1896

El 2 de enero de 1896 se informa que el general Beránger ha dado órdenes al comandante de la escuadra de instrucción, contralmirante Sr. García Tudela, para que los acorazados Pelayo, Vizcaya y Oquendo que componen la misma, salgan de Cartagena con rumbo a Mahón, en donde permanecerán hasta nuevo aviso (desconozco por el momento la fecha de la llegada de la escuadra a Cartagena). La escuadra parte de Cartagena al día siguiente fondeando en Mahón a las nueve de la mañana del día 5. El 14, la escuadra pone nuevamente rumbo a Cartagena donde fondea el día 16.

El 22 de enero, S.M. la Reina firma un decreto relevando del mando al comandante general de la escuadra de instrucción, contralmirante García Tudela, y nombrando nuevo comandante de la misma al contralmirante D, José Reguera. El contralmirante Sr. Reguera tomará posesión del mando el siguiente 29 de enero.

El 27 de enero zarpan de Cartagena con destino a Ferrol el Vizcaya y el Pelayo. Se informa que ambos buques serán sometidos a diferentes reformas: se les proveerá de aparatos destiladores para poder utilizar al agua de mar en el servicio de calderas, se les colocaran tubos lanzatorpedos, se modificara el servicio de artillería en lo referente a la estiva y conducción de proyectiles y se reformara el servicio de descarga y botadura de botes y lanchas para que sea más rápido.

A las tres de la tarde del día 29 entra en el puerto gallego el Vizcaya, el Pelayo entrara al día siguiente. En el arsenal se han recibido órdenes de que ninguno de los buques entre en el dique hasta el 12 de febrero, por esperarse al trasatlántico Santiago que viene a limpiar fondos en el dique de San Julián. Ambos buques pasan a cuarta situación.

Crisis con los Estados Unidos.

El 28 de febrero de 1898, el senado de los Estados Unidos aprobaba por 64 votos contra 6, una resolución en la que se proponía el reconocimiento inmediato de los insurrectos cubanos como beligerantes.

Una crisis sin precedentes se abría entre España y la nación norteamericana. La indignación en nuestro país alcanzo cotas impresionantes, y la prensa de la época, de una manera harto agresiva, solicitaba del gobierno la adopción de medidas urgentes, entre ellas, el envío inmediato de la escuadra a las Antillas.

El 1 de marzo escribe el periódico La Época: <<Por si la beligerancia llegara a ser reconocida a los insurrectos, y estos quisieran abusar de la neutralidad y emprender contra España operaciones navales, se está reuniendo en el Ferrol, y se hallará lista para hacerse al mar en la segunda quincena de este mes, la escuadra española, compuesta del María Teresa, el Pelayo y el Oquendo (se olvidan del Vizcaya), con el gran crucero protegido Alfonso XIII, el Destructor y los torpederos Azor y Halcón. Si fuera preciso se armarían los buques de la Trasatlántica, que, por su rápido andar, podrían prestar servicio en la escuadra. Parece que tan pronto como la escuadra esté lista zarpará con rumbo al canal de Bahama>>.

El día 2 el Vizcaya sale del dique. El Pelayo entrara en él al día siguiente. Se reciben en él ministerio de Marina gran número de solicitudes de jefes y oficiales, que, encontrándose en situación de supernumerarios, piden el pase a la situación activa.

El 8 de marzo de 1896 se informa que el crucero ha terminado sus reparaciones y que solo le falta la instalación de una de las piezas de 28 centímetros. La pieza le será montada el día 16.

El 28 de marzo, en Ferrol, el Vizcaya recibía su bandera de combate de manos de los diputados vizcaínos Sres. Olascoaga y Arrola. Al acto asistieron el capitán general del departamento (interino), contralmirante D. Vicente Manterola, el alcalde de Ferrol y diversas representaciones del Ejército, la Armada y la prensa, amén de un gran número de autoridades locales.

En el altar, instalado en el puente de proa, junto al Evangelio, estaba la bandera de combate, a la que daba guardia de honor un piquete de infantería de marina. El vicario general castrense Sr. Buceta fue el encargado de dar la bendición al emblema. Terminada la ceremonia, el Sr. Olascoaga, poniendo en manos del comandante la bandera, pronuncio las siguientes palabras:

<<Señor comandante, al tener la honra de haceros entrega de este emblema de la patria, dos satisfacciones siento por igual íntimas y sinceras.

Una, derivada del honroso encargo que hemos recibido de la Diputación de Vizcaya, poniendo en vuestras manos y en la de vuestra oficialidad una enseña, que sé habréis de conservar y enaltecer como en Lepanto, Trafalgar y el Pacífico la mantuvieron tan ilustres capitanes como D. Juan de Austria, D. Álvaro de Bazán, Gravina, Álava, Churruca y Méndez Núñez, y otra de la satisfacción personal propia de quien ha visto realizado un pensamiento que le cupo la honra de iniciar en el seno de la Corporación a la que pertenezco en diciembre de 1893.

Dos objetos me propuse entonces armonizándolos con perfecta e íntima coexistencia; el amor a mi patria y el cariño a mi provincia, haciendo que como en los días más felices para España, en aquellos en que el sol no se ponía en nuestros vastos dominios, sus rayos alumbren un pedazo de tela que recuerde al mundo nuestro antiguo poderío naval. Unir el glorioso símbolo nacional y el nombre de este barco, he aquí cual era mi pensamiento y el de la corporación a la que me cabe la honra de pertenecer.

Tratándose de marinos españoles, cualquier recomendación que os hiciera tocaría en los límites de la ofensa. Para guardar y custodiar la bandera del Vizcaya, estoy segurísimo que cualesquiera que fueran las circunstancias, sé que os sobran alientos para hacerla ondear en el alto del tope, como signo de victoria, o para que sirviera de glorioso sudario a vuestros cuerpos en el fondo de los mares.>>

El comandante del crucero, contestando en frases no menos levantadas y patrióticas aseguro que:

<< Puede estar segura la Diputación de Vizcaya, que al corresponder a la honra de tan preciosa dádiva, no olvidaremos, ni yo ni el último individuo de esta tripulación, que ante nuestros antepasados figuran los nombres de Álava, Mazarredo y Churruca.

Decidles, que yo respondo que jefes, oficiales, maquinistas, contramaestres, clases de tropa y marinería, desde capitán a paje; cuando llegue el día del peligro les bastará dirigir sus miradas a esta bandera, para que antes de arriarla sirvan sus pliegues de sudario de nuestros mutilados cadáveres.>>

Después del comandante, pronunciaron sendos discursos el jefe de la escuadra y el contralmirante Sr. Reguera, que acabo dando las gracias por su asistencia al capitán general del departamento, autoridades civiles, jefes, oficiales y representantes de la prensa de Madrid y de provincias. Seguidamente la bandera de combate fue izada, presentando armas todas las fuerzas presentes en la ceremonia.

El 6 de abril el periódico El Imparcial escribe, que el capitán general del departamento del Ferrol, Sr. Sánchez Ocaña, ha comunicado que la escuadra se encuentra completamente lista. Forman la misma el Pelayo, Infanta María Teresa, Vizcaya, Oquendo, Destructor y varios torpederos. Los buques serán revisados de todo lo que constituye su poder ofensivo por el general de artillería de la armada Sr. Guillén.

El 10 de abril a las siete de la mañana, el Vizcaya, junto con el Infanta María Teresa y el Oquendo, zarpa del Ferrol con destino a la Puebla de Caramiñal con el objeto de realizar ejercicios de artillería y torpedos.

El 22 de abril S.M. la Reina firmaba el decreto por el que se ascendía a capitán de navío a D. Antonio Eulate, último comandante del Vizcaya.

El 11 de junio los buques de la escuadra zarpan desde Puebla de Caramiñal para la realización de ejercicios. Ese mismo día el consejo de ministros acuerda el envío de la escuadra a Barcelona ante los graves acontecimientos que se están desarrollando en la ciudad catalana (un atentado llevado a cabo el día 7 por elementos anarquistas ha sembrado el pánico entre la población). El ministro de Marina Sr. Beránger ordena que un guardacostas acuda al encuentro de la misma (los buques se encuentran en alta mar realizando ejercicios). Inmediatamente después de recibir las órdenes, los buques (Vizcaya, Pelayo, Teresa y Oquendo) deberán dirigirse a Vigo para repostarse de víveres y carbón y zarpar de forma inmediata con destino a la ciudad condal. El 12 la escuadra fondea en Vigo. El comandante de la escuadra, contralmirante Reguera, transborda su insignia del Oquendo al Pelayo. El ministro de Marina ordena que uno de los buques, el que esté listo más pronto, salga de manera inmediata con destino a Barcelona, los demás buques lo seguirán una vez que se complete el avituallamiento. El Vizcaya es el buque elegido por el comandante de la escuadra. El 15, bajo el mando del capitán de navío D. José de la Puente, zarpa nuestro crucero con destino a Barcelona. El 17, a las cuatro de la tarde, el buque arriba a Barcelona fondeando en el antepuerto y amarrando en la escollera del Este. Ese mismo día, el resto de la escuadra, a la que se ha unido el Destructor, zarpa con destino a Cataluña. El 18, a las 12’15 horas, se informa desde Tarifa que la escuadra acaba de embocar el estrecho. El 20, el Pelayo, el Infanta María Teresa y el Almirante Oquendo fondean al costado del Vizcaya. El Destructor ha quedado en Cartagena para reparar averías, el 19, cuando estaba en ruta a Barcelona y frente al cabo de Gata, se le rompió un guardia del timón, quedando sin gobierno y yendo a caer sobre el Pelayo, que logro evitar la colisión.

El día 23 el periódico el Imparcial publica en su sección de noticias lo siguiente:

<<El acorazado Vizcaya ha hecho en cincuenta y tres horas el trayecto de Vigo a Barcelona. El viaje de este hermoso barco de guerra es el más rápido que ha hecho hasta ahora barco alguno de nuestra armada. Dicho buque hizo el mencionado trayecto teniendo encendidas nada más que ocho calderas de las doce que posee, y solo en el Estrecho de Gibraltar de vio obligado a encender dos más por haber encontrado mar contraria>>.

El 19 de julio, al mediodía, el Vizcaya, el Pelayo y el Infanta María Teresa zarpan con destino a Tarragona, puerto a donde arriban a las nueve menos cuarto de la tarde de ese mismo día. El Almirante Oquendo permanece fondeado en Barcelona. El 24 la escuadra zarpa de Tarragona, fondeando en Valencia. El 3 de agosto la escuadra pone rumbo a Alicante.

A mediados de agosto encontramos a la escuadra de instrucción diseminada por varios puertos españoles. El Almirante Oquendo continúa en Barcelona. El Infanta María Teresa, fondeado en Cartagena, recibe órdenes el día 17 de zarpar inmediatamente hacia Barcelona, cosa que hace al día siguiente, fondeando en dicho puerto el 18. También el 17, el Vizcaya fondea en Cádiz, haciendo acopio de víveres y carbón, y quedando a la espera de órdenes. El Pelayo, de viaje a Cádiz, es abordado por un cañonero que le transmite órdenes de dirigirse a Algeciras, puerto donde fondea el 17, quedando al igual que el Vizcaya a la espera de órdenes. El 27 encontramos a nuestro acorazado fondeado en Cádiz junto al Vizcaya.

El 17 de septiembre el Vizcaya y el Pelayo fondean en Cartagena, se unen allí al Infanta María Teresa, fondeado en este puerto desde el día 6 de septiembre.

El 9 de noviembre el Vizcaya arbola la insignia del comandante general de la escuadra de instrucción, contralmirante Reguera. El Pelayo, insignia hasta este día, ha recibido órdenes, junto con la Numancia y la Vitoria, de alistarse para emprender viaje a Tolón. Fondea en Cartagena el crucero protegido Alfonso XIII.

El 16 de noviembre el ministro de Marina visita al presidente del Consejo de Ministros Sr. Cánovas del Castillo, para darle cuenta de que en el dique flotante de Cartagena se han realizado las obras oportunas para que puedan entrar en el mismo nuestros grandes buques acorazados. Se anuncia la entrada en breve en el mismo del crucero Emperador Carlos V, le seguirán el Vizcaya, fondeado en este puerto, el Almirante Oquendo, fondeado en Barcelona y al que sustituirá el Alfonso XIII, y el Infanta María Teresa cuando regrese de su viaje a Tolón para remolcar a la Numancia. Finalmente es el Vizcaya el que entra en el dique el 2 de diciembre, saliendo del mismo el día 12, completamente listo para prestar servicio.


(Vista por la amura de estribor del Vizcaya. Desconozco el origen de esta fotografía y cuando fue tomada)

1897

El 4 de enero encontramos a la escuadra fondeada en Cartagena. El Teresa entrando en el dique flotante, el Vizcaya y el Oquendo preparándose para zarpar con rumbo a Mahón, cosa que harán al día siguiente de madrugada. Los dos buques fondean en Mahón el día 7. El 9 de febrero se reincorpora a la escuadra el Infanta María Teresa.

El 23 de febrero de 1897, saliendo de Mahón el vapor correo de Barcelona Menorquín, a causa de mucho viento y de las malas condiciones en que se gobernaba el buque, se echo encima del Vizcaya, que estaba anclado en el Puerto. El vapor correo quedo detenido con averías, mientras que el crucero sufrió ligeros daños en el casco, prontamente reparados en la capital isleña.

En abril (día 4) es nombrado segundo comandante del Vizcaya, el capitán de fragata D. Carlos Wallis. A mediados de abril toma el mando de la escuadra de instrucción el contralmirante D. Segismundo Bermejo, sustituye en el cargo al ascendido vicealmirante D. José Reguera. El nuevo comandante arbola su insignia en el Vizcaya. Solo dos cruceros forman la escuadra, el Vizcaya y el Oquendo, el Infanta María Teresa zarpó a primeros de mes con destino a Nueva York. El 23 de abril, recién llegado a Cartagena, el ex comandante general de la escuadra de instrucción, vicealmirante Reguera, muere de un ataque cardiaco.

El 31 de mayo, el ministro de Marina Sr. Beránger dispone que la marina de guerra española esté representada en la gran revista naval que se verificara en Spithead, con motivo del Jubileo conmemorativo del LX aniversario de la reina Victoria, para ello se destacará de la escuadra de instrucción (estacionada en Mahón) al crucero Vizcaya, que pondrá rumbo a Cádiz al día siguiente, 1 de junio, llevando a bordo al comandante general de la escuadra de instrucción, contralmirante D. Segismundo Bermejo. El 12 de junio el Vizcaya, fondeado en Puntales (bahía de Cádiz), se encontraba listo para desempeñar la comisión que se le había conferido en Inglaterra. A las seis y media de la mañana el buque, libre de las anclas que lo retenían en el fondeadero, puso en movimiento sus potentes máquinas y tomó la dirección del mar hacia Cabo San Vicente, navegando con ocho generadores de vapor encendidos y 75 revoluciones de sus hélices, que producían una velocidad media de trece a catorce millas.

A las nueve y media solo se veían a lo lejos las siluetas de los grandes campanarios de las iglesias. El Vizcaya navegaba a lo largo de la costa que se extiende desde Cádiz a Cabo San Vicente. A la altura de Punta Sagres se izaron las insignias nacionales y se comunico con el semáforo, desplegando el numeral que fue contestado con la bandera de inteligencia. Doblado el cabo el buque navego a lo largo de la costa de Portugal. A la altura de Lisboa la densa niebla obligo a moderar la marcha, el silbato y la sirena de vapor indicaban la derrota del Vizcaya.

Amaneció el día 13 con viento al norte, que fue refrescando sucesivamente hasta llegar a su mayor intensidad a las once de la noche. A medianoche de avisto la luz del Cabo Finisterre, cuyo círculo de iluminación se atravesó en breve tiempo. Tras enviar un afectuoso saludo, el Vizcaya continuo su derrota hacia Cabo Lizard, punto de recalada en las costas de Inglaterra.


(Dibujo de Rafael Monleón representando a uno de los cruceros del Nervión, en el, no se especifica cuál de ellos es en concreto. Publicado en “El Mundo Naval Ilustrado” con fecha 15 de diciembre de 1897)

El 14, que fue un día de viento al NE., viéndose numerosos buques, especialmente de vapor, que venían de vuelta encontrada. La tarde del 15 se avistaron las costas de Inglaterra; rectificada la posición del buque por el faro Lizard, el Vizcaya se dirigió a la isla de Wight, cortando las numerosas luces de los faros de las costas inglesas, que marcaban con gran exactitud la dirección de nuestro barco.

El tiempo, hasta entonces inmejorable, se torno neblinoso y con chubascos frescos, acompañado de menuda lluvia, lo que hizo moderar algo el andar del buque, recalando sobre el pontón faro que marca la entrada W del puerto de Portsmouth, la que se tomó a las seis de la mañana del 17. Un comandante de la Marina inglesa señalo al Vizcaya su boya, que era la tercera de la línea de buques extranjeros, precediendo a nuestro buque en ella el acorazado austriaco Wien y el alemán König Wilhelm. Momentos después se recibía a bordo al teniente de navío de la Marina inglesa Mr. G.M. Fair, puesto a las órdenes del jefe de escuadra y agregado al Estado Mayor del mismo. El oficial ingles llevaba una atenta comunicación, dando la bienvenida a los marinos españoles y traía instrucciones que marcaban detalladamente los servicios en la bahía, así como poner a disposición del Vizcaya el cañonero Insolent. Se contesto expresando lo honroso y distinguido de la misión que conducía al buque al puerto de Porstmouth.

El día 17 de junio encontramos a nuestro buque fondeado en Portsmouth, siendo visitado por el comandante de dicho puerto, en una visita oficial al contralmirante D. Segismundo Bermejo. El 27 se verifico la revista naval de Spithead. 170 buques de guerra británicos, desde acorazados hasta pequeños torpederos, formaron en cuatro impresionantes líneas. La representación de buques extranjeros formo una sola línea de batalla compuesta de los siguientes buques (según el orden establecido): acorazado austriaco Wien, acorazado alemán König Wilhelm, crucero acorazado español Vizcaya, acorazado italiano Lepanto, crucero acorazado norteamericano Brooklyn, acorazado ruso Rossiya, crucero francés Poihuan, guarda-costas holandés Lion de Nassan, guarda-costas portugués Vasco de Gama, crucero sueco Göta, guarda-costas noruego Frithjof, acorazado japonés Fuji y por último el yate real de Siam Mahi Chakri. Finalizada la parada naval, se dio a bordo del buque un banquete a la representación de la colonia española, que fue presidido por el embajador, conde de Casa –Valencia y el contralmirante D. Segismundo Bermejo.

El 6 de julio el Vizcaya zarpa de Portsmouth con destino a Ferrol, arribando a dicho puerto el día 9, uniéndose allí al Infanta María Teresa y al Almirante Oquendo recién llegados de Mahón. Los tres necesitan entrar en el dique para limpiar y pintar fondos. El 12 de agosto el Vizcaya sale del dique, quedando de esta manera preparada y lista la Escuadra de Instrucción. A las nueve de la mañana del 19, al mando del contralmirante Sr. Bermejo, arbolando su insignia en él Vizcaya, y teniendo como segundo comandante al capitán de navío de primera D. José María Paredes y Chacón, los buques ponen rumbo a La Coruña, una hora después fondean frente a la ciudad.

El 25 de agosto, como dato curioso a añadir a la historia de nuestro crucero, botes de los tres cruceros participaron en unas regatas organizadas por el club velocipedista de La Coruña, en honor de los marinos. El resultado fue el siguiente: botes de la escuadra de doce remos, se les adjudico 125 pesetas al del Oquendo y 75 al bote del Teresa; canoas de seis remos, patrocinadas por los marinos de la escuadra: el premio de honor del Ayuntamiento (un magnífico reloj con estatua y sesenta pesetas) lo ganó el bote del Vizcaya, el segundo premio (una herradura con los atributos de la marina y sesenta pesetas) fue para el bote del Oquendo.

La tarde del día 30 se dio un baile a bordo del Vizcaya, como despedida a los buques de la escuadra, esa misma noche los tres cruceros parten con dirección a Marín, fondeando en este puerto el 31 por la mañana. El día 3 de septiembre la escuadra de encuentra en Vigo y el 9 los buques parten hacia Lisboa. El Destructor se ha unido a la escuadra.

El 11 de septiembre se recibe en el ministerio de Marina el siguiente telegrama:

<<Lisboa 11.- Al ministro de Marina, el comandante general de la escuadra de instrucción: en la boca del Tajo y a las ocho en punto cruzaba por nuestra popa el acorazado Cristóbal Colón, saludando la insignia. Inmediatamente en orden de fila tomamos a Lisboa, donde hemos fondeado sin novedad a las once y treinta, cambiando salvas con la plaza y buques extranjeros. Saludamos a vuecencia. El jefe de E.M. Federico Estran>>.

El 15, SS.MM. los Reyes de Portugal, D, Carlos y Dña. Amelia visitan el Vizcaya. Al surcar el Tajo la falúa que conducía a los soberanos, los buques de la escuadra española, los portugueses Vasco de Gama, Adamastor y Don Fernando, el brasileño Almirante Barroso, el alemán Nixe y el crucero norteamericano San Francisco hicieron salvas disparando 210 cañonazos entre todos. Los Reyes de Portugal fueron recibidos a bordo del Vizcaya por el comandante general de la escuadra, D. Segismundo Bermejo, su estado mayor y los comandantes y oficialidad de la escuadra, agrupados en el portalón. Después de una minuciosa visita al buque, los soberanos fueron obsequiados con un banquete a bordo. A las seis y media de la tarde desembarcaron los Reyes.

A las diez de la mañana del 21, tras unos días plagados de visitas, banquetes y bailes, que dejarían en la capital portuguesa una imagen de nuestra escuadra imborrable, los buques de la misma se aprestaron a levantar anclas, pero un acontecimiento imprevisto vino a retrasar la salida. Cuando el Vizcaya levantaba sus anclas, se notó que estas se habían clavado muchísimo en el fondo y que a las del Oquendo le sucedían otro tanto. En vista de las dificultades fue preciso recurrir a los obreros del arsenal y vapores del mismo para que ayudasen en las maniobras. Los trabajos duraron hasta las cinco de la tarde, perdiendo el Oquendo una de las anclas y sesenta brazas de cadena, consiguiendo el Vizcaya recoger las suyas sin novedad. A las cinco y media la escuadra puso rumbo a Cádiz.

El 23, a las cuatro de la tarde, la escuadra fondea en Cádiz. En el trayecto, el Almirante Oquendo, como escuela de cabos de cañón, hizo ejercicios de cañón y tiro al blanco. El Infanta María Teresa y el Cristóbal Colón hicieron ejercicios para determinar el diámetro táctico de cada uno, que fue de doce a dieciséis millas. El Vizcaya, el Teresa y el Oquendo llevaron encendidas las cuatro quintas partes de sus calderas, mientras que el Colón la mitad. Por la noche se efectuaron ejercicios con los proyectores. El día 27 los buques comienzan a aprovisionarse de carbón y víveres.

El 2 de octubre, el comandante general de la escuadra, contralmirante Bermejo, comunica a la prensa que ha recibido el ofrecimiento por parte del presidente del consejo de ministros, de la cartera del Marina. El contralmirante Bermejo anuncia que mañana (día 3) entregara el mando de la escuadra a su segundo jefe, el capitán de navío de primera. D. José María Paredes y Chacón. El 20, el nuevo ministro de Marina puso a la firma de la Reina el Real Decreto nombrando comandante general de la escuadra de instrucción al contralmirante D. Pascual Cervera y Topete.

El 15 de noviembre dos marineros del Vizcaya resultan heridos, uno de ellos de extrema gravedad, cuando una de las cadenas que se utilizaban para levar un bote de vapor falló. El 22, la prensa informa que el Cristóbal Colón zarpara en breve con rumbo a Génova para montar los cañones gruesos y que el Vizcaya saldrá a probar los cierres de los cañones de 14 centímetros que ha sido preciso reformar, los cañones de a siete se quedarán en el arsenal de la Carraca para hacer en ellos reformas análogas. Se comenta que la escuadra zarpara con destino a Santa Pola el viernes 26. El día 24 el Vizcaya realiza con éxito las pruebas de sus cañones de 14 centímetros, se dispararon veinte cañonazos.

El 27 de noviembre (sábado) la escuadra pone rumbo a Santa Pola. Solo zarpan los cuatro cruceros, el Destructor había sido previamente destinado a tareas de vigilancia en la costa de Marruecos. El 29 el Colón fondea en Cartagena, continuando el Vizcaya, el Teresa y el Oquendo con dirección a Santa Pola.

El 30 de noviembre El Imparcial publica la siguiente noticia:

De Marina. Aumento de marinería.- Se ha dispuesto que necesitándose aumentar las dotaciones de marinería de los buques de la escuadra de instrucción, se signifique al comandante general de la misma estudie la reducción que podría hacerse en las clases de tenientes y alféreces de navío y maquinistas en dichos buques, con el fin que no resulten gravados los presupuestos, y remitiéndole a estos efectos copia de la reducción propuesta por el comandante del Pelayo.

El 30 de noviembre la escuadra fondea en Santa Pola, se informa de que al día siguiente comenzaran a hacer ejercicios de fuego las columnas de desembarco. El 9 de diciembre la escuadra sale nuevamente de Santa Pola para realizar ejercicios tácticos. El 20, la prensa informa que la semana anterior, en aguas de Santa Pola, se habían verificado unos simulacros de ataque a la escuadra por parte de los torpederos Ariete, Rayo y Halcón (los destructores Furor y Terror y el caza torpederos Destructor se habían unido previamente a la escuadra). El resultado de los ejercicios fue muy satisfactorio, siendo estos, los primeros que se hacían con barcos españoles. El 23, después de dar por finalizadas las maniobras, la escuadra de instrucción fondea en Alicante. Forman la escuadra el Vizcaya, el Teresa, el Oquendo, el Terror, el Furor y el Destructor. Se informa que el 25 zarparan los buques con rumbo a Cartagena, donde limpiaran fondos. El 26 los cruceros fondean en Cartagena. El Destructor, Terror y Furor lo harán el 28.

1898

El 13 de enero de 1898 como consecuencia de un fortísimo temporal, y estando fondeado en Cartagena, el Vizcaya arrastro las dos anclas que tenía fondeadas, yéndose sobre el malecón del puerto; pero con tanta suerte, que ni tocó, ni hubo que lamentar avería alguna, quedando a continuación el buque en completa seguridad.

Tras varios días deliberando si España debía o no enviar a los EE.UU. un buque de guerra, con el objeto de devolver la visita “amistosa” del acorazado Maine a la Habana, el gobierno español decide finalmente, el 27 de enero, que el Vizcaya salga inmediatamente para New York. El Vizcaya es el buque insignia del comandante general de la escuadra de instrucción, contralmirante D. Pascual Cervera, quien transborda está al Infanta María Teresa. Mientras esto ocurre, el Vizcaya, fondeado en Cartagena, hace víveres para cuarenta días y llena sus carboneras. El día 28, el contador del buque Sr. Coello marcha desde Madrid a Cartagena con un sobre cerrado con instrucciones del ministro de Marina y 150.000 pesetas en oro, para atender las necesidades del buque.

A las dos y media de la tarde del 31 de enero, el Vizcaya zarpa de Cartagena con destino a Las Palmas. La salida del buque fue realmente solemne. La inmensa cantidad de público que ocupaba las escolleras del puerto, despidió cariñosamente al barco con calurosos vivas a España y a la Marina, también las tripulaciones del Infanta María Teresa y del Almirante Oquendo, desde las vergas, despidieron al Vizcaya. La música de la escuadra toco la marcha de Cádiz.

Poco antes de la partida, el comandante general de la escuadra D. Pascual Cervera, estuvo a bordo del Vizcaya y pronuncio las siguientes palabras:

<<Vengo a despediros deseándoos buen viaje y congratulándome del excelente espíritu que noto en vosotros y que es igual en toda la escuadra de España. La misión que lleváis es de paz y la cumpliréis bien, seguramente, como cumpliríais de igual modo otra cualquiera. Que mañana tengáis el gusto que yo tengo hoy de abrazar en su despedida, a los que marchan en honrosa misión, a los que de jóvenes hayan navegado con vosotros cuando mandéis una escuadra. Siento no acompañaros, pero pronto nos hemos de ver. ¡Viva España! ¡Viva el Rey! ¡Viva la Reina!>>

El 1 de febrero se informaba desde Tarifa: “con Este fresquito ha desembocado a las once y media de la mañana el acorazado Vizcaya”. El día 3 el buque arribaba a Las Palmas. El 4, mientras el crucero hace acopio de carbón, víveres y agua, una parte de su dotación desembarca, siendo objeto de grandes muestras de simpatía por la población local. El 5, el Vizcaya emprende la marcha con destino Nueva York, ha cargado 600 toneladas de carbón en 18 horas de trabajo constante. Como ya viene siendo habitual, la partida del buque ha despertado gran interés en la población, siendo despedido por esta y por las autoridades con grandes muestras de cariño.

El Vizcaya llega a New York el 19 de febrero, quedando fondeado fuera del puerto a causa de la niebla. Por medio del agregado naval de la legación española en Washington, teniente de navío Sr. Gutiérrez Sobral, la tripulación del buque se entera del desastre del Maine en la Habana. La prensa informa que la totalidad de la policía de New York ha sido puesta en estado de alerta y se encuentra preparada para prestar servicio. Se establecerán fuertes patrullas a lo largo de la costa, enfrente de la cual deberá fondear el buque y varios remolcadores se mantendrán en derredor del barco durante su estancia en el puerto con objeto de evitar cualquier demostración ante el buque por personas predispuestas contra España. El consulado de España informa que no se permitirá desembarcar a la tripulación para evitar cualquier incidente desagradable; pero los oficiales bajaran a tierra y serán los encargados de hacer las visitas oficiales. Tampoco se permitirá subir a bordo más que a los elementos oficiales invitados.

El día 21 el comandante del Vizcaya, capitán de navío D. Antonio Eulate y cuatro oficiales del buque, desembarcan dirigiéndose al arsenal donde vistan al jefe del arsenal, almirante Bunce.

En el ministerio de Marina se reciben los siguientes telegramas del comandante del Vizcaya:

Nueva York 21.- Llegamos ayer tarde fondeando en Sandy Hook, por la espesa niebla reinante, habiendo pasado treinta y cuatro horas capeando un fuerte temporal giratorio huracanado, que nos cogió entre las Bermudas y cabo Hatteras. El barco valiente y sin averías; la tripulación toda con excelente salud.- Eulate.

Nueva York 22.- Ayer tarde hice a la plaza los saludos de ordenanza, que fueron contestados inmediatamente. El almirante jefe del arsenal envió un oficial a cumplimentarnos, haciéndole yo presente mi sentimiento y el de la dotación a mis órdenes, por la catástrofe del Maine, en prueba de lo cual tenía izado mi pabellón a media asta. Envié por telégrafo mi pésame a este señor ministro de marina. Acompañado de nuestro cónsul, visité hoy al almirante, al general y al alcalde, recibiendo en todas partes muchas atenciones. Mañana engalano y saludo al cañón, asociándome a la fiesta nacional por aniversario del nacimiento de Washington. Mañana me devolverán las visitas estas autoridades. Rehuso toda invitación para festejos, considerándome como de duelo. Eulate.

El día 23, el almirante Bunce, el general Merrit y varios oficiales del estado mayor de la armada USA, visitan el Vizcaya devolviendo de esta manera la visita del Sr. Eulate. Los jefes norteamericanos fueron recibidos cordialmente y saludada con 17 cañonazos la bandera del almirante Bunce en cuanto fue vista. La banda del crucero ejecuto el himno nacional de los Estados Unidos y los visitantes fueron escoltados por una guardia de honor al dirigirse a la cámara del comandante del buque. La entrevista se prolongo durante quince minutos y cuando salieron del barco se dieron los vivas de ordenanza y se hizo una nueva salva de 17 cañonazos en honor del general Merrit. Después el buque disparo otra serie de 21 cañonazos para festejar el aniversario del nacimiento de Washington. En el transcurso de este mismo día, el Vizcaya aumenta sus provisiones de carbón y agua, recibiendo ambos de barcazas que han sido cargadas bajo la vigilancia de las autoridades norteamericanas.

Durante el tiempo en que nuestro buque estuvo fondeado en la ciudad norteamericana, la prensa de este país no ceso de publicar todo tipo de noticias. Aún antes de la llegada del buque, la prensa Yanky, daba la alarma publicando cosas como esta:

<<Si después de pasar nuestras líneas de defensa el Vizcaya ancla en el puerto y se sitúa frente a New York, constituirá un peligro serio. Porque si las hostilidades se rompen estando aquí ese barco español, puede hacer pasar muy malas horas a la ciudad antes de que pueda darse cuenta de él.>>

Como solución a esta posible situación, estos mismos periódicos proponían lo siguiente:

<<Toda una colmena de minas submarinas en determinado sitio del puerto y se le señalase aquel sitio al Vizcaya para fondeadero, a fin de poder volarlo al primer aviso de ruptura de hostilidades.>>

La prensa española respondía:

<<Si la presencia de un solo barco español ha producido tanto miedo y tantas cavilaciones, ¿Qué efecto produciría la presencia de la escuadra delante de Nueva York.>>

Se llego a especular con que el monitor Terror había recibido órdenes en el arsenal de Norfolk para zarpar con destino New York, y situarse cerca del Vizcaya todo el tiempo que el buque español permaneciese en el puerto de la ciudad.

El 25 el Vizcaya zarpa con destino a la Habana, puerto a donde arriba el día 1 de marzo, en medio de una indescriptible manifestación de júbilo por parte de la población de la capital cubana. La tripulación del buque contestaba a estas manifestaciones de cariño encaramada en las vergas y formada sobre cubierta, agitando sus gorras. El Vizcaya fondeo en medio de la bahía y al poco, tres de sus reflectores iluminaron la ciudad. El entusiasmo de la población llego a extremos de verdadero delirio. Apenas fondeado el buque, cientos de pequeñas embarcaciones se dirigieron a su posición. Alrededor del buque los vivas a España, a la Marina y al Ejército no se interrumpían. El comandante del buque desembarco al poco de fondear el buque, visitando en primer lugar al comandante general del Apostadero de la Habana, contralmirante D. Vicente Manterola y seguidamente al capitán general Sr. Blanco.


(Fotografía del Vizcaya fondeado en la Habana. Es muy posible que esta fotografía fuera tomada el 2 de marzo de 1898, un día después de su arribada al puerto cubano. Desconozco el origen de la misma)

El día 2 se organizaron diferentes fiestas en honor de los tripulantes del Vizcaya, y el comandante del mismo cumplimento al comandante del cañonero norteamericano Frem. En el ministerio de Marina se recibía un despacho del comandante del buque, en el cual se saludaba y felicitaba a la Reina y al gobierno.

Por lo emotivo del artículo, paso a transcribir lo que el periódico El Imparcial decía con fecha 3 de marzo de 1898:

<<El Vizcaya en la Habana. Honda emoción produce el relato de la entusiasta acogida que se ha hecho al hermoso crucero.

Los que en la Habana residen y tienen el pensamiento puesto en España, nuestros verdaderos hermanos, los que conservan el corazón enteramente español, los que mantienen a duras penas los restos de la soberanía que nos queda y sufren el doloroso efecto de esta lucha cruenta y tenaz, los que sienten el pecho rebosante de indignación por la insolencia de un cónsul que reclama todos los días y trata de humillarnos a todas horas, los que ante la impertinente y provocadora llegada del Maine viéronse obligados, por consejos del patriotismo y de la prudencia, a reprimir su enojo, son los que al presenciar la majestuosa entrada del Vizcaya prorrumpieron en aclamaciones a España desde los muelles y las azoteas, son los que, tripulando vaporcitos y barquichuelos, rodearon amorosamente al arrullo de los aires nacionales el casco del crucero.

En la misma Habana habría seguramente algunos, que sólo el nombre tienen de españoles, que en aquellos instantes de patrio entusiasmo vieran con pesar como avanzaba por la angosta barra de la bahía la hermosa mole de hierro tripulada por voluntades de acero, que, después de haber anclado en Nueva York, lleva a la capital antillana una ráfaga de aire español que con tan evidente ansia respiran los abatidos hermanos nuestros.

¡Ah! Si hubieran sabido qué cosa es previsión nuestros gobiernos, que fácilmente podríamos despejar con frecuencia la malsana atmósfera que contra la patria se forma en la Habana, diciendo los laborantes que no tenemos ni un solo barco que oponer a los buques norteamericanos; y qué tarea tan sencilla habría sido para nuestros marinos el conseguir que de las islas Tortugas zarparan, y no a paso de tortuga, las naves que bloquean Cuba, alientan la rebeldía y mantienen el espíritu en las filas enemigas de España.

¡Ah! Si a la previsión que a estas fechas cabe tener se unieran la energía y la actividad, cómo podrían mejorarse los males que afligen, arruinan y aniquilan a la nación.

Al tiempo que en la Habana se vitorea con júbilo indescriptible a la dotación del Vizcaya, se concentra en Hong-Kong la escuadra que en el Pacífico tiene la gran república, tratando, sin duda, de establecer una amenaza sobre Manila, amenaza tan injustificada y agresiva como el envío de barcos a la isla de Cuba.

Confiemos en que la fuerza de tan reiteradas y tristes lecciones, nuestro gobierno aprenderá cuáles son sus deberes, y confiemos en que la Providencia no habrá de desamparar jamás a la justicia.

Poco hace que un acorazado de los Estados Unidos fondeaba frente al castillo del Morro, y ayer los focos eléctricos de un acorazado español iluminaban alternativamente la ciudad de la Habana y el lugar de la bahía donde está sumergido el Maine.>>

El 5 de marzo, a las ocho de la mañana, el crucero Almirante Oquendo hace su entrada en el puerto de la Habana, fondeando poco después al costado del Vizcaya. El 17, el capitán general Sr. Blanco obsequio con un banquete de gala a los marinos de ambos cruceros, la oficialidad del crucero norteamericano Montgomery, fondeado en la bahía, declino previamente su asistencia al banquete, alegando el luto que guardaban por las víctimas del Maine.

El 1 de abril el Vizcaya y el Almirante Oquendo zarpan desde la Habana con destino a Cabo Verde. En un principio se informo que ambos buques iban al mando del segundo jefe del Apostadero y comandante de Marina de la Habana, capitán de navío D. Luís Pastor y Landero, desmintiéndose posteriormente esta noticia. El día 6 se recibe un cablegrama en el ministerio de Marina informando que los dos buques han llegado a Puerto Rico.

En unos momentos de tremenda incertidumbre sobre el devenir de los acontecimientos entre España y los Estados Unidos, todo tipo de rumores corrieron por las redacciones de los periódicos. Así, se llego a especular sobre la próxima llegada de la escuadra española a aguas de Cuba y su posible o probable despliegue. Según estas noticias, el Vizcaya quedaría encuadrado en una división compuesta además por el acorazado Pelayo (insignia), el Almirante Oquendo, los cruceros Marqués de la Ensenada, Alfonso XII y Conde de Venadito, los destructores Terror, Furor y Plutón y los torpederos Ariete, Rayo, Azor y Halcón. La segunda de estas divisiones estaría formada por los cruceros acorazados Carlos V (insignia), Infanta María Teresa y Cristóbal Colón, el crucero protegido Alfonso XIII, los cruceros Reina Mercedes e Isabel II, los destructores Proserpina, Audaz y Osado, el cazatorpederos Destructor y los torpederos Orión, Barceló, Retamosa y Habana. Una bonita estampa si no hubiera sido por lo precario de nuestros buques, y el desastroso estado general de la marina Española.

El 13 de abril en el ministerio de Ultramar se recibe un telegrama comunicando que el Vizcaya y el Oquendo han zarpado de Puerto Rico con destino a Cabo Verde. El 14, otro telegrama informa que ambos buques llegaran a Cabo Verde el sábado día 16. Finalmente los dos buques arriban a San Vicente el día 18.


(El Vizcaya y a su popa el Cristóbal Colón. Fotografía tomada en San Vicente de Cabo Verde entre el 19 y el 28 de abril de 1898)

El 29 de abril, a las diez de la mañana la escuadra zarpa de las islas portuguesas. El orden de viaje fue el de dos columnas, endentado, llevando las dos insignias la cabeza de cada columna y navegando de modo que los buques, al par que pudiesen navegar con alguna más libertad, se hallaran en situación de constituir casi instantáneamente la línea de fila sobre la primera división. Los destructores irían a remolque, siendo el Vizcaya el único de los cruceros que no remolcaría a los pequeños buques.

El 12 de Mayo la escuadra amaneció sobre la costa occidental de la Martinica, con objeto de dejar al destructor Terror en aguas jurisdiccionales y que se dirigiera á Fort-de-France para arreglar sus calderas quemadas, con las que era un estorbo para la escuadra.

Llegados á la boca de Curaçao el 14 de Mayo por la mañana, la escuadra fue detenida á la entrada del puerto; y después de largas y enojosas negociaciones, manifestó el Gobernador que las condiciones de neutralidad sólo le permitían conceder la entrada á dos buques, cuya permanencia en la plaza no podía pasar de cuarenta y ocho horas, así como que tampoco se podría embarcar más que una determinada cantidad de carbón. Sobre las dos de la tarde entraron en puerto los cruceros acorazados Infanta María Teresa y Vizcaya, quedando fuera el Colón, el Oquendo y los destructores Furor y Plutón.

En la tarde del 15, y con los últimos claros del día, salieron del puerto los dos cruceros para unirse á los otros buques, ya muy entrada la noche, á causa de haberse caído al agua un hombre del Plutón que afortunadamente pudo recogerse.

Formada de nuevo la línea de fila con todas las precauciones que la grave situación requería, á un andar económico, dado que el Oquendo y Colón estaban escasos de combustible, graduando las distancias para caer sobre Santiago de Cuba en los primeros claros del día, puso rumbo la escuadra á aquel puerto con todos los buques completamente listos para abrir fuego. El contralmirante Cervera había indicado por señales que este puerto era el destino de la escuadra.

En la noche del 18 al 19, y en el canal de Jamaica, la escuadra se cruzo con dos transatlánticos, que dejaron en duda si eran ó no cruceros auxiliares; uno de ellos hizo señales del alfabeto Morse y encendió un proyector, sin llegar a descubrir a los buques españoles, por navegar la escuadra sin más luces que un pequeño farol á popa entre pantallas, y de una luz tan débil, que sólo podía apercibirse á la distancia de tres cables en que navegaban un buque de otro.

Amaneció el día 19, y con él la escuadra sobre la boca de Santiago, sin haber visto un buque enemigo; por lo que los destructores hicieron un pequeño reconocimiento en la costa, mientras los buques grandes tomaban el puerto, en el que quedaron fondeados con toda seguridad á las ocho de la mañana de aquel día.

El día 26 de mayo la escuadra de Schley se perfila frente a Santiago, pasando de largo, el 29, tras volver sobre sus pasos, esta escuadra toma posiciones frente a la bocana, el 1 de junio llega Sampson, quedando de esta manera bloqueado en toda regla el puerto español. Para la defensa de la entrada, Cervera ordena a sus buques desplegarse. El Plutón y el Furor se posicionaron en la bahía del Níspero, desde la cual podían lanzar torpedos sobre cualquier buque que quisiera adentrarse en la bocana; el Cristóbal Colón quedo atravesado en el canal, frente a Punta Gorda, desde esta posición podía enfilar con su artillería de 15 centímetros la boca del puerto; el Reina Mercedes se situó en la Cabañita; dentro de la Bahía quedaba el Vizcaya para defender el primer turno, quedando el Infanta María Teresa y el Almirante Oquendo a retaguardia, en Cayo Ratones.

Al amanecer del 2 de julio el contralmirante Cervera reúne a los comandantes de los buques para darles las últimas instrucciones. Partían éstas del conocimiento que tenían los comandantes españoles de las maniobras usuales del enemigo, observados en el transcurso de tantos días de bloqueo. Solían sus buques, apoyándose en el Este hacia Daiquiri y muy cerca de tierra, formar un arco grande, al Este el Indiana, y siguiendo hacia el Oeste el New York, Oregón, lowa, Massachusetts y Texas, que solía quedar próximamente al Sur de la boca del puerto. Pegado á la tierra, por el Oeste, solía haber un yate, que se suponía comunicaba constantemente con los insurrectos, y apoyando al yate el Brooklyn en la mitad de ese intervalo y lejos de los suyos; habiendo siempre, en resumen, un gran espacio abierto al Sudoeste entre el Texas y la costa.

Suponiendo, pues, que el Brooklyn estaría en su sitio usual cuando se saliera, el María Teresa entablaría combate con él, tratando de embestirle ; y mientras el resto de la escuadra enemiga se cebaba en el insignia, los demás buques, llevando la cabeza el Vizcaya, sin detenerse á socorrer al Teresa, pasarían entre éste y la costa en línea de fila y tratarían de escapar; los destructores se pondrían á sotafuego de los buques mayores, y apenas pudieran, forzando su máquina, tratarían de alejarse, no tomando parte en el combate, sino en caso que se les presentase ocasión. De encontrar algún buque suelto, debían aprovecharse la ocasión de atacarle, siendo el objetivo alcanzar la Habana ó Cienfuegos los que pudieran salvarse.

Quedó marcada como hora de salida las cuatro de la tarde, si á esa hora estaban embarcadas las dotaciones, y en caso contrario, al día siguiente por la mañana. Las compañías de marinería que estaban en tierra fueron embarcando rápidamente, menos las dos del Vizcaya que estaban muy lejos, en el camino de El Cobre, y que llegaron á las cuatro de la tarde completamente extenuadas; por lo que dispuso el contralmirante Cervera que se suspendiera la salida por aquel día, dedicándose todo el mundo á descansar, puesto que, completamente listos, no había ya preparativo alguno que hacer.

En la mañana del 3 de julio de 1898 la escuadra española partía hacia su trágico destino. El Vizcaya ocupaba la segunda posición en la línea española, inmediatamente detrás del Infanta María Teresa y siguiendo sus aguas el Colón, el Oquendo y los dos destructores. De lo ocurrido a continuación queda para la historia el parte de combate redactado por su comandante, D. Antonio Eulate.

Parte de combate del Crucero Acorazado Vizcaya.

Del Capitán de Navío (Eulate) al Almirante (Cervera).

Excmo. Sr.: En cumplimiento de las órdenes recibidas de V. E., en la mañana del 2 del presente procuré alistar el buque para poder salir á las cuatro de la tarde; pero como el reembarco de la primera Compañía no empezó hasta esa hora, eran las seis y media cuando el buque se encontró dispuesto para salir á la mar. En ese momento se arboló la bandera de combate por los Oficiales, á quienes arengué con el recuerdo de las obligaciones que impone la Ordenanza y los actos heroicos realizados por nuestros predecesores en esta honrosa carrera. Seguidamente, precedida de un exordio, recibimos de rodillas la bendición del Padre Capellán. Con la bandera arbolada esperamos las últimas órdenes de V. E. y á las nueve de la mañana del siguiente día 3 estaba el buque listo para seguir las aguas del buque insignia. A las 9horas de tiempo verdadero se dio avante para seguir al Teresa y á las 9 y 30, rebasada la punta de la Socapa, se dio toda fuerza y gobernó con arreglo á lo que Vuecencia se sirvió prevenirme de antemano. Desde este momento, Excmo. Sr., se rompió el fuego contra los buques enemigos, que muy nutrido en un principio, fue decreciendo en la batería de 14 cm. por los defectos de sus cañones y cargas, de los que ya V. E. tiene conocimiento. A pesar de esos defectos, el entusiasmo y la inteligencia de los Oficiales que las dirigían y la excelente disciplina de sus dotaciones hicieron que, en las dos y media horas que duró el combate, dispararan los de la banda de babor 150 tiros, habiendo hecho el que más 40 disparos y de 25 para arriba los demás, á excepción de uno que sólo pudo hacer ocho. Las averías de estos cañones fueron muchas, pero muy especialmente las ya conocidas de escupir las agujas, no cerrarse el cierre y no entrar los proyectiles. Cañón hubo que para poder disparar su carga se probaron antes siete, y otro que pasó de las ocho y que siempre entró en batería á fuerza de trabajos y golpes. En la batería baja fue siempre el fuego muy nutrido en las dos primeras horas, pero después fue tal el número de proyectiles enemigos que entraron é hicieron averías en las piezas de barlo-fuego, ó sea de babor, que todas quedaron inútiles y la mayor parte desmontadas.

El número de bajas en la batería alta fue tal que, cuando aún disparaba uno de los cañones, ya no había gente que lo cubriera; y en la batería baja llegó momento en que por no haber sirvientes ni conductores para los cañones, hubo necesidad de disminuir la que se dedicaba á extinguir los continuos incendios que se desarrollaban, causa que, unida á que la tubería de contra-incendios quedó inútil por los tiros enemigos, hizo que aquéllos tomasen tal incremento que no fuese posible el extinguirlos. Se puede asegurar que el número de víctimas en ambas baterías era, á las dos horas de empezar el combate, de 70 á 80, en su mayoría muertos, y entre ellos el Comandante de la baja Teniente de Navío D. Julián Ristory y Torres, quien por su bravura merece un puesto de honor en los anales de la historia de nuestra Marina.