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 Misión secreta en Santa Isabel (Fernando Poo) en agosto 1967 
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Grumete
Grumete
Nuevo mensaje Misión secreta en Santa Isabel (Fernando Poo) en agosto 1967
Hace poco cayó en mis manos un libro escrito por el ex capitán de corbeta (lieutenant-commander) Pascal J. Odu que recoge sus memorias durante la guerra de Biafra (1967-70). El capitán Odu sirvió primero en la Marina Nigeriana y, al producirse la secesión de Biafra, se incorporó a la marina del nuevo estado con el buque a su mando NNS Ibadan. En la Marina Biafreña sirvió como jefe de la base naval de Calabar y luego de la de Port Harcourt; su buque fue hundido en combate cuando la Marina Nigeriana desembarcó en la terminal petrolera de Bonny (25-7-67). Unos días o semanas después se ocupó, según narra en sus memorias, de una operación secreta en la entonces Santa Isabel (hoy Malabo), principal puerto de la isla de Fernando Poo (hoy Bioko). Según cuenta, en agosto de 1967 se trasladó en canoa desde Calabar a Fernando Poo, donde esperaba un carguero polaco cargado con vehículos blindados (en realidad armored personal carriers) para el ejército de Biafra. Una vez a bordo del carguero lo condujo con éxito a Calabar.

¿Alguien sabe la fecha concreta y el nombre del carguero polaco en cuestión? ¿O me puede aportar algún dato adicional?

Supongo que no es fácil pero, por si sirve de ayuda, he traducido el texto donde narra la operación y lo incluyo a continuación. Es éste:

<<Durante unos días de agosto de 1967 estuve ocupado con otros asuntos distintos a la defensa de Port Harcourt. Yo había recibido una señal del Cuartel General de Defensa que nos informaba que un barco cargado de armamento vital para el Ejército de Biafra estaba esperando en Fernando Poo (Guinea Ecuatorial) para ser escoltado a puerto. El puerto de Port Harcourt estaba, obviamente, fuera de cuestión debido al bloqueo enemigo de la entrada del río Bonny. Entonces recibí la orden de escoltar al buque a Calabar.

Cuando hablé con el Comandante de la Marina, dijo, sin dudar:
"Tendrás que ir tú mismo".
"¿Cómo puedo llegar?" Le pregunté.
Él se lo pensó por un momento y respondió: "En canoa."
Obviamente, él vio el asombro y la duda en mi rostro y continuó:
"Durante años hemos estado buscando contrabandistas en el Golfo de Biafra y ellos nos han estado eludiendo con éxito. Ahora es el momento de ponerlos de nuestro lado. Usted tendrá que ir a Calabar y contactar con ellos."

Cuando llegué a Calabar, me sorprendió realmente descubrir que lo de contactar con ellos era más fácil de decir que de hacer. Estábamos en guerra y se suponía que todo el mundo cooperaría en lo que pudiera, así que yo esperaba que se me ofrecieran voluntariamente. Por lo visto, el temor a ser detenido por personal de la Armada seguía siendo fuerte entre los contrabandistas. Durante este período, el sabotaje era moneda corriente dentro de Biafra. Algunas personas de las áreas de habla no Igbo, como Calabar, e incluso la zona de Bonny y Port Harcourt se consideraban minorías dentro de Biafra y se dudaba de su lealtad. Pensé que algunas de estas personas en realidad podrían no estar dispuestas a ayudar a Biafra. Me dirigí entonces a una amiga mía llamada Margaret, natural de Calabar. Ella no sólo me puso en contacto con la gente adecuada, sino que además me aseguró que eran leales a la causa de Biafra. Estaba dispuesto a cruzar toda la distancia que nos separaba de Fernando Poo a solas con ellos en una canoa. Si no fueran leales a Biafra, nada les impediría lanzarme por la borda una vez que nos adentráramos en el mar. Nadie más que yo sabía quiénes eran los que me ayudaban y, como no actuábamos de manera oficial, yo era consciente de que nadie habría averiguado nada en absoluto.

Salimos alrededor de las 10’00 horas en una canoa grande. Medía quizás unos 25-30 pies de largo, cerca de 4 pies de ancho y calaba al menos 4 pies. La popa de la embarcación estaba cargada con mercancías, probablemente grano, que se suponía que era para vender. Había una especie de dosel que se extendía desde la popa hasta aproximadamente la mitad de la longitud de la embarcación. La canoa llevaba un potente motor fuera-borda Evinrude. La gasolina extra se almacenaba en un hueco cubierto en la proa de la embarcación. Éramos cuatro tripulantes. El timonel había decidido navegar con la luz de la luna, porque no quería ser visto mientras descendía por el río Calabar; se aproximó a la orilla y cruzó por caños y estrechos canales que yo nunca había visto en las cartas de navegación. La primera vez que me di cuenta de nuestra posición fue cuando atravesamos un pequeño canal en la misma entrada del río Calabar.

Desde el, recordé mentalmente la carta que había utilizado en numerosas ocasiones, y supe que habíamos puesto rumbo directamente al sur. En eso el contrabandista sacó una brújula de bolsillo, la miró brevemente y dirigió la canoa en la dirección adecuada, sin la menor preocupación o temor. Varias veces repitió ese proceso durante los 4 a 5 horas que duró la travesía. No había pasado mucho tiempo desde que rebasamos la entrada del río cuando empecé a sentir el efecto de las olas de 3-4 pies que atraviesan la Bahía de Biafra, incluso en época de relativa calma. A mitad del viaje, los contrabandistas prepararon su comida y me preguntaron si tenía hambre. No se podía hacer fuego para cocinar, por supuesto, sobre todo para evitar ser detectados, así que me ofrecieron una sopa a base de garri (tapioca) empapado en agua fría. Amablemente lo rechacé, pero fue interesante descubrir cómo el resto se lo tomó. Luego me ofrecieron un licor local llamado "kai-kai", una especie de ginebra muy fuerte. Tomé algunos y lo lamenté al instante, porque me hizo vomitar inmediatamente y me dejó hecho polvo durante bastante tiempo.

Los contrabandistas me contaron historias de sus hazañas acerca de encuentros con las patrulleras de la Armada. Uno de ellos era un veterano que llevaba más de 5 años en el contrabando, y recordaba los días previos a la creación de la Marina, cuando los funcionarios de Aduanas destinados en el río Calabar les perseguían con lanchas rápidas. Él sabía que los contrabandistas eran conocidos por soltar su carga cuando la persecución se ponía muy caliente, pero estaba muy orgulloso de que jamás había perdido su carga por la persecución de los funcionarios de Aduanas o de la Marina. También confirmó mis sospechas de que conocían por anticipado los movimientos de nuestras patrulleras. Todo lo que tenía que hacer era esperar hasta que sus centinelas le informaran de que habíamos regresado de nuestra patrulla habitual, para salir. Ellos sabían que sólo teníamos un buque y que no podía permanecer indefinidamente en el mar.

Todavía estaba oscuro cuando la canoa se deslizó en nuestro puerto de destino y fuimos rodeados devorados por sus luces brillantes y todo el ruido asociado a la vida de un puerto en actividad. No era difícil reconocer la nave que era mi objetivo y destino. Era un pequeño carguero, menor de lo que había imaginado, y se podía reconocer su carga de "vehículos blindados" estacionado en la cubierta principal. Una vez en tierra, no tuve ninguna dificultad para contactar con la nave. Era un carguero polaco, de cerca de 10.000 toneladas. No recuerdo su nombre, ni el de su capitán, con quien pasé la mayor parte del día. Me dio de comer un desayuno caliente y me ofreció una cama donde dormí casi 6 horas. Convencí al capitán del carguero que sería mejor que hiciéramos la travesía a Calabar de noche, justo como habíamos hecho la venida.

Me sorprendí al descubrir que llevaba esperando en Fernando Poo más de una semana. Me dijo que había informado a las autoridades de Biafra que abandonaría esa misma noche si no volvía a saber de ellos. Al parecer, mi llegada había sido muy oportuna. Cuando vi a los llamados "vehículos blindados" me decepcioné mucho. Se veían tan frágiles y endebles que podrían haber servido en la Primera Guerra Mundial. No parecían capaces de soportar la explosión de una granada, por no hablar de fuego de armas anti-tanque. Mi trabajo consistía en hacer llegar esta inyección de moral a las tropas de Biafra y así lo hice. Los vehículos blindados se desplegarían después en el sector Norte durante un contraataque lanzado a principios de septiembre de 1967. No recuerdo cuántos eran, porque ni siquiera esperé en Calabar a que se descargaran antes de apresurarme a regresar a Port Harcourt. Más tarde supe que todos los vehículos blindados fueron destruidos por el fuego anti-tanque enemigo en un mismo día, durante ese contraataque fatídico.>>


16 Jun 2011 12:59
Grumete
Grumete
Nuevo mensaje Re: Misión secreta en Santa Isabel (Fernando Poo) en agosto
¿Nadie ha oido nunca hablar de este suceso?

Gracias

Juan


12 Ago 2011 12:19
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Nuevo mensaje Re: Misión secreta en Santa Isabel (Fernando Poo) en agosto
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Hola bounabarra


La verdad es que al parecer nadie sabe nada. Y yo menos, por eso no ha habido respuesta a tu pregunta.


Lo siento.


Un cordial saludo.
.

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Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño. Marco Tulio Cicerón.


Hay criterios cerrados, de ásperas molleras, con los cuales es inútil argumentar. Miguel de Cervantes Saavedra.


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12 Ago 2011 16:57
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Traducción al español por Huan Manwë para phpbb-es.com