Fecha actual 28 Mar 2024 12:29




Responder al tema  [ 41 mensajes ]  Ir a página Anterior  1, 2
 Los Capitanes Generales el día 2 de Mayo de 1808. 
Autor Mensaje
Capitán de Navío
Capitán de Navío

Registrado: 24 Feb 2010 21:29
Mensajes: 1132
Ubicación: En los mares del Norte, camino de bloquear puertos, y atacar navíos y líneas comerciales inglesas
Nuevo mensaje Re: Los Capitanes Generales el día 2 de Mayo de 1808.
Y aquí otra biografía más, la del General D. Gregorio García de la Cuesta y Fernández de Celis, Capitán General de los Reinos de Castilla y León.

Transcribo literalmente:





El Excelentísimo Señor Don Gregorio García de la Cuesta y Fernández de Celis nació en Tudanca (Santander), el 9 de mayo de 1741 (otras fuentes le hacen nacer en 1740), hijo de una familia de la pequeña nobleza montañesa. En su parroquia natal se conserva la partida de bautismo, así como información sobre sus padres.
Respecto a los méritos de su carrera militar, es mejor que nos los relate él mismo, tal como hace en su "MANIFIESTO QUE PRESENTA Á LA EUROPA EL CAPITAN GENERAL DE LOS REALES EGÉRCITOS DON GREGORIO GARCÍA DE LA CUESTA. Sobre sus operaciones militares y políticas desde el mes de junio de 1808 hasta el día 12 de agosto de 1809 en que dejó el mando del egército de Extremadura" (la ortografía es la de la época, al igual que en el texto que incluyo a continuación), manifiesto fechado en Palma de Mallorca el 14 de abril de 1811:
"En el año de 1758, y á los 17 de mi edad, después de haber estudiado la gramática y la filosofía en dos colegios, me incliné por una afición irresistible á la carrera de las armas; tomé plaza de cadete en el regimiento de infantería de Toledo, y pasé inmediatamente de guarnicion á la plaza de Orán, donde cursé las matemáticas en aquella real academia, y estudié practicamente los principios de la guerra, en la que continuamente habia que sostener contra los moros de aquel campo. En 1761 fuí nombrado subteniente en el regimiento de infantería de Granada; y marche á la campaña de Portugal en que asistí al sitio y toma de Almeyda. En 1766, beneficié compañía en el nuevo regimiento de infantería de Extremadura, donde ejercí las funciones de sargento mayor, y dirigí su formacion hasta hasta el completo y aprobación de dicho cuerpo. En 1775 fuí nombrado alumno de la academia militar de Avila, donde recorrí los autores militares, y me dediqué especialmente á la gran táctica, teórica y prácticamente, por espacio de dos años, en los quales desempeñé en dos ocasiones la comision de quintos de aquella provincia. En 1779, marché con mi regimiento al sitio de Gibraltar, en el cual asistí á los trabajos contra dicha plaza por espacio de catorce meses. En primeros de enero de 1781, me embarqué con mi regimiento para la isla de santo Domingo, donde permanecí en el egército de operaciones que se disponia para la expedicion contra Jamaica, en cuyo embarco fui hecho sargento mayor de mi cuerpo, y nombrado mayor de la brigada de Soria. Desde el cabo-francés pasé á la Habana, de donde fui destinado con mi regimiento y el de Soria ara apaciguar la insurreccion del Perú, y marché á Lima por el istmo de Panamá. Llegado á Lima, me embarqué despues de un año para el puerto de Arica y provincias internas del Perú con el mando del 2º batallon, y atravesé los Andes hasta Potosí y la ciudad de la Plata, en donde á mi llegada contuve y desbaraté una insurreccion de las milicias del pais, con solo una compañía de granaderos. Á poco tiempo fuí nombrado teniente coronel del mismo cuerpo, y subsistí en la ciudad de la Plata, hasta que tranquilizadas aquellas provincias salí para Buenos Ayres en 1788. Despues de estar algunos meses en Buenos Ayres y Montevideo me embarqué con los restos de mi tropa para Cadiz, adonde llegué en agosto de 91, habiendo sido en mi viage graduado de coronel, y obtenido la propiedad por resultas de la coronacion de Carlos IV.
Luego que llegué á Cadiz se me destinó a la guarnicion de la plaza de Badajoz, donde completé y dí nueva disciplina á mi regimiento, con el qual en principios del año 93 marché al egército del Rosellon, en cuya campaña se conquistó bajo de mi mando particular á Cabestan y Bernet inmediatos á la plaza de Perpiñan, donde fuí herido. Me hallé en la batalla de Peires-tortes, de cuyas resultas fuí ascendido á brigadier: seguidamente pasé á Ceret de segundo del conde de la Union, y mandé la espedicion de san Lorenzo de Cerdá, y toma de la torre Batera, Monvoló y Peralda en once de noviembre; la espedicion de Monvoló y toma de san Marzal en veinte del mismo; la reconquista del reducto de Ceret, y toma del puesto de san Ferriol en veinte y seis del mismo, por cuya accion fuí nombrado mariscal de campo; espedicion á san Lucas y toma del campo y altura de Lloroc en tres de diciembre; ataque y toma del reducto, baterías y campamento de Villalonga en siete del mismo. En diez y ocho de diciembre pasé desde el campo de Villalonga á tomar el mando de 60 hombres en Bañuls del Marc: el veinte ataqué y tomé el retrincheramiento de las alturas del cabo Bearne, el puerto de Porvendre con catorce barcos, y el castillo de san Telmo; y en la madrugada del veinte y uno la plaza de Colibre con 97 piezas de artillería y muchos almacenes de todas provisiones. El veinte de abril de 94, pasé á tomar el mando de la izquierda del egército en la frontera de Urgél, donde tuve varias espediciones y combates parciales, en que logré llamar la atencion de los enemigos por aquella parte. En veinte de diciembre fuí llamado al cuartel general de Gerona, y se me confirió la subinspeccion de milicias del egército de Cataluña. En diez y nueve de marzo de 95, se me dió el gobierno de la plaza de Gerona, amenazada de sitio por la pérdida de san Fernando de Figueras. En primeros de mayo volví á salir á campaña con el mando de la división de la derecha. En junio salí del campo de la Cruz de Fallines con la coluna de granaderos provinciales, ataqué á los enemigos sobre el rio Fluviá, y les puse en fuga. En catorce del mismo junio pasé el Fluviá por Bascara con mi division, ataqué a los enemigos en Armadas, les derroté y tomé dos piezas de artillería y varios efectos; fuí atacado poco despues, y rechazé por tres veces en la batalla de Pontós al general Augereau con todas sus fuerzas, persiguiendole hasta cerca de Figueras. Fuí nombrado para reconquistar la Cerdaña, y en veinte y seis de julio de 95 entré con 50 hombres por el valle de Rivas, ataqué y derroté á los franceses en el campo de Osexe y Regolisa, intimé a la rendicion á la plaza de Puigcerdá, y no habiendo querido rendirse en el mismo dia la tomé por asalto, con cerca de 20 prisioneros, entre ellos 2 generales y 9 piezas de artillería. Bloqueé á Velver, que se rindió por capitulacion con 10 piezas de artillería y 1300 prisioneros, entre ellos su general. El veinte y nueve pasé a reconocer la plaza de Montluis, y quando me disponia á atacarla, sobrevino la paz y se suspendieron las hostilidades.
A pocos dias me retiré a mi gobierno de Gerona, donde fuí creado teniente general, y poco despues nombrado presidente del consejo de trece generales para formar y juzgar la causa sobre la rendicion de la plaza de san Fernando, en Barcelona; y despues de su conclusion fuí nombrado capitan general del reyno de Mallorca, y á muy poco tiempo capitan general de Castilla la Nueva y gobernador del supremo consejo, desde cuya época hasta el dia, el manifiesto que ahora publico refiere mi conducta y servicios civiles y militares.
En vista de la anterior relacion y del manifiesto, donde se demuestra que por mis pasos contados si proteccion alguna he recorrido todos los grados de la milicia y desempeñado varias comisiones y empleos políticos, la Europa imparcial juzgará inverosímil, por no decir imposible, el que haya llenado tantos empleos y acciones de guerra, sin ninguna qualidad mas que la del valor, que como de gracia me concede el marques de Wellesley, sin conocimiento de causa, y sin mas motivo que el de defender y ensalzar á su hermano el lord Wellington, en los cargos que se le han hecho por su gobierno. Todas las demas invectivas que el marqués produce en sus oficios contra el egército español y su general son dictadas por el mismo encono y espíritu; y no se responde á cada una de ellas en particular, por no dar á este manifiesto un ayre polémico á que no está destinado, y por no alargarlo mas de lo que el público desea, de lo que la materia exige, y de lo que mi reputacion necesita."
Además de lo que él mismo escribe, cabe señalar que solicitó licencia para casarse con doña María Nicolasa López y Nieto, criolla natural de Córdoba (Argentina), antes de su regreso a la Península en 1791.
Tampoco incluye Cuesta en este Manifiesto que dado que el Consejo de Castilla era en teoría el más alto órgano colegiado de gobierno de la Monarquía, aunando funciones legislativas y judiciales, tuvo varios enfrentamientos políticos acerca del gobierno de España con el valido, Manuel Godoy, lo que le costó que en abril de 1801 fuera destituido y desterrado de la Corte a Santander. Años más tarde, Cuesta no dudaría en escribir acerca del "caos y la desolación a la que la había reducido [a España] el Despotismo y la ignorancia de su anterior Administración", balance que deja claro cuál era su opinión acerca del antiguo valido de Carlos IV.
Tras el golpe de Estado que llevó hasta el trono a Fernando VII, Cuesta fue reclamado por el nuevo rey, que le nombró el 2 de abril de 1808 Capitán General de los Reinos de Castilla y León, y presidente de la Real Chancillería de Valladolid (equivalente al actual Tribunal Supremo). Desde este alto puesto trató de convencer al rey Fernando, en Burgos, para que no marchara a Bayona, ya que, como tantos otros, no veía necesidad de que se pusiera en manos de Napoleón, sin éxito en la gestión. De paso, en Burgos logró evitar que una multitud enfurecida se enfrentara a la escolta francesa del rey. El pueblo no era tonto y se olía que llevaban a Fernando a una trampa. Por su parte Cuesta era partidario de no usar la fuerza contra los franceses, dada la disparidad de medios militares al alcance, además de no ser partidario de ganar la mano mediante motines (como tantos otros contemporáneos, los veía como incontrolables), por lo que las intenciones del pueblo, aunque sinceras, no podían admitirse.
Por esas fechas supo del propio Fernando VII que deseaba nombrarle Capitán General de Castilla la Vieja y presidente de la Real Chancillería de Valladolid, cargos que desde 1800 iban simultaneados. Antes incluso de tomar posesión del cargo se encontró con la noticia de motines y rebeliones en Valladolid, que culminaron los días 17 y 18 de abril, hasta tal punto graves que Cuesta tuvo que escribir al todavía capitán general (Horcasitas) para informarse de ellos. El 18 de mayo Cuesta tomó posesión oficialmente de su nuevo cargo. Los días 13 y 20 de ese mismo mes la Gaceta de Madrid publicaba las abdicaciones de Bayona. Como consecuencia inmediata, Cuesta lanzó una proclama fechada el 21 en la que básicamente enuncia el respeto debido a la autoridad constituida (él, en Valladolid), una idea para él perfectamente lógica y diáfana si había que mantener las cosas bajo control. En esa misma proclama previene de lanzarse a aventuras sin sentido, sin objetivo, y sin medios (léanse motines y alzamientos), fía en que “los hombres amigos de la patria e instruidos en sus intereses (…) propongan y consigan el resultado de unas instituciones benéficas que afirmen la religión de nuestros padres, el honor de nuestro nombre, y la integridad e independencia de nuestro territorio”, refiriéndose a la asamblea de Bayona, y finalmente habla mucho de la patria y de la religión, pero poco o nada del rey (es decir, en teoría, de José Bonaparte; es más, en el documento dirigido a León se habla de esperar a ver quién puede presentar legítimos derechos al trono, cosa que los Bonaparte no podían hacer por más impostura que tramaran en Bayona). Se trata, a mi modo de ver, de una proclama contemporizadora en la línea de “esperar y ver”, y que mientras tanto nadie se desmande. Pocos días después un oficio suyo al Ayuntamiento de León abundará en argumentos en esa línea, y será más explícito en su “esperar y ver”. E insistirá en que, de no hacerse así, la nación acéfala caerá en la anarquía, con el riesgo de graves destrucciones de bienes (los medios para la subsistencia de las gentes, y, llegado el caso, para alimentar una economía de guerra) y de falta de acuerdo y entendimiento entre los exaltados. Cuesta aquí hizo de profeta. Aunque, siendo como era castellano viejo, y conociendo el material humano de sus compatriotas, tampoco había que tener mucha clarividencia para verlo así
Si bien es cierto que exteriormente Cuesta usa las excusas que después usarían tantos afrancesados (por ejemplo y en primer lugar, los ex-ministros Azanza y O'Farrill en su Memoria sobre los hechos que justifican su conducta política desde marzo de 1808 hasta abril de 1814), y si bien es cierto que en el ánimo de Cuesta puedo pesar que su propia vida corría peligro frente a las turbas amotinadas ("Esto [se refieren a la "matanza de los capitanes generales" en la primavera de 1808] infundió un terror general y estableció una completa anarquía, poniendo a cuantos gobernaban en la dura necesidad de contemporizar con el vulgo y prestarse a todos sus caprichos", escribirán Azanza y o'Farrill), Cuesta actuó en la misma línea que los demás gobernantes del reino. Desde la Junta dejada en Madrid por Fernando VII a modo de gobierno, si bien supeditada a Murat (Lugarteniente del Reino por Real Orden de Carlos IV), hasta los corregidores de las villas y lugares de menos importancia.
De esta proclama y su posterior escrito al Ayuntamiento de León arranca lo que algunos han llamado la "etapa afrancesada" de Cuesta. Incluso hasta hoy mismo (véase la tesis doctoral de Jorge Sánchez Martínez "Valladolid durante la Guerra de la Independencia española", Valladolid 2002) sigue la polémica acerca de las verdaderas intenciones de Cuesta. En aquella época, 1808, la polémica fue lo bastante grave como para que de ahí arrancara el enfrentamiento de Cuesta con Antonio Valdés y las instrucciones secretas de la Junta de Galicia a Blake. También sirvió para que los miembros destacados del partido fernandino (los que habían complotado con Fernando para destronar a su padre, y que habían heredado de manos godoystas los altos cargos de la administración del Estado), pese a la popularidad del general incluso entre ellos, recelaran de sus intenciones y pensaran que habría que forzarle la mano para que se alzara contra los franceses.
Finalmente la tensión estalló en Valladolid el 31 de mayo con un motín popular al que se sumaron (a título individual, podría decirse) los militares españoles con guarnición en Valladolid o que estaban allí fugados de sus unidades originarias. El Cabildo de la ciudad, controlado por el marqués de Revilla, fernandino y con historial de motines a sus espaldas, dio pleno respaldo al alzamiento y lo endosó a la Chancillería para que Cuesta respondiera a las demandas de los amotinados para que alguien los encabezara a la lucha contra el francés. Siendo Cuesta militar de prestigio y además el capitán general, era el buscado líder natural de los alzados. El mismo esquema de alzamiento se repetiría el mismo día en otras partes de España: Valencia, Cádiz, Cartagena, Badajoz… Presionado, pero no dispuesto a ceder su autoridad, ni tampoco a mancharla encabezando un alzamiento, Cuesta accedió a comenzar el alistamiento y recluta de personal en edad militar, lo que era tanto como poner en pie de guerra a la capitanía. Como incluso así a los amotinados les pareció que Cuesta no mostraba el celo debido, decidieron espolearlo montando una horca justo enfrente de las ventanas del general. Era el 1 de junio. Al día siguiente fue oficialmente proclamado Fernando VII como rey de España en Valladolid, lo que significaba desconocer a José Bonaparte, las resoluciones de Bayona, y, en definitiva, rebelarse contra Napoleón. Cuesta, arrastrado por los acontecimientos, escribió más tarde al Ayuntamiento de León: “…no pudiendo resistir al torrente del público, parece conveniente ceder a su fuerza, adoptando medidas y providencias para dirigir su impulso de manera que sea menos funesto.” Posteriormente, ya en abierta rebeldía, Cuesta formó una Junta de Armamento para reclutar, instruir, encuadrar y adiestrar a los hombres en edad militar. Con ello puede darse por cerrada la “etapa afrancesada” de Cuesta, si es que tal hubo.
En mi opinión, lo que Cuesta hizo a partir de abril (a partir de Burgos) fue una táctica dilatoria (ganar tiempo para ver cómo evolucionaban las cosas) respecto al problema de mantener bajo control la situación, y cuando el conflicto se fue planteando realmente como guerra, realizó una aproximación indirecta, dejando que fueran otros los que llevaran la situación al alzamiento, en tanto él dejaba a salvo los resortes del poder (sin los cuales juzgaba ingobernable la situación) así como la dignidad de los cargos (herencia que del pasado régimen godoysta había de pasar al nuevo régimen patriótico y juntero alzado en nombre de Fernando VII, a quien consideraba legítimo soberano), y con ello creo que Cuesta pensó que salvaba los medios para una guerra: bienes, jurisdicción sobre reclutamiento y armamento, y fijación de la estrategia militar. Todo ello, a mi entender, y siempre teniendo en cuenta el celo que Cuesta mostró siempre en la derrota de los franceses y en la restauración del régimen previo a la guerra, esto es, la monarquía absoluta en su forma tradicional. En cualquier caso, pocos días antes de la derrota de Cabezón rechazó una oferta del rey intruso, que le ofrecía ser Virrey de Nueva España (el actual México) si se unía a su bando. Por esas mismas fechas recibió varias cartas de los ministros de José para convencerle de que abandonara a los rebeldes. Si hubiera pensado que el régimen josefino era legítimo o que al menos podía garantizar la integridad e independencia de España con más eficiencia que el naciente régimen juntero (la excusa de los afrancesados, entonces, y más tarde), Cuesta hubiera tenido ocasiones sobradas para unirse a él con ventajas para su persona. Y no lo hizo. Otros, como Cabarrús, Azanza, O´Farrill, etc., se vieron en la misma tesitura y se plegaron a colaborar con la monarquía josefina, justo por las mismas razones por las que Cuesta no quiso.
Con la Junta de Armamento como herramienta principal, Cuesta procuró dar forma militar a los muy escasos recursos de que disponía. La guarnición de Valladolid, aun reforzada por escapados de otras unidades, era demasiado pequeña para suponer una amenaza seria para los franceses, acuartelados en y alrededor de Burgos. La más elemental estrategia indicaba que los franceses no iban a consentir una amenaza militar en el flanco de la línea de comunicaciones Madrid-Burgos-Bayona-París, y eso era lo que en potencia representaba una capitanía de Valladolid en armas. De inmediato el mariscal Bessieres organizó una fuerza de unos 7.000 hombres (con caballería y artillería) para hacerse cargo de la amenaza. Esta fuerza se reunió el 11 de junio en Dueñas. Por su parte, Cuesta podía alinear a unos 5.000 paisanos recién enrolados, sin instrucción y con poco armamento, además de una fuerza regular de quizá 700 jinetes con algo de artillería. El encuentro tuvo lugar en Cabezón el día 12. El resultado no podía ser mas que uno, la derrota de las fuerzas españolas, y eso fue lo que se obtuvo.
Se ha escrito que el despliegue de Cabezón era militarmente ridículo, lo que mostraría la ineptitud o incompetencia de Cuesta. La cuestión aquí es de qué manera podía desplegar él a la tropa teóricamente a sus órdenes de manera eficiente, sin encuadramiento (es decir, sin una cadena jerárquica establecida y sólida) y sin adiestramiento (es decir, sin saber cómo maniobrar frente al enemigo). Pero los vallisoletanos pedían pelea y pelea tuvieron, aunque el resultado estuviera decidido desde antes de que sonara el primer disparo.
En lo militar, recién comenzada la guerra, y dada la entidad de las fuerzas de Cuesta, esta derrota por fuerza había de ser poco importante a largo plazo, pero servía como válvula de escape a la pasión desbordada desde el 31 de mayo, servía para asentar la jefatura de Cuesta (ya que si la batalla se había perdido era por la carencia de tropas adiestradas), y también para la propaganda patriótica.
El 19 de junio, y como consecuencia de la derrota de Cabezón el general Cuesta escribió una proclama dirigida a todos los habitantes de Castilla. Esta proclama dice así:
"Castellanos:
La jornada de Cabezón no ha sido para nosotros tan funesta como nos han querido pintar algunos hombres débiles y cobardes, es preciso que volvamos sobre nosotros mismos, que paremos la consideración sobre los ultrajes que hemos recibido, y tratemos de vengarlos.
Bien habeis visto esa caterva de bandidos bajo la bandera de la paz, cometer todo género de desórdenes y crímenes, asolados los pueblos, ajadas las campiñas, robados y profanados los templos, saqueadas muchas casas de nuestra Capital, y violadas las leyes de la hospitalidad; ¿qué nos queda que esperar? ¿O no vale más morir en el campo de la gloria peleando en defensa de la Patria?
Castellanos, en ningún tiempo hemos defendido una causa más justa que la presente, tal es la de nuestra libertad e independencia, porque una Nación no es libre ni independiente en tanto no puede elegir por sí misma sin dependencia de otra el Gobierno y el rey que más le acomode, en este caso se halla la Nación Española. Ese hombre lleno de ambición y soberbia, ese trastornador del derecho de la Naciones quiere darnos la Ley y ponernos un Rey a su arbitrio. Para eso se vale de mil engaños, y pretende deslumbrarnos con las palabras felicidad, integridad de territorio, y conservación de la Religión católica, como si necesitáramos de él para esto. No, castellanos, no debemos dar oídos a las palabras.
El objeto de Napoleón es hacernos esclavos de la Francia, llevarnos a países remotos a servir a sus caprichos y sacarnos todas nuestras riquezas.
¿Y callaremos a la vista de esto? ¿Preferiréis la esclavitud a la Independencia? ¡No! El Español no ha nacido para ser esclavo, ha nacido para ser libre y no puede serlo si no toma las armas para la defensa de sus derechos. ¿No nos avergonzaríamos al pensar que habíamos doblado la cerviz a esa caterva de bandidos gobernada por un monstruo? ¿Qué dirán las demás naciones al vernos abatidos y reducidos a una mísera colonia de esclavos?
¡Ah! Inflamémonos de aquel Espíritu Nacional que hace a los hombres invencibles: despreciemos con generosidad a esos hombres cobardes e indolentes que temiendo morir y queriendo ser solos despreciadores de los demás hombres, procuran esparcir voces de temor y miedo para acobardarnos y hacernos compañeros de su esclavitud. Volvamos de nuevo a tomar las Armas que hemos dejado caer de las manos, y corramos a aumentar el número de los defensores de la Patria para que cuando volvamos a nuestros hogares, cubiertos del polvo de la Victoria, digan nuestros padres: venid, venid hijos a nuestros brazos, venid a gozar del premio de vuestros trabajos, y de la felicidad que debemos a vuestro Valor.
Mayorga de Campos, 19 de junio de 1808. Gregorio García de la Cuesta."
Bien, analicemos el texto. Para empezar, Cuesta procura minimizar los resultados de la derrota de Cabezón ("La jornada de Cabezón no ha sido para nosotros tan funesta como nos han querido pintar..."), si bien en ningún momento niega la derrota. Ciertamente, la entidad de las tropas derrotadas, ni por número ni por calidad, en una guerra que acababa de comenzar, da para considerar Cabezón una jornada catastrófica. Sin embargo, Cuesta sabía bien que la propalación de bulos y rumores acerca de esta derrota podía tener efectos desmoralizadores para la población civil, y por tanto, llevar al fracaso la leva de tropas con las que continuar la lucha. De ahí que tratase de levantar los ánimos exaltando el patriotismo de los castellanos, haciendo mención (con buen entendimiento psicológico) de aquello que más podía inflamarles: la causa de la libertad de España ("...una Nación no es libre ni independiente en tanto no puede elegir por sí misma..."; "...quiere darnos la Ley y ponernos un Rey a su arbitrio..."), el pundonor y el orgullo de que siempre hemos hecho gala los españoles ("El Español no ha nacido para ser esclavo, ha nacido para ser libre..."; "¿...no vale más morir en el campo de la gloria peleando en defensa de la Patria?; ¿No nos avergonzaríamos al pensar que habíamos doblado la cerviz...?; ¿Qué dirán las demás naciones...?"), las ofensas recibidas de manos de los franceses ("...asolados los pueblos, ajadas las campiñas, robados y profanados los templos, saqueadas muchas casas de nuestra Capital, y violadas las leyes de la hospitalidad; ¿qué nos queda que esperar?"), ofensas recibidas además de la que se suponía que era una nación aliada y amiga, de ahí que Cuesta se exalte señalando que "Bien habeis visto (...) bajo la bandera de la paz, cometer todo género de desórdenes y crímenes", lo que no era sólo propaganda, sino literalmente cierto. De ahí sigue Cuesta que la imposición de la Constitución de Bayona y de José Bonaparte como rey ("quiere darnos la Ley y ponernos un Rey a su arbitrio"), sin tener derecho ni a lo uno ni a lo otro, no puede llevar a prestar oídos a las promesas de Napoleón acerca de que España recuperaría su soberanía y sus libertades. Y en concreto dice: "pretende deslumbrarnos con las palabras felicidad, integridad de territorio, y conservación de la Religión católica, como si necesitáramos de él para esto", que fue lo que trató de decirle a Fernando VII en Burgos. Como parte de la proclama, en un lenguaje que claramente es el de una guerra declarada, tacha a los franceses de "caterva de bandidos", y al propio Napoleón como "trastornador del derecho de la Naciones" y "monstruo". En cuanto a las ofertas de colaboración con el nuevo régimen bonapartista, ofertas que además le implicaban también a él, su postura es muy clara: colaborar con el invasor es "hacernos esclavos de la Francia", porque Francia (y Napoleón) no desea el bien de España, sino sólo desea de estos colaboradores "llevarnos a países remotos a servir a sus caprichos y sacarnos todas nuestras riquezas". Esto último es de suponer que no se refiere a las riquezas personales de los colaboradores, sino a los recursos de España, y muy especialmente los recursos del amplio y muy rico imperio americano español.
Cuesta deja claro desde este momento su visión personal de la guerra: hay que pelear para expulsar a los franceses y a sus colaboradores de España para recuperar la independencia, para poder gobernarse conforme al marco legal anterior a la invasión y la guerra.
Dicho sea de paso, ya que en ocasiones hay debate acerca de si "Guerra de la Independencia" es un término adecuado para referirse a esta guerra, las palabras de Cuesta ("...en ningún tiempo hemos defendido una causa más justa que la presente, tal es la de nuestra libertad e independencia...") lo dejan total y meridianamente claro para mí: se trata de un nombre absolutamente correcto.
Tras la derrota se retiró a Benavente, donde sus escasas fuerzas recibieron el refuerzo de tropas (igualmente de reciente recluta) procedentes de León y de Asturias. Desde allí recabó Cuesta el auxilio del Ejército de Galicia, y para ello despachó a La Coruña a su fiel caballo de guerra Zayas, que, como indicó Cuesta en su “Manifiesto”, había hecho mucho en Benavente por convertir la amalgama de paisanos armados en algo parecido a un ejército. Esta petición de auxilio se justificaba por la posibilidad de que una maniobra conjunta de las tropas gallegas al mando de Blake y las suyas propias podía amenazar el flanco del mariscal Bessieres, cuyas tropas eran inferiores en número. Quizá incluso podrían derrotarle, cortando el Camino Real de Madrid a Irún, que era la principal vía de suministros para las tropas francesas del centro de España. En ese sentido contactó con el mando de las tropas de la Junta gallega para coordinar acciones. O mejor dicho, para comandarlas, como más antiguo que Blake, pero el recién nombrado jefe del Ejército de Galicia, teniente general Blake, tenía órdenes expresas (y secretas) de no acatar órdenes de otros mandos que los nombrados por la Junta del Reino de Galicia. La razón que en su día adujo la Junta de Galicia fue la ambigüedad de Cuesta en los días que iban del 21 de mayo al 2 de junio. Que no se fiaban de que no fuera un traidor afrancesado más, en pocas palabras.
Semejante división en el mando supuso el fracaso de la maniobra contra Bessieres, fracaso saldado gravemente en la derrota de Medina de Rioseco (14 de julio). Tras la derrota, Blake y Cuesta se separaron de nuevo.
Sin embargo, la tremenda victoria de Bailén (21 de julio) convirtió la victoria de Bessieres en papel mojado. Tras Bailén, el rey intruso, con su corte y todas las tropas francesas reunidas en torno a Madrid, se retiró al Norte del Ebro.
Con la victoria, las tropas de Cuesta (denominadas ahora Ejército de Castilla aunque sus efectivos eran poco mayores de 10.000 soldados) marcharon a Segovia y de ahí a Palencia, siguiendo (que no persiguiendo, ya que con tan pocas tropas era una locura) a los franceses.
Mientras se desarrollaba esta maniobra, el 5 de septiembre se celebró una reunión de jefes de ejércitos para tratar de arreglar un mando único central.
Este punto es importante. En ausencia de todos los miembros de la Familia Real, y sin haber sido nombrado un Regente o un Lugarteniente del Reino, no existía nadie en España que pudiera reclamar legítimamente el gobierno de la nación y la jefatura del Ejército. Las Juntas locales, surgidas al calor del alzamiento popular contra los franceses, se hicieron (por sí y ante sí) depositarias de la soberanía nacional y por tal motivo se proclaman legitimadas para gobernar. Pero, dejando aparte la legitimidad de origen de las juntas, los continuos roces y piques entre unas juntas y otras impiden que exista en efecto una estructura de gobierno. Y esta falta de unidad se tradujo en lo militar en que cada Junta armaba y encuadraba a sus tropas, nombraba y cesaba oficiales a su antojo y negaba obediencia a los generales de otras juntas. Por supuesto, esto implicaba que los diversos cuerpos armados españoles carecían de coordinación y coherencia en sus maniobras y en su estrategia de lucha.
Ya el 4 de julio (antes incluso de la batalla de Medina de Rioseco), Cuesta escribió una proclama, fechada en Benavente, dirigida a todos los Capitanes Generales y a todas las Juntas:
"Virtus Unita Fortior
Todos los buenos españoles, todos los Pueblos de la Península en que no residen ejércitos Franceses, han levantado a un tiempo el grito y el estandarte de la independencia contra la tiranía, la perfidia y vejaciones del Gobierno Francés, un movimiento tan unánime bastaría a justificar nuestra causa (...) Arrancarnos del seno de la Patria con engaños y falsedades a nuestro amado Monarca, la delicia, la esperanza y consuelo de la Nación que iba a ser regenerada del caos y la desolación a la que la había reducido el Despotismo y la ignorancia de su anterior Administración.
(...) Pero nos falta el concierto y unión de todas las Provincias; pues si cada una quiere llevar adelante su independencia particular, todas serán la víctima de su desunión y anarquía, no habrá conjunto ni vigor en las operaciones, y cada una quedará abandonada a la debilidad de sus fuerzas y recursos (...) Desde luego nuestras Colonias serían perdidas pues no pertenecen a esta o aquella Provincia de España, sino a todo el Reino, y si ésta no se reúne bajo de una sola autoridad todo es perdido.
(...) La autoridad de uno solo atendidas las actuales circunstancias y la ambición de los hombres, podría ser arriegada para el estado, y repartida en muchos produciría la indecisión y retardo en todos los negocios. Parece pues que una Regencia confiada a tres o cinco a lo más evitaría ambos extremos (...) Según nuestra Constitución serían las Cortes a quien corresponde la determinación y elección de una Regencia (...) pero la convocatoria foral de Cortes sufre dificultades y dilaciones invencibles (...) Parece que no queda otro arbitrio que el congregar una Junta compuesta de Diputados de todas las Provincias o Capitanías Generales hacia el centro de todas ellas, con poderes para nombrar y establecer una Regencia (...) para salvar nuestra Patria, que si subsiste entregada a la división, independencia y miserable egoísmo de cada Provincia van a ser todas subyugadas por nuestros enemigos.
(...) Me considero en este momento independiente de cualquier otro Gobierno, pero seré el primero a someterme tratándose del bien Nacional."
Paremos de nuevo un momento a analizar este texto. Cuesta señala que "nos falta el concierto y unión de todas las Provincias", con lo que las consecuencias (bien lo sabría él después de Medina de Rioseco) eran muy claras: "si cada una quiere llevar adelante su independencia particular, todas serán la víctima de su desunión y anarquía, no habrá conjunto ni vigor en las operaciones, y cada una quedará abandonada a la debilidad de sus fuerzas y recursos". Es decir, en esas circunstancias la derrota estaba cantada. Pero aún, con una clarividencia que deja en ridículo sus puesta falta de agudeza mental, señala que "nuestras Colonias serían perdidas pues no pertenecen a esta o aquella Provincia de España, sino a todo el Reino". Justo lo que años después, tras la toma de Sevilla, alegarían los independentistas para afirmar que los lazos entre España y las Américas se habían roto y por tanto tenían derecho a gobernarse ellos solos.
Cuesta propone una solución transitoria (hasta que regresase Fernando VII), consistente en "una Regencia confiada a tres o cinco a lo más". Ésta fue la solución que se adoptaría a partir de 1812, solución que entre otros avalaba el ya Duque de Wellington. Otro punto para los que consideran a Cuesta mentalmente mermado. Cuesta, como hombre del Antiguo Régimen, se apega a la ley y afirma que la Regencia habría de ser nombrada "según nuestra Constitución" (se refiere al marco legal del Reino, ya que en esa época España carecía de Constitución escrita; sucedía algo así como al actual Reino Unido, que también carece de Constitución escrita, pero no de marco constitucional) por "las Cortes", pero dada la situación de guerra y ocupación de parte de España esto no es factible, y propone como alternativa que "el congregar una Junta compuesta de Diputados de todas las Provincias o Capitanías Generales hacia el centro de todas ellas, con poderes para nombrar y establecer una Regencia". De esta manera Cuesta desautoriza implícitamente la autoridad de las Juntas que habían surgido en territorio no ocupado, muchas de las cuales se titulaban soberanas (esto es, autocráticas), lo que a un hombre del Antiguo Régimen como Cuesta debía darle cierto recelo. Teniendo en cuenta además que estas Juntas dedicaban sus mayores esfuerzos a fastidiarse unas a otras, y a fastidiar a los mandos militares, no es de extrañar que Cuesta no se incline por una amalgama entre Juntas mal avenidas sino por una Regencia que detente los poderes de la Corona hasta tanto Fernando VII no pudiera recuperar el trono. En ningún caso Cuesta se plantea que esta "Junta compuesta de Diputados de todas las Provincias" actúe como poder constituyente, que es lo que sucedería más tarde con las Cortes reunidas en Cádiz.
Con semejantes argumentos, y teniendo en cuenta la autoridad y veteranía de Cuesta, es normal que no pocos le consideraran un peligro político. Más si afirmaba que por estas razones "me considero en este momento independiente de cualquier otro Gobierno", lo que con la legalidad de la época en mente, es totalmente correcto.
Sólo en una cosa erraba Cuesta, y es cuando dice del rey Fernando VII que es "nuestro amado Monarca, la delicia, la esperanza y consuelo de la Nación". Poco conocía Cuesta a don Fernando "el Deseado". Pero a Cuesta le pasaba lo que a millones de españoles: que como no conocían la catadura del nuevo rey, le consideraban la esperanza de España.
La reunión del 5 de septiembre finalizó sin acuerdo. Cuesta mantuvo las ideas ya expuestas y además reclamó para sí el mando supremo de las tropas por ser el general más antiguo del Ejército, por su estatus político posterior a la depuración de Godoy (fue nombrado el 2 de abril por Fernando VII), lo que le libraba de sospechas de poca fidelidad al rey Fernando (en aquella época ser pro-Godoy era ser anti-Fernando y viceversa, así, en estos términos cainitas, había terminado por desarrollarse la política española) y por ser Capitán General, autoridad delegada por el propio Rey (conviene recordar que hasta bien entrado el siglo XIX los Capitanes Generales tenían delegado por la Corona el gobierno militar y en parte el gobierno civil de las regiones bajo su mando y eran por tanto los máximos representantes del Reino en esas regiones). Por si fuera poco, Cuesta arrastraba tras de sí no poco favor popular ("...ídolo de los castellanos...", escribió de él Jovellanos en esas fechas). En definitiva, una persona a tener en cuenta por parte de la naciente Junta Central.
Poco después de esta reunión, el 13 de septiembre, Cuesta ordenó detener al almirante Antonio Valdés, antiguo Ministro de Marina de Carlos IV, y delegado de la Junta Suprema del Reino de León que con otros delegados marchaba a Ocaña para constituir la Junta Central. Cuesta había tenido roces con Valdés y su Junta casi desde su formación, a cuenta de las competencias de dicha junta en el seno de la Junta General de León y Castilla, obediente a Cuesta.
Después de un duro intercambio epistolar entre Cuesta por un lado, y Castaños (el vencedor de Bailén) y Floridablanca por otro, a cuenta de este arresto, Cuesta fue obligado a comparecer en Aranjuez ante la Junta, fue relevado de su mando y arrestado el 9 de octubre. Se sometió a ello, aun considerándolo una injusticia. Con ello demostraba ser sincero cuando afirmaba que "seré el primero a someterme tratándose del bien Nacional".
En esa situación de arresto, vigilado de cerca por agentes de la Junta Central, permaneció incluso durante la fuga de la Junta de la Villa de Madrid ante la inminencia de su captura por Napoleón tras la derrota de Somosierra (30 de noviembre). Siguiendo en esa fuga a la Junta, se encontraba el 10 de diciembre en Mérida, cuando una multitud de ciudadanos detuvo la comitiva del conde de Floridablanca para reclamarle que el general Cuesta fuera nombrado comandante del Ejército de Extremadura, unidad casi destruida en combates previos, pero que era todo cuanto se interponía entre los franceses y las grandes capitales extremeñas. Forzada la situación, Floridablanca aceptó a cambio de poder seguir la fuga hasta Sevilla, y así, el 29 de diciembre de 1808 el general Cuesta era nombrado Capitán General de Extremadura y comandante del Ejército de Extremadura.
Su primer paso fue reconstruir esta unidad como fuerza eficiente de combate, para lo que comenzó la recluta y organización de nuevos regimientos. Además organizó las nuevas unidades según las enseñanzas tácticas aprendidas de los franceses: organizó secciones de escaramuzadores, creó cuerpos ligeros de infantería y caballería para la exploración y el flanqueo; además reforzó su artillería y organizó cuadros de oficiales a base de personal procedente de las milicias ciudadanas y otras fuerzas de la reserva. Para ello se apoyó en el trabajo de unos cuantos oficiales superiores de su absoluta confianza: José de Zayas, su mano derecha desde los días de Medina de Rioseco, el Duque del Parque, el general Juan de Henestrosa, etc.
Sin embargo Cuesta no era demasiado popular entre los miembros de la Junta de Extremadura ni entre los de la Central, empezando por el pro-británico Ministro de la Guerra general Cornel.
Ajeno de momento a la política de retaguardia, Cuesta emprendió acciones ofensivas de limitado alcance durante los meses de enero y febrero de 1809 que le permitieron recuperar el puente de Almaraz, la comarca de Navalmoral de la Mata (en el Camino Real de Extremadura), y despejar de franceses toda la provincia de Badajoz. No pudo ir más allá. La Junta de Extremadura le denegó todo auxilio y hasta le discutió los nombramientos que hizo en su ejército (como el propio Cuesta lo describió: "...división, independencia y miserable egoísmo de cada Provincia...").
Para empeorar las cosas, en marzo de 1809 los franceses comenzaron otra ofensiva sobre el valle del Tajo, que tras varias escaramuzas previas, culminó en la batalla de Medellín, el 28 de marzo. En esa batalla fue destruido casi la mitad del Ejército de Extremadura y herido su comandante.
En Medellín Cuesta demostró que aunque un general competente, sus capacidades tácticas no estaban a la altura de sus contrapartes franceses, aunque en su descargo hay que decir que la calidad de la tropa que mandaba tampoco permitía demasiadas florituras. Los cambios tácticos realizados entre los regimientos españoles eran demasiado novedosos y revolucionarios para esperar que una tropa bisoña fuera capaz de asimilarlos con rapidez y usarlos en campaña con éxito.
Cuesta improvisó una retirada que logró salvar al resto de tropa. Su desempeño le permitió alcanzar el empleo de capitán general el 1 de Abril de 1809. Con base en Badajoz logró reconstruir sus fuerzas a base nuevas levas y del refuerzo de tropas procedentes de Andalucía. Esta labor de organización permitió que para Junio el Ejército de Extremadura fuera de nuevo una fuerza combatiente eficaz, lo bastante fuerte sobre el papel para encomendarle el importante papel de punta de lanza en la campaña del Tajo del verano de 1809.
Ese mes de junio de 1809 Cuesta fue nombrado Capitán General de Castilla la Nueva (lo que no incluía Madrid) con vistas a la maniobra aliada sobre la Villa y Corte.
La historia de la campaña de verano en el valle del Tajo ya ha sido descrita en otros apartados de esta página. Sólo queda añadir que la dureza con la que ha sido enjuiciado Cuesta (sobre todo por parte de los historiadores británicos) se basa más en sus roces personales con Wellington y con algunos de sus subordinados (más preocupados por quitarle a Cuesta el mando que por derrotar a los franceses) que en su incapacidad como jefe militar, aunque se use su supuesta torpeza para justificar la retirada aliada tras la batalla. Su comportamiento durante la campaña fue lúcido como militar, incluso más de lo que podía esperarse de un herido convaleciente aún. Sus decisiones sobre el campo de batalla fueron en general acertadas: la negativa a atacar a los franceses de forma precipitada el día 24 de julio para no arriesgar una derrota bastante probable (al no poder desplegar adecuadamente la fuerza atacante); la persecución contra Víctor, dado que en teoría Venegas neutralizaba la amenaza de Sebastiani; la posterior retirada al ver que esto no era así, y la subordinación al plan de batalla elaborado por Wellington durante la batalla.
Otro detalle importante es que tras la retirada aliada de Talavera, Cuesta se replegó a Puente del Arzobispo, donde mantuvo abierto el cruce del río Tajo (pese a la cercanía de los franceses, tres cuerpos de ejército, nada menos, que se le venían encima) todo el tiempo que pudo, cubriendo la retaguardia británica y permitiendo así que todo el ejército y tren de bagaje de las tropas de Wellington cruzaran con seguridad el río. Tampoco por haberse sacrificado de esta manera Cuesta recibió reconocimiento alguno, ni de españoles ni de británicos.
Cuesta sobrevivió a la derrota de Medellín, pero no a la victoria de Talavera. Acosado por sus enemigos de dentro y fuera del ejército (siempre fue mejor militar que cortesano o político), fue obligado a dimitir de su puesto de Capitán General en diciembre de 1809. La tensión acumulada hizo que el 12 de agosto sufriera en Deleitosa un ataque de apoplejía. Se vio obligado a resignar el mando del ejército en manos del general Eguía y a presentar su dimisión a la Junta Central el 15 de agosto. La Junta le concedió licencia para que marchara a los baños de Alhama y Málaga a fin de que descansara y se recuperara. En el otoño de 1809 se encontraba lo bastante restablecido para volver a ofrecer sus servicios a la Junta, pero ésta tenía por entonces otras prioridades. Seguía en Málaga cuando esta ciudad fue tomada por los franceses en 1810. Como consecuencia, Cuesta sufrió varias vejaciones que le hicieron quejarse por escrito a la Regencia, establecida en Cádiz por aquel entonces. A fin de evitar males mayores, y sospecho que para alejarle de los debates de las nacientes Cortes (donde habría vuelto a demostrar su escaso tacto político), fue enviado como Capitán General a Palma de Mallorca, un destino de retaguardia, donde falleció el 26 de noviembre de 1811. Su estado de salud debió ser malo en los meses inmediatamente anteriores a su fallecimiento, como lo testimonia el hecho de que no pudiera asistir al homenaje póstumo tributado al Marqués de la Romana, ese mismo año de 1811.
La figura de Cuesta ha sido maltratada por la historia, de tal modo que ningún autor se ha molestado en biografiar a este general, y menos a analizar su comportamiento y las razones del mismo. Él mismo ya sintió en sus últimos años el azote de la propaganda, lo que le obligó a escribir un memorial (el ya mencionado Manifiesto), en el que daba cuenta de sus actos y de las razones de los mismos. Este Manifiesto se conserva hoy en día, y es un elemento importante para poder enjuiciar a Cuesta. Sin embargo, la mayor parte de la historiografía moderna, sobre todo británica, suscribe acríticamente la opinión del marques de Londonderry sobre Cuesta: "Carecía de talento, pero era valiente, justo y hombre de honor, muy lleno de preocupaciones, extraordinariamente terco y odiaba rencorosamente a los franceses [teniendo en cuenta lo que los franceses habían hecho a España, yo no se lo reprocharía, nota del autor]. No ganó ninguna batalla [mentira podrida, nota del autor], pero estaba siempre dispuesto a batirse y en cuanto se rompía el fuego se le veía en los sitios de mayor peligro". Londonderry, siempre hablando a posteriori (estas palabras son de 1829), juzga erróneamente a Cuesta. Es más, le juzga como la propaganda británica desea juzgarle. Quizá es que hay tantos mariscales británicos capaces de derrotar al mariscal Augereau que se le pueden escatimar méritos a Cuesta. Como espero que esta página deje bien claro, Cuesta se merece más respeto del que hasta el momento se le otorga.
Los restos mortales de Gregorio García de la Cuesta se encuentran enterrados en la catedral de Mallorca. Su epitafio reza (en la grafía de la época):
MUY EXCELENTISIMO SEÑOR
GREGORIO GARCIA DE LA CUESTA
GENERAL DE LOS R. EXERCITOS
Y DEL REINO DE MALLORCA
PRESIDENTE DE SU REAL AUDIENCIA
Y DE LA JUNTA SUPERIOR
CABALLERO GRAN CRUZ DE
LA DISTINGUIDA ORDEN DE CARLOS III,
REGIDOR PERPETUO DE LA VILLA
DE MADRID Y SOCIO BENEMERITO
DE LA REALES SOCIEDADES
MALLORQUINA Y CANTABRICA
MURIO EL 26 DE NOVIEMBRE DE 1811

_________________
Comandante del navío: Nuestra Señora de Begoña R. O. del 6 de abril de 2010.

Nuestra mayor gloria no está en no caer nunca, sino en levantarnos cada vez que caemos (Confucio).

No preguntes lo que tu país puede hacer por ti; pregunta lo que tú puedes hacer por tu país (John F. Kennedy).

Si llegas a saber que mi navío ha sido hecho prisionero, di que he muerto (Brigadier Cosme Damián Churruca y Elorza).


12 Abr 2010 19:06
Perfil Email
Capitán de Corbeta
Capitán de Corbeta

Registrado: 15 Nov 2008 21:47
Mensajes: 452
Nuevo mensaje Re: Los Capitanes Generales el día 2 de Mayo de 1808.
Pregunta a MARINER
¿De donde sacas estas aportaciones tan interesantes?

Saludos Gerardo

_________________
Tercer comandante del crucero: Canarias R. O. del 14 de Noviembre de 2011.


12 Abr 2010 20:47
Perfil Email
Capitán de Navío
Capitán de Navío

Registrado: 24 Feb 2010 21:29
Mensajes: 1132
Ubicación: En los mares del Norte, camino de bloquear puertos, y atacar navíos y líneas comerciales inglesas
Nuevo mensaje Re: Los Capitanes Generales el día 2 de Mayo de 1808.
Muy buenas noches, apreciado Gerardo. La respuesta a tu pregunta: empleando google, y echándole imaginación (ver qué preguntas tienes que hacer para la búsqueda) y ganas de cooperar. No hay secretos, como ves.

Afectuosos saludos.

Juan Ignacio.

_________________
Comandante del navío: Nuestra Señora de Begoña R. O. del 6 de abril de 2010.

Nuestra mayor gloria no está en no caer nunca, sino en levantarnos cada vez que caemos (Confucio).

No preguntes lo que tu país puede hacer por ti; pregunta lo que tú puedes hacer por tu país (John F. Kennedy).

Si llegas a saber que mi navío ha sido hecho prisionero, di que he muerto (Brigadier Cosme Damián Churruca y Elorza).


12 Abr 2010 22:04
Perfil Email
Capitán de Navío
Capitán de Navío

Registrado: 24 Feb 2010 21:29
Mensajes: 1132
Ubicación: En los mares del Norte, camino de bloquear puertos, y atacar navíos y líneas comerciales inglesas
Nuevo mensaje Re: Los Capitanes Generales el día 2 de Mayo de 1808.
Ahora es el turno del General D. Toribio Gragera y Argüello, Capitán General Interino de Extramadura. A continuación va transcrita fielmente, tal como la he encontrado, su biografía.

Éste tampoco se salvó.



DATOS BIOGRÁFICOS

"En la villa de Talavera la Real, abpdo de la ciudad de Badajoz, el día once de el mes de abril de mil setecientos cincuenta y siete años. Yo D. Ju Ant Schez de Rivera, cura propio de la Parroquial de Ntra. Sra. de Gracia de esta dicha villa, baptizé y puse los santos óleos a Thoribio JosephVicente Fernando Alonso Jesús María Rafael Celestino Francº Antº Joaquín León Pedro Ramón Juan Nepomuzeno, hijo de lexítimo matrimonio de D. Joachín Graxera y Roco y de Dª Florencia de Argüello y Amesquida, vecinos de esta villa, nació el día seis de dho mes y año, fue su padrino D. Thoribio Diego Graxera Conde de la Thorre de el Fresno, vecino de la dcha ciudad de Badajoz a quien amonesté la cognación espiritual y demás obligaciones que contrajo de que doy fe y lo firmé.

D. Ju Ant Sanz de Rivera"

D. Toribio contrajo matrimonio en Badajoz el 8 de abril de 1.775 con su parienta Dª Juana Topete y Argüello Carvajal. Por descendencia tuvieron a Carmen, Florencia, Joaquina y Petra.

Sus títulos fueron:
III Conde de la Torre del Fresno.
Señor de la Torre de Caños.
Mariscal de Campo de los Reales Ejércitos.
Capitán General Interino de Extremadura.
Gentilhombre de Cámara de S.M. al servicio del Infante D. Francisco de Paula Antonio.
Maestranza de la Real de Ronda.
Alguacil Mayor de la Inquisición de Llerena.
Regidor perpetuo de Badajoz.
Y otros importantes nombramientos.

El Conde de la Torre del Fresno murió asesinado en Badajoz, cuando desempeñaba la interinidad de la Capitanía General de Extremadura, el día 30 de mayo de 1.808.

LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA Y EL ASESINATO DEL CONDE.

El día 2 de mayo de 1.808 el pueblo de Madrid se había amotinado contra los franceses. Uno de los primeros lugares donde se conoce la noticia es en Badajoz, adonde llegó el 4 de mayo. D. Toribio Gragera de Vargas, que acababa de suceder en el mando al marqués del Socorro, acordó con este convocar una junta militar que tuvo lugar el día 5. El resultado fue la publicación de una proclama llamando a las armas contra los franceses con el siguiente mensaje: "Es preciso salvar y vengar al Rey, la Religión y la Patria" y el envío de avisos a los generales españoles que combatían en Portugal para que abandornaran a los franceses y regresaran con sus tropas.

El Conde de la Torre del Fresno procuraba calmar los ánimos de la población hasta que no se dispusiera de una panorámica general de los acontecimientos. El día 30, onomástica de Fernando, las autoridades están reunidas en la casa del Conde, en la plaza de las Descalzas, y se ha dispuesto que el cañón haga las salvas en el baluarte de San Vicente. A las nueve de la mañana aún no ha llegado hasta allí el encargado de rendir este honor artillero al Rey. El pueblo se cree que su tardanza es un desacato de las autoridades. Una mujer, María Cambero, "la Maricona", sustituye al artillero y usa parte de sus ropas como mecha para disparar las salvas. Esta es la señal para una revuelta, la turba irrumpió entonces en el palacio, vapuleó a los que trataron de defender al conde y le persiguió hasta la Puerta de Palmas, en cuya guarnición trató de refugiarse. Allí se presentaron el teniente coronel Fuentes y el Marqués de Monsalud, que trataron de contener a la multitud, pero todo fue inútil. Reconvenidos por las turbas, los húsares, que hasta entonces habían defendido la entrada se rebelaron contra su jefe y permitieron la prisión del general, asesinado por un artillero sin que los demás soldados hicieran ningún gesto a su favor.

EL CONSEJO DE GUERRA

La memoria del Conde asesinado fue rehabilitada después en un Consejo de Guerra de Oficiales Generales instruido a petición de su viuda. El Consejo de Guerra se celebró en la plaza de Badajoz el 4 de julio de 1.816 para justificar la conducta militar y política observada en 1.808. El fiscal acusó a una mano cruel y sanguinaria de empujar al populacho al crimen, cuando D. Toribio había expedido casi inmediatamente después del 2 de mayo una circular llamando al pueblo a las armas. D. Toribio fue proclamado Benemérito de la Patria en grado Heroico. En la causa fueron encarceladas sesenta personas, ahorcándose a cinco, entre ellas al asesino del conde, y quedando el resto en libertad.

_________________
Comandante del navío: Nuestra Señora de Begoña R. O. del 6 de abril de 2010.

Nuestra mayor gloria no está en no caer nunca, sino en levantarnos cada vez que caemos (Confucio).

No preguntes lo que tu país puede hacer por ti; pregunta lo que tú puedes hacer por tu país (John F. Kennedy).

Si llegas a saber que mi navío ha sido hecho prisionero, di que he muerto (Brigadier Cosme Damián Churruca y Elorza).


13 Abr 2010 00:41
Perfil Email
Capitán de Navío
Capitán de Navío

Registrado: 24 Feb 2010 21:29
Mensajes: 1132
Ubicación: En los mares del Norte, camino de bloquear puertos, y atacar navíos y líneas comerciales inglesas
Nuevo mensaje Re: Los Capitanes Generales el día 2 de Mayo de 1808.
Y ésta es la biografía que me he encontrado del General D. Jorge Juan Guillelmi de Andrada, Capitán General de Aragón.

Éste tampoco lo pasó nada bien.

Transcribo literalmente:





"La actividad intelectual de los militares españoles fue mucho más importante del lugar común que representa, en muchas ocasiones de manera errónea, la clásica disyuntiva que recorre toda la Edad Moderna en donde se plantea la disyuntiva entre las armas y las letras. Como han demostrado estudios recientes durante el siglo XVIII la participación de los militares en los círculos ilustrados fue muy importante. Esta participación no se vio constreñida a los campos más o menos técnicos (ingeniería, náutica, fortificaciones, etc.) en donde el propio desarrollo del arte militar hacía imprescindible una mayor preparación en cuerpos militares especializados. Se comprueba como los militares ilustrados abundan en todos los campos de la creación artística. Dentro de este numerosos grupo, un personaje como Jorge Juan Guillelmi de Andrada (Sevilla, 1734-después 1808) aunque no haya sido estudiado de manera detallada, se presenta como un buen ejemplo de estos militares-ilustrados que proliferaron en el setecientos hispano.


Jorge Juan Guillelmi nació en Sevilla en 1734 siendo hijo de Lorenzo Nicolás Guillelmi (Bruselas, 1698), uno de los extranjeros que habían inundado la administración de Felipe V. En este caso Lorenzo Guillelmi había sido nombrado secretario de la embajada de la Monarquía en Viena por cuya labor, además, se le concedió el título de Caballero de la Orden de San Jorge. Tras su estancia en Viena pasó a Sevilla, donde nació Jorge Juan, como Juez militar de la Capitanía General de Andalucía.


Con estos antecedentes familiares, la mayor parte de los hijos de Lorenzo Guillelmi se vio abocado a realizar la carrera militar y, entre ellos, uno de los que más destacó fue Jorge Juan Guillelmi. A los diez años, y tras una dispensa especial pues la entrada a la carrera militar se realizaba a los doce años, se incorporó al regimiento de infantería de Bruselas y desde este puesto fue ascendiendo paulatinamente en la compleja carrera militar hispana del siglo XVIII, en donde se mezclan los cargos efectivos con los grados teóricos. En esta etapa de formación estuvo destinado en lugares tan dispares como Ceuta o Flandes concluyendo la misma con el nombramiento de Subteniente de Artillería en 1757.


La carrera militar más o menos típica de Jorge Guillemi se vio trastocada positivamente en 1764. En ese año, el Comandante General de Artillería y, a la postre, Director del Colegio de Artillería de Segovia, Félix Gazola, conde de Gazola, recomendó a Jorge Guillelmi para el cargo de Profesor Tercero del Colegio de Artillería de Segovia. Desde ese año de 1764 hasta 1787, Guillelmi desarrollará una labor pedagógica en esta institución solo interrumpida por las misiones que como prestigioso artillero le eran encomendadas por sus superiores en los diferentes conflictos bélicos en los que se vio envuelta la Monarquía. Entre estas expediciones destacaron las llevadas a cabo en la guerra contra Portugal en 1762 y, sobre todo, el fallido asedio a Gibraltar entre 1779 y 1783.


Se une así la profunda formación teórica como catedrático de matemáticas en la escuela segoviana con la observación práctica de las diferentes campañas en las que intervino. Y todo ello unido, como en otros casos, en una sola persona. La estancia en Segovia le permitía investigar sobre nuevas técnicas artilleras que podía llevar a la práctica en las campañas militares en las que participaba. Además entró en contacto con militares ilustrados que le facilitarían los ascensos en su carrera y tenía importantes contactos en el mundo literario hispano.


Así, desde su estancia en Segovia, Jorge Juan Guillelmi desarrolló, de manera paralela, una actividad intelectual de diferente índole que se plasmará desde su nombramiento de académico honorario de la Academia de Buenas Letras de Sevilla el 29 de mayo de 1772 hasta en toda una serie de textos sobre técnica militar y relatando sus viajes europeos.


Probablemente durante el asedio a Gibraltar, en el cual Guillelmi se centró en el desarrollo de artillería de gran calibre, congenió con Francisco de Lacy, que había sido nombrado Comandante General de Artillería para el asedio. A consecuencia de esta relación Lacy recomendó a Guillelmi y a un joven artillero, Tomás de Morla, para que realizarán una serie de viajes a diferentes países europeos para perfeccionar su oficio de artillero y recopilar los adelantos militares y civiles de la Europa de su época. Estos viajes, que se desarrollaron de manera intermitente entre 1787 y 1792, estaban dentro de un programa general del despotismo ilustrado que preconizaba la necesidad de conocer los últimos adelantes científicos y técnicos europeos y aplicarlos a la Monarquía Hispánica.


Tras sus diferentes estancias europeas, Jorge Juan Guillelmi será nombrado el 6 de julio de 1793 Mariscal de Campo de artillería. Siendo mariscal, en la campaña del Rosellón, será gravemente herido, salvando la vida milagrosamente. Como recompensa por su actuación fue nombrado Teniente General el 4 de septiembre de 1795 y finalmente, el 5 de julio de 1797, Gobernador y Capitán General del Ejército de Aragón que conllevaba, desde la Guerra de Sucesión, la Presidencia de la Audiencia de Aragón. En este cargo permaneció hasta el inicio de la sublevación antifrancesa en 1808. El 25 de mayo de 1808 fue sustituido por Carlos Huoni siendo Guillemi obligado a dimitir por los sublevados por su indecisión a hacer frente a las tropas francesas

Guillelmi estará preso hasta los primeros días de abril de 1809, siendo libertado por las tropas francesas, para morir poco después. Guillelmi no fue un afrancesado, simplemente un anciano militar apegado a la legalidad, que estaba ya muerta.

Sin embargo, el pueblo Zaragozano no lo entendió así, acusándole de afrancesado, que respondiendo al movimiento madrileño con la explosión del 24 de Mayo, despojó del mando al anciano capitán general y le puso en prisión en la Aljafería, donde permaneció durante los dos sitios enfermo y abatido, desde finales de Mayo de 1808 hasta el 12 de Marzo de 1809, día de su muerte".

_________________
Comandante del navío: Nuestra Señora de Begoña R. O. del 6 de abril de 2010.

Nuestra mayor gloria no está en no caer nunca, sino en levantarnos cada vez que caemos (Confucio).

No preguntes lo que tu país puede hacer por ti; pregunta lo que tú puedes hacer por tu país (John F. Kennedy).

Si llegas a saber que mi navío ha sido hecho prisionero, di que he muerto (Brigadier Cosme Damián Churruca y Elorza).


13 Abr 2010 08:11
Perfil Email
Capitán de Corbeta
Capitán de Corbeta

Registrado: 15 Nov 2008 21:47
Mensajes: 452
Nuevo mensaje Re: Los Capitanes Generales el día 2 de Mayo de 1808.
Ante la APLASTANTE información aportada por nuestro amigo MARINER cabe preguntarse si el pueblo se levantó contra los franceses o contra los generales del pueblo español.
Y digo generales ya que hasta el momento no sabemos que estas represalias se efectuaran contra militares de menor grado.
En marina, al parecer las cosas fueron más suaves, Yo solo conozco el caso del Capitán General de Cartagena, el general Borja, cuyo historial militar, al menos lo oficialmente conocido,no parece indicar ninguna causa para ello, fue arrastrado y asesinado en aquellos tiempos sin que otros importantes marinos intervinieran en su defensa.
A mí, es una opinión general, una tan extendida acción de represalia contra un estamento determinado precisa de una dirección oculta, una mano negra, que unifique objetivos.
Por ejemplo, en el caso de Cartagena, en una opinión personal que todavia tengo que meditar más. es que hay actuaciones como la de Ciscar que no están suficientemente claras.
¿Y Mazarredo? !!El gran Mazarredo!! Pues en Bilbao a mil kilometros de su puesto, en momentos de gravedad extrema para España y en una posición de franca desobediencia al gobierno.

¿Cuando conoceremos la otra historia del 2 de mayo?

Saludos
Gerardo
caf-e
ba?dera

_________________
Tercer comandante del crucero: Canarias R. O. del 14 de Noviembre de 2011.


13 Abr 2010 08:51
Perfil Email
Capitán General Especialista
Capitán General Especialista

Registrado: 07 Ago 2006 13:16
Mensajes: 9182
Nuevo mensaje Re: Los Capitanes Generales el día 2 de Mayo de 1808.
Gerardo escribió:
...cabe preguntarse si el pueblo se levantó contra los franceses o contra los generales del pueblo español.


Son precisamente esos hechos los que nos llevan a realizar aquella afirmación de un cierto componente de guerra civil.

La verdad es que analizar un evento con perspectiva de años siempre es más fácil. Pero los acontecimientos que transcurren en el momento siempre son mucho más inciertos para quien toca vivirlos.

Si nos ponemos en 1808, ocurre que el sistema de mando era una cuestión absolutamente clara y sin ambages: el poder máximo correspondía a un monarca. Todas las demás instituciones actuaban en su nombre y no tenían ninguna competencia en su posible moderación o contra. No existía ninguna junta, ni central ni periférica, que pudiese no aceptar un decreto del monarca.

Eso significa, que tras Bayona en 1808 el rey legítimo era José Bonaparte y punto. Incluso José era mucho mejor que Carlos IV Godoy y Fernando.

El conjunto de acciones de aquellos años está motivado por tumultos y rebeldías del estrato más llano de la población. Como el levantamiento del 2 de mayo, en el que no actuó ni un solo cargo importante ni aristócrata alguno.

Ese pueblo llano no prefería a Carlos o Fernando sobre José. Era absolutamente indiferente y eso lo podemos atestiguar por apreciación directa del inglés Moore, el que recorrió en 1808 la Península en realidad huyendo de los franceses.

Luego ¿Por qué se levantó el pueblo contra el francés?

Mi contestación particular a esa pregunta la he dejado caer en anteriores intervenciones.

Un saludo

_________________
Secretario General del Foro.
Capitán de la Nao: Victoria por R.O. del 26 de octubre de 2007.
Primus Circumdedisteti me


"Me faltó valor para rendirme y decidí que se continuara la defensa"


13 Abr 2010 09:03
Perfil
Brigadier
Brigadier

Registrado: 10 Ago 2006 14:32
Mensajes: 947
Ubicación: Reino de Asturias
Nuevo mensaje Re: Los Capitanes Generales el día 2 de Mayo de 1808.
Buenas tardes a todos.

Vamos a ver si lo entiendo amigo espaldar.

Según dices en 1808 los españoles se posicionan en un lado u otro por dos motivos, interes o emociones.

Dados todos los acontecimientos sucedidos hasta ese 2 de mayo hay una pérdida de credibilidad en las instituciones más tradicionales (sistema monárquico y aristocracia) y sagradas (especialistas en nadar entre dos aguas).

Todo esto da lugar a una gerra civil más o menos clara que será el germen en los años posteriores de otras que acabarán dando lugar en el siglo XX a la última Gerra Civil.

Es decir 1808 fue el fin de España como potencia mundial, de ahí hasta hoy todo cuesta abajo.

A todo esto todo en algún momento de lo anteriormente mencionado se deja entrar a los franceses a suelo patrio.

Estos llegan aquí como un elefante en una cacharreria, hablando pronto y mal. Para ellos España y los españoles son botín de guerra, luego el trato que dispensan es el de conquistadores, no el de aliados y se les va la mano.

Con todo esto llegamos al 2 de mayo de 1808.

Pues a mi me parece normal que el pueblo salte contra el que esta en el poder, sea frances, español o de marte.

Al pueblo lo único para lo que se le quiere es para pagar impuestos y para ser carne de cañón.

El Pueblo ve como sus reyes, príncipes y demás clases dirigentes le ponen la alfombra roja al francés.

El pueblo ve que hay un nuevo "amo" en el cortijo (el francés) que aunque parezca imposible le trata aún peor que los anteriores que encima se van corriendo a rendir pleitesía el francés.

Conclusión el asunto estalla porque la gente está hasta el gorro (otra cosa es que se "ayude" a reforzar la impresión de estar hasta el gorro por intereses, políticos, o de cualquier otra clase).

Todas esas modistillas, comerciantes y desmás gente del pueblo se revela, les cortan la nariz y las orejas o los fusilan (los franceses)

Mientras tanto las tropas españolas tienen orden de estar acuarteladas y no meterse en lios. Es decir sus mandos les dan esa orden (de donde sale esa orden, de los capitanes generales, a ellos quien se la da?????????). Los soldados acatando la cadena de mando hacen caso.

Una vez que ha pasado el 2 de mayo, habría que preguntarse también como se cuenta fuera de Madrid y para que intereses, porque hay tanta cacería de mandos (ahí estoy deacuerdo con Gerardo en que podría haber instigación de un grupo de poder para acabar con quien les haga sombra)

Es decir que la gente se revela porque está cansada de que le den palos y cada vez más fuertes.

Otra cosa es quien instiga a la gente y con que fin.

_________________
Estado Mayor
"Donde un español no llega con la mano, llega con la punta de su espada". Embajador español en la corte de Luis XVI demostrando su españolía ante una afrenta.


13 Abr 2010 15:23
Perfil Email
Intendente General
Intendente General

Registrado: 26 Jul 2006 18:05
Mensajes: 33269
Ubicación: A la vista del Mar Mediterráneo. De guardia en el Alcázar y vigilando la escala Real.
Nuevo mensaje Re: Los Capitanes Generales el día 2 de Mayo de 1808.
'

A este tema solo hago un pregunta:


¿Alguno ha pensado en la masonería?


Es algo que está ahí, nunca se le ve, pero está en los más altos rincones de todo el país y sobre todo de España, incluso algunos son gobernados por ellos en la sombra, como los E. U. A.


Y por eso, un general que mandó en España 39 años, les tenía tanta ojeriza, ya que incluso su hermano Ramón era masón, y conocía muy bien los tejemanejes por los que incluso se deja entrever, que la guerra fue causada por ellos, ya que indirectamente se cargaron todo lo que les molestaba (como dice don Pedro Menéndez) pero ellos nunca salieron a la luz, tenía manitas de sobra para obedecer.


Ejem, ejem, ejem. No he dicho nada.


Un abrazo.
.

_________________
Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño. Marco Tulio Cicerón.


Hay criterios cerrados, de ásperas molleras, con los cuales es inútil argumentar. Miguel de Cervantes Saavedra.


Cuando soplan vientos de cambio, unos construyen muros, otros, molinos.

Sorpresa y Concentración.


Imagen


13 Abr 2010 17:39
Perfil Email WWW
Brigadier
Brigadier

Registrado: 10 Ago 2006 14:32
Mensajes: 947
Ubicación: Reino de Asturias
Nuevo mensaje Re: Los Capitanes Generales el día 2 de Mayo de 1808.
Buena pregunta querido Ensenada.

Si eso que apuntas lo pudieramos probar ya tendríamos algún tipo de respuesta a los interrogantes anteriormente planteados.

Yo por el momento no me considero capaz de hacerlo, pero todo es ponerse, supongo.

Este tema está tomando unos derroteros muy interesantes.

Un saludo a todos.

_________________
Estado Mayor
"Donde un español no llega con la mano, llega con la punta de su espada". Embajador español en la corte de Luis XVI demostrando su españolía ante una afrenta.


13 Abr 2010 17:49
Perfil Email
Capitán de Corbeta
Capitán de Corbeta

Registrado: 15 Nov 2008 21:47
Mensajes: 452
Nuevo mensaje Re: Los Capitanes Generales el día 2 de Mayo de 1808.
Querido y respetado ENSENADA ¿En quien te crees que pensaba cuando me preguntaba si había una mano negra en todo este asunto?

Había un planteamiento de política internacional que tendía al despedazacimiento del Imperio español, en el estaban complicados reconocidos masones españoles.
Vease el caso de O´Donnell en el motín del ejercito que no quería ir a defender los intereses de España al otro lado del Atlantico.
Aunque la disculpa fuera, en parte, una protesta contra el medio de transporte: "Los famosos barcos rusos", primer negocio sucio de la clase política española, al menos de los negocios descubiertos, en el fondo era un movimiento de apoyo a los intereses franceses y britanicos.

Saludos
Gerardo
caf-e
ba?dera

_________________
Tercer comandante del crucero: Canarias R. O. del 14 de Noviembre de 2011.


13 Abr 2010 23:38
Perfil Email
Intendente General
Intendente General

Registrado: 26 Jul 2006 18:05
Mensajes: 33269
Ubicación: A la vista del Mar Mediterráneo. De guardia en el Alcázar y vigilando la escala Real.
Nuevo mensaje Re: Los Capitanes Generales el día 2 de Mayo de 1808.
'

Amigo Gerardo


Yo he conocido (conozco) a la Logia nº 5 Luis Vives, del rito escoces antiguo, que pertenece al Gran Oriente Español.


Por su puesto no soy de ellos, pero digamos que algunos son "amigos" y me intentaron captar hace ya muchos años, cuando ni siquiera eran oficialmente reconocidas, pero haciéndome el tonto, fui sacando cosas pero que no tienen nada de especial, ya que se guardan muy mucho abrir la boca fuera de su entorno, pero analizadas te dan una idea, quizás lejana de la verdad.


Ya que aquí en Valencia tiene a un muy poderoso enemigo, la Hermandad del Santo Cáliz, a la que pertenecen los nobles valencianos, pero que no sean masones. Esta Hermandad que se hizo oficial en el año de 1917, ya venía funcionando desde la llegada del Santo Cáliz a Valencia, por el siglo XII.


Las dos "Hermandades" ya han tenido a lo largo del tiempo dos grandes encuentros, uno cuando Napoleón mando que le llevaran el Santo Cáliz y éste estaba curiosamente desaparecido, y la segunda en 1936, cuando guiados por la "mano negra" (como se le conoce popularmente a la Logia) intentaron de nuevo llevarse el Santo Cáliz, pero curiosamente tampoco estaba, y solo apareció el día uno de abril de 1939 en su capilla de la Catedral. Nadie lo vio entrar y mucho menos sacarlo.


Por eso si te fijas de la nobleza Valenciana una de las más rancias de España, no se sabe nunca nada, no salen en prensa, ni por asomo en TV y sus "trapos sucios se los lavan en casa".


Una muestra de su poder. Le robaron en uno de los chalet de una zona especial a uno de ellos, de los del Santo Cáliz y noble por supuesto, se movieron ante el delegado del Gobierno y con el general de brigada de la Guardia Civil, en poco más de 15 días fueron localizados, y metidos entre rejas pero sin cargos, fueron interrogados, y cantaron, fueron a buscar a los que habían comprado parte de lo robado (el resto aún lo tenían los primeros), les pagaron el importe de la venta, no al que lo vendían, sino al que habían pagado a los ladrones, una vez recuperado todo, se les metió en un vuelo chárter a Moscú, con la advertencia a las autoridades rusas, que si volvían a España, no regresarían a Rusia como era la ocasión. Esto sucedió en 2006. Madrid todavía está esperando noticias del caso, ya que hubo chivatazo, pero como no hay papeles ni nada que demuestre nada, pues eso.


Así que si, muy bien y Ud., yo muy bien.


¡Ah! A los nobles de la Hermandad del Santo Cáliz, se les llama popularmente -la mano blanca-, como se puede apreciar el código de nombre señala su sana o maldita procedencia.


Un abrazo.
.

_________________
Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño. Marco Tulio Cicerón.


Hay criterios cerrados, de ásperas molleras, con los cuales es inútil argumentar. Miguel de Cervantes Saavedra.


Cuando soplan vientos de cambio, unos construyen muros, otros, molinos.

Sorpresa y Concentración.


Imagen


14 Abr 2010 10:41
Perfil Email WWW
Capitán de Navío
Capitán de Navío

Registrado: 24 Feb 2010 21:29
Mensajes: 1132
Ubicación: En los mares del Norte, camino de bloquear puertos, y atacar navíos y líneas comerciales inglesas
Nuevo mensaje Re: Los Capitanes Generales el día 2 de Mayo de 1808.
A raiz de la deriva que va tomando el debate, y siguiendo dicho curso, y aunque no fue Capitán General durante el periodo de la Guerra de Independencia, traigo a colación una biografía que me he encontrado acerca del Capitán General D. Luis Lacy y Gautier.

Transcribo literalmente:



"Nació en el campamento ciudad de San Roque, Cádiz, el 11 de enero de 1772. Procedía de dos familias irlandesa y francesa ligadas militarmente a España desde hacía varios años. En 1738 su abuelo paterno Guillermo de Lacy era coronel del Regimiento de Infantería Ultonia e inspector de los tres regimientos de Infantería irlandesa: Irlanda, Ultonia e Hibernia. En el momento de su nacimiento, su padre, Patrick de Lacy Gould, era Sargento Mayor (comandante) de uno de los regimientos que bloqueaban por tierra la plaza de Gibraltar. La familia materna procedía de la región del Suroeste, al norte de los Pirineos, algunos de cuyos miembros habían sentado plaza en los regimientos de Infantería walona antes incluso de que la Revolución Francesa les obligase a emigrar a España. Sus tios maternos, Juan y Francisco Gautier eran oficiales del antiguo Regimiento de Infatería de Bruselas, denominadoya en aquel tiempo Regimiento de Borgoña, aunque coloquialmente era conocido como la Guardia walona.

Primeras experiencias de combate: Puerto Rico (1785) y el Rosellón (1794)

Con ocasión de una expedición a Puerto Rico en la que formaba parte el regimiento de la Guardia walona en 1785, sus tíos Juan y Francisco se llevaron a su sobrino Luis, que sentó plaza en el regimiento el 4 de noviembre de 1785 con tan solo 13 años de edad. Durante la campaña dió muestras de una inusitada intrepidez y temeridad que le llevaba a luchar siempre en primera línea, por lo que en reconocimiento de ello fue promovido el 29 de octubre de 1786 al grado de Subteniente de Infantería; tenía tan solo 14 años. De regreso a España al finalizar la guerra contra Inglaterra, llegó a su conocimiento que se estaba organizando una expedición hacia las islas Molucas. Al comprobar que no tenía plaza en ella como oficial, su espíritu aventurero le empujó a enrolarse como simple soldado, amenazando con desertar si no conseguía su propósito. Para ello marchó del Ferrol hasta Oporto, sin dinero, para embarcarse en un navío holandés. Finalmente uno de sus tíos le detuvo, convenciéndole para regresar a España, pues había ascendido a Capitán del regimiento de Ultonia.

En enero de 1794 marchó con su regimiento al ejército de operaciones contra los franceses en la zona del Rosellón, de donde regresó al firmarse la paz de Basilea. Durante las operaciones destacó por su intrépido valor en varias acciones de combate.

Desaveniencias y marcha al ejército francés (1799-1807)

El 31 de diciembre de 1798 el capitán Lacy fue destinado a las islas Canarias. Sus aventuras amorosas le indispusieron con sus jefes y a ser desterrado a la isla de Hierro. Pero su carácter violento le llevó a escribir a su superior unas cartas insultantes. Este le formó un consejo de guerra por insubordinación, y fue condenado a un año de prisión en el penal del fuerte de La Concepción de Cádiz y la expulsión del Ejército. La prisión le exaltó aun más, y al salir fue considerado loco y se le dio el retiro.

Una vez libre en 1803, en septiembre de ese mismo año marchó a Francia para alistarse en el 6º Regimiento de Infantería de Línea, recibiendo veintinueve días después el empleo de capitán de la Legión Irlandesa que estaba organizándose en Morlaix para luchar contra Alemania. Poco después de caso en Quimper con una joven del país llamada Emilia Dugueurmeur, que le siguió durante sus campañas de Berlín, Flesinga, etc. En 1807 fue nombrado jefe de batallón, y poco después recibió la orden de incorporarse a una legión destinada a España. Lacy solicitó el cambio de destino, pues no deseaba luchar en su país de origen.

Primeros combates contra los franceses (1808-09)

Al llegar a Madrid, se encontró con los sucesos del 2 de mayo de 1808; Lacy entonces se sintió verdaderamente español, desertó de su unidad francesa, se dirigió a Sevilla, se presentó ante la Junta Central y solicitó el reingreso en el Ejército español. Fue admitido con el grado de capitán. El 24 de septiembre de ese año se le ascendió a Teniente Coronel y se le asignó el mando del Batallón Ligero de Ledesma, con el que pasó a Uclés y se encontró en la acción de Bubierca del 23 de noviembre de 1808.

El 24 de enero de 1809 ascendió a Coronel, y el 3 de julio a Brigadier; tenía 37 años. Durante la guerra ostentó diversos cargos, en alguna ocasión de forma simultánea, tal y como sucedió cuando era Brigadier, que al mismo tiempo se le asignó el cargo de Subinspector de Infantería, Jefe de Estado Mayor y Comandante General de la Isla de León.

Encuadrado en el ejército del general don Juan Carlos de Areizaga, mandaba la 1ª División. El 10 de noviembre de 1809, la división de Lacy auxilió a la caballería del general Freire que, saliendo de Tembleque, desalojó de Ocaña a los franceses, que se replegaron hacia Aranjuez. Nueve dias después, el 19 de noviembre, el brigadier Lacy se convirtió en uno de los héroes de la batalla de Ocaña. Gómez Arteche afirma lo siguiente:

"Todavía recordamos que al levantar el plano de aquel campo (Ocaña) en 1848, cuantas personas nos favorecieron con sus noticias, se hacían eco de la opinión de sus viejos convecinos que, con rara unanimidad, proclamaban a Lacy como el que más había resistido la entrada de los enemigos en Ocaña."

En una de las fases de la batalla, al realizar los generales españoles un cambio de frente para impedir los efectos de un movimiento envolvente realizado por las tropas francesas de Sebastiani, la 1ª División de Lacy se distinguió sobre las demás por la serenidad con la que maniobraron sus cuerpos en circunstancias tan críticas. En la ofensiva que siguió, el propio brigadier Lacy avanzó intrepidamente, apoderándose de dos cañones, hiriendo al general Leval y matando a uno de sus ayudantes.

Expediciones por Andalucía y Cádiz (1810)

El 16 de marzo de 1810 Lacy fue ascendido a Mariscal de Campo; tenía 38 años. En el verano de aquel año la Regencia adoptó el sistema de enviar expediciones por mar a las comarcas vecinas de Cádiz, sitiada por los franceses, para fomentar la insurrección. La primera fue mandada por el general Lacy, que embarcó el 17 de junio al frente de una columna de 3000 soldados rumbo a Ayamonte, aunque el destino real de su expedición era Algeciras. Una vez desembarcado, trató de tomar la ciudad de Ronda y fortificar ciertos puntos de la serranía, pero los refuerzos enviados por Víctor y Sebastiani impidieron su propósito y obligaron a Lacy a refugiarse en Casares. No obstante, su sola presencia bastó para infundir ánimos en los vecinos y en los jefes de las partidas de guerrilleros. Salió de Casares para atacar y recorrer la zona de Marbella, hasta que fue atacado por un numeroso contingente de tropas enemigas, que le obligó a regresar a Cádiz, donde entró el 22 de julio.

El 23 de agosto de 1810 embarcó de nuevo en Huelva al frente de otros 3000 hombres; su misión esta vez fue la de movilizar tropas enemigas frete a él e impedir que reforzasen el ejército de Massena, que estaba comprometido en Portugal frente al inglés Wellington. De regreso en Cádiz, el 29 de septiembre realizó una afortunada salida camino del puente de Zuazo, logrando destruir algunas obras de los sitiadores.

La guerra en Cataluña (1811-12)

En junio de 1811 la Regencia le nombró Capitán General de Cataluña, para sustituir al marqués de Campoverde, cuyo prestigio había sufrido un duro revés al perder la ciudad de Tarragona. El 9 de julio tomó posesión de su cargo en Vich, situando a sus tropas y a la Junta en Solsona, mientras encomendó a su segundo, don Joaquín Ibañez Cuevas, barón de Eroles, la defensa de la montaña y el monasterio de Monserrat. Al amparo de las fortalezas de Cardona y La Seo, el general Lacy emprendió la tarea de organizar y disciplinar el ejército, infundiendo nuevos ánimos al espíritu de los soldados españoles. A este fin, el 15 de julio publicó una proclama en la que, reconociendo lo crítico de las circunstancias, manifiesta tener los elementos necesarios para seguir la lucha; y el 25 de agosto declaró en un manifiesto fechado en Vich que prefería morir con el último soldado a abandonar su puesto, en contestación a ciertos rumores aparecidos sobre su hipotético abandono del Principado.

Además de ser el alma de la lucha en Cataluña durante los últimos años de la guerra, Lacy también prestó servicios para la defensa del reino de Valencia. Al tomar posesión de su cargo, envió a este reino numerosos jefes y oficiales excedentes, y 500 jinetes sin monturas. Además, con la movilidad que tenían sus tropas impidió a los franceses sacar sus tropas del Principado, pues las mantenía en un constante estado de alerta.

Antes de iniciar las operaciones puso en estado de defensa Solsona y las plazas de Cardona y La Seo, y fortificó ciertos puntos elevados de la sierra de Busa, no muy lejos de Berga, constituyendo de este modo un sitio seguro donde instruir y adiestrar a los reclutas.

En el mes de julio de 1811 rompió la línea de defensa Barcelona-Lérida establecida por los franceses, y en el mes de agosto penetró en la Cerdaña francesa por el valle de Querol. Una vez en suelo francés rechazó la fuerza que trató de oponersele e incendió varios pueblos como represalia a los incendiados por los franceses en Cataluña. En su avance llegó hasta Ax, localidad en la que entró e impuso tributos. Esta breve campaña sembró la alarma y el espanto en el territorio enemigo, y fue de un gran efecto moral en Europa, ante la cual los invadidos apareieron como invasores.

De regreso a sus cuarteles, Lacy resolvió apoderarse de las islas Medas, situadas en la desembocadura del río Ter. El 29 de agosto el barón de Eroles acompañó al coronel británico Green a un desembarco en las islas:

"Tomaron y destruyeron el fuerte que los franceses allí tenían; los ingleses creyeron conveniente abandonarlas volando el castillo, pero Lacy, que no opinaba como ellos, se embarcó en persona (11 de septiembre), las reconquistó arrojando a los franceses, restableció el castillo, puso a las islas el nombre de la Restauración, y se volvió, dejandolas en disposición de resistir a las tentativas de los enemigos." (Modesto Lafuente)

A uno de los baluartes del castillo lo llamó Montardit, en homenaje al guerrillero del mismo nombre fusilado por los franceses.

El 4 de octubre atacó al enemigo en Igualada, causándole 200 bajas y obligándole a refugiarse en un convento de capuchinos, que después tuvieron que abandonar. Tras esta acción se presentó en Berga a la Junta del Principado, que reclamaba su presencia.

En otoño el mariscal Macdonald fue sustituido por el general Decaen en el mando de las tropas francesas en Cataluña. El nuevo general preparaba en el Ampurdan un considerable convoy para abastecer Barcelona a primeros de diciembre. Lacy decidió atacar el convoy. No pudo impedir el paso del mismo debido a la inferioridad numérica de sus tropas; sin embargo, decidió enfrentarse a las tropas de escolta del convoy en su viaje de regreso. Para ello, les esperó en las alturas de la Garriga. El general Decaen se presentó el 5 de diciembre al frente de 5000 soldados, 400 jinetes y 4 cañones. Fueron vigorosamente atacados por el general Lacy, cuyas tropas desorganizaron a los franceses, siendo perseguidos por sus subordinados Casas y Manso hasta Granollers. Los franceses se vieron obligados a dar la vuelta por San Celoni y dejar libre la ciudad y comarca de Vich.

Los éxitos de Lacy y su manera de guerrear levantaron el entusiasmo de los catalanes, y el número de guerrilleros nacidos gracias a sus esfuerzos y a los de su segundo, el barón de Eroles, hizo que los franceses no pudiesen disfrutar de un momento de tranquilidad, costándoles gran trabajo comunicarse entre sí y con Francia.

En enero de 1812 Lacy se situó en Reus, amagando atacar Tarragona. Aprovechó un descuido del general Laforce, que había sido enviado desde Tortosa para observar sus movimientos, para caer el 19 de enero sobre un batallón que el general francés había dejado en Vilaseca, copándolo por completo con su coronel, Dubarry, a la cabeza. Entonces Lacy supo que el general Decaen se dirigía desde Olot hacia Vich, y marchó hacia esta última ciudad para socorrerla. En lugar de marchar por el llano y exponerse a un combate en desventaja, se detuvo el 26 de enero en la posición de Colluspina, y al amanecer del 27 marchó hasta Moyá al ver que el enemigo no se movía. Allí supo que los franceses habían avanzado hasta Tona, Centellas y San Feliú de Codinas, por lo que Lacy se dirigió hacia esta última localidad, llegando al amanecer del 28 a la vista del enemigo. A continuación trabó un sangriento combate a resultas del cual obligó a retirarse a los franceses.

El 17 de abril un decreto de la Regencia le confirió el mando en propiedad del ejército de Cataluña con el empleo de Teniente General. Aprovechando el movimiento del enemigo hacia el campo de Tarragona y el retroceso de la división Lamarque al Ampurdán, reunió todas las tropas que pudo y el 3 de mayo marchó hacia Mataró esperando poder tomar la ciudad y su convento de capuchinos, convertido en una auténtica fortaleza por los franceses. A pesar del apoyo artillero facilitado por las naves británicas, su esfuerzo fracasó ante el regreso de la división Lamarque desde Torroella y las tropas del general Decaen desde Lérida. Ante el temor de quedar copado, Lacy se apresuró a embarcar la artillería y se retiró hacia Llinás.

Lacy y sus subordinados siguieron con sus operaciones hasta fin de año, sacando el máximo provecho de sus escasos recursos y en espera de que la escuadra anglo-siciliana llegara en su auxilio. No obstante, la escuadra marchó hacia Alicante, donde era más necesaria su presencia, siguiendo el consejo del barón de Eroles, que fue aceptado por Lacy (Hay quien afirma - Bofarull - que la escuadra no fue a Cataluña por la falta de fondos de la Junta del Principado para mantenerla). Para asegurarse el apoyo de los catalanes, en el mes de julio ordenó que cesara la requisa de los caballos, y que se pagasen al contado y según los precios convencionales los que fuesen necesarios. Las crueldades cometidas por algunos generales franceses en Cataluña, en especial las del general Henriot, gobernador de Lérida, obligaron a Lacy a fusilar prisioneros y a amenazar con mayores represalias.

Con el paso del tiempo, las relaciones entre la Junta del Principado y el general Lacy fueron agriándose, llegando al extremo de acusar al general ante la Regencia de falta de actividad. Convencida ésta de la incompatividad de uno y otra, destituyó a la Junta y aprovechó la nueva reorganización del Ejército para trasadar al general Lacy, quien entregó el mando interinamente a su segundo, el barón de Eroles, hasta la llegada del titular, el general Copons. Lacy dejó a su marcha varias plazas y fortalezas, un ejército disciplinado y unos somatenes aguerridos".

_________________
Comandante del navío: Nuestra Señora de Begoña R. O. del 6 de abril de 2010.

Nuestra mayor gloria no está en no caer nunca, sino en levantarnos cada vez que caemos (Confucio).

No preguntes lo que tu país puede hacer por ti; pregunta lo que tú puedes hacer por tu país (John F. Kennedy).

Si llegas a saber que mi navío ha sido hecho prisionero, di que he muerto (Brigadier Cosme Damián Churruca y Elorza).


15 Abr 2010 00:11
Perfil Email
Capitán de Navío
Capitán de Navío

Registrado: 24 Feb 2010 21:29
Mensajes: 1132
Ubicación: En los mares del Norte, camino de bloquear puertos, y atacar navíos y líneas comerciales inglesas
Nuevo mensaje Re: Los Capitanes Generales el día 2 de Mayo de 1808.
Final de la guerra en Galicia (1813-14)

En enero de 1813 la Regencia confió al general Lacy el mando de la llamada Reserva de Galicia que, según el conde de Toreno, se componía de 50.000 hombres y tenía que operar a las órdenes directas de lord Wellington. También se le nombró Capitán General de Galicia.

En ese mismo año la Logia Constitucional de la Reunión Española, primera logia masónica de Galicia, levantó en armas varias columnas. El general Lacy era miembro de esta logia, en la que alcanzó el grado de Maestro.

El general Lacy estuvo en Galicia hasta el 23 de marzo de 1814, en que tras el regreso del rey Fernando VII, solicitó irse de cuartel a Valencia para fijar su residencia en Vinaroz.

El pronunciamiento y su fusilamiento (1817)

En agosto de 1816 se encontraba de cuartel en Andalucía. En noviembre de ese año se trasladó a Cataluña, donde se puso en contacto con su antiguo subordinado, el general Milans del Bosch. Junto a él protagonizó un levantamiento conocido como el Pronunciamiento de Lacy, que se produjo el 5 de abril de 1817. El movimiento fracasó y el general Lacy fue hecho prisionero. El capitán general de Cataluña, Castaños, le instruyó un proceso y le condenó a muerte.

El general Lacy murió fusilado en los fosos del castillo de Bellber de Palma de Mallorca el 5 de julio de 1817.

Con ocasión del triunfo de la revolución liberal de marzo de 1820 tras el Pronunciamiento de Riego, por Real Orden de 25 de marzo de 1820, "... le fuesen restituidos todos sus honores, y se mande colocar su nombre en el salón de Cortes como muerto en un patíbulo por la Constitución." Por su parte, ese mismo año el gobernador de Puerto Rico, general Aréstegui, dedicó al general Lacy un pueblo al que dió su nombre en recuerdo de su amor a la Libertad y a la Constitución. Posteriormente, a consecuencia del nuevo triunfo absolutista, se le cambió el nombre al pueblo por el de Ciales, nombre que enmascara su anterior significado en un anagrama. La trasposición de las letras es la siguiente: Ci-al-es, que leído en órden inverso queda Es-la-ci, equivalente a "es Lacy". En un documento de la Capitania General de Puerto Rico fechado el 27 de junio de 1822, y garantizado con la firma del Capitán General don José de Navarro, todavia se le da a Ciales el nombre de Lacy.

_________________
Comandante del navío: Nuestra Señora de Begoña R. O. del 6 de abril de 2010.

Nuestra mayor gloria no está en no caer nunca, sino en levantarnos cada vez que caemos (Confucio).

No preguntes lo que tu país puede hacer por ti; pregunta lo que tú puedes hacer por tu país (John F. Kennedy).

Si llegas a saber que mi navío ha sido hecho prisionero, di que he muerto (Brigadier Cosme Damián Churruca y Elorza).


15 Abr 2010 00:13
Perfil Email
Capitán de Navío
Capitán de Navío

Registrado: 24 Feb 2010 21:29
Mensajes: 1132
Ubicación: En los mares del Norte, camino de bloquear puertos, y atacar navíos y líneas comerciales inglesas
Nuevo mensaje Re: Los Capitanes Generales el día 2 de Mayo de 1808.
La historia del General Lacy continua con este artículo, que asimismo transcribo literalmente:




"EL PRONUNCIAMIENTO DEL GENERAL LACY (1817)

Tercer pronunciamiento militar, segundo de corte liberal.

Protagonistas del pronunciamiento

El general don Luis Lacy y Gautier participó en la Guerra de la Independencia destacando en ella como un magnífico oficial general. Participó en la batalla de Talavera (27-28 de julio de 1809) al mando de una división en la línea del general Hill. A continuación, encuadrado en el Ejército de La Mancha al mando del general Areizaga, participó al frente de su división en la desgraciada batalla de Ocaña (18 de noviembre de 1809). Encuadrado en el ejército del Sur de la Península al mando del general Blake, participó en el concepto de guerra total que practicaron los españoles para mantener en una constante amenaza a los franceses. En junio y agosto de 1810 llevó a cabo sendas expediciones sobre Ronda y Moguer, que obligaron a los franceses a realizar importantes movimientos para proteger sus líneas y posiciones.

En el verano de 1811 asumió el mando de Cataluña tras la derrota de los ejércitos españoles, que se vieron abocados a abandonar el Principado en dirección a Valencia. El general Lacy se quedó en Cataluña con unos 3000 hombres e inició una implacable lucha de guerrillas contra los franceses. Su fuerza llegó a sumar 14.000 hombres, suficiente para ocupar a los franceses en guanecer con tropas alerta las poblaciones y plazas que mantenían en su poder y en las tareas de escoltar a los convoyes de abastecimiento y suministro, ocasionando con ello un importante desgaste al enemigo.

Por su parte, el general don Lorenzo Milans del Bosch inició la guerra en la lucha de guerrilla en el verano de 1808. Entonces era teniente cornel en situación de media paga, y se convirtió en el primer jefe de los somatenes catalanes, cuyos miembros se convirtieron en pocos meses en soldados permanentes. Desde el principio rehuyó el combate formal y se dedicó a atacar los convoyes y destacamentos de descubierta franceses. Su primer éxito loobtuvo el 5 de julio de 1808, cuando impidió el éxito de una expedición contra Granollers del general Chabrán, a quien obligó a regresar a Mataró bajo el fuego constante de sus somatenes. Posteriormente, acosó implacablemente con sus hombres durante el mes de agosto la retirada del general Duhesme desde Gerona a Barcelona, obligándole a destruir su impedimenta y arrojar su artillería al mar para avanzar más rápido. En 1809 se mantuvo con su somatén en la zona de Hostalrich y logró cortar las comunicaciones con Francia del general Saint-Cyr.

En 1817 el general Lacy se encontraba en Barcelona y el general Milans del Bosch en Gerona. Ambos contactaron entre sí para tratar de forzar una nueva restauración constitucional. Para ello se reunieron en varias ocasiones en Caldetas (Caldes d´Estrac), lugar de residencia de Lacy y sitio de concentración de las fuerzas alzadas en armas por la causa liberal, que suponían serían las que se hallaban repartidas en la comarca inmediata a Mataró. Su intención era marchar con ellas sobre Barcelona y proclamar la Constitución de 1812.

Desarrollo del pronunciamiento

La conspiración fue descubierta, pero las autoridades no tomaron medidas de ninguna especie. Por ello, el 4 de abril de 1817 se inició el alzamiento en el Regimiento de Infantería de Tarragona; no obstante, su coronel impidió la defección de las tropas, excepto la de dos compañías que, al mando del teniente coronel Quer, se dirigieron al punto de reunión en Caldetas. De allí las tropas se dirigieron al mando del general Lacy a una casa de campo propiedad del general Milans del Bosch, donde éste conduciría a las tropas levantadas por él. Sin embargo, encontraron al general Milans solo, pues el levantamiento del Regimiento de Infantería de Murcia había fracasado, a pesar de los esfuerzos de Francisco Mancha, comandante jefe del 1er. batallón, y de varios oficiales de la unidad. Aquella noche no solo no llegó ninguna unidad militar, sino que además supieron que el capitán general, Castaños, ya tenía conocimiento de la intentona. Esta noticia provocó la deserción de los soldados, que se presentaron a las autoridades de Arenys de Mar.

El 6 de abril el general Castaños ordenó al general Llauder que se presentara en el lugar del suceso, hiciera un reconocimiento, obtuviera información de los hechos y arrestara a los conspiradores. Pero no fue hasta el día 7 que el general Castaños obtuvo sus nombres. Las órdenes posteriores permiten creer que Castaños, perteneciente a la Masonería como Lacy, no deseaba la prisión de éste ni la del general Milans:

"Usía se habrá convencido de que es absolutamente indispensable que cuando no se consiga el arresto de los generales Lacy y Milans y de los demás jefes y oficiales que les siguen, no debe perderse momento en perseguirlos incesantemente hasta que hayan salido del territorio español."

Siguiendo estas órdenes, Llauder se limitó a enviar destacamentos, que tan solo hicieron prisionero al general Lacy, y sólo porque éste se detuvo inexplicablemente dos días en la casa de Samade sin embarcar en un barco que le esperaba en Blanes. Este tiempo fue suficiente para ser identificado, denunciado y detenido por un somatén de campesinos, que avisó a las columnas militares. Por su parte, el general Milans del Bosch pudo escapar a Francia por los Pirineos. Durante la entrevista entre ambos generales, Llauder reprochó a Lacy su torpeza por dejarse arrestar:

"Mis primeras palabras fueron una reconvención, pero reconveción amistosa, no sobre la conducta que me había puesto en el caso de tener que ser el instrumento inocente y forzoso de su desgracia, sino por la extraña e incomprensible detención en su fuga."

Proceso y fusilamiento del general Lacy

Hecho prisionero, Lacy fue procesado. Durante la causa manifestó su ignorancia sobre el sentido y propósitos del pronunciamiento. Al general Llauder le dijo que:

"... había sido arrancado de su casa de Caldetas, muy a pesar suyo, lo cual, unido a su descuido en salvarse ..., me hacía creer que realmente mi prisionero no tenía más parte en todo aquel amago que lo que la fatalidad hace a menudo tomar a hombres desprevenidos en un momento de debilidad ..."

Ante sus jueces el general Lacy manifestó que, sorprendido por la presencia del teniente coronel Quer, se decidió a seguirle al tener noticia del Manifiesto en el que se le señalaba como jefe del movimiento:

"... y en este conflicto a impulsos de las eficaces instancias de toda la familia y demás que le rodeaban, y sobre todo de la reflexión que se le ocurrió en el momento de que si se fomentaba un movimiento popular estando ya indicado en los tales papeles, sería por éste arrancado de su casa para hacer un papel ridículo contra todos los principios ..."

Tras el proceso, el general Lacy fue condenado a muerte. El general Castaños hizo una alocución pública sobre el proceso. Al comentar el texto de la sentencia, afirmó que se le condenaba a muerte sin asegurar que fuese el jefe de movimiento. Es curiosa la fórmula empleada por el general Castaños:

"Considerando sus distinguidos y bien notorios servicios, particularmente en este Principado, y con este mismo ejército que formó, y siguiendo los paternales impulsos de nuestro benigno soberano, es mi voto que el teniente general don Luis Lacy sufra la pena de ser pasado por las armas."

El general Lacy escribió al general Llauder solicitandole que escribiese a dos abogados de Barceona para que por medio de ambos los colegios y gremios de la ciudad intercedieran por él.

Desde los primeros dias del mes de junio el secretario de Guerra había sugerido al general Castaños el traslado del condenado para que fuese ejecutado en Mallorca para evitar alteraciones del orden público en la capital catalana. El 30 de junio el general Lacy fue embarcado en el falucho de guerra El Catalán rumbo a Mallorca, escoltado por el práctico Águila. El embarque coincidó con los rumores que corrían por Barcelona sobre el perdón para Lacy.

Cinco días más tarde, el 5 de julio de 1817 el general Lacy daba su última orden en los fosos del castillo de Belver de Palma de Mallorca al pelotón encargado de ejecutarle. Tenía al morir 45 años".

_________________
Comandante del navío: Nuestra Señora de Begoña R. O. del 6 de abril de 2010.

Nuestra mayor gloria no está en no caer nunca, sino en levantarnos cada vez que caemos (Confucio).

No preguntes lo que tu país puede hacer por ti; pregunta lo que tú puedes hacer por tu país (John F. Kennedy).

Si llegas a saber que mi navío ha sido hecho prisionero, di que he muerto (Brigadier Cosme Damián Churruca y Elorza).


15 Abr 2010 00:17
Perfil Email
Contralmirante Ingeniero
Contralmirante Ingeniero

Registrado: 11 Oct 2006 12:35
Mensajes: 1114
Ubicación: Rechazando herejes en el San Agustín
Nuevo mensaje Re: Los Capitanes Generales el día 2 de Mayo de 1808.
Antes del 2 de mayo, existían dos planes para el levantamiento y lucha conta el invasor: el del capitán Velarde y el del antiguo oficial de Marina José Mor de Fuentes. Ambos son archivados por el ministro de Guerra, O'Farril. Pero el que tuvo más trascendencia e influirá en el levantamiento de la nación es el decidido por la Junta de Gobierno a instancias del ministro de Marina Gil de Lemos. Consistía en la creación de una nueva Junta, llamada Secreta, para el caso de que la de Gobierno se quedase privada de liberta para actuar. Estaría formada por los generales Ezpeleta, De la Cuesta y Escaño, junto con los ministros Lardizábal, Jovellanos y Gil de Taboada (sobrino del ministro de Marina). Esta operación secreta fracasa, pero sienta las bases del levantamiento nacional.

_________________
Insignia en el navío: San Agustín R. O. del 7 de Noviembre de 2007.
"El hombre promedio tiene 30 kilos de músculo, y 1.6 kilos de cerebro, lo cual explica muchas cosas"


15 Ago 2011 21:39
Perfil
Mostrar mensajes previos:  Ordenar por  
Responder al tema   [ 41 mensajes ]  Ir a página Anterior  1, 2

¿Quién está conectado?

Usuarios navegando por este Foro: No hay usuarios registrados visitando el Foro y 1 invitado


No puede abrir nuevos temas en este Foro
No puede responder a temas en este Foro
No puede editar sus mensajes en este Foro
No puede borrar sus mensajes en este Foro
No puede enviar adjuntos en este Foro

Saltar a:  
Powered by phpBB © 2000, 2002, 2005, 2007 phpBB Group.
Designed by STSoftware for PTF.
Licencia de Creative Commons
foro.todoavante.es by Todoavante is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial 3.0 Unported License.
Based on a work at foro.todoavante.es.
Permissions beyond the scope of this license may be available at creativecommons.org.

Traducción al español por Huan Manwë para phpbb-es.com