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Biografía de don Pedro de Zubiaurre


Capitán de Mar y Tierra de las escuadras del Mar Océano.


Vino al mundo por el año de 1541, en la población de Zenarruza, del señorío de Vizcaya, era hijo de Martín de Zenarruzabeitia, señor de la casa solar de Zubiaur, casa de infanzona de la máxima calidad y nobleza, y una de las más antiguas del Señorío.


Se supone que sus primeras navegaciones, fueron realizadas entre las costas de su tierra y las de Flandes, comenzando como era normal en la época de grumete, por lo que de muy joven ya estaba en la mar.


En el año de 1568 zarpó del puerto de Bilbao, con destino a Flandes, con una pequeña división de naves cantabras, que transportaban los fondos de pago de los tercios, que se hallaban en aquellas tierras al mando del duque de Alba, al paso por las aguas de Francia, fueron atacados por no menos de cuarenta naves, que por estar en guerra con este país, intentaron el conseguir el botín, pero las naves españolas con siguieron dejarlas atrás, logrando arribar con la preciada carga a los puertos flamencos.


Posteriormente se encontraba en un puerto de Inglaterra, cuando sucedió, que la reina Isabel ordenó el embargo de ciento ochenta naves de propietarios españoles, para resarcir a sus vasallos, de los bienes que a su vez el duque de Alba, había ordenado embargar en Flandes de estos, por esta medida, fue incautado el buque de Zubiaurre, a parte de hacerle prisionero, al igual que otros mil quinientos españoles, donde permanecieron encerrados por espacio de un año.


Al ser puesto en libertad, pasó a Flandes, donde estuvo al mando de unidades de Infantería, hasta que el duque de Alba, le comisionó para regresar a España, con despachos y correo reservados para entregar al Rey.


Por encargo del Rey, viajó en varias ocasiones a Inglaterra, entre los años de 1572 á 1580, poniéndose en contacto con nuestro embajador ante la corte de Inglaterra don Bernardino de Mendoza, para intentar el recuperar los dos millones de ducados que el pirata Drake, había saqueado y robado en las aguas del sur de América, pero como era el ladrón un bienhechor de su patria, las gestiones resultaron infructuosas.
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En el año de 1584, en combinación con el embajador y por orden de don Felipe II, trazó un plan para apoderarse de Fregelinga, para lo que tenía que comprar dos naves.


Al efectuar esta compra, salto a alarma en la corte inglesa, que temiéndose alguna argucia del español, ordenó la Reina, que fuera hecho prisionero, siendo llevado a la Torre de Londres, donde se le sometió a tormento, situación que no cambió por espacio de dos años, durante los cuales nunca abrió la boca, a pesar de la crueldad de ellos, pero cansados de no poderle sacar nada, lo trasladaron a Flandes, donde todavía estuvo otro año preso, pero aquí fue liberado al ser tomada la ciudad por las tropas españolas.


En el año de 1588, permaneció en Flandes agregado a la Infantería, pasando al año siguiente al puerto de Dunkerque, desde donde zarpó con rumbo a Inglaterra, para repatriar a los españoles aun presos en aquella isla, por acuerdo del Rey de España y la Reina de Inglaterra y transportarlos hasta el puerto de la Coruña.


Pero el llegar, se relata así en una de sus biografías este hecho: <<Quitáronle los ingleses la artillería que llevaba; escribió a la Reina sobre ello y, sin esperar respuesta, recuperó su artillería; la embarco con los prisioneros que debía traer, sin que saliese del puerto hasta haber concluido todo, y aunque con cinco galeones que había allí intentaron los ingleses que saliese sin artillería, resolvió embestir contra ellos antes que abandonar aquélla, con intención de traérselos todos á España en caso de que prosiguieran en su intento, y sucediera, sin duda, si conociendo la resolución de su ánimo y el acierto de su prudencia, mandaba la Reina que se le dejase en paz su artillería>>.


Por lo que consiguió el salir y arribar a la Coruña, con su nave y los prisioneros, que ya no lo eran.


En el año de 1590, se le dio el mando de una división de filibotes, con ella se dirigió a las islas Bayona, en la costa de Galicia, transportando a materiales, artillería y hombres, para guarnición de ellas, al estar en sus proximidades, se avistó a una escuadra holandesa formada por catorce naves, contra las que se enfrentó y a pesar de ser inferiores en número y buques, consiguió tomar a siete de ellas, siendo las demás o hundidas o totalmente desarboladas.
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Un tiempo después, tenía que regresar a las mismas islas, para transportar municiones y más artillería, y se volvió a repetir la historia, pero esta vez eran nueve galeras inglesas; por lo que pasamos a la descripción del combate hecha por don Alonso de Bazán, que vió el enfrentamiento:


<<Embistió con ellas, trabándose la escaramuza tan fuertemente, que duró sin cesar desde las seis de la mañana hasta las tres de la tarde, peleando él solo lo más de este tiempo con un filibote á causa de haber arribado los demás, por estar desaparejados ó irse á fondo.


Duró el combate hasta que le hicieron pedazos y desaparejaron el navío en que estaba>>


Don Alonso de Bazán, puso en conocimiento del Rey el caso tan asombroso que había presenciado, suplicando a Su Majestad le hiciera merced a don Pedro de Zubiaurre, por su extraordinario valor y destreza.


En el año de 1591, se encontraba al mando de una escuadra de pataches y zafras, con las que mantenía las comunicaciones, entre España y la Bretaña Francesa, donde es esos momentos se encontraba en guerra don Juan de Aguilar, que defendía a los católicos de esas tierras, por lo que mantuvo varios encuentros con naves inglesas, además de atacar a las flotas de cabotaje, que intentaban el mantener ese territorio en su poder.


Por ello en una ocasión con solo seis filibotes a su mando, atacó a un flota de cuarenta naves inglesas, saliendo vencedor y apresando a siete de ellas.


En otra ocasión, volvió a enfrentarse con otras cuarenta naves enemigas, consiguió el prender fuego a la capitana, los inglese recibieron refuerzos y él se mantuvo firme, combatió contra ellos y les capturó a tres naves.


En el año de 1592, cuando los inglese volvieron a la mar, la escuadra del mando de Raleigh le cogió un temporal que la deshizo, lo que aprovecho Zubiaurre, para conseguir hacerse con seis de sus naves.
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En este mismo año, con una escuadra de quince filibotes y zafras y quinientos soldados de Infantería, puso rumbo al puerto de Burdeos, para dejar en el castillo de Blaya a la infantería, por estar sitiado por tierra y bloqueado por mar; pero pasemos al relato de un testigo presencial:


<<Embistió Zubiaurre con sola su capitana a la capitana inglesa, y, abordándola, la echó á fondo, sin que quedasen cuatro de cuantos iban en ella, por haberse dado fuego viéndose rendidos. Mataron en aquella refriega al general inglés, que se llamaba Wilkes. Tomosé la almiranta inglesa, quemándose cuantos iban en ella. Pasado esto y metido el socorro, recogió sus bajeles y la artillería del enemigo. Poco después se vieron catorce naves de la Rochela con 2.000 mosqueteros y se pusieron al paso por donde era fuerza que saliese Zubiaurre. Asimismo vinieron de Burdeos 6.000 tiradores con más de cuarenta bajeles, pero animándose el dicho general al paso que á otros se les cayeran las fuerzas por haber quedado muy mal parados los bajeles y ser tantos los enemigos, embistió con gran valor y se escapó de todos sin pérdida alguna>>.


La relación de este combate, omite cierto aspectos que pienso son importantes: los buques inglese del bloqueo eran seis, al incendiarse la capitana de ellos, los demás huyeron.


Los refuerzos mencionados, fueron transportados por diecinueve navíos de los protestantes franceses, más algunos más pequeños del puerto de Broage y se sumaron seis galeazas de La Rochelle, estando al mando del capitán Lamiraille.


Pero en viaje de regreso no perdió el tiempo, pues se encontró con seis mercantes ingleses a los que también apreso.


Estando en el puerto de Pasajes, le llegaron noticias de que en Bayona, una escuadra combinada de franceses y flamencos, compuesta de cuarenta naves, estaba causando daños en las costas españolas, por lo que hizo a la mar con lo disponible que eran cinco filibotes, logró entrar en combate y les cogió tan de sorpresa, que hundió a varios, pego fuego a otros y apreso a ocho, regresando a su puerto de partida con las presas.


En el año de 1594, se unió a la escuadra de don Juan de Águila, con una escuadra de doce filibotes, arribando a la península de Kelerm, que es la que cierra el acceso al puerto de Brest, lugar en que el ingeniero don Cristóbal de Rojas, había construido el castillo de León, en el cual había en una de sus puntas, la denominada <<la de los españoles>>, que al ser conquistado por los protestantes, la hicieron desaparecer, demoliéndola totalmente.
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Al ser tomada esta posición, la guerra en tierra decayó mucho, pero no así en la mar, por lo que permanecieron en esta agua la escuadra de Zubiaurre y la de Brochero, pero esta por ser solo de galeras, en las invernadas les resultaba muy difícil el navegar, pero se mantenían desde el puerto de Blavet, para la protección del tráfico marítimo.


En el año de 1595, volvió al puerto de la Bretaña, donde permanecía don Juan del Águila, para llevarle dinero y poder mantener sus posiciones en aquellas tierras.


Pasó por disposición superior a Lisboa, para hacer entrega a don Bernardino Avellaneda, para realizar su expedición a las Indias, de seis nuevas galeras y otros buques.


Pasó de nuevo a Rentería, para ayudar con el apresto de seis galeones, que se estaban armando, ya listos se puso a su mando y dos mil soldados los transportó a Bretaña.


Regresó a Santander, zarpó con rumbó a las islas de Bayona, donde el Adelantado de Castilla, le dio unas órdenes y con ellas regresó a Ferrol.


En el año de 1596, se produjo el saqueo de la ciudad de Cádiz, él se encontraba cruzando por la zona del noroeste español, en misión de interceptar cualquier ayuda que se enviase desde Inglaterra, a los que estaban en el Sur; divisó a una división de buques ingleses, compuesta por seis unidades con rumbo al Sur, les atacó, apresó a cuatro y hecho al fondo a dos, al revisar la carga, ésta estaba compuesta de municiones para los que se encontraban en el saqueo de Cádiz.


En el año de 1597, enfermó de pronto, llegando incluso los médicos a darlo por muerto, pero su fortaleza y la ayuda de ellos, consiguió el salir adelante, en cuanto se sintió repuesto, comenzó a realizar el corso por las costas.
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En una de ellas, siendo de noche cerrada, se le separaron los dos buques que viajaban con él, de pronto se encontró con toda la escuadra inglesa que al mando del duque de Cumberland iba á tomar Puerto Rico, ante la magnitud del enemigo no podía hacerles frente, así que se escabulló, pero no cejó en su empeño y consiguió el contar los buques de la escuadra enemiga.


En el año de 1598, al acordarse un convenio entre el reino de Francia y el de España, se convino en abandonar por parte de los españoles la posición de Blavet, por lo que con una división de dirigió a ella y se embarcaron todas las tropas y bastimentos, así como la artillería, del fuerte construido.


Al perder esta posición los españoles, la mar de pronto se vió infectada de corsarios, pero Zubiaurre se quedó en las costas del cantábrico, con una flota de cuarenta naves, entre filibotes y pataches, por lo que mantuvo varios encuentros con los corsarios, que siempre resultaron vencidos, siendo la mayor parte de los encuentros en las aguas de la costa de Galicia.


Posteriormente, pero en el mismo año de 1599, el problema se había desplazado al Estrecho, por lo que se le dio orden de bajar a proteger a nuestras costas y tráfico marítimo; reunió a once naves, puso rumbo al Sur y permaneció en aquellas aguas; en una ocasión de las muchas en que se enfrento a escuadras inglesas y holandesas, sucedió que atacó a una de éste último país, que resultó deshecha, pero apresaron a cinco de sus naves, consiguiendo tan rico botín, que después del reparto de la época a la Corona y a la Casa de Contratación, aún llegó para que cada uno de los miembros de la tripulación, se le dieran el equivalente a cinco sueldos y medio.


En el año de 1601, habiendo conseguido que el tráfico por el Estrecho, se viera libre de amenazas, se le encargó el llevar refuerzos a Irlanda, para prestar apoyo a la insurrección que allí se había desatado, logrando arribar al puerto de Castelabón.


Los enemigos se enteraron de que se encontraba allí, con poca fuerza, lo que les pareció un buen momento para dejarlo fuera de combate, pues se presentaron en el puerto con más del triple de fuerzas, pero una vez más Zubiaurre no se arredró.
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Presentó combate, después de unas horas de estar empeñado, le habían hundido a dos de su buques y su capitana, atravesada por más de trescientas cincuenta balas, totalmente mocha y habiendo sufrido entre las muchas bajas, la muerte de dos de sus sobrinos que iban a bordo.


Pero aún así, consiguió el trasladar la artillería a tierra, con restos de los buques hundidos, formó una fuerte empalizada, detrás de ella la artillería y comenzó a batir a sus enemigos, con tanta certeza, que los desarboló a casi todos, además de sufrir graves daños, ya que al estar la artillería en tierra, los tiros eran casi a ras de agua, al mismo tiempo, que les causó tantas victimas, que no pudieron por más tiempo el hacerle frente, por ello decidieron salir del puerto, pero con cada buque medio servible, se daba remolque a varios de ellos, por lo que salieron huyendo.


Al año siguiente de 1602, tuvo por noticias, que aprestar en el puerto de Lisboa una escuadra, pero solo en once días, para hacerse a la mar a reunirse con la flota, que proveniente del Brasil, formada por galeras y algunas naos, venían con cargamento de plata, pues se preveía que fuera atacada, consiguió el encontrarla y prestarle su protección, arribando al puerto de la bahía de Cádiz sin sufrir ningún contratiempo.


Durante unos años permaneció en esta labor, de prestar ayuda y protección a las flotas de Indias, para impedir que los corsarios y piratas, tanto ingleses como holandeses, consiguieran sus propósitos.


El día veinticuatro de mayo del año de 1605, zarpó de Lisboa al mando de ocho galeones y dos fragatas, con la misión de trasportar al tercio de don Pedro Sarmiento, con dos mil cuatrocientos hombres todos ellos veteranos, al puerto de Dunkerque.


Al llegar al Canal de la Mancha, fue atacado por una escuadra holandesa formada solo por ochenta buques, al mando del almirante Hautain.


Al ver la desproporción de fuerzas, de Dunkerque zarparon otros cuatro galeones, pero aún así las fuerzas estaban muy desequilibradas, pero él otra vez no lo dudó.
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Se fue con otra de sus naves de frente contra ellos, mientras el resto de su escuadra se retiraba, para proteger a las infantería que trasportaban, consiguió el frenar nada más que a los primeros dieciocho buques enemigos, lo que permitió al resto de los buques españoles, el arribar al puerto de Dover, que con su fortaleza y artillería, los protegió e impidió el que penetraran los holandeses, salvándose así todo el tercio, pero a cambio Zubiaurre perdió la vida.


Su muerte no puede ser más gloriosa y su heroísmo, no se puede ponerse en duda, fue quizás uno más de los muchos españoles, que permitieron a España alcanzar las grandes cotas de prestigio y al mismo tiempo de odio, de nuestros enemigos de siempre.


Pero al mismo tiempo, otro de los grandes olvidados por la Historia Naval Española.


Al parecer y en honor a tan bravo capitán, los holandeses trasportaron su cuerpo al puerto inglés de Dobla, donde se le dio sepultura.


Pero en el año de 1651, se consiguió no sin esfuerzos, el que sus restos fueran trasladados a España, donde al parecer fueron depositados en la parroquia de la población de Rentería, aunque como siempre y con estos grandes hombres desconocidos, el Ayuntamiento de Irún dice que están en su cementerio.





Sea donde sea, lo importante es que están en España, que es a donde pertenecen.


Por que en ella nació, por ella combatió y por ella murió, así que solo queda el darle las gracias por esa vida de total entrega, que por espacio de cuarenta años, estuvo al servicio de España y más gloria no nos puede dar.




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