Astilleros y Arsenales de Construcción


D-21 y D-22, Gulf Shipbuilding Corporation, Chickasaw, Alabama.

D-23, Bath Iron Works Corporation, Bath. Maine.

D-24, Todd Pacific Shipyards, Inc., Seattle, Washington.

D-25, Federal Shipbuilding and Drv Dock Co., Kearny, New Jersey.


Numerales y nombres

D-21 «Lepanto» ex 42 y «Capps», DD-550 .

D-22 «Almirante Ferrándiz» ex 41 y «David W. Taylor», DD-551

D-23 «Almirante Valdés» ex 43 y «Converse», DD-509.

D-24 «Alcalá Galiano» ex 44 y «Jarvis», DD-799.

D-25 «Jorge Juan» ex «McGowan», DD-678.

Desplazamiento rosca: 2.115 Tm.

Desplazamiento lastre: 2.275 Tm.

Desplazamiento máximo: 3.100 Tm

Eslora máx: 114,73m.

Eslora entre PP: 112,47 m.

Manga: 12,11 m.

Puntal: 7,20 m.

Calado máximo: 5,56 m.

Propulsión: 2 turbinas General Electric // 4 calderas Backock Wlcox // 2 hélices tripalas.

Potencia: 60.000 Cv

Velocidad: 35 nudos máxima.

Autonomía: 4.112millas a 14 nudos millas a nudos. // 3.480 millas a 20 nudos

Combustible: fuel

Capacidad: 650 Tm.

Armamento: 5 (4) x 5"/38 (127mm L/38) en montajes simples // 2 lanzadores Mk 4//

Dotación: 273 // 329

Durante muchos años los cinco destructores de procedencia norteamericana del tipo «Lepanto» constituyeron la unidad más moderna y eficaz de la Armada Española, la célebre 21.a Escuadrilla de Destructores, legítimo orgullo de nuestros marinos.


Basada siempre en Cartagena, fue una escuela excelente para numerosas promociones de profesionales, y la primera toma de contacto seria con la problemática asociada a la nueva guerra naval surgida durante y en los años inmediatos a la Segunda Guerra Mundial, y que se reflejaba en todos los aspectos propios de las marinas militares, desde la instalación y manejo de modernos sistemas de armas y sensores a la elaboración de nuevas tácticas de combate, pasando por criterios actualizados de organización de los numerosos servicios existentes a bordo de los buques de guerra.


Pertenecientes en origen a la magnífica y numerosa clase «Fletcher», los «Lepanto» recibieron desde comienzos de los sesenta el cariñoso apelativo de «cinco latinos», inspirado en un grupo musical muy popular por aquellos años.


No tuvieron nunca una denominación oficial de clase, siendo designados corrientemente como tipo o clase «Lepanto» e incluso como Serie 20 tras la asignación de nuevos numerales hacia 1961.


Los orígenes de su inclusión en nuestras fuerzas navales hay que buscarlos lógicamente en la firma de los Acuerdos con los EE UU de América en septiembre de 1953, cuya pieza fundamental era el llamado Convenio de Defensa y Ayuda Mutua entre ambos países.


Entre la diversa ayuda de naturaleza militar a facilitar por los norteamericanos, ocupaba un lugar prioritario la destinada a la modernización de la Armada, uno de cuyos aspectos debía consistir en la cesión en régimen de préstamo por períodos renovables de diversas unidades y material naval procedentes de la US Navy.

Los primeros buques cuya transferencia se acordó fueron los dragaminas costeros del tipo MSC, de los que se recibirían finalmente una docena, conocidos en la Armada como clase «Nalón», mientras proseguían las negociaciones con la parte americana para la entrega de otros tipos de buques, como destructores y submarinos.


La numerosa pero obsoleta fuerza española de destructores debía comenzar a retirar del servicio sus unidades a finales de los cincuenta, y sus únicos reemplazos a la vista eran el trío superviviente de la clase «Oquendo» y los nueve más pequeños de la clase «Audaz», buques todos ellos de diseño algo antiguo y cuyo alistamiento estaba resultando particularmente complejo, por lo que sus fechas previstas de entrega se iban retrasando constantemente en el tiempo.


Hacían falta, por tanto, sustitutos en número apreciable si se deseaba mantener dicha fuerza en cantidad y calidad razonable, y ello sólo sería posible con la cesión de destructores norteamericanos, de los que la US Navy poseía varios centenares, muchos de ellos mantenidos inoperativos en la Flota de Reserva desde el final del conflicto mundial.


Aunque ya en 1954-1955 se habían celebrado conversaciones con la Marina estadounidense acerca de la transferencia de destructores, no fue hasta mediados de 1956 que se consiguió la aprobación para la cesión de los dos primeros.


Éstos iban a pertenecer a la clase «Fletcher» en vez de a los primeramente ofertados por la US Navy, sus antecesores del tipo «Benson»-«Livermore», de construcción prácticamente coetánea en el tiempo pero de menor tamaño y con capacidades y armamento más limitado.

La insistencia española conseguía así un notable éxito, ya que estos dos destructores iban a ser los primeros de su clase transferidos a una marina aliada, abriendo así una numerosa serie de cesiones que terminaría alcanzando a nada menos que 53 «Fletcher».


El préstamo se haría por un período de cinco años a contar desde la fecha de su entrega a la Armada, prorrogables de mutuo acuerdo. Como los buques conseguidos estaban en la Flota de Reserva, sería la US Navy la encargada de su reactivación, en tanto que las obras y rearmamento de cargos, pertrechos, equipos, etc., cuyo importe se cifraba en 1956 en unos dos millones de dólares por buque, se cargarían a los fondos de la ayuda militar a España.


Las dotaciones de ambos destructores fueron enviadas a la Base Naval de San Diego (California) en marzo de 1957, aunque desde fechas muy anteriores diversos oficiales y suboficiales habían estado realizando cursillos de adiestramiento en los EE UU.


Tras un breve, pero intenso, período de aclimatación de nuestros marinos al nuevo material, el 15 de mayo se procedió a efectuar la ceremonia de entrega de la pareja de destructores a la Armada, emotivo acto celebrado en la Estación Naval de Treasure Island, situada en la bahía de San Francisco.


Los buques transferidos eran los «Capps», DD-550, y «David W. Taylor», DD-551, rebautizados como «Lepanto» y «Almirante Ferrándiz», respectivamente.


La venida a España todavía se retrasaría algún tiempo, ya que era necesario efectuar un fuerte adiestramiento en la mar que permitiese alcanzar un grado óptimo de eficacia y compenetración de las nuevas dotaciones con el material recién puesto en sus manos, bastante diferente en muchos aspectos a lo conocido hasta el momento.


Tras una breve visita a aguas mexicanas, los buques se dirigieron, vía canal de Panamá, hacia el Arsenal de Norfolk en Virginia base principal de la Flota del Atlántico estadounidense zarpando por fin rumbo a España el día 8 de agosto y arribando al guipuzcoano puerto de Pasajes el siguiente día 19.


De ahí se procedió a recorrer el literal peninsular para mostrar las recientes adquisiciones, efectuándose visitas a las capitales departamentales, Ferrol, Cádiz y Cartagena, y quedando fondeados definitivamente en esta última ciudad, que sería su base durante muchos años.

Clasificados como destructores antisubmarinos, ambos quedaron asignados al Centro de Instrucción y Adiestramiento de la Flota (CIAF), con sede también en Cartagena, hasta que se formó allá por 1960 la que sería famosa 21.a Escuadrilla de Destructores Antisubmarinos (esta última coletilla se suprimió pocos años después), a la que pasó el «Almirante Ferrándiz», mientras que el «Lepanto» continuó adscrito al CIAF hasta 1966, año en que se integró en la 21.a Escuadrilla.


De la importancia otorgada por la Armada a la cesión de ambos destructores es muestra elocuente el hecho de que el propio ministro de Marina, almirante Abárzuza efectuase la travesía del Atlántico a bordo del «Lepanto».


Y es que con estos dos nuevos buques nuestra Marina de guerra daba el primer paso de hecho en la tan deseada modernización de la Flota, ya que los dragaminas costeros tipo «Nalón» recibidos con anterioridad no podían considerarse propiamente como buques de combate.


En julio de 1959 se recibía en el puerto de Filadelfia el tercer destructor, rebautizado como «Almirante Valdés» ex «Converse», DD-509.


También sacado de la Reserva, tenía un armamento algo distinto al de sus antecesores, además de efectuársele diversas obras e instalaciones específicamente de cara a su transferencia a España.


Poco más tarde se consiguió la cesión de otros dos buques con cargo a los fondos del año fiscal de 1960 (FY 60), los «Alcalá Galiano» y «Jorge Juan», ex «Jarvis», DD-799, y «McGowan», DD-678, respectivamente.


Esta pareja estaba dotada con sistemas y sensores más modernos, dado que se trataba de buques mantenidos en activo y al día por la US Navy, aunque, eso sí, más trabajados y gastados en sus mecanismos, lo que obligó a efectuarles obras de gran carena tras su entrega a finales de 1960.


El coste de estas obras se sufragó con cargo al sobrante de los fondos destinados al Programa de Modernización de Buques, procedentes en su mayoría de la cancelación de los trabajos de modernización limitada que debía emprender la Armada en una corbeta y dos cañoneros.


Diversas fuentes mencionan que hubo negociaciones con los norteamericanos para obtener, cuando menos, otros cinco buques de este tipo, pero fuese por el mal estado de las unidades ofertadas, por el coste de su acondicionamiento y puesta a punto, por problemas políticos o por cualquier otro motivo, lo cierto es que finalmente sólo se pudo obtener la transferencia de cinco destructores de la clase «Fletcher», lo que retrasó los plazos de retirada de los destructores supervivientes de la clase «Churruca», no dándose de baja el último, «Almirante Miranda», hasta marzo de 1970.

La clase «Fletcher» de la US Navy, en opinión de muchos estudiosos y expertos navales, considerado en conjunto, como el mejor tipo de destructor construido durante la Segunda Guerra Mundial.


Diseñado para su rápida reproducción en masa, el «Fletcher» era el primer buque americano de su categoría que nacía libre de toda restricción de tonelaje o armamento una vez expirado el Tratado Naval de Londres de 23 de marzo de 1936, al que los EE UU se habían adherido.


Ante el estallido de la Segunda Guerra Mundial y la posibilidad cada vez más cierta de entrar en conflicto con Japón, los proyectistas de la US Navy pusieron a punto un buque que superase las limitaciones de las clases «Benson» y «Livermore», a su vez la culminación de un largo proceso y sucesión de clases tendente a obtener un tipo de destructor polivalente normalizado.


Pero las limitaciones de tamaño y desplazamiento imponían límites al refuerzo del armamento ligero antiaéreo, que sólo podía hacerse a costa de reducir cañones de la batería principal o montajes de tubos lanzatorpedos, estos últimos ardorosamente defendidos por los marinos norteamericanos por si se hacía realidad un enfrentamiento con destructores japoneses y su excelente y numeroso armamento torpedero.


A costa de un incremento en el desplazamiento de unas 500 toneladas, se consiguió finalmente obtener un destructor adecuado para actuar como escolta antiaéreo de la Flota, conservando los cinco cañones bivalentes de 127/38 de su batería principal y los dos montajes quíntuples de tubos lanzatorpedos, así como la autonomía habitual en los buques de este tipo.


Con cargo al año fiscal de 1940 se comenzó la construcción de 24 unidades, aunque ninguna estaba lista todavía en el momento del ataque japonés a Pearl Harbour el 7 de diciembre de 1941.


Tras éste, y aprovechando las autorizaciones masivas de tonelaje de nueva construcción para la US Navy efectuadas por el Congreso durante 1940, se ordenaron inmediatamente un centenar de «Fletcher».

De estos 124 destructores se terminaron un total de 113 entre 1942-1945, siendo cancelados los 11 restantes únicamente por razones de política industrial derivadas de la asignación de encargos y reparto de trabajo entre los astilleros, siendo de hecho sustituidos por otros destructores de modelos más modernos.


Ocho astilleros privados y tres arsenales navales llevaron a cabo los trabajos en la que luego sería conocida como primera serie de la clase «Fletcher», ya que en 1942 se encargaron otros 62 buques con un armamento antiaéreo aún más reforzado, y cuya principal diferencia externa con la serie anterior residía en la colocación del director de tiro principal Mk 37, situado directamente sobre el techo del puente en vez de a mayor altura encima de un soporte a modo de pedestal, como era carac-terístico en la serie original.


Esta vez sólo participaron en el programa siete astilleros y dos arsenales de la US Navy, aunque las obras se desarrollaron a muy buen ritmo, ya que todos ellos entraron en servicio durante 1943-1944.


Esta diversidad de astilleros hizo que existiesen numerosas diferencias de detalle entre los buques, tanto exteriores como interiores, aunque siempre conservando los rasgos esenciales del proyecto básico.


Del gran total de 175 destructores de la clase «Fletcher» construidos se perdieron 19 a consecuencia de los eventos bélicos, la mayor parte a manos de los «kamikaze» nipones durante la conquista de las islas de Iwo Jima y Okinawa, quedando otros seis tan gravemente dañados que fueron desguazados al término de la guerra, lo que hace un total de 25 destructores «Fletcher» perdidos.


La mayor parte de los 150 supervivientes quedaron en la Flota de Reserva hasta que el comienzo de la guerra de Corea obligó a la reactivación de un gran número de ellos, alternando desde entonces diversos períodos en servicio con otros de inactividad o de adiestramiento de la Reserva Naval.


El último destructor de la clase «Fletcher» en servicio activo en la US Navy fue el «Uhlmann», DD-687, retirado a mediados de 1972.


En la posguerra, un buen número de «Fletcher» sufrieron modificaciones en base a diversos programas. como los 18 transformados en destructores de escolta con armamento antisubmarino reforzado, o los 39 cuya batería antiaérea secundaria quedó formada por tres montajes dobles de cañones de 76,2/50 bivalentes.

Tres de los «Fletcher» antisubmarinos fueron nuevamente modificados en 1960-1961 con cargo al programa FRAM II.


También se utilizaron diversas unidades en cometidos experimentales. A este respecto cabe señalar que durante II Segunda Guerra Mundial se encargaron dos destructores experimentales, destinados a probar calderas de muy alta presión y nuevos motores diesel multicilindros, cuyo diseño base hubiese sido el mismo de los «Fletcher», aunque los trabajos quedaron suspendidos durante la guerra y finalmente fueron cancelados el 7 de enero de 1946.



A título de curiosidad podemos recordar que la US Navy previo incorporar a seis de los 24 «Fletcher» de la serie inicial un hidroavión con su correspondiente catapulta de lanzamiento y grúa de izado a bordo, situado tras la chimenea popel y con la consiguiente reducción del armamento en aras de obtener el espacio necesario.


Esta decisión se enmarcaba dentro de la tendencia de preguerra de dotar a la Flota de una adecuada capacidad de reconocimiento a larga distancia; pero los avances de la aviación naval y de la electrónica, así como el hecho de que el pequeño y afinado casco de un destructor no era una plataforma óptima para la maniobra de un hidroavión, sobre todo en caso de mal estado de la mar, acabaron dando al traste con el proyecto.


Tan sólo llegó a instalarse el hidroavión y sus equipos accesorios en tres buques, pero todo fue desmontado a los pocos meses y los destructores rearmados como el resto de sus compañeros de clase.


Si grande fue el éxito de los «Fletcher» en el último conflicto mundial, no iba a serlo menor en las décadas siguientes al ser elegido para su transferencia en gran número a marinas aliadas dentro de los programas de defensa y ayuda mutua (MDAP), firmados entre los EE UU y la mayor parte de los países del ámbito occidental.


En total se transfirieron 53 «Fletcher» a catorce naciones, abriendo el proceso de cesiones precisamente España, como ya hemos visto.


El reparto de todos estos buques fue el siguiente: Alemania Federal (6 unidades), Argentina (5), Brasil (7), Colombia (1), Corea del Sur (3), Chile (2), España (5), Grecia (6), Italia (3), Japón (2), México (2), Perú (2), Taiwán (4) y Turquía (5).

Posteriormente, los dos buques ex japoneses se entregaron a Corea del Sur para su canibalización, en tanto que Grecia adquirió cinco de los ex alemanes, de los que puso dos en servicio y quedando los tres restantes como fuente de respetos.


Con esta última finalidad se cedieron directamente otros tres «Fletcher», dos a Perú y uno a Chile, no incluidos en el desglose anterior ya que no fueron nunca operativos.


En cuanto a los nombres asignados por la Armada a los futuros «Fletcher» españoles, se decidió simplemente asignarles las denominaciones de aquellos destructores de la clase «Churruca» a los que venían a sustituir.


Así, para la primera pareja, transferida en la bahía de San Francisco en mayo de 1957, se escogieron los nombres «Almirante Ferrándiz» y «Lepanto», con las marcas de costado 41 y 42, respectivamente.


El anterior destructor «Almirante Ferrándiz» fue el único componente de la numerosa clase «Churruca» que se perdió durante la Guerra Civil, al ser sorprendido por el crucero «Canarias» el 29 de septiembre de 1936 cuando se encontraba de vigilancia en aguas del estrecho de Gibraltar, resultando alcanzado por varios proyectiles y hundido.


El «Lepanto» era el único buque de su clase cuyo nombre no recordaba a algún ilustre marino español, haciéndolo en su lugar de la gran batalla naval ganada el 7 de octubre de 1571 al Imperio Otomano por la flota combinada de varias potencias cristianas, en la que España llevó el mayor peso tanto en hombres como en naves.


Fue también el primero en ser dado de baja, el 24 de mayo de 1957, por lo que podemos apreciar que durante varios días existieron nominalmente dos «Lepanto» en la Armada, aunque el antiguo llevaba ya algún tiempo retirado del servicio y únicamente a la espera de su baja a efectos administrativos.


En ese mismo año 1957 causaron baja otros tres «Churrca», los llamados «Alcalá Galiano» (18 de junio), «Almirante Valdés» (11 de diciembre) y «Ciscar» (varado el 17 de octubre a la entrada de la ría de Ferrol).


Les siguió el «Jorge Juan» en abril de 1959, en tanto que el resto de la clase permanecería en servicio hasta 1963-1970.

Y estos nombres, con excepción del «Ciscar», fueron los impuestos a los «Fletcher» que se iban recibiendo. Así, el tercero pasó en 1959 a ser el «Almirante Valdés», y la pareja transferida en 1960, los «Alcalá Galiano» y «Jorge Juan».


Las marcas de costado siguieron correspondiendo a la decena 40, en este caso las 43 («A. Valdés»), 44 («Alcalá Galiano») y 45 («Jorge Juan»), aunque en este último no llegaron a figurar sobre el casco, al menos no se ha encontrado constancia fotográfica de ello, aunque sí de sus compañeros de clase.


Los nombres de los destructores estadounidenses también han pertenecido siempre a destacados marinos e infantes de marina de aquella nación, en consonancia con el criterio seguido en la Armada Española.



Pero antes de hacer referencia a sus actividades bajo la enseña española, vamos a pasar a describir con cierto detenimiento las principales características del casco, maquinaria, armamento y equipos de los destructores de la clase «Fletcher», así como las particularidades y modificaciones de nuestros « Lepanto».



Todo el material del casco, superestructuras, mamparos y cuadernas era de acero, siendo su construcción enteramente soldada y simplificada en lo posible para permitir su fabricación en masa.


Existían 210 cuadernas con una separación entre ellas de 21 pulgadas (533 mm).


El casco estaba dividido en numerosos compartimientos estancos para mejorar la resistencia a los daños en combate y era del tipo de cubierta corrida, disposición constructiva utilizada en los numerosos «cuatro chimeneas» estadounidenses realizados con urgencia en la Primera Guerra Mundial, pero abandonada en los destructores del período de entreguerras por el clásico castillo, que no debió dar los resultados esperados en cuanto a mejora de las condiciones marineras y reducción de rociones.

Al estar libres los proyectistas de los «Fletcher» de las limitaciones impuestas hasta entonces por los tratados de limitación de armamentos navales, además de aumentar el tamaño del buque se optó por esta disposición, que permitía reforzar la resistencia longitudinal del casco y simplificar su construcción, compensando la falta del castillo por la mayor elevación de las bordas y la adopción de un pequeño arrufo, más acentuado en el tercio proel.


La roda era, en contraste, prácticamente recta y muy poco lanzada, siguiendo un criterio bastante conservador, mientras que la popa era redondeada.


Nota destacada era la ausencia total de portillos en la obra muerta, disponiéndose de ventilación forzada en todas las cámaras y compartimientos.


Las líneas de la obra viva eran bastante afinadas, en consonancia con la velocidad máxima de proyecto, cifrada en 37 nudos.


Las superestructuras formaban un bloque prácticamente continuo, enmarcado por los montajes extremos de cañones de 127/38.


Tras la pieza sobreelevada proel se situaba la estructura del puente, coronada por el director de tiro de la artillería principal, situado sobre un pedestal circular en los buques de la primera serie y directamente sobre el puente de navegación en la segunda, lo que constituía la principal diferencia visual y constructiva entre ambos grupos de «Fletcher».


El puente era del tipo cubierto, con extensiones descubiertas en los costados y a veces por delante, con numerosas variaciones según hubiesen sido realizados los buques en uno u otro astillero, siendo muy usual en la primera serie un frontal redondeado con numerosos portillos en una sola fila, correspondiendo a este diseño nuestros «Lepantos», «Almirante Ferrándiz» y «Almirante Valdés», mientras que los dos restantes disponían de un puente de líneas rectas y diseño más moderno, con la balconada delantera cerrrda con una amplia cristalera.

Inmediatamente a popa del puente iba situado el único palo de los «Fletcher», de tipo sencillo, aunque en la posguerra las unidades que permanecieron en activo lo sustituyeron por otro trípode ante el mayor peso de las antenas y equipos electrónicos modernos.


A continuación seguían las embarcaciones menores, suspendidas de pescantes en ambas bandas y, ya sobre la superestructura central, la pareja de chimeneas, ligeramente caídas y de sección redonda excepto en los flancos en que eran un poco más planas, provistas de características viseras guíahumos.


A la chimenea proel se le adosaron en origen plataformas para los proyectores de 305 mm, en tanto que la popel sirvió en posguerra de base para la instalación de antenas y equipos de guerra electrónica.


Tras cada chimenea iba un montaje quíntuple de tubos lanzatorpedos de 533 mm, no disponiendo de recargas.


Tras una pequeña zona donde la superestructura quedaba interrumpida y servía de paso entre ambas bandas del buque, se alzaba la superestructura popel, sobre la que iban situados dos montajes de 127/38, dispuesto el cañón más proel de modo tal que únicamente podía hacer fuego por las bandas, a similitud de otros diseños de destructores europeos de los años treinta.


Separando ambas piezas iba una caseta para un montaje artillero secundario y su director de tiro local.


La toldilla era amplia y despejada, con dos varaderos que descargaban sus cargas de profundidad por la popa.


Una de las principales características de los «Fletcher» era la instalación de un poderoso armamento artillero secundario, acorde con su condición de escolta antiaéreo para los buques de la Flota, disponiendo de plataformas y montajes dispuestos hacia las bandas, delante del puente y rodeando la chimenea popel, caseta popel, alerones del puente, costados y toldilla, en número y calibre variables según las unidades y su fecha de entrega a la US Navy.

La planta propulsora estaba compuesta por dos grupos de turbinas de vapor, fabricadas por General Electric en los «Alcalá Galiano» y «Jorge Juan», y por Allis Chalmers en los tres restantes, accionando dos ejes provistos de hélices tripalas a través de engranajes de doble reducción y tipo doble helicoidal de la firma Falk.


Pese al mayor peso y complejidad de esta disposición se conseguía una gran economía en el consumo de combustible a velocidades de crucero, lo que mejoraba notablemente la autonomía en unas unidades diseñadas para operar en las inmensidades del océano Pacífico, evitando así el embarque de una cantidad excesiva de combustible, que iría en detrimento de otras características del buque.


La potencia máxima se cifraba en 60.000 Cv a 397 rpm.


El vapor era suministrado por cuatro calderas acuotubulares Babcock & Wilcox, de hogares divididos y revestimiento doble, con una presión de trabajo de 39,7 kg/cm2 y temperatura máxima del vapor a la salida del recalentador de 454° C.


No se disponía de ninguna caldera auxiliar para los servicios del buque.


La disposición de la maquinaria se hizo de acuerdo al sistema modular, con las cámaras de calderas y máquinas alternadas (las primeras a proa de las segundas), a fin de reducir la vulnerabilidad en combate y evitar que un solo impacto pudiese dejar fuera de servicio toda la instalación.


El grupo de turbinas proel accionaba el eje de estribor y el popel hacía lo propio con el de babor.


La capacidad de los tanques de combustible era de 6500Tm, aunque existían algunas variaciones en más o en menos según los buques.


La autonomía teórica se estimaba en unas 6.000 millas a 15 nudos, siendo en la práctica algo menor y cada vez mas disminuida en la posguerra al incrementarse constantemente los consumos de energía eléctrica originados por los nuevos equipos embarcados.

De todos modos ello no era preocupante, ya que la US Navy había estado desarrollando desde los años anteriores a la Segunda Guerra Mundial las técnicas de aprovisionamiento en alta mar alcanzando su flota de buques de apoyo logístico un alto nivel de eficacia y fiabilidad que permitía una amplísima autonomía operativa a las unidades de combate.


La habitabilidad era la usual en los buques estadounidenses de su misma época, generalmente elevada con relación a otras marinas, y desde luego bastante superior respecto de la de los buques de guerra españoles, lo que contribuyó a su popularidad entre nuestros marinos.


Así, por ejemplo, el funcionamiento del comedor era muy americano, del tipo cafetería.


Durante la Segunda Guerra Mundial las dotaciones variaban en número dependiendo del armamento antiaéreo instalado, llegando hasta los 340 hombres, aunque en tiempo de paz éstas se reducían a unos 280, aproximadamente.


El resto de servicios del buque, eléctrico, seguridad interior y contra incendios, desmagnetización, planta frigorífica, instalación evaporadora, etc., eran bastante completos y eficaces.


El armamento original con que fueron concebidos los «Fletcher» era amplio y poderoso para la época, ya que el aumento de dimensiones del casco respecto de sus predecesores permitía incrementar la batería artillera sin prescindir de ninguno de los voluminosos y pesados montajes quíntuples de tubos lanzatorpedos de 533 mm, arma considerada esencial por los oficiales estadounidenses destinados en destructores y más teniendo en cuenta que sus previsibles oponentes, los japoneses, disponían de los destructores con mejor armamento torpedero del mundo.


La batería artillera principal estaba formada por cinco cañones de 127 mm y 38 calibres, bivalentes, en montajes sencillos, dos a proa y los tres restantes a popa, con puntería a cargo de un moderno y eficaz director de tiro electromecánico Mk 37, provisto de un radar Mk 12.


El armamento antiaéreo secundario según el proyecto original debía consistir en un montaje cuádruple de cañones de 1,1 pulgadas (28 mm) y seis sencillos Oerlikon de 20 mm, pero la complejidad y escasa fiabilidad del primero condujo a la producción en masa del excelente cañón sueco Bofors de 40 mm, en su versión de 60 calibres y en montajes sencillos, dobles o cuádruples

A lo largo de la Segunda Guerra Mundial se fue reforzando sucesivamente este armamento ligero hasta llegar a alcanzar los tres o cinco montajes dobles de 40 mm y entre siete y once de 20 mm, implantándose además en 1945 un programa de refuerzo de la capacidad antiaérea de los destructores de la US Navy para afrontar la amenaza «kamikaze», que en el caso de los «Fletcher» supuso la eliminación del montaje proel de tubos lanzatorpedos y la instalación de varios montajes cuádruples de 40 mm y dobles de 20, programa al que fueron convertidos total o parcialmente alrededor de una cincuentena de «Fletcher», entre ellos el que andando el tiempo sería nuestro «Lepanto».


El armamento torpedero consistía en dos montajes quíntuples de tubos de 533 mm (21 pulgadas) situados a popa de las chimeneas, sin recargas.


Para la lucha antisubmarina se dispusieron seis morteros, tres por banda, y dos varaderos a popa para el lanzamiento de cargas de profundidad, aunque no se embarcaron lanzadores Erizo, ya que los «Fletcher» eran ante todo unidades de escolta antiaérea y no antisubmarina, tarea esta última encargada a otras clases de buques.


Los «Fletcher» disponían también de un amplio equipamiento de radares, direcciones de tiro, guerra electrónica y comunicaciones, sonar, etc., además de capacidad para ser reaprovisionados de combustible y víveres en plena navegación, lo que, junto a su potente armamento, los hacían ser de los buques más apreciados por los comandantes norteamericanos.


Aunque en la posguerra muchos «Fletcher» pasaron a la Flota de Reserva, conservando el armamento y equipos electrónicos propios de la Segunda Guerra Mundial, otros continuaron en activo y sufrieron diversas modificaciones en su armamento de acuerdo con las necesidades operativas del momento, extensivas a gran cantidad de buques reactivados con motivo de la guerra de Corea.


A comienzos de los años cincuenta se desarrolló un programa de reforzamiento de la capacidad antiaérea que supuso la sustitución de los cañones Bofors de 40 mm por los nuevos de 76,2 mm (tres pulgadas) y 50 calibres, bivalentes, desarrollados durante la Segunda Guerra Mundial, de mayor potencia destructiva y provistos de espoletas de tiempo variable, eliminándose, para compensar pesos altos, el montaje proel de tubos lanzatorpedos en aquellas unidades que lo conservaban y el cañón de 127/38 en posición Q, tras la chimenea popel.

También se montaron dos Erizos a proa del puente en sustitución de los emplazamientos de 40 mm. Se modificaron 39 unidades del modo expuesto, quedando con cuatro piezas de 127/38, seis de 76,2/50 en montajes dobles, un montaje quíntuple de tubos lanzatorpedos, dos Erizos y varios morteros y varaderos para cargas de profundidad, entre cuatro y seis de los primeros y uno o dos varaderos.


Se mejoraron los equipos electrónicos, instalándose nuevos radares y direcciones de tiro, así como palos trípodes en sustitución de los sencillos originales para soportar el mayor peso de las nuevas antenas. Por cierto que el «Converse», luego español «Almirante Valdés» desde mediados de 1959, no formó parte del programa reseñado para la US Navy, además de permanecer en la reserva hasta su préstamo a la Armada, de donde se deduce que fue transformado específicamente para acomodarse a los requerimientos españoles, corriendo los gastos de la conversión por cuenta de la ayuda americana y explicándose así las numerosas diferencias de detalle con los «Alcalá Galiano» y «Jorge Juan», transformados según los planos de la marina norteamericana y provistos de palos trípodes y radares modernos, en contraste con el «Almirante Valdés», cuya conversión se efectuó a menor escala.


También se realizaron proyectos de transformación en destructores antisubmarinos a fin de hacer frente a la previsible amenaza submarina soviética de comienzos de los años cincuenta, que se preveía alcanzasen a todos los «Fletcher» supervivientes, pero que quedaron finalmente limitados a tan sólo 18 unidades.


La apariencia de éstas se modificó de modo apreciable, al quedar únicamente los dos montajes de 127/38 situados al nivel de la cubierta principal, formando el resto del armamento artillero dos montajes dobles de 76,2/50 y varios, también dobles, de 20 mm Oerlikon.


La nueva «estrella» del armamento antisubmarino debía ser el arma «Alfa», o Mk 108, un lanzador de cargas de profundidad a/s de rápida cadencia de tiro y con un alcance en torno a las 800 yardas (730 metros), similar en concepto al lanzacohetes a/s británico Limbo» y asociado a un sonar con capacidad de discriminación de la cota de profundidad de los blancos.

Los problemas y retrasos en su fabricación obligaron a varias unidades a sustituirlo temporal o definitivamente por un Erizo orientable Mk 15 delante del puente.


Los tubos lanzatorpedos clásicos dejaron paso a cuatro tubos fijos en-terrados en la superestructura, tras la chimenea popel y dispuestos una pareja por banda, provistos de torpedos a/s buscadores y con varias recargas.


Se mantuvieron los morteros y varaderos para cargas de profundidad, a la vez que se instalaron un par de Erizos fijos Mk 14 a ambas bandas, delante del puente, en aquellos buques no provistos del modelo orientable, medida esta última extendida luego a todos los «Fletcher», tanto aquellos con armamento antiaéreo de 76,2 mm como los mantenidos en reserva.


Cuando se emprendieron a finales de los años cincuenta los programas FRAM de modernización de los destructores norteamericanos, tan sólo afectaron a tres de los 18 Fletcher» convertidos en escoltas antisubmarinos, consistiendo los trabajos en la instalación de montajes triples para torpedos buscadores Mk 44 y, sobre todo, en la modificación de la superestructura popel para alojar un hangar y los equipos de control del nuevo sistema antisubmarino DASH, un pequeño helicóptero no tripulado y armado con torpedos a/s buscadores, dirigido por control remoto desde el buque portador gracias a las informaciones obtenidas del nuevo sonar, de mayor alcance y complementado por otro del tipo de profundidad variable que se largaba por la popa.


Además de todos estos programas y modificaciones antiaéreas y antisubmarinas, diversos «Fletcher» sufrieron algunas modificaciones parciales al ser utilizados como unidades experimentales de diversos equipos y conceptos de sistemas de armas y tácticas de empleo.


El último «Fletcher» que permaneció en servicio activo con la US Navy ya hemos reseñado que fue el «Uhlmann», dado de baja en julio de 1972, aunque otros muchos buques de esta clase han sobrevivido todavía por largos períodos de tiempo en las marinas de países aliados de los EE UU.


Tras este largo comentario sobre el armamento de los «Fletcher» estadounidenses debemos hacer referencia al portado por los cinco ejemplares españoles, cuya variación no hace sino reflejar fielmente las vicisitudes sufridas por estos buques.


Los «cinco latinos» pueden dividirse en tres tipos principales según el armamento con que fueron recibidos por la Armada, aunque las diferencias no se reducían únicamente a este aspecto.

Por un lado estaban las parejas «Almirante Ferrándiz»-«Lepanto» y «Alcalá Galiano»- «Jorge Juan», y ya en solitario, el «Almirante Valdés», que haría a su vez un poco de nexo de unión entre ambas parejas.


Los «Almirante Ferrándiz» y «Lepanto» eran unidades con armamento propio de la Segunda Guerra Mundial, siendo los únicos «Fletcher» españoles provistos con los cinco montajes originales de 127/38 Mk 30, ya que los tres buques restantes tan sólo llevaban cuatro al haber sido modificados para llevar el nuevo armamento antiaéreo reforzado de posguerra, consistente en tres montajes dobles de 76,2/50 Mk 33, dispuestos a ambas bandas inmediatamente delante de la chimenea popel y sobre la ca¬seta de popa, sobreelevado con respecto a los montajes de 127 mm popeles.



El cañón bivalente de 5 pulgadas (127 mm) y 38 calibres Mk 12 fue uno de los más famosos y difundidos cañones navales norteamericanos.


Diseñado en origen como armamento principal para destructores, sé acabó instalando en numerosas clases de buques como batería principal o secundaria.


Se fabricó en montajes dobles cerrados y sencillos abiertos o cerrados, con diversas modificaciones en sus mecanismos y sistemas.


Con una cadencia de fuego sostenido de 15 disparos por minuto y 20 de máximo, podía lanzar proyectiles de unos 25 kg con velocidad inicial de 790 m/seg y alcances máximos de 16.600 metros en horizontal y 11.400 en vertical.


Su elevación máxima era de 85° y la depresión de -15°.


De funcionamiento semiautomático, tiro rápido y manejo local o a distancia, era de construcción monobloque, cierre de cuña deslizante vertical y rayado uniforme de una vuelta en 30 calibres.


Cada montaje sencillo pesaba unas 20,4 toneladas, yendo provisto bajo cubierta de una cámara de maniobra para el municionamiento, elevándose los proyectiles hasta el montaje ya preparados para hacer fuego por medio de un ascensor de manejo hidráulico.

Los proyectiles llevaban espoleta de impacto o de proximidad graduable, y eran impulsados por una carga de proyección en vaina aparte de unos 13 kg de peso, de ellos alrededor de 6,8 de pólvora.


En cuanto a los cañones de 3 pulgadas (76,2 mm) y 50 calibres, también eran bivalentes, aunque se diseñaron con la misión principal de asumir la defensa antiaérea de la Marina estadounidense.


Algunos problemas de desarrollo y fabricación impidieron su entrada en servicio durante la Segunda Guerra Mundial, aunque en la posguerra se instalaron en numerosos buques de la US Navy y de marinas extranjeras.


Eficiente, fiable y de larga duración, disparaba proyectiles de unos 5,9 kg con velocidad inicial de 823 m/seg, cadencia de 50 disparos por minuto y alcances máximos de unos 13.300 metros en tiro horizontal y 9.000 en elevación.


Entre sus principales características constructivas podemos citar el funcionamiento automático, tiro rápido, cierre de cuña vertical, rayado progresivo y capacidad de elevación hasta 85 grados.


Los montajes dobles Mk 33 pesaban unas 14,5 toneladas, con un cargo de munición normal por pieza de unos 600 proyectiles con sus correspondientes cargas de proyección.


Variantes de estos excelentes cañones se instalaron en buen número en muchos de los buques incluidos en el Programa de Modernización, aunque siempre en montajes sencillos.


La dirección de tiro de la artillería principal de 127/38 era el clásico Mk 37, situado encima del puente y provisto de un radar Mk 25 (originalmente Mk 12 en los «Lepanto» y «Almirante Ferrándiz», pero sustituido por el Mk 25 a comienzos de los sesenta).


Para la artillería de 76,2/50 se disponía de un director Mk 56 con radar Mk 35, instalado sobre un pedestal al lado del montaje popel de 76,2 mm, y otros dos directores Mk 63 capaces de puntería a ciegas situados entre las chimeneas y provistos de radares SPG-34 dispuestos sobre los propios montajes de 76,2 mm emplazados entre ambos guardacalores.

El director Mk 56 podía dirigir además la batería de cañones de 127 mm, y el Mk 37 hacer otro tanto con la de 76,2 mm, o también cabía distribuir las piezas entre ambas direcciones de tiro ante la flexibilidad del sistema.



La artillería secundaria de los «Lepanto» y «Almirante Ferrándiz» se componía, en cambio, de cañones de 40 y 20 mm.


Llevaban tres montajes dobles de 40 mm y 60 calibres Mk 1, dispuestos en los mismos emplazamientos que las piezas de 76,2 mm de los otros tres destructores y dirigidos por predictores Bofors, uno por montaje.


El peso de cada montaje completo era de unos 5.900 kg, siendo manejado por 7 hombres.


De funcionamiento semiautomático, la cadencia cíclica de fuego se situaba en unos 150 disparos por caña y minuto, siendo la dotación de municiones en los destructores de 1.200 disparos por cañón, normalmente dispuestos en cajas de 16 proyectiles.


La velocidad inicial del arma era de unos 850 m/seg, con alcances máximos de 10.150 m en tiro horizontal y 6.500 en vertical, aunque en este último caso se solía hacer fuego con munición de tipo autodestructiva con espoleta de tiempo.


La vida útil de cada tubo se estimaba en unos 9.500 disparos.


Los montajes podían girar 360°, con elevación máxima de 90° y -15° de depresión, y ser dirigidos manualmente o por un director de tiro, generalmente un Mk63 o un predictor Bofors.


La alimentación de corriente a los servicios del montaje podía hacerse tanto en corriente continua como en alterna.


También llevaban estos buques seis montajes sencillos Oerlikon de 20 mm y 70 calibres con puntería local, situados dos por cada banda tras la chimenea popel y la pareja restante en la toldilla.

En este punto existen algunas discrepancias entre las diversas fuentes consultadas, ya que según los Estados Generales de la Armada correspondientes a los primeros años en servicio de estos buques, el Lepanto» llevaba seis montajes dobles de 20 mm Mk 24 en vez de los seis sencillos Mk 10 del «Ferrándiz», lo que por otra parte concuerda con la documentación norteamericana.


Es posible que fuesen sustituidos por otros sencillos, ya que a partir de mediados de los sesenta ambos destructores figuraron con seis piezas sencillas.


En los años setenta estos cañones quedaron desmontados en los arsenales al carecer de utilidad para los cometidos antisubmarinos de los buques, aunque al quedar asignados los «Lepanto» y «Almirante Ferrándiz» a funciones de vigilancia marítima a comienzos de la década de los ochenta se instalaron esporádicamente algunos montajes en la toldilla, a veces dobles y del tipo utilizado en los va desguazados dragaminas modernizados de la clase Guadiaro».


El cañón Oerlikon de 20 mm y 70 calibres era un arma excelente que fue profusamente utilizada por las marinas aliadas en la Segunda Guerra Mundial, tanto en el más extendido montaje sencillo de pedestal como en oíros múltiples.


De operación manual y manejado por dos hombres, podía disparar a una cadencia de 400-500 disparos por minuto con hasta 85° de elevación, siendo los alcances máximos de unos 5.500m en horizontal y 1.800 en vertical.


La velocidad inicial era del orden de los 830 m/seg, y las características de la munición (autodestructura al alcance máximo) unos 125 gr de peso y 25 cm de longitud.


El armamento torpedero también era diferente según las unidades. Los «Lepanto» y «Almirante Ferrándiz» no tenían, aunque puede que fuesen recibidos con el montaje quíntuple popel de 533 mm y algunos torpedos Bliss-Leavitt Mk 8, pero desde comienzos de los sesenta carecieron de él con seguridad.

El «Almirante Valdés» si se transfirió, en cambio, con el montaje quíntuple popel, un Mk 14 mod 3 para torpedos de turbina Mk 15.

Este montaje fue modificado para poder lanzar los torpedos G7a de los que la Armada poseía bastantes ejemplares, aunque en fecha desconocida se cegaron los dos tubos extremos, quedando convertido en triple a efectos prácticos.


Los «Alcalá Galiano» y «Jorge Juan» se recibieron con un único montaje triple tras la chimenea popel, también para torpedos Mk 15 (y quizás Mk 35).


El Mk 15 fue el último tipo de torpedo antibuque fabricado para la tradicional misión torpedera de los destructores estadounidenses, remontándose su diseño a mediados de los años treinta.



Con 533 mm de diámetro y 7,32 m de longitud, pesaba unos 1.740 kg, de los que 374 correspondían a la cabeza de combate.


Propulsado por una turbina de vapor, tenía carreras de 5.500 m a 45 nudos, 9.150 a 33,5 y 13.700 a 26,5.


Todos los «Fletcher» españoles disponían además de dos canastas Mk 4 mod. 1 ó 2, una por banda, para el lanzamiento de torpedos a/s buscadores Mk 32, sistema de armas instalado también en muchos de los buques sometidos al Programa de Modernización de 1955 y del que la Armada Española fue uno de sus usuarios principales.


Los«A. Valdés», «Alcalá Galiano» y «Jorge Juan» lo traían de origen, aunque es posible que en los «Lepanto» y «A. Ferrándiz» fuese instalado con posterioridad a su cesión, dentro de la política seguida por nuestra Marina de homogeneizar en lo posible los equipos y sistemas de armas de los «cinco latinos».


Los torpedos acústicos buscadores Mk 32 tenían un diámetro de 482,6 mm (19 pulgadas) y se estibaban tres a cada banda, lanzándose por medio de una canasta que los impulsaba lejos del costado del buque portador, ya que sus aletas de guía eran de mayor diámetro que el cuerpo del torpedo, haciéndolo incompatible con los tubos lanzatorpedos convencionales.


Hacia 1973-1974 fueron desmontados en todos los buques, excepto el «Almirante Ferrándiz», y sustituidos por dos montajes triples Mk 32 para torpedos acústicos activos Mk 44 o Mk 46, situados uno por banda a la altura de la caseta popel.

Estos torpedos tuvieron gran éxito en su día, siendo instalados en multitud de buques de escolta de las marinas aliadas y prooccidentales.


Con tan sólo 324 mm de diámetro, su escasa longitud y peso permitían su instalación en aeronaves y buques pequeños.


El más evolucionado y eficaz Mk 46 es un torpedo antisubmarino con sistema de búsqueda acústica del tipo activa/pasiva, con capacidad de emprender ataques en tanto no se termine su combustible.


Tras una breve carrera para alejarse del navío portador y los ruidos generados por éste, el torpedo emprende una trayectoria de búsqueda en espiral al tiempo que va aumentando paulatinamente su profundidad.


Con 2,67 m de longitud, pesa unos 250 kg, de los que 40 pertenecen a la cabeza de combate, siendo su alcance de unos 11.000 m a 40-45 nudos, y la profundidad máxima de búsqueda, superior a los 400 m.


El resto del armamento antisubmarino de los « Lepanto» lo componían los habituales Erizos, morteros y varaderos para cargas de profundidad. Todos llevaban dos Erizos Mk 11 mod 1 ó 2 a ambas bandas delante del puente, ligeramente orientados hacia afuera con respecto a la línea de crujía del buque.


Los morteros eran Mk 6 mod 1, en número de seis (tres por banda) en los «Lepanto» y «Almirante Ferrándiz», y cuatro (dos por banda) en el «Almirante Valdés», careciendo de ellos los «Alcalá Galiano» y «Jorge Juan».


Con motivo de la ya mencionada instalación de los montajes Mk 32 para torpedos Mk 44 ó 46, el «Lepanto» desembarcó sus morteros, en tanto que el «Valdés» los conservaba, al igual que el «Ferrándiz», único en no llevar los nuevos torpedos antisubmarinos.


La pareja «Lepanto» y «A. Ferrándiz» llevaba a popa dos varaderos Mk 3, mientras que los tres restantes tan sólo llevaban uno a estribor popa del tipo Mk 9 mod 0.


Las cargas de profundidad eran generalmente las Mk 9, de forma de gota de agua y armado hidrostático, existiendo también algunas de las mayores Mk 6 de 190 kg, de ellos 136 de explosivo.

También existían diferencias en los equipos electrónicos portados por los «cinco latinos». Los tres primeros transferidos, el «Lepanto» y los «almirantes», llevaban aún radares de descubierta aérea SC-2, con su característica antena de parrilla en el extremo del palo, y de superficie SG, todos ellos equipos normalizados durante la Segunda Guerra Mundial. El palo era sencillo en los tres.


Por su parte, los «Alcalá Galiano» y «Jorge Juan» llevaban sensores mucho más modernos, al haber permanecido en activo con la US Navy desde 1951, frente a la situación de reserva de los anteriores. Disponían de radares de exploración aérea SPS-6C y de superficie SPS-10.


El radar SPS-6 era un equipo de concepción modular que funcionaba en la banda L, disponiendo de una característica antena parabólica, con aceptables condiciones de alcance y precisión.


La versión 6C llevaba una antena más ligera con IFF integrado.


En cuanto al SPS-10 de búsqueda de superficie, no cabe duda que ha sido hasta fecha reciente uno de los mejores radares navales de la corta historia de la electrónica militar.


Funcionando en banda C y provisto de una antena parabólica de dimensiones moderadas, el SPS-10 disfrutaba de gran precisión y alcance, siendo especialmente adecuado para la detección y seguimiento de submarinos navegando a cota snorkel.


En sus versiones B a F, estuvo ampliamente difundido en la US Navy y en muchas marinas aliadas, siendo fabricado por las firmas Raytheon y Sylvania.


A comienzos de los años sesenta la Armada decidió unificar en lo posible los equipos electrónicos portados por los destructores de la clase «Lepanto», reduciendo asi las grandes cargas logísticas asociadas a la diversidad de sistemas y facilitando de paso las labores de instrucción.


Se dotó a los tres primeros de palos trípodes y radares iguales a los de la pareja «Alcalá Galiano» y «Jorge Juan», además de cambiarse el radar Mk 12 de la dirección de tiro principal Mk 37 por otro de antena redonda Mk 25 en los «Lepanto» y «Almirante Ferrándiz».