El capitán Alonso de Contreras (nacido en Madrid en 1582) fue uno de tantos soldados españoles que lucharon en Europa, Asia y América en diversas campañas y acciones; pero tuvo la buena idea de escribir su autobiografía, Discurso de mi vida, en un estilo tan rápido, sencillo y natural que el libro ha sido comparado, con razón, con la novela picaresca, entonces en auge en España. Lope de Vega admiró a este valiente soldado, y lo mantuvo durante unos meses, cuando atravesaba una de sus frecuentes penurias económicas. El libro está lleno de lances notables y de aventuras, como la toma de la Mahometa.

Tornose a enviar los dos galeones a Levante, donde hicimos increibles robos en la mar y en la tierra, pues tan bien afortunado era este virrey; saqueamos los almacenes que están en Alejandreta, puerto de mar, donde llegan todas las mercaderias que traen de la India portuguesa, por Babilonia y Alepo fue mucha la riqueza que trajimos. En el curso de estos viajes no dormía yo, porque tenía afición a la navegación, y siempre practicaba con los pilotos viéndoles cartear y haciéndome capaz de las tierras que andábamos, marcando puertos y cabos, lo que después me sirvió para hacer un <Derrotero> por todo el Levante, Morea, Anatolia, Caramania, Siria y África hasta llegar a Cabo Cantín, en el mar Océano...Embarqué , aventurero, como en el viaje pasado, y tomamos una ciudad llamada La Mahometa; fue de esta suerte.

Llegamos a vista de tierra la noche antes de que hiciéramos la empresa, y mandó el general que todos nos pusiésemos turbantes en la cabeza y desarbolaran los trinquetes; de suerte que pareciamos galeotos de Mataró Arraez y así lo creyeron ellos, enarbolando banderas y gallardetes turquescos, y con unos tamborilillos y charamolas tocaramos a su usanza; de esta manera llegamos a fondear muy cerca de tierra; la gente de la ciudad, que está en la misma lengua del agua, salió casi toda: niños mujeres y hombres; estaban preparados trescientos hombres al efecto, que no fueron perezosos en hacerlo, y con presteza embistieron contra la puerta y la ganaron, quedando presa; yo fui uno de los trescientos; cogimos todas las mujeres y niños y algunos hombres, porque huyeron muchos; entramos dentro y saqueamos, pero mala ropa, porque son pobres vagarinos. Embarcáronse setecientas almas y la mala ropa; vino luego socorro de más de tes mil moros a caballo y a pie; por lo cual dimos fuego a la ciudad y embarcamos. Nos costó tres caballeros y cinco soldados, que se perdieron por codiciosos; y volviéndonos a Malta contentos, gasté lo poquillo que había ganado, pues las quiracas (mozas del partido) de aquella tierra son tan hermosas y taimadas, que son dueñas de cuanto tienen los caballeros y soldados.

Bibliografía:
Alonso de Contreras.
Reportaje de la historia. Edit. Planeta.

Apasionante aquella época, en que las costas mediterráneas eran visitadas por otro tipo de turistas...