En este capítulo vamos fundamentalmente a analizar dos aspectos clave de la dirección: lo que es ser un director de personas en su faceta de liderazgo, esto es, hacer que los demás, las personas de su equipo bajo su responsabilidad, hagan cosas y que las hagan bien; y lo que este directivo hace y cómo lo hace, esto es, su comportamiento, para dirigir y liderar precisamente dicho equipo.

Estamos por tanto afirmando que dirigir significa influir en la conducta de los demás de manera que contribuyan a la rentabilidad, la supervivencia, el crecimiento, el logro de las metas y objetivos marcados, y el éxito de la organización.

Por tanto, la eficacia de una persona como directivo depende, en el fondo, de su capacidad para influir en el comportamiento y actuación de los demás, sean éstos colaboradores, compañeros, superiores, clientes, proveedores, instituciones, etc.

La efectividad se debe medir por su capacidad para canalizar el esfuerzo de todos ellos hacia el logro de las metas y objetivos marcados en la organización. También es importante que debamos considerar en qué medida un directivo ayuda a sus propios colaboradores a alcanzar sus propias metas y objetivos; es decir, tiene que intentar influir sobre el rendimiento y la satisfacción de sus colaboradores en el trabajo.

Por tanto, como directivo, una de las responsabilidades más importantes es la de conseguir que sus colaboradores realicen su trabajo lo mejor posible, exitosamente. En consecuencia, la eficacia de un directivo depende en gran medida del comportamiento de otras personas, ya que viene determinado por la actuación de sus colaboradores.

Vemos que, por tanto, existe una dependencia recíproca entre un directivo y sus colaboradores; se necesitan mutuamente para ser eficaces en sus respectivos trabajos. El grado de influencia que un directivo ejerza sobre el rendimiento y la satisfacción de sus colaboradores depende, en gran medida, de su forma de dirigir cotidiana. No depende tanto de su personalidad, o de lo que uno piense, o de la propia actitud, sino que más bien está en función de lo que uno hace y cómo lo hace, es decir, de su comportamiento y actuación diarios.

Asimismo, es muy importante que uno sea consciente del hecho de que necesita continuamente optimizar su potencial de desarrollo y mejora, para poder llevar a cabo sus cometidos de la mejor manera posible, con éxito, para el logro de las metas y objetivos marcados.

Pero para mejorar como directivo, uno debe llegar a comprender en qué medida su comportamiento puede estar afectando a su nivel de competencia. Por ello es importante que cada uno aumente el conocimiento de sí mismo y de lo que es la sustancia básica del hecho de dirigir. Y es ahí dónde uno debe buscar información acerca de los factores que forman parte de la actuación y el comportamiento de toda persona que dirige a otras, así como cuáles son sus puntos fuertes y cuáles sus puntos débiles a nivel individual y personal.