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 Teoría de Juegos y Toma Decisiones: 4.Primeros Conceptos III 
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Capitán de Navío
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Nuevo mensaje Teoría de Juegos y Toma Decisiones: 4.Primeros Conceptos III
Una amenaza es una regla de respuesta que castiga a quienes no cooperan con uno. No debemos olvidar que las jugadas estratégicas conllevan dos elementos característicos: el plan de acción, es decir, “lo que se va a hacer”, la explicitación de la regla; y el compromiso del que lo emite, que otorga o no credibilidad al plan. ¿Qué pasaría si tanto el sheriff como Lachance no fueran capaces de dar credibilidad a sus comportamiento frente al grupo opositor, tal como hemos visto anteriormente?

Quizás es cierto que sí sean capaces de poder consumar la amenaza llegado el caso, pero desgraciadamente ésta tendrá que consumarse, efectivamente, ya que los demás al no creerla, seguirán adelante. Y con ello todos perderán al final. ¿No es cierto que la mujer del César debe, no sólo ser pura, sino también parecerlo, como dijimos anteriormente?

Por tanto, llegados a este punto, vemos que un elemento absolutamente significativo aparece con especial consistencia e importancia, desde la perspectiva psicológica. La relevancia del poder de convicción de la persona que realiza la jugada estratégica. ¡Debe hacer creíble su postura!

Y ello nos lleva a otra cuestión. Puede darse la paradoja que seamos capaces de llevar a cabo la amenaza que estamos lanzando, y al final tener que realizarla porque no nos creyeron capaces de hacerlo, y que, por otro lado, no seamos capaces de hacerla pero sin embargo si somos capaces de hacérselo creer a los demás. Como tantas veces en la vida, importan más las apariencias que las realidades, esto es, importa más que la mujer del César parezca pura a que realmente lo sea. Puede no serlo, pero ello no importaría si pareciese que sí lo es.

Por tanto, importará más lo que hagamos creer a los demás que somos capaces de hacer, de que efectivamente seamos capaces o no de hacerlo. Esto no importará ni en un sentido ni en otro; lo que importará será que tengamos la capacidad para hacerlo creer.

En el contexto de la negociación, la capacidad de convencer al interlocutor juega un papel crucial, que va más allá del propio “tablero de juego”, para influir en la toma de decisiones del adversario sobre las alternativas propuestas. Un análisis detenido de los factores que influyen en la capacidad de convicción de las personas es, en este sentido, una herramienta de indudable valor en todos estos procesos.

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Comandante del navío: Nuestra Señora de Begoña R. O. del 6 de abril de 2010.

Nuestra mayor gloria no está en no caer nunca, sino en levantarnos cada vez que caemos (Confucio).

No preguntes lo que tu país puede hacer por ti; pregunta lo que tú puedes hacer por tu país (John F. Kennedy).

Si llegas a saber que mi navío ha sido hecho prisionero, di que he muerto (Brigadier Cosme Damián Churruca y Elorza).


02 Abr 2010 19:56
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Nuevo mensaje Re: Teoría de Juegos y Toma de Decisiones.Primeros Conceptos III
En el 20 Congreso del PCUS, Nikita Kruschev derribó finalmente la imagen y el estilo de Stalin. Atacó duramente a su predecesor, y propugnó hacer desaparecer todo vestigio de sus años de dictadura, fueran elementos materiales o fuera en la memoria colectiva del pueblo. No deseaba dejarle ni siquiera el reconocimiento de su participación en la defensa de la integridad de la URSS durante la II Guerra Mundial.

Su discurso fue muy duro, sin resquicio alguno. De pronto, cuando casi hubo terminado, una voz anónima, desde el fondo de las asientos, le preguntó que qué es lo que él había estado haciendo mientras Stalin estaba gobernando. Kruschev paró en seco su discurso, miró fijamente hacia el lugar de donde había partido dicha voz, y preguntó en tono seco y desabrido quien había hablado así, que se manifestase y se descubriese ante todos.

Transcurridos unos tensos e interminables minutos, y ante el silencio tan atronador que se impuso en la enorme sala, Kruschev, ya en otro tono de voz bien distinto, afirmó que: “Señores, esto es precisamente lo mismo que yo hice durante los años de gobierno de Joseph Stalin”.

En definitiva, nos encontramos con quién le pone el cascabel al gato, con quién es el primero en actuar. Nos encontramos con el dilema del sheriff y del pelotón del linchamiento, de comparar la posible ganancia, denunciar la tiranía, contra el posible coste (y sabemos el coste que hubiera representado enfrentarse a Stalin; al fin y al cabo, lo que sí sabían todos era de lo que éste era capaz de hacer).

Es lo mismo que ocurre en un secuestro de un grupo, por ejemplo, de un avión. ¿Cómo es posible que unos pocos dominen a un grupo mucho más numeroso, quienes con el coste de unas vidas pueden hacerse con el grupo secuestrador y detener así de inmediato el secuestro? Sencillamente, porque cada uno de los secuestrados se pregunta sobre su coste personal, su riesgo, que no es sino su propia vida, frente a la ganancia que supone hacer frente y dominar a los secuestradores y terminar con el secuestro, algo que individualmente puede representar bien poco para el secuestrado si lo compara con el riesgo de pérdida de su vida. Por ello, decide quedarse quieto, no hacer nada, y si es posible, pasar lo mejor desapercibido que pueda, esperando que vayan transcurriendo los acontecimientos.

Otra cosa bien distinta es que el objetivo del secuestro sea él mismo. En este caso hay un cambio dramático en las prioridades, donde el riesgo de perder la vida al intentar escapar puede ser menor que el riesgo de tener que afrontar las consecuencias de tener que pagar el secuestro o bien de no poder hacerlo. Así, en el caso de saber que no puede atender las demandas de los secuestradores, o bien de que aún atendiéndolas ello no signifique al final gran cosa, tenga que asumir la certeza de su muerte. En este caso, se enfrenta con la certeza de muerte en el caso de que se quede sin hacer nada, frente a la posibilidad de muerte en caso de que se enfrente a los secuestradores o intente escapar. Y entre una certeza y una posibilidad, se decanta por esta última.

Un apunte inicial sobre el tratamiento y el intento de minimización del riesgo supone reflexionar sobre la capacidad humana para controlar los impulsos ante situaciones de presión. La decisión en la Teoría de Juegos incorpora, en la realidad, un claro componente de estrés encaminado a la toma de decisiones para actuar con eficacia y eficiencia. El control mental del jugador juega, en este sentido, un papel crítico a la hora de sopesar tanto cuáles son las estrategias válidas, como cuáles son las consecuencias si son elegidas, como, finalmente, cuál es la dominante, si es que existe y cómo ésta le puede afectar y hacerle modificar su estrategia y comportamientos finalmente elegidos.

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02 Abr 2010 19:56
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Nuevo mensaje Re: Teoría de Juegos y Toma de Decisiones.Primeros Conceptos III
Pero esto encierra también unas trampas ingeniosas. Por ejemplo, trasladémonos a la época de la guerra fría. Imaginemos por un instante que estamos en el Comando Central de decisiones de la NATO. En ese momento nos informan que se ha declarado un pavoroso incendio en un barrio del Berlín Oeste, un incendio que se va propagando rápidamente y que los bomberos del Berlín occidental no pueden atajar. Entran bomberos de Berlín Este para ayudar a sus compañeros occidentales.

¿Qué tenemos que hacer? Nos enfrentamos ante un dilema: declaramos la guerra por una invasión de “fuerzas” de Alemania Oriental, o bien no hacemos nada, y dejamos a los bomberos de uno y otro lado cumplir con su tarea, y tratar de sofocar el incendio. Como vemos, el dilema nos pone delante de una respuesta desmesurada, la declaración de guerra, frente a una acción muy contenida, la entrada de unos bomberos para auxiliar a sus compañeros en las labores de control de un incendio. Por tanto, decidimos que no hay motivo para una declaración de guerra.

Sin embargo, el incendio sigue su curso y continúa devastando todo un barrio de Berlín Oeste. Empiezan los desórdenes y la policía occidental tiene que intervenir, ya que empiezan a aparecer los saqueos. Como el área a controlar es tan extensa, la policía occidental se empieza a ver incapaz para ejercer dicho control. Por ello, unidades de la policía de Berlín Este hacen su entrada en la parte occidental de la capital, y tratar así de ayudar a sus compañeros occidentales.

Nos encontramos nuevamente con el mismo dilema. ¿Declaramos la guerra por considerar que hay una “invasión de fuerzas” de Berlín Oriental, o bien dejamos que estos profesionales hagan su trabajo? El dilema vuelve a ser el mismo: una reacción, la nuestra, la declaración de guerra entre las dos superpotencias, que puede ser considerada desmesurada, sobre todo teniendo en cuenta el riesgo de guerra nuclear, frente a la acción que la provoca, la entrada de unidades de policía orientales en la parte occidental de la ciudad para auxiliar a sus compañeros en el control de graves desórdenes habidos como consecuencia de un incendio pavoroso que sigue sin ser del todo controlado por las fuerzas del orden del Berlín Occidental.

Y ello, además, no lo olvidemos, dentro de un cuadro de colaboración ya preestablecido en el que otras unidades de Berlín Este, los bomberos, ya están actuando; es decir, que ya hay un precedente. Por tanto, si a los bomberos ya les estamos dejando actuar, y esto es en sí un hecho consumado, la nueva situación es un paso más, pequeño, muy pequeño como para declarar una guerra.

El dilema nos presenta una certeza y una posibilidad, como en la etapa anterior, la de los bomberos. La certeza es que si declaramos la guerra, habrá con toda seguridad guerra. la otra alternativa es que si no hacemos nada, y dejamos hacer a bomberos y policías, éstos pueden controlar el incendio y los desórdenes, y volver después a sus casas. Por tanto, nos decantamos por la segunda opción, y no hacemos nada.

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02 Abr 2010 19:57
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Nuevo mensaje Re: Teoría de Juegos y Toma de Decisiones.Primeros Conceptos III
Pero, como decía John F. Kennedy en la crisis de los misiles de Cuba, las cosas seguirán empeorando antes de que empiecen a mejorar. El incendio no ha podido todavía ser controlado, y están viéndose afectados otros barrios vecinos, por lo que el área que está implicada se ha visto significativamente incrementada. Además, los desórdenes están yendo a más, los saqueos ya han alcanzado una especial gravedad, y empiezan grupos armados de saqueadores muy organizados a enfrentarse a tiros a las fuerzas del orden, que empiezan a verse desbordadas por los acontecimientos.

Por ello, deben actuar unidades militares de Berlín Occidental en apoyo de la policía. Pero las cosas siguen empeorando, y empiezan a verse asimismo desbordadas dichas unidades. Empieza a aparecer el caos. En esos momentos hacen su aparición, como venidos del cielo, unidades militares de Alemania Oriental, que empiezan a actuar en apoyo y cobertura de las unidades occidentales. Y parece que el control de la ciudad y del propio incendio empieza a hacer su aparición.

Nuevamente, ¿qué debemos hacer? ¿Debemos declarar la guerra por invasión del suelo occidental de Berlín? o bien, ¿debemos dejar que esta gente haga su trabajo y se consiga por fin controlar el incendio y los saqueos, restituyendo el orden en los barrios afectados?

Y otra vez con el consabido dilema, sabiendo que una decisión nos lleva a la misma certeza de antes, la declaración de guerra, probablemente nuclear, de consecuencias gravísimas e irreversibles, y la otra a una posibilidad, la de que todo se acabe de una vez, y cada uno vuelva a su casa después de una durísima jornada, sin que haya pasado nada más. Y nuevamente nos encontramos en nuestra toma de decisión con la misma desproporcionalidad, la de una declaración de guerra de las dos superpotencias frente a la nueva situación, que es la entrada de efectivos militares para ayudar a sus compañeros occidentales en el control de una situación gravísima y conseguir la vuelta a la normalidad. Y debemos tener en cuenta que ya existen otras unidades orientales actuando en nuestro suelo, los bomberos y la policía. Es decir, que hay más precedentes.

Y así, ¿hasta cuando? ¿Dónde está el límite? Como hemos visto, todo el proceso se ha visto dividido en varias etapas, en cada una de las cuales nos hemos encontrado con una enorme disparidad entre una de las posibles decisiones a tomar, la declaración de guerra, que es algo definitivo, y por otro lado la posible causa de la misma (la entrada de bomberos para ayudar a sofocar un pavoroso incendio que se va propagando por toda la ciudad; la entrada de unidades de policía para ayudar a controlar los desmanes que se están produciendo y extendiendo por toda la ciudad; la entrada de algunas unidades del ejército para ayudar a evitar los saqueos y los enfrentamientos con unidades organizadas de delincuentes armados que están superando a las unidades de policía, y tratar de restituir de nuevo el orden).

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02 Abr 2010 19:58
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Nuevo mensaje Re: Teoría de Juegos y Toma de Decisiones.Primeros Conceptos III
Como podemos ver, nos encontramos con una escalada de los sucesos en el que el nuevo peldaño es significativamente muy pequeño en comparación con una de las posibles consecuencias, la guerra. Sin embargo, en el fondo estaríamos admitiendo que unidades del ejército de la Alemania Oriental estuvieran en Berlín Oeste actuando y disparando contra ciudadanos occidentales. Porque en el fondo esto es lo que estaría ocurriendo.

Si ésta hubiera sido la primera etapa, casi con seguridad no habríamos dudado y habríamos declarado la guerra. Sin embargo, hemos llegado a esta situación de manera escalonada, en pequeños pasos, tan pequeños que cada uno de ellos no ha tenido consecuencias tan graves. Es una estrategia con la que hay que tener especial cuidado, porque al final nos encontramos con una situación, que es la suma de todas las etapas anteriores, en la que de haberse producido de golpe, no habríamos dudado en nuestra decisión. Pero ésta ha cambiado por la forma en que han tenido lugar los acontecimientos, ¿o por la forma en que nos los han querido presentar?

Ésta es un táctica que desde muy antiguo ha sido del gusto de los comités de empresa. Aquí el escalonamiento era paralelo al ejemplo que hemos visto: una pequeña concesión más para cerrar el acuerdo, y así evitar el conflicto laboral, conflicto que bien puede desembocar en una huelga, de consecuencias graves. Pero cuando se dice que sí, porque asumir esta pequeña concesión es de mucho menor valor que la casi certeza de tener que enfrentarse a un conflicto laboral, nos encontramos con otra pequeña concesión que se pide, a su vez, de mucho menor valor que las consecuencias de dicho conflicto.

Llegados a este punto debemos considerar que ya no es ésta pequeña concesión la que tenemos que valorar sino la suma de las pequeñas concesiones que se nos van presentando. Desgraciadamente, esta forma de razonar no se presenta con frecuencia. Lo que solemos hacer, nuestro modelo de razonamiento con el que nos enfrentamos al problema, es ver en cada momento la nueva concesión, el nuevo peldaño en la escalada, y compararlo con la alternativa del conflicto laboral o de la guerra nuclear, como hemos visto en los dos ejemplos que hemos puesto.

Nos estamos engañando a nosotros mismos, pero a la vez, lo que es mucho peor, estamos perdiendo no sólo nuestro posicionamiento, sino también nuestras posibilidades de alcanzar un acuerdo o una situación favorable a nuestros intereses. Además estamos creando precedentes, y desde luego, dando pistas al adversario de qué material estamos hechos, de puntos débiles que tenemos, y de precedentes que puedan emplear contra nosotros en el futuro, en la negociación del siguiente convenio colectivo, por ejemplo.

Las situaciones en las que los sujetos se enfrentan al dilema certeza – posibilidad, se encuentran en la vida cotidiana con mucha frecuencia. En el comportamiento de las personas que participan, existen siempre puntos comunes. Por un lado, quien toma la iniciativa ejerce dos tipos de influencia: una, aparentemente reparadora, como puede ser la posibilidad de solucionar algún tipo de conflicto, ante la incapacidad de hacerle frente por parte del adversario. Por otro lado, una influencia psicológica, a saber, la presión sobre el oponente, que ve cómo aquél invade su territorio progresivamente.

Tal interacción aparece, por ejemplo, en el ámbito laboral, cuando alguien siente, progresivamente, la intromisión de un recién llegado colega de proyecto que va copando pequeñas pero crecientes “parcelas de poder”, sin que podamos hacer nada. El resultado es que, a medida, que el adversario avanza y logra pequeñas victorias, nos vamos sintiendo cada vez menos libres y más obligados por la situación. Nos está haciendo lo mismo, una táctica de escalonamiento progresivo según la cual cada pequeña victoria que consigue, o cada pequeño escalón que escala, no es suficiente para desencadenar una franca batalla, o siquiera para poner sobre aviso acerca de su manera de actuar. Y así, poco a poco, va logrando escalar posiciones, y afianzarse.

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Estas escaladas plantean a menudo, y de manera creciente, conforme se desarrolla el proceso, el dilema de o bien dejar de cooperar, o bien continuar permitiendo que el adversario siga realizando su acción sobre el “juego”. A menudo la tensión (técnicamente, la ansiedad o el estrés) que genera tal situación, obnubila la capacidad de pensar estratégicamente y reaccionar en cada momento conforme a las reglas de la razón, dejando abierta la posibilidad de errar y optar por la estrategia menos adecuada.

Por todo ello, es fundamental mantener a lo largo del desarrollo del “juego”, el consiguiente equilibrio y control emocional que nos permita realizar un análisis lógico de cada nivel de decisión.

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02 Abr 2010 20:00
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Traducción al español por Huan Manwë para phpbb-es.com