Sinceramente, llevaba casi un año pensando si en un foro de historia naval como el nuestro, tendría cabida esta historia. Finalmente he decidido que sí, que merece la pena publicarlo.

¿Quién no ha montado nunca en uno de esos patines que abundan en nuestras costas?, ¿Quién de pequeño y subido a uno de esos aparatos, no se ha sentido por un momento un gran almirante?

Pues bien, resulta que el “padre” de estos aparatos, es de nacionalidad española y que el invento fue patentado hace ya dos siglos.

Aunque naturalmente el invento no está a la altura, ni siquiera la roza, de “cosas” como el submarino de Peral, el destructor de Villaamil o los torpedos de nuestro querido y entrañable capitán de navío de primera D. Joaquín Bustamante, no deja de ser un invento español.

Que sirva como un pequeño homenaje a todos los inventores españoles, siempre tan denostados y olvidados por los gobiernos de este “puñetero” país.

La Ilustración Española y Americana.

Madrid, 30 de abril de 1895

San Sebastián

El inventor del velocípedo náutico, Sr. Barea, haciendo pruebas del nuevo aparato en la Concha.

El inteligente industrial donostiarra D. Ramón Barea ha inventado un aparato al que llama velocípedo náutico y que sirve para andar sobre el agua con regular rapidez y mucha comodidad.

Compónese esta máquina de dos cajas de acero, que sirven de flotadores y que están unidas por unas barritas de 40 centímetros de largo. En el hueco que queda entre ambas, y hacia popa, va una rueda movida por medio de pedales, como una bicicleta terrestre. Pesa el velocípedo náutico 45 kilos.

Las pruebas hiciéronse con muy buen resultado en la Concha, el 14 de mayo de 1893. El Sr. Barea mostró prácticamente con qué facilidad se pude andar por el mar con aquel aparato, y cómo se le da la dirección con un pequeño timón que va a popa. La velocidad puede llegar a 10 kilómetros por hora.

En Paris le han examinado ingenieros industriales, y a todos ha parecido muy útil, ingenioso, sencillo y fácil de manejar, a lo que se añade el ser muy seguro. Se puede armar y desarmar en tres minutos. La Academia de Paris le ha premiado con medalla de oro y un diploma. En España y en el extranjero tiene el autor privilegio por veinte años.

También consideran los médicos muy conveniente este aparato para personas enfermas o de poco desarrollo físico, las cuales podrán servirse de él para hacer saludables ejercicios, así en el mar como en lagos, ríos y estanques.

Sinceramente damos la enhorabuena al Sr. Barea por su velocípedo náutico, y expresamos aquí nuestro deseo de que saque de él tanto provecho como merece.

Estimado Intendente General, he decidido que en este apartado de las hermanas olvidadas, Marina deportiva de todas las épocas, es donde encaja mejor este artículo. Lo dejo a tu criterio.

Un saludo.

Pues ahí tenemos un precursor de la moto de agua, terror de los bañistas.

El invento me gusta, y puestos a valorar un invento como se merece, lo cierto es que tiene más actividad innovadora que el submarino de Peral, aunque otra cosa pueda parecer por su aparente sencillez.

Para que coger un bote a remos y cruzar la dársena del puerto. El señor Barea nos demuestra con la ropa de los domingos, que esto puede hacerse de una forma más cómoda y “caballera”.

Me gusta el propulsor, un disco, Habrá que esperar unos años todavía para que nada menos que Nikola Tesla demuestre el poder impulsor de fluidos que tienen los simples discos, y patente su impulsor centrífugo y su turbina impulsora.

Un único defecto. Dadas las dimensiones dadas y el peso del conjunto, armado con el peso de nuestro deportista y su altura sobre las aguas, no cabe duda que el centro de gravedad queda muy alto. El sistema es poco estable transversalmente, tan poco, que si la mar no está como un plato recomendamos al señor Barea que cambie la ropa de domingos por ropa de bañista.
Y se deje el reloj en casa...


Pero el sistema merece un elogio.

Un saludo.

Habeis tardado en demasiado en colgar el tema querido Cervera, me ha encantado.

Como dice espaldar la abuela de las motos de agua.

Un saludo

Disiento de Espaldar. En esa época los días de diario se llevaba corbata y los domingos, festivos y fiestas de guardar tambien. Desde que me he jubilado no me he vuelto a poner corbata (mi esposa no me deja) mas que para una boda. Y recuerdo con añoranza cuando hace unos diez años fuímos un amigo y yo a Calahorra un domingo y vimos como la gente paeaba y tomaba el aperitivo con la ropa de los domingos, corbata incluída. Desde ese día no digo ponerme de domingo, sino ponerme de calagurritano.

Es que la "fames calagurritana" bien vale una corbata.

Y sobre el velocípedo, gran invento.
Como dice espaldar, muy inestable, pero poniéndole una orza a la altura del manillar....