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Biografía de don Melchor Fernández de la Cueva


Capitán general de la Armada del Océano.


Hermano de don Francisco Fernández de la Cueva, 8º Duque de Alburquerque.


No sabemos su fecha y lugar de nacimiento, pero debió de ser alrededor de 162? y con mucha probabilidad, vino al mundo en la misma ciudad, Barcelona.


No sabemos nada de sus primeros años, pero por su alta alcurnia debió de tener una buena preparación en todos los campos, por lo que nos lo encontramos ya en el año de 1653 embarcado a las órdenes del marqués de Santa Cruz.


Siendo en esta fecha, el ataque a la ciudad de Burdeos, en la que los tercios desembarcaron para dar un golpe de mano, estando ya él al mando de uno de ellos, lo que indica que no era su primera acción de guerra.


En el año de 1655, se encontraba con la escuadra en el puerto de Pasajes, recibiendo ésta la orden de regresar al Mediterráneo, para prestar su apoyo en la guerra contra los franceses del rey Luis XIII, que para nada le impedía sus pretensiones el estar casado con una infanta de España.
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Estando en las aguas de Barcelona, se enfrentaron a la escuadra del mando de Vendôme, la cual fue vencida después de un fuerte combate, dando por terminado el combate el día uno de octubre, cuando la escuadra francesa dejó la mar por los españoles.


Permaneció en la escuadra y por muchos años, hasta que con fecha del día veinte de febrero del año de 1674, se le otorgó el mando de la Armada Real del Mar Océano, siendo nombrado su Capitán General, y como Almirante don José Centeno, la escuadra en esos momentos, estaba compuesta por veintiún buques, con un total de once mil ochocientas toneladas, montando 874 cañones y dotada por seis mil quinientos hombres de mar y tierra.


Por la rebelión en Messina, pasó al Mediterráneo, para impedir el paso de la escuadra francesa que iba a socorrer a los revolucionarios, pero los vientos no quisieron favorecer a los buques españoles, lo que les impidió evitar la arribada con los pertrechos de vida y guerra, que conducían los franceses al mando de Valvelle, que estaban dispuestos a favorecer a la rebelión por el encono del Rey francés, con el español.


El almirante francés al regresar a sus costas, no tuvo ningún inconveniente de hacer saber, que el comportamiento de los españoles, fue sencillamente ejemplar en esta ocasión.


Ante la vigilancia de los buques españoles, Valvelle se quedó en el puerto hasta que arribaran los refuerzos, porque ya se estaban preparando al mando de Vinvonne cuando él zarpó y no debían retrasarse mucho.
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Pero de la Cueva, permanecía a la espera, por lo que una mañana se divisaron velas en el horizonte, pensando que era la escuadra de refuerzo, dió orden de caza lanzándose a su encuentro a toda vela, pero al principio solo contaba con cinco de sus buques redondos, entablando combate que consiguió retrasar la arribada de la escuadra de socorro, lo suficiente para que se incorporara el resto de la escuadra española, obligando así a los franceses a buscar refugio.


Pero el viento de pronto cayó y se quedaron inmóviles, ordenó que las galeras los remolcaran, se lanzaron los cables y así se hizo para poder ser remolcadas y regresar al combate, pero de nuevo el viento saltó de improviso, favoreciendo en esta ocasión a los franceses, lo que además permitió que la escuadra de Valvelle pudiera zarpar de Messina, esto provocó que al unirse las dos escuadras, los españoles se vieran en una posición muy mala, ya que quedaron cogidos entre las dos y recibiendo fuego por ambos costados, situación que les perjudicó porque entre las dos eran muchos más buques que los españoles.


A pesar de la manifiesta inferioridad el combate continuó hasta el anochecer, en el transcurso de él cayó herido don Melchor, consiguiendo escapar unos pocos de los buques españoles.


El Gobierno español decidió destituirlos de sus cargos a todos los que alguno tenía, pasando por un Consejo de Guerra, en que nada se tuvo en cuenta el gran sacrifico que se realizó, lo mucho y bien que se batieron, a pesar de ello se mantuvo la sentencia y fueron todos condenados a prisión, siendo don Melchor transportado al castillo de la Baya, donde fue encerrado.


Nada más se sabe de él.



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