¡Muy buenas noches a todos!
Os mando unas notas que he ido recopilando sobre un hombre y una bandera. La bandera de combate del "Vizcaya" y del tercer Condestable D. Francisco Zaragoza Such.
Historia de una bandera, y de un condestable, D. Francisco Zaragoza y Such (*1875 +1898).
“…Yo no dejo morir a ese hombre..” y lanzóse al agua. Al sentirse morir, pide un trocito de la bandera española para expirar abrazado a ella. (0).
Natural de Benidorm, nació en 1875. Suboficial de Artillería, del Cuerpo de Condestables, falleció a bordo del crucero “Vizcaya”, el 3 de julio de 1898, en la batalla de Santiago de Cuba. Sus restos, fueron amortajados con la bandera de España. Desde 1924, la Armada española, ha venido alistando un buque auxiliar con su nombre. (1).
Del resultado de una entrevista con un marinero, bajo la pregunta si recordaba algo saliente del día del combate, el diario “El Cantábrico” de Santander, publicó con referencia a los momentos en que el Condestable del “Vizcaya”, D. Francisco Zaragoza Such, ya había resultado herido y de gravedad, el comportamiento heroico de este hombre, el cual, fue dado a conocer a la opinión pública de la forma siguiente: (textual). (2).
“…Si, señor, el condestable del “Vizcaya” D. Francisco Zaragoza, con todo el vientre destrozado y el pecho abierto por un casco de granada, seguía luchando desesperadamente, y cuando ya tenía las fuerzas agotadas, pedía por Dios a un guardia marina que le pegase un tiro y que lo arrojasen al mar envuelto en la bandera de España.
De hecho, la forma en que cayó el tercer Condestable del “Vizcaya”, D. Francisco Zaragoza y Such, según una nota recibida en el Ministerio de Marina, decía lo siguiente entre otros: (3).
“…Rasgos de valor. En el Ministerio de Marina se han recibido las siguientes noticias de hechos y rasgos de valor y patriotismo llevados a cabo con motivo del combate desastrosos de Santiago de Cuba.
José Casado, tercer contramaestre del crucero “Infanta María Teresa. Se distinguió mucho y con gran valor en la conducción de heridos para salvarlos. Salvó a un herido, a un cabo de mar llamado Ricardo Bellas, dejado a bordo por muerto, el cual pedía socorro cuando se habían retirado los botes americanos, antes de que llegara el “Harward”, en ocasión en que se sucedían las explosiones y el fuego había ganado todo el barco. El salvamento lo hizo yendo a nado a bordo y volviendo con el herido.
José María Arnoso, marinero del “Teresa”. Cogió un proyectil que cayó en la toldilla y lo arrojó al agua antes de estallar.
José Zaragoza, tercer condestable del “Vizcaya”. Murió como un héroe, destrozado, dando ¡vivas! a España, y pidió un pedazo de la bandera de combate para que le sirviera de mortaja.
Ricardo Orjates, tercer condestable del “Vizcaya”. Arrojó al agua dos granadas que cayeron cerca de él. La gente le vitoreó una de esas veces y su comandante le felicitó públicamente y estrechó su mano.
José Ramón Pajares, soldado del “Vizcaya”. Heroico encargado del cañón núm. 4 de 14 cms, cuya pieza fue cubierta tres veces consecutivas. Nunca abandonó su puesto.
D. Manuel López Otero, tercer maquinista del “Oquendo”. Después de estar todo el mundo en cubierta, menudeando las explosiones, bajó a la máquina y abrió las válvulas de seguridad…”
Sobre los hechos del trozo de la bandera de España que solicitaba D.Francisco Zaragoza, al parecer, se salvaron en parte debido a esta gesta protagonizada por el citado condestable. De hecho, sobre estas reliquias, en la revista “La Ilustración Española y Americana del 8 de enero de 1899”, se escribía (textual) (4), bajo el título “…Trozos de la Bandera de Combate del Crucero Vizcaya…”, pergamino que se puede ver en la página 16 de dicha revista.
“…El trabajo caligráfico del cuadro en que están colocados los trozos de la bandera del crucero Vizcaya sirve de auténtica a la interesante reliquia. Nuestros lectores verán en su inscripción lo que el capellán del vapor certifica, él que asistió a la triste jornada y encaminó al cielo las almas de los que en tan tremendo día murieron como cristianos y caballeros.
El cuadro fue enviado a una ilustre persona, cuya modestia nos veda publicar su nombre, y a cuya bondad tenemos la reproducción fotográfica con la siguiente carta:
Excmo. Sr. D……
Yo, que deseo con todo mi corazón la prosperidad de mi querida España, quisiera no se olvidasen jamás las causas de la tremenda catástrofe de 3 de Julio último en aguas de Santiago de Cuba, ni el heroísmo de cientos de marinos que murieron serenos, en lucha diez veces desigual, por amor a su Patria, vitoreando a su nación, a su Rey y a su bandera.
Parte de esta Excmo. Sr., se salvó de las llamas por un rasgo de ternísimo amor del tercer condestable Zaragoza: herido gravísimamente, pidió con lágrimas en sus ojos se le vendasen con la gloriosa enseña las heridas causantes de su muerte. De ella, pues, le envío dos pequeños residuos, teniendo la satisfacción de asegurar a V.E. que fue defendida hasta el último momento con heroísmo y entusiasmo sin par por todos los tripulantes del “Vizcaya”, y, cual había prometido el dignísimo comandante que la recibiera de la Diputación de Vizcaya, se utilizó para envolver los cuerpos y restañar la sangre de sus valerosos y heroicos defensores.
Conocido su amor y entusiasmo, en mejores manos no pueden caer esas pequeñas reliquias, que tantos sentimientos nobles y tanta significación encierran. Al enseñarla, publique V.E. que cien murieron bendiciéndola, y los sobrevivientes estaban dispuestos a imitarlos.
Queda de V.E. muy obligado servidor, q.b.s.m.- Matías Biesa, presbítero…”
Joaquin M. Lazaga, hermano del Capitán de Navío D. Juan Bautista Lazaga y Garay (*1845 +1898), que falleció en el combate del 3 de julio de 1898, en aguas de Santiago de Cuba, al mando del “Oquendo”, recordaba al condestable del Zaragoza y a los que en Santiago de Cuba cayeron, comparándolo con lo sucedido después de la batalla de Trafalgar y las reacciones que en primer lugar hubo con las que posteriormente tubo la sociedad española del momento, en un escrito titulado “Bendita seas, Patria”, publicado en el “Mundo Naval Ilustrado” del 10 de julio de 1900, con las siguientes palabras (textual). (5).
“…Bendita seas, Patria.
Últimas palabras del condestable Zaragoza al morir sobre la cubierta del Vizcaya.
Si, bendita seas una y mil veces, por tus buenos hijos, por tus sufridos y abnegados marinos.
El dolor le cegó en los primeros momentos de las pasadas desgracias y casi olvidaste que eras madre para convertirte en ceñuda madrastra.
Fuiste injusta y dura con los que no habían cometido otro delito que entregarse propiciatoriamente al furor del hierro enemigo por salvar tu honor y el de la bandera que te representa.
También en 1805 te cegó la pesadumbre.
Algunos de tus hijos silbaron e insultaron a los gloriosos vencidos de Trafalgar, después de la épica e inolvidable derrota, al posar sus plantas en el muelle de Cádiz.
No se hizo esperar entonces tu reacción y justicia.
Los mismos que silbaron y ultrajaron tejieron poco después coronas de inmarcesible gloria para Gravina, Álava, Churruca, Valdés, Galiano, Moina, etc…
Algo de esto empieza a ocurrir ahora.
Aquella masa social que en los momentos más culminantes de la última guerra y de mayor aflicción patriótica convirtió en duelo nacional la muerte del torero Frascuelo, por cuya capilla ardiente desfilaron desde el magnate palatino grande de España hasta el chulo y la manola de los barrios bajos, mientras relegaba al olvido a los muertos de Cavite y Santiago sin perdonar la embriaguez y la chacota del tren botijo, los bailoteos de las verbenas y los cotillones del Casino de San Sebastián, esa masa social, repito, parece volver en sí y comienza a hacer justicia a los héroes auténticos que enrojecieron con su sangre generosa el mar del Caribe y el de la China.
Tuve motivo de apreciar tan hermoso síntoma de reacción el día 3 del corriente mes, segundo aniversario del combate naval de Santiago de Cuba.
Me hallaba en la iglesia de San Luís formando parte de la presidencia del duelo por mi triste calidad de hermano de uno de los que murieron combatiendo en las aguas de Santiago.
El templo estaba ocupado por numerosos marinos, no pocas damas distinguidas y alguna representación del elemento civil.
Pero lo que impresionó hondamente fueron dos compactos grupos de hombres del pueblo que, a los pies de la iglesia, elevaban sus preces a Dios por tus pobres marinos muertos, patria mía.
Aquellos hombres, cuyos comentarios y oraciones oía y cuyas lágrimas vi alguna vez resbalara por sus curtidas mejillas; aquellos hombres (entre los que se destacaba por su dolor un pobre mozo de cuerda que perdió un hijo en el Oquendo) ataviados los más con chaqueta del menestral o con la honrada blusa del obrero, que asistían al religioso acto por espontanea voluntad y sin obedecer a invitación, esos hombres, digo, eran tus primeros heraldos de cariñosa reparación, era el primer consuelo que nos enviabas y también la primera justicia que nos otorgabas.
Bendita seas, Patria, que al fin vuelves en ti para desagraviar a los que tanto agraviaste en tus extravíos de dolor y disculpable obcecación.
Pero ese día, con ser tan triste, tuvo por otros conceptos ecos de consuelo para mí. Me lo proporcionó la lectura de una parte de la prensa.
El Heraldo, La Correspondencia Militar, El Correo Militar, El Nacional y el Mundo Naval, tuvieron frases de justicia y de honor para las heroicas víctimas de Cavite y Santiago y también para los supervivientes que se prestaron abnegadamente a afrontar la muerte con valeroso estoicismo para salvar tu honor comprometido y mancillado por los que soportaban humildemente el brutal puntapié yanqui y más tarde se ocultaban en las legaciones extranjeras, mientras en las cubiertas y baterías de nuestros pobres buques resonaba la bélica calacuerda, precusora del combate.
Bendita seas, Patria, ya que por esos tus órganos de publicidad empiezas a hacer alguna caricia a tus buenos y leales marinos para aliviarles de pesadumbres pasadas y aún presentes.
Cuenta por seguro que volveremos nuevamente a morir por ti sobre los puentes de los contados buques que nos han dejado las reformas y los combates pasados si, como ha dicho recientemente un Ministro de la Corona te amenaza el peligro de ver asomar las casacas encarnadas por la frontera de Portugal o por la Línea de la Concepción.
Y da también por descontado, como ocurrió la otra vez, que algunos de tus regeneradores se quedaran en casa con la maleta hecha para emigrar, si no se deciden a izar banderas blancas a la aproximación de los casacones rojos.
No confundas, Patria, a estos muñidores con aquellos de tus hijos que merecieron el siguiente honroso concepto a un ilustre estadista inglés al hacer el estudio de la guerra hispano-americana:
“Si España estuviese tan bien servida por sus hombres de Estado y sus empleados públicos como lo ha sido por sus marinos, todavía podía haber sido una gran nación”
Antes de concluir quiero recordarte aquellos tus pobres marinos que, glorificados por el martirio y sepultados para siempre en los abismos del mar, sucumbieron bendiciendo tu augusto y sagrado nombre.
Y traer a tu memoria la del infeliz y heroico Condestable del Vizcaya Francisco Zaragoza que con el vientre deshecho por un casco de granada, pidió a los que le rodeaban un pedazo de la bandera que se entregaba a las llamas para contener sus intestinos, que asomaban por horrible brecha, y envuelto en tan glorioso sudario entregó su alma a Dios, diciendo: ¡Bendita seas, Patria!. Si, bendita seas.
Joaquin M. Lazaga…”
Los trocitos ennegrecidos de la enseña nacional, fueron recogidos por el Capellán del “Vizcaya”, D. Matías Biesa, guardados celosamente durante su cuativerio y, traídos de regreso a España.
Notas:
Sobre el tercer condestable del “Vizcaya”, se ha encontrado como D. Francisco Zaragoza y Such, natural de Benidorm y de Tarragona (“El Nuevo País”, Diario Republicano, núm. 42, pág. 1, del 29 de septiembre de 1898, en el que también, le situaba como tercer condestable del “Colón”)
Condestable: Suboficial de las brigadas de Artillería de la Armada, cuyo grado equivale al de sargento en el Ejército de Tierra. (“The free dictionary by Farlex, en Internet).
Fuentes:
(0). “El Honor de la Armada, en la crisis del 98” del coronel auditor D. José Cervera Pery, director de la “Revista de Historia Naval”.
(1). “Discurso Medalla de Oro a la Armada”, Ayuntamiento de Benidorm, marzo de 2007.
(2). “La Correspondencia de España” Diario político y de noticias, eco imparcial de la opinión y de la prensa, núm. 14.844, pág.1, Madrid, sábado 24 de septiembre de 1898.
(3). “La Época”, Últimos telegramas y noticias de la tarde, núm.17.322, pág.3, Madrid, sábdo 27 de agosto de 1898.
(4). “La Ilustración Española y Americana”,núm. 1, pág. 4, Madrid, 8 de enero de 1899.
(5). “El Mundo Naval Ilustrado”, Revista de Navegación y Comercio, pág. 13, núm. 18, 10 de julio de 1900.
¡Un cordial saludo!
Hannes Hunger