Nuestro compañero Atietam me ha dado una idea, que sugiero a todo el foro: narrar qué nos hizo a cada uno interesarnos (o engancharnos) por la mar.

En mi caso, fue la lectura de "Luiso", que era el libro que se estudiaba en 1º de Bachiller en la asignatura de Formación del Espíritu Nacional. El título del libro se cambió unos años después (creo que fue hacia 1960) por "María, matrícula de Bilbao".

Con este nombre se hizo una película, ese mismo año, actualmente difícil de encontrar, que reflejaba suficientemente bien el carácter marinero.

Me dio tan fuerte que, a los 14 años, empecé a hacer modelos navales (que todavía conservo), y pensé entrar en la Academia Naval de Marín. Mi padre me quitó la idea, y le estoy agradecido porque (ahora puedo decirlo) me encontré mejor personal y profesionalmente en lo que he hecho toda mi vida (poco relacionado con la mar)

Sin ninguna duda el mejor libro que jamas he leido ha sido "El motin del caine", si la pelicula es buena, que lo es, el libro supera en mucho a la pelicula, este libro, que lei muy joven, marco mi aficcion al mar y a la Armada, pero yo no he podido volverlo a leer porque no lo tengo y no lo he conseguido a pesar de encargarlo en algunas librerias.

https://www.buscalibros.cl/libro.php?libro=623781

El Motin Del Caine

escrito por Wouk, Herman
Editorial:
Bruguera. (1968)
Estado:
Usado
Libro Disponible
Precio: € 17,37    

Vienen otras ediciones (usados)

'

Mi afición nació, por que se estaba editando una colección de cromos de armas, precisamente el último era el del acorazado Bismarck, con el cual no me pude hacer nunca.


De ahí pasé a compra de los carros de combate de EKO, y me fui haciendo una pequeña colección, que por supuesto conservo. A los 12 años, salieron las primera publicaciones por fascículos, entre ellas y al mismo tiempo, la Segunda Guerra Mundial y la Crónica de la Guerra Civil Española, yo me decidí a comprar la primera, con aquellas 7 pesetas semanales, cuando fui un día al kiosco a comprar mi número, vi el de la Crónica de la Guerra Civil, y precisamente era la pérdida del acorazado España, le pegue una ojeada y la cabeza me empezó a dar vueltas, ya que no lograba entender como ese buque se había metido en un campo minado por sus propias fuerzas y encima el comandante, en vez de dar atrás, viró para salir de la zona, lo que efectivamente le produjo el tropezar con una que lo hundió irremisiblemente, perdiéndose un buque que aunque mermado de parte de su artillería, no dejaba de ser una pieza fundamental por la escasez de medios de los sublevados y ahí comenzó en serio mi búsqueda de la verdad.


No hay que decir, que de la 2ª G. M. lo que mas me gustaban eran los fascículos que daban datos de las campañas navales. Luego todo fue una rueda, pues me presentaron a don José Lledo, ya que en esa época ya tenía yo como una docena de maquetas de los kit de plástico, y don José ya tenía muchas más, así que empece a ir a su casa los domingos y de ahí don José me presento a don Alfredo Aguilera, pasando entonces a reuniones los sábados los tres y don José y yo los domingos por la mañana, bueno esos fueron mis comienzos, que como veréis fueron muy tempranos.


En el año 1978, monte la galera Real Francesa, que me dieron como segundo premio al presentar al navío británico Royal Sovering, y al presentar la galera, que tiene 105 centímetros de eslora, por 45 de manga (incluidos los remos) y 65 de altura, y la cual tuve que robar, por que el Ayuntamiento se la quería quedar para un futuro museo Marítimo de esta capital, pero con la ayuda de dos policías amigos la volví a cargar en mi coche y regreso sana y salva a mi casa. Luego de montar como unos 200 de ellos, sobre todo de la escala 1/700, me di cuenta que nunca tendría buqeus españoles, así que con la ayuda de fotos y medidas originales, me construí otros 40, pero estos todos españoles, y haciendo una pequeña historia de la navegación de España.


Así que la culpa de estar metido en este lío, fue el hundimiento del acorazado España 2º. En fin unos trazos de Historia personal.


Un cordial saludo.
.

En el día de hoy, viernes 13, y ya que ni soy supersticioso, y mucho menos anglosajón, desvelaré la razó por la que creo que me entró esta común afición que comparte con todos vosotros una persona que nació relativamente cerca del Cerro de los Angeles, alejado por tanto lo máximo del mar por cualquier lugar al que mirase y que sabía de su existencia porque las sardinas tenían que venir de algún sitio.

Probablemente unas revistas, creo que se llamaban Mundo o algo así, acumuladas en un trastero del pueblo y que relataban las andanzas del Graf Spee, para ellas en directo, cayeron en mis manos una quincena de años después, con unas buenas fotografías en blanco y negro que se quedaría grabadas en mi subsconsciente.

Años después la palabra "guerra", extensamente tratada en el Espasa llamó mi atención, en particular la batalla naval de Jutlandia y empezó e entrarme el gusanillo que esporádicamente me atacaba con mayor o menor intensidad en forma de lecturas o construcción de algún modelo, tanto en plástico como madera.

Mucho, pero mucho, más adelante la construcción de las "Baleares" me enganchó definitivamente y ya sin solución el día que contraté la conexión a la red.

Podía haberlo dicho de forma más simple pero hoy, con el sol entrando por la ventana, estoy algo barroco.

Un saludo

Antonio

Creo que intentar explicar por qué nos atrae el mar y subir a un barco es lo mismo que decir por qué nos sabe bien el azúcar, nos atrae la sal en la comida, nos gusta el cine o las buenas mozas.

La respuesta es porque estamos hechos de esa pasta y condición. Nada más y nada menos.

El mar y atreverse a surcarlo en un barquito, supone esa dosis de reto, de aventura, de emoción, que toda persona gusta de saborear en algún momento y ocasión en su vida.

Aunque le suponga arriesgar la vida. Porque aceptar el riesgo es mucho más fácil y sufrible que vivir sin riesgo. Porque estamos hechos de esa suerte y manera.
Va en la especie.

En Algeciras, a la edad de 9 años (1949), subí por primera vez a un barco. Mi padre era armador propietario de tres traiñas de pesca: “La Victoria”, el “María Pía” y “El Coyote”.

Recuerdo cuando muchas veces me permitió acompañarle al Bar “Sol y Mar”, en el puerto donde, muy temprano, después de la subasta en la lonja, se hacían “las partes” con los marineros…

Uno de aquellos días, el Patrón de Pesca del “La victoria”, me preguntó si me gustaría salir una noche a pescar… Aquello me entusiasmó tanto que, después de insistir dale que dale, mi padre al final accedió y me prometió: “la primera noche que tengamos mucha luna, saldremos”. Las noches buenas en la pesca de cerco, son las de “nocturno”, que así las llaman cuando no hay luna y la mar está obscura como boca de lobo.

Y salí a navegar. Recuerdo cada minuto de las 12 horas que pasé en la mar. No se me olvidará jamás el recuerdo del corto cabo que me pusieron a la cintura y firme a uno de los pasamanos del tambucho de motor. No se me olvidarán los recuerdos de aquella mar inmensa, su sonido, su movimiento, su olor…

Esa noche bebí el venenillo de la mar… y ahora, después de haber vivido de secano 60 años, como el Ave Fénix, se han movido las cenizas de la atracción al mar. No pasan ni quince días que, haga el tiempo que haga, mis ojos no contemplen extasiados las olas, y que mi piel se deje acariciar por los vientos impregnados de sal…

No pasan más de quince días sin que en cuerpo y alma viva la mar navegando en mi velero. Y conste que tengo que desplazarme 650 kilómetros desde Madrid hasta Almerimar. ¿Qué os puedo contar?