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 Los Corsarios Alemanes de la Flota Regular. 
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Los Corsarios Alemanes de la Flota Regular.


La conquista de Noruega permitió a los alemanes utilizar las bases navales que se extendían hasta el Cabo Norte; la ocupación de Francia, les proporcionó los grandes puertos del Golfo de Vizcaya: Brest, St. Nazaire, Lorient.

Con esta insólita situación, en la que pocos estrategas navales germanos osason soñar alguna vez, aumentaron las oportunidades de la Flota alemana para atacar el tráfico oceánico, mediante la acción corsaria de superficie.

El bloqueo que los aliados ejercían sobre Alemania podía ser eludido con mayor facilidad por el Norte y Sur de las Islas Británicas. Las perspectivas que, a largo plazo, se ofrecían a la Marina alemana, tanto a su flota de superficie, como al arma submarina, nunca parecieron más halagüeñas que en el verano de 1940.

Sin embargo, entre junio y septiembre del mismo año todas las miradas se centraron en el Canal de la Mancha.

La gran jugada de invadir Gran Bretaña —Operación "León Marino"— absorbía todos los planes alemanes.

Para la Marina germana, ésta era una cuestión relativamente simple, porque las pérdidas y averías sufridas durante la campaña de Noruega, sólo le permitían disponer de buques ligeros de escolta y remolcadores para los transportes de tropas y barcazas de desembarco.

La gran responsabilidad recaía principalmente sobre la Lufwaffe de Goering. Si el potencial aéreo alemán lograba destruir la Royal Air Forcé, logrando la supremacía en el Canal, y garantizaba la seguridad de la flota de invasión ante los ataques navales y aéreos enemigos, la operación "León Marino" merecía ser tenida en cuenta. De lo contrario, nunca se alcanzaría la oportunidad del éxito en la Batalla de Inglaterra.

A mediados de septiembre el potencial aéreo británico permanecía intacto y la proximidad del otoño, con las inevitables tormentas sobre el Canal, que complicarían aún más el transporte de tropas, señalaba el límite en el tiempo.

El 17 de septiembre de 1940, Hitler aplazó indefinidamente la operación "León Marino". Para Raeder esta decisión significó un gran alivio, porque así podría concentrase en explotar de la mejor forma posible las ventajas estratégicas conseguidas con las victorias de Escandinavia y Francia.

Cuando el Plan Z quedó desbaratado a causa del comienzo prematuro de la guerra, la Marina germana dio orden de armar buques mercantes ligeros para operar en corso contra el comercio aliado; esta tarea prosiguió durante el invierno de 1939-40.

El primero de estos buques estuvo listo para hacerse a la mar en la primavera de 1940; Raeder confiaba en su eficacia para mantener el desequilibrio en la Marina británica, basado en la experiencia adquirida con los grandes buques de guerra. Sus esperanzas se verían pronto cumplidas con creces.

Los nueve primeros meses de campaña de estas unidades Corsarias de Cruceros Auxiliares de la Marina alemana resultaron un éxito resonante; en octubre de 1940 operaban seis; ahora había llegado la hora de hacerlo a los buques de guerra de la flota regular.

El Hipper y el Admiral Scheer serían los primeros en unirse a la guerra contra el tráfico comercial; tan pronto como las averías sufridas en la campaña de Noruega fueron reparadas, les seguirían el Scharnhorst y Gneisenau.

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Admiral Hipper


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Admiral Scheer

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26 May 2010 17:30
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Scharnhorst


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Gneisenau.



Mientras, otros dos valiosos buques estaban casi listos para entrar en liza: el Prinz Eugen, tercero de los cruceros pesados de la clase Hipper, y el acorazado Bismarck. El segundo acorazado, el Tirpitz, estaba aún en su fase final de alistamiento.

Fueron tales los éxitos logrados en 1940, que se reanudaron los trabajos en el portaviones Graf Zeppelin, suspendidos a sugerencia de Raeder, en abril del mismo año.

Raeder esperaba que, con un poco de suerte, podría conseguir una escuadra de combate capaz de destruir a cualquier convoy y de enfrentarse con la cortina de acorazados que lo protegiesen.

Mientras, los buques de guerra podrían hacerse a la mar a medida que estuviesen listos y los mercantes corsarios continuarían sus campañas, cobrando piezas, minando aguas costeras y obligando a los británicos a mantener sus despliegues navales totalmente dispersos.

El primero en partir sería el crucero pesado Hipper, una vez reparadas las averías sufridas en la campaña de Noruega.

Se pensó que tuviera por base St. Nazaire y salió al Atlántico Norte a finales de septiembre de 1940; pero esta salida no tuvo éxito. Sus motores comenzaron a funcionar defectuosamente cuando navegaba frente a las costas noruegas, sin embargo, la Flota Metropolitana británica no logró interceptarlo, a pesar de ser informada por radio el 28 de septiembre, y el Hipper logró regresar a Alemania.

El acorazado Admiral Scheer no sufrió estos inconvenientes. Terminadas sus obras de transformación presentaba otro aspecto, sobre todo, al suprimirle la torre de combate que disponía originalmente (igual que el Graf Spee).

El 27 de octubre se hizo a la mar al mando del capitán de navío Theodor Krancke, iniciando la que sería una de las clásicas campañas en la historia de la guerra corsaria en la mar.

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Theodor Krancke

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26 May 2010 17:34
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Días de gloria: la brillante campaña en solitario del Scheer y la irrupción del Scharnhorst y el Gneisenau.


El reconocimiento aéreo británico fracasó nuevamente. El Scheer navegó hacia el Norte, cerca de las costas noruegas y, favorecido por el mal tiempo, penetró en el Atlántico el último día de octubre, sin ser avistado; precisamente cuando el corsario mercante Widder finalizaba su primera campaña y entraba en Brest.

Krancke avistó su primera víctima el 5 de noviembre; se trataba de un mercante británico, el Mopan, que navegaba sin formar parte de ningún convoy.

Afortunadamente, los alemanes no le dieron tiempo para que transmitiera ningún mensaje de alarma; de haberlo conseguido, probablemente Krancke hubiera fracasado en el mayor éxito de su campaña: la destrucción del convoy HX-84, que se hallaba justamente en el horizonte, protegido por un solitario mercante armado, el Jervis Bay.

En la tarde del día 5, los serviolas del Scheer avistaron uno de los treinta y siete buques mercantes que componían el HX-84.

Krancke se dirigió de inmediato hacia el convoy para aprovechar la luz del día, antes de que los buques se dispersasen, más se vio hostigado por el pequeño Jervis Bay al mando del capitán de navío E. S. F. Fegen, que lanzaba una cortina de humo para proteger su convoy y trataba de entablar combate para dar tiempo a la dispersión de los mercantes.

Se volvió a repetir la triste historia del Rawalpindi, con otro desigual combate, pero Krancke no quiso arriesgarse a sufrir daños, ni siquiera de los pequeños cañones del mercante armado, y se mantuvo a la distancia conveniente para los de 11 pulgadas de Scheer.

El valiente Fegen (a quien se concedió la Cruz Victoria, con carácter postumo), 200 hombres de su dotación y el Jervis Bay, quedaron eliminados en veintidós minutos.

Pero este período de tiempo fue suficiente para que el convoy se dispersara y Krancke solamente pudo hundir cinco buques y averiar otros tres, antes de que la oscuridad le impidiese proseguir su caza.

Uno de los buques averiados dio lugar a una épica aventura: el petrolero británico San Demetrio. Al día siguiente de abandonarlo su dotación, volvió ésta a bordo, apagó los incendios aún existentes y logró llevarlo a puerto con la mayor parte de su preciosa carga.

La acción de Krancke desbarató por completo el sistema de convoyes; durante cinco días no llegó ninguno a los puertos británicos. A partir de entonces los convoyes más importantes irían protegidos por acorazados, que era precisamente lo que trataban de conseguir los corsarios de superficie alemanes: que los británicos fraccionaran el potencial de sus escuadras de combate en misiones de protección a los convoyes o a buques mercantes que navegasen independientemente.

La brillante iniciación de la campaña del Scheer ocasionó más perjuicios al esfuerzo británico de guerra que la pérdida de la carga de los cinco buques mercantes hundidos.

Con la ayuda del eficaz sistema de aprovisionamiento previsto por los alemanes, el Scheer se dirigió hacia el Sur.

El 14 de diciembre había echado a pique dos nuevos buques: el Port Hobart (24 de diciembre) y el Tribesman (1 de diciembre).

El 18, después de aprovisionarse de combustible del petrolero Nordmark, al Norte del Ecuador, capturó una rica presa, el buque inglés Duquesa, cargado de alimentos, permitiéndole, antes de apresarlo, que emitiera la señal de alarma para aliviar el posible acoso británico contra el Hipper, que al fin logró alcanzar el Atlántico después de las dificultades iniciales.

En el día de Navidad de 1940, el Scheer, su presa el Duquesa, el corsario Thor y dos bu-ques alemanes de aprovisionamiento, intercambiaban regalos navideños, suministros y municiones, en posición 24° Sur y 13° Oeste, mientras en el lejano Norte el Hipper atacaba un convoy británico.

El Hipper salió de Brunsbüttel el 30 de noviembre; pudo eludir la detección en su navegación por las proximidades de Noruega, mientras las patrullas aéreas británicas esperaban la mejoría del tiempo, y pasó por el estrecho de Dinamarca en la noche del 6 de diciembre.

Contrariamente al Scheer, el Hipper tenía la orden de atacar a los convoyes; no a los buques independientes.

Sin haber conseguido entrar en acción en el Atlántico Occidental, se dirigió hacia las derrotas de tráfico africanas, donde la víspera de Navidad se encontró con un convoy que transportaba tropas, el WS-5A, formado por veinte buques que se dirigían al Oriente Medio.

Después de perseguirlo ocultamente durante la noche, el Hipper atacó al alba del día de Navidad encontrándose con una fuerte escolta de cruceros: Berwick, Bonaventure y Dunedin. (También estaba presente el portaviones Furious, que transportaba aviones embalados para ser montados en Kakoradi, su puerto de destino, desde donde tenían que volar hasta el lugar en que se encontraba el Ejército del Oriente Medio del general Wavell.)

Hubo una vigorosa acción artillera en la que ambos bandos sufrieron ligeros daños; pero las pequeñas averias significaban mucho para el Hipper que nuevamente sufría dificultades en sus motores.

Rompió el contacto, arrumbó al Norte y sorprendió al bloqueo británico metiéndose en Brest, el 27 de diciembre, en vez de dirigirse al estrecho de Dinamarca.

En comparación con las campañas de los acorazados de bolsillo, la del Hipper fue desafortunada a causa de su escasa autonomía; lo cual, unido a los fallos de sus motores, lo situaba al final de la lista de méritos de los corsarios de superficie alemanes en 1940.

A finales de diciembre, el Admiral Scheer era el único buque pesado de guerra que operaba en la mar; pero actuaban aún el Thor, Atlantis, Komet, Orion, Pingüin y Kormoran, primero de la "segunda oleada" de mercantes corsarios, que pasó por el estrecho de Dinamarca pocos días después que el Hipper.

Esta era una situación muy diferente a la afrontada por la Flota de Alta Mar en la Primera Guerra Mundial: después de quince meses de guerra, siete buques alemanes operaban aún con entera libertad.

Y por primera vez en la Historia, buques de la flota de combate germana se preparaban para realizar un crucero de guerra en el Atlántico: los acorazados Scharnhorst y Gneisenau, bajo el mando del comandante de la flota, almirante Günter Lütjens.

Transcurridos seis meses desde la conquista de Noruega, las averías sufridas por los dos cruceros de batalla, durante la campaña, habían sido reparadas.

El 27 de diciembre partieron de Kiel, pero el Gneisenau tuvo nuevas averías a causa de una tormenta frente a las costas noruegas y los acorazados regresaron a su base.

Lo mismo hicieron los británicos, que se concentraban para buscar al Hipper (a salvo en Brest, aunque no fue avistado en este puerto hasta el 4 de enero), porque las patrullas aéreas fracasaron en la detección de su salida.

El tiempo perdido en la localización del Hipper sólo sirvió para insistir en el aprendizaje de la lección.

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26 May 2010 17:40
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El 23 de enero de 1941, partieron de nuevo los cruceros de batalla después de haberse hecho a la mar cinco buques de aprovisionamiento para satisfacer sus necesidades; pero en esta ocasión los británicos estaban preparados.

El almirante sir John Tovey, que el 2 de diciembre sustituyó al almirante Forbes en el mando de la Flota Metropolitana, recibió del Almirantazgo (el 20 de enero) la noticia de la posible preparación de otra salida de los corsarios de superficie alemanes.

Tovey envió inmediatamente dos cruceros a patrullar entre Islandia y las Faroe, para cubrir el paso del Mar del Norte al Atlántico. El 23, el Almirantazgo recibió información segura de que los cruceros de batalla habían sido vistos atravesando el Gran Belt.

Tovey estaba en la mar el 26; y en las primeras horas del 28, el crucero Naiad los avistó cuando se dirigían hacia el paso Islandia-Faroe.

Parecía que el Scharnhorst y el Gneisenau serían obligados a entrar en acción con el grueso de la escuadra que mandaba Tovey: los acorazados Melson y Rodney, con el crucero de batalla Repulse, gemelo del Renown, que averió al Gneisenau frente a Noruega en abril de 1940.

No obstante, por una vez, el radar alemán permitió a los cruceros de batalla germanos eludir la vigilancia británica.

Lütjens había localizado dos de los cruceros de Tovey antes de que el Naiad lo detectara a él, maniobró aumentando la velocidad, y aventajó al crucero británico, que perdió el contacto sin lograr recuperarlo.

Lütjens ya demostró en la campaña de Noruega una habilidad especial para romper el contacto con el enemigo, a gran velocidad, y dejarle sobre una pista falsa.

Ahora hizo lo mismo, alejándose hacia el Norte. Después de petrolear en aguas del Ártico, los buques de Lütjens trataron otra vez de penetrar en el Atlántico por el estrecho de Dinamarca; lo consiguieron el 3 de febrero.

En la noche siguiente volvieron a petrolear los cruceros de batalla frente a Groenlandia, para dirigirse al Sur y comenzar enseguida la caza sobre la derrota del convoy de Halifax, en el Atlántico Occidental, donde el Scheer provocó el pánico en el anterior mes de noviembre.

A los pocos días patrullaban en la zona elegida y el 8 de febrero se avistaron desde el Scharnhorst los palos del convoy HX-106.

Lütjens dividió su fuerza para atacarlo por el Norte y por el Sur; pero a las 09,47 se llevó la sorpresa al reconocer la silueta de un acorazado. Era el Ramillies, veterano de la Primera Guerra Mundial, con cañones de 15 pulgadas, que daba protección al convoy a raíz de la triste lección aprendida por los británicos el año anterior.

En los planes de Lütjens no figuraba el enfrentamiento con un acorazado y se alejó de nuevo, mientras el Ramillies, cuyos serviolas avistaron al Scharnhorst a gran distancia informaron que parecía un crucero de la clase Hipper.

Esta noticia era esperada en el Almirantazgo, pues creía que este crucero o el Scheer intentarían abrirse camino hacia sus bases durante aquellos días. Y Tovey, que llegó a la conclusión de que el avístamiento del Naiad, el 28 de enero, debía ser un error, tomó posiciones para cubrir las derrotas más probables del corsario para el regreso a su patria.

Lütjens permaneció alejado hasta el 17 de febrero y volvió a la derrota de Halifax. Pronto obtuvo una recompensa.

El 22, a 500 millas al Este de Terranova avistó el humo de varios mercantes que en aquel momento se separaban de un convoy procedente de Gran Bretaña.

El Scharnhorst y el Gneisenau entraron en acción y hundieron cinco mercantes con un total de 25.784 toneladas. Pero la radio de los alemanes no pudo interferir sus emisiones de alarma y a los pocos minutos el Almirantazgo británico sabía que unos buques de guerra pesados actuaban en corso en el Atlántico Occidental.

Sin embargo, esto sirvió de poco porque Lütjens no tenía la intención de permanecer en el mismo lugar hasta que llegara la Flota Metropolitana enemiga.

Entre el 26 y 28 de febrero rellenó sus buques de petróleo en medio del Atlántico y se dirigió al Este para operar en las derrotas comerciales del África Occidental.

Aquí tuvo la acción de atacar al convoy SL-67, pero también iba protegido por un acorazado, el Malaya, cuyos aviones avistaron a los cruceros de batalla alemanes el 8 de marzo, a 350 millas al Norte de Cabo Verde.

Lütjens no estaba en mejores condiciones de enfrentarse con este acorazado que lo estuvo con el Ramillies; al captar el informe de avistamiento emitido por los ingleses volvió de nuevo hacia el Oeste.

El 9, hundió un mercante que navegaba independiente, petróleo otra vez en medio del Atlántico v regresó a la derrota de Halifax en busca de nuevas presas.

Mientras las fuerzas pesadas de superficie, en las que se incluían el Rodney, Nelson y King George V, esperaban con ansiedad a los cruceros de batalla alemanes, si éstos intentaban regresar a su patria o si pretendían atacar a los convoyes destinados a Gran Bretaña, Lütjens preparaba la repetición de su éxito contra los convoyes que navegaban en dirección contraria, muchas millas al Sur del lugar donde patrullaban los buques enemigos.

En esta ocasión llevó con él dos buques de aprovisionamiento para utilizarlos como exploradores y ensanchar su horizonte. Esto dio unos resultados magníficos.

En cuarenta y ocho horas, entre el 15 y 16 de marzo, el Scharnhorst y el Gneisenau destruyeron dieciséis mercantes de los convoyes recientemente dispersados, totalizando 82.000 toneladas.

El éter vibró con los informes sobre los corsarios y las llamadas de socorro: el King George V se dirigió hacia la zona peligrosa para reforzar al Rodney, que había captado una fugaz señal de los cruceros de batalla; y Tovey reforzó la 'guardia en los accesos al Mar de Norte.

Para Lütjens éste era el momento culminante de su brillante campaña; pero el último éxito de su salida. Desde Berlín se le ordenó que se retirase hacia el Atlántico Norte para presionar en esta zona a fin de ayudar el regreso del Scheer y del Hipper, que finalizaban otra campaña.

Lütjens se dirigió a Brest y terminó su crucero con otra demostración habilidosa de táctica evasiva. Avistado el 20 de marzo por un avión del Ark Royal, perteneciente a la "Fuerza H" basada en Gibraltar, el almirante alemán arrumbó ostensiblemente hacia el Norte, para poner la proa a las costas francesas cuando desapareció el avión.

Si el aparato británico hubiese informado este cambio de rumbo, sus buques habrían podido lograr algo positivo, pero en el informe de avistamiento solamente mencionó el rumbo Norte.

Hasta la tarde del 21, no fueron avistados de nuevo los cruceros de batalla alemanes, en esta ocasión por los aviones del Mando Costero de la RAF; a unas 200 millas de la costa francesa, pero sin esperanza de ser interceptados por las fuerzas navales británicas.

Lütjens metió en Brest al Scharnhorst y el Gneisenau el 22 de marzo. Hizo historia en la Marina alemana y demostró ser su mejor comandante de flota desde que ésta renació después de Scapa Flow.

Queda por relatar el éxito de la última campaña del Scheer y la segunda salida de Hipper.

Krancke abandonó el Atlántico Sur el 8 de enero, con la esperanza de caer sobre el convoy en el que fracasó la acción del Hipper el día de Navidad. No logró encontrar el convoy, pero el 17, apresó un petrolero noruego que envió a Burdeos en concepto de presa.

Krancke decidió adoptar una nueva táctica de engaño. Pintó al Scheer de la misma forma que lo hacían los británicos para aparecer ante sus posibles víctimas como uno de los tantos cruceros ingleses que se dedicaban a investigar la carga y pasaje de los buques mercantes, a lo cual ya estaban acostumbrados sus capitanes.

En la medida de lo posible, el Scheer se aproximaría a la máxima velocidad enmascarando sus características torres de tres cañones de una forma ingeniosa; dos cañones apuntando en elevación, y el tercero, en depresión, para ofrecer el aspecto normal de un crucero inglés con dos cañones por cada torre.

La treta dio buenos resultados desde un principio; el 20 de enero se hizo con dos mercantes en pocas horas, sin que tuviesen tiempo para emitir el mensaje de alarma, ni que el Almirantazgo supiese durante varios meses lo que les había sucedido...

Igual que hizo Langsdorff mucho antes, Klancke decidió cambiar su zona de caza dirigiéndose al Océano Indico.

Rellenó de combustible en altamar con el Thor y el petrolero Nordmank, y rodeó el Cabo de Buena Esperanza a primeros de febrero.

Sin avistar posibles víctimas, el 14 del mismo mes se reunió con el Atlantis, al que acompañaban dos presas, y su comandante Rogge le sugirió que se dirigiera a probar fortuna al Canal de Mozambique, entre Madagascar y el continente africano.

En esta zona, el Scheer obtuvo un éxito rápido con su nueva táctica; entre el 20 y el 21, cayeron tres buques en sus manos, pero el tercero tuvo tiempo de emitir el mensaje de alarma y la División Británica de las Indias Orientales reaccionó acertadamente.

El 22 de febrero, el acorazado de bolsillo fue detectado por un avión del crucero Glasgow, con lo cual se hizo imperiosa su retirada. De nuevo, igual que Langsdorff en noviembre de 1939, Krancke arrumbó para alejarse hacia el Este y gobernando al Sur al Atlántico.

En el viaje de vuelta a Alemania sería recompensado, con el agradecimiento de Hitler, con la Cruz de Caballeros; en los mismos talleres de sus buques se modeló y reprodujo la que ostentaría colgada de su cuello.

El 11 de marzo de 1941, finaliza una completa reparación de los motores, la puesta a punto del radar y la limpieza de sus costados, el Admiral Scheer se separó del Nordmark en la última de una larga serie de reuniones oceánicas, que tan útiles fueron a los acorazados de bolsillo.

A los cuatro días, el Scheer cruzaba el Ecuador; el 22 de marzo, el día en que Lütjens regresaba triunfante a Brest con el Scharnhorst y el Gneisenau, penetraba en la zona peligrosa de las derrotas de Halifax, que parecía un alborotado avispero después de los estragos causados por estos buques la semana anterior.'

Pero el magnífico trabajo de Lütjens obligó a los acorazados británicos a cumplir misiones de escolta y a buscar inútilmente a los cruceros de batalla; para este fin, se envió una escuadra, con el acorazado King George V, para cubrir los accesos al Atlántico Norte; pero con dos días de retraso.

Astuto hasta el final, Krancke esperó que llegase el mal tiempo para evitar el peligro de que el Scheer fuese detectado por los aviones en el último tramo de su camino de regreso a la patria; lo mismo que hicieron tantos colegas, antes y después de él, se deslizó entre la tupida red de cruceros británicos hasta llegar a las aguas noruegas.

El 30 de marzo, el Scheer fondeó sin novedad en el puerto de Bergen —quizá fuese el ancla, usada ahora, el único elemento de su buque que no se empleó en los últimos cinco meses— para dirigirse posteriormente al Sur y llegar al Kiel el 1 de abril.

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26 May 2010 17:57
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Günter Lütjens


Los mismo éxitos que lograra Lütjens con los buques de la flota de combate alemana, el Scharnhorst y el Gneisenau, los logró Krancke con su acorazado de bolsillo.

Demostró que esta clase de buques era excelente para la guerra de corso en superficie: llevó a cabo la mejor campaña que jamás consiguiera un buque de guerra de la Marina alemana operando en solitario.

En cinco meses de odisea, navegó 46.419 millas, hundió al Jervis Bay y otros dieciséis buques, con un total de 99.059 toneladas, y cumplió ampliamente la misión más importante de dislocar los convoyes británicos y el despliegue de sus escoltas. Una magnífica realización.

Mientras, el Hipper llevó a cabo su segunda campaña con mejores resultados que la primera. Su primera tarea, a la vista de su poca autonomía, fue petrolear en medio del Atlántico.

Permaneció en estas aguas hasta el 9 de febrero y, como en su anterior salida, se dirigió a operar en las derrotas de convoyes próximas a Sierra Leona.

El 11 del mismo mes cayó sobre el convoy SLS-64; un grupo de diecinueve mercantes que navegaban sin escolta.

Sin oposición alguna logró un éxito fácil hundiendo siete buques, con un desplazamiento de 32.806 toneladas. Las únicas vicisitudes sufridas por el Hipper fueron los inevitables mensajes de alarma emitidos por los buques supervivientes y el rápido descenso de los niveles de combustible de sus tanques.

El 14 de febrero estaba de regreso en Brest soportando nuevamente un sostenido e ineficaz bombardeo de los aviones de la RAF.

Evidentemente, el Hipper precisaba una completa reparación de su sistema de propulsión y para ello tenía que dirigirse a Alemania. Esto no era fácil a la vista de la prioridad estratégica que concurría en el Atlántico Norte en marzo de 1941.

Pero el Estado Mayor Naval germano decidió el regreso del Hipper a través del estrecho de Dinamarca, justamente antes de la vuelta del Scheer, dando otro ejemplo de eficiente organización.

El Hipper abandonó Brest el 15 de marzo, rellenó sus tanques de combustible al Sur de Groenlandia, esperó la llegada del mal tiempo, y pasó por aquél estrecho el 23 de marzo. Llegó a Kiel (después de petrolear nuevamente) dos días antes que el Scheer arribara a Bergen; es decir, el 28 del mismo mes.

Su vuelta a Alemania, desde Brest, demostró, una vez más, la necesidad de que los británicos apretaran su cerco sobre los accesos al Atlántico.

Era de esperar que lo hicieran y que la flota alemana no encontrara tan fácil burlar la vigilancia; pero esto presentaba muchas dificultades en los comienzos de marzo.

Los éxitos de la Flota de Alta Mar de Alemana casi habían llegado a su zenit.

En los últimos doce meses se vieron campañas triunfales a cargo de escuadras de combate y corsarios aislados, apoyados por un magnífico sistema móvil de aprovisionamiento.

Acerca de las correrías del almirante Graf von Spee en el Pacífico, en 1914, Churchill comentó: "Era como una cortada flor en un sombrero, sus días estaban contados"; pero esto no podía decirse de la Marina alemana en los años 1940-41.

Esta se abastecía, equipaba y renovaba sus dotaciones y buques de guerra en todos los océanos del mundo. Y esto no era todo.

La flota alemana de mercantes corsarios, perfectamente disfrazados, estaba aún en la mar aumentando constantemente el número de presas y hundimientos, e incluso, se preparaban más buques corsarios para unirse a sus compañeros.

El zenit de los buques navales de superficie casi se había alcanzado. Pero aún se tenía que producir un decisivo encuentro con la flota de combate británica.

En marzo de 1941, Reader estaba listo para esa posibilidad y preparaba la mayor empresa de la flota de superficie alemana; Rheinübung (Ejercicio Rhin), donde entraría en liza junto al Scharnhorst y el Gneisenau, el orgullo de la Kriesgmarine: el acorazado Bismarck que estaba listo para el combate después de varios meses de adiestramiento y preparación.

Bibliografía: Corsarios Alemanes en la Segunda Guerra Mundial, de la Editorial Juventud, de Luis de la Sierra. // La Flota de Alta Mar de Hitler, Editorial Juventud, por Richard Humble. // Corsarios en Acción, Volumen IV de, Trafalgar a Nuestros Días, editorial Delta.
Imágenes: Bundesarchiv

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26 May 2010 18:04
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Traducción al español por Huan Manwë para phpbb-es.com