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Manuel García Paadin y Villavicencio

Hace unos años atrás colaborando en otro foro de la armada se puso en contacto conmigo un joven estudiante de derecho que quería saber como había conseguido la hoja de este Brigadier, así como la de su hermano, y que relación podía tener con ellos, ya que el era un descendiente de el.

Esta relación que empezó para compartir las informaciones que teníamos los dos y ampliar así la información que disponíamos cada uno de miembros de nuestra familia, se convirtió al final en una buena y gran amistad. Después de intercambiar y recopilar toda la información de cada uno de los miembros ascendientes de su familia Eduardo decidió escribir una biografía de cada uno de ellos con toda la información que tenia.

Aquí tenemos la primera de ellas, la cual me ha autorizado a ponerla para todos los miembros del foro. Espero que la disfrutéis tanto como la he disfrutado yo.

Así que gracias Eduardo Duque Pintado


Ilmo. Sr. D. Manuel, María, José, Esteban, Ramón, Juan Evangelista, Francisco de Paula, Rafael y Cayetano García de Paadín y de Villavicencio.


Brigadier de la Real Armada.


Don Manuel, nació en la ciudad de Oviedo, el día veintiséis de Diciembre del año mil ochocientos, hijo de don Francisco de Paula García de Paadín y Vizcarrondo, natural de Estepona, Intendente de Marina y Teniente de Fragata, y de su esposa doña María Luisa de Villavicencio y de La Serna, natural de Medina-Sidonia.
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El recién nacido, fue bautizado de necesidad por don Antonio Martínez, cirujano titular en dicha ciudad, y posteriormente recibió los santos óleos en la Iglesia de San Isidoro el Real de Oviedo, por don José Antonio Cuervo, teniendo como padrino de bautismo, al Doctor don José Palacios, Canónigo de la Catedral de dicha ciudad. Este niño será el cuarto hijo del joven matrimonio, habiendo fallecido el mayor de sus hermanos, llamado Rafael, el mismo año de su nacimiento, en mil setecientos noventa y cuatro.


Comenzaba el siglo diecinueve en España, y no lo hacía con muy buen pie, ya que reinaba por entonces Carlos IV, junto a don Manuel Godoy. Personalmente califico a este monarca, como uno de los más lamentables que ha tenido nuestra nación. Aunque, por otra parte también hay que saber apiadarse de su real persona, y pensar en la etapa tan sumamente complicada en la que le tocó reinar. Creo que muchos expertos le han juzgado lo suficiente, y yo que no me considero uno de ellos, no pienso detenerme más en este punto.


Por otro lado, en ese año, para hacernos un poco a la idea de la situación que atravesaba España, se firmaba el Tratado de San Ildefonso con Francia, con la restitución de la Luisiana. Mientras que en el resto del continente, por poner unos ejemplos significativos de sus coetáneos, Beethoven componía sus primeras sinfonías, y Volta inventaba la pila eléctrica.

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La incipiente clase política española se encontraba en constantes cambios. Ese mismo mes de diciembre, del año mil ochocientos, coincidiendo con el natalicio de don Manuel, caía en desgracia don Mariano Luis de Urquijo, Secretario de Estado.


Esta caída venía propiciada por las presiones ejercidas desde Roma, y de las del propio Napoleón. Éste prestigioso político aupado por Floridablanca y el Conde de Aranda, ocupó durante algunos años la vacante dejada por Saavedra.


Urquijo reflejaba el genuino espíritu de los hombres de Estado del Antiguo Régimen, propios de la época de la Ilustración, pero lo que posteriormente se denominaría, el “Cisma de Urquijo”, le costará su posición.


Volviendo a nuestro protagonista, podemos decir, que sin lugar a dudas, pertenecía a una de las familias más influyentes de la España de principios de siglo. Don Francisco de Paula, su padre, es descrito por su sobrino, el renombrado político don Antonio Alcalá-Galiano y de Villavicencio, en sus famosas “Memorias de D. Antonio Alcalá-Galiano”, de la siguiente manera:


<<Era mi tío político hombre de talento, instruido en la carrera a que se había dedicado, hábil y profundo, algo literato y compositor de medianos versos, vano y fastuoso, que, juzgando su empleo no del todo correspondiente a su clase, había logrado introducirse en Córdoba, en consideración a esta última, con la más distinguida sociedad, y que para representar en ella un gran papel, con gastos excesivos eclipsaba en el modo de vivir a los hombres más acaudalados>>.
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Su familia por parte paterna, pertenecía a una antigua estirpe gallega de oficiales de la Real Armada, desempeñando su cometido, desde tiempos tan remotos como la propia historia de la Marina. Los linajes de los Lamas, Castros, Mariños, Pazos… confluían en esta honorable familia.


Por otro lado, su ascendencia materna era de la notoria y poderosa familia de los Villavicencio, radicada en Jerez de la Frontera, de la que su mayor exponente era la Casa de los Duques de San Lorenzo de Valhermoso.


Era su abuelo materno don Antonio Nicolás de Villavicencio y de Mendoza, natural de Medina Sidonia, Regidor y Alcalde de su Real Justicia, y su abuela materna, doña Juana Eustaquia de la Serna y Pareja, también natural de Medina Sidonia, perteneciente al más ilustre elenco de familias, de dicha ciudad andaluza, y de la que sus ascendientes ostentaban el heredado cargo de Alcaide de su fortaleza.


De la infancia del joven muchacho pocos datos puedo ofrecer, sólo puedo aferrarme al relato que nos ofrece su primo don Antonio Alcalá-Galiano. Suponemos que la familia se asentaría en la Ciudad de Córdoba, y que viviría en la casa que se nos describe en el su libro, pero no puedo saber con exactitud de que período de tiempo estamos hablando, ni aportar ningún detalle concreto más, que los que nos ofrece dicha persona.


En mil ochocientos cinco, cuando sólo contaba con cinco años, una desgracia acaecía en la familia, su tía doña Consolación de Villavicencio quedaba viuda, al morir su esposo don Dionisio Alcalá-Galiano, en la Batalla de Trafalgar. Sus otros dos tíos quedaban fuera de la desgracia nacional, al encontrarse don Juan María destinado de Capitán General de Cuba, y por otro lado, don Rafael, que había sido hecho prisionero en Plymouth por los británicos, y que permanecía en esta situación desde el combate acontecido en las proximidades del Cabo de San Vicente.
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En mil ochocientos siete, las primeras tropas francesas comienzan a cruzar los Pirineos. Pronto se sucederían el Tratado de Fontainebleau, y la conjura de El Escorial.


En mil ochocientos ocho la tragedia se vive por toda España, es el año del significativo Motín de Aranjuez, y de las abdicaciones de Carlos IV, y Fernando VII en la persona de Napoleón Bonaparte.


España se encuentra ocupada por una potencia invasora, y por todos los lugares se suceden las insurrecciones populares. Aunque también es conveniente decir, que es el año de la victoria del general Castaños, sobre los franceses en las inmediaciones de Bailén.


Entre mil ochocientos doce, y mil ochocientos diecisiete se desarrollan continuos acontecimientos de gran relevancia, que cambiarán radicalmente la historia de nuestro país, se celebran las Cortes en Cádiz, acontece la batalla de los Arapiles, los franceses son derrotados en Vitoria, Fernando VII regresa a España, y se produce la posterior reacción absolutista.


Si la situación en España es grave, la de Europa no es mucho mejor. El continente entero se encuentra en plena convulsión, con un ambicioso Napoleón que está dispuesto a no rendirse, y a luchar contra todas las potencias del momento.


La historia militar del joven muchacho, comenzó sentando plaza de Guardiamarina en la Ciudad de Cádiz, el nueve de Marzo de mil ochocientos dieciocho, presentando el certificado de ingreso de su hermano don José María, que sentó plaza el día treinta de abril de mil ochocientos doce.
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El cuál, había acreditado su genealogía, por ser hijo de Guardiamarina, y sobrino del por entonces teniente general de la Real Armada y Regente del Reino de España e Indias, don Juan María de Villavicencio y de La Serna.


Don Juan María, había formado parte del tercer Consejo de Regencia, que tendrá lugar durante la cautividad de la Familia Real en Bayona, y estará compuesto además por otras dos personas célebres de la época, don Joaquín Mosquera y Figueroa, duque del Infantado, y don Ignacio Rodríguez de Rivas, conde de Bisbal.


Tras haber terminado sus estudios elementales, permaneció desde el día veintiocho de mayo de mil ochocientos diecinueve, en el navío Numancia, por un periodo de once días.


Posteriormente, pasó otros once días en la fragata Reina, desde el día nueve de junio de mil ochocientos diecinueve, y once más en la fragata Perla.


Fue ascendido a alférez de fragata, el día seis de febrero del año mil ochocientos veintiuno, y nombrado Ayudante del Arsenal de la Carraca de Cádiz, a partir del día diez de julio de mil ochocientos veintitrés. En noviembre mil ochocientos veinticuatro sería destinado al Sexto Regimiento de Marina.


El día veinticinco de abril de mil ochocientos veinticinco, embarcó en el bergantín Diligente, permaneciendo nueve meses y once días, siendo graduado como alférez de navío.
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Casi un año después, volvería a ser destinado al Arsenal de la Carrraca, y embarcado de nuevo en el bergantín Diligente, concretamente el día ocho de abril del año mil ochocientos veintiséis.


El día veintinueve de marzo de mil ochocientos veintisiete, fue ascendido a teniente de navío supernumerario. Embarcó en el bergantín Pasión, el veintiocho de junio de mil ochocientos veintisiete, donde permaneció un año, nueve meses y once días.


En febrero de mil ochocientos veintinueve, disfrutaría de cuatro meses de licencia en Madrid, para reponerse de sus dolencias, posteriormente, embarcó en el bergantín Relámpago, el día diecisiete de julio, permaneciendo durante un año, siete meses y veintidós días.


El día veinticinco de abril de mil ochocientos treinta, moría su tío don Juan María de Villavicencio, tributándosele honores fúnebres por mandato de Su Majestad, sabemos que para dicho triste acontecimiento se trasladó a Madrid.


Por el contrario, el día cinco de julio, nacería su primer vástago don Ángel García de Paadín y Cano, de la que posteriormente sería su esposa, doña Benita. Dicho niño, se convertiría más adelante en coronel de la Real Infantería de Marina, condecorado con la Cruz de Carlos III, Cruz y Placa de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo, Cruz Roja del Mérito Naval de Segunda Clase y Cruz Roja de Segunda Clase del Mérito Militar


Contrajo matrimonio con doña Benita Cano de Yangüas, el día veintidós de agosto del año mil ochocientos treinta, en la propia iglesia castrense, de la Villa de El Ferrol. Hija de don Francisco Cano y de la Sierra, Comisario de Guerra y Marina, y de su mujer doña Ángela de Yangüas Pérez de la Ferreira.
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Embarcó en la fragata Perla, el día doce de junio de mil ochocientos treinta y uno. Ese mismo año, nacería su hija Adelaida María, concretamente, el día veintiuno de noviembre, que posteriormente se casaría con el coronel del Arma de Infantería don Ramón María de Villalonga y Franco. En mil ochocientos treinta y dos, moría en la Villa de Madrid, su padre don Francisco de Paula.


Embarcó en el navío Soberano, el día veintitrés de mayo del año mil ochocientos treinta y tres. El cuatro de febrero de mil ochocientos treinta y cinco volvería a embarcar en la fragata Perla.


Entre los años mil ochocientos treinta y dos y mil ochocientos treinta y seis nacerían otras dos de sus hijas, llamadas doña Mercedes y doña Lucila, cuyo futuro sería el de quedarse solteras al cuidado de sus tías. Permaneció por aquel entonces don Manuel, como Ayudante del Arsenal, en la Villa de Ferrol.


El ocho de febrero de mil ochocientos treinta y seis, moría en la Villa de Ferrol, de dónde era natural, su esposa doña Benita Cano, teniendo lugar la misa de funeral al día siguiente, en la Parroquia de San Julián, asistiéndola veinte sacerdotes con cargo de misa, y acompañando su cadáver ocho sacerdotes hasta el campo santo.


Doña Benita dejaba cuatro hijos menores de edad de los cuáles, sólo uno, don Ángel, era varón. En marzo, era nombrado encargado de la mesa de matriculas de la Comandancia General del apeadero del Ferrol, trasladándose en junio a Madrid, por ser nombrado por Su Majestad, oficial agregado a la Secretaria de Estado y del Despacho de Marina, que desempeñaría desde el veintiuno de julio.
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Fue Comandante de la barca guarda costas Astrebo, desde el día diecinueve de junio de mil ochocientos treinta y siete, permaneciendo allí durante un año, siete meses y veintiocho días, y donde el día dieciocho de noviembre del año mil ochocientos treinta y siete, fue ascendido a teniente de navío efectivo.


En el año mil ochocientos treinta y nueve, permaneció desde julio, también como comandante, en la balandra guarda costas Atalaya, por un período de un año, un mes y diecinueve días, ya que se encontraba agregado a las fuerzas navales de la costa de Cantabria.


Ostentó el cargo de Comandante de Marina de la Provincia de San Sebastián, desde el día veintiuno de octubre del año mil ochocientos treinta y nueve. En ese mismo año, moriría su anciana tía soltera, doña María de los Dolores de Villavicencio, que vivía con su familia.


El día trece de febrero del año mil ochocientos cuarenta, nacía en San Sebastián su hijo don Enrique, primer hijo de la que después sería su segunda mujer.


Don Enrique llegaría a Coronel del Arma de Artillería, condecorado con la Cruz roja de Primera clase del Mérito Militar, la Medalla conmemorativa y tres pasadores, Benemérito de la Patria, Cruz y Placa de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo, Cruz Blanca de Segunda clase del Mérito Militar, y fue Caballero de la Orden de Isabel La Católica.


Don Manuel, contrajo matrimonio en segundas nupcias con Doña Hermenegilda García Huerta, el día catorce de junio de mil ochocientos cuarenta, en la iglesia castrense de dicha ciudad marítima de San Sebastián.
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Doña Hermenegilda era hija del comerciante de paños segoviano, don Gervasio García Fernández, y de su esposa doña Nicolasa Huerta García. Ese mismo año moriría en Madrid su madre, doña María Luisa, a los ochenta y un años de edad. Entre mil ochocientos cuarenta y uno, y mil ochocientos cuarenta y tres nacería su hija doña Julia, que quedaría soltera.


Ascendido a capitán de navío sin antigüedad, desde el día veintisiete de abril de mil ochocientos cuarenta y cuatro. Siendo en ese mismo año, Comandante de Marina de la Provincia de Mataró, desde el día uno de octubre de dicho año, en ésta ciudad, el día veintinueve de noviembre, nacería su hijo don Ricardo, siendo bautizado al día siguiente en la Parroquia de Santa María.


Don Ricardo no pasaría de ser Guardiamarina en su carrera militar, al quedar inutilizado físicamente, debido a un accidente. Ese mismo día del natalicio de su hijo, sería condecorado don Manuel, con la Cruz sencilla de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo. Dos años después sería ascendido a capitán efectivo sin antigüedad, desde el veintitrés de mayo de mil ochocientos cuarenta y seis.


Se le formó Consejo de Guerra de Oficiales Generales en la ciudad de Cartagena, el día dieciséis de febrero de mil ochocientos cuarenta y siete, debido a unos sucesos acaecidos en la Comandancia de la Provincia de Mataró.


El día diez de marzo de mil ochocientos cuarenta y siete, nace en Cartagena su hijo don Alfredo, bautizado un día después, en la iglesia castrense de dicha ciudad. Este hijo, por desgracia, no viviría mucho, pero de esto, hablaré posteriormente. También será aquí, en la ciudad de Cartagena, dónde don Manuel se convertirá en miembro de la Sociedad de Amigos del País.
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El día ocho de mayo, queda absuelto de toda pena, por la causa de abuso de autoridad, en el Consejo de Guerra, celebrado contra él. Por Real Orden, queda sin efecto su nombramiento, como Comandante de Santiago de Cuba, a petición propia.


En mil ochocientos cuarenta y ocho, se encargará de la comandancia Militar de la Provincia de Algeciras, naciendo su hijo don Orestes, en dicha ciudad, el día ocho de octubre, y siendo bautizado en la iglesia castrense, como propiamente tocaba.


Don Orestes llegará a ser Vicealmirante de la Real Armada, siendo condecorado con la Cruz de Primera clase de la Orden del Mérito Militar con distintivo blanco, la Medalla de la defensa del Arsenal de La Carraca, la Medalla de la conmemoración del regreso a España de S.M Don Alfonso XII, Benemérito de la Patria, la Medalla de la Guerra Civil con el pasador de “Cartagena”, la Medalla de la Guerra Civil con el pasador de “La Carraca” y la Cruz y Placa de San Hermenegildo.


Don Orestes, se convertirá en el autor material, de la Restauración, al devolver a España a Su Majestad, pero de éste militar hablaré en futuros trabajos.


En mil ochocientos cincuenta y uno, será destinado como comandante de Marina de la Provincia de Canarias, dónde además como curiosidad, será nombrado Académico de Bellas Artes de Las islas Canarias.
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Por un período de poco tiempo, fue comandante de la Marina del puerto de Vigo, tomando posesión el día diecinueve de noviembre del año mil ochocientos cincuenta y dos, e igualmente fue comandante de la Marina de Bilbao, desde el día nueve de noviembre del año mil ochocientos cincuenta y tres.


De Bilbao, pasó a ser comandante de Marina de la Provincia de Gijón, desempeñando el cargo a partir del día veintitrés de abril del año mil ochocientos cincuenta y cuatro.


En esta ciudad, llegaría a este mundo el último de sus hijos, don Manuel, nacido en la ciudad de Gijón, ese mismo año. Don Manuel, en este caso el hijo, alcanzaría el grado de general de brigada de la Real Infantería de Marina, y estaría condecorado con la Gran Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo.


Por Real Orden, con fecha de cuatro de octubre, es relevado de Gijón, y destinado de comandante de Marina de la Provincia de Mallorca, tomando posesión el día dieciséis de junio del mil ochocientos cincuenta y cinco.


Ascendido a brigadier de la Real Armada, el día treinta de junio de dicho año, don Manuel sirvió como tal, durante doce años, nueve meses y siete días. Entre mil ochocientos cincuenta y seis y mil ochocientos cincuenta y siete, nacerían en Madrid sus dos nietas, doña Felisa María y doña María de la Asunción de Villalonga García de Paadín.
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En mil ochocientos cincuenta y nueve, permanecerá en Madrid como miembro de la Comisión encargada de redactar una ley de aprovechamiento de aguas, recibiendo la Placa de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo, el día veinte de abril de ese mismo año.


Por último, desde el cuatro de abril de mil ochocientos sesenta, se le encargará la comandancia de Marina del Tercio y Provincia de Santander, ocupándose de ella, desde el doce de mayo de dicho año, hasta mil ochocientos sesenta y siete, éste sería su último destino como marino. En ese año, comenzará otro proceso contra él, que según la tradición oral familiar, acabará afectando gravemente a su salud mental.


En febrero de mil ochocientos sesenta y nueve, nace su nieto don Manuel de Villalonga García de Paadín, hijo de doña Adelaida, que moriría prematuramente. El día once de septiembre, nace su otro nieto, don Manuel García de Paadín Navarrete, hijo de don Enrique, que realizaría su carrera militar, en el Arma de Caballería.


El ocho de febrero de mil ochocientos setenta, le es concedida la pensión de doscientos setenta y cinco escudos, por la vacante dejada tras el fallecimiento de D. Pedro Tomás de Córdoba y Amigo. Poco antes de morir, el uno de septiembre de mil ochocientos setenta, como ya había anunciado anteriormente, muere su hijo don Alfredo, Alférez de Navío, uno de los primeros muertos de la Guerra de Cuba.


Don Manuel fallece en la Villa y Corte de Madrid, en el año de mil ochocientos setenta y uno. Reinaba por entonces en España Amadeo I., y al igual que en su venida al mundo, la situación de su despedida era bastante caótica e inestable, ya que unos meses antes, habían asesinado al general Prim en Madrid, por lo que en ese mismo año dimitiría el general Serrano, dando paso a los gobiernos de Ruiz Zorrilla y Sagasta.


En resumen y como análisis diré, que don Manuel tuvo con sus dos esposas un total de diez hijos, de los cuáles todos los varones sin excepción, sirvieron en la Real Armada o en los Ejércitos de Su Majestad. En vida, conocería a algunos de sus nietos, que también seguirán en muchos casos, la carrera de las armas. Su linaje cuenta con un gran número de reconocidos militares, aunque las nuevas generaciones no tienen mucho interés en seguir este camino.
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Agradecimientos.


· Personas:


Don Eduardo Rafael José Duque Sastre, mi padre, iniciador, precursor y persona que ha financiado y apoyado esta obra en su totalidad.

Doña María del Carmen Pindado García, mi madre, por su paciencia con nuestros papeles.

Don Enrique Alfonso Rodríguez García, por devolverme el gusanillo de la investigación.

Don Tomás Sobrino Chomón, por resolver tantas dudas.

Don José Ramón de Viana y de Villavicencio, por su gran labor biográfica de la Familia Villavicencio, y su incondicional, apasionada y entregada ayuda acerca del mundillo de los Archivos Militares.

Don Gonzalo Juan Barona Hernández, por conservar la memoria de nuestra familia.

Don Ramón Hernández Navas.

Don Carlos Valderrama Hernández-Ros, por su tiempo.

Don Claudio Hernández-Ros Murcia. Por sus fotos.

Doña María Teresa Duque Sastre, que me indujo a la investigación horizontal de mis parientes.

Doña María Luisa López-Urrutia García de Paadín, por su maravilloso árbol.

Don Enrique García de Paadín y Ahumada.

Don Alfonso José García de Paadín y Ahumada.

Don Luis Germán Serrano Villar.

Don Enrique Serrano Villar.

Don Javier de Mauricio García de Paadín.

Doña Carmen de Mauricio García de Paadín.

Todos mis familiares y parientes a los que he entretenido con mis preguntas.
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· Personal de Instituciones:


Personal del Archivo Diocesano de Ávila, especialmente a don Juan Carlos Redondo y don Bernardino Jiménez.


Don Abilio Blázquez de Francisco, don Benjamín López de Juan, don Fidel Gutiérrez del Rey, don Francisco Hernández… y al resto del clero y secretarios parroquiales, por tantas partidas expedidas.


Personal del Registro Civil de Ávila, Madrid, Mingorría, Sanchidrián…


Personal del Archivo Militar General de Segovia, por su excelente funcionamiento.


Personal del Museo Naval, por su amabilidad.


Personal del Archivo General de la Armada “Álvaro de Bazán”.


Personal del Archivo Histórico Nacional.


Personal del Archivo Histórico Nacional Sección Nobleza, de Toledo.


Personal del Archivo General de Indias, de Sevilla.
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Villalonga y de la Fuente, Juan de, Hoja de Servicios. Archivo General de Simancas; Pase para América. Archivo General de Indias.


Villalonga y de la Fuente, Ramón de, Tres Expedientes Matrimoniales. Archivo Militar de Segovia; Hoja de Servicios. Archivo General de Simancas; Carta de súplica contra el traslado de su hijo D. Lucas. Archivo General de Simancas; Pase para América de los hermanos Juan y Ramón de Villalonga. Archivo General de Indias.


Villalonga y Martínez de Andino, Ramón de, Expediente Personal. Archivo Militar de Segovia; Hoja de Servicios. Archivo General de Simancas.


Villavicencio y de la Serna, Juan María de, Expediente Matrimonial. Archivo Militar de Segovia; Expediente Personal. Archivo Álvaro de Bazán; Petición al Monte Pío de su hija. Archivo Álvaro de Bazán; Documentos diversos. Archivo Álvaro de Bazán; Limpieza de Sangre para sentar plaza de Guardiamarina. Archivo del Museo Naval; Expediente para la concesión del hábito de la Orden de Alcántara. Archivo Histórico Nacional; Expedientillo de ídem. Archivo Histórico Nacional; Expediente para ascenso a Capitán General de la Armada. Archivo General de la Administración.


Villavicencio y de la Serna, Rafael de, Expediente Personal. Archivo Álvaro de Bazán; Expediente Matrimonial. Archivo Álvaro de Bazán; Documentación sobre su estancia como prisionero en Plymouth. Archivo Álvaro de Bazán; Petición al Monte Pío de su esposa. Archivo Álvaro de Bazán; Expediente para la concesión del hábito de Caballero de la Orden de Alcántara; Expedientillo de ídem.


Villavicencio y Vega, Juan Ignacio de, Expediente para la concesión del hábito de Caballero de la Orden de Santiago.


Vizcarrondo y López Castellanos, Francisco, Limpieza de Sangre para sentar plaza de Guardiamarina. Archivo del Museo Naval. Expediente Personal. Archivo Álvaro de Bazán. Documentación diversa. Archivo Álvaro de Bazán.
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