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Biografía de don Diego Brochero de la Paz y Anaya.



Almirante español del siglo XVI y XVII



Nació en Salamanca en fecha desconocida.



Navegaba en las galeras de Malta, por el año de 1570, en un combate con el turco Uluch Alí, en las costas de Sicilia, fue apresada su galera la Santa Ana, fue toda su dotación o muerta o herida, siendo él de los últimos, siendo condenado a bogar en una Turca, tardando mucho tiempo en poder ser rescatado, al suceder tal hecho, de su pecunio construyo un galeón, con la ayuda del gran maestre de Malta, con el que se dedico a hacer el corso.



Realizó muchos singladuras, consiguiendo hacer muchas presas, sobre todo en el golfo de Salónica, llegando a perder a la mitad de su tripulación.



Después vino a España, entrando al servicio de las escuadra de la Península Itálica.



Estando en apoyo de la Liga Católica con la que operaba en la Provenza, se le designó para que realizara la misma labor en la Bretaña Francesa, en conjunto con la escuadra de don Juan Águila.



En varios combates rindió a dos corsarios de La Rochele, en el desembocadura del río Salazar, en otro a tres vasos inglese mercantes; en un desembarco en Morlaix, dejó a doscientos hombres, que realizaron una misión de castigo en lugares diferentes.
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Trasladó en un viaje al ingeniero Rojas para que diseñara y acondicionara el nuevo puerto de Brest.



En un enfrentamiento con los holandeses, atacó a un convoy de veinticuatro buques, el sólo contaba con cuatro galeras, la escolta eran buques muy bien artillados, después de un fiero combate, abordando a la capitana y a la almiranta, los capturó en total cayeron siete buques en sus manos.



Guardando la boca del Tajo con dieciocho bajeles a su mando, en el año de 1596, evitó el desembarco de una fuerza inglesa al mando de lord Charles Howard of Effingham, que viendo fracasar su acción, se desentendió de ella dirigiéndose al sur cayendo sobre Cádiz.



Al siguiente año planeo un proyecto de ayuda a los irlandeses católicos contra la reina Isabel I de Inglaterra, siendo nombrado almirante de la armada, en la que iba de capitán general Martín de Padilla; sufrió la fuerza expedicionaria dos fuertes temporales, el primero en Finisterre que la dispersó, reuniéndose la flota de nuevo en La Coruña, saliendo de este puerto organizada, siendo el segundo en el canal de Inglaterra, el cual desarboló la almiranta de Brochero, afectando también a otros buques muy seriamente, siendo las urcas las que peor parte se llevaron, por su poco calado, que no las hacía muy prácticas para estos menesteres, con el resultado de la pérdida de algunas de ellas, siendo muy afectadas las propias para desembarco, las pinzas y los barcones por la misma causa, además de ir a remolque; quedando la flota dispersada nuevamente; tal fue el desorden que fueron aparar a diferentes puerto, de Holanda, Normandia y Bretaña, llegando siete a Inglaterra, que desembarcaron a 400 hombres, que parapetándose, hasta que viendo que la armada no aparecía, se volvieron. No fue el desastre que cantaron autores como Larrey y admitido por algunos autores españoles, como cosa real; el 21 de noviembre, en los puertos de La Coruña y de El Ferrol, habían al ancla 108 buques, sin contar los de Aramburu, que no habían llegado todavía, sintiendo solamente la el apresamiento o pérdida de doce de nuestro buques, siendo además los de más poco valor.
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En el año de 1600, con quince buques estuvo por dos veces de protector de las flotas de Indias, en las islas Terceras, consiguiendo hacerlas llegar a la vista del enemigo a España sanas y salvas.



Se repitió la mala experiencia de Irlanda con los mismos protagonista, a primeros de septiembre, esta vez desembarcaron y conquistaron Kinsale el, era el ocho de octubre, Juan de Aguilas dio un manifiesto al pueblo, explicando la causa de su llegada, pero la actitud de los irlandeses fue de meros espectadores, no hallando apoyo Juan de Águila, por lo que rodeado en las dos poblaciones conquistadas, la nombrada más Baltimore, apretaban el cerco de los 4.000 españoles, un cuerpo inglés al mando del virrey lord Mountjoy con 9.000 hombres, mientras que por la mar lo hacía sir Richard Levison, aun en estas condiciones le llegaron refuerzos, primero 2.000 hombres al mando de Alonso Docampo y se le unió otro cuerpo de 4.000 hombres del conde de Tyrone; mientras tanto mantuvieron su retraimiento los habitantes, haciéndose patente la falacia de sus ofertas, lo que le llevo a razonar que el esfuerzo español y su Hacienda no era compensado por los irlandeses, lo que le decidió además de que sus promesas habían engañado al su Rey, por lo que mandó al campo enemigo mensajero, que comunicado con lord Mountjoy se realizara un parlamento, llegando al acuerdo de que si abandonaba las dos posesiones, sus banderas y hombres, saldrían con todos honores de la guerra hacía su reembarco, para retornar a España, añadiendo a esta proposición, la declaración de defenderse hasta el extremo máximo de sus fuerza en caso de no ser aceptado.



A pesar de los continuos ataques a nuestras flotas de Indias, en esta ocasión por los ingleses Monson y Lewson, Brochero consiguió hacerlas llegar a España, en la misma situación que la anterior vez. Escribe Barrow <<fueron el año 1602 á la espera de las flotas de Indias, pero al verlas no se consideraron con fuerza suficiente para el ataque. La escolta era muy respetable>>.
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En el cabo de San Vicente en el año de 1603, Brochero derroto a una escuadra anglo-holandesa, a la que apresó a siete de sus buques y liberando a una flota de Indias que estos habían a su vez apresado.



Por real orden fue llamado al Consejo de Guerra don Diego Brochero, autor de una <<Memoria>>, que dirigió al rey, en la que daba a conocer, un estudio y consideración del estado de la marina de guerra; haciendo hincapié y denunciando el mal tratamiento, inconsideración y menos precio del marinero, el defectuoso armamento de los buques, <<no habiendo quien los supiera manejar, ni escuela donde aprenderlo>>; los hurtos llamando por su verdadero nombre a los enjuagues de bastimentos, jarcia y municiones, entre tanta corruptela practicadas a la capa del atraso constante de las pagas. Poniendo en conocimiento del todo poderoso duque de Medinasidonia, para la consulta de los puntos más graves.



Al ser llamado don Diego Brochero como almirante general al Consejo, dándole amplitud de atribuciones, que en buena hora se le llamó a la Corte, para emplear su genio organizador del que también dotado estaba. Lo primero que hizo fue ponerse a trabajar con los inferiores, o sea la marinería, redactándose y poniéndolas en vigor las <<Ordenanzas para las armadas del mar Océano y flotas de Indias>>. Firmadas en Ventosilla el cuatro de noviembre de 1606, en uno de sus artículos dice: <<cuán justo era honrar y premiar a los marineros españoles, sin que fuese menester echar mano de los extraños>>.



En cédula del veintidós de enero de 1607 se conde a los hombres de la mar, uso de armas permitidas y de trajes, cuellos y coletos a su gusto; exención de alojamiento mientras estuviesen ausentes de sus casas; jurisdicción privativa y prerrogativas varias, condensadas en esta meditada prescripción:
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<<Que a los que fuesen hijosdalgos, no sólo no ha de parar perjuicio a su nobleza ni a sus hijos y sucesores el asentarse a servirme o haberme servido en las armadas y flotas de marinero o otra de las plazas que acostumbra a servir en los navíos la dicha gente de mar, ahora ni en ningún tiempo del mundo; pero que el hacerlo sea calidad de más honda y estimación de sus personas>>.



Realizo un viaje con una flota en la almiranta de Vidazábal, que transportaba a cuarenta y dos compañías de infantería, con destino a Flandes, corría en año de 1614.



Eran tantos los piratas que por la mar navegaban, que fue comisionado para la firma de un acuerdo, entre España e Inglaterra, en el que se acordaba, que cada país pondría veinte buques, para luchar en conjunto contra ella, tanto en el mar Mediterráneo como en el océano Atlántico; los generales de las dos fuerzas, estaban obligados a apoyarse mutuamente; los buques inglese saludarían con salvas y música, a los españoles en nuestras aguas, haciendo lo propio los españoles a los inglese en sus aguas; las presas que se hiciesen, serían repartidas por partes iguales entre ambas flotas.



En el año de 1616 como capitán general de las gentes de la mar don Diego Brochero, dejando descansar la pluma y como espectáculo a que no estaba acostumbrado el rey, se dejo deslizar un galeón de 600 toneladas de nombre Santa Ana Real, en el río Bidasoa, propiedad el capitán y construido por Martín de Amezqueta, en honor de la infanta, que cruzaría el río para su enlace matrimonial con el rey francés Luis XIII.



En carta al duque de Medinasidonia, le decía: que don Juan de Veas era el mejor maestro constructor de bajeles, sobre todo por el últimamente lanzo al mar en La Habana, que montaba cincuenta y cuatro cañones, ni mejor arbolado y aparejado, porque a de mas era marinero y se juntaba la práctica con los conocimientos.
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El treinta y uno de marzo de 1621, fallecía el rey don Felipe III, el príncipe contaba con diez años, lo que no lo capacitaba para el gobierno, de ahí el que escogiera a don Gaspar de Guzmán conde de Olivares, dándole poderes universales y elevándolo a la grandeza de España concediéndole el título de Duque de Sanlúcar, siendo a partir de ese momento conocido como el Conde-Duque; persiguió sistemáticamente a los ministros del reinado anterior, haciendo blanco de preferente empeño a don Pedro Girón , el gran Duque de Osuna, por ser conocido como uno de los mejores hombres que nunca tuvo España a su servicio.



En estudio de otras medidas reunió el privado, en su casa y bajo su presidencia una junta en que entraban don Diego Brochero y don Fernando de Girón, del Consejo de Guerra; don Juan de Pedroso y Miguel de Spinarreta, del de Hacienda y como secretario Martín de Aróstegui; con la facultad de decretar o decidir Reales Cédulas, las decisiones tomadas en él, sin más trámite que presentarlas a la firma del Rey: <<tratándose de las cosas de la mar y refuerzo de la armada del Océano y escuadras de ella y de lo demás tocante a la materia>>.



Su fama de escritor incansable es merecida, dejo muchas cartas, memorias y notas, entre ellas una relación: <<Relación del viaje de ida y vuelta que hizo la armada de España desde Lisboa a Dunkerque>>.



Fue miembro del Consejo de Guerra de S. M.



Superintendente de las armadas Reales.



Gran prior de Castilla.



Bailío de Lora de la Orden de Malta. y



Embajador de Malta en España.



Falleció en Madrid el día treinta de julio de 1625, su pérdida fue muy sentida por ser un infatigable trabajador, ornamento de la milicia naval, hombre de corazón y de cabeza, de aquellos pocos a quiénes son aplicable la bella frase de Dante.



<<Fece col senno assai e con la spada>>.







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Aporto detalles sobre este hecho, sacados del libro "Rincones de Historia española", de León Arsenal y Fernando Prado; ed. EDAF, 2008.

Diego Brochero era caballero de la Orden de Malta, y vivía en La Valetta.

En 1570, Malta se sentía muy amenazada (había escasez y carestía de alimentos, entre otras penalidades), y con razón, por los planes del Sultán, y su brazo ejecutor, el almirante Uluch Alí. De hecho, desembarcaron en Chipre y el Papa Pío V preparó una coalición para socorrerle. Reunió 51 galeras, al mando del genovés Juan Andrea Doria.

A esta flota debían unirse en Messina 4 galeras maltesas, al mando del aragonés Frey Francisco de San Clemente, también caballero de Malta, y "pelier" del "Albergue de la lengua de Aragón". Pero, al llegar a Messina se encontraron con que la Escuadra había zarpado hacia Bizerta (Túnez). Las galeras eran la capitana, la S.Juan, la Sta Mª de la Victoria, y la Santa Ana.

El virrey de Sicilia, marqués de Pescara, pidió a Frey Francisco que le llevara a Trápani, y luego siguiera rumbo a Bizerta.

Pero Frey Francisco, hombre muy avaricioso, al ver que los bienes de consumo estaban muy baratos en Trápani, decidió hacer negocio comprando grandes cantidades para revender en Malta a un alto precio. Decidió que la flotilla regresara a Malta con el pretexto de que no tenía órdenes de ir a Bizerta, además de tener que refrendar el nombramiento de un nuevo capitán para una de las galeras por fallecimiento del anterior.

A pesar de los consejos del virrey de Sicilia y de los capitanes de las galeras, decidió zarpar, y de noche.

El desastre

Al amanecer, y a la vista del cabo de S.Dimitri, en la isla de Gozzo, se toparon de golpe con la Escuadra de Uluch Alí, que estaba fondeada. Los turcos creyeron que era una avanzadilla de la Escuadra cristiana y, al no estar aprestados, la flotilla podía haberles hecho mucho daño. Pero, de repente, la galera maltesa capitana, siguiendo instrucciones de Frey Francisco, y sin avisar a las demás, viró en redondo y salió huyendo. Además, para ir más rápida, cortó el cabo con el que remolcaba una "fragata" (de las de aquél tiempo: una nave pequeña).

Uluch Alí intuyó que no era ninguna avanzadilla, y aprestó doce galeazas para perseguirla. Los restantes barcos de la flotilla, desconcertados, tomaron decisiones individuales.

La capitana, para aumentar su velocidad, iba tirando al mar las mercancías y animales con los que Frey Francisco había pensado hacer negocio.

La San Juan mantuvo una ventaja de 4 millas durante toda la mañana, hasta que amainó el viento y se le echaron encima las galeazas turcas. Estaban a 5 millas del puerto de Licata (Sicilia), cuando el piloto realizó una maniobra errónea. Fueron alcanzados por sus perseguidores sin lucha.

La capitana, como iba adelantada, pudo entrar en Licata, pero los galeotes estaban alborotados y en la galera reinaba el caos. Como consecuencia, la galera entró de popa en el río, y encalló en la costa. Frey Francisco abandonó la galera en un bote, con sus pertenencias más valiosas, y se refugió en Licata. La tripulación fue apresada y/o asesinada por los turcos. Pero un caballero, Grafigliassi, junto al joven Miguel Kalli, consiguieron poner a salvo el sagrado estandarte de la Orden (el que después ondeó en Lepanto).

La Santa Ana y la Victoria, por su parte, huyeron juntas hacia el estrecho de Messina. Al darse cuenta de que las galeazas turcas navegaban muy separadas, decidieron combatir: viraron y acometieron a la primera, que iba más adelantada. Para ello, liberaron y armaron antes a los galeotes.

La Santa Ana realizó mal la maniobra: la vela bastarda se enrolló en el mesana. Su capitán, Frey Jerónimo de Foces (también aragonés) comunicó a la otra nave que huyera, mientras ellos protegían su retirada. Así, la Victoria pudo llegar sin problemas a Licata.

La Santa Ana combatió durante 4 horas con las galeazas turcas. Sus 64 caballeros de Malta combatieron mientras pudieron (20 murieron, entre ellos el capitán; el resto quedaron malheridos), y el resto de la tripulación se rindió. Entre los 44 caballeros aún vivos, estaba D. Diego Brochero. Uluch Alí les prestó atenciones y cuidados, en homenaje a su valor, y les hizo cautivos.

Así terminó el combate del estrecho de Messina.

¿Qué pasó con frey Francisco San Clemente?

Primero se refugió en Licata, y después huyó disfrazado de fraile capuchino a Roma, pidiendo amparo al embajador español.

Mientras tanto, se abrió una comisión de investigación en Malta, que declaró culpables a Frey Francisco, y al piloto y al cómitres de la capitana. Los dos últimos fueron ahorcados.

Mientras, el embajador español deseaba quitarse de encima a Frey Francisco, y consiguió que el Papa enviase una carta al Gran Maestre de la Orden de Malta, solicitando su perdón. Además, le proporcionó un salvoconducto, con el que volvió a Malta.

Los malteses se amotinaron al verle protegido por el salvoconducto. Por ello, el Gran Maestre le juzgó. Acusaciones: dejación del mando, cobardía ante el enemigo y abandono del estandarte sagrado de la Orden.

Aunque él quiso hacerse el loco, se le condenó. Le despojaron de su cargo e insignias, y le expulsaron de la Orden. Y, para no incumplir el compromiso con el Papa, el Gran Maestre lo entregó a la jurisdicción civil, y se desentendió del asunto.

La castellanía, como jurisdicción civil, lo juzgó, y lo declaró culpable. El 25 de septiembre de 1570, le metieron en un saco lastrado, y lo arrojaron al mar.

Diego Brochero y su época de corsario

Diego pasó cinco años de galeote en una nave turca, antes de que se pagara su rescate y pudiera regresar a Malta.

Decidió invertir el poco dinero que tenía en armar una nave para hacer guerra de corso a los turcos. El Gran Maestre le financió la artillería y parte de la tripulación.

Hizo numerosas presas, pero no fue muy riguroso a la hora de identificar la bandera del adversario. Atacaba a naves muy superiores a la suya, con gran temeridad, llegando a perder la mitad de sus hombres en todas estas acciones.

En una ocasión, y mientras hacía aguada en un pequeño puerto del Adrático, se le echaron encima 5 galeras venecianas que seguían tras él. Se le detuvo y acusó de haber violado la neutralidad de un puerto veneciano.

Los venecianos le dejaron en libertad tras la intercesión del Papa, el Gran Maestre de Malta, y el embajador español en Roma (entonces, el Conde Olivares, padre del fuutuo Conde-Duque), pero no le devolvieron la nave, ni liberaron su tripulación.

Para compensarle de la pérdida, el Gran Maestre le nombró general de galeras, y le puso al frente de una flotilla para seguir guerreando contra el turco. Pero Brochero no olvidaba a su anterior tripulación, y en cuanto tuvo oportunidad, apresó una galera veneciana y la llevó a La Valetta.

Tras un tenso conflicto diplomático, Venecia accedió a intercambiar naves y tripulaciones, ...pero no cumplió su parte.

El Gran Maestre, ante la previsible reacción de Brochero y el más que posible conflicto con Venecia, decidió enviarle al servicio del Rey de España, relevándole del mando de su flotilla.

Y aquí empieza su nueva etapa, al frente de flotillas o escuadras españolas en el Cantábrico y en el Atlántico Norte.

Memoria dirigida al Rey Felipe III por el Almirante D.Diego Brochero, sobre el estado de la Marina de la Corona.

Señor.
El año de 95 (1595) me mandó S.M. que esté en gloria venir d Francia á Lixª (Lisboa) á fundar la Armada del mar Océano y el tiempo que en ella he asistido que ha sido hasta hoy he considerado las causas por que es tan mal servido y de que manera lo podría ser también que con veinte (galeones)[i], poniéndose en el estilo que diré podrán pelear con toda la armada del enemigo, y vendrá V.M. á ser mejor servido dando mayores sueldos á los Capitanes de galeones y ventaxas a los marineros sin que por esto se acreciente mayor costa de la que hoy se tiene y serán los unos y los otros hombres de mas honra y pundonor de lo que agora son, y esta es la principal causa por que V.M. está tan mal servido con esta armada por haberse acabado la escuela de marinería que solía haber en la Provincia de Guipuzcoa, señorío de Vizcaya, quatro villas, Asturias y Galicia, con haberse perdido mucha cantidad de Navíos que había en esatas partes (que agora no hay uno de cien toneladas) con que trasigaban las navegaciones de Terranova, Flandes, Francia y otros reynos que hoy las hacen extranjeros. Poniendose en execución lo que diré tendrá V.M. la mejor escuela de Marina que ha tenido el rey y será la gente de mar honrada que agora es la de menos estimación que hay entre la nación española, y no es de maravillar que sucedan tantas desgracias en las armadas siendo los capitanes y marineres de esta calidad que por esto no son buenos para pelear ni para la navegación y ofreciéndose la ocasión escusan hallarse en ella y como no tienen honra no reparan en esto y quando hay algún peligro se escusan por ser de la calidad que tengo dicho, y es muy sabida cosa; con que qualquier oficio en la guerra si el que lo exercitase no tiene honra es perder la paga que se le da por V.M. Y siendo los marineros mandados por sus oficiales á palos y los mas de los capitanes de los galeones gente que ha pasado por esta carrera, ¿que se puede esperar de personas y capitanes de esta calidad?; y asI aun que V.M. les mande acrecentar los sueldos y señalar muy grandes ventajas y se les pague con mucha puntualidad y con la misma se les den las raciones, no será parte para que esta gente profese mas honra; y asi no hallo en esto ningún remedio mas de el que propondré. La cosa mas admitida de todos los que tratan razón de estado ha sido y es que el que fuere poderoso en la mar lo será en la tierra; y aun que se pudieran tener muchos exemplos de historias antiguas por las que tenemos presentes se hecha bien de ver esta verdad; pues los venecianos siendo unos pescadores que vivian en unas isletas, por estimar la gente de mar y sus capitanes llegaron á ser una república tan grande.

Los turcos se ha visto lo que se han extendido por este camino. Los ingleses que son los que mas estimado tienen este punto con las honras y ventaxas que dan á la gente de mar se han conservado y sugetaron casi toda Francia con ser uno de los mas poderosos reynos del mundo, por no haber hecho la nación francesa estimación de las cosas de la mar; y hoy en dia la poseyeran sino fuera por el milagro que sucedió de la Poncela[/i] (Juana de Arco), pues llegaron a ser señores de París siendo Inglaterra en fuerzas reyno muy mas inferior que el de Francia. Y hasta agora no se tiene noticia que haya sugetado la gente y capitanes de mar los flamencos rebeldes en este estilo, y los pocos navíos que tienen se han defendido de las poderosas fuerzas y exercitos de V.M. y han sido victoriosos de las Armadas que se han juntado en aquellos estados, y lo fueron de la que llevó el Duque de Medinaceli siendo tan grande y con tanta buena infantería quando fué á gobernar á Flandes, no por el valor de sus soldados que bien conocida es la ventaja que los nuestros les hacen, sino por la estimación grande que hacen de la gente de mar. Los ingleses en sus Armadas aunque embarcan soldados efectivos, visto el caudal y estimación que se hace de los marineros mas que de la infantería, estiman mas sentar plaza de marineros que de soldados. Pues en la nación española es de tan poca estimación el nombre de marinero y lo es tanto el de soldado, de ninguna manera se le puede poner honra sino es con eximir el nombre de marinero en el de soldado debaxo de bandera de infantería.
La mas fuerte muralla que V.M. pueda poner á sus reynos y el mayor freno á sus enemigos es entretener una armada de 30 galeones con 6.000 infantes, y esta no se ha de sustentar en el estilo que hasta agora ha corrido, porque no sirve sino gastar V.M. mucha suma y ver de contino en ella tantas desgracias. Todas las naciones que han estimado los capitanes y gente de mar y honra se ha visto los prosperos sucesos que han tenido sus armadas y repúblicas, con que han sugetado y deshecho muy grandes exercitos en mar y tierra, y con mucha razón si el soldado por arriesgar su vida es estimado y honrado, ¿quantas mas veces lo hace el marinero, pues de mas de aventurarla peleando en la mar, la trae de ordinarioen peligro de perderla con los peligros que se ofrecen en la navegación? Ninguna nación hay que menos estimación haga del oficio de los capitanes y gente de mar que la Española, y así con muy poca ocasión las mas de las armadas se han visto desbartadas y derrotadas, y otras sin sacarlas del Puerto no han hecho efecto como fué la que juntó Pedro Melendez en Santander despues de haberse gastado en ella mucha suma de dinero: y la de Diego Hurtado de Mendoza en el mismo puerto, que la una y la otra no fueron de servico alguno. Solo se ha visto vistoriosa la del Marqués de Santa Cruz cuando rompió al frances en la Tercera: la causa fué por que la nación francesa hace lo que la española quanto á estimar en poco la gente y capitanes de mar y por que todos los navios que llebaba el francés eran de particulares, y los dueños de ellos solo entendian á guardarlos del peligro y en viendo abordada su capitana se huyeron; y asi aquella victoria se atribuyo al valor de la infantería española que era la mejor que tuvo V.M. y á la desorden de la armada francesa y no al de los marineros, no obstante que en aquel tiempo había en España diez veces mas gente de mar y mejor, porque se hallaban en la provincia veinte naves gruesas y otras tantas en Vizcaya, y en las quatro villas Astrurias y Galicia otro buen número, que agora no hay en todas estas partes un navío de cien toneladas, con que de todo punto se ha acabado la escuela de marinería que solia haber en estos reynos. Estando la armada á mi cargo en Lixbona envié á S.M., que en gloria sea (a Felipe II)[i], á Pedro Rodríguez de San Esteban que hiciese instancia para que se acresentasen los sueldos de los galeones y se señalasen ventajas á la gente de mar, pareciendo que con acrecentar los sueldos á los Capitanes serian ellos mas honrados y habria personas de mas pundonor que los acudiciasen y habiendo ventajas para la gente ordinaria con que gratificar al razonable, bueno y aventajado marinero cesaría el inconveniente tan pernicioso de ser la paga de la gente de mar igual.