Clase: Churruca Segunda Serie.

Numeral Nacional: 28

Distintivo: EBBG.

Marcas: CR y un zuncho en la chimenea proel y 3 en la popel (1932-36) // CR y un zuncho en la chimenea proel (1940) // 31 y 3 zunchos en la chimenea popel (1952) // 41.

Construido por : Sociedad Española de Construcción Naval de Cartagena.

Colocación quilla: 7 de abril de 1932

Botadura: 25 de noviembre de 1932

Entrega: 24 de octubre de 1936

Hundido. 18 de octubre de 1957

Baja: 6 de noviembre 1957



Características:


Desplazamiento máximo: 1.800 t.

Eslora máx: 101,98 m.

Manga: 9,67 m.

Calado: 3 m.

Puntal: 6,02 m.

Propulsión: 4 calderas Yarrow // 2 turbinas Parsons // 2 hélices.

Potencia: 42.000 Cv.

Velocidad máx: 36 nudos .

Autonomía: 2.924 millas a 13 nudos.

Capacidad combustible: 480 t. de petróleo.

Armamento: 4 cañones de 120/45 mm. Vickers// 2 cañones Vickers AA de 76,2 mm. // 4 ametralladoras de 20 mm // 6 TLT de 450 mm. // 2 morteros lanzacargas // 2 varaderos

Dirección de tiro Vickers

Dotación: 160 tripulantes.

Durante los sucesos del 18 de julio el Ciscar se encontraba en la SECN en Cartagena en periodo de armamento y no participó, por tanto, en dichos acontecimientos.


Como el resto de sus gemelos fue prontamente aparejado, en algunos casos, como en lo referente a la dirección de tiro, de un modo circunstancial y con los equipos disponibles en aquellos momentos.


El Ciscar se hallaba al mando del alférez de navio José García Fresno y entró en servicio a principios del mes de noviembre.


El 8 de aquel mes el destructor salió de Cartagena junto a otros tres de su mismo tipo con el objetivo de dirigirse a Almería a interceptar al crucero Canarias que estaba bombardeando dicha ciudad.


A pesar de la premura en la partida, cuando la flotilla llegó a la ciudad andaluza el crucero nacional ya se había retirado.


Seis días más tarde, el Ciscar volvió a hacerse a la mar junto a otros seis destructores para realizar una incursión de represalia sobre Ibiza, bombardeando al día siguiente la ciudad sin causar grandes daños.


El 21 de diciembre el Ciscarse trasladó a toda máquina desde Cartagena al puerto menorquín de Mahón para recoger un cargamento de municiones con destino a Valencia.


Ocho días más tarde, el destructor salió con su flotilla y el crucero Libertad para escoltar a un mercante que se dirigía a Cartagena.


A última hora del 30 de diciembre regresaron a la base.


Por entonces el buque ya embarcaba en su tripulación un buen número de auxiliares y marineros procedentes del torpedeado crucero Cervantes.


El 20 de enero, el Ciscar participaba en un ataque sobre la costa malagueña junto al Almirante Valdés y al Gravina.


Salieron de Cartagena a las 13:30 del mencionado día y se situaron frente a Estepona a las 01:30 del 21, abriendo fuego contra diversas posiciones sin resultados apreciables.


A mediodía se encontraban de regreso en la base.


El 5 de febrero efectuaría otra salida junto a los cruceros y tres destructores arrumbando hacia Almería, pero tras algunas dudas sobre si continuar más allá, al día siguiente regresaron a puerto.


El 14 de febrero vuelve a salir de los muelles cartageneros para escoltar hasta aguas argelinas al vapor Aldecoa.


El 4 de abril partió de nuevo para Valencia transportando material diverso para regresar al día siguiente.

El 8 de abril de 1937, tras el fracaso de los refuerzos republicanos en el Cantábrico, se decidió enviar al Ciscar hacia allí junto con el submarino C-4 (que saldría el 4 de mayo).


El destructor llevó bandera inglesa durante el trayecto para confundir a las unidades nacionales y arribó el día 11 de abril, a las 09:30, al puerto de Santander.


El 17 se trasladó a Bilbao, rompiendo una pala de la hélice en la maniobra de atraque y teniendo por ello que entrar en dique para reparar.


Dos días más tarde ya estuvo de nuevo operativo, realizando una salida para escoltar a un mercante británico que entraba en el Abra.


Al regresar a puerto tuvo la mala suerte de abordar a un dragaminas vasco, hundiéndole.



El 1 de mayo el destructor se trasladó a Sestao, desde donde partió junto a dos bacaladeros para bombardear, a las 08:00, posiciones cercanas a Bermeo; al Ciscar le tocó batir objetivos sobre la isla de Chacharramendi.



Una hora más tarde el destructor avistó al bacaladero nacional Galerna, abriendo fuego a una distancia de unos 8.000 metros; su adversario se retiró inmediatamente efectuando maniobras evasivas, pero ante la llegada del crucero Almirante Cervera en ayuda del bacaladero, fue el Ciscar el que hubo de retirarse a toda marcha hacia Bilbao.


El 6 de mayo, a las 05:30, el destructor realizó una salida de la capital vizcaína para escoltar a dos mercantes cargados de refugiados, el Habana y el Goizeku-lzarra, hasta el límite de las tres millas; tres días más tarde volvería a repetir la operación con otros tres mercantes franceses.


A primeras horas del 21 de mayo, el Ciscar iba protegiendo a un mercante, el Sebastián (que iba con el nombre de Itxas-alde), al que abandonó tras el acercamiento del Almirante Cervera.


Estas y otras actitudes de la tripulación del destructor fueron duramente recriminadas por el presidente vasco Aguirre, ya que el Ciscar se había contagiado de la indolencia y escasa profesionalidad de su compañero de aventuras en el Cantábrico, el José Luis Diez, y apenas abandonaba el puerto, y cuando lo hacía era para muy cortas salidas, sin entablar nunca combate con el enemigo.


La situación fue tal que a finales de mayo la fuerza pública asaltó el barco en Bilbao y detuvo a toda la tripulación, que tuvo que ser cambiada por completo.


El nuevo comandante del destructor sería el alférez de navio José Antonio Castro Izaguirre.


El 1 de junio el destructor recibió a la mayor parte de la dotación del bou Bizkaía y su antiguo capitán, Alejo Bilbao, pasaba a ser comisario político en el Ciscar.


La primera salida con la nueva dotación tuvo lugar el 5 de junio, para escoltar de nuevo a un mercante hasta las tres millas.


Tres días más tarde, el Ciscar y su gemelo, el José Luis Diez, hicieron una salida más lejos para escoltar la entrada del petrolero Gobeo, al que consiguieron llevar a puerto sin molestias.


La siguiente salida del Ciscar sería para tratar de atrapar al mercante nacional Marie, cuyo capitán había mostrado intenciones de pasarse al gobierno de la República.


El 9 de junio zarpó el Ciscar a su encuentro, pero el hecho no llegó a producirse debido a que se retrasó un día, regresando de nuevo a Bilbao.


A la noche siguiente volvió a salir, pero esta vez para cubrir al José Luis Diez estableciendo una vigilancia 20 millas al norte del Cabo Machichaco.


Zarpó a las 02:00 del 10 de junio en condiciones de visibilidad casi nula.


Cinco horas después, ya en posición, avista a Almirante Cervera, separándose de él hacia el sur, hasta unos 8.000 metros, para inmediatamente dirigirse a toda velocidad rumbo norte, alejándose hasta unos 17.000 metros del crucero nacional, éste abrió fuego sin alcanzar al Ciscar, quien se lo devolvió con sus cañones de popa, también sin consecuencias, hasta que logró abrir distancia entre los dos.


Mientras huía del crucero avistó al José Luis Diez, al que hizo señas sin que pareciera que éste se diera cuenta de ello.


El Cervera abrió fuego sobre el otro destructor, huyendo ambos hacia el norte con la intención de refugiarse en Burdeos, pero ante la negativa de las autoridades de Bilbao viraron y se dirigieron a Castro Urdíales.


De regreso, ya de noche, los dos destructores se cruzaron a menos de 2.000 metros con el Cervera, que no les vio, y el Ciscar intentó hacerle fuego, pero le fallaron los mecanismos de disparo.


Los dos buques consiguieron entrar en Bilbao.

A partir de esos días, la permanencia del Ciscar y su gemelo en Bilbao se hizo muy dura, pues los nacionales se acercaban más y más a la ciudad y el puerto era bombardeado con frecuencia, por lo que se ordenó la partida de los buques de guerra en él surtos.


Se dispuso que ambos barcos salieran en la noche del 14 de junio.


En el Ciscar embarcaron el Jefe de las Fuerzas Navales del Cantábrico, capitán de fragata Navarro y su jefe de Estado Mayor, capitán de corbeta Vicente Agulló, además de 167 refugiados.


La intención de Navarro era dirigir los buques a Francia, pero cuando el Ciscar zarpó, a primera hora del día 15, su comandante avisó de las intenciones de Navarro a Valencia, que le ordenó dirigirse a Santander; sin embargo, el buque arrumbó finalmente a La Pallice, donde fondeó al amanecer del día 16.


Navarro y su Estado Mayor huyeron a tierra tan pronto como paró el destructor.


Nada más desembarcar a los refugiados, el Ciscar se dirigió a Le Verdón.


Una vez allí, junto con el José Luis Diez, zarpó rumbo a Santander el día 20 de junio, pero durante la travesía el compañero del Ciscar abandonó la formación por miedo a un encuentro con el Almirante Cervera, que navegaba en aquellas aguas, y se dirigió a Gijón, mientras el Ciscar, con reiteradas llamadas a su compañero, continuó con el rumbo inicial hasta entrar en Santander en la madrugada del 21 de junio.


El Ciscar pasó el mes siguiente sin apenas moverse del puerto cántabro ante la presencia en la zona de dos cruceros nacionales y su escaso interés por combatir, ya que ni siquiera fue utilizado en alguna de las operaciones montadas para cazar al Almirante Cervera.


El 10 de agosto, el destructor participó por fin en una operación contra el Cervera junto con su gemelo el José Luis Diez.


A medianoche del 10 de agosto zarparon ambas unidades de Santander, en fila, con la idea de que el Ciscar actuara como cebo atrayendo al crucero para que su gemelo intentara torpedearle.


El Ciscar comenzó a lanzar cortinas de humo para atraer al Almirante Cervera, al cual localizó sobre las 02:20 a unos 4.000 metros y se preparó para atacar.


El Almirante Cervera se situó a la popa del destructor, mientras el José Luis Diez maniobraba para el lanzamiento, sin embargo, tal vez por falta de coordinación, el Diez no logró colocarse en posición para disparar.


El Ciscar terminó por alejarse del crucero y recalar en Gijón al día siguiente a primera hora.


Ese mismo día, el Ciscar volvería a zarpar con otra misión, tender una emboscada junto con el Diez a alguno de los buques auxiliares nacionales.


El Ciscar salió de Gijón y se dirigió hacia el crucero auxiliar Ciudad de Palma que inició la huida mientras el minador Júpiter disparaba sobre el destructor, sin consecuencias, mientras el Ciscar le devolvía el fuego, rompiendo el contacto poco después y regresando a Gijón.

Con la caída de Santander en agosto de 1937, el resto de la flota republicana en el Cantábrico se refugió en Gijón, donde se encontraba ya el Ciscar, que fue sometido a violentos bombardeos, como el ocurrido el 28 de agosto,


El 29 de agosto se dispuso la salida de los dos destructores para una operación de apoyo a las tropas en Cabo Mayor.


Durante esa salida, el Diez partió hacia el puerto inglés de Plymouth, mientras el Ciscar decidía cumplir su misión, regresando poco después a Gijón y comunicando la deserción del Diez.


De este modo, quedó, casi exclusivamente, como el único buque de guerra de la República en el Cantábrico, razón por la cual apenas se movió del puerto en el siguiente mes y medio.


Se decidió mantener al Ciscar hasta el último minuto en Gijón, tanto para mantener la moral como para que pudiera servir de tabla de salvación a jefes y oficiales.


Sin embargo, el 19 de octubre, a las 07:00, una bomba aérea cayó sobre él, penetró la cubierta sin explotar y causó una gran vía de agua; momentos después volvería a ser alcanzado por algunas bombas más.


El destructor se escoró y quedó posado en el puerto de El Musel, perdiéndose definitivamente para la República.


Cuando las tropas nacionales entraron en Gijón se encontraron con éste y otros buques hundidos o semisumergidos en la dársena.


"El puerto de El Musel se asemejaba a un cementerio de barcos, entre los más significativos se encontraba el Ciscar, y los mercantes Reina, Sotan, Gaitero y Rosita"

El Ciscar sería reflotado el 21 de marzo de 1938 por la Comisión de la Armada para el Salvamento de Buques, dirigido por el Capitán de Fragata Ángel Riva Suardíaz, que comenzó las labores de rescate en los primeros días de noviembre, logrando en febrero de 1938 trasladarlo hasta una cama de sacos de arena colocados estratégicamente en el fondo, luego lo adrizaron ayudándose de cabrias flotantes y grúas del propio muelle, para más tarde, el 21 de marzo del mismo año, después de haber cegado previamente todas y cada una de las múltiples entradas de agua, achicar la que quedaba en su interior y ponerlo a flote, siendo trasladado posteriormente a Avilés para su reparación y teniendo como primer comandante nacional al capitán de fragata Guillermo Díaz del Río.


El 24 de mayo salió hacia El Ferrol remolcado por el vapor Cádiz para entrar en dique, donde permaneció hasta el 30 de noviembre de 1938.


Después de concienzudas reparaciones, el Ciscar, conservando el nombre que ostentaba en la Flota republicana.


El 28 de febrero de 1939 efectuó las pruebas en el mar.


Curiosamente el hombre que había logrado poner a flote la mole que suponía el destructor Ciscar en el puerto de Musel, Capitán de fragata Ángel Riva Suardíaz, fue su primer comandante, gobernando el buque hasta que el día 13 de julio 1945, por una Orden de la Jefatura del Estado Mayor de la Armada de 15 de septiembre del mismo año, rubricada por el recién estrenado en el cargo de ministro de Marina, almirante D. Pedro Regalado Rodríguez, se acuerda transferir el mando al de igual empleo D. Federico de Salas Pintó.


El 5 de marzo zarpaba el Ciscar para Cádiz con el fin de embarcar personal y municiones.


Tras petrolear en Ceuta se dirigió a Barcelona, donde arribó el día 10.


El 16 se destacaba en Mahón y se disponía a trasladar personal a Bizerta para hacerse cargo de los buques allí reunidos.


El 17 se trasladó a Palma, de donde salió finalmente el 26 con rumbo a la base tunecina.


El día 27 de marzo el Ciscar fondea en Bizerta con una delegación del Gobierno Nacional, entre los que se encontraba el contralmirante D. Salvador Moreno, que negociará con las autoridades francesas la devolución de la flota española.


Para la repatriación de los buques se desplazaron a la base francesa el M/N de la Cía. Trasatlántica, Marqués de Comillas, y el petrolero de CAMPSA, Campás, uno con tripulantes que marinarían las unidades internadas en la base francesa y el otro con combustible para los barcos.


El día 8 de abril todo había terminado, el destructor Ciscar, escoltando a los de su misma clase: Lepanto, Almirante Antequera, Gravina, Jorge Juan, Almirante Valdés, Escaño, Almirante Miranda, Ulloa, y los cruceros Cervantes, Méndez Núñez y Libertad (ex Príncipe Alfonso), entraba en la bahía de Cádiz.


Los marinos prisioneros regresaron a bordo del Marqués de Comillas.


Posteriormente, el Ciscar no se integró en las Flotillas de Destructores, sino que quedó a las órdenes del Almirante Jefe de la Flota.

Finalizada la II Guerra Mundial, el Ciscar se dedicó a patrullar nuestras aguas jurisdiccionales, sin que se viera envuelto en ninguna operación con los contendientes.


En 1941 se integra en la 1ª Flotilla de Destructores con base en Ferrol.


El 22 de Octubre de 1949 en una agrupación naval, conduciendo al Jefe del Estado, efectuó una visita a Lisboa.


En 1952 se cambia la (CR), por el numeral 31.


La siguiente etapa que le tocó vivir fue la más sosegada, quedando afecto, en la década de los años cincuenta, a la Escuela Naval Militar de Marín, de donde apenas saldría.


Debido a la necesidad de limpiar fondos, el Ciscar recibió la orden de trasladarse a Ferrol, donde entraría seguidamente en dique.

En la mañana del día 18 de octubre de 1957 nada hacía presagiar los acontecimientos en que se vería envuelto el veterano destructor.


Partieron de Vigo, adonde habían ido para hacer combustible, a eso de las doce de la noche del 17, con mar en calma y la tripulación entregada a las consabidas guardias.


Nada más doblar el cabo de Finisterre hizo su aparición la niebla, que se fue cerrando a medida que se alcanzaba la costa de La Coruña.


El comandante del Ciscar, capitán de fragata D. Pedro Martínez-Abial, auxiliado por su segundo, se encontraban en el puente de navegación.


El buque siguió la derrota trazada hasta que doblaron la Punta Coitelada y entraron en la ría de Ferrol, envueltos en una densa bruma que impedía ver más allá del torrotito de proa.


Nadie a bordo se percató de que el rumbo no era el correcto y que el buque no estaba enfilando el canal que se abre entre los castillos de San Felipe y de La Palma, sino que el destructor había caído a babor y se dirigía en derechura hacia la batería de San Cristóbal, que se encuentra en una pequeña ensenada con fondo de piedra, donde finalmente acabó embarrancado.


Estupor entre los mandos del buque, carreras para comprobar los daños, intentos de hacer atrás toda; pero sin resultado.


El buque el Ciscar estaba prácticamente clavado en el fondo rocoso, con numerosas vías de agua en su casco, del que ya no saldría jamás.



No hubo que lamentar desgracias personales entre la dotación, que abandonó el buque en perfecto orden.


Siendo fiel a la tradición, el comandante fue el último en abandonar el buque siniestrado.


Debido a los destrozos sufridos en el casco, que acabó partiéndose en dos, la Armada decidió, viendo la imposibilidad de su reflotamiento, que el Ciscar fuera desguazado in situ.