En los talleres Corcho Hijos S.A. en Santander se empezó a construir un vapor mercante de casco de acero que fue botado el 11 de septiembre de 1919 con el nombre de “Sotileza”.

Es muy significativo este nombre de la heroína perediana porque podría sugerir una doble procedencia. De una parte, los Dóriga ya sabemos que a fines de siglo encargaron en Gran Bretaña tres vapores costeros a los que pusieron por nombres “Mechelín”, “Marianela” y “sotilza”.

Ya en 1912 había encargado don Victoriano a los astilleros euskalduna, de Olaveaga, la segunda generación “Mechelín” y “Marianela” y a poco surge aquí el “Sotileza” sobre las gradas de lo que había sido el propio astillero de los Dóriga.

Por otra parte, en aquellos años trasladaba Corcho su fundición de Sotileza a la Reyerta, transformándose con ello la sociedad comunitaria Corcho Hijos en sociedad anónima.

Así pues, o por parte de Dóriga o por parte de Corcho, la predilección del nombre del primer vapor de carga de los astilleros de San Martín es evidente, porque lo cierto es que el buque, que llevó el nº 18 de grada, se inscribió como de la propiedad de Corcho Hijos y así navegó bastantes año

Era un barco de 446 toneladas de registro bruto, 550 de peso muerto y 1.042 de desplazamiento.
Media 45,35 metros d eslora, por 7,81 de manga y 3,4 de puntal.

Su maquinaria consistía en una caldera cilíndrica y una máquina de vapor inglesa, de dos cilindros y 300 caballos, capaz de dar 8 nudos de andar.

Tenía la máquina a popa, castillo y popa rectas y arbolaba dos palos. Era un barco de bonita estampa y bien proporcionado..

El día 23 de febrero de 1920 se le instaló la caldera; el 25 de abril hizo las pruebas sobre amarras y el 3 de mayo daba su primer viaje comercial.

El 28 de marzo de 1928 se vendó el “Sotileza” en 45.000 duros a la Compañía Marítima Canaria, de Tenerife, y cambió la matrícula y el nombre en 1926, pasando a llamarse “Guanche”.

En 1934 pasa la Marítima Canaria a integrarse en la flota de Rodríguez López, otro importante armador canario, quien rebautiza “Santa Rosa de Lima” a nuestro antiguo “Sotileza”. En 1939, terminada la Guerra Civl, se vendió al armador bilbaíno don Luis Otero, que lo cambia de nuevo el nombre por el de “Tercio de San Miguel”, según la nomenclatura clásica en su flota.

En 1940 embarrancó en la costa francesa mediterránea, pero fue reflotado y en 1945 se vende al armador vigués don Vicente Suáçrez, que lo rebautiza “Conchita Suáez”.Con este nombre ha seguido haciendo el cabotaje por todos los puertos de la península y especialmente en el Norte, en sus últimos días, bajo el armamento de don Ingancio Uría, quien lo desguazó en Zumaya a los 55 años de su botadura. Todo un récord para el primer mercante de San Martín.
Bibliografía:
El Astilero de San Martín de Rafael G. Echegaray

Interesante historia de uno de esos mercantes tan comunes, que habitualmente escapan a las historias marítimas, excepto cuando les toca ser hundidos o capturados en alguna guerra (o cuando perecen en un trágico naufragio).
Saludos
Rioplatense

Buenos días rioplatense, celebro que haya sido de su agrado.

Pensaba que nuestra Buzo Mayor estaba de comisión perdida en busca de pecios, me alegro mucho de saber que aún bucea entre nosotros.

Un abrazo

Este post, me lleva a un gran descubrimiento: el de los talleres Corcho Hijos S.A., pues no conocía yo la apasionante historia industrial de esta empresa, que llegó, en sus transformaciones, a tocar tantas y tan diversas ramas de aplicación en sus productos manufacturados, y constituyó durante mucho tiempo, un gran patrimonio para Santander.

Constituye pues, un capítulo interesante a estudiar, como empresa en general y sobre todo en su faceta de astilleros.

Mi querido Comandante Sotacomitre me hubiera gustado haberme perdido por unos días en busca de pecios apasionantes e interesante para todos, más no ha sido así.
El deber también se impone en tierra.
La alegría es mutua Sotacomitre,
un abrazo

Bemaro, le aseguro que tanto talleres Corcho, como el astillero de San Martín han marcado una parte muy importante de mi vida, aquella en la que todo te asombra, no dejas de preguntar y además intentas tener tus propias experiencias en primera persona.
Fueron un gran aporte a Santander ,tanto para su economía como para hacer parte del capital humano tan importante que con ellos se gestó.

Un abrazo

Salyomar, con permiso y como complemento:

Planos y maqueta del Sotileza.

Bemaro, es Usted una auténtica joya.