La corredera de barquilla.

Según un artículo de la revista M.I. nº 34, la corredera de barquilla era un instrumento de navegación destinado a medir la velocidad del buque en los tiempos en que se navegaba a vela, como los barcos que surcaron el Atlántico en el periodo colonial.

Se trataba de una simple pieza triangular de madera, lastrada con un plomo en su borde inferior para que flotase vertical en el agua y amarrada a una cuerda recogida en un rodillo con un nudo cada 15,432 m. Un reloj de arena de 30” completaba el equipo.

Cuando se quería medir la velocidad, el marinero echaba la corredera por la popa y dejaba deslizar la primera parte de la cuerda para que se estabilizara en el agua. Al sentir el primer nudo gritaba”¡listo!”, era entonces cuando el reloj de arena comenzaba a medir el tiempo, mientras se iban contando los nudos que se deslizaban con la cuerda a medida que el buque avanzaba. En el momento en que acababa de bajar toda la arena del reloj se cantaba “¡marca!”. La cantidad de nudos contados en esos treinta segundos era equivalente a la cantidad de millas marinas navegadas por hora.

De este método quedo el nombre de "nudo" como medida de la velocidad.

Los instrumentos de principios sencillos se vengan de nosotros al intentar calibrarlos en su construcción. Si nos planteásemos que capacidad de reproducibilidad tenían esos instrumentos, deberíamos de considerar la resistencia del hilo en su arrastre, la resistencia del carrete que lleva la cuerda y la calibración de las ampolletas de 30 segundos.

Con mi reloj digital calibro de perlas una ampolleta de arenilla, pero en aquel entonces, no era muy fácil, ya que había que tomar como referencia otras a su vez calibradas por otras. Pero calibrar los primeros 30 segundos no es fácil ni mucho menos.

Luego el grado de precisión de las medidas era, lógicamente, pequeño y poco reproducible. Una aproximación casi como medir a palmos.

Gracias por el aporte.

Nuestro querido Espaldar siempre hace una aguda reflexión sobre las cosas, que nos hacen pensar.

Claro que la precisión en la medida es función de la necesidad en la realización de una obra. Los albañiles y carpinteros, miden en centímetros, los mecánicos en milímetros, en décimas, en micras... y como en el dicho popular: "En agricultura, un metro no es holgura".

Por otra parte, medir a palmos no es tan burdo como parece, yo a veces lo hago para tanteos, cuando no tengo metro, pues mi palmo mide exactamente 20 cm. y a veces te sorprenden los resultados.

Las pulgadas, los pies, y los codos de los antiguos también eran de una precisión relativa. Pero a ellos les sirvieron perfectamente y nosotros somos herederos de los viejos sistemas.

Lo que se aprecia siempre, es el ingenio humano y el poder del continuo perfeccionamiento de sus herramientas y obras.

Saludos

Las medidas de codos, pies, etc, las llevaban a una vara de patrón de referencia y desde allí un conjunto de pesos y medidas muy antiguo servía de base de comparación.

Pero Bemaro ha señalado un hecho humano interesante y es su capacidad de cierta precisión de medidas usando como referencia su propia representación mental. Ello permitía a los constructores antiguos hacer enormes obras y construcciones navales sin planos de dibujo previo. De hecho, el dibujo industrial es prácticamente una herramienta que nace en el siglo XVIII, habiendo antes que eso en el mejor de los casos bosquejos que en el caso de Da Vinci son bellos bosquejos, pero no todavía auténticos dibujos industriales.

De galeones concebidos en la cabeza y llevados a la construcción mediante medidas mentales se colonizó América, pero no nos han quedado los planos simplemente porque no los había.

Saludos

Para mi una de las claves del progreso tecnológico ha sido la capacidad de medir cualquier parámetro con una gran precisión y que esa medida sea entendible por cualquiera, bien por usar un mismo patrón o la capacidad de transformarlo sin perder esa precisión.

Saludos.