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 1527-1536 Expedición de don Álvaro de Saavedra Cerón 
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El único superviviente de esta expedición fue el piloto Macías del Poyo, regresando junto a los muy pocos de la de frey García de Loaysa, puesto que al abandonar la isla de Gilolo eran solo diecisiete españoles, embarcaron prisioneros en un calvario que les llevó dos años todavía regresar a la Península, por la llamada ruta portuguesa, que es doblando el cabo de Buena Esperanza, por temor de los portugueses fueron repartidos en tres naos distintas, consiguiendo poner fin al viaje el día veintiséis de junio del año de 1536 al arribar a la ciudad de Lisboa, los primero en hacerlo fueron Andrés de Urdaneta junto a Macías del Poyo, único superviviente de la expedición de Saavedra a bordo de la nao San Roque, unos días después en otra el grupo de Francisco de París y por último en la Gallega el grupo de Hernando de la Torre.


Al desembarcar Urdaneta y del Poyo les atendió personalmente el Guarda Mayor de la Naos que provenían de la India, el cual miró y registró ávidamente las cajas que transportaban los dos españoles, encontrando en una de ellas el libro de contaduría de la nao Santa María de la Victoria, cartas particulares de los súbditos españoles, que eran residentes en aquellas islas y unos mapas de las islas de las Especias más otro de la Banda, al mismo tiempo que los mapas con los derroteros de las mismas islas, los que habían realizado la expedición de Loaysa con la derrota desde el estrecho de Magallanes y los trazados en la derrota entre las costas de Nueva España hasta las Molucas, realizados por Saavedra al mando de la nao La Florida. Documentos que en aquellos momentos eran secreto de Estado para Portugal, pues mantenían el mayor de ellos con respecto a la situación de la especiería.
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Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño. Marco Tulio Cicerón.


Hay criterios cerrados, de ásperas molleras, con los cuales es inútil argumentar. Miguel de Cervantes Saavedra.


Cuando soplan vientos de cambio, unos construyen muros, otros, molinos.

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07 May 2011 17:54
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Se reclamaron insistentemente, pero al final y como toda respuesta el Guarda Mayor les dijo que los documentos habían sido enviados para ser inspeccionados por el Rey de Portugal que se encontraba en Évora, ante todo esto Urdaneta pidió ser recibido por el Rey de Portugal, pues tanta arbitrariedad era inaceptable, pero intervino el embajador español en aquella corte, llamado Sarmiento, quién le convenció que lo más conveniente era salir urgentemente del país, para ello le procuró un caballo, agua y algo de comida, así consiguió realizar el viaje a solas y a escondidas, siendo más una huída que un viaje, pero le aseguraron que de no hacerlo, su vida estaba en peligro por traición.


Todo este final se sabe gracias al documento que escribió Urdaneta a su regreso a la Corte, el cual se titula: « Relación de su expedición de la Nueva-España al Maluco » encontrándose el manuscrito en el Archivo de Simancas.


(1) Éstos a la llegada de Saavedra a Gilolo, fueron entregados a Hernando de la Torre, al cual le contaron una historia sobre lo ocurrido en la nao Parral, por no tener con quien confirmarla en un principio se la creyó, quedando incorporados a las fuerzas a sus órdenes. Al comentar Saavedra que venía acompañado por otras dos naves y se habían perdió de vista a la altura de las islas de los Ladrones, ordenó Hernando de la Torre que se formara una expedición con tres paraoles y se pusieran a rumbo para saber de ellas, en las canoas iban como interpretes Sánchez y Sebastián de Porto, pero antes de zarpar le pidieron Sánchez y Romay licencia para acercarse a Tidore en busca de algún alimento, lo que concedió Hernando de la Torre, así se hicieron a la mar. El mismo día, pasado el meridiano se presentaron muchos indígenas de la isla de Tidore de un poblado llamado Mariecu, que se encontraba frente a la isla de Terenate, y se presentaron a Hernando de la Torre con Romay y Sánchez presos, porque se habían dado cuenta que iban rumbo a la fortaleza de los portugueses, volvieron a contar más mentiras como excusa, pero la Torre pensó que los indígenas no habían interpretado bien a los castellanos. Partiendo los paraoles a su misión.
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07 May 2011 17:56
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A los cuatro días de haber salido los paraoles, un sobresaliente de la armada de Tidore llamado Pedro de Raigada, pidió hablar con la Torre y le contó lo que Romay le había dicho en una noche que ambos estaban en el mismo lugar intentando dormirse, pero antes le pidió a Pedro que no comentara nada de lo que le iba a contar, a lo que éste afirmó que no lo haría, pero viendo lo que estaba pasando no podía guardar ese secreto, pues afectaba muy directamente a lo narrado al principio y después de haber sido devueltos por los indígenas, le dijo: « Habéis de saber que cuando me trajeron los indios tenían razón, porque de cierto nos íbamos a Terenate » el oyente le preguntó ¿Por qué? Y Romay continuó: « Es verdad que en Bizaya tomaron los indios el batel de la carabela con toda su gente; pero cuando hemos dicho del modo con que se perdió después la carabela, todo es mentira, y sabed que Sánchez, yo, Fernando del Hoyo, Juan de Olave y otros cuatro o cinco, que seriamos en total nueve o diez compañeros, matamos al capitán don Jorge, a su hermano don Diego y a Benavides, echándolos al agua vivos y dándoles lanzadas al borde de la nao, y después dimos con la carabela al través en Sanguín, donde se acabó de perder; y como los paraoles que van a buscar y rescatar los castellanos que están allí no pueden dejar de descubrir lo que hemos hecho, por ese temor nos íbamos a Terenate »


Ordenó Hernando de la Torre, que se prendiera a Romay, lo interrogó pero lógicamente lo negó todo, se le dio cuerda y algún tormento pero nada salió de su boca, dando la orden de dejarlo con cadenas y guardia, Al mismo tiempo dio la orden de que saliera en busca de los tres paraoles un cuarto, al que le entregó unas cartas, con la orden de regresar para interrogar a Sánchez, el cuarto los encontró en el puerto de Zamafo, entregó las cartas, pero Sánchez muy al tanto de todo lo que ocurría, (en ello le iba la vida), saltó a tierra con la excusa de tener una necesidad, pero armado con una espada. Al leer las cartas lo llamaron pero no respondió jamás, al poco tiempo se supo que estaba en algún lugar de la isla de Terenate. Al día siguiente se levantó una gran tormenta y las dotaciones de los paraoles decidieron regresar a Tidore. Aquí seguía preso Romay pues el alto concepto del honor no le permitía a Hernando de la Torre ajusticiar a un hombre sin pruebas fehacientes, pero al poco tiempo llegó una carta de las islas de los Célebes, escrita en castellano por un flamenco por nombre Guillermo, describiendo el mal que habían hecho los dos gallegos y la causa de la pérdida de la nao Parral, ante esto, la Torre ordenó sacar a Romay y darle cuerda hasta que hablara, lo cual se llevó a efecto confesando su crimen. Por la misma se demostraba que el portugués Sebastián de Porto no había intervenido ni apoyado el execrable crimen, razón por la que quedó en libertad, pero al asesino se le condeno a ser arrastrado por la fortaleza y a continuación hacerlo en cuatro cuartos, ejecutándose la sentencia el mismo día.
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07 May 2011 18:01
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(2) Éstos se perdieron entre las islas, sobre todo porque las corrientes eran muy fuertes y el bote muy pequeño, de forma que fueron a parar a otras islas, donde la mayor parte de ellos se quedaron, pero Simón de Brito, Fernán Romero un esclavo que llevaba éste, embarcaron en una canoa para seguir al Maluco, pero equivocaron el rumbo y fueron a dar en la isla Batachina en una zona llamada Guayamelin, situada a unas cincuenta leguas de Tidore, enterado Hernando de la Torre de la presencia de portugueses, ordenó a Andrés de Urdaneta junto a dos españoles más, pero acompañados por diez paraos con indígenas que fueran a ver quiénes eran, al llegar los vieron y Urdaneta los reconoció preguntándoles por Saavedra, estos le contestaron que estaba perdido, pero los embarcó y todos retornaron a Tidore, justo en el momento en que Saavedra acababa de llegar, por culpa precisamente de no tener el bote robado por ellos.


Hernando de la Torre, pidió consejo y fue Andrés de Urdaneta, quien le dijo que estaba muy clara la situación, ya que los portugueses no querían llegar a Nueva España, para evitar ser llevados a la Península y que el Emperador supiera por su boca la realidad del Maluco, por ello privaron a Saavedra de su único apoyo, ya que sin bote no podía acercarse a ninguna isla y con tan pequeño detalle, le obligaba como había quedado demostrado al fracaso, además de mentirle a él cuando les pregunto sobre el capitán. Personalmente de la Torre los interrogó y los portugueses viendo que más mentir les costaría más caro, dijeron la verdad que coincidía con los explicado por Urdaneta. Así Hernando de la Torre, en razón de lo anterior y por su acción provocar casi pérdida del buque con toda su dotación, sentenció a Simón de Brito a ser arrastrado por la ciudad de los indígenas, después cortarle la cabeza y a continuación hacerlo en cuatro cuartos, siendo clavados cada uno de ellos en una estaca alrededor de la isla, para que fuera visto por sus compatriotas, ya que continuamente estaban pasando muy cerca de la costa, mientras que Fernán Romero, fuera ahorcado, lo que se llevó a efecto ambos castigos en el mismo día.


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Bibliografía:

Arteche, José de. Urdaneta, El dominador de los espacios del Océano Pacífico. Espasa-Calpe. 1943.

Cortés, Hernán.: Cartas de Relaciones sobre la conquista de Méjico. Ediciones ● 94, S.C. Barcelona, 2003.

Dotor, Ángel.: Hernán Cortés. Edit. Gran Capitán. Madrid, 1948.

Enciclopedia Universal Ilustrada, Espasa. 1929, Tomo, 65, página 1.406.

Fernández de Navarrete, Martín. Biblioteca Marítima Española. Obra póstuma. Madrid. Imprenta de la viuda de Calero. 1851. Aunque en esta obra se le apellida como Sayavedra.

Fernández de Navarrete, Martín.: Colección de Viajes y Descubrimientos que hicieron por mar los españoles desde fines del siglo XV. Ediciones Atlas. Madrid, 1955. 3 Tomos.

Fernández Duro, Cesáreo. La Armada Española, desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Museo Naval. Madrid. 1973.

López de Gómara, Francisco.: Historia General de las Indias hasta 1552. Tomo I Hispania Victrix. Tomo II Conquista de Méjico. Ediciones Orbis, S. A. Barcelona, 1985.

Mariana, Padre. Historia General de España. Imprenta y Librería de Gaspar Y Roig, Editores, Madrid, 1849. Tomo III.

Orellana, Emilio J. Historia de la Marina de guerra de Española, desde sus orígenes hasta nuestros días. Salvador Manero Bayarri-Editor Tomo II, Primera parte. Barcelona.

VV. AA.: Historia General de España y América. Ediciones Rialp. Madrid, 1985-1987. 19 tomos en 25 volúmenes.

Compilada por Todoavante.

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Traducción al español por Huan Manwë para phpbb-es.com