La empresa debe desarrollar y producir productos y servicios para ofrecérselos a alguien. Por tanto, la labor de una empresa, y por tanto de sus responsables, es definir, desarrollar y producir ese algo, productos o servicios concretos, y hacérselos llegar a ese alguien que los quiera y pueda adquirir. Para ello es importante identificar lo que necesita y por lo que se interesa el mercado tanto en el momento presente como en el futuro.

Debe gestionar recursos humanos, ya que se debe trabajar con personas, y debe diseñar y desarrollar nuevos productos y servicios, comprar materias primas y otro materiales, producir los productos y servicios que va a ofrecer al mercado, almacenarlos, distribuirlos, venderlos, dar servicio postventa a sus clientes, y un largo etcétera.

Debe también adquirir los medios físicos que hagan factible todo esto, en forma de edificios o locales, maquinaria y otros bienes de equipo, elementos diversos de transporte y logística en general, elementos de comunicación, etc. Y deberá contratar otros servicios necesarios tales como electricidad y otras formas de energía, agua, teléfono, Internet, etc.

Con ello debe obtener, tras hacer frente a todos los gastos en los que ha incurrido, una rentabilidad que retribuya tanto el dinero invertido por la propiedad de la empresa, como el dinero invertido por otras fuentes de financiación ajena, así como acometer las reinversiones necesarias en la empresa para asegurar su competitividad futura y su supervivencia, además de cumplir con sus obligaciones tributarias.

El directivo debe ser consciente de que todo esto debe financiarlo, y que por ello es preciso que, junto al capital propio deba emplear capital ajeno, capital que deberá buscar entre las distintas fuentes financieras existentes en el mercado. Y así, la búsqueda de capital ajeno se convierte en unas de las funciones principales de la propiedad de una empresa, o de un alto directivo de la misma.

Otro de los aspectos básicos de la función y responsabilidades de un directivo es conocer en profundidad la naturaleza del negocio, precisar y conocer al detalle aquellas operaciones y procesos de su negocio que son críticos y que representan la clave del mismo. Por consiguiente, un buen directivo debe saber descubrir y centrarse en lo clave.

Por operaciones o procesos claves o críticos debe entenderse aquéllos que son relevantes para el negocio, esto es, aquéllos que tienen una mayor repercusión en los resultados de la empresa.

En definitiva, son las operaciones o procesos que aseguran el negocio, esto es, el beneficio y supervivencia de la empresa, y que por tanto debemos cuidar más. Por ello, la responsabilidad de un directivo es localizar e identificar tales operaciones o procesos de su negocio que considere relevantes para el resultado final de la empresa, gestionarlos, controlarlos, mejorarlos, etc. En el fondo, todo se reduce a la obtención de resultados, de ganancias. Por ello es importante que sepamos dónde ganamos dinero en la empresa y dónde incurrimos en costes; esto es, conocer en detalle “los números” que se implican en cada operación o proceso del negocio.

Otra parte sustancial del trabajo de un directivo es entender al cliente, sus intereses, sus necesidades, qué busca, qué desea, sus tendencias, qué problemas tiene, y saber darle lo que necesita, aquello por lo que se interesa, lo que satisfaga sus expectativas.

Un directivo debe también afrontar y resolver problemas, debe saber definirlos, no quedarse únicamente con sus síntomas, sino ir al verdadero origen de los mismos, saber identificarlos, aislarlos, analizarlos, sacar conclusiones, ver y analizar posibilidades, definir y analizar posibles acciones terapéuticas, tomar decisiones, ponerlas en práctica, controlar su evolución, analizar las desviaciones, decidir las acciones correctivas necesarias, ponerlas en práctica, volver a controlar su evolución, etc., y así hasta lograr la segura resolución de dichos problemas.

Ya hemos dicho que un directivo debe conseguir la máxima rentabilidad en el momento presente, y debe asegurar beneficios futuros para la supervivencia de la empresa. Por tanto, debe actuar en todo momento con eficacia, esto es, centrado en el logro de las metas y objetivos marcados, y debe actuar igualmente con eficiencia, esto es, incurriendo en el menor consumo de recursos puestos a su disposición; debe buscar continuamente la maximización de la productividad y la mejora continua de su gestión.

Para ello, un directivo debe saber identificar y cuantificar los recursos necesarios que se precisarán para alcanzar estas metas y objetivos marcados. Los recursos son muy diversos; serán recursos humanos, materiales, tecnológicos, de tiempo, de localización, económicos, etc. Deberá precisarlos y cuantificarlos con mucho detalle, y deberá planificar cuidadosamente su empleo a lo largo del tiempo.