El Caza piratas sin complejos:

Me dicen los amigos hay que ver, Reverte, con esto del paisaje que tenemos y la que está cayendo, salimos a cabreo semanal con blasfemias en arameo, y hace tiempo que no cuentas ninguna de esas peripecias de la historia de España que dejabas caer por esta página, de marinos, conquistadores, aventureros y gente así, políticamente incorrecta, que a veces consuelan y hacen descansar de tanta basura parlamentaria y municipal, y tanta cagada de rata en el arroz.

Y como los amigos siempre tienen razón, o casi, y es verdad que hace tiempo no toco esa tecla, hoy vamos a ello. De todas formas, para no perder el pulso de la actualidad actual, quisiera recordar a un personaje que practicó la alianza de civilizaciones a su manera. Ya me dirán ustedes si viene a cuento, o no.


Se llamaba Antonio Barceló, Toni para los amigos. Como de costumbre, si hubiera sido francés, inglés o de cualquier otra parte, habría películas y novelazas con su biografía. Pero tuvo el infortunio de ser mallorquín, o sea, español. Con perdón. Que es una desgracia histórica como otra cualquiera.

El caso es que ese fulano es uno de mis marinos tragafuegos favoritos. Tengo su retrato enmarcado en mi casa, junto al de su colega de oficio Jorge Juan, y en el Museo Naval de Madrid hay un cuadro ante el que siempre me quito un sombrero imaginario: D. Antonio Barceló con su jabeque correo rinde a dos galeotas argelinas. Hijo de un marino comerciante y corsario, embarcó siendo niño en los barcos de su padre.

La primera fama la consiguió con sólo 19 años, en 1736, cuando ya navegaba como patrón del jabeque correo de Palma a Barcelona, y empezó a darse candela con los piratas norteafricanos que infestaban el Mediterráneo occidental. En aquellos tiempos, como no había telediarios donde hacer demagogia, a los piratas se les aplicaba directamente el artículo 14. Y Toni Barceló, que conocía el percal y no estaba para maneras de oenegé, lo aplicaba como nadie.

El ministro Moratinos y la ministra Chacón habrían hecho pocas ruedas de prensa con él. Prueba de ello es que, pese a ser marino mercante y no de la Real Armada –allí sólo podían ser oficiales y jefes los chicos de buena familia–, fue ascendiendo en ésta, con los años, de alférez de fragata a teniente general, a lo largo de una vida marinera bronca, azarosa y acuchilladora. Dicho de otra forma, a puros huevos.

Lástima, insisto, de película que, como tantas otras, en este país de cantamañanas nunca hicimos. Ni haremos. Barceló libró combates y abordajes de punta a punta del Mediterráneo. Combatió a los piratas y corsarios, e hizo él mismo la guerra de corso con resultados espectaculares.

Sin complejos. Su ascenso a teniente de navío lo consiguió por la captura al arma blanca de un jabeque argelino, que le costó dos heridas. Sólo entre 1762 y 1769 echó a pique 19 barcos piratas y corsarios norteafricanos, hizo 1.600 prisioneros y liberó a más de un millar de cautivos cristianos. Y menos de diez años después, sus jabeques, navegando pegados a tierra y jugándosela en las playas, impidieron que la expedición española contra Argel terminara en un desastre.

Eran tiempos poco favorables a la lírica, y lo de las fuerzas armadas españolas humanitarias marca Acme se la traía a Barceló, como a todos, bastante floja. Argelia era la Somalia de entonces, más o menos, y a los atuneros de entonces los protegió a su manera: en 1783 fue con una escuadra a Argel, disparó 7.000 cañonazos contra la ciudad e incendió 400 casas. Sin despeinarse.

También he dicho que era español, y eso tiene su pago de peaje. La envidia y la mala fe lo acompañaron toda su vida. Sus colegas de la Real Armada no podían verlo ni en pintura, y andaban locos por que se la pegara. No tuvo, como es natural, amigos entre sus pares. Ayudaba a eso su persona y carácter, poco inclinado a tocar cascabeles.

Era hombre rudo y de escasa educación ¬¬–sólo sabía escribir su nombre–, brusco de modales, sordo como una tapia por el ruido de los cañones. Tampoco era guapo, pues la cicatriz de un sablazo le cruzaba el careto de lado a lado. Gajes del oficio. Pero sus tripulaciones lo adoraban, peleaban por él como fieras y lo acompañaban, literalmente, a la misma boca del infierno.

Ganó honores y botines, rindió a enemigos, asombró al mismo rey, y mandó barcos y escuadras hasta los 75 años. Se retiró al fin a Mallorca, donde murió entre el respeto de todos. Fue uno de los poquísimos casos en que España no se comportó como ingrata madrastra, y agradeció los servicios prestados. Su fama fue tanta que en sus tiempos corrió en coplas una décima famosa, a él dedicada, que concluía: «Va como debe ir vestido / fía poco en el hablar / mas si llega a pelear / siempre será lo que ha sido».

Imaginen lo que se habría reído viendo lo de Somalia en el telediario, y a los piratas en la Audiencia Nacional.

Arturo Perez Reverte (09/09/09)


Un saludo

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Amigo atietam


Pues no dice mucho más, que lo que mi humilde persona dice del matamoros señor Toni en su biografía. Eso sí, don Arturo es Académico y yo no llego ni a escribiente.


Esa biografía me la pidio encarecidamente el Web master de la página de todoababor, se la compuse en una semana y desde entonces es la más vista y leída, también está en este nuestro Ágora, en nuestra Bitácora y ahora en nuestra página Web.


Pero vamos, que es él solo, un tal Blas de Lezo con su buque (no recuerdo que era) persiguiendo al navío capitana de Argel, se metió debajo de su propia fortaleza y la apresó al abordaje, dando a diestro y siniestro, repartiendo leña para dos años a los mismos argelinos en su propio puerto y capital.


Y una cosa, para mi quizás la mas importante del capitán Toni, fue la invención contra viento y marea de las lanchas cañoneras y obuseras, que esas son las que en el año de 1783 en nueve ataques, destruyeron casi la ciudad. Ese es una gran mérito que casi todos olvidan, ya que a partir de ahí las lanchas les dieron pavor a los britis, nos pidieron copia los franceses, y al final unos tal URSS las copiaron ya en el siglo XX como Osa y Komar, con sus misiles, pero nadie recuerda que la idea de un buque pequeño y bien armado, podría ofender a los grandes navíos y hacerles tener miedo de ellas fue de un español. Algo parecido ocurrió siglos después, cuando los submarinos asustaron a los grandes acorazados, pero eso ya es otra Historia.


Un abrazo.
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Amigos:

No olvidemos que la asuncion, por parte de la sociedad general de los conceptos de humanitarismo, solidaridad, etc ....... son actuales. Los doy por bienvenidos, en aras del modernismo, aunque, como en todo lo demas, en su justa medida. No quisiera provocar una discusion filosofica, sobre el peso o medida justa de tan nobles conceptos o sobre si se adoptan como una forma esnobismo o con sinceridad. Por lo que abandono esta disquisicion y sigo.

Piratas hubo, y piratas habrá. Más, si el negocio, demuestra, como lo está haciendo, ser rentable. Ya conocimos esta época antes. En el Caribe, en la ruta de Filipinas y, por supuesto, en el Mediterraneo. A base de fuego y fuerza, se acabó con aquellos piratas, y ni siquiera Inglaterra, experta en sacar partido de todo, obtuvo rentabilidad de asociaciones pirateriles. Al final, todos contra ellos, y punto.
El miedo a perder poder, no es una novedad de nuestros tiempos. Pero un nuevo miedo, ha nacido de esta sociedad comodona y cobarde. El miedo a ser "politicamente incorrecto", el más eficaz metodo de autocensura jamas inventado.
Si nuestros barcos no pueden navegar libremente por los mares de Dios, y digo de Dios. Es la obligacion de nuestros gobernantes poner todos los medios a su disposicion, que para eso los tenemos y pagamos, y garantizar la libre navegacion, sin amenazas, de los buques de su bandera. No es una opcion, sino un deber.
La cobardia, la zacateria, el miedo puro y llano, solo nos conduciran, al ridiculo y a la ruina.

En resumen, a los piratas, ! leña ¡

Saludos

Conclusión:

Al pirata y al gorrión, con polvora y perdigón.

Aunque un servidor prefiera la posta lobera.

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En la parte de España donde nací y he vivido toda mi vida, aun hay un refrán que se dice de parte de esa época.


Cuando alguien quiere contarte algo en "secreto" siempre mira a su alrededor y dice: ¡No hay moros en la costa!


Y entonces te la cuenta.


Bendita España, ¡que mal te quieren algunos (mucho) españoles!.


Un abrazo.
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