradiciones genuinas, sin necesidad de crear algunas artificialmente. Incluso sí me apura, tenemos tan buena gastronomía como la suya.”

Lizariturry. “¿Qué me dice de nuestro idioma el “basco”?”

Canalejas. “Primero que no hay un idioma vasco sino cientos y segundo que las lenguas son algo vivo que con la edad tienden a crecer, madurar y morir, sirva de ejemplo el propio Latín. Estoy seguro que el español no será eterno.

>>De todas formas, hablen en lo que ustedes quieran, nadie se lo impedirá y espero que actúen a la reciproca con el que deseen expresarse en castellano en sus territorios. Voy a ser claro, les ofrezco formar una mancomunidad privilegiada rescatando sus fueros. Consensuemos un concierto económico, permitamos que el servicio militar se realice en los territorios forales -excepción hecha de ultramar- y démosle carácter oficial a vascuence. Únanle además una delegación de competencias en asuntos como la seguridad pública, la enseñanza primaria o la explotación pesquera cercana y acepten de forma definitiva cerrar su constante reivindicación victimista como nacionalistas.”

Elzo. “Creo que podemos alcanzar un acuerdo admisible para todos. A cambio le ayudaremos en la crisis ultramarina”

Canalejas “Por favor no insulte mi inteligencia, no me cabe la menor duda que nos ayudarán en Cuba y Filipinas. Después de los catalanes son los españoles que más intereses tienen allí, lo que preocupa es lo que harán si perdemos.”

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Traducción al español por Huan Manwë para phpbb-es.com