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GALOIS (
1811-1832)
Evariste Galois no tuvo, hasta la edad de 12 años, más maestro que su madre. Fue un niño cariñoso y más bien serio. Aunque todo esto cambió en cuanto fue objeto de una mezquina persecución y de una estúpida incomprensión, no por parte de sus padres, sino de sus maestros.
En 1823, teniendo 12 años,
Galois ingresó en el liceo
Louis le Grand en
París. Su interés por la literatura y por los clásicos fue decayendo paulatinamente. En compensación, la espléndida
Geometría de
Legendre abrió su camino hacia las matemáticas.
Galois leyó la
Geometría desde el principio al fin tan fácilmente como otros muchachos leen una aventura de piratas. Para aprender
álgebra,
Galois se dirigió directamente al gran maestro de la época,
Lagrange. Más tarde leyó las obras de
Abel.
El muchacho de 14 años absorbía sin dificultad las obras maestras del
análisis algebraico dirigidas a matemáticos profesionales maduros: Las memorias sobre la
resolución numérica de las ecuaciones, la
teoría de funciones analíticas y el
cálculo de funciones.
A los 16 años, sin preparación, se presentó a los exámenes de ingreso en la
Escuela Politécnica.
Galois fracasó. No obstante,
Louis-Paul-Êmile Richard (1795-1849), maestro de
Matemáticas especiales en el colegio
Louis le Grand reconoció inmediatamente que el joven que había caído en sus manos era <<
el Abel de Francia>>.
El principal matemático francés de la época era
Cauchy, profesor de la
Escuela Politécnica. De ordinario era un juez rápido y justo, pero algunas veces cometió errores.
A la indiferencia de
Cauchy la Matemática debe dos de los más grandes desastres de su historia: El desprecio por
Galois y el ruin tratamiento concedido a
Abel. De lo último
Cauchy tan sólo es culpable en parte, pero
su responsabilidad es única en el caso de Galois.
Cuando
Galois tenía 18 años, por segunda vez se presentó a los exámenes de ingreso en la
Politécnica, y hombres que no eran dignos de afilar sus lápices iban a ser sus jueces.
Galois fracasó de nuevo y, viendo derrumbado su sueño de ingresar en la
Escuela Politécnica, regresó a la escuela para seguir la carrera de maestro.
Acuciado por problemas económicos, por entonces, anunció una clase particular de
Álgebra Superior, que tendría lugar una vez por semana. Tenía entonces 19 años y este matemático creador de primera categoría anunciaba lecciones que no encontrarían oyentes. El curso iba a abarcar <<
una nueva teoría de las imaginarias>> (la que ahora se conoce como la
teoría de las imaginarias de Galois, de gran importancia en
Álgebra y en
teoría de números),
la resolución de las ecuaciones por radicales y
la teoría de números y funciones elípticas tratadas por Álgebra pura.
Al no encontrar discípulos,
Galois abandonó temporalmente la Matemática, e ingresó en el cuerpo de artillería de la
Guardia Nacional, implicándose cada vez más en asuntos de la política.
No se sabe claramente lo que ocurrió el 29 de mayo de 1832.
Galois fue perseguido por los numerosos enemigos políticos que se había creado por entonces y que querían impulsarle a la lucha. De una forma u otra, se las arreglaron para hacerle caer en un lance de honor.
Aquella noche, empleó las horas que pasaban rápidamente en escribir febrilmente su última voluntad científica y su testamento, añadiendo, en su lucha contra el tiempo, algunas de las grandes ideas que su cerebro albergaba, antes de que la muerte, que preveía, las borrara.
De cuando en cuando, suspendía la lectura para garrapatear en el margen del papel
<<...no tengo tiempo, no tengo tiempo...>> y luego seguía planteando nuevos problemas.
Lo que escribió en estas últimas y desesperadas horas antes de alumbrar la aurora,
ha mantenido atareados durante décadas a varias generaciones de matemáticos. A la mañana siguiente, en el curso de un duelo, recibió un tiro de pistola en el abdomen, a resultas del cual, falleció, horas después.
Mientras aún era un adolescente, fue
capaz de determinar la condición necesaria y suficiente para que un polinomio pueda ser resuelto por radicales, dando una solución a un problema que había permanecido insoluble durante muchos años.
Su monumento permanente consiste en sus obras, que llenan
sesenta páginas.
Su trabajo ofreció las bases para la teoría que lleva su nombre, rama principal del
álgebra abstracta.
Galois fue el primero en utilizar el término
grupo en un contexto matemático.
La
Escuela Politécnica, el objetivo de sus sueños de adolescente, le cerró obstinadamente sus puertas. En desagravio, el
Panteón de la Matemática y la
Posteridad le abrieron las suyas. En el primero, su nombre brilla con fuerza y, la segunda, le honra como uno de los más grandes y geniales matemáticos que jamás han existido.