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 1898. Hasta el último hombre... 
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CAPÍTULO XIV
EL PRESIDIO. Un islote español de la costa mediterránea de Marruecos. 20 de Marzo 1898.

A Williams Sims le despertó la lejana llamada a la oración de un almoacín mezclada con el griterío de las voraces gaviotas persiguiendo a un cárabo, cuya tripulación tiraba por la borda los restos de sus exiguas capturas. No sabía cuanto tiempo llevaba durmiendo, estaba bañado en sudor y sentía algo de fiebre.

Apenas tuvo fuerzas para asomarse por las rejas del ventanuco que se abría en los muros de piedra de su celda y ver un cercano trozo de playa separado por un estrecho brazo de mar de donde él se encontraba, el resto de la panorámica era una costa abrupta y pedregosa.

Pronto empezó a recordar y se dio cuenta de su humillación ¡el gran agente secreto derrotado por una indefensa mujer!

No sabía que día era hoy, sólo recordaba que sobre el diez de Marzo había llegado a Tánger en el pequeño vapor “Joaquín del Piélago”, después se dirigió al consulado de los EEUU y tuvo una charla con su titular Mr Frank Patridge.

Una vez explicado el propósito de la misión, Mr Patridge le expresó su perplejidad ante la misma y la imposibilidad de entrevistarse directamente con el Sultán en Marrakech. La extrañeza derivaba de que el Cónsul ya había recibido instrucciones desde Madrid por parte del Secretario Sickles, orientadas éstas a prestar apoyo a un agente llamado Buck que venía desde Alemania para una misión diferente a la suya en las regiones de Yebala, Gomara, el Rif y Kert; a él no le habían dicho nada referente a la misión de Sims -en realidad, George Sickles creía que Sims no llegaría tan siquiera a desembarcar en Tánger y que en aquella fecha ya estaría preso de los españoles-.

No obstante, el Cónsul le concertó una entrevista con el Gobernador local en la alcazaba, lo del Sultán era utópico. El Walí de nombre Sid Belgasi, dijo no tener autoridad para negociar nada, daría aviso a quien sí la tuviera. Sims debía esperar en su hotel -el “Suiry”- a que fuese llamado.

Durante tres días estuvo curioseando -sin rumbo concreto- por las calles de la exótica y ajetreada ciudad norteafricana de 25.000 habitantes; la cual, a pesar de su pequeño tamaño, era la capital diplomática de Marruecos, disponiendo por ello de algunos atractivos y comodidades ajenas al resto del país. Todo el tiempo a lo largo de esas jornadas ociosas, siempre tuvo la sensación de ser vigilado por mil ojos. Por fin, el cuarto día por la noche se llevó una enorme sorpresa al entrar en la habitación del hotel: allí le esperaba, recostada en una cheslón Belén Luna, ante la cual su disfraz de agente secreto le servía de bien poco.

Sims “¿Qué haces aquí? ¿Cómo me has encontrado?”

Belén “Ya veo que no te alegras de verme -Belén se hizo la afectada, dejando escapar un sollozo mientras se lanzaba a sus brazos- No sabes lo que he sufrido para encontrarte, corres un gran peligro. Tu colega Sickles te ha acusado de espía ante las autoridades españolas, no puedes volver.”

Sims “Yo ya me lo temía pero, ¿tú como sabes eso?”

Belén “Él mismo me lo ha dicho para que te dejase de una vez y me rindiera a su poder y dinero, ya sabes que esta locamente enamorado de mí. Te ha acusado de traidor y conspirador. Yo sólo he venido para avisarte y prestarte ayuda. La política y las patrias de los hombres no me interesan en absoluto, yo te amo eso es todo.
>>He alquilado un yate en Gibraltar, el cual nos espera en el puerto para que nos lleve a Portugal, aquí no estás seguro. Los españoles tienen una gran influencia en la ciudad y algún barco de guerra fondeado en la bahía.”

Una hora más tarde -estando ya totalmente a oscuras- embarcaron en el yate mencionado, en cubierta esperaban el patrón y un marinero. Una vez navegando, se supone que rumbo Lisboa, sucedieron unos hechos que al americano le parecieron frutos de un mal sueño y que acabaron con sus huesos en el presidio donde se encontraba. Belén le sirvió una fría copa de champaña en la que previamente había vertido a hurtadillas unos polvos contenidos en un camafeo, el cual a modo de broche colgaba de su esbelto cuello. Cuando empezó a sentirse mareado, aquella hija de Eva le apuntó con una pequeña pistola Derringer de cañones superpuestos, explicándole a continuación que estaba detenido en nombre de la justicia del Rey por espionaje. Él no pudo reaccionar por los efectos de la droga.

Antes de desvanecerse pudo ver todavía como la muy maldita hizo sonar una campanilla, entrando a continuación tres componentes de la tripulación. Entre la nebulosa de sus ojos reconoció a Vargas, quien al ver a Sims pegó un respingo y profirió un taco.

“Anda ayuda a tu jefe, cabrón” le escuchó decir a Belén.

Vargas perdió la calma e intentó salir precipitadamente del camarote. Antes que Castaños y Ambrosio le cortaran el paso, Belén con pasmosa frialdad le metió un tiró del 41 en la tripa diciéndole:

“Estás condenado a muerte por traidor, que mueras rápido y te usemos para carnaza de peces o que te dejemos agonizar lentamente depende de lo que nos cuentes acerca de tus colaboraciones con los yanquis.”

Ya no recordaba más hasta que se despertó. La puerta de su mazmorra se abrió y entró un militar.

“Buenas tardes soy el Teniente Saldaña, doctor del destacamento español del Peñón de Vélez de la Gomera. Está usted preso y enfermo, voy a hacerle un reconocimiento, si colabora un mínimo con nuestras autoridades no es necesario que muera aquí.”

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CAPÍTULO XV
DÓLARES POR SOBERANIA. El Cubil, carretera de La Coruña, Madrid. 21 de Marzo de 1898.

El Ministro entró sin llamar y hecho un basilisco en el despacho de Francisco Galindo.

Ministro “¿Como se atreve a citar a un Ministro del Gobierno de España para que se ponga en contacto con usted por medio de un botones como si fuera un vulgar subalterno?”

Galindo “Disculpe vuecencia, pero yo no le citado de ninguna manera. Así ruego se tranquilice y tome asiento, yo le daré cuanta explicación sepa y pueda.”

Ministro “¿Cómo que usted no me ha mandado llamar?, esta nota tiene su firma.”

El prócer entregó un papel manuscrito a Galindo.

Galindo “No es mi letra ni esta mi firma. Yo no utilizo ordenanzas para mandar mensajes importantes y no soy tan soberbio como para citar a un ministro a mi despacho .”

El Ministro estaba perplejo, se daba cuenta que acababa de caer en una trampa. Galindo le sirvió un vaso de agua de una jarra y esperó a que su interlocutor recuperara el habla.

Ministro “Entonces no entiendo nada. Me devuelve la nota y le pido disculpas por entrar en su despacho como elefante en cristalería.”

Galindo “Yo no soy responsable de nada de lo que ha ocurrido, pero se lo puedo explicar.”

Don Francisco se dirigió hasta un cuadro de la pared, desplazándolo lateralmente dejó al descubierto una caja fuerte empotrada, a continuación marco una clave en la rosca con letras e introdujo una llave. De su interior tomó un sobre entregándoselo al Ministro, indicándole que extrajera su contenido y lo leyera seguidamente.

“Muy señor mío:
El señor Embajador de los Estados Unidos en Madrid, Mr. Woodford, se ha puesto en contacto con un Ministro español a principios de este mes para ofrecer a España una cantidad de 300 millones $ en concepto de indemnización por salir de Cuba. De los 300 millones, 6 quedarán en manos de las autoridades y uno más será para los intermediarios, entre los que se incluiría el mismo Embajador. Dado que la operación me parece éticamente incorrecta y servidor se encuentra atado de pies y manos para impedirla, la pongo en su conocimiento por si pudiera hacer algo al respeto. La identidad del Ministro español la sabrá cuando se presente en su despacho con una nota de citación que sólo dirá. -Venga a verme o destaparé su enredo de las comisiones de 6 millones con el asunto de Cuba, Galindo. (Un recibido con la firma del Ministro en el reverso de papel servirá de envoltura a la nota)-
Firma: Un amigo norteamericano”

El Ministro con tono autoritario “Esto es una falacia, devuélvame la nota y rompa la suya. Con eso quedará zanjado el asunto.”

Galindo “Francamente, yo también creí que era mentira hasta que usted ha entrado por esa puerta.
>>Ahora estoy seguro que es verdad, no le devolveré la nota y tampoco romperé la mía. Si llegase ocurrir lo que esta escrito en estos papeles, acudiré a la prensa con ellos, contando a todos lo que ha pasado. Tengo muchos testigos que su excelencia ha estado hoy aquí”

Ministro “¡Hombre de Dios!, ¿sabe lo que dice? De esto tienen conocimiento las más altas instancias y han dado el conforme, sólo hace falta alguien que de la cara y se atreva a firmarlo. Estamos en tratos con el Marqués de Valdeiglesias y lo vamos a intentar con el mismísimo José María de Labra.
>>¿No se da cuenta que es la única forma de salvar las Filipinas y Puerto Rico?, obteniendo por otra parte una gran suma de dinero para nuestro depauperado tesoro.”

Galindo “Y para sus bolsillos también. ¿A qué no tienen conocimiento ni el señor Maura, ni el señor Canalejas? ¿Le han dicho algo a los militares? llevan muriendo desde hace años para no entregar Cuba, ahora ¿que pretenden? olvidarse de los cadáveres de nuestros soldados.
>> Si siguen con esta infamia adelante, vendiendo una soberanía que no es suya sino del pueblo español, yo mismo me levantaré en armas contra su Gobierno.”

Ministro “Usted será el responsable de llevar a este país a un desastre.”

Una vez se hubo marchado el Ministro -tan enfadado pero más abatido de lo que había llegado-, Galindo realizó un análisis de la situación. Llegó a la conclusión que la persona que había pasado la nota pertenecía a la legación yanqui y que también quería la guerra con España, ni mucho menos era un leal amigo.

El inconveniente del rechazo frontal a la oferta, era que los yanquis caerían en la cuenta que España deseaba la guerra y aunque era cierto, sólo debían saberlo más adelante. Habría que adoptar alguna estratagema de camuflaje para contrarrestar el efecto.

El trabajo se le acumulaba, tenía demasiados frentes abiertos. Estaba el asunto de la conspiración marroquí de Sims, la alternativa de Osborne para impedir la llegada del “USS New Orleáns” -ex-Amazonas- a los EEUU, los papeles de Portugal y ahora lo de la venta de Cuba por 300 millones de dólares o lo que es lo mismo más de 1.500 millones de pesetas. Por el momento, trataría de resolver el primero y para ello saldría con urgencia para Cádiz.

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CAPÍTULO XVI
OPERACIÓN GOLIAT. Sede del Almirantazgo, Madrid. 22 de Marzo de 1898.

El proceso de toma de decisiones en la Armada y en el Ejército, después de evolucionar en un sentido demasiado complicado, se había tratado de volver a llevar a unos cauces más razonables. Nos intentaremos explicar: concretamente en la Armada, como a la figura del Ministro de turno se le antepusiera por el Partido de la oposición la del contra-Ministro y siendo en este caso particular que el primero no gozaba de mucho prestigio a pesar de la bondad de su carácter, las decisiones debían venir avaladas por la Junta Consultiva de Marina. La misma, estaba formada por todos los Almirantes en activo y retirados, aunque normalmente sólo asistían los que vivían en Madrid o en sus cercanías -ya que se convocaban de un día para otro-, en todo caso siempre más de quince.

Si la democracia dicen que es el sistema político menos imperfecto, esto no es aplicable al funcionamiento interno de la milicia, donde la responsabilidad ni se comparte ni delega, debiendo ser ejercida por el mando de manera directa y única, teniendo éste que tomar decisiones muchas de las veces de forma inmediata y discreta. En resumen, se llegó al consenso -como mal menor- de constituir una comisión de menor tamaño que la Junta y que fuera ésta la que tomará las decisiones de forma colegiada. Más tarde, si había tiempo se llevarían los temas al pleno -varios de cuyos miembros, dicho de paso, estaban totalmente obsoletos en conocimientos de las modernas técnicas de combate naval-.

Sea más o menos como se ha dicho, la comisión la formaban el Ministro Contralmirante Bermejo, el contra-Ministro Vicealmirante Beránger, el presidente de la Junta Almirante Chacón y su vicepresidente Vicealmirante Valcárcel, actuando como Secretario con derecho a voto el Contralmirante Buttler. Ninguno de los cinco se podía abstener en el pronunciamiento sobre las deliberaciones y por lo tanto no existía posibilidad de empate. Una vez tomada la decisión, todos la defenderían como propia en sana teoría.

Tomó la palabra el Jefe del Estado Mayor Contralmirante Butler, con la finalidad de explicar la situación.

Butler “Mis Almirantes debemos salir de aquí habiendo tomado al menos una decisión trascendente.
>>El caso es que como saben ustedes, el General Weyler formuló en su día una propuesta en el sentido de sacrificar parte de la Escuadra de Instrucción haciéndola entrar en Santiago de Cuba, para de esa manera forzar a los norteamericanos a desembarcar en esa zona y estar él preparado para recibirlos como se merecen.”

Valcárcel interrumpió a Butler.

Valcárcel “Me sigue pareciendo una salvajada innecesaria, existen otras alternativas. La División naval que se envíe será destruida dentro de la Bahía de Santiago como en una ratonera, sin posibilidad de combatir. Tengo entendido que esta fatalmente defendida.”

Butler “Mi Almirante con el mayor de los respetos, la discusión si la Escuadra debe ir o no, ya no corresponde. La decisión está tomada, el Ejército ha convencido al Gobierno y a la Comisaría del Protocolo, aludiendo que así estaba contemplado dentro la estrategia de su componente naval. Es decir, ya se recogía en ese documento la inmolación de la Marina en beneficio de la victoria final. Es mejor que nos vayamos haciendo a la idea, porque eso va a ser la tónica durante toda la campaña.
>>Para su alivio, le diré que las defensas de Santiago han mejorado ostensiblemente y creo que podrán salir de la bahía, cosa diferente será lo que ocurra una vez fuera de la misma.”

Valcárcel “Le ruego me informe de la disposición defensiva costera que se ha previsto”

Butler “Bueno, gran parte del dinero y algunos medios los ha puesto la Armada. El resto viene de repartir el material destinado a otras plazas
>>El diseño se lo hemos dejado al Coronel Ordoñez del Ejército que está allí destinado. En este sentido, disfrutamos de todo un lujo.
>>Resumidamente dispondremos de 5 cañones grandes y 12 medios, además de 7 Obuses modernos de buen tamaño. Esperemos que las piezas encargadas a Trubia para sustituirlas estén instaladas de las plazas donde se han retirado antes de que todo empiece. Tenemos tambien algunas piezas ligeras de tiro rápido y tres docenas de torpedos fijos, la mayoría de los últimos procedentes de Guantánamo, el cual se ha dejado indefenso. Para finalizar, se han instalado en plataformas tres tubos lanzatorpedos del “Reina Mercedes” a imitación de las defensas de La Habana”.

Beránger “Si sobre la ida de los barcos al Caribe y más concreto a Santiago no hay nada que discutir ¿Qué coño hacemos aquí?”

Butler “Determinar que buques son los que deben ir al matadero. El Ministro y yo no tenemos el mismo parecer, él se explicará primero.”

Bermejo “Sólo una División Naval irá a Santiago, la otra la necesitamos para una segunda misión.
>>La conocida por el nombre en clave “Goliat”, todos ya están en antecedentes, es una oportunidad única que no debemos desaprovechar ¿Estaremos de acuerdo? al menos en esto.

Los presentes asintieron con la cabeza

>>Pues bien, de la participación en ella debemos descartar al crucero “Colón”. Para la operación se necesitará emplear la artillería gruesa y aunque Cervera ha ordenado que se le instalarán sus dos defectuosos Armstrong de 254 mm, estos no aguantaran más de unos treinta disparos cada uno y por lo tanto el buque -a pesar de ser el mejor que tenemos- no nos sirve para esta operación en concreto.
>>El “Pelayo” es imprescindible que vaya en busca de “Goliat”. No puedo negar que ocasionará unas grandes servidumbres logísticas por su falta de autonomía, máxime al no poder utilizar puertos intermedios en ruta para repostar dado lo secreto de la operación, pero es el único de nuestros buques que puede enfrentarse a nuestro objetivo arrimándose bastante, sin ser necesariamente destruido.
>>Quiero recordar que lo que se persigue es causar el mayor daño posible al adversario, no es necesario hundirlo. Debe prevalecer la idea que nosotros no sacrificaremos ninguno de nuestros buques principales en este episodio.
>>El debate surge al elegir la compañía del “Pelayo” ¿los cruceros hechos en el Nervión o a los construidos en los Arsenales?
>>Yo me inclino porque que vayan los de los Arsenales por dos motivos. El primero que siendo la operación “Goliat” altamente secreta, el conocimiento de los yanquis acerca de la operatividad y localización de los Princesa de Asturias es menor que la de los Vizcaya. El segundo es que los que vayan a Cuba lo hacen para una operación suicida, la de los otros tiene sus riesgos pero deben volver todos a España; así que prefiero preservar a los mejores del desastre, es decir: “Cisneros”, “Princesa” y “Cataluña”, si este último llega estar preparado para el evento.”

Butler “Yo disiento Ministro, para lo de “Goliat” necesitamos una gran autonomía y potencia de fuego. Para eso los Vizcaya con sus dos cañones 280 mm por los de 240 mm de los “Princesa”; y aunque hayan perdido algo de autonomía -con el incremento de peso en las protecciones y semi-torretas de los cañones de 140 mm-, ésta sigue siendo muy superior a la de los Arsenales que apenas llega a las 6.500 millas náuticas.”

Valcárcel “A favor del Ministro he de añadir que al disponer de la faja de blindaje más larga y de mejor calidad los “Princesa”, tienen también más posibilidad de sobrevivir a los cañones enemigos y eso es fundamental en la operación “Goliat”, el no tener perdidas irreparables en nuestros buques principales.”

Beránger “Sí, pero cuando los que estén, hayan de salir de la ratonera de Santiago -porque alguna vez deberán hacerlo-, tendrán también alguna posibilidad más en la lucha los Princesa que los Vizcaya.
>>Yo voto por mandar a Cuba al “Pelayo” y a los tres Princesa. Lo del acorazado para la misión “Goliat” iba ser una auténtico quebradero de cabeza con el suministro de carbón.”

Valcárcel “Como creo que es un tema muy discutible y que nadie está en la verdad ni en la certeza absoluta, yo apoyo la tesis de don Segismundo Bermejo. Al fin y a la postre, él es quien deberá dar la cara oficialmente como Ministro de Marina.
>>Don Guillermo, mi Almirante que dices tú querido amigo, decide tu voto”

El Vicealmirante Valcárcel hubo de tirar de la manga del gabán al Almirante Chacón, algo más que amodorrado en sus 85 años.

Almirante Chacón “¿Qué ocurre? ¿Qué pasa? ………””

Butler “Mi Almirante, hemos estado hablando acerca de la conveniencia o no….”

Chacón “No tienes que explicarme nada joven, ¿no pretenderás decir que no me he enterado? Lo que no me ha quedado claro es lo que has votado tu Carlos.”

El Contralmirante Butler era una persona entrada en años, con pelo muy blanco a los laterales de su amplia calva central y en sus grandes patillas que sobrepasaban los mentones y bigote. Es decir, en lo referente a la edad podía parecer cualquier cosa menos joven.

Carlos Valcárcel “Mi querido Guillermo, yo he dicho que para la operación “Goliat” debemos emplear el “Pelayo” y los tres “Princesas de Asturias” como sugiere el Ministro.”

Chacón “Pues yo voto lo mismo. ¿Quién carajo va a saber más de combates navales? Tú comandaste un buque en el Callao ¿Verdad Carlos? aquellos sí que eran batallas en los que se necesitaba derrochar talento y valor.”

Valcárcel “Así fue mi Almirante, la fragata “Resolución”.

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CAPÍTULO XVII
EL ETERNO PROBLEMA Al SUR DEL ESTRECHO. Bahía de Tánger, Marruecos. 23 de Marzo de 1898.

Desde la toldilla del vapor “Hassani” que le había traído de Safi, el Visir y Chambelán -Ahmed Ben Mousa- podía contemplar el despliegue de la pretenciosa flota española en la bahía: el acorazado “Pelayo”, el crucero protegido “Alfonso XIII”, el acorazado guardacostas “Numancia”, el cañonero “Destructor” y los trasatlánticos “Satrustegui”, “Santo Domingo” y “Antonio López” -con dos batallones de infantería de marina y cuatro baterías de artillería a bordo entre los tres-. Todos ellos hacían guardia de forma amenazante, con las bocas de los cañones visiblemente preparadas para hacer fuego desprovistas de fundas y protecciones.

Sabía el viejo zorro del desierto que aquella postura jactanciosa y arrogante era la que había ordenado el acompañante del Cónsul General de España en Tánger -don Emilio de Ojeda- antes de entrevistarse con él.

Nuestros diplomáticos fueron recibidos con los honores de ordenanza por el Comandante del buque y conducidos a presencia del Visir en una cámara decorada a estilo árabe, la cual semejaba más a una haima que estancia de buque de guerra.

Visir “Salaam aleikum, caid Ojeda”

Ojeda “Aleikum as salaam, excelencia.
>>Le presento a su excelencia don José Canalejas, Comisario Regio y Ministro Plenipotenciario del Gobierno español”

Los tres se llevaron la palma de la mano derecha al corazón. Don José y don Emilio tomaron asiento en los cojines que ricamente estampados estaban distribuidos por la cubierta de madera repleta de alfombras. Ojeda aceptó fumar por el narguile de la pipa que le ofreció el Visir, Canalejas rehusó a ello; su concentración estaba dedicada al completo a repasar mentalmente los detalles de la conversación que había mantenido con Galindo antes de salir de España ayer por la noche.

Visir “¿Les hemos molestado en algo a nuestros amigos españoles para realizar semejante demostración de fuerza en nuestra casa?”

Ojeda “No excelencia, pero estamos preocupados con ciertas cosas extrañas que ocurren en su país.”

Visir “Dígame quienes son la causa de sus aflicciones y serán castigados”

Ojeda “Su excelencia recibió hace unos días a un ciudadano norteamericano…”

Visir “No a un ciudadano cualquiera, venía presentado por el Cónsul de ese país y además no lo recibí yo personalmente; lo hizo mi buen walí Sid Belgasi, quien me dio aviso inmediatamente.”

Ojeda “El caso es que el citado ciudadano llamado Williams Sims, es un conocido agente del gobierno de los EEUU. Como no se le escapará a su excelencia, las relaciones de ese país con el nuestro andan un poco tensas en las últimas fechas; así que un agente americano, normalmente dedicado a misiones desestabilizadoras, establezca vínculos con nuestros amigos nos preocupa en grado sumo.”

Visir “Convendrán conmigo señores que el hecho de que dos sean amigos, no excluye la posibilidad de serlo de un tercero.”

Ojeda “Eso debiera ser como vuestra excelencia dice, pero resulta que en este caso ha querido el destino que Mr. Sims en su viaje de vuelta nos entregase la documentación que portaba. Ahora mismo, ese ciudadano norteamericano es un invitado del Estado español con cierta privación de movimientos.
>> En esos papeles, que vuestra excelencia se me antoja conoce, quieren implicar al Imperio marroquí en contra de España. Siendo así y aunque conocemos la tradicional amistad que nos une, preferimos tomar algunas precauciones.”

Visir “Tomar precauciones es de hombres sabios, ofender a un amigo no.”

Canalejas decidió intervenir dando un golpe de autoridad a la reunión para dejar las cosas en su punto justo a partir de ese momento.

Canalejas “En Madrid sólo queríamos conocer la opinión del hombre que gobierna Marruecos. Y en prueba de buena voluntad invitar a su Majestad el Sultán a visitar Madrid con motivo de las celebraciones del cumpleaños de don Alfonso XIII el 17 de Mayo y posteriormente de su onomástica en Agosto. Pasado mañana tienen previsto su entrada en el puerto de Safi el yate real “Urania” y el crucero “Princesa de Asturias” a modo de alojamiento y escolta respectivamente para el joven monarca”

Visir “No se si podrá o querrá ir.”

Canalejas “Si no va su Majestad deberá ir su excelencia o lo consideraremos una grave ofensa.”

Visir “¿Está invitando a su Majestad o a mí en calidad de rehenes?”

Canalejas “Si nadie le dice al Sultán que va obligado ,él no sabrá en calidad de lo que va, y como será tratado con las máximos honores no tiene porque ofenderse. En caso contrario, su excelencia no podrá moverse; no digo ya de Tánger, sino tan siquiera del “Hassani”. Creo que sería un gran error enfrentarse con nosotros en este momento, ya que a la vista de vuestros numerosos enemigos será una señal de debilidad que no dejarán pasar sin sublevarse. Pongo por ejemplo a las mismas cabilas norteñas o al hermano mayor del Sultán - príncipe Moulay Mohamed-, ordenado encarcelar por orden vuestra hace tiempo.”

Visir “Estaba en lo cierto, sus excelencias quieren una prenda por si acaso. ¿No sé que dirán las potencias de su actitud altanera?”

Canalejas “No debiera preocuparse por eso. Su excelencia es una persona de gran inteligencia y sabe perfectamente que el hecho de que Marruecos sea todavía independiente es tan sólo circunstancial hasta que las potencias no se pongan de acuerdo en como repartírselo, pero pronto lo harán. Más vale que para entonces, hayan asentado sus estructuras políticas de forma que el protectorado se superponga a ellas y no las haga desaparecer.
>>Miré, Francia será la potencia preponderante en su país de eso no hay duda, lo que ocurre es que Gran Bretaña no permitirá que domine este lado del Estrecho. Ahí aparecemos nosotros, haciendo valer nuestros derechos históricos. Los gabachos nos prefieren como vecinos a otros, ya que no podemos competir con ellos en fuerza, obteniendo de esa manera ellos la supremacía en Marruecos. Cosa que no podrían tener con los alemanes y lo que es más importante para lo que tratamos, nadie permitirá meterse en esta área del mundo a los yanquis.”

Visir “Muy interesante como se reparte lo que no les pertenece. No obstante, estoy seguro que los alemanes no estarán de acuerdo”

Canalejas “Así lo creo yo también, pero la situación no será indefinida -aunque a su excelencia ya le gustaría-, el Kaiser tendrá que aceptarlo y luego pedir compensaciones. Francia ya empezado a mover sus piezas para tener algo con que negociar.
>>Un capitán de la Republica está intentando unir las posesiones galas de la costa atlántica con la Somalia francesa, todo el mundo sabe que tropezaran con los británicos en Sudán y tendrán que dar marcha atrás. Los ingleses se comprometerán con los franceses si se retiran a compensarlos con Marruecos, menos una franja al Norte y otra al Sur, es decir la parte española. Los alemanes protestarán, pero no les quedará más remedio que ceder a cambio de algún territorio en otro sitio ante la postura conjunta de ingleses y franceses.”

Visir “En definitiva que no nos queda más remedio que tragar. El Sultán o yo mismo somos rehenes.”

Canalejas “Mi gobierno prefiere llegar a un buen entendimiento con sus vecinos. Le ruego escuche la amistosa oferta del Embajador.”

Ojeda “España desea tener un relación de buena vecindad con Marruecos. Si ustedes evitan que las cabilas norteñas ataquen nuestras plazas de soberanía durante nuestra guerra con los EEUU, nosotros le ofrecemos adscribir políticamente al Sultanato -siempre dentro del dominio español- el protectorado español al sur de Marruecos. Tendrá validez desde que una conferencia -posterior a la guerra con los americanos- que propiciará España determine las áreas de influencia en Marruecos. Sus efectos serán los del nombramiento de un Jalifa que represente la autoridad del Sultán en esa zona y en caso de que España ceda la soberanía a un tercero, se habrán de tener en cuenta los derechos adquiridos por el reino aluita.
>>El tratado no se deberá exhibir hasta que se celebre la conferencia que antes mencioné, ya que tendrá múltiples detractores en la misma España”.

Al Visir se le iluminó la cara de felicidad, acaba de conseguir algo que ni en sus mejores sueños había pensado. El protectorado español al sur de Marruecos tenía unos 700.000 kilómetros cuadrados, él se conformaba sólo con los 266.000 que Francia no le disputaba a España.

Visir “Amigos están ustedes en su casa. El Sultán visitará Madrid en viaje de estudios y las cabilas no se moverán en su contra.
>>Que vayan sanos y salvos hasta el rencuentro”

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CAPÍTULO XVIII
LA CAZA DEL “AMAZONAS”. Crucero “Cardenal Cisneros”. Waterford, Irlanda. 25 de Marzo de 1898.

Aunque habían hecho la travesía desde las Azores a buena marcha, hasta la tarde de ayer no habían llegado a puerto, la mar en los últimos días había sido muy dura con ellos. Ya a primera hora de la mañana, el “Cisneros” estaba empezando a tomar carbón.

El Teniente de Navío dejó el bote y subió por la escala real al crucero; antes de embarcar, saludó militarmente a la bandera nacional de popa inclinando la cabeza de forma respetuosa.

“A sus órdenes mi Oficial. Los Comandantes le están esperando.”

El Alférez don Jesús Uriarte y Valdés bajó la mano tras una indicación del TN1ª don Gabriel Antón, Comandante del cañonero-torpedero “Marqués de la Victoria”. El segundo de los oficiales acababa de pisar la cubierta del crucero acorazado “Cardenal Cisneros” aquella oscura tarde de primavera.

Del cuello del Alférez colgaba una dorada gola, la cual indicaba que estaba de servicio. Después de recibir a la visita en la cubierta principal y a pie de escala, le acompañó hasta la sala de derrotas.

TN Antón “A las órdenes de usía mi Comandante, se presenta el Teniente de Navío de 1ª clase Gabriel Antón, Comandante del cañonero “Marques de la Victoria” que acaba de llegar procedente de Cardiff con un mensaje.”

Los Capitanes de Navío Jiménez Franco y Fiol levantaron la mirada de la mesa, la cual estaba llena de cartas náuticas y otros papeles.

CN Jiménez “Pasa y toma asiento Antón, espero que hayas tenido buena mar.”

TN Antón “Aceptable, por lo que cuentan ha mejorado algo desde hace un par de días. Además Cardiff está al otro lado del mar de Irlanda, es decir bastante cerca.”

CN Jiménez “Con permiso del Comandante Fiol, puedes servirte un café después darme el mensaje.”

TN Antón “Mi Comandante tendré que contárselo, porque no me han dado ningún documento para usía.

Antón se sirvió una taza de café con leche y pidió permiso para encender un cigarrillo.

>>Ayer por la mañana a primera hora, en el puerto de Cardiff, me entreviste a bordo del “Marqués de la Victoria” con el agente llamado Águila, a quien conozco personalmente. Se llama Alejandro Osborne, es un infante algo fanfarrón pero de gran eficacia, buen compañero y en extremo audaz. Hace tiempo pidió la excedencia en la Armada para dedicarse a servicios especiales del Gobierno.
>>Hablamos un rato de cosas intrascendentes, preguntándonos por amigos comunes y recordando viejas anécdotas, tras ello entramos en materia dándome la siguiente información e instrucciones:
>>Pasado mañana saldrá en solitario de Gravensend -cercanías de Londres-, el crucero protegido “USS New Orleáns” -llamado hasta el momento “Amazonas”-. El crucero “San Francisco” debería acompañarle en la travesía, pero como se han hecho llegar a la inteligencia naval norteamericana noticias -naturalmente falsas- de la secreta e inminente partida y prácticamente sin escolta, de los destroyers y torpederos de Vilaamil hacia el Caribe, el primero ha ido en su búsqueda. Con eso logramos no sólo el quitarlo del medio, sino que además se desgaste antes de que realmente esas embarcaciones zarpen hacia a su destino definitivo. Con suerte, cuando esto suceda de verdad no se lo creerán.
>>Águila nos confirmará la hora de salida del “Amazonas” cuando éste zarpe, enviando un cable ordinario a la estación telegráfica de Waterford. En el mismo sólo pondrá el tiempo que hacía en el Canal 12 horas antes de ese momento.
>> Las órdenes son evitar a toda costa que el “New Orleáns” llegue a los EEUU para reunirse con el resto de la flota yanqui. Si se puede debemos apresarlo, sino hundirlo.
>>Llevará la ruta comercial normal que une Londres con la Southampton-Nueva York, librando a las Scilly unas 6 millas al Sur.
>>El ataque tiene dos condicionantes. El primero es que debe ser lo más discreto posible, aunque contundente y fulminante. El segundo, que debemos buscar argumentos para que cuando se cuente lo ocurrido aparezca como una provocación yanqui.”

Jiménez Franco “¿Para qué han desviado al “San Francisco”? podíamos haber hundido a los dos cruceros a la vez, y ¿por qué no te han dado nada escrito?”

Antón “En respuesta a la primera pregunta mi Comandante, le diré que parece ser que el Almirantazgo desea que el combate se de con plena superioridad española para no recibir demasiados daños propios y al mismo tiempo, reducir al mínimo la posibilidad de que uno de los buques enemigos se escape informando a Washington sobre lo sucedido antes de tiempo.
>>Y referente a lo segundo: la guerra no está declarada todavía, la acción debe simular ser un encuentro casual y fortuito. Como si hubiese librado la trifulca fruto de un mal entendido o mejor aún producto de una provocación previa yanqui, como he dicho antes.
>>Además usted no debe participar oficialmente el incidente hasta que llegue España con todo el retraso que pueda y la disculpa que le de la gana. La forma de comunicación ha de ser altamente secreta, pues hasta que se declare la guerra no se reconocerá el encuentro y nunca se hará en el sentido que estaba preparado de antemano. Posiblemente y de cara al público a usía lo arresten por retrasarse con las novedades.”

CN Jiménez “Pues sí que estamos bien, me van a arrestar la primera vez en toda mi carrera por el hecho de cumplir órdenes ¡Madre mía como está el país y la Armada!
>>Si se va declarar la guerra de todas formas ¿A qué tantas complicaciones?”

TN Antón “Mi Comandante yo sólo soy el mensajero. No obstante, abusando de la amistad que tengo con Osborne le pregunté las causas, él arguyó varios motivos para retrasar la declaración de guerra y por lo tanto el reconocimiento del ataque.
>>Por una parte ni la Armada ni el Ejército están todavía preparados al 100%. Por otra se quiere tomar ventaja a los americanos atacando otro objetivo por sorpresa más importante que un crucero protegido; el “Amazonas” es por tanto un objetivo importante, pero secundario con respecto a otro mayor. El tercer motivo es que la Comisaría del Protocolo quiere seguir jugando al despiste con los yanquis y desea que piensen hasta último momento que los españoles queremos evitar la guerra, con la finalidad de dar apariencia de debilidad y que ellos no se preparen demasiado. En relación a este último punto, se han pedido ciertas gestiones diplomáticas de intercesión a terceros países, quedaríamos muy mal con estos amigos solicitando sus buenos oficios para la paz y a la vez estar atacando objetivos militares.
>> En los EEUU no esperaran al “Amazonas” hasta el ocho o el nueve, y será para el 12 o el 13 cuando empiecen a dar por seguro su pérdida, con lo que habremos ganado un tiempo precioso.”

CN Jiménez “Prescindiendo de la falta de ética y caballerosidad que supone realizar un ataque a un enemigo totalmente desprevenido, si esto sale mal me quedo con mis partes nobles al aire. ¿Por qué debo cumplir esta orden?”

CN Fiol “Querido José María, tú lo sabes también como yo. Si no lo haces te cesaran en el mando del “Carlos V” bajo cualquier pretexto, tú carrera militar estará finiquitada, además siempre quedará en el ambiente una oculta sospecha de posible cobardía jugando en tu contra. Por el contrario, si atacas y sale razonablemente bien, ascenderás a Almirante y te retirarás en el consejo de administración de alguna compañía cobrando unos buenos reales extras.”

CN Jiménez dirigiéndose a Antón “Espero contar con la declaración de su entrevista con Osborne, si las cosas vienen mal dadas”

CN Fiol “No conteste Antón. José María no debieras poner en esa tesitura a nuestro Teniente. Lo que haya de pasar, para bien o para mal, te lo vas a comer tú solito, todo lo más en mi compañía. ¿Qué va a decir Antón en una corte militar?: me reuní con un Comandante de Infantería de Marina en excedencia en Inglaterra y entre los dos convencimos a un Capitán de Navío para que empezase la guerra por su cuenta.
>>Amigo asume que te ha tocado un baile feo, estás cogido por los huevos. Si te sirve de consuelo en lo referente a la ética, los americanos iban a atacar a nuestros torpederos sin declaración de previa guerra.”

CN Jiménez “¿Qué haremos con la tripulación americana?”

TN Antón. “Fondeados fuera del Támesis están los trasatlánticos “Columbia” y “Normandía” -todavía con bandera alemana y sin armar- esperando cargar material de guerra para España. Ahora mismo, estos buques figuran como vendidos a la naviera del Marqués de Comillas. Una vez el “Amazonas” corte las proas del “Rápido” y “Patriota” -que son sus nuevos nombres para servir como cruceros auxiliares en la Armada-, estos le seguirán bajo el mando real de los Capitanes de Fragata Ferreiro y Barriere. Llevan también marineros españoles y un trozo de desembarco de infantería de marina a bordo de cada uno. Súbditos alemanes embarcados sólo quedará los capitanes y los jefes de máquinas respectivos, los cuales están convenientemente untados para mantener silencio. Los buques tienen el doble cometido de ir marcando la situación del crucero americano haciendo de exploradores y de recoger su tripulación en caso de necesidad. La disculpa posterior para haberse dirigido rumbo al Oeste, será que iban a servir de remolque para los nuevos destroyer.
>>En estas notas tomadas a mano, tengo mensajes sencillos en ingles para confirmar su identidad cuando nos encontremos con ellos. Al despuntar las Scilly lanzarán bengalas para que los veamos.”

CN Fiol “José María pienso que podríamos utilizar de cebo a los destroyers para provocar un ataque del “Amazonas” y al buque de Antón de aviso. Cuantos más participemos mejor, si se nos pierde enemigo podremos rastrearlo”.

Jiménez Franco “Me parece bien, aunque al “Audaz” habrá que dejarlo aquí en reparación, por lo del golpe de mar que le ha doblado las planchas de la proa. Con siete buques para nuestro propósitos será suficiente, aunque los destroyers sólo tienen 1.000 millas de autonomía, si la cosa se alarga pueden repostar de los auxiliares.

TN Antón “Una cosa más mi Comandante. La escuadrilla bajo su mando, excepto el “Cisneros”, regresará al Ferrol cuando cumpla la misión. Para el Comandante Fiol me han dado este sobre, el cual sólo debe abrir una vez haya finalizado el ataque al “New Orleáns”.
>> Lo único que me han dicho explícitamente es que su buque debe salir a tope de carbón de Waterford y que si es posible, no gaste mucha munición, es decir que no asuma el peso principal del previsible combate.”

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CAPÍTULO XIX
EL CARBÓN DE CARDIFF. Cardiff, País de Gales. 26 de Marzo de 1898.

Tras su entrevista de antes de ayer con el Teniente Antón y aunque el tiempo apremiaba, Alejandro se tomó un día relajo en Cardiff. Posiblemente fuera su última oportunidad de divertirse con la que se estaba preparando. Para Osborne disfrutar de la vida significaba varias cosas: entre ellas, figuraban una partida a las cartas; estando en Gales, tomar unas aguas de la vida o lo que es lo mismo beber buen whisky; y por supuesto, una lujuriosa noche en una buena habitación con bañera acompañado de mujer que no fuera dama de virtuosa reputación.

Se levantó temprano y después de vestirse dejó toda una libra encima de la mesilla de noche, la señora que dormía debajo del dosel de la cama se había ganado cada uno de sus veinte chelines con el sudor de su hermoso cuerpo. Desayunó en el vistoso comedor del hotel, siendo este último cercano al puerto, era conocido por su confortabilidad y sus pocas preguntas sobre la identidad de las compañías femeninas. Allí venían a recogerse los capitanes y oficiales de los miles de barcos carboneros que procedentes de medio mundo entraban Cardiff al cabo del año.

Precisamente con el capitán del “Ciudad de Alicante”, vapor que normalmente se dedicaba al transporte de tropas pero que ahora había sido acondicionado como carbonero, compartió mesa Alejandro aquella fea mañana.

Don Antonio Genis era un veterano marino mercante que sentía algo de recelo contra los de guerra, al tener a estos por bastante prepotentes y presumidos, a pesar de no tener tanta horas de navegación como un experto marino civil. Esto no era obstáculo para que en el fondo los considerase compañeros, siendo el servir a su Patria para él una obligación tan sagrada como para un militar.

Alejandro lo había conocido a bordo del “Alicante” hace un par de días, cuando le llevó una instrucción de Almirantazgo aprovechado su estancia en la misma ciudad.

Alejandro “Buenos días Capitán, ¿Cuándo Zarpa?”

Cap. Antonio “En el momento que el “Restormel” termine de cargar en la dársena de Roath, espero que en dos o tres días a lo más tardar.”

Alejandro se sirvió un café con leche y empezó a untar una tostada con mantequilla y mermelada.

Alejandro “¿Les han puesto impedimentos los ingleses para comprar carbón?”

Cap Antonio “Al precio que lo estamos pagando nadie pone problemas. ¡Casi 50 chelines la tonelada! son unos sinvergüenzas. Yo llevo unas 1.800 toneladas y el buque inglés esta tomando 2.400.”

Alejandro “¿Es de fiar su Capitán?”

Cap. Antonio. “¡Hombre! teniendo en cuenta que estamos hablando de un marino mercante británico, que es tanto como decir de un pirata, no creo que ni la madre que lo parió se fíe de él. Ahora bien, es un buen profesional y pagándosele un suplemento por la carga entregada y millas recorridas como se le paga, es de suponer que cumpla razonablemente.”

Alejandro “¿Sabe él cual es la misión?”

Cap Antonio “En realidad poco menos que yo mismo. Conoce que debe seguirme sin retraso hasta Punta Anaga en Canarias, donde alguien nos dará instrucciones.”

Alejandro encendió un cigarrillo y se despidió del marino deseándole buena proa. Después se dirigió a la estación de Queen Street, de allí iría a la Central de Cardiff, destino final urgente Londres.

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CAPÍTULO XX
TORPEDOS FIJOS PARA MANILA. Oficina Central Postal, Londres. 27 de Marzo de 1898.

Texto telegrama.
“Sr. Jiménez. Waterford. Irlanda. 21:00 horas locales día 26. Buen tiempo en Canal. Mar tendida con alguna cresta disminuyendo. Corrientes de aire suave. Osborne. 10:00 horas Londres 27 Marzo de 1898.”

Osborne entregó el texto en lengua inglesa al funcionario del departamento de telégrafos de la estación de la Oficina Central de Correos de San Martin Le Grang, después esperó. Al cabo de un rato empezó a impacientarse, no era normal la tardanza en la eficiente compañía británica.

“Disculpe mister Osborne ¿quiere acompañarme? Parece que hay un pequeño problema con su cable, el Director desea hablar con usted.”

Un conserje desde el otro lado del mostrador le indicó una puerta, la cual daba acceso a través de una mampara de madera y cristal a las oficinas del gran edificio. Una vez allí, el empleado le guió hasta un despacho, llamó a la puerta y le rogó que pasara. La estancia era una oficina de tamaño medio, en frente de la entrada había una mesa y detrás de ella un sillón girado dándole la espalda. En el mismo, se distinguían los brazos y la cabeza de un hombre fumando un cigarro de calibre importante.

“Al Gobierno de Majestad no le preocuparía que un español mandará un inofensivo telegrama a Waterford; si no fuera porque el caballero en cuestión es un espía extranjero, que en Irlanda hubiese buques de guerra de su país y que hace una hora hubiese zarpado de Gravesend el “USS New Orleáns”.”

El tono era amenazante y el mensaje para preocuparse, menos mal que la voz era tremendamente familiar.

“Eres un bastardo, me acabas de pegar un susto de muerte” dijo Osborne, casi con alivio.

El sillón giró sobre si mismo, apareciendo la risueña cara de James Moore.

“Siéntate querido cuñado. ¿Qué tal la reunión con mi padre? Ya me he enterado que dio el consentimiento para la boda, ¡ me he quedado perplejo!”

Osborne “¡Ya sabes que soy irresistible!.”

Alejandro pensó que no era el momento ni la persona adecuada para dar explicaciones sobre lo extraña y sospechosa que le había parecido a él la situación vivida en la mansión familiar. Cuando llegó allí, el padre de Martha, Sir Peter Moore, fue altivo y prepotente hasta que Alejandro le dejó claro que el único motivo para casarse con su hija era que lo consideraba un deber y una obligación, pero que él no tenía ningún interés en su aristocrática familia. A partir de allí todo fueron atenciones, diciéndole que había una importante dote esperándole y que además tenían conocimiento de que Alejandro era un valiente militar con un gran futuro; en cuanto a sus ascendientes, seguro que con ese apellido su abuelo procedía de una buena familia inglesa.

Todo podría haber sido correcto de no ser porque la barriga de Martha era demasiado grande para tener poco más de cuatro meses y que el doctor hubiese insinuado que el parto podía adelantarse unas dos lunas; hasta donde el sabía, eso no era fácilmente predecible. En consecuencia, Alejandro se excusó diciendo que debía atender importantes asuntos para su Patria y por lo tanto tenía que ausentarse una temporada. Si la criatura nacía en su ausencia, había dado poderes a una persona en Londres para su reconocimiento antes que él volviera para casarse. Lo que no dijo, es que si el niño resultaba ser sietemesino y pesaba más de tres kilos, Martha se iba a tener que buscar otro incauto. En todo caso se aprovecharía de la ocasión que había provocado a cosa hecha para poder influir en su cínico colega británico James Moore.

>>Me imagino que no me habrás llamado sólo para esto. Es un placer verte, pero el cable debe salir rápido y yo tengo que zarpar para España al mediodía. A no ser que haya algún problema con el asunto de los irlandeses.”

James “No, eso último va sobre ruedas. Garduña es un tipo de lo más eficiente. Tampoco te preocupes por el telegrama, lo están enviando ya.
>>La novedad es que tengo una información para ti. ¿Te suena “Isla de Panay”?.”

Alejandro “Sí claro, eso es una parte de las Filipinas.”

James “Y un barco de la Trasatlántica también. Si quieres que te cuente algo más, debes darme alguna cosa interesante a cambio.”

Alejandro había aprendido a tener siempre un as en la manga mientras estaba en Inglaterra, porque en cualquier momento se podía encontrar uno con James -como era el caso - y éste siempre pedía algo a cambio de sus servicios.
Alejandro “En breve habrá una entrega de armas para los boers en África del Sur desde Mozambique.”

James “¿Cómo lo sabes?”

Alejandro “No preguntes demasiado. Las fusiles serán Máuser, los cañones Krupp de campaña y la munición está fabricada en España ¿te sirven la respuestas?.
>> La operación se la hemos propuesto a los portugueses, los cuales han aceptado. Ya que si vosotros tenéis un problema grave en África, disminuiréis la presión sobre sus colonias; y además, como los alemanes simpatizan con los boers, romperéis cualquier pacto con ellos. Más tarde, los mismos portugueses os ayudarán en la guerra que seguro tendréis en Sudáfrica.”

James “Casi eres tan perverso como un auténtico inglés, no me extraña que mi padre te acepte de yerno.
>>Voy al grano, el “Isla de Panay” partió sobre el 4 de Marzo de Barcelona con unos 75 torpedos fijos a bordo. Ayer por la noche, zarpó de Colombo con destino Manila y escala en Singapur. En ésta última ciudad, el Cónsul general norteamericano ha solicitado de las autoridades británicas -previa información desde España- que entretengan a vuestro buque con trámites burocráticos hasta que se declare la guerra y entonces se intervenga su carga.
>>Ahora te voy a imponer varios requisitos que te dificultarán lo que tengas que hacer, pero que sí no los cumples me enfadaré contigo y pondré a trabajar a Gran Bretaña abiertamente en contra de España.
>>Como ya sabes, queremos que los americanos piensen que colaboramos del todo con ellos. Si el “Isla de Panay” no llegará a entrar en Singapur o lo hiciese totalmente vacío de torpedos, los yanquis podrían sospechar que nosotros os dimos la información que hoy mismo nos pasaron ellos. ¿Queda claro este punto?”

Alejandro “Totalmente transparente. Muchas gracias, ahora discúlpame debo poner un segundo telegrama urgente.”

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CAPÍTULO XXI
PREPARATIVOS EN LAS FILIPINAS (2). Olongapo, Bahía de Subic, Isla de Luzón. 28 de Marzo de 1898.

Hacía días que terminaran con la inspección de los buques que permanecían de manera casi camuflada en Subic. El CN Boado y Tcol. Primo de Rivera ya habían regresado a la cercana Manila en el “Arayat” para pasar sus informes.

Lucas se había quedado para dar las últimas instrucciones relacionadas con su misión al Capitán del “León XIII” don Gregorio Amezaga. Sobre la cubierta de ese vapor y en la buena compañía de los Capitanes de Navío don Manuel Eriza y don Rafael Micón -comandantes de los cruceros “Alfonso XII” y “Reina Mercedes” respectivamente-, estaba supervisando personalmente el embarque del material: 10.000 fusiles Murata, cinco millones de cartuchos y dos baterías de antiguos cañones Whitworth. Todo fabricado en Japón -excepción hecha de los cañones que pertenecían al parque de Artillería de nuestro Ejército en Manila- y tomado a los rebeldes filipinos, teniendo como destino final Hawai. El receptor sería Robert Wilcox en la isla de Maui, desde allí distribuiría las armas y empezaría la rebelión contra la anexión yanqui. Al “León XIII” que estaba armado normalmente con dos Hontoria de 9 cm, se le habían añadido dos Krupp de 75 mm y un par de ametralladoras de 25 mm; no se le emplearía como crucero auxiliar, pero sí se quería que tuviera un mínimo de protección artillera.

El que se estaba convirtiendo a marchas forzadas en un poderoso crucero auxiliar era el “Buenos Aires”, fondeado ahora en las cercanías del anterior. El Estado Mayor de la Armada había regulado la forma de artillar a los buques mercantes de cierta importancia adscritos a la Real Marina. La intención era hacerlo de la manera normalizada, homogeneizando hasta donde se pudiera y aprovechando eficazmente su gran tamaño. Se llegó a la conclusión que era mejor tener pocas naves fuertemente armadas que muchas de mala manera. (Era conocido que en los planes de US Navy figuraba convertir a un buen número de mercantes (11) en buques de guerra y para ello tenían una importante reserva de artillería almacenada.)

Como los cañones de 150 ó 160 mm que no estaban en barcos propiamente dichos de guerra se habían instalado en la costa, a nuestros auxiliares se les dispuso de entre 6 y 8 cañones de 120 mm -de ellos los más que se pudieran de tiro rápido- , del mismo número de piezas ligeras y de un par de ametralladoras. En definitiva, aunque sería un poco complicado y aburrido explicar la procedencia de cada una de las piezas -entre las que traía de España y las que se le añadieron en Filipinas derivadas de otros buques-, el trasatlántico de 9.500 toneladas de desplazamiento “Buenos Aires” quedaría artillado con 4 Hontoria 120/25 y otros 4 iguales pero de 35 calibres tr. 1, 4 Hotchkiss de 57 mm 2, 4 revólveres de 37 y dos ametralladoras de 25 mm. Sus 125 metros de eslora andaban casi 16 nudos y se esperaba que bajo el mando del Capitán de Fragata Bayo fuese un eficiente corsario en aguas del Pacífico. No se pretendía que se enfrentara -debido a su nula protección- a auténticos barcos de guerra, pero a algún cañonero americano ya le haría pasar un mal trago.

En cuanto a los cañoneros, en Subic se estaban acicalando a dos ellos. El primero era el “Velasco”, el cual se encontraba en el nuevo dique seco construido con capacidad de hasta 2000 toneladas. Éste era el único de los de primera clase al que se le había dejado el aparejo de goleta al completo. Sus 3 cañones Armstrong de 150 mm descansaban ahora en el Fuerte de Miraveles de Batán, vigilando la Boca Chica de la Bahía de Manila; a cambio, se le habían instalado cinco cañones Hontoria de 120 mm de tr. , dos a cada costado y uno en proa. Refiriéndonos al mismo buque, no portaba tubos lanzatorpedos y se le añadieran 2 Nordenfelt de 57 mm, 4 revólveres de 37mm, conservando una ametralladora de 25 mm. Al mando del CF Menacho, su misión era servir de escolta al “León XIII” y conseguir distraer a algún buque norteamericano para que lo siguiese por aguas lejanas a Manila, impidiendo que se uniese a la escuadra de Dewey.

El segundo de los cañoneros era el pequeño “Lezo”, el cual había cambiado sus piezas de 120mm de 25 calibres por dos Krupp de 87 mm del “Castila”, además portaba un Hontoria de 90 mm y algunas ametralladoras. El cañonero de 2ª y 540 ton, acompañaría a los transportes “Manila” y “Cebú”, los cuales se estaban preparando con hombres y pertrechos para reforzar Guam.

Los demás buques fondeados en apariencia eran simples vapores de la Trasatlántica. Los cruceros no protegidos “Alfonso XII” y “Reina Mercedes” habían atravesado a primeros de año el Canal de Suez disfrazados como buques de la Compañía del Marqués de Comillas para en teoría ser fletados a la Real Cía. de Tabacos de Filipinas. Sus comandantes y la tripulación reducida se uniformaron entonces de marinos mercantes para pasar desapercibidos. En el manifiesto figuraba que transportaban material de guerra y así era, cargaban su propio armamento disimulado entre otros bagajes. Sus reductos eran tan sólo el recuerdo de su pasado militar -podía pensar quien los viese-, había que ser un hábil y experto observador para fijarse que habían aumentado a ocho y que además estaban blindados.

En definitiva, los dos cruceros permanecían en Subic pintados con los colores de la Trasatlántica, enarbolando su gallardete y renombrados en falso como “Isla de Negros” y “Sultana de Joló”, lo cual llevaban escrito en sus costados. Hasta la fecha, habían embarcado hasta por tres veces marinería procedente de Manila para su transporte y regresado a puerto con ellos. La disculpa era el apoyo a las operaciones de guerra; en realidad, eran su verdadera tripulación al completo que había llegado en otros transportes hasta el archipiélago. Normalmente permanecía acantonada en Manila , haciendo alguna salida para ejercicios de tiro.

El “Alfonso XII” quedó armado con 4 Hontoria de 160 mm -que ya eran suyos antes- y 4 Hontoria de 140 mm transformados a tr. -procedentes de los sobrantes de los Vizcaya-. Como piezas ligeras montaba: 3 Nordenfelt de 57 mm, 3 de 42 mm y 6 revólveres Hochckiss del 37, más dos ametralladoras de 11 mm. Sus cañones de desembarco de 7 cm tr. fueron a las islas de la boca de Manila y el número de sus tubos lanzatorpedos reducidos a dos.

Al final no se le instaló la cubierta protectriz parcial solicitada y si una torre blindada para el comandante. Como sucedáneo de la protección horizontal, se utilizaría el mismo carbón almacenado en la cubierta del falso sollado, del que sólo se haría uso en caso de necesidad.

Con “Reina Mercedes” se procedió de igual forma, aunque sus cañones originales quedaran todos en Santiago de Cuba. Los nuevos de 160 mm venían dos del “Alfonso XII” y dos del “Reina Cristina”; 2 hontoria de 140 mm y 2 Schneider-Canet de 150 mm -todos de tiro rápido-, completaban la artillería media. El resto era idéntico al “Alfonso”.

Por último, se estaba trabajando abiertamente y de forma acelerada en la transformación del “Cristina” en el astillero. Pero claro, al haberse abortado la construcción del nuevo dique flotante y suspendido el envío del de Cartagena, los trabajos transcurrían de forma harto penosa. Si la instalación de la torre blindada del comandante había sido de gran dificultad, el remache de los pernos para instalar los reductos blindados con base de teca sobre el forro del casco de hierro estaba siendo un auténtico encaje de bolillos. Ni que decir tiene que todas las partes nuevas habían sido enviadas desde España a bordo de sus gemelos. La artillería de esta nave quedaría similar a la de los otros dos, sólo que esta vez con tres Skodas de 150 mm y un Canet del mismo calibre, además de los cuatro Hontorias de 160 mm de rigor.

Los comandantes de estos cruceros no protegidos reconocían a sus buques como desfasados ya antes de ser entregados a la Armada, pero al tiempo decían que no convenía exagerar su incompetencia. No eran sólo meros transportes: los cascos estaban divididos en diez compartimentos estancos, disfrutando de división celular en calderas y maquinas, también le proporcionaban cierto blindaje a citadas partes las carboneras colocadas a su alrededor y en un sollado de la cubierta superior; además, sus cubiertas y planos inclinados sobre la línea de flotación eran de acero de 3/8 de pulgada. Ahora como nuevo, se les sumaba el blindaje en los reductos de la artillería media, en la torre del Comandante y la defensa de calderas y máquinas por cofferdams con celulosa -a costa esto último de reducir en algo la capacidad de almacenaje de carbón-. De aparejo llevaban dos palos militares con una pequeña cofa de acero.

El estado de mantenimiento era satisfactorio. Al “Alfonso” y al “Mercedes” en España se les había recorrido la artillería, tuberías y maquinaria; cambiado las calderas, practicado una carena al casco e instalado un forro de cobre y madera para preservarlo en climas tropicales. Las mismas operaciones se practicarán con el “Cristina” en el astillero Whampoa de Hong-Kong, excepto en lo referente al forro de cobre y a que a las calderas se les practicará tan sólo una compostura.

Montojo ordenó cubrir la proa de los buques con cadenas para darles alguna protección y estaba fondeando barcazas llenas de arena en Cavite -de tal guisa que en caso de necesidad se refugiasen detrás de ellas poniendo a salvo la línea de flotación-. La cubierta principal de los cruceros tenía un incipiente tratamiento de barniz presuntamente ignifugo, también se había dotado de material contra incendios a las tripulaciones y todo lo que pudiera resultar fácilmente combustible se había desembarcado o incluso tirado por la borda.

A juicio del CN Cadarso serían hundidos por los no muy potentes cruceros protegidos yanquis, pero estos tardarían algún tiempo en conseguirlo. Mientras tanto su obligación sería causar el mayor daño posible al adversario.

Por los tres cruceros no protegidos de 2ª clase, esperaban ya en la Bahía de Manila preparados para lo que hubiera de venir, los cañoneros de 1ª “Don Juan de Austria”, “Don Antonio Ulloa”,”Isla de Cuba” y “Isla de Luzón”.
Los dos primeros prácticamente gemelos del “Velasco”, pero tan sólo con dos palos militares aptos para pequeñas arboladuras. Armaban cinco Hontoria tr. de 120 mm, 2 Nordenfelt de 57 mm, cuatro revólveres de 37 mm y una ametralladora. La disposición de la artillería no hacía más que recobrar su distribución original del proyecto, retirando para compensar pesos los tubos lanzatorpedos y el bauprés. Los dos cañones Hontoria de carga simultánea para desembarco -7 cm- de cada uno de ellos se llevarían con los del Velasco a Guam a bordo de los transportes.

Los “Isla de Cuba y de Luzón” eran en realidad dos pequeños cruceritos con una cubierta protectriz de entre 37 y 62 mm. Tenían 6 cañones de 120 mm Hontoria de tr., habiendo recuperado también así su proyecto original. El armamento ligero consistía en dos Hochtkiss de 57 mm, uno de 37 mm y dos revólveres del mismo calibre, además una ametralladora de 11 mm. Había que reconocer que aunque no se le habían instalados los tres tubos lanzatorpedos previstos, iban sobrecargados de artillería.

El Jefe de EM del apostadero, CN Boado, le manifestara hace unos días que los Hontoria transformados modelo 1883 estaban dado problemas con los cierres. A diferencia de los que se quedaban en la península -que si tenían algún defecto eran perfeccionados-, la maestranza de artillería de Manila no era suficientemente competente para resolver satisfactoriamente esas averías. Otros peligros eran la existencia de estopines eléctricos defectuosos en los casquillos metálicos de los nuevos proyectiles de carga simultánea y el más importante de todos: que las tripulaciones no estaban tan instruidas como las de Europa, ya que gran parte de ellas eran filipinos que ni tan siquiera entendían el español.

Pregunta de diferente naturaleza se planteaba con lo que se debía hacer para defender las incipientes instalaciones fabriles de Subic, la respuesta sencilla: si eran atacadas desde el mar y dentro la estrategia del todo o nada de las autoridades de Manila, quedarían abandonadas a su suerte dentro de unos días.

El CN Ríos, Comandante Naval de Subic y Comisario de la Armada en el nuevo astillero -a bordo del pontón “Marqués del Duero”-, había decido retirarse. Dejaría ocultas y hundidas las puertas del dique seco, salvando el material que se pudiera tierra dentro. Antes de irse, había comentado -no sin cierta retranca- que casi era una suerte no haber traído ningún dique flotante para no verse obligado a hundirlo o dejárselo al enemigo.




1- 120/35 transformados a tr.
2- Se habían desarmado cañoneras y buques en segunda actividad, exprimido las piezas de los Arsenales y tomado las que sobraban de otros (sólo del “Pelayo” por cambio de piezas le sobraban 5 Hotchkiss de 57 mm, 8 revólveres de la mismo sistema de 37 mm y dos Nordenfelt de 42 mm), Tambien con dinero del “General Valdés” se habían comprado más Nordenfelt o Sarmiento de 42 mm. Para este mismo buque se habían reservado 4 Nordenfelt de 57 y 2 Maxim de 37, que ahora se utilizarían en otras naves.

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CAPÍTULO XXII
EL COMBATE NAVAL DEL SUR DE IRLANDA. Océano Atlántico, unas 80 millas al Sur de la costa irlandesa. 29 de Marzo de 1898.

El Capitán de Corbeta Arthur Nazro hasta hace unos pocos días era el Oficial Ejecutivo del crucero protegido “USS San Francisco”. El citado buque se había desplazado al río Támesis para trasbordar parte de su tripulación al nuevo crucero “Amazonas”. Un total de 85 marineros y algunos infantes de marina con Nazro al frente se hicieron cargo de la flamante adquisición -la normal era de 350 hombres-, la cual todavía portaba el nombre brasileño original.

El nuevo crucero protegido recibiría el nombre de “New Orleáns”, aunque esta circunstancia no estaba oficializada. Era un bonito barco de unas 3.700 toneladas de desplazamiento; armado con 6 cañones de 150 mm, 4 de 120 mm, 8 de seis libras y diez de una, además de tres tubos lanzatorpedos. Tenía una cubierta protectriz de entre 1.25” a 3”, las torretas de artillería estaban protegidas por 10 cm de acero Harvey y la torre del Comandante era de un grosor todavía un poco superior.

Sobre las doce horas de aquel plomizo día de Abril se encontraba a unas 120 millas al W del Finesterre británico, en algún punto del océano Atlántico al Sur de Irlanda. Ayer sobre las 20:30 horas había pasado a seis millas de distancia del faro de las Islas Scilly, allá donde el Canal de la Mancha se junta con el mar abierto. La travesía desde Londres por el momento había sido rápida y sin contratiempos. Le molestaba llevar a unas tres millas de su popa dos mercantes alemanes desde que zarpara de Gravensend, pero siendo objetivo reconocía que su derrota trascurría por una ruta de gran tráfico internacional y que todos los buques que pasaban por el Canal con destino Nueva York iban aproximadamente por allí. Le resultaba algo extraño el hecho de un par de bengalas lanzadas ayer noche desde aquellas naves al despuntar las Scilly y el intercambio de mensajes en inglés identificando sus nombres con otros buques. En fin aquello no era cosa suya.

Un subordinado llamó a la puerta del camarote.

“Por favor Capitán, el oficial de guardia le reclama en el puente con urgencia.”

Nazro se puso la guerrera azul marino y la gorra de plato, a continuación se encaminó hacia donde era requerido.

“Capitán en el puente”. Dio la voz un marinero que lucía un uniforme muy parecido en todo al de los nuestros.

>>Señor siento molestarle y quizás no sea nada, pero dos pequeñas embarcaciones que tienen aspecto de ser grandes torpederos dirigen su proa hacía a nosotros a menos de tres millas”. Informó el Oficial de Guardia en el puente de navegación.

El Capitán Nazro tomó unos binoculares y localizó dos puntos grises por su aleta de estribor que se acercaban a una gran velocidad, delatada ésta por los bigotes de espuma que se abrían al paso de su proa.

“Segundo ordene estribor de Guardia y que estén preparados los cañones de seis y una libra de ese costado. Mande a un Oficial al proyector y que envíe un claro mensaje: que no se acerquen a menos de milla y media o abriremos fuego. No consigo distinguir los colores de la bandera, pero desde luego no es la “Union Jack”, tiene tres bandas horizontales en dos tonos diferentes.”

12:15 Cazatorpedero “Osado”.
El TN 1ª Guimera miró a estribor desde el pequeño puente abierto de proa y pudo comprobar que su gemelo el “Proserpina” no se quedaba atrás ni tampoco le adelantaba, a la velocidad de 28 nudos que estaban consiguiendo en aquella encalmada debían ser meticulosos con la coordinación.

Dos torpedos Schwartzkopf de 356 mm convenientemente lubricados, esperaban introducidos en los respectivos tubos de cubierta. La situación era de zafarrancho con los 65 hombres en su puesto de combate. La tripulación se dividía fundamentalmente entre los que permanecían al pie de las piezas de artillería o en las cercanías de los tubos lanzatorpedos del buque y los que echaban saliva por la boca fruto del esfuerzo desarrollado al cargar el carbón sobre las parrillas de las calderas para meter presión a las potentes máquinas de 7.000 caballos.

En todo caso, la tensión y gravedad de la situación se reflejaba en los rostros. Seriedad que casualmente se veía aumentada por el ambiente, ya que al frío gris de cielo británico y al mismo color de los casco de los buques se unía el oscuro azul marino de los uniforme de nuestros marinos. En esta ocasión iban todos de esa tonalidad hasta en las gorras de los oficiales, quienes se abrigaban con levitas largas como prenda superior.

Como el ataque era diurno, posiblemente no se lograrían acercar a una distancia mínima de 850 yardas para lanzar su mortífera carga con alguna posibilidad de éxito; no obstante, lo hacían de esta manera porque no querían retrasar el ataque.

La escuadrilla del Capitán Jiménez Franco había llegado con bastantes horas del adelanto sobre el “Amazonas” a las cercanías de las Islas Scilly. No quisieron despuntar de las mismas, permaneciendo unas tres millas al NW ocultos de las vistas de quién viniese navegando por el Canal de la Mancha rumbo Oeste.

Dos bengalas lanzadas desde de los cruceros auxiliares españoles que seguían al buque de guerra norteamericano -tomando como referencia las luces de navegación de éste- les alertaron de la presencia enemiga; confirmada la misma con los proyectores de luz por medio de los mensajes sencillos en lenguaje convenido, cuyo inglés sin claves resultaba poco sospechoso para el que lo viese. A partir de ahí, los buques de guerra españoles se sumaron a la estela de los auxiliares, desplegándose a continuación sin perder de vista las luces de navegación de aquellos ni las del buque americano; por el contrario las propias permanecían apagadas, aunque de vez en cuando encendían un proyector por el través para que los otros compañeros conociesen aproximadamente su posición.

Durante la noche, la escuadrilla tuvo un momento de zozobra al perder por dos horas de vista al crucero yanqui; incluso cuando recuperaron la pista, sufrieron la incertidumbre de no saber si se habían confundido de objetivo. Sólo a primera hora de la mañana quedaron tranquilos, al comprobar que el buque al que seguían era efectivamente el “Amazonas”. Entonces no pudieron atacar debido a la presencia moderada de tráfico marítimo. Sobre las once de la mañana quedó todo más tranquilo y empezaron las maniobras de aproximación.

12:20 Crucero “New Orleáns”

“Señor hay tambien dos buques mayores. Uno cinco millas al Norte y otro a similar distancia al Sur, parecen de guerra y con rumbo de encuentro hacia nosotros.” Informó el Oficial Ejecutivo del crucero americano.

Cap. Nazro “Ahora nos ocuparemos de eso, primero quiero saber que responden los destroyers.”

Arthur Nazro fue informado de tal extremo a través de los tubos acústicos desde la cofa -donde se situaba el proyector más elevado-, los torpederos estaban a una milla de distancia y hacían caso omiso de sus advertencias, además se distinguía claramente una bandera española o austriaca izada en su mástil.

Cap Nazro “Segundo ordené abrir fuego de advertencia a las piezas ligeras, que disparen unas 75 yardas a proa del torpedero situado más al Oeste.”

Nazro no quería empezar una guerra por su cuenta si no se veía obligado a ello.

Uno de los cañones de 57 mm -servido por cuatro artilleros- giró fácilmente sobre su pedestal dándole vueltas al volante de dirección, después el apuntador redujo deliberadamente el ángulo de tiro, a continuación el jefe de pieza accionó del disparador. Cuando apenas el proyectil de 6 libras había salido de la boca de fuego, uno de los sirvientes ya estaba introduciendo un segundo cartucho en el cierre, tres segundos más tarde se producía el siguiente disparo.

12:25 Caza-torpedero “Proserpina”.

Dos salpicaduras de agua producidas por cañones de calibre ligero se sucedieron a unos 50 metros de su proa.

El TN 1ª Sánchez de León tenía claras las prioridades, provocar sin sufrir daños propios. Ordenó virar en redondo y hacer fuego con el cañón de 75 mm Nordenfelt en retirada.

Su proyectil quedó corto, el del “Osado” que realizó la misma acción, traspasó el acero de las superestructuras del “Amazonas” al segundo intento.

12:30 Crucero “USS Amazonas”

“Zafarrancho de combate, fuego a discreción. Caña a 0º Norte, máquina a toda, persiga a esos piratas timonel”. Nazro voceó preso de un gran enfado, negándose a dirigir el combate desde la protegida torre del Comandante y permaneciendo en el puente alto de navegación.

El crucero viró bruscamente, todas sus piezas de caza de proa dispararon contra los torpederos que huían a una velocidad cercana a los 30 nudos.

Cap Nazro “Estoy seguro de que alguno de nuestros disparos ha alcanzado al torpedero situado a estribor.”

Arthur Nazro ajustó sus prismáticos para distinguir el gran buque que se dirigía en rumbo de encuentro Sur hacia ellos. Los torpederos españoles quedaban ahora situados entre los dos. Era gris y bastante grande, no llevaba bandera y si no fuera porque todo le empezaba a resultar especialmente sospechoso, podía ser un crucero clase Blake 1 británico que se acercaba de frente a toda máquina para inspeccionar lo que estaba ocurriendo tan próximo a sus aguas territoriales.

1- La clase “Blake” británica tenía dos chimeneas por tres del “Carlos V”, pero de frente no se distinguían claramente.

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12:40 Crucero protegido “Carlos V”

El “Amazonas” se dirigía de manera casi suicida, a poco más de tres millas de distancia y sin ser consciente de ello, al encuentro del gran buque de guerra español.

En las piezas de caza de la batería de calibre medio del “Carlos V”, los sirvientes -espoleados por las voces de los condestables- habían recogido los proyectiles de 34 kilos de los ascensores, tras ponerlos sobre la carretilla de la munición los trasladaron hasta los Hontoria de 140 mm. Los jefes de pieza daban las órdenes, los Condestables las verificaban repitiéndolas y los Cabos de cañón auxiliados por los artilleros las ejecutaban mecánicamente. ¡¡PREPÁRENSE PARA CARGAR!! Los proyectiles eran levantados a pulso, con las manos o grandes tenazas, entre dos hombres; ¡¡CARGUEN!!, entonces se introducían en el cierre del tubo empujados por un artillero con el atacador.

A cada uno de los costados, en los voladizos del puente de proa, sendos Tenientes de Navío manejaba unos pequeños telémetros Bustamante, intentado adivinar la distancia en coordinación con otros observadores desde las cofas. Cuando obtenían los datos se los transmitían a los comandantes de las baterías a través de la torre de mando.

El Cabo de cañón apretó el tornillo del cierre, breves segundos más tarde escuchó el ángulo de elevación para una distancia de 2.500 metros, el cual le fue facilitado de viva voz por el oficial de la pieza, quien a su vez lo había recibido del Comandante de la batería después de que éste mirase unas tablas. El mismo Cabo situó la muesca del alza en lugar indicado sobre la corredera graduada verticalmente; a continuación, un sirviente dio vueltas a la manivela lentamente, levantando con ello el tubo hasta que hizo coincidir la citada marca con el punto de mira. Entonces sus auxiliares sacaron el freno y accionaron el volante haciendo girar la pieza sobre los engranajes de su vanguardista montaje de pivote central, el apuntador dio el visto bueno: la mira estaba alineada con el blanco. El Cabo introdujo el iniciador, el cual manipulado desde un mando a través de un cable, provocaría la detonación del estopín eléctrico; éste a su vez, causaría la deflagración de la carga proyectante dentro del moderno casquillo del proyectil de carga simultánea. El apuntador mientras tanto, observaba permanentemente por la mira el blanco en movimiento, realizando pequeñas correcciones en deriva.

Los cañones de 280 mm y las piezas ligeras de tiro rápido estaban también preparados para hacer fuego.

12:45 Crucero “USS Amazonas”

“Señor, el buque de proa en rumbo de encuentro con nosotros se identifica como el crucero acorazado español “Carlos V”, nos insta a detenernos o nos atacarán sin cuartel por haber disparado contra sus destroyers y matado a un marinero en uno de ellos. Nos advierte que a nuestra popa se encuentra el crucero acorazado “Cardenal Cisneros” y que no tenemos escapatoria”

Un oficial le confirmó que unas cuatro millas a su popa, un buque de guerra de color gris y con aspecto parecido a los cruceros clase “Orlando” británicos les perseguía.

La información brindada por lo servicios de inteligencia de la Navy era indignante. Los barcos españoles en cuestión se suponía que apenas flotaban y ya era la segunda vez que se encontraba con ellos en un mes, esto era una encerrona preparada minuciosamente; ¿dónde coño estaba el “San Francisco”? , aunque casi mejor podían haberles hundido a los dos. Nazro sabía que era muy superiores a él por separado, juntos ya no digamos. Sólo le quedaba la opción intentar escapar, nadie se lo reprocharía. Lo que no haría bajo ningún concepto era entregar su barco a los españoles.

Cap Nazro “Rueda todo a babor timonel, rumbo al 270. Subteniente compruébelo en la bitácora. Olvidémonos de los torpederos y vamos a intentar salir de aquí como podamos. Atiendan las piezas de 6” de proa y popa, una de 4.7” en cada costado y las que podamos ligeras. Por el momento olvídense de los torpedos automóviles, no se van a poner a tiro de ellos. Máquina a tiro forzado”. Las órdenes eran dadas de manera sucesiva sin interrupción.

El timonel puso la caña a la vía, quedando la derrota del “Amazonas” rumbo W y flanqueada a sus costados entre las de los barcos de guerra españoles, los cuales estaban virando a su vez y respectivamente a estribor y babor. El “Carlos V” dos millas al norte y el “Cardenal Cisneros” unas tres millas al sur.

La situación era desesperada, su buque era inferior y no más rápido que el enemigo. Sólo disponía de 85 de hombres, necesitaba toda la presión en máquinas y por lo tanto no podía prescindir de los que trabajaban allí. En situación normal y teniendo dos enemigos al tiempo, hubiese preferido le atacasen por los dos costados a la vez; de esa manera, él podía utilizar su poder artillero al completo y el enemigo dispersaba el suyo. Ahora era diferente, no tenía capacidad humana suficiente para atender todas las piezas, lo que disminuía su poder ofensivo al dejar en ambos costados varios cañones sin sirvientes.

Para colmo, el buque estaba recién entregado; no hacía ni una semana que se hicieran cargo de el, por lo que no habían efectuado prácticas reales de fuego más allá de comprobar el funcionamiento de las piezas. Si la caza se prolongaba mucho sus hombres se agotarían, sobre todo los que trabajaban abajo con el carbón en las parrillas de las calderas. Otro contratiempo era que siendo nuevas las máquinas, estaban estas prácticamente sin probar y sus maquinistas no las conocían más que superficialmente. Si las forzaban podían reventar.

12:55 Crucero “Cardenal Cisneros”. 1

En la mina del buque, los fogoneros con los ojos enrojecidos por la tensión y el polvillo en suspensión, sudaban a más de 50 grados sus brillantes torsos desnudos y ennegrecidos por el carbón. El Comandante Fiol le pedía con insistencia más presión a su primer maquinista, para conseguir así acercarse a los 20 nudos que necesitaba, si no quería perder las tres millas de distancia con el “Amazonas”.

Algunos de los maquinistas y fogoneros para calmar la sed recogían con un cazo de un balde de madera una infusión de ron y azúcar debilitados con té. En el desayuno ya les habían proporcionado un suplemento alimenticio a sus raciones para que pudieran sobrellevar mejor el esfuerzo físico que se preveía.

En los pañoles de los proyectiles de 240 mm, debajo de la protectriz, los sirvientes cargaron los 167 kilos de acero en una bandeja metálica, la cual suspendieron por una cadena a un puntal que discurría paralelo al techo, deslizándola a continuación la primera a lo largo de la longitud del segundo hasta el ascensor. El mecanismo del montacargas eléctrico estaba protegido por un grueso blindaje y construido a modo de una rueda sin fin con repisas, las cuales subía en gran parte municionadas bajando por lo común vacías. En la torre de artillera de proa otros artilleros recogieron el proyectil y volvieron a encadenar la teja a otro puntal similar al de los pañoles. Mediante un juego de engranajes, poleas y manivelas lo acercaron seguidamente a la bandeja del cierre del cañón, ayudándose en esta ocasión -debido a las prisas- manualmente tirando con fuerza de el.

Muchos de los sirvientes de las torres principales se habían ya despojado de la parte superior de su uniforme, dejando al descubierto una blanca camiseta. Uno de ellos tomó el largo atacador y empujando el proyectil lo introdujo en el cierre, a continuación añadieron a su culote varios sacos de seda con unos 60 kg de pólvora en su interior para proyectarlo. El Cabo puso la tapa del cierre en posición y apretó el tornillo. Inmediatamente el Comandante de la torre ordenó: “deriva a + 35º, elevación 2.5º”. Un sirviente accionó el motor eléctrico que movía la torre, otro con un volante levó el tubo ligeramente. El tirador introdujo el estopín pirotécnico por el fogón -el cual entró en contacto con la carga de proyección-, anudó el tiraflictor y lo cogió por la empuñadura con ambas manos. La pieza de caza Guillén de 240 mm del Cardenal Cisneros estaba lista para abrir fuego. Un hombre esperaba provisto de un baquetón con el extremo a modo de esponja para limpiar el tubo de los restos de pólvora, tela y limaduras metálicas nada más se abriera el cierre después de la detonación del arma.

Efectuado el disparo se desajustaría toda la pieza. Los aturdidos artilleros presos de un pitido constante en los oídos -consecuencia de la potente detonación-, tardarían casi cinco minutos en hacerlo entrar en batería y tenerlo listo para un nuevo disparo. Todo ello a pesar de ser un equipo excepcionalmente entrenado.

Pensaba el CN Fiol, mientras supervisaba las operaciones, que ya era toda una paradoja del destino que dos buques bautizados con los nombres de personas a quines las circunstancias la historia había impedido su encuentro, navegasen juntas por las frías aguas del Atlántico: “Carlos V” y el “Cardenal Cisneros”.

13:00 Crucero “USS Amazonas”

Los primeros proyectiles empezaron a acercarse peligrosamente al casco del crucero. Uno de 75 mm del “Cisneros” cayó sobre la cubierta de la toldilla rebotando hacía fuera, no si antes haber provocado un diluvio de astillazos de madera que se clavaron en las carnes de los sirvientes de las piezas ligeras de popa. Ninguno de ellos -quizás debido a la falta de experiencia en combate- había tomado precauciones cuando oyeron al silbante proyectil acercarse. ¡Al menos debían haberse tirado al suelo! Gritó Nazro a su segundo.

La pieza de 150 mm del “Amazonas” abrió fuego en retirada sobre el “Carlos V” sobrepasándolo en unas 125 yardas.
Nazro por precaución se encaminó a la torre de mando, trasladando a la vez el gobierno del buque a lugar más protegido que el puente navegación.

1- Los tres cruceros “Princesa de Asturias”, entre ellos el “Cisneros”, desplazaban 7.524 ton. Montaban como armamento: 2 cañones Guillen (Hontoria mejorado) de 240 mm, 8 Schneider-Canet. 2 de 75 mm Maxin-Nordenfelt (más tarde los cambiaría por Vickers del mismo calibre), 8 Nordenfelt de 57 mm, 8 revólveres de 37 mm, 2 ametralladoras de 11 mm, 2 cañones de 7 cm de carga simultanea para desembarco y tres tubos lanzatorpedos.

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28 Jul 2010 18:57
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13:10 Crucero “Carlos V”

Jesús Prieto era un Cabo asturiano de Navia que disfrutaba con el retumbar de los cañones, el olor de la pólvora y el resplandor de los disparos; es decir con la batalla. De suerte era el encargado del cañón García Lomas de 100 mm de la amura de babor del “Emperador Carlos V”.

Había hecho por lo menos una docena de disparos y cada vez tenía más horquillado a su objetivo. Sus ayudantes movieron la pieza girándola unos centímetros a la izquierda , después actuaron sobre la rueda vertical, la elevación fue apenas imperceptible. ¡¡FUE-GOO!! Chús accionó el mecanismo de disparo, un proyectil salió de la boca a una velocidad superior a los 700 metros por segundo, perforando por encima de la línea de flotación el casco del “Amazonas” al llegar, posteriormente rebotó en la cubierta protectriz estallando dentro del buque.

Una vez entrada en eficacia, una pieza de aquellas características de tiro rápido con freno y recuperador, el resto de los disparos serían seguidos a razón de por lo menos ocho por minuto, siempre que no cambiaran los parámetros de tiro.

13:15 Crucero “USS Amazonas”

Se oyó un silbido que se acercaba a toda velocidad, una brevísima pausa y el resplandor de un fogonazo, por último el retumbar de la explosión.

“Señor nos han alcanzado por estribor en un corredor de la segunda cubierta, tenemos dos bajas”.

Nazro sintió como su buque se resentía, balanceándose un poco a estribor. Un segundo proyectil de 140 mm del “Cisneros” acababa de atravesar su costado de babor justo debajo de línea de flotación, chocando contra unos tubos de vapor que empezaron a perder presión rápidamente.

Las piezas de 57 mm y 37 mm enemigas perforaban continuamente la estructura del buque como si se tratara de hojalata, provocándole agujeros con los bordes de forma regular y vueltos hacia el interior. Los impactos eran casi redondos, parecían de estudiante en una clase de geometría. Las bajas de servidores en las piezas menores comenzaron a ser abundantes, sus compañeros se esforzaban en trasladarlos a la enfermería con diferente éxito.

Arthur Nazro ya se había percatado que los cañones de grueso calibre de los cruceros españoles abrieran fuego en tres o cuatro ocasiones cada una por lo menos, fallando siempre por unos pocos metros. Un proyectil de 316 kg a más de 600 metros por segundo de un 280 mm del “Carlos V” hizo estremecerse a todo el casco del crucero americano, llevándose por los aires la torre de 6” de popa.

13:25. Crucero “Cardenal Cisneros”.

La faja blindada del “Cisneros” acaba de rechazar sin inmutarse un proyectil de de 120 mm y las casamatas artilleras Krupp de los Canet de 140 mm soportaban perfectamente los impactos de los calibres menores de 57 mm -al igual que en caso contrario las todavía mejores del “Amazonas”-.

Desde las cofas y los alerones de los puentes, las automáticas Maxim de 37 mm disparaban sin interrupción. El jefe de pieza, unida a esta por un atalaje de cuero, la apuntaba -una vez retirado el freno- empujando la culata de la misma con el hombro y haciéndola girar sobre el pedestal en que se emplazaba. Simultáneamente los cartuchos de la cinta iban siendo desalojados de sus celdas a medida que iban enfrentándose con el cierre del único tubo del cañon ametrallador, por el cual salían disparados sus proyectiles de casi medio kilo a razón de 60 por minuto después de que el tirador apretara el gatillo. Una gran caja metálica adosada al lateral del arma contenía la munición que alimentaba el mecanismo de disparo, quedando enlazada la primera con el último por la ya mencionada cinta.

Por su parte, los cuatro Nordenfelt de de 57 mm de estribor emplazados sobre su pedestal, enviaban los envenenados dardos de casi 3 kg. a razón de más de 20 por minuto, saliendo de uno a uno y tras tirar de la palanca lateral que hacía de disparador hacia atrás. La plataforma situada encima de las casamatas de las piezas de 140 mm era un lugar privilegiado para hacer buena puntería con unas armas de maniobra tan sencilla, aunque sólo protegidas por un endeble mantel.

Fiol tenía orden de permanecer en un segundo plano del combate, pero no quería reprimir el acierto de sus piezas ligeras de tiro rápido. Las nueve 1 de banda de estribor estaban haciendo fuego a discreción con éxito notable y creciente.

Una vez hubo variado el rumbo de Norte a Oeste y ya paralelo al del “Amazonas” -cuando éste dejará de perseguir a los escurridizos cazatorpederos-, el Comandante de la batería medía del “Cisneros” ordenó corregir los elementos de puntería del cañón de caza de 140 mm Schneider-Canet de la amura de estribor, metiéndolo en batería con el resto de las piezas de su costado. Uno de los cierres se atascó, teniendo que cerrarlo a golpes de mazo y otros medios violentos, rompiéndose en la faena un mazo y una alargadera. Tras los primeros disparos, la aplicación estricta de las innovadoras técnicas de tiro se iban pervirtiendo -sobre todo en la batería media-, las distancias se calculaban a ojo desde las mismas piezas, el cabo enrasaba alza y punto de mira con el objetivo haciendo fuego acto seguido. Las correcciones en deriva y en alcance se practicaban a tenor del resultado obtenido, dependiendo éste en gran parte de la experiencia y destreza del jefe de pieza y sirvientes.

13:30 Crucero “Amazonas”.

“Señor de las cubiertas inferiores informan que tenemos algunos incendios y que empezamos a perder velocidad.”
Incluso comenzaban a tener problemas para relevar a los sirvientes heridos en las piezas ligeras que permanecían activas. Por eso fue un alivio momentáneo cuando observó que un proyectil perteneciente a su cañón de 150mm de la aleta de estribor hacía blanco a la altura de una pieza intermedia del “Carlos V”.

13:35 Crucero “Carlos V”

Una granada de 6” explotó hacia la mitad de la eslora del buque en la cubierta superior, muy cercana a la pieza de 100 mm del costado babor. El blindaje de 62 mm que le venía protegiendo del resto de los impactos no pudo evitar la carnicería, los cinco sirvientes de la pieza estaban literalmente desparramados en trozos por el suelo y el cañón destruido.

Sito Cañavet, un alicantino de Denia que era el benjamín del equipo, miró la dantesca escena como si estuviera fuera de ella. No había ruido alguno, todo estaba en calma y las cosas transcurrían con exasperante lentitud, la única muestra de realidad era un repelente olor a carne quemada. Sus camaradas permanecían tirados en el suelo, abrían la boca pareciendo querer gritar pero no decían nada. Al Cabo le faltaba parte de la cara, Lorenzo quedó divido en dos partes, Lucas no tenía brazos, Raúl simplemente no estaba. Nadie parecía venir en su ayuda, a él le sangraban los oídos y le empezó a doler una de sus piernas, la cual no encontró cuando la intentó palpar. Después se desmayó.

Mejor suerte tuvieron en la torre de 280 mm, donde rebotó un proyectil medio del “Amazonas” sin causarle daño aparente alguno gracias al grueso espesor del blindaje.

El crucero español se situó a menos de 2000 metros del americano. Su batería estribor de 140 mm entró en eficacia efectuando una descarga cada 12 segundos exactos. Por término medio, un proyectil de cada cuatro hacia blanco.

13:45 Crucero “Amazonas”

El buque olía a pólvora y quemado; el humo comenzaba a hacer irrespirable la estancia en las cubiertas inferiores, sobre todo debajo de la protectriz. Los incendios devoraban el forro de madera de la cubierta principal sin que nadie los apagase, con lo cual la visibilidad no era muy buena; lo que unido al natural estado de aturdimiento y sordera, resultado de los estampidos de los cañones, hacía que algunos componentes de la tripulación deambulasen desorientados con los uniformes destrozados y un tanto chamuscados. Ante el estado de las cosas el Segundo decidió dirigirse al Comandante.

“Señor tenemos 25 hombres muertos o heridos de gravedad, los incendios se extienden por todas partes al no tener personal para apagarlos y la velocidad ha disminuido a 14 nudos. No podemos escapar y nos van a hundir irremediablemente. Con el debido respeto el sacrificio me parece estéril.”

Arthur Nazro era un hombre inteligente y sabía que su Segundo estaba en lo cierto. Le habían cogido desprevenido al mando del primer buque importante de su carrera y posiblemente para su desgracia el último, pero no podía permitir que su orgullo llevase al fondo a sus subordinados.

Cap. Nazro “Teniente no puedo entregarles el buque. Mándeles un mensaje, nos rendiremos si nos permiten zabordar al “Amazonas” ”
Segundo Comandante “Señor lo siento por su hoja de servicios, pero hace lo correcto. Tendrá mi apoyo cuando lo necesite en la corte marcial.”

13:55 Crucero “Carlos V”.

“Mi Comandante mensaje del “Amazonas”, se rendirán si les permitimos hundir el buque, si no lucharan hasta el final”.
Cap Jiménez Franco “Eso tiene sentido, su Comandante no puede hacer otra cosa. Acepte los términos y comunique el alto el fuego a nuestras baterías y al “Cardenal Cisneros” ”

José María Jiménez Franco era un marino de guerra y no un carnicero, no le hubiese gustado mandar a unos compañeros de oficio sin necesidad de ello al fondo del mar. Por otra parte, no quería arriesgar más sus buques, los cuales ya habían recibido unos cuantos dolorosos aguijonazos desde el “Amazonas”.

16:00 Crucero “Cardenal Cisneros”.

El CN Fiol observó como la exigua tripulación del crucero “Amazonas” abandonaba el buque en los botes auxiliares, parte de estos se habían depositado en el agua con ayuda de los pescantes.

Poco después -sobre las 16:30- el barco americano empezó a escorarse a babor. Con seguridad habían abierto los grifos de fondo.

El trasatlántico “Columbia” que había perseguido al “Amazonas” desde Londres, ahora con pabellón español, se acercó para socorrer a los náufragos.

El CN Fiol abrió entonces el sobre lacrado con instrucciones. “Comandante “Cardenal Cisneros”. Dirigirse sin escalas a 00º 55´68”N 29º20´35”W. Carta Española General del Atlántico. Allí día 15 ó 16 Abril recibirán carbón e instrucciones. Jefe EM Butler”.

Eso era muy cerca del Ecuador, a unas 3400 millas de donde se encontraba en ese momento.

Los otros buques de la flotilla irían al Ferrol, es más los destroyers ya caminaban para allá desde poco después de empezar el combate.

A las 16:45 , unas 80 millas al Sur de Irlanda y más o menos al doble de distancia W del Finisterre de la Gran Bretaña, el crucero de efímera vida “Amazonas” abandonó la superficie del océano siendo la popa lo último que se vio desaparecer. Para todos los presentes quedó la sensación de vacío, soledad y tristeza que produce siempre el hundimiento de un buque.
Desde algunos mercantes y pesqueros en navegación por la zona vieron movimientos extraños de barcos o escucharon el estampido de los cañones, atribuyéndolo a maniobras navales y no al Combate del Sur de Irlanda.

1-1 de 75 mm, 4 de 57 mm y otras tantos 37 mm,

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CAPÍTULO XXIII

OBJETIVO: “USS OREGON”. Bahía de Cádiz. 3 de Abril de 1898.

El viento de poniente estaba logrando que las aguas del Golfo se empezaran a rizar en las últimas horas de la madrugada. La oscuridad no impidió que José de Carazo pudiera observar desde la terraza de su gran casa -construida cerca de la Playa de la Muralla en el Puerto de Santa Maria- como tres buques atravesaban la línea imaginaría que unían las puntas de Santa Catalina y San Felipe, separando la Bahía del Golfo y del Atlántico al mismo tiempo. De aquellos movimientos informaría mañana a Cónsul americano en Cádiz. No tenía duda del nombre de los dos principales; uno de silueta inconfundible era el “Pelayo”, el otro un gran crucero que por la forma redondeada de su popa no podía ser más que el “Princesa de Asturias”. Ignoraba cual era el nombre del más pequeño que les acompañaba -popa de espejo, proa de violín, alta chimenea y tres palos inclinados-, no estaba seguro ni tan siquiera si iba con los dos primeros.

El CN don José Ferrándiz se subió el cuello del gabán para protegerse del frescor del alba. Su figura era la de un hidalgo español de novela cervantina: alto y delgado, barba rala de color castaño tirando rubia, cabello de la cabeza similar en el tono al de la cara y claros ojos azules que no dejaban disimular la mente despierta de su dueño. Se trataba sin duda de un sujeto de aspecto agradable.

El Comandante del acorazado “Pelayo” miró desde la borda de la cubierta principal a la todavía dormida población de Cádiz, la ciudad más americana de España necesitaba descansar. Desde hace un tiempo a esta parte, los días empezaban muy temprano y terminaban bien entrada la noche, convertidos en un loco ir y venir de buques de toda clase; en una continua carga y descarga de carbón, municiones, cañones, pertrechos y tropas; en naves que acudían a los astilleros y en piezas de artillería que hacían el camino de ida y vuelta de los buques a la maestranza de artillería.

El Jefe de la Segunda División de la Escuadra de Instrucción -CN 1ª Juan José de la Matta- no había querido que le despertasen al zarpar, se encontraba algo indispuesto. Tenía plena confianza en los comandantes de sus buques, Ferrándiz y Bustamante eran lo más selecto que tenía la Armada como mandos, con ser estos muchos y buenos.

Los tres marinos habían cenado a modo de despedida ayer noche a bordo del “Infanta Maria Teresa” en la compañía del Almirante en Jefe de la Escuadra de Instrucción -Contralmirante don Pascual Cervera-, del comandante del mencionado crucero acorazado -don Víctor Concas- y del Jefe del Estado Mayor de la agrupación -CN Jaume Ferragut-.

El Almirante se mostró indignado, no presentaba su dimisión porque los momentos por los que pasaba España eran demasiados graves para aumentar los problemas. La ofensa provenía del hecho que siendo el mando supremo de la Escuadra, no se le había consultado en nada acerca de dividirla ni tan siquiera para que asignará los barcos debieran ir a una misión u a otra.

El Contralmirante compartía la opinión de Bustamante sobre que debían haber sido el “Colón” y los tres cruceros Vizcaya -no los “Princesa de Asturias” y “El Pelayo”- los que tenían que haber asumido la operación “Goliat”. Para esa misión sería fundamental la capacidad de penetración de los Hontoria de 280 mm y la autonomía de las naves del Nervión. Por otra parte, se hubiese requerido la presencia de los destroyer para la ocasión y no de unos humildes torpederos como se pretendía.

El tercer buque que les acompañaba era el “Giralda”, un lujoso yate comprado a última hora por unas 85.000 libras. Sus 2.450 toneladas de desplazamiento, los más de veinte nudos y una gran autonomía -6.000 millas-, lo hacían ideal para ser utilizado como aviso. Cuando se adquirió venía armado con 2 Hotchkiss de 47 mm y dos ametralladoras Gadner de 8 mm; una vez en España se le montaron para la guerra 7 Nordenfelt de 57 mm, 2 Maxim de 37 mm, conservando las ametralladoras Gadner y no así los Hotchkiss.

De camino hacia el mismo lugar navegaban ya hace días los vapores “San Ignacio de Loyola” y “Covadonga”, reuniendo entre ambos unas 4.000 toneladas de carbón en sus bodegas. Punto de encuentro para todos, unos islotes rocosos de latitud cercana al Ecuador.

A Bustamante no le gustaba tampoco el sitio escogido para trasbordar combustible. Valía como punto de referencia para encontrarse en mitad del océano, pero resultaría de poca utilidad como ensenada de resguardo. Las rocas no tenían más de 300 metros de largo y no disfrutaban de grandes alturas, si la mar venía gruesa no servirían para nada.

Por el momento, debían llegar al semáforo de Punta Anaga y hacer un reporte falso, suponían que para despistar al enemigo. Allí el “Giralda” empezaría a actuar de aviso dando instrucciones a los otros buques que debían unírseles.

A la misma hora en el “Princesa de Asturias”, don Joaquín Bustamante y Quevedo estudiaba sin descanso los puntos menos fuertes de las corazas de su enemigo. Los acorazados americanos de la clase Oregon tenían blindajes Harvey en la cintura de hasta 18” en un metro por encima de la línea de flotación y metro cincuenta centímetros por debajo de ella a lo largo de los 70 metros centrales de la eslora. En el mismo tramo y en el trozo de costado superior al cinto hasta la cubierta principal el espesor llegaba a las 8”, a proa y popa carecían de protección vertical. Las torres principales tenían grosores de 17”, las de 203mm de 8” y las de 150 mm de 6”; para concluir, la cubierta protectriz era de un máximo de 75 mm.

Los cañones de 240 mm Guillén-Canet de los cruceros españoles a unos 2000 metros podrían perforar planchas de hasta unas 14” siendo optimistas y los de 140 mm de 5”, todo lo más 6”. Era posible que con varios impactos de los calibres grandes en sitios cercanos entre sí, se debilitara la estructura y terminara por ceder, fracturándose entonces hasta las planchas más gruesas; pero ¿quién contaba con hacer varios impactos? La cubierta protectriz era básicamente infranqueable desde los dos mil metros que se preveía el combate. El ángulo con que incidirían los proyectiles no atravesaría cubiertas ni de 10 mm e irse hasta 10.000 metros para aumentar el citado ángulo con un blanco en movimiento y acertar con un cañón de 240mm, más que ciencia o arte era utopía. Sólo los cañones de 280 mm y sobre todo los de 317 mm del “Pelayo” podrían castigar seriamente a las 18” de acero Harvey.

Bustamante recortaba perfiles en madera de los acorazados americanos pintando en colores las distintas zonas de blindaje, después los distribuiría por la flota para su conocimiento. El problema era que ya iba a ser bastante difícil atinar al buque en su conjunto, como para andar apuntando a lugares concretos del mismo.
Lo más absurdo de todo era que el Almirantazgo ordenaba que no arriesgasen demasiado las naves propias. ¿Cómo pretendían hacer las dos cosas al tiempo?: dañar al “Oregon” y no sufrir daños propios. La teoría consistía en averiar al gran buque enemigo navegando en solitario, para que así tuviera que entrar en puerto de un tercer país y que las autoridades locales siguiendo las reglas de estricta neutralidad lo declarasen internado.

Las unidades españolas empleadas serían varias, en consecuencia los daños se repartirían entre todos, además en caso de necesidad se podían prestar ayuda unos a otros para regresar hasta alguna base española donde ser reparado.

En contra estaban los cañones americanos, los cuales los había de hasta 330 mm. Contra eso no había rincón en los buques españoles que le salvase su blindaje. Ni tan siquiera -a las casi 2000 yardas que pretendía Bustamante se diera el combate- aguantaría la faja acorazada de nuestro buque insignia y mucho menos las estrechas cinturas blindadas de los cruceros, para los otros calibres sí estaban medianamente preparadas las protecciones horizontales. Los carapachos de la artillería principal y las torres de los Comandantes soportarían los embates de los calibres medios, de lo que cayera por arriba nuestras naves estaban bien a salvo por las cubiertas protectrices. El resto de las áreas de nuestros barcos eran muy vulnerables a todos los fuegos, excepto las casamatas de las piezas medias que detendrían la artillería ligera de tiro rápido.

Con todo, las dotaciones de la Segunda División de la Escuadra de Instrucción estaban persuadidas que tenían una oportunidad que no podían dejar pasar, así que se la jugarían exponiéndose y en último caso el “Pelayo” debería arriesgar más que nadie.

Ferrándiz se distrajo de sus pensamientos al advertir la presencia cercana del vapor “Antonio López” fondeando en el golfo y esperando a las primeras luces para entrar en puerto. José Ferrándiz y Niño conocía que el carguero de la Trasatlántica procedía de Puerto Rico y venía a por más artillería, esta vez de campaña.

La pasada velada, en el “María Teresa”, habían conversado también acerca del artillado de las plazas fuertes del Caribe. Desde el último verano se estaban llevando piezas de calibre grueso a San Juan y el “Antonio López” era el responsable de la mitad del transporte efectuado. En principio, los capitanes de la compañía del Marqués de Comillas habían puesto todos los impedimentos del mundo para la estiba de piezas tan pesadas, ya que decían que deformaban las cubiertas y dañaba las estructuras. El Almirantazgo reaccionó pagando un seguro de riesgos, tambien amenazó con suspender todos los contratos y negarse a pagar las deudas pendientes, con lo cual al final la Trasatlántica entró por el aro.

Dos cañones Krupp de 305 -uno de Cartagena y el otro de Ceuta-, 4 cañones de 240 mm recién terminados y dos baterías de Nordenfelt de 57 mm; fueron el importante refuerzo recibido por la capital de la isla, respondiendo a un diseño hecho por el General Despujol en la pasada década. La cosa no le salió gratis a los portorriqueños, ya que se aducía que los pagos que habían adelantado por los cañones Krupp en época del General Despujol como Gobernador, habían sido compensados con creces con el envío de 22 cañones de 150 mm Ordoñez y 10 obuses de 240 mm. En consecuencia a lo anterior se dispuso un traspaso de piezas a otras plazas fuertes. San Juan cedió a Santiago 6 Ordóñez de 150 mm y 4 obuses de 240 mm, otros 3 cañones de 150 mm mod. 1878 fueron enviados a Matanzas.

A popa del “Pelayo” empezó a salir el Sol de levante, el cual logró apartar a Ferrándiz de sus pensamientos centrados únicamente en aspectos militares. Quizás la nostalgia creada por lo bello de la escena le obligó a dirigirse a su cámara y escribir a sus seres queridos, a quienes no sabía cuando vería de nuevo o si volvería a hacer tal cosa; ni tan siquiera a lo peor, nunca recibirían aquél correo. Parecida sensación debió sentir don Joaquín Bustamante en el “Princesa de Asturias”.

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CAPÍTULO XXIV
ACONTECIMIENTOS DEL 4 AL 7 de ABRIL DE 1898.

Estrecho de Malaca, 4 de Abril de 1898.

Al soplar el viento del Norte, la navegación se convertía extremadamente peligrosa en aquél corredor que se dirigía hacia Singapur, entre la península de Malaca y la isla de Sumatra.

La temporada del Monzón no había comenzado todavía, pero la lluvia arreciaba de firme y la visibilidad era reducida. Las olas de dos a tres metros amenazaban con aplastar al bote contra el costado del “Isla de Panay”. Por fin, la pequeña embarcación se logró colocar a sotavento de los más de cien metros de eslora del carguero y aquél hombre pudo asirse a duras penas de la escala de gato, después fue ayudado por los marineros a subir a bordo. No tuvo igual suerte la tripulación siamesa del bote en los 300 metros de retorno que les separaban del cañonero “Makut Rajakumar”, dos olas de mayor tamaño lo hicieron zozobrar.

El primer oficial del “Isla de Panay” dirigió el desesperado salvamento, el cual casi cuesta la vida a los marineros de los dos botes de rescate. Como consecuencia de la operación, dos tailandeses y un español desaparecieron bajo las aguas, además hubo varios heridos.

El transporte de bandera española “Isla de Panay” se había introducido en el Estrecho de Malaca procedente de Colombo ayer tarde -ya con cierto retraso sobre lo previsto- ; al día siguiente por la noche, cuando estaba llegando a su parte más angosta, fue detenido por la embarcación de la Marina Real de Siam “Makut Rajakumar” -en su día había servido brevemente a la Armada española como el primer “Filipinas”-. El cañonero realizó señales con el proyector, empleado para ello las claves de la Marina de guerra española especialmente confeccionadas para la compañía Trasatlántica. Como los marinos tailandeses no manejaban con soltura el lenguaje, el Capitán del “Isla de Panay” tuvo ciertos reparos en atender las demandas de seguir al buque Tailandés, ya que aquella zona del Índico estaba tradicionalmente infestada de piratas. Sólo empezó a colaborar cuando se enteró que cónsul español de Hong-Kong iba a bordo. También ayudó a ganarse su confianza la circunstancia que teniendo el cañonero de 550 ton. De desplazamiento, tres buenos cañones de 120 mm y algunas ametralladoras no las utilizase. Siam era dentro de lo que cabía esperar en la zona un país serio; no obstante, el Capitán Alemany sólo aceptó parar máquinas al conocer que don Juan Pastorín iba abordo, a partir de ahí se desarrollaría el peligroso abordaje.”


Cap Alemany “Don Juan porque creí que usted podía estar en peligro, en caso contrario no hubiese parado. Espero que tenga una buena razón, uno de mis hombres acaba de perder la vida.”

Don Juan Pastorín. “Lo siento por su marinero y por los dos tailandeses que les va menos en el asunto que a los nuestros.
>>De todas formas, si no hubiese parado máquinas habríamos disparado contra su barco. ¿Cree usted acaso que un hombre de mi edad esta para estos trotes, si no fuera de vital importancia lo que me traigo entre manos?”

El Capitán Alemany ordenó traer ropa seca y un ponche para don Juan, después le ofreció un cigarro puro y le pidió que se metiera en materia.

Pastorín “No puede entrar con su cargamento de torpedos en Singapur. Las autoridades británicas, a petición de los yanquis, les entretendrán con trabas burocráticas o algún sabotaje y cuando se declaren las hostilidades con Norteamérica intervendrán el buque por llevar a bordo pertrechos de guerra.
>>El problema es que quién nos ha dado la información exige, y tiene poder para hacerlo, que su buque haga escala en ese puerto con parte de la carga.
>>Por lo tanto, sobre la marcha hemos preparado un plan alternativo. El día uno zarpó desde Manila el vapor “Isla de Mindanao”, nos encontraremos con el en una ensenada perteneciente a Tailandia situada al norte de este punto, el “Makut” nos acompañará. Allí haremos el trasbordo de la mayoría de los torpedos al “Mindanao” cuando llegue dentro de 6 o 7 días. A bordo viene un agente especial que trae documentación apropiada para cambiar el manifiesto. Una vez cumplimentados todos los pasos, usted continuará hasta Singapur, digamos que con quince torpedos a bordo. En la colonia británica dirá que ha descargado el resto en Tailandia para uso de ese país según instrucciones recibidas de camino. El “Isla de Mindanao” partirá a toda máquina hacia Manila con el resto, si hay algún otro material de guerra en su buque también se lo llevará.”

Cap Alemany “Estoy a sus órdenes, pero me puede explicar por encima como se a gestado todo esto.”

Juan Pastorín. “De donde viene la información no puedo hablar.
>>Del resto, le diré que desde hace un año más o menos me vengo encargando de las gestiones diplomáticas y de otras operaciones especiales en Singapur y Bangkok, delegando mayormente en el señor José de Navarro los asuntos de Hong-Kong.
>>He llegado a tener cierta confianza con el Rey Rama V. Por casualidad estaba en Bangkok cuando llegó un telegrama vía Hong-Kong desde Madrid -el cual también mandaron al consulado general de Singapur-, poniéndome en antecedentes de lo que pasaba. Yo ya tenía con anterioridad autorización para ofrecer algunos tratos a Rama, si eso fuera necesario para ganar su favor y creo que este era el momento apropiado.
>>No son grandes cosas, pero les pueden ser útiles. Una de ellas es la cesión de los derechos comerciales que tenemos sobre el puerto de Turane en Cochinchina desde 1862, en base a las cláusulas del tratado de Saigón; no las hemos llevado en la práctica a efecto nunca, pero ahí están. Puede molestar a los franceses; ahora bien, lo que en realidad le estamos cediendo a los tailandeses es la posibilidad de negociar con ello ante los galos, para así tener algo que puedan ofrecer para frenar el apetito de nuestros vecinos europeos a la hora de anexionarse territorios de ese reino. Quiero decir con esto que el verdadero propósito de la cesión, no son tanto las ventajas comerciales en sí, como el tener alguna cosa que ofrecer a los franceses. Además, nos comprometemos a intentar mediar con Francia en sus problemas con Siam, les abrimos a los tailandeses comercialmente las puertas de Manila y si nuestros tratos con Portugal maduran las de Macao, Goa y Timor.”

Cap Alemany “¿Qué garantías tienen ellos de que España cumpla y que nos dan a cambio?”

Pastorín “¡Garantías! sólo hay un protocolo firmado por mi puño y letra, pero defenderé su validez si es preciso ante la Reina.
>>Ellos nos ofrecen soporte logístico como estación de carboneo o puertos de refugio y en esta ocasión hasta la colaboración de su buque insignia.”


Mar de Alborán. 5 de Abril de 1898

El CN don Joaquín Rodríguez reconoció al Capitán don Manuel Deschamps que habían tenido mucha suerte. A las tres ya habían finalizado el trabajo que empezaran en la tarde de antes de ayer. Los últimos en abandonar el “Cataluña” fueron los ingenieros y personal civil, quienes pasarían unos días haciendo compañía a la nueva y reducida guarnición de la isla de Alborán.

El crucero acorazado “Cataluña” había zarpado de Cartagena el pasado día cuatro para realizar -en teoría- sus últimas pruebas de mar antes de ser entregado a la Armada. Había cargado carbón a tope; sin embargo, la tripulación embarcada fue la mitad y la provisión de víveres para una semana. Referente a la munición, en el Arsenal se había estibado la más pesada de 240 mm, embarcándose los 120 proyectiles y sus sacos de pólvora, así como los 12 torpedos para sus tres tubos y sólo la mitad de la restante.
El Almirantazgo pretendía que la información oficiosa que llegase a los yanquis por sus conductos de inteligencia, fuese que el crucero había salido de pruebas pero no había regresado y que posiblemente se hubiese hundido. La silenciosa mentira podría ser muy dolorosa para las familias de la dotación, pero se valoró en definitiva como un coste más de la guerra.

El “Monserrat” había embarcado el resto de la tripulación del “Cataluña” en Cádiz” -la cual permanecía acuartelada e incomunicada con el exterior-, así como todos los víveres y pertrechos que le faltaban al crucero acorazado. Se completó la munición con 400 proyectiles de 140 mm, 300 del 75, 1.200 de 57 mm, 1.200 de 37 mm y más de 1.000 para cada una de las ametralladoras de 11 mm. Una vez terminada su labor de trasbordo en Alborán, el mercante regresaría a la Tacita de Plata y tras un breve periodo de acopio de pertrechos saldría hacia el Caribe.

La suerte de la que hablaba el CN don Joaquín Rodríguez se refería al buen tiempo que habían tenido durante el encuentro, el cual había permitido el trasbordo del material y hombres sin novedad. Se desearon buena proa mutuamente y cada uno a lo suyo.

Lo del “Cataluña” era dirigirse a unas coordenadas próximas al Ecuador en mitad del Atlántico a la mayor velocidad posible dentro de su autonomía, allí recibirían combustible e instrucciones.

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CAPÍTULO XXV
DESTINADOS AL SACRIFICIO. Crucero Acorazado “Infanta María Teresa”, sala de derrotas. 8 de abril de 1898.

Un hombre no muy alto, de complexión compacta y algo sobrado de peso, entró en la sala. Su blanquísima barba hacía destacar sus claros ojos, la figura del personaje representaba ciertamente una venerable estampa de marino de novela.

“¡¡En pie!! ¡¡Fiir-mes!!”

Ordenó el CN 1ª Don José de Paredes.
>> A la órdenes de vuecencia mi Almirante, están todos los Comandantes, no hay novedad.”

“Gracias José. Por favor póngase cómodos, pueden sentarse y fumar. Incluso, si don Víctor nos invita, tomar una copa de su estupenda bodega.” Contralmirante Don Pascual Cervera.

CN Víctor Concas, Comandante del crucero acorazado “Infanta María Teresa” “Faltaría menos, será un placer.” Pulsando un timbre eléctrico con tres toques alertó a repostería, a la que ordenó por medio un tubo acústico que trajesen licores variados.”

Cervera “Hoy a las cinco, es decir dentro de una hora, partiremos hacia nuestro destino inicial: San Vicente de Cabo Verde.”

El CN Lazaga Comandante del crucero acorazado “Oquendo” era de los marinos con mayor fama de intrépido en la Armada “¿Alguna variación sobre nuestro destino final?”

Cervera “Ninguna, es el que sabíamos. No obstante, debemos hacer correr el rumor que vamos a Puerto Rico. En las Canarias nos darán instrucciones ficticias por medio de un vapor correo a la altura del Faro de Anaga. Parece ser que desde allí se filtran noticias falsas al enemigo aprovechándose de un traidor despistado, quien desconoce que le han descubierto.”

CN 1ª Paredes “Quiero recordarles que si les queda algo de madera en camarotes u otras dependencias, habrá que tirarlas por la borda cuando nos encaminemos al previsible combate final en el Caribe, así que mejor dejarlas en puerto ahora.”

El CN Antonio Eulate Comandante del crucero “Vizcaya” era otro de esos marinos que conservaban los bigotes unidos a las patillas como a la vieja usanza. “Donde se pueda habrá que arrancar también los forros de madera de las cubiertas y mamparos. Aunque a la principal se le haya aplicado una especie de resina que dicen dificulta la expansión de las llamas, siguen siendo muy peligrosas, lo digo por el tema de los astillazos durante los combate. No obstante, será mejor esperar al último momento.”

CN Farragut Jefe de Estado Mayor “Sí casi mejor esperar a estar allí, sino será muy incomoda la vida abordo.
>>Quiero informar que en Cabo Verde, el agente de la Trasatlántica ha comprado todo el carbón disponible antes que lo hiciese el cónsul americano, bien es cierto que a un precio estratosférico. En otro sentido, antes de que salgamos de esas islas, alguien nos entregará nuevas instrucciones.
>> Por esos dos aspectos podemos estar tranquilos.”

Cervera “Alguna cosa más que deseen aclarar.”

CN Díaz Moreu Comandante del crucero acorazado “Cristóbal Colón”. “¿Se nos unirán los destroyers y torpederos en Cabo Verde? ¿Cuando saldremos definitivamente para las Antillas?”

Farragut “Tan solo los destroyers de Vilaamil, pero no se donde. En cuanto a la fecha en que zarparemos para el Caribe ni idea”

Cervera “Pienso que ni el mismo Almirantazgo tiene el calendario decidido. ¿Alguna cosa más, señores?”

CN Concas era un hombre de apariencia endeble, bastante calvo y de bigote puntiagudo con los extremos algo caídos. Su mayor virtud, con no ser la única, era la inteligencia. Además de Comandante de su buque era el Capitán de banderas de Cervera.
“Mi Almirante, ¿es indispensable que salgamos de Cádiz con toda la fiesta que esta montada en tierra a modo de despedida? me parece demasiado llamativo.”

Cervera “Me temo que sí querido amigo, se pretende que los americanos centren toda su atención en nuestra División.
>>Sólo quiero decir por último y nada más que a vosotros, que yo personalmente parto con la conciencia tranquila de haber hecho todo lo que estaba en mi mano sin llegar al menoscabo de mi honor para no zarpar hacia nuestro seguro sacrificio” Cervera parecía un tanto pesimista.

Los marinos brindaron por los Reyes y por España, marchándose cada uno a su buque.

Un tímido sol brillaba en la bahía andaluza aquella tarde de primavera. La suave brisa de poniente mecía las miles de banderolas y estandartes que engalanaban el puerto y Arsenal. Aunque apenas aquél tenue airecillo si podía mover las enormes enseñas nacionales izadas en el asta de popa de los buques -las cuales amenazaban con acariciar el agua-, regalaba a los presentes ese olor a salitre y yodo que caracteriza al Atlántico cuando todavía se deja influenciar por el Mediterráneo.

Las multitudes se habían agolpado en los muelles, las bandas militares y civiles tocaban de continuo “La Marcha de Cádiz”. Sólo unos breves instantes antes habían parado la música por la llegada del joven Rey don Alfonso en uniforme de Guardia Marina, acompañado por su augusta madre la Reina Regente doña María Cristina de Hagsburgo Lorena y su invitado de honor el Sultán de Marruecos. Justo antes que las Reales personas embarcaran en la falúa que les había de trasladar hasta el acorazado guardacostas “Numancia” -que con el “Vitoria”, “Destructor” y buque escuela “Nautilius”, formaban la comisión naval de despedida de la Escuadra de Instrucción- sonó de manera solemne el Himno Nacional.

En la cubierta de la remozada fragata esperaban de elegante chaqué y sombrero de copa el Presidente Sagasta el y jefe de la oposición Silvela; de uniforme el Ministro Bermejo y los Almirantes Cachón, Valcárcel y Beránger.

Al impulsivo Lazaga se le hizo un nudo en la garganta, manteniendo una dura pugna con una lágrima que de escapársele arruinaría su reputación de rudo lobo de mar. Farragut sintió como se le erizaban el vello de la nuca y la piel se le ponía de gallina. A la intensa emoción que suponía escuchar La Marcha de Granaderos rompiendo el respetuoso silencio, el ver las flameantes banderas rojigualdas y sentir como las salvas de ordenanza parecían rasgar el cielo azul; se les unía el íntimo sentimiento de los aludidos y de otros muchos marineros de cualquier empleo o condición, como los Tenientes Ristory, el Alférez Pobil, el Guarda Marina Basurco, el Condestable Zaragoza o el Maquinista Fontela que aquellas tierras serían las últimas de la Patria que vieran sus humedecidos ojos.

En el puerto, a donde se habían traslado desde los caños, la 1ª Division Naval de la Escuadra de Instrucción estaba presta a zarpar.

A las cinco de la tarde fue escuchado en la “Numancia” hasta por siete veces el ¡Viva España! en medio de 21 saludos al cañón, sus Majestades estaban a bordo.

El “Maria Teresa” y los otros cruceros hicieron sonar sus bocinas, en los muelles los pañuelos y los corazones se agitaron. A continuación, levaron anclas y en principio ayudados por remolcadores, más tarde por propia máquina, desfilaron rindiendo los honores delante de la nave portadora del estandarte Real.

A la vista del adolescente Rey, los buques se habían afeado bastante con el color gris que portaban, conservando en negro las filigranas y escudos que a modo de adorno lucían en sus proas y popas; por lo contrario, sí era verdad que tenía un aspecto mucho más aguerrido.

A los Vizcaya se les había instalado como protección en las ocho piezas de 140 mm 1 de la batería media unos grandes escudos blindados de 54 mm de grosor -muy parecidos en todo a los del “Carlos V”- . En dos metros a los laterales de cada uno de los reductos de las mismas piezas, se colocaron planchas verticales Siemens de 1.80 metros de alto y 62 mm de espesor con un pequeña repisa hacia el interior a modo de techado. Las piezas 57 mm fueron emplazadas en plataformas a los costados de la cubierta principal -sobre y detrás de los Hontorias- y a los revólveres de 37 mm se les dispuso en cofas y voladizos de los puentes. Las cofas habían perdido altura y los brillantes mástiles de color metálico eran más robustos.

Ya hablando del “Colón”, por fin montaba sus dos defectuosos cañones de 254 mm. En compensación a la tara anterior, disfrutaba de una magnifica protección de costado en 2/3 de la eslora comprendida de entre 100 y 150 mm de espesor de acero al níquel y una batería media impresionante 2 .

Los cañones medios de la escuadra -todos de tiro rápido- eran de gran fiabilidad y sus tripulaciones por ser las más antiguas las mejor preparadas.

En esto era en lo que posiblemente se habían basado los Almirantes Chacón, Valcárcel, Beranger y Bermejo a la hora de asignarles la misión. Los cuatro marinos nombrados, quienes permanecían en cubierta, lucían impecables dentro de sus lujosas levitas de gala azul con la pechera, cuellos y puños granates, destacando del conjunto los entorchados dorados en charreteras y bocamangas. Al Almirante Chacón se le distinguía por las plumillas blancas del bicornio, frente a las negras de los demás. Todos portaban magníficos sables y bastones de mando. Si las cosas salían mal, ellos con Butler serían los grandes responsables.

Los Guardias Marinas encaramos a las vergas del desarmado 3 clipper “Nautilius”, fueron los últimos que vieron perderse en el horizonte a los buques de La Escuadra de Instrucción, casi al mismo tiempo que lo hacía el rojo Sol de poniente.




1- Recordemos que se le habían retirado dos de sus 10 Hontoria de 140 mm transformados a tiro rápido. En compensación se le añadieron al igual que en los Princesa de Asturias dos Maxim-Nordenfelt de 75 mm, situados bajo la cubierta principal en las amuras. El resto de la artillería eran 2 impresionantes Hontoria de 280 mm; 8 Nordenfelt de 57 mm, 8 revólveres de 37 mm, 2 ametralladoras de 11 mm y 3 tubos lanzatorpedos. Por último dos Hontoria desembarco de 7 cm y carga simultanea.
2-10 cañones Armstrong de 152 mm y 6 de 120 mm, todos de tiro rápido. Además contaba con diez cañones de 57 mm y otros tantos de 37 mm; dos ametralladoras y 5 tubos lanzatorpedos
3-Sus dos Nordenfelt de 57 mm, 1 Hotchkiss de 37 y la ametralladora de 11 mm había sido distribuidos entre otros buques más guerreros.

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CAPÍTULO XXVI
ACONTECIMIENTOS DEL 9 AL 21 DE ABRIL DE 1898.

San Vicente de Cabo Verde. 9 de Abril de 1898.

EL crucero auxiliar “Reina María Cristina” se había convertido en la Capitana de la pequeña escuadrilla formaba con el transporte armado “Ciudad de Cádiz” y los torpederos “Ariete”, “Rayo” y “Azor”; todos bajo el mando del CF D. Justo Aréjula.

Al “Maria Cristina” de 5.600 toneladas de desplazamiento y más de 17 nudos de andar, lo habían artillado siguiendo el modelo previsto para los auxiliares con 6 Hontoria de 120 mm tr, 2 Hontoria de 90 mm ,4 Nordenfelt 57 mm, 2 de 37 mm y dos ametralladoras. Parte de este artillado estaba previsto para el vapor “Ciudad de Cádiz” (4 de 120 mm) de unas 5.600 toneladas y 13 nudos, al cual se le dispuso en sustitución para su autodefensa con cuatro cañones de 90 mm y dos ametralladoras de 25mm. Los dos buques almacenaban importantes cantidades de carbón para los torpederos.

El Azor de 120 toneladas y los otros dos de 127, daban velocidades entre 24 y 26 nudos. A los torpederos se les había instalado torpedos de 14” como siempre, pero esta vez del nuevo tipo de 90 Kg en la cabeza de combate que tenían un alcance eficaz de 800 metros a 26 nudos. Para estibarlo se habían prescindido de los torpedos de repuesto, que al igual que sus cuatro piezas de 42 mm Nordenfelt iban a bordo del “Ciudad de Cádiz”. Aunque los torpederos estaban construidos en acero, bien compartimentados y protegidos por mamparos de colisión, eran demasiado pequeños para la larga travesía prevista y hasta Cabo Verde ya habían sufrido algunos desperfectos. Tenían 1400 millas de autonomía, llevando tres palos como aparejo auxiliar que retirarían en su momento; no obstante, navegarían remolcados por los mercantes la mayor parte del tiempo.

A las seis de la tarde la flotilla abandonó la Bahía de Mindelo rumbo Norte, destino teórico de regreso a las Canarias -el cual era por conocido por todos-. En realidad, las órdenes recibidas por correo en mano a través de aviso “Urania” 1 el día 3, señalaban al Sur del Ecuador y cerca de la costa Sudamericana como destino final. Las instrucciones también marcaban un punto de encuentro con otro cañonero torpedero español. Esta jornada navegarían durante unas tres horas al Norte y cuando la noche se cerrara virarían a hurtadillas bordeando el archipiélago rumbo Sur.

Al mismo tiempo zarparon también el vapor “San Francisco” y los destructores “Furor” “Terror” y “Plutón”. Cuando la escuadrilla de torpederos cambiara rumbo al Sur, los cuatro barcos de Vilaamil se separarían de su derrota.

A esa hora y desde hace varios días, el “USS San Francisco” navegaba decidido hacia los EEUU. El crucero norteamericano una vez hubo recibido información en las Madeira, acerca de que las pequeñas embarcaciones españolas permanecían en Cabo Verde y que desde España se aprestaba a salir una potente División naval para protegerlas, desistió en el ataque y regresó a su base dispuesto a alistarse en condiciones para la guerra que se avecinaba.

La Casa Blanca, Washington. 12 de Abril de 1898.

Esta vez el Presidente había invitado a los tres Secretarios más importantes: John Long, Russel Alger y Sherman -Marina, Guerra y Estado-, a la Sala de Guerra del segundo piso, por supuesto que estaban también sus asesores de confianza: Hanna, Corbin , Adee y Mahan. Cortelyou organizara todo eficientemente como siempre.

Ayer día 11 había pedido autorización al Congreso para tomar medidas a fin de garantizar la finalización completa y definitiva de las hostilidades entre el gobierno de España y el pueblo de Cuba, pudiendo usar -si para ello fuera necesario- fuerzas militares y navales de los EEUU.

McKinley “La hora de la verdad ha llegado, el Congreso me ha dado su acuerdo oficiosamente para el empleo de la fuerza. Dentro de unos días lo hará público.
>> ¿Cuáles son los pasos a dar ahora?”

Sherman “Señor ya sabe que no estoy de acuerdo con esta guerra, hemos hecho todo lo posible desde hace un año para llegar a un conflicto, poniendo a España entre la espada y la pared sin salida honorable posible”

Mckinley “Yo no he podido evitar que las cosas hayan llegado hasta aquí, pero estamos donde estamos, queramos o no”

Adee “Señor Presidente si me permite una sugerencia, debe mandar un ultimátum a los españoles de cara a la galería, uno que no puedan aceptar.
>>Exíjales que pongan paz de manera inmediata en la Isla con los revolucionarios y que después entren en negociación sobre la cuestión de la soberanía de la isla.”

Mark Hanna “Una vez se nieguen, cosa que harán, presente la declaración de guerra al Congreso y al Senado. Todos sabemos que la resolución será favorable.”

Mckinley “Bien, aunque siempre he sido receloso ante la fuerza real de las armas españolas, hoy por hoy estoy algo más tranquilo.
>>A principios de mes, el arzobispo católico de Nueva York y hace seis días una conferencia de embajadores de las potencias vinieron a verme, ambos con una gestión de buenos oficios intercediendo por los intereses España. Yo la rechace amablemente, pero no deja de ser significativo por parte de España que ésta no quiera ir a la guerra bajo ningún motivo y mande suplicantes intermediarios.
>>De todas formas, Russel me podrías decir como van los planes para el Ejército.”

Russel Alger Secretario de Guerra “Lentos pero seguros. Desde Marzo compartimos con la Navy el crédito extraordinario de 50 millones $ del Tesoro. Con el hemos encargado armamento, uniformes, equipo etc…
>>No debemos movilizar el personal hasta que podamos dotarlos adecuadamente. En un par de semanas, el Congreso aprobará un aumento del Ejército regular de los 28.000 efectivos actuales a 61.000. Usted deberá decretar la movilización de 125.000 voluntarios -ampliables en unos 75.000- por las mismas fechas.”

H.C. Corbin Ayudante General “En el Caribe para Junio podemos tener preparados unos 18.0000 hombres y para Julio 15.000 más. Entre Junio y Julio dispondremos de otros 12.000 soldados para las Asia.”

Mckinley “¿Qué hay de la Navy?

Long cedió la palabra a Mahan.

Mahan “Estoy parcialmente satisfecho. Llevamos gastados unos 15 millones de $ sólo en la adquisición de buques, entre ellos dos magníficos cruceros protegidos que pretendían los españoles en Inglaterra, aunque uno de ellos no estará listo a tiempo. Hemos hecho un catálogo de buques movilizables como cruceros auxiliares, resultando ser unos once. Así mismo artillaremos una gran cantidad de yates, avisos del Tesoro y remolcadores como cañoneras -unos 50-; en ese aspecto los españoles están cubiertos con buques de propio para ese propósito. Por último, estamos fletando un elevado número de transportes de tropas y material, carboneros, buques hospital, cableros, barcos taller etc…
>>Para armar a cruceros y yates hemos encargado cañones y munición. Tenemos un punto negativo, a pesar que desde principio de año se dio la orden de no licenciar marineros veteranos, el entrenamiento de tiro hay que reconocer que es muy deficiente.”

Mckinley “¿Algo nuevo sobre la Escuadra española?”

Mahan “En principio la han movilizado orientando su actividad hacia el Caribe, parece ser que con destino Puerto Rico vía Cabo Verde. Sólo cuatro cruceros acorazados y tres grandes torpederos.
>>Existen otros movimientos de buques en la fachada atlántica. Hemos detectado al menos el de un acorazado, algún guarda costas blindado y otros tres cruceros; pero no deben estar de todo listos, ya que los han asignado a labores de patrulla costera, en caso contrario es de suponer que habrían juntado todas sus fuerzas.
>>Si hemos notado que han hecho importantes acopios de carbón de Cardiff y los han distribuido por medio mundo. Ahí nos han ganado la partida.”

McKinley “¿Alguna cosa más?”

John Long “Tres apuntes. El primero es sólo una novedad, el “USS Oregon” debe estar preparándose para afrontar el estrecho de Magallanes en compañía del cañonero “Marieta”.
>>De los otros dos uno me causa gran desasosiego y el tercero puede ser una buena noticia.
>>Al nuevo crucero “New Orleáns” -uno de los protegidos que ha mencionado el Capitán Mahan- lo esperábamos para hace cuatro días en New York, pero no sabemos nada de él. Corren rumores de que algunos mercantes y pesqueros que navegan al Sur de Irlanda a finales del mes pasado, creen haber visto un combate naval por esa zona en dichas fechas. El Embajador británico no lo ha desmentido cuando se lo hemos preguntado. Me consuela saber que los españoles no quieren la guerra, porque los mismos barcos que acosaron a la flotilla de Portugal, andaban por aguas inglesas y lo podían haber atacado.
>>Lo bueno es que el crucero acorazado de la armada española “Cataluña”, salió de Cartagena el pasado día cuatro a realizar unas pruebas de mar con personal del astillero abordo, la mitad de la tripulación y sin víveres suficientes. Como no ha regresado todavía, puede que haya sufrido una desgracia o al menos eso dice la prensa española.”

El Presidente pidió a Mahan que le mostrará fotografías, gráficos y dibujos de los buques españoles y que explicará sus capacidades, después dio por zanjada la reunión.




1- Desplazaba 800 toneladas, andaba a tiro natural 12 millas y tenía 6.000 millas de autonomía. Se armó con 4 Nordenfelt de 57 mm y dos ametralladoras 37 mm .

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(Continuación Capítulo XXVI)

Rocas de San Pablo y San Pedro. Océano Atlántico. 17 de Abril de 1898.

Perdidos en mitad del Atlántico y a la altura del Ecuador se encuentran cuatro rocas habitadas tan solo por pájaros, la más larga tiene 350 yardas y su mayor altura es de 22 metros.

El Sol abrasador achicharraba a todo ser viviente en las cubiertas de los buques principales y botes auxiliares; casi 40 grados de temperatura, no había signo de brisa ni mucho menos sombra alguna. Lo único bueno era que la calma chicha permitía hacer el trasbordo del carbón mediante un ingenio consistente en lanzar unos cables de un barco a otro y cobrar mediante chigres los sacos con el mineral el interior. Los bultos se desplazaban colgados de una rueda de canto hueco que utilizaba por raíl al mencionado cable.

Cuando el día 14 llegó el “Princesa de Asturias” al punto de encuentro le estaba esperando el “Loyola”. El “Covadonga” había seguido hacía el segundo punto de aprovisionamiento en Sudamérica. Al “Pelayo”, el crucero lo dejará deliberadamente atrás para ganar tiempo, no coincidiendo así en el trasbordo de carbón.

Al “Princesa de Asturias” le costó unas 30 horas cargar las 600 toneladas que había gastado en las 2.700 millas de navegación. El día 15 a las cuatro de la tarde, cuando ya había llegado el “Pelayo,” zarpó siguiendo la estela del “Covadonga”. El acorazado cargó cerca de 500 toneladas y se tomó unas 24 horas para hacerlo. Estos dos barcos tuvieron que realizar casi todo el trasbordo con los botes auxiliares, ya que el estado de la mar fue empeorando y no les permitía abarloarse al carbonero directamente, cosa que se necesitaba para trasladar el carbón como se pretendía en principio.

El día 16 por la mañana arribó el “Cardenal Cisneros”, muy poco después de que el “Pelayo” hubiese salido tras los pasos del “Princesa”. El “Cisneros” -que presentaba alguna cicatriz del combate de la Scilly- había recibido instrucciones del “Urania” en Canarias a la altura del faro de Anaga. Pudo el crucero acorazado trasbordar las 650 toneladas de carbón que necesitaba por el sistema de los cables y el chigre, dejando listo al “Loyola” de carbón.

El mismo día 16 arribaron a los roques el “Ciudad de Alicante” -el cual no se detuvo- y el “Restormel” que esperaría hasta primera hora de la mañana siguiente, cuando hizo su aparición en el horizonte el “Cataluña”.

Abarloado a un costado, el buque español succionó sobre unas 700 toneladas de carbón de su nodriza que llevaba 2.400. El “Cataluña” había desarrollado velocidad superior a la del “Cisneros” y de ahí su mayor gasto a una menor distancia. El trasiego no se detuvo ni para la cena y cuando era media noche estaban preparados para partir.

El “Restormel” aunque más lento, seguiría a la División naval con una sección de infantes al mando del Capitán Manrique de Lara abordo, por si el dinero no era suficiente incentivo para la tripulación inglesa. En este carbonero permanecía también el TN Soto, quien se había ido cambiando de buque en buque de la Armada, según estos llegaban a los islotes, para trasmitirles a sus comandantes las precisas órdenes del Capitán Matta.

Por delante de todos iba el “Giralda” -éste había repostado unas 250 toneladas de carbón del “Covadonga” antes que los demás- con la finalidad de encontrarse con la escuadrilla de torpederos y coordinar las operaciones con ellos.

Cañonero-torpedero “Temerario”, Puerto de Montevideo. 19 de Abril de 1898.

Un ordenanza entró en la pequeña cámara del comandante tras pedir permiso y entregó un cable que acababan de traer desde la legación española.

“Madrid 19 Abril 1898.
Comandante TEMERARIO. Descífrese por cable de marina clave CD 4495. Reúnase en orden combate a flotilla CF Aréjula. Capitana Czro.Aux. “Reina Maria Cristina”, transporte armado “C.C” y tres torpederos, aviso “Giralda” en zona. Punto Encuentro 30 millas través Porto Alegre, paralelo 30S. Nunca antes 07:00 horas locales 22/05. Zarpe cuando tenga confirmación “USS Oregon” cruce estrecho Magallanes. Jefe EM Butler.”

El TN 1ª D. José María Chacón y Pery tenía su modesta pero moderna montura pintada de blanco cuidada como una joven casadera. 571 toneladas de desplazamiento, 58 metros de eslora, más de 20 nudos al andar y 3.400 millas de autonomía. Era el único de su clase que conservaba los dos cañones de 120 mm -los otros habían traspasado los Hontoria a cruceros auxiliares cambiándolas por dos piezas de 57 mm- , 4 Nordenfel de 57 mm y 2 ametralladoras de 11 mm completaban el armamento; sin embargo, su arma más letal eran los cuatro torpedos para sus dos tubos de lanzamiento.

El buque que estaba destinado desde hace cuatro años en la Estación Naval de Río de Plata, se disponía a cumplir la misión más importante de su vida. El TN Chacón debía ponerse en contacto con el Ministro Plenipotenciario en Buenos Aires don Juan Durán, para él sería sencillo averiguar cuando el acorazado americano tocará las aguas del Atlántico.

Estación del Norte, Madrid. 04:10 horas del 21 de Abril de 1898.

El Comandante de la Guardia Civil Javier Iglesias se despidió del Embajador Woodford a la puerta del vagón.

Cmte. Iglesias “A partir de aquí el Capitán y sus hombres de paisano darán escolta a vuecencia y a su séquito hasta Hendaya.”

Woodford “Muchas gracias Comandante, siento despedirme en circunstancias tan funestas”

El Guardia Civil saludó militarmente y se retiró. En el vagón embarcaron Woodford, Sickles, los agregados militares y sus familias. Una vez en el coche el Embajador requirió a George Sickles.

Woodford “Mr George he fracasado estrepitosamente y me temo que usted no ha trabajado para mí con lealtad.”

Sickles “Señor ha sido el Congreso y el Senado de los Estados Unidos quienes han aprobado el uso de la fuerza en contra de España y el Gobierno de este país quien no ha aceptado el ultimátum sobre su retirada de la Cuba.
>>Usted créame que ha cumplido con creces su cometido, cosa diferente es que supiera cual era en realidad. Yo por mi parte sí estoy seguro de haber hecho eficazmente el trabajo que me encargaron.”

Woodford “¿Cuál era ese?, ¿intrigar para que no se llegase a un acuerdo entre España y los EEUU? ¿Coordinar a los asesores militares para mandar informes falsos sobre realidad de las fuerzas españolas?
>>Les hemos hecho una propuesta imposible de aceptar para su sentido del honor.”

Sickles “La propuesta no es cosa mía y la intención de mis informes era buena, cosa diferente es que no contuvieran errores.”

Woodford “Yo tengo mis fuentes y presiento que no se ajustan a la realidad. Cuando fui a dar el ultimátum al Canciller español Pio Gullón, me saltó con que la hora de la diplomacia había terminado y que entregase mis credenciales, parecía que todo estaba preparado. Sickles ¡los españoles no temen a la guerra! y eso es muy preocupante.”

Sickles “El Gobierno americano tampoco la teme, la tenía decidida desde hace mucho tiempo”

Woodford “Por cierto, cambiando de tema. ¿Qué es eso de que los rifeños han secuestrado y ultrajado a un agente que trabajaba para usted haciéndose pasar por un estudiante alemán y ahora piden un rescate por él? Según me ha comunicado el Cónsul General en Tánger ¿Quién es el secuestrado, Sims?.”

Sickles “De Sims no se nada. Si el rehén se llama Buck es del MDI y debe decirle al Cónsul Patridge que pague el precio que pidan sin demora, ¡pobre hombre!.”

Fin Capítulo XXVI

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CAPÍTULO XXVII
DECLARACIÓNES DE GUERRA

Habitación 208 de la Secretaria de Estado, Edificio Ejecutivo. Washington. 22 de Abril de 1898.

Bernabé de Soto hizo su entrada en el despacho del Secretario de Estado con aparente tranquilidad. Sherman educadamente le pidió que se sentara.

Sherman “Me imagino que viene a entregar sus credenciales y retirar el pasaporte, la situación es insostenible.”

Bernabé “Así es señor Secretario, su Embajador ya lo ha hecho en Madrid. Ayer su Presidente ordenó el bloqueo de La Habana, de facto estamos en un estado de guerra no declarado.”

Sherman “Siento que se haya llegado hasta aquí, yo lo considero un fracaso personal y si le sirve de consuelo, éste es uno de mis últimos actos como Secretario, voy a dimitir.
>>Espero que Estados Unidos alcance la victoria, pero rezaré a Dios para que no haya muchas víctimas en ninguno de los dos bandos.”

Bernabé de Soto “Una cosa más, en la Embajada quedará para los últimos tramites mi Secretario mister Dubosc. Espero se le depare el mismo trato y goce de igual seguridad personal que su hombre en Madrid. Una vez se haya marchado, el gobierno español dejará como encargado de sus asuntos al Embajador de República francesa monsieur Jules Cambon.
>>El Secretario de la embajada tiene una carta para usted con una novedad de gran trascendencia (el asunto del crucero “Amazonas”), se la entregará cuando se declare oficialmente la guerra. Yo personalmente y Mr. Dubocs desconocemos el contenido, sólo sé decirle que es un cable de Madrid llegado en correo desde La Habana hace tres días.”

Ambos caballeros se estrecharon las manos firmemente mirándose a los ojos. Bernabé de Soto salió a la Avenida Pensilvania donde un coche le llevaría a la estación de ferrocarril y de allí a la frontera del Canadá. En Toronto le esperaban haciendo planes la mayor parte de la legación española en los EEUU.

Palacio Real Madrid. 23 de Abril de 1898.

Sagasta y Silvela atravesaron lentamente dentro de un coche tirado por caballos el empedrado del patio de la Armería. Los Guardias Reales de la verja de entrada les habían saludado al pasar, lo mismo hicieron con su sable los coraceros montados a caballo que flaqueaban la puerta que daba acceso al interior de Palacio.

Una vez dentro de aquél especie de túnel, ambos se bajaron del vehículo, compusieron el chaqué y emprendieron el esta vez difícil camino que les llevaría hasta el despacho de la Reina. Al tiempo que subían las escaleras de embajadores, los Alabarderos iban poniendo rectas sus largas picas.

El General Echagüe les esperaba y acompañó hasta la puerta anunciándolos.

Sagasta y Silvela se cuadraron haciendo una reverencia y después se inclinaron para besar la mano de la soberana -sin llegar hacerlo nunca físicamente-.

María Cristina “Algo extraordinario debe pasar para que vengan los dos juntos señores”

Sagasta “Así es Señora, queremos mostrarle que en el grave asunto que le traemos no hay fisuras, que estamos unidos”

María Cristina “¿No es posible dar marcha atrás?”

Silvela “No Señora, el Congreso y el Senado americano han aprobado el uso de la fuerza, nosotros hemos rechazado su intolerable ultimátum y McKinley ha respondido bloqueando La Habana. De hecho tenemos noticias que han apresado ya algún barco.”

Maria Cristina “Entiendo eso, pero ¿por qué debemos ser nosotros quienes declaren la guerra formalmente primero?”

Sagasta “Majestad vamos a dar un golpe a McKinley, quién da primero da dos veces; les atacaremos en breve y a estas alturas sería muy complicado parar la operación. Además está el tema del “Amazonas”, como le comente a su Majestad en cuanto me enteré, a finales del pasado mes tuvimos un lamentable encuentro con ese crucero americano al Sur de Irlanda. Parece ser que fue una provocación suya, pero nuestro comandante no tuvo la prudencia de rehuir el encuentro y lo hundimos”.

Dicho esto le extendió el documento:

“De acuerdo con el parecer de mi Consejo de Ministros, en nombre de mi Augusto Hijo el Rey don Alfonso XIII y como Reina Regente del Reino.
Vengo en decretar lo siguiente:
Artículo1º. El estado de guerra existente entre España y los Estados Unidos determina la caducidad del Tratado de Paz y Amistad de 27 de octubre de 1795………
Artículo2º………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………
Artículo 8ª. Los ministros de Estado y Marina quedan encargados de dar cumplimiento al presente Real Decreto y dictar las disposiciones necesarias para su mejor ejecución.
Dado en Palacio a 29 de abril de 1898.
MARIA CRISTINA
El Presidente del consejo de Ministros, Práxedes Mateo Sagasta”

Sagasta “Señora la declaración de guerra se comunicará al Secretario de la embajada en Washington señor Dusboch, quién después de entregarla abandonará los EEUU, dejando en manos del embajador francés los negocios de España.”

María Cristina “Díganme la verdad. ¿Hemos hecho las cosas lo bastante bien, no? ¿Podemos ganar, verdad?.”

Sagasta “Las hemos hecho lo suficientemente bien para tener una guerra dura y alargar la agonía Majestad. Sinceramente pienso que se ha puesto en peligro la monarquía, pero ya está hecho. Yo particularmente hubiera preferido una honorable derrota rápida. Llevamos a la guerra un país que ya está agotado antes de empezarla, no sé lo que pueda ocurrir después.”

Silvela “Sólo hemos hecho lo mínimo, hacerlo peor hubiera sido traición. El resultado depende de muchos factores, la victoria para nosotros es no perder y para los americanos no ganar la derrota. Ahora necesitamos la mayor de las diligencias en todas nuestras gestiones y que los americanos se equivoquen; además, la suerte siempre cuenta”

El Presidente estaba visiblemente desmejorado, presentaba ojeras y su ánimo era de gran nerviosismo y ansiedad. Silvela todo lo contrario, dentro de la normal preocupación guardaba mejor la compostura en su solemne porte físico.

Sagasta con tono levemente histérico “No tenemos ni un real en nuestras arcas, estamos sin divisas. Lo hemos gastado todo en municiones y carbón, la libra se paga a casi 50 pesetas.¡ No se ni como vamos a pagar a las tropas!.”

Silvela “Para pagos internos dele a la manivela y ponga más papel moneda en circulación. Con eso puede pagar, le recuerdo que municiones y cañones ya los hacemos íntegramente en España.
>> Para el exterior, le expuse una idea unos días atrás. Ya que andamos sin divisas, su Majestad nos puede ayudar en eso.”

Sagasta “Su idea supone la venta de algunos territorios.”

Silvela “No que va, sólo supone el arriendo de la explotación y la cesión temporal de la soberanía por un plazo más o menos largo. Si perdemos la guerra nos los arrebatarán o tendremos que venderlos a mitad de precio de todas maneras.
>>Majestad hablamos de solicitar un empréstito a Austria por 24 millones de florines -50 millones pts- a cambio del usufructo de de las islas menores del Pacífico.”

María Cristina “¿Para que quiere Austria esas islas?”

Silvela “Para nada Señora, pero se las puede subarrendar a Alemania que está sumamente interesada y a nosotros hacernos un favor. El dinero lo necesitamos ahora, la venta a Alemania de los derechos no puede ser hasta que finalice la guerra. Podemos pagar unos miles al intermediario.”

Maria Cristina “Hablaré con mi tía la Emperatriz, ella puede convencer a Francisco José. Me temo que hubiera sido mejor aceptar la oferta de los 300 millones de $ de los yanquis”

Silvela “¿De que oferta habla, Majestad?”

Sagasta “Ya se lo explicaré yo luego. Es algo que no pudo ser y que además precisamente usted no iba a consentir”

María Cristina “Rezaré para que Dios ayude en nuestra causa justa a los valientes soldados y marineros españoles.”

A continuación firmó el documento y lo estampó con el sello Real

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CAPÍTULO XXVIII
INCIDENCIAS DEL ESTADO DE GUERRA (1).
“USS Olympia”. Bahía de Mirs, 30 millas al nordeste de Hong-Kong. 09:00 horas locales, 27 de abril de 1898.

El día 21 a media tarde, el Comodoro Dewey había recibido mensaje del Subsecretario Roosevelt donde se le advertía que la declaración de guerra con España era inminente, aunque ésta no se haría oficial hasta el 25. Le instaba a atacar Manila a partir de esa fecha a la mayor brevedad posible.

El día 24 las autoridades británicas de la colonia les informaron que en base a las normas internacionales de neutralidad debían abandonar Hong-Kong en 24 horas, la guerra había sido declarada por los españoles. No obstante, les rindieron una calurosa cena de despedida; durante ella, algunos oficiales británicos se lamentaron del destino que les esperaba a los amigos americanos: “lástima de buenos chicos, les empezábamos a tomar cariño” comentaron dando claras muestras de la poca confianza que tenían en la empresa yanqui, debido a la pequeñez de su fuerza naval y a la lejanía de sus estaciones de apoyo. En el puerto fueron despedidos con la emotiva interpretación por parte de una banda de la Royal Navy del “Star Spangled Banner”.

De allí se trasladaron a la cercana Bahía de Mirs, ya en territorio chino. Dewey quería conocer los últimos informes de inteligencia sobre Manila antes de tomar una determinación.

Sobre las 13:00 del día 27 llegaron al “Olympia” en un sampan procedente de Hong-Kong: el Teniente Upham, el ex-Cónsul de Manila Willians y Mr Widman -Cónsul General americano en la Colonia-.

Upham tenía información bastante reciente procedente de un chino que comerciaba habitualmente con Manila. El tal Wo le facilitó documentación acerca de los extraordinarios preparativos defensivos que los españoles estaban realizando en la capital Filipina.

Sobre lo anterior, el depuesto Cónsul Willians advirtió que Wo trabajaba para los españoles, como podían atestiguar muchos de los filipinos desterrados de su tierra con residencia en Hong-Kong; quienes eran acosados e incluso extorsionados por Wo, a costa de amenazas en contra de sus familias en el archipiélago y las influencias ciertas de éste con las autoridades españolas. Según Willians, los informes de Wo eran una exageración para evitar el ataque americano. Los que se debían tener en cuenta, eran los que él mismo había traído antes de su expulsión. El ex-Cónsul explicó que mantenía constantes contactos con marinos que navegaban entre Manila y Hong-Kong, y que si bien era cierto que la actividad militar en la Bahía de Manila era notoria y que el nivel defensivo podía haber mejorado, desde del punto donde partían los españoles cuando fue expulsado del archipiélago, no podían haber llegado a ser nada del otro mundo. El informe de Wo era una confirmación por negación.

Widman por su parte participó a Dewey que el trato iniciado por uno de sus comandantes -el Capitán de Fragata Wood del cañonero “Petrel”- con Baldomero Aguinaldo, para que el líder filipino levantase a sus fuerzas con ocasión del ataque americano a Manila, habían sido concretado en Singapur por el Cónsul General de los EEUU en esa colonia Mr. Spencer Prats. A esas horas, Aguinaldo estaría volviendo a Hong-Kong en un buque inglés con documentación falsa. Cuando Dewey hubiera derrotado a las fuerzas navales españolas en Manila, debían enviar a alguien en su búsqueda. El Cónsul especificó que el primo carnal del difunto Emilio Aguinaldo estaba persuadido por las promesas de Prats acerca de que los americanos tenían el firme propósito de respetar la independencia filipina, ya que América era un gran país de una riqueza tal que no necesitaba colonias.

Una vez hubieron desembarcado Widman y Willians, y ante el recelo de muchos de sus capitanes que preferían esperar refuerzos, Dewey ordenó partir con destino Manila. Cuatro cruceros protegidos, tres cañoneros y dos buques de apoyo no eran una gran flota. “¿Que podía hacer?” no tenía nada tangible para excusarse ante su mentor Roosevelt y desistir en atacar las Filipinas. Además estaba el compromiso con Aguinaldo, no es que le preocupase mucho cumplir la palabra dada a un oriental, el problema era que si lo rompía ahora, podía perder su futuro apoyo.

Lo peor es que con todas las circunstancias expuestas, si no encaraba la batalla lo podían tachar de cobardía y eso sí que no, antes prefería la muerte.

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CAPÍTULO XXIX
LA BATALLA DEL ATLÁNTICO SUR (1).

Aviso “Giralda”. Atlántico Sur, 23 millas al Sur de Porto Alegre, Brasil. 08:30 horas locales.

Ayer por la tarde el gran yate del CF don Rafael Rodríguez de Vera había logrado encontrar a la escuadrilla del crucero auxiliar “Reina Maria Cristina”. Las noticias que traía el rápido “Giralda” eran relativamente frescas. Hacía para tres días que el aviso se había acercado a un discreto punto de contacto preestablecido en la costa, confirmando la prevista declaración de guerra efectuada por España.

A pesar de que la agrupación 1 del CF Aréjula no había podido contactar con la División naval del Capitán Matta, la operación no podía detenerse, so pena de perder el factor sorpresa y que el “Oregon” se enterase de la ruptura oficial de las hostilidades, si no lo había hecho ya.

“USS Oregon”. Atlántico Sur, 30 millas al Oeste de Porto Alegre, Brasil. 17:45 horas locales, 27 de Abril de 1898.

El Capitán Clark finalizó su frugal cena tomando una taza de té con leche caliente. Acomodado en zapatillas y batín, se disponía a fumarse una pipa mientras leía por tercera vez una bibliografía sobre Nelson, le interesaba sobremanera la batalla de Abukir. No pensaba quedarse hasta muy tarde, eran ya muchos los días de navegación y estaba literalmente agotado. Entre otros avatares habían pasado los rugientes cuarenta y los furiosos cincuenta hasta por dos veces cada uno.

La alerta general en previsión de un ataque a la altura del Río de la Plata había sido estresante; sin bajar la guardia, ahora estaban relativamente relajados. Si el estado del conflicto con España hubiese sufrido variaciones de importancia, suponía que alguien le hubiese hecho llegar un mensaje por un vapor correo o desde cualquier faro; aunque para esto último, navegaban un tanto lejanos de la costa desde que dejaran al través Punta Mogotes al sur del Estuario de la Plata, por sí al “Temerario” se le hubiese ocurrido hacer alguna estupidez.

A popa del “Oregon” le seguía su pequeña escolta, el “USS Marietta”. El cañonero navegaba separado una milla al Oeste por su aleta de babor. La pequeña embarcación estaba pendiente de un carguero de bandera colombiana de nombre “Ciudad de Cali”, el cual discurría a su través milla y media todavía más cerrado a tierra. Al mercante lo habían adelantado sobre las 11 de la mañana, poco antes de cruzar el paralelo 30. No habría nada sospechoso en él, si no fuera por el hecho que desde que el Sol empezara a bajar se había acercado demasiado a ellos y porque de su otro costado -del de babor- se adivinaba algo raro, como si llevase unas pequeñas embarcaciones abarloadas.

Desde la cofa del “Oregón” los vigías oteaban tambien el horizonte. La zona era de habitual tráfico internacional, aunque el acorazado iba algo abierto respecto a la ruta considerada habitual. Como el “Marietta” parecía controlar al carguero de babor, ellos pondrían más atención en unas cuatro millas a su amura de estribor -aproximadamente a las dos -, donde se intuía la difusa silueta de un gran trasatlántico de más de 100 metros de eslora, casco color negro, una sola chimenea y blancas superestructuras.

Hora y media antes, aquél buque los había rebasado a buena marcha, la cual ostensiblemente había reducido desde hace unos quince minutos a esta parte. Su rumbo era casi paralelo, por lo que en breve volvería a estar al través del acorazado americano, éste lo estaba alcanzando lentamente de nuevo. A popa del trasatlántico y justo antes de ponerse el Sol, pudieron distinguir tambien otras dos embarcaciones, ahora las habían perdido de vista por culpa de la creciente oscuridad.

La mar no estaba brava, las olas todo lo más eran de un metro con algunas crestas rizadas. El astro rey se ocultaría en unos minutos y aunque la Luna estaba muy crecida para esa fecha, entre los veinte minutos que pasarían del crepúsculo a la salida del satélite, la penumbra sería muy acusada. Un momento crítico, en el cual a pesar del aumento de temperatura que experimentaban a medida que la latitud se acercaba al trópico, se producirían escalofríos en las almas de los cansados marineros que por ambos bandos navegaban sobre la Corriente del Brasil.

18:15 “USS Oregon”

El oficial ejecutivo Capitán de Corbeta Cogswell trataba de adivinar que era lo que venía hacía ellos a una distancia de tres millas por su aleta de estribor y aparentemente a buena velocidad. Salió a los alerones del puente de navegación y ordenó conectar los reflectores; a continuación, elevó los prismáticos hasta la altura de la vista.

18:18 Cañonero-torpedero Temerario.

Los focos del “Oregon” deslumbraron al Teniente Chacón. Si no lo habían distinguido como enemigo hasta ahora, lo haría en menos de un minuto.

Su velocidad sería muy cercana a los 20 nudos de no haber algo de mar, por eso la distancia que lo separaba de su objetivo disminuía más lento de lo esperado.

El ataque de un torpedero a un barco superior en movimiento, debía ser en rumbo cercano a vuelta encontrada o por lo menos que las proas tendieran a converger de frente. Si la aproximación se hacía desde un costado o peor todavía viniendo de popa, existía el grave inconveniente que se debía acercar uno mucho más al objetivo, ya que el torpedo una vez lanzado debía perseguir a un blanco que ganaba metros en el mismo sentido que el suyo y por lo tanto se alejaba. Con un alcance eficaz de 800 metros -como mucho-, eso era acercarse demasiado. De esa manera, para un rumbo del “Oregon” próximo a Norte, le correspondía otro del “Temerario” de unos 225º SW.

En está ocasión, el TN Chacón contaba de antemano con no lanzar los Schwartzkopf de 356 mm; sólo quería atraer la atención, su cañonero era simplemente un señuelo, luego ya vería lo que hacía.

El objetivo pareció conseguido cuando a un poco menos de dos millas del acorazado, unas salpicaduras de agua producidas por fuego de piezas de calibre ligero se levantaron unas yardas delante de su proa.

18:23. “USS Oregon”.

“Zafarrancho de combate, Capitán al puente”. El Capitán Clark reconoció la voz nerviosa de su Segundo hablando por los tubos, ¡debía haberse vuelto loco para abrir fuego!

Sin terminar de abrocharse su blanca guerrera, el Capitán salió todo lo rápido que pudo -para su edad y peso- y se dirigió desde su camarote situado en la popa hacia el puente de navegación.

18:25 Cañonero-torpedero Temerario.

A una milla y media de distancia del buque yanqui, un silbante proyectil de 6 libras -tipo granada- impactó en la cubierta del cañonero español. La metralla salió despedida en todas direcciones. Unos cuantos marineros -la mayoría municioneros y otros pertenecientes a las brigadas de bomberos- cayeron al suelo retorciéndose de dolor por sus espeluznantes mutilaciones. Muy pronto, las manchas de sangre empezarían a empapar el forro de madera de la cubierta.

Chacón ordenó abrir fuego con todas sus piezas, de inmediato obtuvo como contundente respuesta una lluvia de proyectiles desde el “Oregon”.

18.29 “USS Oregon”.

“Atención, Capitán en el puente” Gritó un marinero.

“¿Qué demonios ocurre, ha decidido empezar la guerra por su cuenta?” Dijo Clark en tono severo.

CC. Cogswell “Señor admito que me puedo haber retrasado al avisarle, pero me he visto obligado a disparar.
>>Le aseguro que ahí fuera -los proyectores trataban de volver a centrar el objetivo- hay un cañonero bastante rápido con malas intenciones. No ha respondido a nuestras señales luminosas, pero sí al fuego. Estoy convencido de que es el “Temerario”.
>>Con el mayor de los respetos, creo que debía dirigir la operación desde la torre blindada, aquí existe peligro eminente.”

Clark “¿Está usted loco? ¡Un acorazado de casi 11.000 toneladas es atacado por un patrullero y su Comandante corre a esconderse a la torre de combate! Eso no sería un gran ejemplo para mis subordinados.
>>Señor Cogswell esa torre está pensada para diseñar una estrategia sin ser acosado por el fuego enemigo y aquí no hay nada que pensar. Disparen con todas las armas ligeras contra ese bucanero y envíenlo a reunirse con Neptuno. Pase aviso al “Marieta” para que lo busque, no se vaya a peder en la oscuridad.”

Dicho lo anterior, un proyectil -posiblemente de 120 mm- impactó en el tercio de popa del costado del “Oregon”. El lugar no disponía de más coraza que el forro del casco, produciéndole como consecuencia un agujero y daños considerables en la cámara de los oficiales júnior.

Otros proyectiles de 57 mm se habían estrellado sin efecto alguno sobre el acero Harvey del gigante, excepto uno de ellos que sorprendiendo a todos rompió un cristal del puente de navegación por un costado y seccionó de cuajo la cabeza al timonel. Frank Clark pareció no inmutarse, el resto hizo cuerpo a tierra.

18:32 Cañonero-torpedero “Temerario”.

En los últimos cinco minutos, la docena larga de piezas de tiro rápido -de seis y una libra- del costado de estribor del “Oregón” habían realizado más de 400 disparos, a los que se sumaban los efectuados por las Gatling.

Aunque la oscuridad le había protegido en algo y la puntería yanqui no parecía muy buena, el “Temerario” había encajado más de diez impactos. Las bajas entre muertos y heridos eran ya de quince, tenía dos incendios a bordo de carácter limitado, perdía presión en sus calderas y se había abierto una pequeña vía de agua en su costado.

El Teniente Chacón se estaba alejando del acorazado describiendo un arco de circunferencia en sentido contrario a las agujas de un reloj. Quería regresar a un punto cercano a donde se había separado del “María Cristina”; sólo que ahora ambos, se encaminaban mar adentro tratando de salir del alcance del gran buque enemigo. De vez en cuando, hacía algún disparo para que no le perdiesen totalmente en la oscuridad y el “Marieta” pudiera seguirle.

18:45 “USS Marieta”

Cuando el “Marietta” cortó a media milla la popa del “Oregon”, su Comandante -CF Symonds- envió un mensaje a la nave capitana yanqui para advertirle que pronto entraría dentro de su campo de fuego.

El “Marieta” era un cañonero de 1000 toneladas y 63 metros de eslora. Montaba 4 cañones de 100 mm, uno de 75, tres piezas de 57 mm y dos de 25 mm, además de una ametralladora Colt. En las mejores circunstancias no pasaba de trece nudos.

Si llegaba a alcanzar al “Temerario” tendría serios problemas para someterlo.

1-Crucero auxiliar “Reina María Cristina”; transporte armado “Ciudad de Cádiz”; cañonero-torpedero “Temerario”; torpederos: “Ariete”, “Azor” y “Rayo”. Ahora se les unía el “Giralda”.

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(Continuación Capítulo XXIX)

18:50. Proximidades del transporte armado “Ciudad de Cádiz”

Una vez retiradas los mástiles provisionales portadores de triangulares velas guairas, los pequeños torpederos abandonaron la seguridad de la compañía del “Ciudad de Cádiz”. Esas embarcaciones eran las cosas extrañas que divisadas desde el “Marieta” y parecían abarloadas al carguero de nacionalidad supuestamente colombiana, con falso nombre “Ciudad de Calí”.

Los “Ariete”, “Rayo” y “Azor” estaban muy baqueteados por los días de navegación y su tripulación bastante castigada. Sus jóvenes comandantes no querían forzar las máquinas demasiado pronto, no fuera a ser que por lo desajustes que habían sufrido producto de los golpes de mar en la larga travesía se quedarán sin motor. Más tarde, exprimirían al máximo los 1.600 caballos de fuerza de los sofisticados motores instalados en las esbeltas embarcaciones.

Por el momento, a una distancia de unas tres millas del “Oregon” y en paralelo al mismo rumbo Norte del acorazado, estaban procediendo a sobrepasarlo por su costado de babor a unos 16 nudos. La Luna empezaba a despuntar, pero la oscuridad y la atención prestada al “Temerario”, bastarían para hacer pasar desapercibidos los 45 metros de eslora de las estrechísimas naves.

Los torpederos una vez hubiesen superado al barco americano en dos o tres millas, se irían ciñendo al rumbo de la derrota del enemigo, para dar la vuelta y atacarlo prácticamente de frente. En ese justo instante sobrepasarían los 25 millas horarias de velocidad.

Otra ventaja a favor las pequeñas embarcaciones españolas era la clara referencia de situación que ofrecían los propios reflectores del “Oregon” buscado al “Temerario” por el costado contrario de estribor. De vez en cuando, algún haz de luz parecía apuntarles a ellos, después del susto inicial pasaba de largo.

19:15. El “USS Marietta” perseguía a unos 2.000 metros de su popa al “Temerario”, que bien fuera por avería sufrida producto del combate previo o a cosa hecha no avanzaba más deprisa que el lento cañonero yanqui como cabía esperar en un principio. Entre uno y otro intercambiaban nutrido fuego sin mucho éxito, alejándose ambos del solitario “Oregon” a razón de más de una milla cada seis o siete minutos.

19:45 Torpedero “Azor”.

El marinero de primera Vílchez Nunca pudo contar a nadie lo que debió sentir cuando fue arrojado por la borda del “Azor” a una velocidad de unos 24 nudos como consecuencia de los pantocazos que iba dando su embarcación. Quizás por un instante, mientras veía alejarse la blanca estela que iba dejando la popa del torpedero, mantuvo la esperanza que sus compañeros volvieran a sacarlo de las frías aguas, pudiendo regresar algún día a Carboneras y contar su aventura.

No sería así, el “Azor” y el “Rayo” ya habían cambiado su rumbo al SSE, dirigiéndose al encuentro casi suicida con su destino.

Unos segundos más tarde, los proyectores del “Oregon” los descubrirían cabalgado sobre las pequeñas olas del Atlántico Sur y rasgando con sus quillas los reflejos de la Luna en la oscura superficie del mar.


19:47 Torpedero “Rayo”.

El Teniente Rizo -comandante del “Rayo”- sostenía en sus manos el aparato de puntería para torpedos diseñado por Bustamante y Alberto Balseyro. Sus torpedos tenían un alcance eficaz de unos 800 metros, los cuales recorrerían en un minuto. En ese mismo lapsus de tiempo, el acorazado americano avanzaría algo más de 300 metros hacía ellos. Como consecuencia a estos cálculos, esperaría a estar unos 1000 metros de distancia para lanzar sus dos mortíferas armas dirigidas contra la amura babor del barco yanqui.

Los primeros disparos del enemigo empezaron a perforar sin compasión el fino casco de acero de nuestros torpederos.

19:50 “USS Oregon”.

“Caña toda estribor, invierta la hélice del costado, después avante toda. Fuego a discreción contra los torpederos.” El Capitán Clark, que se dio cuenta enseguida de lo peligroso del ataque, se deshacía dando órdenes a pleno pulmón.

Debía haber calado redes anti-torpedos después del primer intento del “Temerario”, pero pensó que allí no debía haber habido más torpederos. Ahora que trataba de ganar velocidad, tampoco era el momento oportuno para instalar las Bullivant, porque para ello debía bajar de seis nudos. Lo que iba a intentar era desviar el rumbo de encuentro con las pequeñas embarcaciones enemigas para hacerles así recorrer un espacio mayor y tenerles más tiempo a tiro. El inconveniente era que les ofrecería todo el costado como blanco, a cambio podía utilizar más armas de tiro rápido. En aquellos precisos momentos, sólo seis piezas ligeras de la amura de babor eran eficaces, además de una Gatling emplazada en la cofa.

19:51 “USS Marieta”.

Casi a la misma hora y a unas ocho millas de distancia ESE, el Capitán de Corbeta Caperton -oficial ejecutivo del “Marieta”- alertó a su Comandante.

CC Caperton “Siento molestarle señor, pero algo ocurre en el “Oregon”, se escuchan disparos. Si me permite la sugerencia, debemos volver.”

El cañonero americano seguía su particular duelo con en el “Temerario”, el cual parecía llevar una derrota errante; no se enfrentaba al él abiertamente, pero tampoco lo rehuían del todo.

En los últimos 36 minutos el barco de la bandera de las barras y estrellas había efectuado mas trescientos disparos con todo tipo de piezas, por lo menos tres o cuatro debían haber hecho blanco. Por su parte, el cañonero yanqui había encajado un par de granadas de 57 mm y varios impactos de ametralladora Maxin de 11 mm. Abajo en el botiquín, el Teniente médico estaba procediendo a amputar una pierna al joven artillero Gibson de 19 años edad, herido consecuencia de una bola de metralla.

No supo de donde, pero cuando el CF Symonds dio la orden de virar y dirigirse en ayuda del “Oregon”,como salido de las sombras, apareció por su amura de babor, a menos de dos millas y a más de 17 nudos, un gran trasatlántico que disparaba un denso volumen de fuego contra ellos. El “Maria Cristina” venía ganándole el costado y desde luego le cerraría el paso de vuelta.

El “Marieta”, para alivio del Teniente Chacón y su tripulación, pasaba de ser cazador a presa.

19:53. Torpedero “Azor”.

El Teniente Rufino era ajeno a los sufrimientos del “Temerario”, bastantes tribulaciones padecía él en ese momento. El lento cambio de rumbo del barco americano había conseguido alargar casi en un minuto la posibilidad de lanzar los torpedos. Los golpes de mar sufridos desde Cabo Verde habían deteriorado gravemente el estado de sus máquinas y con el prolongado esfuerzo a que estaban siendo sometidas dijeron basta, empezando a perder velocidad.

A algo más de una milla del “Oregon”, el pequeño buque de guerra español comenzó a arder al ser alcanzado de lleno por el fuego enemigo. Varios marineros ya se había lanzado al agua para no abrasarse. Dos de sus piezas de 42 mm todavía disparaban contra el gigante. Entre las llamas, el TN Rufino pudo ver como su Segundo personalmente se aferraba uno de los Nordenfelt en un desesperado intento de hacer frente al enemigo.

Su velocidad había disminuido; por el contrario la del adversario, una vez variando el rumbo, aumentó a unos quince nudos. Si no accionaba la palanca ahora, no la haría nunca. Ordenó echar al agua el número uno e inmediatamente al número dos.

Sendas estelas partieron dirección al blanco, el Azor viró en redondo y poco después voló por los aires con los 23 marineros que le quedaban a bordo, algunos ya fallecidos de antemano.

19:54 “USS Oregon”

El Capitán Clark pudo observar bajo la luz de los focos como el segundo de los torpederos caía a estribor una vez lanzadas sus dos armas. El primero de ellos no le preocupaba ya, los torpedos quedarían al pairo o se hundirían al haberlos lanzado desde demasiado lejos. Clark ordenó dirigir los proyectores al agua y barrer con todas las piezas artilleras de tiro rápido la superficie. El “Rayo” se había logrado acercar hasta unos 600 metros y los torpedos estaban ya en rumbo encuentro. No debieron esperar mucho, uno de los ingenios mecánicos explosionó a los 30 segundos como consecuencia de un impacto de un proyectil de una libra; 20 segundos después, el segundo se perdía a 20 metros de su popa sin tocar el casco del acorazado.

El artillero de primera Edward Gavin, quien manejaba una pieza de una libra, se quedó anonadado. El gran acorazado resultaba no hacer invulnerable a sus tripulantes contra el fuego de sus diminutos adversarios. Su ayudante de pieza, artillero de tercera Ernest Gustavson, materialmente había desaparecido al recibir un disparo directo de calibre 42 mm en el pecho.

19:56 El torpedero “Ariete” se había separado de sus compañeros cortando la proa del “Oregon”, antes de haber virado 180º y dirigirse directo a su encuentro. Su ataque sería por la amura del costado de estribor del acorazado, del lado contrario que el de sus hermanos.

El Teniente Somoza contaba los segundos con su cronómetro….. 45, 46, 47, 48, 49, 50…. el primero había fallado. Fue en ese preciso instante, cuando empezó a recibir fuego enemigo y esta vez bastante bien dirigido, parecía que los americanos le habían cogido el tino con la práctica. Su única protección era el mamparo de colisión y ahora que iba ya en retirada no le serviría de nada. Las máquinas se detuvieron bruscamente con una pequeña detonación. De las cubiertas inferiores salieron maquinistas y fogoneros, en muchos de ellos se confundían mezclados grasa, quemaduras y sangre española.

Un proyectil de 150 mm arrancó una de la dos chimeneas del torpedero. El caos se había apoderado del “Ariete”´.

Somoza ordenó arriar el minúsculo bote salvavidas, su embarcación no tenía salvación, inmóviles era un blanco fácil. Tuvo aún tiempo de mirar a la proa del “Oregón”, entonces vio un resplandor y después oyó una fuerte explosión, era el segundo de los torpedos acertando el objetivo.

Un proyectil de 8” atravesó de banda a banda los poco más de 4 metros de manga del “Ariete”, segundos después el casco del buque que había obtenido el record mundial de velocidad en su día se partió en dos.

El Cabo Waldo Merchán pensó posiblemente en lo que estaría haciendo a esas horas su novia en el majorero pueblo del Tarajal. No la volvería a ver jamás, al menos en esta vida, la puerta de su cámara de torpedos estaba atorada consecuencia de las explosiones. El agua le llegaba al cuello, sus compañeros habían tenido la suerte de perecer antes por los disparos, él se hundiría vivo con la proa del buque.

19:58 “USS Oregon”

“Paren máquinas, cierren las compuertas de todos los compartimentos estancos, calen las redes torpedederas.
>> Cogswell quiero una evaluación de daños inmediatamente, arríe un par de botes al agua para la inspección. Todo el mundo mantenga sus puestos de combate, disparen hasta a las ballenas si alguna se mueven.” Frank Clark parecía crecerse ante la adversidad, daba las órdenes con precisión no exenta de una gran dosis de excitación.

20:00 Torpedero “Rayo”

El Teniente Rizo observó con satisfacción como la operación había obtenido el resultado apetecido. Después, ordenó arriar el bote auxiliar, el “Rayo” embarcaba agua más deprisa de la que podía achicar. Él no debía abandonar el buque, aunque tenía ya medía docena de muertos, la veintena de hombres que le quedaban con vida -alguno herido de gravedad- no cabían en aquella bañera y él era su Comandante.

Desconocía la circunstancia que el “Ciudad de Cádiz” había echado al agua todos sus botes para buscar cuanto superviviente pudiera encontrar.

20:15 El crucero auxiliar “Maria Cristina”

El crucero español acortaba distancias con el “Marieta” minuto a minuto. De seguir así, el primero terminaría por abordar al segundo.

Siendo buque mercante, el trasatlántico no era cualquier cosa. Se había construido bajo especificaciones de la máxima calificación del Bureau Veritas. En razón a ello, tenía ocho mamparos estancos y tres más normales, dobles fondos y venía preparado para la instalación de hasta diez cañones medios . El intercambio artillero era claramente favorable al crucero auxiliar, los cuatro cañones de su banda de estribor habían acallado a uno de los dos 4” de babor del “Marieta” y sus Nordenfelt del 57 mm barrían con superioridad manifiesta, las cubiertas del cañonero. Los más de 250 marineros cargaban a sus espaldas fusiles Mauser 7x57 mm; con ellos y cuando estuviesen a menor distancia, acribillarían desde la cubierta del trasatlántico a la ya de por sí angustiada tripulación del “Marieta”.

Alguna desgracia tenían también en el “María Cristina”; la cristalería del salón árabe estaba irremisiblemente pérdida, al haber hecho explosión en la elegante dependencia dos granadas Shrapnell. Quizás el mismo tipo de munición era la que había desgarrado las entrañas del veterano Contramaestre don Pepín, a quién el aprendiz Martos con sus propias manos trataba de fajarle el vientre para que no se le salieran las tripas. No fue hasta que el practicante llegó con la morfina, que el pobre hombre pudo parar de gritar para morir en paz. La ilusión de jugar con su nieto que estaba naciendo en Santoña a esas horas, se esfumaba con cada suspiro que daba.

En mitad del lío, el “Temerario “había desaparecido de la escena y largado en sus mástiles unas velas cangrejas. El cañonero se disponía acercarse al inmóvil “Oregon” por su popa y si era posible lanzarle algún torpedo más. Hasta unas cinco millas de distancia lo haría a motor, después, silenciosamente impulsado por el suave viento del Sur.

Siempre estuvo presente a lo largo de la acción en un segundo plano el aviso “Giralda”. En breve, partiría dirección norte para encontrarse con el resto de la escuadra, la cual estaría ahora a unas 150 millas de distancia repostando. Una vez hecho el contacto, la traería sobre la presa herida.

Fín del Capítulo.

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CAPÍTULO XXX
INCIDENCIAS DEL ESTADO DE GUERRA (2).
Bahía de Subic, Filipinas. 08:30 horas locales del 28 de Abril de 1898.

Al otro lado del mundo, con noventa minutos en tiempo real de diferencia desde que un torpedo alcanzará al “USS Oregon” y a once horas de huso horario con Porto Alegre, los últimos barcos de la Armada española abandonaban la Bahía de Subic con destino a Cavite.

El “Reina Cristina” pintado de gris -al igual que los cañoneros que esperaban en el Arsenal-, los “Reina Mercedes” y “Alfonso XII” mantenían el color negro de la “Trasatlántica”. En los tres cruceros se habían terminado las reformas con no con pocas dificultades, pero de una manera bastante satisfactoria.

El buque del CN Eliza el “Alfonso” era el último de la línea y pasaba ahora a escasos metros del “Castilla”. El viejo crucero de madera, utilizado como depósito de marinería, había dado con un bajo en los fondos, decidiéndose abandonarlo semihundido en la bahía. Su calado era superior en medio metro al mayor de los “Cristinas”. El escaso personal que les restaba se trasbordó a los demás buques.

Días atrás se habían formado otros dos convoyes en la misma bahía. Uno de ellos con destino Guam formado el “Elcano”, “Cebú”, “Manila” , “Buenos Aires” y “Isla de Luzón”(de la Cia. Trasatlántica).El crucero auxiliar y carbonero después de reforzar la isla con personal seguirían en misión secreta hacía el Este. El segundo era constituido por el “Velasco” y el “León XIII” que debían desplazarse hasta las Hawai.

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CAPÍTULO XXXI
BATALLA ATLÁNTICO SUR (2).

Crucero auxiliar “Maria Cristina”. A unas 40 millas al Este de la Costa de Brasil. 22:00 horas locales, 27 de Abril de 1898.

Hubo un sonido estridente producto del roce metálico entre los costados del “María Cristina” y el “Marietta”.

El crucero auxiliar español presentaba daños medios en su casco y superestructuras -sobre todo en el costado de estribor-, nada que no se pudiera arreglar fácilmente en un astillero. El cañonero yanqui estaba desarbolado por completo, la chimenea partida, los cañones destrozados y el blanco casco ennegrecido por el humo de los incendios. Su cubierta ya se tiñera hace tiempo con el rojo de la sangre de sus más treinta muertos y similar número de heridos.

Fue el CC Caperton quien con el uniforme hecho jirones y el pelo parcialmente chamuscado, tuvo que entregar el sable de su Comandante al CF don Justo Aréjula. Symonds estaba gravemente herido en el botiquín. Breves minutos después del abordaje no le había quedado más remedió que izar la bandera blanca y bajar la de las barras y estrellas.

El médico del “María Cristina” acudiría tan pronto como le fuera posible en ayuda de su colega americano. Primero debía acomodar a su quincena de heridos; también tenía diez fallecidos, pero esos no necesitaban ayuda más que del capellán.

Los 80 tripulantes ilesos y los 20 heridos supervivientes del cañonero americano fueron trasbordados al crucero español. Por cierto, los oficiales en los camarotes más lujosos de los que habían tenido ocasión de disfrutar desde que se habían incorporado a la Navy. Del “Marieta” se hizo cargo tripulación española, al día siguiente emprenderían un largo viaje de regreso a España.

00:05 horas locales día 28 de Abril, cañonero-torpedero “Temerario”.

La embarcación del Teniente Chacón tardó casi dos horas en recorrer las últimas cinco millas que le separaban de los 700 metros de distancia a los que debía acercarse de la popa del “Oregón” para lanzar sus dos torpedos. Transcurrieron diez largos segundos entre echar abajo uno y el otro. El TN 1ª don José Chacón ordenó virar en redondo y trato de aprovechar para alejarse el minuto de silencio que le concederían sus Schwartzkopf de 356 mm antes de alcanzar el objetivo.

00:06. Nadie en el “USS Oregon” vio ni notó como el primero de los torpedos tocaba de refilón la red y se desviaba por la banda de babor unos metros antes de hundirse. La segunda de las armas quedó enganchada segundos más tarde entre la densa maraña de cables de la defensa submarina, a metro y medio de profundidad, en la zona que protegía la aleta de estribor.

Un marinero dio la voz de alarma, los focos buscaron en la oscuridad al furtivo enemigo, quien a poco más de 800 metros de distancia puso en marcha los motores -las parrillas de las calderas siempre estuvieran encendidas-.

Los Nordenfelt de 57 mm del “Temerario” y su ametralladora, abrieron fuego dirigido a popa del acorazado americano; éste a su vez, desencadenó una tormenta de acero y pólvora en contra del pequeño cañonero.

No se sabe si producto de los disparos españoles o si de alguno americano perdido, el torpedo cautivo hizo explosión a los diez metros del casco que separaban los tangones a la red, aparentemente sólo con daños para ella.

Por su parte el bravo cañonero no pudo andar ni una milla, la lluvia de proyectiles yanquis había provocado más daños y numerosos incendios, añadidos a sus múltiples averías anteriores.

La guerrera de Chacón se prendió comenzando a arder, un marinero se tuvo que tirar encima de él con una manta logrando apagar las llamas. El Teniente aguantó con estoicismo el dolor de sus quemaduras y dio con serenidad las oportunas órdenes para arriar los tres botes salvavidas que le quedaban -el cuarto inutilizado estaba ardiendo por entero-. Ya había perdido unos 25 hombres, tenía otros tantos heridos, parte de ellos muy graves y a los que estaba costando un mundo embarcar en las pequeñas embarcaciones auxiliares.

Pensó nuestro Comandante que sería uno de los disparos de 203 mm el que acabaría con su buque. No fue así, tuvo la dudosa distinción de ser acertado por dos proyectiles de 1.130 libras proyectados por la torre doble de popa a su tercer intento en 15 minutos. El “Temerario” prácticamente se deshizo en mil pedazos.

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CAPÍTULO XXXII
LA ESCUADRA EN CABO VERDE.
Crucero acorazado “Infanta María Teresa”. 00:30 horas locales del 29 de Abril de 1898. Bahía de Mindelo, San Vicente de Cabo Verde.

El Contralmirante entró en la sala de conferencias de su buque insignia impecablemente uniformado; sin embargo, las marcas de la almohada sobre la mejilla delataban que se acababa de levantar de la cama precipitadamente.

En la cámara le esperaban -menos formalmente vestidos- don Víctor Concas y Farragut. Les acompañaba un tercero con ropas civiles, quien no era otro que Alejandro Osborne.

El agente había llegado hace unos días en el aviso “Urania”, en el que había embarcado en Las Palmas. Entonces ya se entrevistará con Cervera participándolo que traía instrucciones para él, aunque necesitaba recibir unos telegramas de confirmación para ponerlas en su conocimiento.

El Contralmirante expresó el disgusto por lo poco reglamentario de los métodos de transmisión de órdenes. En base a esto, Alejandro se vio obligado a explicar los motivos; él actuaba de mensajero porque no se fiaban al 100% de las claves de la Marina, una vez que se habían empleado dos o tres veces eran descifradas y aunque alguna había segura, no debían quemarla empleándola frecuentemente. Por otra parte, el sólo hecho de enviar un cable oficial, suponía poner al adversario en sobre aviso de que algo estaba ocurriendo.

Añadido a lo anterior, sabían con seguridad que en las compañías telegráficas y posiblemente en las comunicaciones de la Armada -Oscar Mena aparte- había elementos infiltrados por el enemigo. Por el contrario, los movimientos de la Oficina pasaban más desapercibidos, pudiendo recibir mensajes personales en lenguaje convenido mucho menos sospechoso. Debía tenerse en cuenta que los agentes del Servicio Secreto de Presidencia estaban especialmente preparados y autorizados por sus credenciales para interpretar los movimientos a seguir cuando ocurría un hecho concreto.

Alejandro “Le aseguro mi Almirante que no pretendo dirigir su escuadra, pero esto es lo que hay.
>>El enlace de la Oficina en la División del Capitán 1ª Matta, un joven Alférez, ha enviado un mensaje por medio del aviso “Giralda”.
>>De él se deduce que el yate estuvo presente en un primer ataque al “Oregon” y a su escolta, los cuales habrían sufrido bastantes daños. Inmediatamente finalizado el combate, nuestro buque habría salido en búsqueda del “Pelayo” y los cruceros acorazados para darles la novedad. Al parecer, éstos estaban en una localización no muy lejana al norte terminando de repostar. Una vez conocidas las noticias por la Escuadra del Capitán Matta, el Oficial de enlace asignado a la Oficina en la misma, dio un mensaje al comandante del “Giralda” para que éste a su vez se acercarse a algún lugar de la costa y le hiciese llegar la información por cable al enlace de la Oficina en San Vicente, quien me la facilitado a mí.”

Cervera “Yo ya tengo instrucciones de partir hacia Puerto Rico pasando por Curacao y Martinica, donde se está gestionando algo de carbón para mi División. Pensaba hacerlo hoy de madrugada, ya que los americanos han amenazado a los portugueses con considerarlos beligerantes si no nos echan de sus aguas territoriales.”

Alejandro “Mi Almirante casi nada es lo que parece. Sé perfectamente que ese es un cebo para engañar a los americanos, su destino final es otro. Tampoco se preocupe demasiado por los hermanos portugueses, ellos están al tanto parcialmente de nuestro planes aunque no lo pueden demostrar.”

Cervera “Debo haberme vuelto algo estúpido, creo que habla un idioma que no entiendo.”

Alejandro “Su División Naval zarpará de San Vicente en unas horas con la disculpa de la presión a que se ven sometidos los portugueses por los americanos. Teóricamente, todo el mundo pensará que se dirigen a San Juan de Puerto Rico; en realidad, su destino es Santiago de Cuba. La variación que habrá sobre los planes previos es que antes deberá hacer escala en Recife o Bahía.
>> Cuando hayamos conseguido nuestro objetivo, nos dirigiremos adonde estaba previsto, yo iré con ustedes.
>>Como puede comprobar en mis documentos, esta alternativa ya estaba contemplada por el EM del Almirantazgo.”

Cervera “Farragut yo confiaba en usted; aunque trabaje para los espías, debía haberme puesto en antecedentes.”

Alejandro “Le doy mi palabra de honor que don Jaume no sabía nada de esto y que todos, él el primero, empujamos en la misma dirección”

Concas “Comandante Osborne, no entiendo el propósito de lo que estamos tratando.”

Osborne “Mi Comandante, yo desconozco lo que usía sabe de la Operación “Goliat”.
>>Presumo que entiende que la finalidad de la misma es conseguir que el “Oregon” entre seriamente dañado en un puerto brasileño y que a las autoridades del país no les quede más remedio de internarlo, cumpliendo así las leyes internacionales de neutralidad.
>>En realidad, pretendemos anular a un enemigo muy poderoso; al cual si lo atacásemos a fondo, seguro sufriríamos alguna pérdida irreparable en uno o varios de nuestros buques principales.”

Concas “Permítame que haga algunas elucubraciones. Ustedes presienten que los brasileños se van hacer los perezosos a la hora de decretar la intervención del acorazado yanqui y se ha decidido el traslado del resto de la Escuadra de Instrucción a la costa de Brasil para presionarles. Pero como los americanos piensan que vamos a Puerto Rico, no mandaran a su flota para ayudar al Oregon. ¿Más o menos es eso, no?”

Osborne “Va encaminado, pero no es sólo eso. Estamos concentrando nuestros cruceros protegidos en El Ferrol. En unos días cuando el “Carlos V” este reparado, saldrá a navegar con el “Lepanto” y el “Alfonso XIII”, sin destino conocido. No son mucha cosa, pero sí lo suficiente para que los yanquis tengan desplegadas algunas fuerzas en la costa este; no vaya a ser, pensarán ellos, que esta División naval y los cruceros protegidos se unan en algún punto preestablecido para atacarlos. Además, los americanos todavía creen -aunque empiezan a tener la mosca detrás de la oreja- que la División de Matta anda patrullando entre las Azores y Canarias. Nosotros, la Oficina, hemos propagado el miedo pasando falsas informaciones a sus agentes infiltrados y utilizando a su propia prensa para difundir la noticia de que van a ser atacados en sus propias casas que de de la costa Este.
>>Con todo esto, tenemos fijada momentáneamente en el Caribe a la Flota norteamericana del Atlántico Norte y a su Escuadra Volante en la Costa Este. Ahora. nos toca lanzarles un órdago a los brasileños: si no internan al “Oregon” a las pocas horas de entrar en uno de sus puertos, les atacaremos. No podemos tener nuestras fuerzas hipotecadas donde están demasiado tiempo, debemos irnos antes de que los tocineros descubran el pastel.”

Cervera “¿Qué le hace suponer que unos días después no liberen al acorazado americano?, una vez que nos hayamos marchado.”

Osborne “Las potencias no se lo consentirán. Callarán si el gobierno carioca se declara beligerante o incluso entra en guerra abierta contra España, pero no permitirán que se salten a la torera una regla internacional. Es de esperar además que el “Oregon” llegue realmente averiado allí, con lo cual estaremos pendientes si se ponen a arreglarlo para protestar con tiempo.
>>Lo peor que puede ocurrir es que los yanquis en un momento determinado de la guerra se presenten en Río de Janeiro con una fuerza naval creíble y los brasileños simulen que se han visto obligados a liberar el acorazado.”

Farragut “¿Eso se puede hacer?”

Osborne “No es muy elegante, pero se puede. A lo mismo estamos jugando nosotros con los portugueses.
>>Le voy a contar un secreto, así a lo mejor me toman confianza.
Los portugueses les han hecho creer a los americanos que ellos no quieren colaborar con España, sino guardar la más estricta neutralidad. Sin embargo, les cuentan a los yanquis que están atados de pies y manos, al no tener ni Marina ni Ejército suficientemente fuertes para hacer efectiva la mencionada neutralidad. Que si los yanquis pudieran enviar una flota y 100.000 soldados al otro lado del Atlántico, sería otra cosa.
>>El Primer Ministro don José Luciano de Castro les ha explicado a través del Embajador americano en Lisboa, que España tiene un Ejército de 60.000 hombres con armamento moderno en la frontera de Portugal -desplegado entre el Duero y el Tajo- al mando del Teniente General Polavieja, cosa por otra parte totalmente cierta.
>> El Primer Ministro también ha lanzado una pregunta al aire: ¿como puede expulsar a los buques españoles de sus aguas jurisdiccionales, con una antigua corbeta blindada y un pequeño crucero no protegido como fuerzas principales?.
>> Que para más contrariedad, los súbditos portugueses se han enterado que Inglaterra y Alemania están planeando repartirse las colonias portuguesas en África y por lo tanto piensan que no existe más opción para su pequeño país que aliarse con España. Con lo cual, si a los españoles les invaden sus colonias, influyendo en ello que el Gobierno de Lisboa no ha querido ayudarles, a lo mejor el pueblo se ponen en contra de sus propias autoridades.
>> Pudiera ser que para evitar revoluciones, algún militar diese un golpe de Estado echando a un Rey al que ya no aprecian demasiado desde la crisis del ultimátum. Una posibilidad sería cambiar al actual monarca por otro vecino e intentar crear una monarquía confederal parecida a la austro-húngara -todo esto antes de que se proclame una República-, hasta se ha propagado interesadamente el rumor que España ha ofrecido situar la capital del nuevo estado en Lisboa.
>> Concluyen sus argumentos para justificarse con los americanos diciendo: que aunque presionados, todavía el Gobierno ejerce cierta autoridad y se declara neutral. Bien es cierto que haciendo concesiones a los españoles, pero que siempre será mejor para los americanos que un gobierno totalmente en manos de España, cosa fácilmente predecible si tensan mucho la cuerda.”



No les relató Alejandro la operación pendiente y prevista, consistente en el contrabando de armas con los boers. Las autoridades de los países ibéricos, reunidos en una provisionalmente compartida Olivenza, habían llegado al acuerdo de hacer una primera entrega fallida desde Mozambique en beneficio de España. Después se realizarían otras secretas con eficacia, siendo esa casi la única salida que tenía Portugal para evitar la pérdida de sus territorios ultramarinos, es decir: ayudar a provocar el estallido de una guerra en Sudáfrica; en la cual sin duda, Alemania ayudaría a los Afrikaners, rompiéndose con ello cualquier principio de acuerdo con los ingleses. Después de igual modo, Portugal sería un fiel aliado de Gran Bretaña frente a los boers, recuperando la confianza británica. En definitiva, España y Portugal iniciarían un fuego que después ayudarían a apagar.

En unas pocas horas la escuadra de Cervera partiría repleta de carbón y municiones hacia a su destino.

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CAPÍTULO XXXIII
BATALLA DEL ATLÁNTICO SUR (3).
Unas 200 millas al norte del paralelo 30 S, 20 millas de la costa de Brasil. 05:00 horas locales del 30 de Abril de 1898.

A bordo del “USS Oregon” sabían que faltaba unos 75 minutos para amanecer. Desde hace dos horas que no recibían ningún ataque, pero era más que probable que con las primeras luces del alba la actividad se recrudeciera.

Sobre las seis horas del día de ayer, la flota española había localizado al “Oregon”. El acorazado yanqui estaba al pairo con las redes caladas y tratando de dar soluciones de circunstancias a sus averías.

La más grave era el trozo de proa que había perdido como consecuencia del torpedo del “Ariete”. Debían dar gracias a que el artefacto llevase poca carga o que hubiese fallado parcialmente; en caso contrario, los daños hubiesen sido mucho mayores. El proyectil había provocado un agujero de unos 10 metros cuadrados que representaba como un bocado en la roda de la sólida embarcación, el hueco abarcaba desde unos dos metros por debajo de la línea de flotación hasta un metro por encima. La explosión había afectados a unos aljibes de aceite y agua, además de a algunos pañoles con víveres. También había varios compartimentos inundados, lo que producía una leve escora a estribor. Como desgracias personales, en uno de los almacenes al cerrar las puertas estancas quedaran atrapados tres marineros.

El Teniente Akerman con un equipo de trabajo logró hacer regular y uniforme el boquete, recortando los bordes y arrancado varios hierros retorcidos. Trabajó toda el día 28 y la madrugada del 29, cuando llegaron los buques de guerra españoles, acababa de terminar de colocar el pallete de colisión.

Menos grave era la avería causada por el torpedo del Temerario al explotar en las redes de popa. Los buzos habían determinado que había afectado al eje de la hélice del costado de estribor y al codaste de popel. Los submarinistas lo habían enderezado, así como limado las palas de la mencionada hélice. A pesar de ello, el mecanismo de propulsión estaba sumamente debilitado; por lo cual, si no era estrictamente necesario mejor no utilizarla o más temprano que tarde terminaría por romperse.

A unas cinco millas de distancia, en el “Oregon” habían advertido la presencia de otros buques por el ruido de sus motores. Más tarde, con los reflectores detectaron las siluetas de los mismos a unas dos millas. Fue verdaderamente en ese momento, cuando se dieron cuenta que era de nuevo el enemigo quien se les venía encima. Los americanos tocaron a zafarrancho de combate cuando los cruceros españoles ya habían comenzado a hacer fuego sobre ellos. Nuestros tres cruceros atacaron al todavía inmóvil buque americano acercándose por la aleta del costado de estribor de aquél a una velocidad cercana a los 18 nudos.

La táctica española durante todo el primer día y parte de la noche siguiente, había consistido en aproximarse al acorazado yanqui a buena velocidad en sucesivas rondas, disparando contra él hasta unos 2000 metros de distancia, entonces daban la vuelta. Los tres cruceros atacaban sincronizados viniendo del SE con una marcación respecto al “Oregon” de unos 112.5º -el acorazado avanzaba rumbo N ¼ NE-. La separación entre los buques españoles era de unas 200 yardas, situándose el “Princesa de Asturias” el más al Norte, a continuación el “Cisneros” y cerrando la formación el “Cataluña”.

Para anular la acción de una de las torres de 330 mm del “Oregon”, el ataque venía de popa no llegando a sobrepasar el tercio de proa del acorazado, cuya torre no podía girar tan hacia atrás 1 . Al llegar a ese punto, los cruceros viraban a babor haciendo fuego en retirada y describiendo un círculo para volver a hacer el mismo ataque transcurrido un tiempo.

El “Pelayo” mientras tanto, navegaba en rumbo paralelo a los norteamericanos a unas tres millas de distancia y por el mismo costado que los cruceros. Nuestro acorazado intercambiaba fuego con el “Oregon” reduciendo la distancia momentáneamente, haciendo coincidir sus ataques con el de los cruceros.

Las ventajas de nuestros buques eran varias. El ataque había cogido sin arrancada, con las redes caladas y un tanto desprevenidos a los yanquis; una vez en marcha, el acorazado no pasaba de las cinco millas, sólo podía utilizar sus piezas artilleras de estribor y no todas; para rematar, la mar aumentó de tamaño, lo que unido a la escora provocada por el torpedo que había dañado proa y su bajo francobordo, dificultaba aún más el disparo de las piezas de 330 mm. No se podía olvidar el mejor entrenamiento de las tripulaciones españolas y que los americanos debían apuntar a varios objetivos distintos y más rápidos.

El “Oregon” se defendía a duras penas desde su costado de estribor con los cañones de la torre de popa de 330 mm, con los cuatro de las dos torres 203 mm y el par de 150 mm del mismo costado.
Las armas españolas empezaban a disparar a unos 3500 metros de distancia del acorazado, empleando para ello los 140 mm que tuviesen ángulo -generalmente entre dos y cuatro por crucero-; a poco más de 2000 metros, abrían fuego los Guillén de 240 mm; mientras duraba el giro para alejarse, disparaban otra vez los Schneider-Canet; y para terminar la ronda, a los seis o siete minutos, volvían hacerlo en retirada los 240 mm. El “Pelayo” que acompañaba la acción de los cruceros -alejándose al finalizar cada ataque-, empleaba regularmente sus dos cañones de 317mm, el babor de 280 y cuatro de los de 140mm.

Cada acción en sí duraba entre veinte minutos y media hora. Cuando concluía, se tomaban medidas para paliar los daños que se hubieren producido y se volvía a empezar. Entre ataque y ataque estaban dejando pasar más o menos 75 minutos de día y unas dos horas por la noche.

En resumen en las 24 primeras horas de combate, los barcos españoles habían efectuado 18 disparos del 317, 12 de 280, 72 de 240 y unos 700 de 140mm -al que habría que sumar un número enorme de proyectiles menores-. El nivel de acierto era moderado, haciendo blanco sólo uno del 317, dos 240 mm y 9 de 140mm.

Por su parte el “Oregon”, en el mismo espacio de tiempo, disparó 26 veces con la torre de popa de 330mm -sumados los dos cañones-, 74 con las piezas de 203 mm -la torre de popa había dejado de disparar después de la décimo tercera andanada, al ser alcanzada por el fuego grueso del “Pelayo”- y habían salido unos 160 proyectiles de calibre 150 mm -independientemente de los disparos efectuados por los calibres menores-.

De 330 mm ninguno hizo blanco. Un andanada del 203 impactó en la faja del Pelayo, los dos proyectiles sólo resquebrajaron levemente la gruesa cintura nuestro acorazado. El “Cataluña” y el “Princesa de Asturias” habían sido alcanzados por un 150 mm cada uno, pero en lugares no vitales. Los impactos de los 6 y 1 libras eran muchos más numerosos, pero ningún componente de la tripulación resultará muerto todavía y sólo había una docena de heridos. En general, el personal estaba bien a cubierto bajo la protectriz, en las casamatas o dentro de las torres artilleras -o de mando-.

Al ser las maderas mínimas, la cubierta principal tener tratamiento ignifugo, las brigadas contra incendios poseer una buena preparación y medios, los incendios eran apagados con rapidez. Los daños en su conjunto se podían considerar escasos.

06:15 horas locales, sala de derrotas del acorazado “Pelayo”.

CN1º Matta. “No creo que aguantaremos este ritmo de consumo de munición hasta “Río de Janeiro”, debemos disminuir la frecuencia de los ataques.”

CN Ferrándiz “Tienes razón, nos quedan unos cuatro días de travesía. Pienso que además debemos conservar la mitad de las existencias para el bloqueo del puerto y tampoco podemos castigar en exceso a los cañones.”

CN1º Matta “Según mis cuentas, de acuerdo con las comunicaciones de los comandantes de los cruceros y con tus cálculos de consumo, podemos utilizar hasta Río: 25 proyectiles del 317, 48 de 280, unos 100 de 240 y casi 1000 de 140mm.”

CN Ferrándiz “Aunque nuestro porcentaje de acierto es tan sólo regular, si lo conseguimos mantener con ese régimen de disparos, el “Oregon” entrará en Río hecho unos zorros. Nosotros sin embargo, podremos regresar a España a lamernos las heridas sin más contratiempos, salvo que la Virgen del Carmen disponga lo contrario.”

CN1º Matta “¿Sabes que munición tienen los yanquis?”

CN Ferrándiz “Lo ignoro, seguro que Joaquín lo conoce. Enviémosle un mensaje con esa pregunta.”

Enseguida llegó la respuesta del Comandante del “Princesa de Asturias”. “Capacidad polvorines enemigos: 240 de 330 mm, 600 de 203 y unos 400 de 6”.

CN 1º Matta “Munición tienen para hacer la guerra ellos solos. Su problema radica en que sólo pueden disparar cuando nosotros atacamos y en ese momento están restringidos por el número de cañones que utilizan, la cadencia de tiro y su mediocre puntería.”

El último comentario precedió al primer ataque de la mañana.




1-Los nuestros todavía desconocían que los acorazados tipo “Oregon” no debían disparar sus torres gemelas hacia el mismo costado al tiempo, cuestión de estabilidad.

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01 Ago 2010 10:38
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CAPÍTULO XXXIV
LA BATALLA DE CAVITE (1).
Isla de Corregidor, Boca Grande de la Bahía de Manila. 00:00 horas del 1 de mayo de 1898.

¿Temperatura? cercana a los 30 grados. ¿Humedad? 85%. ¿Visibilidad? con la luz del día de unos 11 Km, a esas horas unas tres millas con los proyectores -la noche era relativamente clara-.

El TN de 1ª Augusto Miranda aplastó de una sonora bofetada contra su propio cuello uno de los múltiples mosquitos que se empeñaban en hacer todavía más tensa la angustiosa espera.

Desde su atalaya -situada en la zona suroeste de la isla de Corregidor y elevada a unos 150 m sobre el nivel del mar- controlaba las evoluciones de la escuadra yanqui, la cual iba para una hora que había empezado la infiltración en la bahía por la Boca Grande de la Bahía de Manila. Dos pequeñas cañoneras -“Leyte” y “Arayat”- patrullaban el área vigilando en la distancia a la división naval enemiga. De vez en cuando, los dos guarda costas españoles enviaban cortos mensajes luminosos a las estaciones de observación en las islas vecinas, comunicando de esta manera la posición del enemigo.

El lugar donde se encontraba el Teniente Miranda era el escogido como puesto de mando para coordinar la defensa de la entrada a la Bahía de Manila. Disponía de teléfono, el cual lo conectaba con las otras piezas de artillería de la isla; también tenían un telégrafo para comunicarse con Manila, las baterías del Caballo o las del Fraile. Para tener una visión de conjunto del escenario y recabar datos de tiro, en el mismo sitio se había construido una compleja estación de observación que contaba con un proyector Mangin, varios instrumentos ópticos y un par de teodolitos a modo de telémetros; los últimos, se completaban con otros tantos ubicados en las islas menores -poco prácticos de noche-. Con los focos tan sólo iluminaban breve y esporádicamente a los buques enemigos no parándose en ellos, advertían sus lejanas siluetas pero simulaban no haberlas visto.

La batería más próxima permanecía lista para hacer fuego. Eran los dos Hontoria de 200 mm mod. 1879 instalados en una especie de casamata descubierta, baja y redonda. Sus montajes navales de colisa giratoria 1 -adaptados de circunstancias para tierra- se habían quedado un tanto desfasados para los tiempos que corrían en la Armada; a pesar de ello, el mecanismo que hacía girar la plataforma circular donde se asentaba la cureña era de fácil manejo y permitía gozar de un amplio ángulo de tiro. Una vez disparada la pieza, ésta retrocedía por los brancales del marco rectangular, siendo amortiguado el retroceso por unos frenos hidráulicos. Para volverla a meter en batería había unos palanquines a los laterales de las gualderas; no obstante, al ser emplazadas susodichas piezas en tierra se les había proporcionado cierta inclinación al levantarle las respectivas conteras, por lo que los cañones volvía a entrar en batería por su propio peso chocando al llegar a su destino con unos topes elástico colocados en la antera.

Miranda notó como una gota de frío sudor recorría su mojada espalda, debía tener paciencia. El Comodoro Dewey al frente de su flotilla se encontraba en ese momento a unos 5000 metros al sur de la isla. La nave capitana enemiga, el “Olympia”, era la única que estaba al través de la punta Oeste de Corregidor; el resto le seguían un poco más retrasados, escalonándose de cien en cien yardas entre sí por su aleta de estribor. Las baterías españolas esperarían a que la formación hubiese sobrepasado al completo el extremo geográfico mencionado, las órdenes no dejaban lugar a duda: debían causar el mayor daño al adversario, aunque ello implicase el propio sacrificio. Por eso mismo, no podían precipitarse a la hora de abrir fuego, no fuera a ser que Dewey se arrepintiese a la vista de la intensidad del mismo y se diese la vuelta.

12:05 crucero “USS Boston”.

El Capitán Wildes amonestó a un joven marinero que nerviosamente intentaba encenderse un cigarrillo.

“¿Qué es usted un espía enemigo? ¿quiere acaso que sepan nuestra posición? Subteniente cuando termine la batalla, si este sujeto continua vivo, quiero que él solito limpie todas las letrinas del buque durante un mes. Tómele el nombre.”

A continuación Frank Wildes abandonó la cubierta principal y subió a uno de los alerones del puente de navegación. A su popa navegaba el aviso “MacCullock”, al que seguían los transportes “Nassan” y “Zafiro”; a proa surcaban las aguas de la bahía los cañoneros “Concord” y “Petrel”, precedidos de los cruceros “Raleigh”, “Baltimore” y “Olympia” -en ese orden de atrás hacia delante-, liderando el último nombrado a la División naval-.

Nunca había estado de acuerdo el Comandante del “Boston” con el plan de operaciones de Dewey, consideraba la flotilla del Pacifico demasiado pequeña para cualquier aventura ofensiva. Él siempre aconsejó esperar a recibir refuerzos, pero una vez allí cumpliría fielmente su deber. La pasada tarde había reconocido en compañía del “Concord” la cercana y norteña Bahía de Subic, no encontrando nada más que los restos del abandonado “Castilla” velando sus mástiles del agua -el casco estaba sumergido por completo-. A continuación se unió a la flota, cenó temprano y esperó la decisión del Comodoro Dewey; quien sobre las once de la noche, ordenaba tomar rumbo Este: destino Manila.

El silencio era casi absoluto, la velocidad de ocho nudos y solamente una tenue luz a estribor permanecía encendida en cada nave como referencia para la que le seguía. Todos estos ingredientes, mezclados con el asfixiante calor, creaban una sofocante atmósfera que elevaba la ansiedad minuto a minuto. Los oficiales no se movían de sus puestos de combate, los cañones permanecían cargados y listos para hacer fuego con sus artilleros al pie. Las tripulaciones padecían una temprana alerta desde hace más de una hora; algunos deseaban que empezara el baile cuanto antes, Dewey prefería pasar inadvertido para llegar a su objetivo principal Manila sin daños ni bajas.

El Comodoro había decidido entrar por la Boca Grande, aunque el lugar más habitual de navegación fuera el de Boca Chica -situada ésta última más al norte, entre la Isla de Corregidor y la Península de Bataan-. Al no tener claro el despliegue español, quizás debido a un exceso de información, escogió las cinco millas de anchura de la primera frente a las dos de la segunda; en la creencia que tendría mayor margen de maniobra propia y disminuiría la posibilidad de acierto del más que previsible fuego enemigo. Por otra parte, no creía que los españoles tuviesen capacidad técnica suficiente para minar a estas profundidades.



00:15 Isla de Corregidor.

El operador del telégrafo informó a TN de 1ª Miranda que el “Olympia” se encontraba a poco más de 2000 metros de la isla del Fraile según comunicaban desde esa posición.

TN1ª Miranda “Ordene abrir fuego al Fraile cuando traspasen los 1.500. El resto de las piezas de 150 mm en intervalos de 10 segundos una a una; primero las impares, después las pares en orden inverso. Las de 200 y los obuses que se alternen cada 30 segundos, los cañones de tiro rápido a discreción.”

00:20 Isla del Fraile.
El emplazamiento de las piezas de artillería en aquella roca había sido un auténtico quebradero de cabeza, la pequeña isla no tenía más que 16.000 metros cuadrados de pura piedra.

A los cañones -situados tan sólo unos 10 metros sobre el nivel del mar- no se les pudo proteger en casamatas. Los tres Armstrong de 152 mm tenían un montaje bastante más moderno que el de los Hontoria, pero a modo de escudo debían conformarse con un muro de piedra a sus flancos y en el frontal con unos endebles sacos terreros que daban forma de cañonera a la salida de la boca de fuego.

Las piezas de está batería -al igual que todas las provenientes de los buques- habían conservado los montajes navales originales que ya portaban cuando estaban embarcados, con las modificaciones imprescindibles para poder ser emplazados en tierra. En este caso concreto -similar en los Krupp del mismo calibre- eran de pivote central tipo Vavasseur, con lo que su pequeña cuna metálica se movía girando sobre sí mismo por la acción de unos engranajes constituidos por piezas dentadas y cremalleras. Es decir, la maniobra se podía considera relativamente cómoda y ágil.

Un sirviente dio vueltas al volante accionando los engranajes que hacían girar a las cuatro ruedas metálicas en las que se apoyaba el pequeño montaje de base cilíndrica. La citadas ruedas se condujeron sobre un engrasado carril circular instalado en el suelo y provocaron a su vez el desplazamiento de la cuna del cañón Armstrong número nueve -el emplazado más al exterior dentro de los que había en el Fraile- hacia su izquierda y hasta que quedó enfrentado el tubo de la pieza con la mitad de la línea de la escuadra enemiga. Cuando el apuntador enfiló el punto de mira con el blanco, el Cabo ordenó detenerse; cambiando a continuación el sentido del movimiento al lado contrario y en el mismo que la derrota de la flota enemiga, persiguiendo lentamente a ésta. Un segundo artillero viró ligeramente el manubrio de alcance, bajando el tubo del cañón hasta que el punto de mira coincidió con el alza a –2º.

Del otro lado del cierre había introducida una granada perforante de 45 kg, unos sacos con 21.8 kg de cordite y el estopín pirotécnico, todo estaba preparado. Los sirvientes se separaron de la pieza poniéndose en cuclillas, incluso llegando a echarse cuerpo a tierra; mientras tanto, otros esperan algo más separados con una carretilla portando un segundo proyectil. El Cabo apretó fuertemente con las dos manos la empuñadura del tiraflictor, del cual salía el cordel que enlazaba con el flictor propiamente dicho.

No había luz artificial alguna encendida. Una vez terminada la alimentación y la puesta en batería de las piezas, habían apagado los acumuladores -alimentados estos por un pequeño generador de vapor, el cual producía una mortecina luz eléctrica- y tapado los candiles de aceite con un paño. Los dispositivos luminosos se volverían a encender para repetir las operaciones.

Se observó una llamarada procedente de una de las chimeneas de los buques enemigos, el TN Moreno mandó iluminar los blancos con el proyector y dio la orden de fuego.

1-La cureña del cañón se montaba sobre una plataforma giratoria. El montaje era el que tenían en Las fragatas blindadas “Numancia” y “Vitoria”

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Traducción al español por Huan Manwë para phpbb-es.com