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 1898. Hasta el último hombre... 
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CAPÍTULO LII

LA INVASIÓN DE PUERTO RICO.

Transporte “City of Macon”, Guánica, Puerto Rico. 2 de Agosto de 1898.

Desde el vapor en que se había establecido el Cuartel General, Nelson Miles dirigía las operaciones de desembarco personalmente. Ayer al atardecer, una patrulla tomará tierra por primera vez para organizarlo todo en el puerto, al amanecer comenzó la invasión propiamente dicha.

15.000 soldados, un acorazado, un monitor, 2 cruceros protegidos, 4 cruceros Auxiliares , un par de embarcaciones menores armadas y más de 20 transportes atestados hasta la bandera de tropas; eran las fuerzas del Comandante en Jefe del Ejército de los EEUU para invadir Puerto Rico.

Su primera intención fuera la de desembarcar en Fajardo -punta Este de Puerto Rico- y dirigirse desde allí directamente a San Juan, situado a menos de 50 kilómetros al NW. Sin embargo el Mayor General Miles cambió los planes, al enterarse que los españoles podían tener conocimiento de los mismos y estarlos esperando. Decidiéndose entonces a tomar varios puertos al Sur de la isla y progresar por el interior hacia San Juan. Más lento, pero más seguro, Miles no quería cometer los mismos errores que Shafter en Santiago. De hecho, el desembarco en Guánica, Ponce y Arroyo se desarrollaba con mucha más precisión que el desastroso de Daiquiri.

Como de costumbre los españoles no presentaban oposición al mismo, la nueva doctrina de su Escuela de Guerra imponía la concentración de fuerzas. No obstante, en este caso se cometiera un error; se habían concentrado en Fajardo y ahora tenían que rectificar haciendo una contramarcha a toda velocidad, presentando batalla en lugares con una débil organización defensiva

Otro error español, era el haberse casi olvidado de los movimientos independentistas de Puerto Rico, al ser teóricamente estos muy débiles. Los americanos habían movidos sus espías con más despreocupación por la pequeña isla que por la Gran Antilla; por otra parte, tenían bastantes contactos con los independentistas de la muy leal Isla de Puerto Rico que les apoyarían durante la campaña.

División del General Ortega. Camino de Caguas, 25 Km al Sur de San Juan. 18:00 horas del 2 agosto de 1898.

Ortega había mandado por delante algunas avanzadillas para hostigar al enemigo e impedir que progresaran rápidamente hacia el interior. Él personalmente montado a caballo y acompañado de su Jefe de EM ,el Tcol Larrea, se dirigía a marchas forzadas a tomar posiciones en la Cordillera Central. Sus columnas las formaban largas hileras de soldados sin más bestias que las que portaban a lomos las piezas de montaña o en carro las de campaña.

Las fuerzas españolas de la división Ortega estaban compuestas por tres batallones de Infantería del Ejército regular 1 , tres del mismo Arma de provisionales de Puerto Rico, el 17º de artillería montaña -constituido hace tan sólo 18 meses- y un par de compañías de Ingenieros; un total de 6.500 hombres si contamos la intendencia.

Los refuerzos recibidos de la Península, 2.600 soldados,-aquí iba el último hombre- se sumaban como reserva a la retaguardia: 2 batallones expedicionarios de cazadores 2, el de San Fernando de Infantería de Marina 3, dos baterías de artillería de campaña y un destacamento con las Gatling que habían venido de Cuba. Como quiera que no se consiguió que Madrid enviase caballería, se decomisaron caballos particulares y constituyeron una fuerza de cuatro escuadrones con Oficiales de otras armas, suboficiales o tropa que supieran montar y voluntarios de probada lealtad.


Para guarnición de la Capital se contaba con el 12 regimiento de Artillería de Plaza, con la mayor parte de fuerzas del 14 tercio de la Guardia Civil y unos 5.000 voluntarios. Otros 3.000, de los últimos, desertaron al recibir la orden de concentrarse en la capital dejando desguarnecidas sus localidades de origen. La Isla estaba superpoblada con más de 900.000 habitantes, la mayoría de los leales a España se refugiaron en San Juan.

Una vez confirmado el ataque al Sur, estaban obligados a desplazar la División de Operaciones del General Ortega a toda prisa y asentarse en un terreno poco organizado por la falta de tiempo; esto es en la Cordillera Central, que dicho sea de paso estaba más al Sur que en el centro.

El General Ortega -contando con los refuerzos llegados de España a última hora- disponía para sus más 9.000 hombres de 28 cañones 4 y 6 ametralladoras 5. La Marina aportaba dos Hontoria de 7 cm del “Isabel II”, 6 Sarmiento mismo calibre de tr.6 -venidos con el Batallón de San Fernando- y las tres últimas ametralladoras que quedaban en España de 11 mm 7 .

Además en la Capital para los 7.000 defensores -aparte de la artillería de costa, bastante dañada por el bombardeo del 12 de Mayo- contaban con 12 piezas específicas para sitio -tipo Plasencia y Mata 8-y ocho antiguos cañones de montaña Whitworth (avancarga 4 ½ cm).

En los días siguientes, las fuerzas principales del valiente hasta la temeridad General Ortega se harían fuertes en las alturas de la cordillera central: Guamani, Asomante, Aibonito y Coamo; allí esperarían a los americanos.



1-Batallones: Alfonso XIII, Patria y Principado de Asturias.
2-Batallones expedicionarios: 1º Mixtos de Madrid, Burgos y Cádiz, 2ª Mixto de Barcelona y Valencia. El número de plazas no llegaba a las 800 y su denominación de Mixtos obedecía a que la procedencia de sus compañías eran de diferentes gobiernos militares. La situación era demasiado apurada y había que hacer estas componendas.3-3- 3-Integrada por los últimos trozos de los tres departamentos marítimos y personal de seguridad de los Arsenales, 750 infantes

4-8 Krupp tiro rápido, 8 Plasencia de montaña de 8 cm, 8 Plasencia de campaña 9 cm y cuatro Nordenfelt de defensa costera montados en cureñas de campaña.
5-3 maxim 11 mm y 3 viejas máquinas Gatling.
6-Desembarcados del “Pelayo” y los acorazados guarda costas.
7-A la fábrica de Placencia de las armas que había obtenido licencia de Vickers se le encargó la fabricación inmediata de 18 máquinas de 7 mm para la península
8-6 cañones 120 mm; 2 obuses 150 mm y 4 morteros 150 mm

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CAPÍTULO LIII
INCIDENCIAS DEL ESTADO DE GUERRA (7)

Crucero acorazado “Princesa de Asturias”, 2 millas al Este de la Isla del Pescadores en el estrecho de Long Island Sound, Nueva Inglaterra. 06:30 horas del 3 de Agosto de 1898.

Si cuando la brumilla mañanera se empezó a disipar, el CN don Joaquín Bustamante hubiese podido ver la cara de estupor que había puesto el farero de Gull Little Island -al distinguir la bandera española a la popa de los dos barcos que se dirigían directos a la Isla del Pescador- se hubiese llenado de gozo y orgullo.

Alrededor de las seis menos cuarto de la mañana, los cruceros acorazados de la Armada española “Princesa de Asturias” y “Cristóbal Colón” habían dejado por su costado de babor Punta Montauck en la esquina Este de Long Island, a continuación, se encaminaron decididamente hacia la isla del Pescador. Las 1.400 millas de travesía entre San Juan y Nueva York habían sido navegadas con estudiada lentitud, se pretendía de esta manera que los americanos pensaran -dado el tiempo que trascurriera desde que zarparan de San Juan- que su destino era Europa y así bajaran la guardia, además debían tener la seguridad de que el artefacto submarino de Matanzas estaba preparado.

El Estuario de Long Island esta separado del Atlántico por un grupo de islas que van desde el continente hasta la misma Isla Grande en dirección SW. Una vez franqueada la barreara natural por el Norte, hay poco más de 80 millas de distancia a Nueva York a través de la gran bahía.

El par de buques de guerra al mando del CN 1ª don José de Paredes -a bordo del “Colón”- no pretendían tanto como llegar al mismo Manhatan, se conformaban con cañonear sin mucho rigor algún incipiente puesto defensivo y declarar bloqueado el mayor puerto de los EEUU un par de días.

Si la improvisación era característica hispana, más bien parecía que se la habíamos contagiado a nuestro adversario. Iba para una década que los yanquis andaban a vueltas con proyectos y grandes presupuestos para la fortificación de sus costas. En Agosto del 98, todavía no tenían emplazado de manera definitiva ninguna pieza de artillería moderna en la red de fuertes que se estaba construyendo a marchas forzadas a lado Este de Long Island Sound. Ya en su interior y cerca de la New York City, poseían dos castillos fuertemente artillados -Slocum y Totten- y fondeados unos cuantos torpedos eléctricos.

Lo que tenían delante ahora lo podían considerar un inesperado regalo. El “USS Sangamom” era un viejo dinosaurio suelto en las aguas cercanas de la ciudad más moderna de mundo. El monitor clase “Passaic” de 1.800 toneladas, no daba más de seis nudos de velocidad y tenía dos enormes cañones de avangarga por armamento -siendo el mayor de 15” de ánima lisa-. Varios de estos arcaicos artefactos habían sido dados de alta para el servicio con la finalidad de completar la defensa de algunos puntos de la costa. Cuatro de ellos flotaban entre Nueva York y Boston.

Cuando Bustamante lo vio, no lo dudó ni un instante y se lanzó a por él como un poseso; rápidamente, su buque alcanzó los 20 nudos que daba el tiro forzado de sus potentes máquinas a más de 15.000 caballos. Los tripulantes de la Reserva Naval de New YorK que llegaron a realizar hasta tres disparos con sus armas de museo, se vieron apabullados por la lluvia de proyectiles de las piezas de caza de los dos cruceros. Bien cierto que poseían una coraza de hierro forjado respetable, pero era totalmente inútil a la decreciente distancia a que se hallaban los cañones de 120, 140 y 150 mm del enemigo. El tirar sobre la cubierta con las armas ligeras, hasta produjo cierto reparo a los nuestros, pues aquello se empezaba a semejar más a cacería de conejos que a batalla. Pasados los 10 minutos del primer disparo, el “Sangamon” arrió la bandera.

Nuestros barcos les dieron cuartel para arriar los botes salvavidas e instrucciones a la tripulación para dirigirse a la isla del Pescador; aunque derrotados, quedaban libres. Una vez sin marinería a bordo, el “Princesa de Asturias” le largó un torpedo de 90 kg, 30 segundos más tarde del impacto el viejo monitor empezaba a hundirse.

Tras el festín que se dieron con el “Sangamon”, los dos cruceros realizaron un repaso artillero a los emplazamientos de las defensas costeras que se estaban construyendo en los fuertes: Wright, Michie y Terry. Antes de retirarse pusieron rumbo a Punta Montauk, de donde a un par de millas al Oeste, el corneta del campamento entrenamiento militar Wyckoff tocaba a diana. Sin embargo, allí se vieron sorprendidos por el fuego del Fuerte Tyler, el cual al parecer disponía ya de algunos cañones. Uno de 8” atravesó la moderna coraza del “Colón”, en principio la sólida nave encajó el golpe con entereza; días más tarde, pagaría sus consecuencias.

Los buques españoles se abrieron a la entrada y desde allí informaron a las estaciones yanquis que el puerto de New York estaba bloqueado al tráfico marítimo oficialmente, era importante que las noticias salieran en los periódicos de todo el mundo. Como el puerto de New York tenía otra entrada al Sur de Long Island a unas 90 millas -en este caso protegida por el Fuerte Hancock con 18 piezas de gran tamaño-, el “Colón “tomó rumbo hacia aquel lugar; permanecería a más de 10 kilómetros de distancia impidiendo a los mercantes el acceso o la salida, si eran americanos los hundiría y a los de países neutrales los desviaría.

El CN 1º Paredes y sus Comandantes -Bustamante y Moreu- sabían que en dos o tres días aparecerían buques de la escuadra americana, entonces se retirarían con el objetivo cumplido. Los ciudadanos americanos considerarían intolerable el ser atacados en su propio país y sin duda asustados por los fracasos y mentiras de su Gobierno impondrían negociaciones. Por lo demás estaban tranquilos, de carbón se saciaran en San Juan -aunque alguno era de origen asturiano- y de munición lo mismo. El Estado Mayor de Almirantazgo tuviera la previsión en su momento de colocar depósitos de artillería en varias plazas fuertes. La capacidad de reposición era limitada para atender toda una flota, pero suficiente para los cañones del “Princesa de Asturias. El caso del “Colón” era diferente, el calibre de la mayoría sus piezas medias no era el habitual en la Armada; sin embargo, era el buque que menos disparos efectuara hasta la fecha, además como se había limitado a sí mismo los de 254 mm, llevaba un número superior de dotación de 150 mm.

Transporte armado “León XIII”, puerto de Honolulu. 4 de Agosto de 1898.

El Capitán Amezaga estaba herido de bala, pero lo que más le dolía era que su buque hubiera sido apresado por enemigo.

El “León XIII” llevaba desde el mes de Mayo colaborando con los insurrectos hawaianos transportando hombres y material entre islas. El anticuado aviso americano “Mohican” era demasiado lento para darle caza y su armamento de mayor calibre anacrónico, por lo cual se dedicaba proteger el puerto de la capital o a transportar tropas propias.

Ayer al mediodía, el operativo español en las Hawai se había ido al traste. De súbito y sin aviso previo apareció el crucero protegido “Philadelphia”, justo cuando el barco del Capitán Amezaga estaba terminando una operación de desembarco con tropas nativas que transportaba al norte de la isla de Oahu. Allí Robert Wilcox reuniría sus fuerzas y comenzaría la marcha hacia Honolulu en compañía de los hombres del CF Menacho.

En varias de la islas del archipiélago la insurrección se había generalizado triunfante, lo que pretendían ahora era evitar que el día 12 los americanos proclamaran oficialmente la anexión como estaba previsto. Es más, al día siguiente los rebeldes harían un manifiesto que se publicaría en los periódicos de medio mundo -en artículos pagados mayormente con fondos de la Oficina-, en el mismo el nuevo primer ministro -Robert Wilcox- restauraba la monarquía parlamentaria en la persona de la Reina Lili´Uokalani. La Monarca casualmente había abandonado los Estados Unidos y estaba de viaje por Europa.

El “León XIII” fue sorprendido mientras permanecía fondeado a más de un kilómetro de la costa. Sus embarcaciones auxiliares al completo se habían arriado, estando ocupadas en ir y venir de la costa al barco portando hombres y pertrechos, por esto último don Greogorio no pudo abandonar la nave y abrir lo grifos de fondo para hundirla.

En un alarde de valor, él mismo tomó una ametralladora multitubo Nordenfelt de 25 mm para abrir fuego sobre las vedettes artilladas enemigas que trataban de impedir el desembarco de los últimos botes. La apabullante respuesta yanqui no se hizo esperar, el “USS Philadelphia” era mucho barco de guerra para un transporte armado con unas pocas piezas de artillería.

El Capitán Amezaga cayó herido, un trozo de desembarco norteamericano se hizo cargo del buque. A continuación el vapor español fue conducido en condición de presa de guerra a Honolulu por el crucero americano, el cual enarbolaba la insignia del Comandante en Jefe de la Pacific Station de la US Navy. El Contralmirante J. N. Miller en persona estaba en las Hawai.

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CAPÍTULO LIV
LA HAZAÑA DEL “PERAL”

Torpedero sumergible “Isaac Peral”, Bahía de Matanzas. 20:30 horas del 5 de Agosto de 1898.

A pesar de que el casco de acero permanecía todo el día en un lugar apartado y bajo un toldo a modo de palio -con la intención de preservarle de vistas ajenas-, dentro se había acumulado demasiado calor a lo largo del día.

Poca luna, cielo encapotado y mar calma: la noche perfecta para la operación. El artefacto era remolcado por el cañonero “Martin Alonso” para que no gastase la energía de sus acumuladores, a corta distancia eran escoltados por la blanca figura del “Hernán Cortes”.

La boca de Bahía de Matanzas desde que entrara el “Monserrat” había estado bloqueada por el crucero auxiliar “Yankee” y un par de grades cañoneros, amén de un número sin determinar de embarcaciones menores -torpederos, yates, avisos, etc…-. Hoy por la mañana, sorprendentemente no quedaba nadie ahí fuera, durante la noche todos desaparecieron como por arte de magia. De La Habana le informaron a Osborne que el momento había llegado, que tomarán precauciones pero que previsiblemente no habría ningún barco importante para vigilarlos durante unos días.

Como el “Princesa de Asturias” y el “Colón” ,¡parecía increíble!, tenían bloqueado el puerto de Nueva York; la Navy no tuvo más remedio que enviar a la zona de Nueva Inglaterra al “Iowa”, “New York”, “Montgomery”, un par cañoneros y dos torpederos. Al quedarse sin buques en La Habana, lo que tenían en Matanzas debía reforzar el pobre bloqueo establecido sobre la capital de la isla.

Sin contar a Alejandro Osborne, la nave iba tripulada por cinco Tenientes de Navío, un Contramaestre y dos maquinistas. José de Moya -quien hacía las veces de Comandante- con la disculpa de rellenar el diario de abordo ofreció a Alejandro asomarse por la escotilla que daba acceso a la cubierta. El agente no lo dudó ni un instante, sabía que no habría más oportunidades y estaba empezando a agobiarse.

Subió por una escala metálica vertical, dejando medio cuerpo dentro de la nave y el otro fuera. La oscuridad era casi absoluta, apenas si podía distinguir la popa del “Martín Alonso”, el cual les precedía dándoles un cabo remolque a unos 40 metros. La mar estaba como un plato, cosa que les permitía navegar con la escotilla abierta una vez abandonado el puerto; aunque todavía no habían empezado a llenar los depósitos de agua a modo de lastre, el tipo de cubierta que tenían embarcaba mucha agua siendo la reserva de flotabilidad muy escasa. A su espalda se levantaba una torreta de bronce con varios portillos, la misma sobresalía de la estructura fusiforme aproximadamente metro y medio. Esa parte era la portadora de algunos de elementos esenciales de la extraña nave, como del anteojo marino y la aguja magnética.

En hora y media, su particular nodriza remolcó al “Peral” hasta el extremo NW de la bahía, a 8 millas de Matanzas. De donde se encontraban, La Habana distaba poco más de 60 millas. El cañonero-torpedero les arrastró durante otros 60 minutos, entonces cobró el cabo de remolque y desapareció en la soledad de la noche; en poco más de una hora, ellos estarían de vuelta en casa.

El TN Moya le pidió amablemente a Alejandro que le cediera su puesto. Una vez dentro, Osborne le preguntó a Manuel -jefe de maniobra- por la velocidad, éste miro la corredera eléctrica y con seguridad le contestó que nueve nudos.

Ya con la escotilla cerrada, siguieron navegando en superficie durante bastante tiempo. José permanecía de pie en la torreta observando el exterior a través del grueso cristal de los portillos, a los cuales de vez en cuado aplicaba un limpiador automático. En varias ocasiones encendió brevemente los proyectores que iluminaban a más de cien metros de la proa la superficie del agua. Pasadas tres horas la media noche, el TN José de Moya ordenó inmersión; el mismo oficial cegó los portillos de la torre con sus tapas metálicas, atornilladas estas a rosca de mariposa. Los lastres de ocho toneladas de agua se llenaron despacio, cuando estuvieron a tope, las dos hélices verticales de los extremos conectadas al aparato de profundidades se pusieron en marcha.

“Manuel cota a 10 metros” ordenó el Teniente Antonio.

El oficial miró el compás magnético que iba en la torreta de bronce y continuo dando instrucciones:

“Don Tomas rectifique rumbo 5 grados a estribor” Tomás el Contramaestre ejercía de timonel.

“Señor Matalobos 4 nudos. Pretendo llegar con el amanecer” El Maquinista de 3ª Luque Matalobos era el jefe de máquinas.

“Pedro por favor conecta el purificador del aire”

Un ruido sonó fuera, Alejandro asustado preguntó que era eso.
TN Manuel Cubells, jefe de maniobra “No se preocupe mi Comandante, son las hélices de eje vertical del aparato de profundidades que se pone en funcionamiento automáticamente para mantener trimada la nave”

Alejandro “Me pone los pelos como escarpias que este maldito aparato tan sofisticado lo hayamos inventado los españoles”

TN Antonio García especialista en electricidad “Lo mismo le pasa a la mayoría de nuestros paisanos, por eso hemos tenido tantos problemas. Nos da miedo pensar que esta envidia de medio mundo, la construimos nosotros. A lo mejor no somos tan tontos y no necesitamos gobernantes paternalistas.
>>Sepa que un tal Holland ha fracasado en los EEUU con las pruebas de su torpedero submarino llamado “Pugler”. Problemas con la baterías y de nivelación de la nave, la Marina yanqui lo ha rechazado.”

La navegación continuó durante horas en un silencio sólo roto por los inquietantes crujidos del casco producidos por la presión exterior. El frío se apodero del cuerpo de Osborne, debía ser cosa del agua que enfriaba la estructura metálica de la nave, él nunca había sentido miedo.

“USS Miantonomoth”, 12 kilómetros al Norte de La Habana. 06:15 horas del 6 de Agosto de 1898.

El Capitán Mortimer patrullaba las aguas costeras de La Habana desde primeros del mes de Mayo. Poco a poco, se dio cuenta como la bajas sufridas por las unidades de la Navy durante la campaña, repercutían en la consistencia del bloqueo que ejercían sobre La Habana los buques de la agrupación naval de su país destacados al Sur de Key West. Tanto es así, que desde hace dos días el monitor a su mando se había convertido en la capitana de la fuerza.

Por tanto su buque, un buen crucero auxiliar y media docena de grandes cañoneros; auxiliados por algunos yates, avisos y torpederos eran lo que restaba para impermeabilizar la entrada al puerto de La Habana. A mayor dificultad, las unidades se tenían que separar por encima de los 10 kilómetros de la costa, ya que la artillería del principal bastión del Imperio español en América estaba potentemente dotada con 20 bocas de fuego de más de 200 mm, una docena de 150 mm y 10 de tiro rápido -sin contar otras muchas de mayor antigüedad-.

Jonson C. Mortimer estaba ansioso y dormía mal, la responsabilizad le atenazaba; sobre sus espaldas recaía la pesada carga doble de que no llegarán provisiones a La Habana y además la de no verse sorprendido por la correría de algún crucero acorazado español, de los que al menos dos andaban jugando a los corsarios por el Caribe y la costa atlántica de su país.

Tomó café con leche y una tostada, saliendo a cubierta para fumar un cigarrillo; en breve, empezaría a clarear otro caluroso día caribeño. A su banda de estribor -a menos de mil yardas y entre su buque y la costa- observó algo extraño. Antes de avisar al pequeño yate “Sylvia” para que se acercase a inspeccionarlo, pidió a un marinero que le trajera unos prismáticos y encendieran un proyector, aquello se asemejaba a una ballena muerta.

Torpedero sumergible “Isaac Peral”, unas 6 millas al norte de La Habana. 06.50 horas del 6 de Agosto de 1898.
Una tenue luz despuntaba por el Este, no tenían más tiempo, el ataque debía producirse ya. Por otra parte, la velocidad había sido máxima durante todo el trayecto y aunque se le suponía una autonomía de 130 millas a ese régimen, los aparatos que marcaban la carga de las baterías avisaban de que ésta había disminuido bastante.

Alejandro observó como sobre la mesa de derrotas se reflejaban las imágenes de la superficie a través de la reflexión en varios prismas pertenecientes al anteojo marino. La distancia calculada con el aparato de puntería al inmóvil blanco era de 700 metros. El objetivo aunque parecía grande, apenas si sobresalía del agua, debía ser un monitor.

TN José Moya “Juan si estas listo lanza el torpedo en honor de nuestro eterno Comandante.” toda la tripulación brindo el torpedo “por el Teniente Peral”

El Teniente Juan Irribarren tiro de la palanca, un torpedo Schwartkopff de 356 mm abandonó el compartimiento estanco a 25 nudos. El submarino se inclino lentamente pero las hélices de eje vertical lo volvieron a trimar. Alejandro ayudó a introducir un segundo torpedo -normalmente el otro torpedero era José Moya-; el arma llevaba pintada la leyenda “regalo de Barceló” , al parecer el primero de los lazados tenía la misma inscripción esta vez con el “Retamosa” 1.

Unos disparos de armas ligeras impactaron el tubo del anteojo y en una hélice. El Teniente Iribarren lanzó el segundo torpedo, casi al mismo tiempo que Moya ordenaba la cota máxima de 30 metros y giraba en redondo rumbo a toda hacia La Habana. Una gran explosión se oyó en el exterior; el submarino se estremeció, incluso algo de agua empezó a colarse por los remaches, los tripulantes acudieron a la carrera para intentar taponarlas

Tres cuartos de hora más tarde sonaba una sirena que avisaba del fallo de los acumuladores.

TN. Pedro Mercader especialista en electricidad “No queda otra que salir a superficie José”.

En cuanto pudo, el Comandante del “Peral” saltó a cubierta y desplegó con ayuda de Alejandro una enorme bandera española sobre el mástil de la torreta a modo de identificación.

Estaban todavía a poco más de una milla de la entrada a la Bahía de La Habana, a sus espaldas varios cañoneros disparaban sobre ellos. Los cañones del Morro y otros obligaban a los barquitos yanquis a que su fuego fuera lejano y poco preciso.

Tres rápidos torpederos -de buen tamaño para esa clase de buques, posiblemente el “Cushing”, “Porter” y “Dupont”- aprovechando su talla, velocidad y fácil maniobra se adentraban dentro del campo de tiro de las baterías. Los cañoneros torpederos “Nueva España” y “Marqués de Molins” -tipo “Temerario”- aparecieron despuntando entre los castillos del Morro y San Salvador de la Punta al rescate; inmediatamente detrás, salían los cañoneros “Infanta Isabel”, “Conde Venadito” y “Magallanes” 2. Como los torpederos yanquis no eran acompañados de otros buque mayores, tuvieron que dar media vuelta y largarse de allí.

Osborne había pasado aviso a Perico “el Vista” sobre la acción que se pretendía, para que éste a su vez alertará a las unidades navales del apostadero a fin de que estuviesen preparadas. Solamente el Contralmirante Manterola y el Segundo Cabo González Parrado sabían los detalles de la operación. Si salía mal, no se quería que se tuviese noticia de ella hasta después de la guerra, para así no favorecer la propaganda enemiga y dañar la moral propia. Si iba bien, debía mantenerse la discreción debida para guardar el secreto del arma, además estaba el problema del veto británico al uso de submarinos.

Con lo que fuese, los tripulantes de aquél tímido submarino, producto de la mente de un inventor genial, acababan de cambiar la historia de la guerra naval moderna con una gesta sin precedentes. Lástima que el hecho no pudiera divulgarse por el momento, más tarde mucha gente lo pondrían en duda.



1-Los torpedos del “Peral” eran prestados por los torpederos “Barceló” y “Retamosa”
2-Gemelo del Lezo.

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16 Ago 2010 09:39
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CAPÍTULO LV
EL RAID DEL COMODORO WATSON.

“USS Mineanápolis”, una milla y media al sur de las Isla Cíes, Vigo, España. 07:40 horas del 8 de Agosto de 1898.

El Comodoro Watson no podía permitirse el lujo de disfrutar del maravilloso paisaje que se abría a su proa; estaba demasiado preocupado para interesarse por ello, la visibilidad reducida de los dos últimos días le había imposibilitado contactar con el vapor-aviso que procedente de Inglaterra debía haberle traído noticias frescas de España. Tuvo que contener su marcha y sólo así consiguiera avistarlo ayer por la tarde a unas 100 millas de la costa, un día más tarde de lo convenido y por lo tanto las novedades eran como poco 48 horas diferidas sobre el tiempo real. Hasta hace dos días la Escuadra de defensa costera española permanecía en el Golfo de Cádiz, ahora vayan a saber ustedes donde estaba.

No debía regresar sin haberlo intentado -le harían un consejo de guerra y quedaría como un cobarde-, resignado tomó rumbo a lo costa gallega para atacar a la primera hora de la mañana. A 30 millas dejó los tres carboneros -ligeramente armados- con instrucciones de que si en 36 horas no recibían noticias, debían volver a su país por cuenta propia.

La quilla del “Minneapolis” cortó las cristalinas y gélidas aguas cercanas a la Isla de San Martiño en el canal al Sur de las Cíes. Al principio nada más le habían disparado desde el pequeño archipiélago de la entrada, pero dada la antigüedad de las piezas parecían más salvas de bienvenida que el ataque de un enemigo.

La cosa cambió al sobrepasar las Cíes; a unas cuatro millas de la población, desde uno de los fuertes situado en un alto, abrió fuego un cañón moderno de calibre medio. Watson ordenó a los comandantes de su escuadra que barrieran del mapa el baluarte enemigo.

08:15 Crucero auxiliar “USS Yosemite”, Bahía de Vigo.

El Capitán Emory -quien se embarcaba en el crucero auxiliar “Yosemite” 1- era el segundo de la Escuadra americana del Este, a él se le encomendó la vigilancia exterior de la bahía. Su nave, en concreto, se ocuparía del acceso por el canal del Norte; el otro crucero auxiliar de nombre “Badger” 2 -al mando del Capitán de Corbeta Snow-, se encargaría de la vigilancia del canal situado al Sur.

El Comodoro Watson tenía la mosca detrás de la oreja por lo que pudiera venir desde mar afuera en refuerzo de los españoles.

Los otros cuatro navíos de guerra de la escuadrilla se internaron en la ría. El crucero protegido “Minneapolis” 3 -insignia y gemelo del Columbia- y el crucero protegido “San Francisco” 4 se detenían justo al través del Puerto de Vigo -margen Sur de la Ría- alrededor de las nueve menos cuarto de la mañana; allí entablaron desigual combate con los cuatro cañones de 150 mm Ordóñez modelo 1878 del Castillo de A Laxe, emplazados a poco más de una milla de distancia. Justo enfrente y a similar distancia desde Cangas, abrió fuego una batería de cañones de sitio 150 mm traídos por el Ejército, respondiendo a los requerimientos del Vicealmirante Butler.

Algunas minas hicieron explosión y fallaron, los americanos en respuesta arriaron sus botes con personal especializado en su búsqueda y desactivación; aunque en principio, la acción entrañaba serio peligro, los españoles no disponíamos de cañones de tiro rápido o ametralladoras para impedirla. Acertar a los pequeños botes con una pieza de 150 mm de sitio era una quimera. Además de bombardear el Fuerte artillado, varios proyectiles comenzaron a caer sobre las instalaciones portuarias e incluso unos pocos de ellos -los yanquis dijeron después que errados- hicieron blanco en la misma población.

El pequeño crucero protegido “Montgomery” 5 -gemelo del Marblehead- y el cañonero “Wilmington” 6 continuaron camino hacia el interior a buen ritmo, su objetivo todavía se encontraba a más de siete millas de distancia.

En breve el Comodoro Watson ofrecería una tregua para negociar sus demandas. Los defensores en principio no la aceptarían, aunque el mensaje enviado decía bien a las claras que si en el plazo de una hora no le entregaban los 200 prisioneros norteamericanos y el cañonero “Marietta”, su escuadra bombardearía la ciudad abiertamente.

Acorazado guarda costas “Numancia”. Costa de Portugal, 45 millas al Sur de la Ría de Vigo. 09:00 horas del 8 de Agosto de 1898.

Si cuando era guardia marina -hace unos 30 años de eso- le hubiesen preguntado al Capitán de Navío don Julián García de la Vega de que buque le gustaría ser el Comandante en un futuro, habría dicho sin titubeos que de la fragata acorazada “Numancia”, uno de los buques de guerra más poderoso de su época.

Habiendo sido recibida por la Armada española en 1864 como fragata blindada, estaba superada por los adelantos modernos del momento; sin embargo, después de ser íntegramente remodeladas las 7.300 toneladas de su casco metálico 7, instalada una cubierta protectriz -sobre calderas y máquinas 8- y artillada la nave por modernos cañones 9, el nuevo guarda costas acorazado representaba un eminente peligro para cualquier buque medianamente protegido.

Para el CN García era un gran honor gobernar el primer buque acorazado que diera la vuelta al mundo, ocupando el privilegiado puesto que ostentara el insigne Brigadier don Casto Méndez Núñez al zarpar de España en febrero 1865 hacía el Pacífico.

Como Jefe de la Agrupación naval había sido nombrado el Capitán de Navío de 1ª don Ramón Auñón, quien navegaba en cabeza a bordo del acorazado “Pelayo”. El otro buque principal de la agrupación era el acorazado guarda costas “Vitoria” 10 -muy similar en todo al “Numancia”-. Les auxiliaba el cañonero-torpedero “Destructor” 11 que ejercía labores de aviso.

La Escuadra costera había tenido que retrasar su salida del Sur en casi un día, al haberse difundido la falsa información de que la división del Comodoro Watson pasará cercana a las Azores rumbo Canarias o al Estrecho. El mismo Galindo se viera obligado a desplazarse hasta Cádiz acompañado por Ambrosio para deshacer el entuerto, interrogando para ello a un traidor llamado Carazo -nuestro viejo y resentido marino confidente de Sims-. No tardó mucho en confesar su mentira el personajillo y zarpar la escuadra en consecuencia hacia Vigo. De la suerte de José Luís de Carazo i Rovira nunca nada más se supo.

A unas 6 millas separado de la costa portuguesa, el “Numancia” -que cerraba la formación- navegaba 27 millas al Sur de la desembocadura del Miño por las verdes y oscuras aguas del Atlántico. El más lento de la flotilla era el “Vitoria”, tenía un andar de unos 14 nudos a los 5.800 caballos de su tiro forzado. A esa última velocidad debía acomodarse toda la escuadrilla.

09:30 Crucero protegido “Montgomery”, 500 metros al oeste del Estrecho de Rande.

A poco más de cinco millas de Vigo, discurriendo por las tranquilas aguas de la ría dirección Este y remontado hacia el interior, se encontraba un angosto paso; del otro lado del mismo se abría una amplia ensenada, en ella -2 millas más adentro- había una pequeña isla que normalmente servía de lazareto al puerto. Aquél pequeño trozo de tierra rodeado de agua, nombrado por San Simón, servía de prisión para las tripulaciones del “New Orleáns” y del “Marieta”, cuyos 200 hombres estaban siendo tratados magníficamente. Incluso sus oficiales habían sido invitados actos sociales, convites o al teatro.

Atrás, más cerca de Vigo, cuando venían hacia donde se encontraban ahora; habían advertido a su costado de estribor una pequeña base naval, con la irritante imagen del “USS Marietta” fondeado portando una bandera española sobre el mástil. Más tarde alguien se ocuparía de resolver aquello.

Entre ellos y sus camaradas cautivos en la isla, se interponían una par de baterías emplazadas en tierra a ambos márgenes de la ría -posiblemente cañones y obuses de sitio- , unos cuantos torpedos fijos y dos embarcaciones españolas muy particulares.

Las minas -en comparación con las primeras que se encontraron- eran un grave contratiempo difícil de superar, el pasaje era tan estrecho que sin retirarlas o desactivarlas chocarían contra ellas. A diferencia de las que estaban a la altura de la población de Vigo, éstas estaban protegidas por varios cañones de tiro rápido; los españoles habían desarmado algunos cañoneros; al menos cuatro piezas ligeras y otras tantas ametralladoras de 25 mm impedían a los botes acercarse a ellas. La tripulación de una de las vedettes arriadas al efecto, tuvo que ser rescatada por su pareja tras ser hundida por el fuego enemigo.

Las ocho piezas de sitio -4 cañones 120 mm y 4 obuses de 150 mm-, con ser poco aptas para disparar sobre blancos en movimiento, resultaba que estaban a menos de 500 metros de distancia y que los buques yanquis se veían obligados a retener máquinas para no meterse en el campo minado; con lo cual, a poco tino que tuviera el adversario serían alcanzados con seguridad.

Las embarcaciones españolas eran dos antiguas bañeras: un pequeño monitor y una batería flotante. Ambas daban vueltas en sentido de las agujas del reloj a unos cuatro nudos, pasando varias veces delante de “Montgomery” y “Wilmington” y haciendo fuego sobre ellos. Aquella chatarra flotante no dejaba de ser un incordio, su fuego de calibre medio y de ametralladora era bastante intenso. Para colmo, las curiosas naves estaban blindadas en todo lo que sobresalía por encima de la superficie del agua con 100 mm de hierro forjado; debido a ello, los proyectiles de las armas ligeras rebotaban y las de 5” del crucero o las de 4” del Wilmington debían estar por debajo de los tres mil metros de distancia para ser efectivas, y en esos límites se estaba disputando la lucha.

10:15 Baluarte de A Laxe, Vigo.

El General de la Portilla era el Comandante militar de la Plaza y el CN Godinez el de Marina; ante los ojos de ambos, los emplazamientos artilleros presentaban un desolador aspecto. Las piedras del Castillo estaban en parte ya derruidas, el suelo lleno de hoyos y cuatro de los cinco cañones habían sido puestos fuera de combate por el intenso fuego enemigo; tan sólo un 150 mm modelo 1878, dirigido por un obstinado cabo se empeñaba en seguir disparando. Había muchos destrozos, algunos restos humanos sueltos entre ellos y bastantes muertos; la ausencia de heridos era debida a que éstos eran evacuados con gran diligencia a los hospitales.

Del otro lado, en Cangas, la situación debía ser similar; los disparos de los Verdes-Montenegro de 150 mm eran muy espaciados, a lo sumo debían quedar uno o dos activos.

Las dos autoridades militares estaban seguros de haber producido algún daño a los barcos americanos, pero poco podían hacer ya para resistir. El alcalde Neira, los Elduayen, Valladares y otros importantes ciudadanos presionaban pidiendo que se accediera a las demandas americanas. Estas no eran ninguna cosa del otro mundo, ni nada que atentaran contra el honor patrio. No querían los próceres locales que la población sufriera más daños, gran parte de sus 17.000 habitantes habían abandonado la ciudad; sin embargo, muchos de sus hombres -a pesar del peligro que entrañaba- prefirieron quedarse para ayudar a las tropas y servir como bomberos voluntarios.

El Comandante de la Guardia Civil Javier iglesias -quien por motivos de ascenso (le habían añadido una segunda estrella plateada de ocho puntas) se había trasladado a la provincia de Pontevedra- se presentó personalmente en A Laxe con un mensaje.

Comandante Javier Iglesias. “Mi General, el Comandante de Puesto de A Guarda participa por cable que del otro lado de la raya le han comunicado el paso de nuestra escuadra al través de Viana do Castelo. En menos de dos horas estarán aquí.
>>Si me permite el atrevimiento, acceda a lo peticionado; de lo contrario, esto se convertirá una carnicería. Declare una tregua de dos horas que no vincule a los que vienen y de la orden de entregar a los prisioneros. Ganaremos tiempo para que lleguen los refuerzos.”

Cuando finalizó de hablar, no pudo evitar que la visión de tantas personas fallecidas en el baluarte le produjese una gran tristeza.

10:30 “USS Montgomery”, 100 metros al Oeste del Estrecho de Rande.

Desde la ribera Sur del estrecho -cerca de los emplazamientos artilleros enemigos- al Capitán Dalton le pareció ver una bandera blanca y a continuación una serie de señales ópticas procedentes de un heliógrafo comunicando la aceptación española de los términos impuestos por Watson para no bombardear Vigo. Pocos minutos después, aparecerían un par de rápidos botes a vapor -procedentes de los buques americanos que se encontraban a la entrada- para confirmar la noticia y ayudar a la evacuación de los suyos.

En aquella zona de la batalla el “Montgomery” y el “Wilmington” habían obtenido una importante victoria parcial sobre el enemigo. El casco de madera de la batería flotante “Duque de Tetúan” comenzara a arder hacía más de 15 minutos con viveza, las vías de agua anegaban con rapidez sus sentinas; el comandante del buque acaba de embarrancar la nave en el lado norte del estrecho. Al “Puigcerda” le habían inutilizado las dos torretas y sólo le funcionaba una ametralladora de 25 mm, con lo que se varó de propósito en las cercanías de la Isla de San Simón, era inútil seguir la lucha sin armamento. Por otra parte, las baterías de costa ya disminuyeran hace tiempo la densidad de su fuego al ser alcanzadas por las sucesivas andanadas de los proyectiles de 4” y 5” de los barcos yanquis. A los nuestros no les había quedado más remedio que someterse.

Por el bando contrario, los dos barcos a las órdenes del CF Dalton presentaban desperfectos de diversa consideración. En concreto el cañonero del Capitán Todd -el “Wilmington”- padecía varios incendios a bordo, bastantes vías de agua, las máquinas tocadas y pérdidas de presión en muchos conductos. A eso tenían que sumarle 6 muertos y una veintena de heridos entre los dos buques.

Los términos del armisticio consistían en que los españoles les entregarían los prisioneros de San Simón y que el “Marietta” -sin propulsión a motor por las averías- sería remolcando desde la base de Ríos al “San Francisco”, el cual se estaba acercando a esa zona para cumplir la misión.

En 10 minutos un pequeño cañonero con la bandera española enarbolada a popa hacían acto de presencia, el “Mac-Mahon” había permanecido dentro de la Ensenada en reserva y oculto de los fuegos; la embarcación se movió hasta las cercanías del lazareto y dirigió la maniobra de trasbordo de los prisioneros a las vedettes americanas, que procedentes de los distintos buques de la flota yanqui se dirigían al punto.

El “Yosemite” y “Badger” cumpliendo órdenes se había introducido hasta la altura de puerto y esperaban fondeados la llegada de los botes a vapor con los prisioneros. La decisión sería un error de fatales consecuencias, ya que perdían la perspectiva de lo que estaba viniendo mar abierto a toda máquina.



1-“USS Yosemite” 6.179 tons. 16 nudos. 1 pieza de 127 mm 6 de 57 mm.
2-“USS Badger” 4.784 tons. 21.8 nudos. 6 piezas de 127 mm y alguna ligera de tiro rápido.
3-“USS Minneapolis” 7.375 tons. 21 nudos. 1 cañon de 203 mm, 2 de 150 mm, 8 de 100 mm; 16 piezas ligeras. 4 tbl. Cubierta protectriz entre 60 y 100 mm.
4-“USS San Francisco” 4.083 tons. 19 nudos. 12 piezas de 150 mm, 10 ligeras de tiro rápido. Cubierta protectriz ente 50 y 75 mm
5-“USS Montgomery” 2.090 tons. 18 nudos. 9 piezas de 127 mm, 8 ligeras de tr. 3 tubos lanzatorpedos. Cubierta protectriz de 10 mm.
6-“Wilmington” 1.571 tons. 15 nudos. 8 piezas de 100 mm, 4 de 57 mm.
7-Aunque respetando las 1.355 de hierro forjado que a modo de blindaje protegía por entero sus costados con planchas de hasta 130 mm
8-Sustituidas las primeras por unas Benville y las segunda por unas de triple expansión con dos hélices.
9-2 Hontoria 200mm; 2 de 160 mm, 9 Hontoria tr 140 mm; 12 Skoda 47 mm; dos Hotchkiss y dos tubos lanzatorpedos. Velocidad una vez sustituidas las máquinas 15 nudos.
10-7.250 toneladas. Protegido en todo su costado por planchas entre 140 y 160 mm. Armado con 2 Hontoria de 200 mm, 2 Hontoria de 160 mm, 9 Skoda de 150 mm tr, 8 Nordenfelt 57 mm, 4 Skoda de 47 mm, 4 ametralladoras y 2 tubos lanzatorpedos. 14 nudos
11-Célebre prototipo del que tomaría nombre una nueva clase de buques. Desplazamiento 380 ton; 23 nudos. Armamento. 1 Hontoria 9 cm; 4 nordenfelt 57 mm; 2 revólveres Hotchkiss 37 mm y tres tubos lanzatorpedos.


El Capítulo Continuará

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(Continuación Capítulo LV)

12:15 horas “USS Minneapolis”. Cercanías del puerto de Vigo.

El Comodoro Watson estaba intranquilo y deseando marcharse. La victoria era suya, no quería perderla con demoras excesivas. Algunos de los buques habían quedado ligeramente dañados en el choque armado y todavía debían cruzar el Atlántico de vuelta. De acorde con las informaciones recibidas, le preocupaba especialmente el “Wilmington”, el cual había empezado tan sólo hace unos minutos el regreso desde de Rande.

El “Minneapolis” hizo sonar sus bocinas dando la orden de partir. El “Badger” se encaminaba ya con su centenar de prisioneros liberados caminando ligero hacía el canal Norte de salida; mientras tanto, el “Yosemite” aún no habían terminado de embarcar los últimos marineros americanos de San Simón. Fue entonces, cuando el Capitán Ermory advirtió con preocupación lo que a él le parecieron las siniestras siluetas de al menos tres buques de guerra doblando el Cabo Silleiro, rumbo de encuentro a la flota americana.

12:20 Acorazado guardacostas “Vitoria”. Entrada Sur de la ría de Vigo, unas 7 millas al Oeste de la isla de San Martiño

El CN Salvador Rampallo puso la proa de su buque al puerto de Vigo y en rumbo paralelo al “Numancia”, el cual realizaba la misma maniobra algo más adelantado unos 500 metros al Oeste. A diez mil metros de distancia, podían ver como un barco de reciente arrancada se encaminaba a la salida Sur de la Ría.

Don Ramón Auñón había ordenado separar la flota; mientras “Numancia” y “Vitoria” se ocuparían de lo que quedara dentro de la ría, “Pelayo” y “Destructor” intentarían dar caza a lo que de allí escapara.

12:35 horas “USS Yosemite”.

El crucero auxiliar “Badger” estaba apunto de meterse entre Cabo Home y la punta Norte de la Isla de Monteagudo, ganando a continuación el Atlántico y posiblemente su seguridad. El “Minneapolis” había cambiado rumbo y seguía con algún retraso la estela del primero. El “Yosemite” subió al último prisionero a bordo y sin tan siquiera izar los botes -dadas la prisas-, arrancó hacía el mismo lugar; quizás pudiera abandonar la ría antes de que le dieran caza los guarda costas españoles.

En el interior de la bahía, alertados por las bocinas de los suyos y los primeros estruendos de los reanudados cañonazos, los otros tres buques americanos intentaban ganar el abra de la bahía. El “Montgomery” se puso enseguida a 15 nudos adelantando y dejando por su babor a un “San Francisco” lastrado por el remolque del “Marietta” -al cañonero no lo había soltado todavía por desconocer el alcance del peligro real que se les cernía -. Más atrás, con bastantes daños abordo, el “Wilmington” se quedaba rezagado.

12:40 Base Naval de Ríos, Teis, Vigo.

La escuadrilla de la base, que hasta el momento había pasado inadvertida a los ojos americanos, estaba formada por los torpederos de segunda clase “Ejército”, “Habana” y “Orión” -sin ser gran cosa ninguno de los tres, el mejor era el tercero 1-.

El Jefe de la escuadrilla -TN1ª Solá- y los otros dos comandantes -Ttes. de Navío Posada y Madariaga- habían cuidado a las pequeñas embarcaciones como de las niñas de sus ojos se tratase, exprimiendo de ellas el mejor rendimiento que se les podía obtener.

Antes de partir debieron de convencer a un patriótico señor Sanjurjo Badía para que no saliera a navegar con su ingeniosa Boya Lanzatorpedos. Aquello hubiera significado un suicidio, el valiente ciudadano ya había colaborado bastante arriesgando la vida en cada inmersión al ayudar a fondear los torpedos fijos.

El “USS Wilmington”, en regular estado, acaba de pasar por delante de la base a menos de 500 metros de distancia; seguro que estaría oyendo los estampidos en el exterior de la ría, pero posiblemente no sabría lo que estaba sucediendo con exactitud.

Los tres torpederos metieron presión a tope a las calderas y salieron a todo lo que daban sus motores de la base. El “Orión” debido a su mayor potencia se adelantó al grupo; como el cañonero enemigo no iba a más de seis o siete nudos, en menos de un minuto se acercó a 500 metros de la aleta de babor de aquél. El “Wilmington” advirtió algo tarde el ataque de los tres pequeños torpederos; la respuesta fue modesta, ya que habiendo perdido parte de la artillería en el combate de Rande, sólo podía emplear por esa aleta un cañón de 100 mm y otro de 47. Por el contrario, sobre él disparaban sin cesar seis armas ligeras, cuyo fuego estaba siendo dirigido hábilmente contra los sirvientes de las pocas piezas útiles del gran cañonero yanqui.

De principio y con bastante suerte por parte americana, el “Orión” fue alcanzado y hundido sin poder lanzar sus torpedos. Poco más tarde, el “Ejército” -tocado de severidad- y el “Habana” echaron al agua cuatro torpedos con 40 kg de carga explosiva cada uno; dos de ellos dieron en el blanco metro y medio bajo la línea de flotación del cañonero, el cual se levantó de la superficie del agua para después partírsele el casco y desaparecer con rapidez en el fondo de la ría. Muchos de los marineros americanos salieron despedidos a causa las explosiones centenares de metros, otros murieron dentro del barco, unos pocos nadaban desorientados en la frías agua gallegas.

12:50 Acorazado guarda costas “Numancia”, entre las Cíes y la Playa de Samil.

El intercambio de disparos en caza y retirada de Numancia contra “Minneapolis” y “Yosemite” fue lo suficientemente lejano para ser poco eficaz.

El “Vitoria”, que llegaba más cerrado a costa, vio pasar a 18 nudos por su proa y pegado a la península del Morrazo al “Montgomery”; un minuto después por su costado de estribor y a menos de una milla aparecía el “San Francisco” con su remolque, todas las piezas de esa banda abrieron fuego sobre el buque americano.

Los artilleros de ambos guarda costas trabajaban afanosamente sobre el moderno, a la vez engorroso, montaje de colisa de los cañones de 200 mm para meterlos en batería sobre los reductos de estribor.

El “Numancia” se abrió algo al Oeste para tratar de dar alcance al “Montgomery” -el cual le estaba ganando la popa a su antecesor el “Yosemite”- y si no le daba tiempo por lo menos encerrar al San Francisco. Los cuarteles de las portas de sus baterías medias se retiraron, asomando seguidamente los cañones de 140 mm por las mismas.

13:00 horas Acorazado “Pelayo”. Una milla al Norte de la Isla de Monteagudo.

El CN Ferrándiz había observado salir de puntas al norte de las Cíes un crucero auxiliar -el “Badger”- y un buque de guerra de buen tamaño -“Minneapolis”-, ambos al percatarse de la intimidadora presencia del acorazado español variaron el rumbo de WNW a NW y se disponían a gran velocidad ganar mar abierto. Las 3 millas distancia que les separaba de ellos y sus más de 20 nudos por los 16 propios desaconsejaban el centrarlos como objetivo.

Dio órdenes a su Segundo, CF don Eduardo Nuñez, para que siguiera con rumbo Norte y con la proa señalando a una milla al Oeste de la Punta del Caballo de la isla de Monteagudo. Cuado estaba a una milla de ese punto imaginario, vio salir un tercer buque de la ría a unos 2.500 metros de distancia, era un pequeño crucero e iba a buen ritmo; si no le acertaba con alguno de los cañones a la primera, lograría escaparse. La suerte cambio de repente; a menos de una milla, situándose entre el pequeño crucero “Montgomery” y el “Pelayo”, apareció la proa de otro mercante. Al poco, el CF Nuñez advertía la bandera de combate americana a la popa, sin dudas era un crucero auxiliar.

CN Ferrándiz “Ese crucero no parece más rápido que nosotros, pero tampoco le ganamos distancia." Ferrándiz tomó uno de los tubos acústicos y llamo a su tercero que actuaba como Comandante de las piezas caza 2.
>>Dispara con el de 140 mm de la roda y con los ligeros, si se pone a tiro de las bandas utiliza los calibres medios; pero no quiero grandes proyectiles por el momento, me gustaría hacer presa en él y no hundirlo.”

El Schneider Canet de tr. de proa comenzó a hacer fue regularmente, algunos de los nuevos Nordenfelt de 57 mm le hacían el coro. El “Yosemite” replicó con su modesta artillería -en comparación con la del “Pelayo-; uno de sus proyectiles de 5” se estrello contra la torre de proa del acorazado, un segundo de 57 mm perforó el vacío puente de navegación -el gobierno del buque se había trasladado al la torre del Comandante-.

El Destructor a su vez hizo uso de la artillería ligera, acertando con su Hontoria de 9 cm y alguno de sus Nordenfelt.

“Minneapolis” y “Montgomery” redujeron su marcha para dejarse coger por el “Yosemite” e intentar aliviar en algo su crítica situación.

13:20 horas crucero protegido “USS San Francisco”. Bahía de Vigo.

El “San Francisco” ya había cortado hace tiempo los cabos de remolque con el “Marietta” -antes, había disparado sobre el incendiándolo-, a pesar de ello se había quedado encerrado dentro del abra de la bahía. Tras recibir una lluvia de proyectiles del “Vitoria”, el crucero yanqui se abrió al Norte para intentar salir por donde lo hicieran sus compañeros, pero por allí le cerraba paso el “Numancia” haciendo fuego sobre el con tanta intensidad como desde su vieja camarada.

Por supuesto que el crucero yanqui respondía con sus lentos 150 mm como podía, tres o cuatro de ellos habían hecho blanco repartiéndose entre sus dos enemigos y creándoles algunos feos agujeros; por el contrario, sus calibres ligeros se estrellaban obstinadamente contra las planchas blindadas de las antiguas fragatas. A cambio, el buque americano recibía como poco cuatro veces más volumen de fuego que el enemigo; alguno de los impactos eran calibres grandes de hasta 200 mm, además su casco y estructuras estaban siendo acribillados por las más de dos docenas de piezas de tiro rápido del adversario.

Medio centenar de bajas, incendios a bordo, piezas de artillería destruidas, ascensores estropeados, tubos de vapor rotos: el “USS San Francisco estaba desahuciado.

12:25 horas crucero auxiliar “Yosemite”.

El Capitán Emory estaba viendo como por salvar a su buque, el “Minneapolis” y “Montgomery” estaban poniéndose en grave riesgo; ambos eran buques con escasa protección y se había acercado demasiado al “Pelayo”, recibiendo por ello un severo castigo. Un proyectil de 317 mm había alcanzado al insignia del Comodoro Watson y otro de 280 al pequeño “Montgomery”. Las piezas de tiro rápido del “Minneapolis” eran demasiado pequeñas para dañar las partes principales del acorazado español, las dos de 150 mm -pocas y algo lentas- insuficientes para enfrentarse a los nueve 140 mm de tr del “Pelayo” y la de 203 mm no podía hacer fuego en retirada. Dos proyectiles de 127 mm del “Montgomery” se habían estrellado contra la gruesa cintura del “Pelayo”. Por lo menos, el “Destructor” había sido dañado de consideración, retirándose de la escena.

El Capitán Emory tomó la decisión de parar motores, arriar la bandera y entregarse al acorazado español. Lograría de esa manera dar tiempo a los cruceros para tomar distancia y escaparse sin menos cabo del honor; ya que el suyo personal, a bordo de un simple mercante, siempre estaría a salvo en una lucha contra todo un acorazado. No podía permitir que sus dos camaradas alargaran el combate con el “Pelayo”, aunque posiblemente consiguieran dañarlo, ellos quedarían inútiles y les quedaban más de tres mil millas de viaje de vuelta; además, en breve, podrían venir en apoyo los acorazados guarda costas y eso sería el fin para todos.

13:30 Acorazado guardacostas “Numancia”.

El Capitán García de la Vega había cometido un error fatal: el exceso de confianza.

Aquél loco, que debía ser el comandante del San Francisco, a menos de mil metros había puesto proa al “Numancia” y trataba de embestirlo. Los cañones redoblaron el esfuerzo artillero, se lanzó al agua un torpedo e intentaron maniobrar para evitar el abordaje, pero el blindado era demasiado torpe para escaparse. Las 4.000 toneladas envueltas en fuego del “USS San Francisco” arremetieron con fuerza el noble costado de nuestra legendaria fragata acorazada.

A partir se ahí todo fueron carreras por ambos lados para echar los botes al agua o saltar sin más por la borda: los dos buques se hundían sin remisión. El “Vitoria” aprovechando que el “Destructor” entraba en la ría, arrió la mitad de sus botes para ayudar a la “Numancia” y se fue en ayuda del Pelayo; poco después, llegaban a la zona el “Mac-Mahón”, uno de los torpederos, algunos pesqueros y remolcadores locales con soldados a bordo al rescate.

13:35 horas Acorazado “Pelayo”

La vetusta mole de acero había recibido una buena ración de artillería enemiga. El CN 1ª Auñón se conformaba con apresar al “Yosemite”, de esa manera unas cinco millas al Noroeste de las Islas Ons vio como los buques americanos se perdían en el horizonte.

Una vez hecha la presa, el CN Ferrándiz ordenó rumbo al Ferrol. Allí dejaría a los prisioneros y al “Yosemite”, además podría remendar su nave.

El raid americano tuvo rápida repercusión en medio mundo. Las potencias europeas quedaron satisfechas de que los americanos fueran rechazados en su primer intento de asalto a un país europeo y en los EEUU la noticia fue considerado como un fracaso más de los muchos que estaban teniendo, curiosamente nadie -salvo nuestro Almirantazgo en privado- entró a valorar los graves daños habidos en nuestra escuadra.

PULSAR para ampliar cada situación

Situación de 07:40 a 09:30<--------------> Situación de 09:30 a 12:00
Imagen
Acontecimientos en Rande <------------------------------------> Desenlace final




1-“Orión” 88 toneladas. 21 nudos. 2 revólveres 37 mm.
“La Habana” 60 toneladas.21 nudos. 2 ametralladoras 25 mm.
“Ejército” 60 toneladas.18 millas. 2 ametralladoras 25 mm.
2- Al 280 mm de babor que perdieron en Brasil no lo habían podido reponer, por lo cual dispusieron del último Hontoria de 160 mm que quedaba en el lugar; añadiéndole peso muerto para compensar. El 140 mm había sido sustituido por otro de igual calibre recién fabricado en la fabrica Portilla de Sevilla.

Fin de Capítulo

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17 Ago 2010 09:13
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CAPÍTULO LVI
LOS ÚLTIMOS COLETAZOS.

Puesto de Mando de General Ortega. Asomante, Puerto Rico. 19:00 horas de 9 de agosto de 1898.

El desembarco en Puerto Rico comparado con el Daiquiri había sido ejemplar en cuanto al orden; por ello, a Dios gracias, fue asi mismo bastante lento, brindando la oportunidad al General Ortega de organizar el terreno mínimamente para la defensa de San Juan desde la Cordillera Central.

Ese mismo día por la mañana las tropas del General Brooke habían lanzado un primer ataque muy duro, siendo rechazados en Coamo. Durante toda la jornada se sucedieron los avances y repliegues enemigos; las bajas fueron grandes en ambos bandos, por lo que el frente se estabilizó en una línea que unía Guamani, Asomante y Coamo.

Se detectó por parte española un movimiento enemigo de las tropas del General Schwan desde Guanica, destinado a tomar por el flanco Oeste la población de Mayagüez y desde ahí envolver a la División Ortega en la Sierra Central. El Tcol Larrea aconsejó, y así se hizo, mover la reserva venida desde España a los altos de Uutondo, Lares y Adjuntas. Nuestro Estado Mayor pretendía mantener las posiciones cerrando la posibilidad de progresar hacia la capital; por el momento, no era posible una contraofensiva.

Crucero acorazado “Cristóbal Colón”. Canal de Florida, entre Florida y la Gran Bahama. 18:00 horas locales del 10 de Agosto de 1898.

El día 5 por la tarde, el “Princesa de Asturias” y el “Colón” levantaron el efímero bloqueo de New York navegando ostensiblemente rumbo Este. Durante la noche cambiaron a Sur, aparecieron de nuevo a la vista de la costa en la zona de Virginia Beach el 7 por la mañana. El lugar era clave, ya que era por donde se acedía a la base naval de Hampton Roads.

Lo que habían hecho era burlar a una escuadrilla americana que venía desde el Sur en su busca. Primero la engañaron con una falsa marcha hacia el Norte, para después con la oscuridad abrirse de la costa y describiendo u arco de circunferencia volver hacia el Sur.

Durante media hora, sin mucha intensidad y a 6.000 metros de la costa, intercambiaron fuego con Fort Monroe. Como el blanco que representaba la fortaleza yanqui era mucho mayor que en el sentido inverso, es decir los barcos para los cañones de tierra, se puede considerar que los nuestros tuvieron éxito al meter un par de proyectiles de 240 mm, uno de 254 y media docena de menores dentro del recinto militar.

De ahí continuaron viaje al Sur, donde el día 9 se apresó un pailebote de cuatro palos al través de Charleston. El buque fue hundido cerca de la costa y la tripulación se pudo poner a salvo por entero en los botes.

Lo único que se pretendía con estas acciones era su reflejo en la prensa americana, creando con ello sensación de inseguridad.

A la mañana del día 10, poco antes de entrar en la Canal de Florida que les llevaría hasta La Habana, don José de Paredes se percató que una flotilla yanqui les seguía ganándoles terreno -era la misma que habían esquivado en Nueva York-.

El gran problema era que el “Cristóbal Colon” como consecuencia de los daños sufridos en los diferentes combates mantenidos, no alcanzaba los 12 nudos. Cambió impresiones con el CN Díaz Moreau y entre ambos llegaron a la conclusión que se trataba de una agrupación enemiga con cuatro o cinco buques, entre los que debía haber por lo menos dos principales. También ellos debían tener problemas con la velocidad -aunque menores que los propios-, la deducción se basaba en que si fuera una escuadra inferior no les seguirían y que por lo tanto si pudieran les ganarían terreno más rápidamente.

El CN Bustamante desde el “Princesa” -el cual navegaba media milla al Oste y un poco más retrasado- les participó mediante heliógrafo que a las 6 millas de distancia a que se encontraba el enemigo, podía identificar a dos de los buques como acorazados o cruceros acorazados. Además pensaba que les ganaban ¾ de milla cada hora.

Don Joaquín propuso un plan arriesgado: dado que les quedaban unas 270 millas para llegar a La Habana y les atraparían bastante antes sin remedio de seguir a ese ritmo, y que además pareciendo seguro que uno de los buques era un acorazado, no podían ganarles; el “Princesa de Asturias” -que todavía conservaba una buena velocidad punta a pesar de la larga campaña- atraería la atención sobre sí dejándose descolgar como si fuera el buque más dañado. En tres o cuatro horas estaría a tiro efectivo del enemigo, pero entonces pondría las máquinas a tiro forzado rumbo Cuba y aguantaría hasta la llegada de la noche. Mientras tanto, el buque del CN Emilio Díaz Moreau se separaría de la derrota del “Princesa de Asturias” por el Canal de Providencia, intentando perderse entre el conjunto de las Islas Bahamas. De ahí volvería a España para ser reparado.

Dicho y hecho, cuando empezó a oscurecer el Colón estaba ya a más de 20 millas de distancia del “Princesa”, al mismo tiempo la División al mando del Comodoro Howell le pisaba los talones al buque del Capitán Bustamante.

La agrupación americana la formaban el acorazado “Iowa”, el crucero acorazado “New York”, el protegido “Detroit”, el cañonero “Dolphin” de 1.486 y dos buenos torpederos de más de160 toneladas -“Porter” y “Rowan”-.

Cuando los disparos de los buques principales empezaron a acercarse peligrosamente, el crucero acorazado español metió presión y salio zumbando.

Fue entonces cuando los americanos se dieron cuenta de la treta. La reacción fue rápida: el “New York” y “Detroit” acosarían al “Princesa de Asturias” a donde fuese; el “Iowa” -que estando relativamente tocado de lo de Santiago andaba poco más de 13 nudos-, el cañonero y los torpederos intentarían localizar y hundir al “Colon”

Playa de Tarage, Guam. 09:00 locales del 11 de agosto de 1898.

Casi a la misma hora en tiempo real que el CN Bustamante se las tenía con los americanos en el Caribe, el Comandante del crucero protegido “Lepanto” -CN don Guillermo Camargo- fondeaba su buque en la Bahía de Tarage al Norte de Guam.

La fuerza española había llegado ayer al mediodía a la Bahía de San Luís de Apra; al acercarse, con un potente catalejo pudieron observar la bandera americana ondeando en el Fuerte Santa Cruz y a un gran monitor fondeado en el centro de la bahía. Las dos torres artilleras dobles del “Miantonomoh” había girado abriendo fuego sobre ellos con sus cuatro cañones de 254 mm.

Estaba claro que la guarnición española se había rendido y que aquél no era el mejor sitio para un desembarco. La acción alternativa estaba prevista en el extremo NE de la isla una vez doblada La Punta Ritidian, en la Playa de Tarage. Eso sería posible si hacía buen tiempo y no encontraban fuerte oposición enemiga, ya que los arrecifes dificultarían la acción.

El día siguiente por la mañana, al desembarcar, un Capitán español de nombre Duarte se había acercado a ellos informándoles que los americanos había conquistado Agana y el puerto de Piti. El Coronel Marina se había rendido con 250 heridos -como el mismo Gobernador- al General Anderson, Duarte con 150 soldados resistía en la jungla. El resto de la guarnición estaba enterrada bajo tierra.

El oficial facilitaría el desembarco de los 3.000 soldados españoles. El objetivo estaba conseguido, la soberanía americana no estaría consolidad en la isla para cuando llegarán las noticias del evidente inicio de conversaciones de paz.

Castillo del Morro de La Habana. 09:00 horas del 11 de agosto de 1898.

La tropa apostada en la batería de los Doce Apóstoles, a la entrada del canal que da acceso a la Bahía de La Habana, saludaron entusiasmados al buque que pasaba delante de ellos con la bandera nacional hecha jirones ondeando a popa y el estandarte del Comandante a media driza.

Su casco y estructuras estaban llenas de agujeros, de varios puntos de la cubierta salían columnas de humo negro y se observa con nitidez como algunas piezas de artillería a partir de ese momento sólo servirían en un museo como recuerdos de un combate. La solidez de su cajón central blindado constituido por la cubierta protectriz de 51 mm, la faja de 305 mm y mamparos transversales de 250 mm había salvaguardado sus partes vitales.

El “Princesa de Asturias” había tenido una noche muy larga. Al principio de la misma fue atacado por el “New York” y “Detroit”, hasta que el segundo se quedara rezagado, el resto de la madrugada intercambió disparos esporádicos pero frecuentes con el “New York”. Cuando amaneció estaba todavía a unas 70 millas de Habana y entonces tuvo un combate de poder a poder con el crucero acorazado yanqui de más de tres horas.

El “Princesa de Asturias” fue resolviendo la lucha con solvencia; incluso se podía decir que aventajaba al rival, sobre todo desde que uno de sus proyectiles de 240 mm destrozó la torre artillera proel de 8” de los americanos. A partir de ese momento como los yanquis iban en caza, quedando atrás por la aleta de babor, sólo podían utilizar el cañón de 203 mm del costado de estribor; las otras piezas 1 cumplían nada más que medianamente su función, al ser el calibre de las medias algo pequeño y estar mejor dotado nuestro crucero en cuanto ligeras se refiere. Sobre corazas se podrá discutir, ya que habría que ponderar calidades y espesores; pero en todo caso, no era muy superior la de ninguno con respecto al otro, siendo la faja más larga la del español.

La cosa se complicó al acercarse a La Habana, donde dos cañoneros de 1ª clase -“Nasville” y “Castine”- y un gran yate armado con armas ligeras -“Mayflower” de 2.600 toneladas- se aproximaron a ayudar al apurado “New York”. Entre todos saturaron de cañonazos al “Princesa”, el cual disparaba a dos bandas en todas direcciones. Menos mal que los motores del “New York” empezaron a fallar por enésima vez, rezagándose a continuación.

A unas 7 millas de la salvación realizaron una incursión los torpederos enemigos “Cushing”, “Porter” y “Dupont”. El ataque vino por la aleta de de estribor, el mismo CN Bustamante se trasladó a la torre del Comandante de popa. Con tanto proyectil en contra, los sirvientes de las escasamente protegidas piezas ligeras cayeron con generosidad bajo el fuego enemigo. En el momento álgido de el ataque torpedero, todos los artilleros que se ocupaban del Nordenfelt de 57 mm emplazados sobre en la parte superior de la casamatas de acero cromado Krupp del Schneider Canet 140 mm de retirada a estribor fueron barridos del mismo.

Como la lucha se desarrollaba en todos los frentes -excepto a proa-, el relevo de los que caían tardaba cada vez más en llegar. En un arranque de coraje -del que andaba sobrado don Joaquín- el mismo Comandante se encaramó a la casamata y se hizo cargo de la pieza con la ayuda de un AN. La actuación fue providencial, ya que acertó al más cercano “Cushing” haciéndole detenerse y evitando que lanzara sus Whitehead; a continuación, varios disparos más hicieron blanco en el torpedero hasta que comenzó a arder. Las otras dos pequeñas embarcaciones siguieron a la carga sin conseguir su objetivo; en parte por la acción de las automáticas de 37 mm que hicieron estallar a un par de torpedos en el agua, en parte porque la velocidad del crucero español les obligaba a acercarse demasiado para que los torpedos llegaran a su destino. Ya cuando por debajo de los 10.000 metros de distancia al Morro estuvieron bajo la protección de sus baterías, la velocidad era menos importante y Bustamante ordenó calar las Bullivant. Poco después los buques del apostadero salían al rescate, siendo especialmente providencial de nuevo la acción de los cazatorpederos “Nueva España” y “Marqués de Molins”.

Sólo entonces Bustamante reconoció haber sido alcanzado de gravedad en las tripas desde hace un buen rato. El Comandante había aguantado estoicamente la dolorosa herida para que la moral de sus hombres no decayera, cuando fue evacuado iba ya moribundo a la enfermería. Por la heroica acción sería recompensado con la laureada de San Fernando a título póstumo.
El “Princesa de Asturias” debía encaminarse al Arsenal de La Habana para ser tratado de sus serias averías en el nuevo dique flotante. El “New York”, después de hacer escala en Key West, se tuvo que desplazar a Hampton Roads para una profunda reparación. El “Cushing” fue dado de baja para el servicio; “Castine”, “Nasville”, “Mayflower” y “Detroit” sufrieron daños ligeros.



1-12 de 4”. ocho de 6 libras y cuatro de una.

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CAPÍTULO LVII
ESTALLÓ LA PAZ

War Room, La Casa Blanca. 08:30 horas del 12 de Agosto de 1898.

El 25 Presidente de los Estados Unidos tenía aspecto cansado, las ojeras se marcaban en su cara y la tensión acumulada durante los 112 días de guerra le había hecho perder varios kilos. Ordenó sentarse a los componentes de su equipo y se dirigió a ellos en tono severo e institucional. Hoy era un día en que el que hablaba lo hacía como Jefe de Estado, no quería que se notase en su proceder ni un ápice de compañerismo o amistad para con los demás, sus palabras no admitían discusión.

William McKinley “Señores he tomado una determinación y como no admito discusiones les voy a dar una explicación previa.
>>El balance de tres meses de guerra son 7.000 muertos, similar número de heridos o enfermos y más de 10.000 prisioneros; 27 barcos de guerra y unos 20 mercantes hundidos, no hago mención a buques internados o averiados de seriedad. A mayores se dice que los españoles podrían contar con un submarino operativo en La Habana que nos puede causar más estragos si cabe.
>>Los ciudadanos de este gran país, los cuales han perdido muchos de sus hijos y han sido atacados en las dos costas de su propia casa por el enemigo, han dicho basta. Ayer por la noche comenzaron los disturbios en New York, el pueblo ha asaltado el World y los locales de la Junta cubana.
>>El señor Pulitzer que quiso refugiarse en la embajada del imperio autro-hungaro -no siendo admitido por esta- fue atrapado por la turba y linchado a continuación por sus mentiras. ¡Miren las masas de personas en la Avenida de Pensilvania!, lo único que nos separa de que nos pase lo mismo que al citado periodista es la Guardia Nacional y el Servicio Secreto.
>>He dado instrucciones a Alvey Adee para que acepte iniciar conversaciones con los españoles según las condiciones del Embajador Cambon. Básicamente consisten en reconocer la soberanía española en los territorios que eran suyos antes del 23 de Abril. Ellos, a cambio, nos cederán lugares para construir estaciones navales en Guantánamo, Subic, Vieques y Guam; puede ser que también una estación de carboneo en la zona del Estrecho de Gibraltar. Además harán concesiones comerciales y mercantiles a nuestras empresas en Cuba, Filipinas y Puerto Rico. Renuncian a intervenir militarmente sin nuestro consentimiento en Centroamérica -exceptuado Santo Domingo- y Hawai; como compensación cuando nos apoderemos de Panamá, debemos reconocerle derechos especiales de paso. Para terminar firmaremos acuerdos con ellos de cooperación económica -incluyendo un gran préstamo blando- y una alianza militar.
>>Simplemente a los ojos de los americanos aparecerá como un tratado de paz donde los españoles habrán hecho concesiones, por lo tanto no lo podrán interpretar como una derrota. Sí quizás como una victoria pírrica.

Mark Hana intentó decir unas palabras, el Presidente le cortó tajante.

>>Mr. Hana aquí no hay nada más que decir, más tarde depuraremos responsabilidades de la desastrosa campaña militar. Aunque no ha sido una derrota en términos literales, no hemos conseguido nuestros objetivos; espero que en el Tratado que se firme haga que el fracaso parezca de menor envergadura.

Crucero acorazado “Cristóbal Colón”. Cat Island, las Bahamas. 11:00 horas del 12 de Agosto de 1898.

Por dos días había estado jugando el “Colón” al escondite entre las Islas Bahamas con la escuadra yanqui.

La primera noche, después de la ventaja obtenida gracias a la argucia de Bustamante, se escabulleron en la oscuridad. Al día siguiente realizó una navegación errante entre islas, a última hora de la tarde fue localizado por el cañonero “Dolphin” (1.486 ton) 1 y los torpederos “Rowan” y “Rodgers” (165 y 182 toneladas) 2. Las tres naves americanas practicaron durante toda la noche ataques casi suicidas.

El “Colón” caló las redes Bullivant -por sí acaso los torpedos enemigos- y se dispuso a dar cuenta de tan mediocre escuadrilla para sus 16 cañones medios de tiro rápido y sus veinte ligeros. Al cañonero lo dañó de gravedad y al mejor torpedero de la USS Navy lo mandó al fondo del Océano. Pero las redes y el combate le hicieron ir a una velocidad de cuatro nudos, permitiendo acercarse al acorazado a “Iowa”, el cual a primera hora de la mañana estaba a menos de tres millas.

Quiso escaparse de nuevo el “Colón” levantando las redes y metiendo presión a las calderas; resultó entonces, que a su ya dañado aparato motriz se le añadió la falta de carbón de Cardiff, debiendo echar a las calderas mineral español. Su velocidad disminuyó todavía más y poco a poco fue alcanzado por el acorazado americano. Tras tres horas de combate -en la que alcanzó entre otros con un proyectil de 254 mm al enemigo, antes de perder el segundo de sus defectuosos cañones- se vio acorralado contra Cat Island.

Con la artillería de un costado prácticamente destruida por el martilleo continuo de las piezas del “Iowa”, el torpedero “Rodgers” se pudo acercar descaradamente, lanzándole seguidamente dos torpedos. El “Colón” se hundió en las azules y someras aguas de las Bahamas, parte de la tripulación pudo ganar la costa a nado o fue recogida por el caballeroso Capitán del Iowa Evans.

Casa de los Heros, Presidencia del Gobierno, Madrid. 21:00 horas del 12 de Agosto de 1898.

La mayoría de los componentes del Gobierno y miembros de la oposición más destacados habían acudido a la sede de la Presidencia del Consejo de Ministros para darse un baño en olor de multitudes por una victoria no muy cierta.

Presidente Sagasta “Hoy es un día feliz para España, después de tres años de guerra y estrecheces, escuchen el griterío de la gente ahí afuera -las ventanas que daban a la calle estaban abiertas de par en par- El rumor de la victoria se ha corrido por todas partes.
>>Sin embargo, mi felicidad se ha visto truncada por un hecho luctuoso; nuestro leal Secretario de muchos años, don Julio, ha aparecido muerto en su casa con un disparo en la boca. ¿No entiendo lo que le puede haber pasado?”

Galindo pensó que don Julio a lo mejor no era tan leal como pensaban casi todos, no obstante tenía conciencia y por eso se había suicidado. Ya le había advertido a Sagasta que las puertas debieran estar cerradas durante las reuniones, aunque luego el descuido lo utilizará con el Contralmirante Butler en beneficio propio.

Moret “Lo que me parece es que el armisticio ofrecido es demasiado generoso. Cuando el Pueblo español sepa el contenido del Tratado se sentirán defraudados, es un texto humillante.”

Maura “Es que no es un armisticio, sino un Tratado de Paz. Si dejamos con rencor a los americanos, en unos pocos años nos atacaran de nuevo mucho mejor preparados y entonces nos aplastarían como a una hormiga. Su vigor y potencia son incontestables.”

Canalejas “Aunque parezca lo contrario, nosotros necesitamos la paz más que ellos. No tenemos un solo real en caja, ni más recursos que emplear. De buques mejor no hablar, si el Almirante Bermejo no me desmiente, en el Atlántico no nos queda sano uno solo de los considerados de combate propiamente dicho.”

Sagasta “Sea como sea, podemos estar satisfechos, hemos logrado un resultado impresionante que pasará a la historia”

Galindo “Mire señor Presidente, una cosa que no se puede permitir vuecencia es estar satisfecho de nada. Yo por mi parte presento mi dimisión irrevocable, en este momento.”

Sagasta “No le entiendo, ¿ahora mismo, antes de firmar el acuerdo?; le necesitamos, no se la acepto.”

Galindo “Puedo esperar a que formalice el tratado correspondiente; pero la aceptación o no del mismo me es indiferente, he dicho que es irrevocable.
>>Hemos realizado demasiados actos poco honorables para llegar hasta aquí. De acuerdo que todos los países los practican habitualmente, sin embargo no creo que lleguen a límites tan graves como el nuestro.
>>Estos extremos son debidos a la corrupción, caciqueo y nepotismo de los conservadores cuando estuvieron en el poder y a la demagogia de los presupuestos de paz de los liberales; quienes por otra parte, muchas veces han tenido una descarada connivencia con los enemigos de España por identificarlos con los del Partido Conservador, anteponiendo los intereses de su Partido Liberal a los de su Patria.
>>El mejor servicio que pueden prestar a la Nación española, la gran mayoría de los presentes, es retirarse de la política activa antes de que llegue el nuevo siglo. El legado que deja la rancia política de su generación es un País en bancarrota y sin reservas, la Armada destrozada, las defensas destruidas y lo que es peor: miles de muertos y mutilados. ¿Qué se van a quedar para ponerse las medallas de los que no están?
>>Dejen que otros sin contaminar desarrollen las cosas positivas que hemos dejado sembradas para el futuro: un sistema político estable y limpio, un sector industrial sólido, unas medidas sociales más justas y el prestigio internacional ganado con la sangre de nuestro marinos y soldados.”

Francisco Galindo anduvo listo y salió el primero de la Presidencia, los guardias de la puerta no lo reconocieron, el aspecto elegante y alegres andares rejuvenecían los cerca de 50 años que llevaba a cuestas, incluso su figura había cobrado un vigor desconocido. Compró unas flores a una vendedora y de un ágil salto se introdujo en el coche que le esperaba en la puerta. Miró su sobrio reloj suizo de acero, el cual sacó de un bolsillo del chaleco tirando de una larga cadena de plata. Inmediatamente después, golpeó la puerta del carruaje con la empuñadura de su bastón repetidas veces. El cochero debía darse prisa, no quería llegar tarde a la cita que tenía con una bella mujer de larga melena azabache, rasgados ojos color esmeralda y andares felinos; pero eso es otra historia.



1-“USS Dolphin”: 1.486 tons. 16 nudos. 2 cañones de 4” , 5 de 3 libras.
2- Los dos torpederos daban 26 nudos y montaban el mismo armamento 4 piezas de una libra y tres tubos torpederos de 18”.



FÍN

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17 Ago 2010 10:43
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Nuevo mensaje Re: 1898. Hasta el último hombre...
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Amigos y compañeros:


He tenido que abrir el tema de nuevo, para que el compañero -novoper- pueda ir rectificando algunos errores e idas de dedos lógicas en tan gran texto.


Pero ruego encarecidamente a todos, que nadie añada nada más, por el bien del tema y el trabajo realizado.


Un cordial saludo a todos.
.

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Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño. Marco Tulio Cicerón.


Hay criterios cerrados, de ásperas molleras, con los cuales es inútil argumentar. Miguel de Cervantes Saavedra.


Cuando soplan vientos de cambio, unos construyen muros, otros, molinos.

Sorpresa y Concentración.


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Traducción al español por Huan Manwë para phpbb-es.com