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Nació en el año de 1798, en la ciudad de Cádiz.


Comenzó su carrera militar, como cadete de las Reales Guardias Españolas, en el año de 1814; un tiempo después pasó a los Cazadores, y en el año de 1820, ingresó en la Real Armada, que por los servicios ya prestados y sus conocimiento militares, se le otorgó directamente el grado de Alférez de Fragata.


Pero al no tener los conocimientos náuticos suficientes, se dedico a su estudio hasta el año de 1822, siendo aprobado y destinado a embarcar en el bergantín Voluntario, con el que realizó múltiples cruceros sobre la península y realizando misiones de buque correo, entre nuestras posesiones en las Antillas y el seno mejicano.


Al su regreso a España, se encontró con que por orden superior, se le había dado de baja en el cuerpo general de la Real Armada; pero después de unos meses de lucha, consiguió el ser readmitido, dándole validez y antigüedad con la fecha de su ingreso, lo que le valió fué, el haber demostrado su valía y sus dotes de buen navegante.


Entre los años de 1825 y 1827, permaneció en aguas del Mediterráneo, embarcado en distintas goletas, realizando la guerra contra el corso y protección de nuestro tráfico mercante.


A finales del año de 1827, se le otorgó el ascenso a alférez de navío, permaneciendo en sus servicio, hasta que a principios del año de 1830, se le otorgó su primer mando, siendo el falucho Catalán el designado permaneciendo en su responsabilidad, hasta que en el año de 1831, el falucho fue desarmado, por lo que se quedó en la ciudad de Cartagena.


Eran tiempos difíciles y Santa Cruz, no compartía (como otros muchos) las ideas absolutistas de “El Deseado”, por lo que no escondiéndose de su inclinación liberal, inmediatamente se dio orden de captura sobre su persona.


Por lo que al ser informado de esta búsqueda, y que se le había dado de baja en la Real Armada, tubo que poner tierra por medio, logrando llegar a Francia y ponerse a salvo.
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Al ser publicado el Real Decreto de amnistía general, en el mes de marzo del año de 1833, resolvió volver a España y se presentó en Madrid, donde solicitó de nuevo el ingreso en la Real Armada, pero sólo se le concedió, como retirado.


Al año siguiente, de 1834, después de volver a moverse para su admisión, ésta le fue concedida y se le volvieron a reconocer todos sus derechos, incluida la antigüedad.


Volvió a Cartagena donde por algún tiempo, desempeñó el cargo de segundo secretario de la Capitanía General del Departamento.


Al poco tiempo se le trasladó de destino, por lo que fue nombrado teniente coronel de la artillería de marina, permaneciendo en esta ciudad.


En el año de 1837, se le otorgó el mando del quinto batallón, que tenía su acuartelamiento en la ciudad de Castellón de la Plana.


En el año de 1841, se le concedió el mando del segundo batallón, con ubicación y destino en Ferrol, estando al mando de esa unidad, se le ascendió a coronel efectivo, pues hasta este momento estaba ocupando puestos de ese grado, pero como interino.


Con los movimientos políticos de esta época, como fue el pronunciamiento contra el Regente, que sucedió en este mismo año de 1841, Santa Cruz, por ser fiel a Espartero y por agradecimiento de éste, en el mes de julio lo ascendió a jefe de escuadra; pero como las recompensas de que son objeto los militares, que aprovechan los momentos políticos para ello, de poco o nada sirven por lo rápidos que estos suceden; resultó que al tener que abandonar España el duque de la Victoria, en el navío británico Malabar, inmediatamente se promulgo un Real Decreto, que lo devolvía a su grado de coronel y con residencia, sin mando en el departamento de Cádiz.


Esto provocó en el aún mayor descontento, por lo que se unió a la causa de los que querían devolver al Regente, enterado el Gobierno de sus intenciones, le ordenó su traslado al arsenal de Cartagena, pero aún así prosiguió con su conducta.
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Por ello, participó activamente en la sedición de este departamento, ocurrida en el año de 1844, por lo que se volvió a informar, que de nuevo se le buscaba para ser detenido y juzgado en consejo de guerra, situación que le llevó de nuevo a emigrar al vecino país de Francia, por lo que se le juzgó en rebeldía y se le dio de baja de la Real Armada.


Pero una vez más, él solicitó permiso para regresar y en el año de 1847 se le concedió, al hacerlo, se le volvió a reincorporar al ejercito, pero además de devolverle todos su honores y con ello la antigüedad, se le ascendió al grado de brigadier


Cuando en el mes de mayo del año de 1848, se volvió a producir un alzamiento y siendo conocedor el Gobierno de sus tendencias, se le ordenó que saliera de la capital en un tiempo máximo de veinticuatro horas.


En el año de 1849, ya resuelto el proceso anterior, regresó a Madrid, donde volvió a conectar con sus influencias, logrando ser admitido de nuevo en la Real Armada y con el grado que tenía en el Ejército, por lo que se incorporo con el grado de brigadier.


En el año de 1853, se produjo una nueva revolución, que está vez si triunfo, lo que conllevó el regreso del duque de la Victoria; él que permanecía sin atribuciones, pero ya ascendido a jefe de escuadra, fue llamado por Espartero y se le dio un sillón en la Junta Consultiva de la Armada, ocurriendo esto ya en el año de 1854.


De esta Junta, salió al ser elegido como ministro de Marina, siendo el día ocho de diciembre de 1854, cuando ocupó tan alto cargo, se dedicó de pleno a esta misión, intentando el reformarla y entre otras medidas, muy bien acogidas por la corporación, se restableció el Almirantazgo.


Se produjo el óbito del capitán general de la Armada don Dionisio Capaz, por lo que el Almirantazgo, en el año de 1855, elevó la propuesta, en la que proponía al teniente general más antiguo don Francisco Armero, para ocupar el cargo-grado y para ocupar el cargo vacante de teniente general, al propio Santa Cruz.
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En el consejo de ministros siguiente, él mismo presentó el expediente, pero haciendo unas observaciones de tipo político, para intentar el unir el grado de capitán general con el de jefe del Almirantazgo, aduciendo que lo que la Reina de había dado no lo iba a dejar en manos de otros.


A pesar de las diferencias de opinión de sus compañeros de gabinete, estos decidieron que se podían hacer las dos cosas; pero él no consintió en que se publicara el decreto y logró retrasar durante dos años el nombramiento, por las diferencias políticas con el nuevo capitán general, que ése no pudo evitarlo y que a la sazón era don Francisco Armero.


En el mes de enero del año de 1856 presentó su dimisión, pero no le fue aceptada, pero en los nuevos, (que ya no lo eran tanto), acontecimientos políticos del mes de julio del mismo año, la volvió a presentar, pero está vez fue todo el Gobierno en pleno, por lo que les fue admitida; dejó el ministerio el día diecisiete de julio del año de 1856.


Por lo que decidió quedarse de residencia fija en Madrid y al año siguiente, se le ascendió a teniente general.


En el año de 1857, se le otorgó la única condecoración que porto en su vida, siendo ésta la gran Cruz de San Hermenegildo.


En el año de 1861, se le nombró senador del Reino y un tiempo después, le fue conferida la capitanía general del Departamento de Ferrol.


Se le nombró ministro del Tribunal Supremo de Guerra y Marina, en el año de 1863, por lo que tuvo que desplazarse a su sede en Madrid.


Falleció en esta ciudad en el desempeño de sus funciones, siendo una victima más de la epidemia de cólera que se desato en el año de 1865.





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