Me voy a referir a un muy pequeño combate naval, el de Iscuandé, ocurrido en 1812 en el marco de la primera etapa de la insurgencia colombiana.

El gobernador realista de Popayán, coronel Miguel Tacón y Rosique, tomó diversas medidas para actuar contra los insurgentes. En el aspecto naval, el gobernador de Guayaquil le ofreció habilitar una cañonera con el producto de las minas de esa región, del que Tacón envió por barco (a Guayaquil y Lima) $ 70.000 de oro en polvo y barras.
Enterado de que los insurgentes de Cali estaban construyendo algunas falcas en la bahía de Buenaventura, Tacón envió a enfrentarlos dos bergantines mercantes, cada uno armado con dos pedreros, con un destacamento de 30 hombres mandados por el teniente de Micay, sumados a las fuerzas que acababan de intervenir en la expedición de la costa de Esmeraldas; estas naves debían actuar contra los republicanos en los ríos Dagua y San Juan, al mismo tiempo que un destacamento de milicianos era enviado río Patia arriba como distracción. Es posible que uno de esos dos bergantines fuera el “Cántabro”, cuyo capitán no cumplió las instrucciones dadas por Tacón y se separó llevándose bienes pertenecientes a los realistas (este hecho sucedió antes del 28 de septiembre de 1811).
Antes del 18 de septiembre de 1811, Tacón había mandado “un barquito armado de dos cañones y 30 fusileros” contra Iscuandé, además de una expedición por tierra. El 12 de agosto de 1811, los realistas capturaron una falca republicana con un cajón de correspondencia de Popayán para Quito. Los realistas tuvieron dos muertos y un miliciano herido, frente a los tres heridos republicanos (escasas bajas para dos horas de combate).
El 22 de enero de 1812 partió de Tumaco la fuerza naval de Tacón, compuesta por las siguientes naves:
“San Antonio” alias “el Morreño”, bergantín, armado con 1 cañón de a 8 libras de hierro y 2 esmeriles;
“La Justicia” o “Justicia”, lancha cañonera forrada en cobre, “estimada en Lima en 40.000 pesos” (según el parte republicano posterior a la batalla), armada con 1 cañón de 24 libras de bronce llamado “El Invencible” y 2 violentos de a 2 libras, reforzados;
Dos falcas o botes, armadas cada una con 2 pedreros de recámara de a 2 libras, reforzados.
Tenía 200 soldados y sus oficiales incluían a su ayudante, Manuel Valverde, y el capitán de milicias pastuso José María Delgado y Polo, su ayudante interino.
Tacón iba en la “Justicia”, comandada por el teniente de navío Ramón Pardo, recientemente autorizado a viajar hacia España, a pesar de lo cual se le encomendó esta misión, que habría tomado a regañadientes; su fuerza se dirigió a la boca del río Iscuandé y el 28 subió hasta el estero de Tapaje, donde fue reconocida por el comandante republicano, capitán José Ignacio Rodríguez (tiempo antes, Rodríguez, que al salir de Cali tenía 90 fusileros y un centenar de lanceros, había sido auxiliado por embarcaciones y soldados por Francisco Mariano Fernández, cura de Raposo, ferviente republicano).
En su parte, Tacón acusa a Pardo de desobedecer sus órdenes y evitar el combate. Señala Tacón (debo alertar que pueden tratarse de maledicencias de un jefe hacia un subordinado para tratar de cargar a otro con la derrota) que Pardo contestaba “con palabras arrogantes, de que no temía a los cobardes insurgentes, que luego que se acercara a ellos, correrían, y que si querían acometer por el monte de la tierra firme la limpiaría de un cañonazo”, hasta que finalmente “dio fondo donde quiso a las cinco”. Tacón asegura que a las nueve de la noche ordenó el avance de “las canoas y barquilla de la cañonera”, para que “hicieran algunas descargas por si las contestaba y descubría la posición del enemigo”, cosa que dijo haber conseguido.
Al día siguiente, 29 de enero de 1812, tras un nuevo reconocimiento de Rodríguez, éste adelantó sus falcas y ubicó sus fusileros y artillería (apenas cuatro cañones viejos, de los cuales sólo uno podía disparar).
Tacón relató el combate al virrey del Perú José Abascal del siguiente modo, tras el referido contacto entre ambas fuerzas: “Desde luego ordené al comandante se retirara hasta salir al mar: entretuvo el resto de la noche para dar descanso a la tripulación, y a beneficio de incesantes persuasiones conseguí levara a las seis de la mañana del 29, pero a las diez volvió a fondear pretextando que sólo quedaban dos brazas y media de agua en un bajo que debía montar, y que ya lo había hecho con una menos; decidió esperar la marea, que la necesidad de que se acordara (tal vez el original dijera “acoderara”) para facilitar las punterías, y aunque se manifestó ofendido porque yo le hiciera tales advertencias, que interpretaba desaire y rebaja de sus conocimientos facultativos, se mantuvo en la misma indolencia. Observada por los insurgentes, viendo que podían acercarse sin el riesgo de ser ofendidos, presentaron al frente de la lancha dos embarcaciones para atraer su atención y, cubiertos de los árboles de la orilla del norte, rompieron un vivo fuego de fusilería, que en las primeras descargas causó dos muertos y algunos heridos, siendo bastante para que se ocultaran bajo de cubierta unos y se arrojasen otros al agua, sin quedar a vista más que tres o cuatro de la tripulación y ocho o diez soldados destinados a su refuerzo, que sostuvieron la acción hasta que, desanimados por la falta de los del buque, la que en consecuencia se imitó en las canoas y falucho (probablemente se trate de la misma nave mencionada como bergantín en el parte republicano), y ver al comandante retirarse a la bodega después de enseñarme la herida que recibió en un costado, se rindieron sin dejarme arbitrio aún para salvar mi persona.” (reitero que, dado que Pardo no podía defenderse, es probable que Tacón haya cargado las tintas en su contra).
Cuando vio el riesgo de ser capturado (los republicanos dudaban primero si debían acercarse a las naves, ya que pensaban que podía tratarse de una trampa), Tacón subió a una canoa, ayudado por el capitán Delgado, quien se quedó disparando el cañón para cubrirlo, pero la canoa se anegó, por lo que Tacón debió embarcarse en la ya mencionada barquilla de la lancha, tripulada por unos pocos marineros, que fue perseguida de cerca por los republicanos.
Además de las cuatro naves, los independentistas capturaron a la mayor parte de los realistas (entre ellos, el citado Ramón Pardo, gravemente herido; el también citado Delgado y Polo; el capellán fray Lucas Domingo; Felipe Grueso) que tuvieron otras 80 bajas entre muertos, heridos y desaparecidos; además de 80 fusiles, 20 pares de pistolas, once quintales de pólvora, entre otros efectos. En la fuente consultada no figuran las bajas de los republicanos.

Fuente:
Academia Colombiana de Historia, bajo la dirección y coordinación de Luis Martínez Delgado, “Historia Extensa de Colombia”, volumen XVIII “Historia Militar”, tomo I “La Independencia (1810-1815)”, por Camilo Riaño, Ediciones Lerner, Bogotá, 1971.

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Estos combates entre fuerzas sutiles son apasionantes. Las desavenencias entre los mandos son muy frecuentes, sobre todo entre mandos de la marina y el Ejército. Tacón era gobernador y militar, pero había servido en la Armada hasta teniente de navío y después pasaría al Ejército, por tanto creo que sabía muy bien como llevar una operación naval. No descarto que justificara la derrota con la ineptitud de Pardo, pero habría que conocer su versión. ¿Se conoce si le liberaron?.

Saludos.

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Estimado Blas de Lezo:
Lamentablemente, la obra consultada carece de un índice adecuado, por lo que aún no pude encontrar otra información sobre este oficial herido y capturado.
Saludos
Rioplatense