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Re: Antonio Jarano Morales
Hola. No se conoce mucho de este marinero. Adjunto lo que investigó un antiguo comandante del buque aljibe Marinero Jarano sobre este veleño. Saludos
Tomado de ARFAGA, Asociación Regional de las Fuerzas Armadas en Galicia, Año II, nº 4 Diciembre 2005
Autor: José Ramón Cancelo Vigo Capitán de corbeta de la R. N. A.
HISTORIA DEL MARINERO DE PRIMERA ANTONIO JARANO MORALES
Al NE, de Málaga, a 32 Km., de distancia y a una altura sobre el nivel del mar de 60 mts., se alza Vélez-Málaga, capital de la Axarquía, conocida desde la antigüedad, por fenicios, griegos y romanos, especialmente por su comercio, realizado a través de su río antaño navegable y en cuyos márgenes aún se conservan hoy las tumbas fenicias de aquellos que murieron en las proximidades de esta zona. Situada al pié de la Sierra de Tejeda, en la Hoya formada por el río Vélez, al cual se unen el Benamargosa, Almachar e Iznate. Situado en un enclave estratégico del camino de Granada Málaga, por el Boquete de Zafarraya, resultó muy importante durante la dominación musulmana. Conquistada por los Reyes Católicos en el año 1.487, la Reina le concedió el título de Ciudad.
En esta Ciudad, en las proximidades de su castillo de la Fortaleza o Alcazaba, cerca de la Iglesia de Santa María la Mayor y en la calle del mismo nombre, el 18 de mayo de 1.877, a las tres de la tarde, nació ANTONIO JARANO MORALES, hijo de Francisco Jarano López, de profesión jornalero, y de María Morales López, con cédula de vecindad 1.464. Nieto por línea paterna de Francisco Jarano y de Ana López González, y por línea materna de José Morales Gutiérrez y Ana López, todos ellos vecinos y naturales de Vélez-Málaga. Siendo inscripto en el Registro Civil el día 20 de mayo de 1.877, firmando como testigos José Timoner Cotillas y Juan Nieto Bautista, ante el Juez Don José Peña Jiménez y el Secretario Don José Renjifo Jiménez. Transcurre su infancia ayudando al igual que sus hermanos, a sus padres y correteando por las calles de Vélez-Málaga tan impregnadas de historia, soñaría con batallas y conquistas, oteando el horizonte desde la torre de la Atalaya, jugando entre los conventos de San Francisco y Santa Clara o por el Barrio de la Villa.
Es muy posible que en sus juegos o trabajos se desplazase a Torre del Mar, donde palparía más de cerca la mar que avistaba desde las alturas de Vélez-Málaga, e incluso embarcase en las numerosas jábegas que varaban en la playa. Se desconoce lo que le llevó en 1.894, cuando aún contaba 17 años, a encaminar sus pasos a la Ayudantía Militar de Marina, sita en la Plaza de las Carmelitas, e inscribirse en la Armada; correspondiéndole el folio 35 de 1.894 del Distrito Marítimo de Vélez Málaga.
Tras efectuar su presentación y capacitación, es destinado a las Fuerzas Navales de Ultra Mar, embarcando el 31 de agosto de 1.897 como Marinero de Primera en el Crucero "CASTILLA", teniendo previsto su licenciamiento el 1 de enero de 1.901, pero como tristemente ocurre en la mayoría de los casos, "los héroes mueren jóvenes". Se encontraba el crucero "CASTILLA", en el Apostadero de Filipinas, así como los Cruceros "REINA CRISTINA", "ISLA DE CUBA", "DON JUAN DE AUSTRIA", "ISLA DE LUZÓN", "VELASCO", "ANTONIO DE ULLOA" y "MARQUÉS DEL DUERO" así como el Cañonero "ARAYAT". Por aquellas fechas y desde que se conoció la posibilidad de una ruptura de relaciones con los Estados Unidos, se llevaron a cabo esfuerzos titánicos para improvisar personal y sacar material de donde no lo había; como consecuencia de la insurrección de los tagalos y el abandono de las economías gubernamentales, todo estaba esquilmado y exangüe, los buques viejos y con averías que los convertían prácticamente en unos pontones mal artillados, sin torpedos y con unas municiones en malas condiciones, frente a la escuadra americana compuesta por modernos buques, provistos de buenas máquinas y un alto ritmo de fuego, entre los cuales se encontraban los Cruceros "OLIMPIA", "BALTIMOR", "BOSTON", "RALEIGHT" y "CONCORD", los Cañoneros "HELENE", "PETREL", "CULLOCH" y los Transportes "ZAFIRO" y "NUSKA". Todos ellos bajo el mando del Comodoro Dawey. Aterrorizaba ver la escuadra enemiga tan poderosa y contemplar la española tan débil. Aquella contaba con 120 cañones, la nuestra con solo 26. Esta escuadra, vetusta y mal equipada, al mando del Almirante Montojo, trató de hacer una defensa lo más eficaz posible e infringir el mayor daño a la enemiga, para lo cual el 25 de abril de 1.898 abandona la Bahía de Manila con destino a la de Subic para protegerse con las defensas artilleras, que hacía algún tiempo se habían mandado construir; a su llegada se encontraron con que dichas obras estaban muy atrasadas.
En la mañana del 26 llegó la escuadra, haciéndolo en la tarde el Crucero "CASTILLA": un viejo barco de madera de escaso andar, desenvergado, calados los masteleros y mastelerillos, con sólo los palos machos y sus enormes cofas marineras que a cierta distancia de primera impresión, daba un aspecto imponente..
Ya dentro de la bahía y próximo al recodo que esta forma antes de llegar al Arsenal, sorprendió a los que desde tierra presenciaban la entrada del viejo barco, ver precipitarse a la gente a los botes o directamente al mar; era sencillamente que por su antigüedad y mal estado de conservación, en situación poco apropósito para aquellos menesteres, se le había abierto una vía de agua por la popa y tuvieron necesidad de vararle para evitar que se fuera a pique allí mismo, tal era la cantidad de agua que entraba. Se arregló la avería con los medios que disponía y el estado del barco toleraba, tapando con cemento al vía de agua, pero dada su magnitud y situación, la cual afectaba a la bocina, quedó inutilizada la máquina y convertido en un pontón.
Ante la imposibilidad de defenderse en Subic, "protegidos por su inexistente artillería", el Almirante Montojo reúne la Junta de Jefes, cuyo resultado fue disponer el regreso a Manila donde, por lo menos, pudieran salvarse los supervivientes, si se perdían los barcos, como seguramente ocurriría; por otra parte, el regreso de la Escuadra a Manila, serviría para levantar el ánimo de la población, muy afectada desde su salida, al ver que los habían abandonado y dejado sin defensa. Dispuesta la salida a la mañana siguiente, se puso en marcha la Escuadra, más el estado en que se encontraba el "CASTILLA", era una complicación, al no poder utilizar su máquina había que sacarlo de la varada y llevarlo a remolque. Ni el "ISLA DE CUBA" ni el "DON JUAN DE AUSTRIA", consiguieron sacarlo. El tiempo transcurría, los barcos conforme largaban el remolque iban saliendo y quedando fuera con el "CRISTINA", sólo faltaba el transporte "MANILA", se le ordenó tomar el remolque, sacando el barco a la mar, con una maniobra tan precisa y justa que le valió al Comandante Don Juan José Ozamiz, ser felicitado por el Almirante. Con el "CASTILLA" a remolque se dirige la Escuadra a Manila. A las tres de la mañana del día 30 de abril, el vaporcito de los Prácticos "MARIPOSA", guía la entrada y el fondeo del "CASTILLA", que sigue a remolque. Horas más tarde se enmendaría el fondeadero, para situarlo definitivamente en Punta Sangley, para desde esta posición con el resto de los buques, cerrar el paso de la Bahía de Manila a la Escuadra Americana. Al amanecer del día 1 de mayo de 1.898, forzaba la boca de dicha Bahía la Escuadra Americana y se empeñaba en desigual combate.
A las cinco de la mañana se oyó el primer disparo, después aquello se convirtió en un infierno; no duraría más de tres horas el combate, pero parecería un siglo, ¡un fuego horroroso y un rugido terrible!. Al poco tiempo de empezar ya ardía el "CASTILLA" y el "CRISTINA", a causa de los proyectiles incendiarios de la flota americana. El "CASTILLA", se batió al igual que los restantes buques de nuestra Escuadra heroicamente. A medio combate se inutilizó el cañón de proa de 15 c/m. por haber reventado una granada en el reducto del mismo; poco después quedaba también inutilizado el de 12 c/m. de la banda de babor; a partir de este momento sólo hacía fuego el cañón de 15 c/m. del reducto de popa.
Acribillado el buque por los proyectiles enemigos e incendiado prácticamente, fue abandonado por su tripulación con el mayor orden, dirigiendo las operaciones su Comandante Capitán de Fragata Don Alonso Morgado y Pita da Veiga. Por haber estado combatiendo hasta el último momento, no pudieron recogerse los muertos, entre los que se encontraba el Marinero de Primera Antonio Jarano Morales, por la intensidad del fuego y fue su mortaja los restos del viejo y valeroso crucero y su tumba las aguas de Punta Sangley. Las bajas del "CASTILLA", según manifestaciones del Médico por las curas efectuadas, ascendieron a veinticinco muertos y ochenta heridos, habiendo cumplido la dotación con su deber. En esta triste lista de los muertos en combate se encuentra el Marinero de Primera Antonio Jarano Morales, fallecido el día 1 de mayo de 1.898. En Cavite ha sucumbido la Escuadra por consecuencia de la enorme superioridad y modernidad de los buques y armas enemigas, como no ha podido por menos suceder; impotente ante tanta desproporción, hasta para alcanzar con sus bocas de fuego a los navíos enemigos. Las dotaciones de aquella desgraciada escuadra, más que combatientes, han sido víctimas propiciatorias, mártires de la Patria.
Por fortuna, no se dio el caso de que la bandera americana se izase en alguno de nuestros barcos, éstos desaparecieron acribillados a balazos, quemados unos, echados a pique otros y ninguno rendido; todos sucumbieron con la bandera de la Patria enhiesta en sus mástiles, siendo la admiración de los propios enemigos, que se descubrieron con respeto ante el valor demostrado. El propio Comodoro Dawey manifestó después de la batalla "Que no esperaba que los españoles aceptasen el combate" o lo que el Comandante del "BOSTON" dijo del Capitán de Navío Boado, Jefe del Estado Mayor de Montojo, al recogerlo de la mar: "Habéis combatido con unos buques muy malos, que no merecen el nombre de barcos de guerra. No se ha visto nunca un combate bajo condiciones tan desiguales. Es una lástima que hayáis expuesto la vida en buques tan inadecuados para la guerra". Pero nuestros heroicos marinos, prefirieron luchar y morir en condiciones tan desventajosas, que entregarse y rendir un trozo de Nuestra Madre Patria. La Armada Española fue victima de la desidia,, de la política y de la improvisación de tres generaciones.
Días después del combate, durante una recepción celebrada en el Club Inglés de Hong-Kong, el Alférez de Navío Caldwell, Secretario del Almirante Dawey, manifestó que: "desde su Jefe hasta el último Oficial de la Escuadra Americana, admiraron la bravura y heroicismo desplegado por los Jefes, Oficiales y Dotaciones de los buques Españoles", rindiendo así homenaje de admiración a los nobles marinos españoles..
La documentación remitida días después, así como la que ésta originó, muestra errores en el primer apellido de este veleño heroico, quedando dichos héroes archivados para la posteridad, haciendo bueno el dicho de que "los héroes son anónimos”.
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