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La soledad del mando


Carlos I

« El que ha de gobernar se obliga a mucho: porque si es justo, le llaman cruel; si piadoso, le desprecian; si liberal, le tachan de pródigo; si se refrena, de avaro; si es animoso, le reputan por inquieto; si es grave, dicen que es soberbio; si es afable, vano; si es quieto, le tienen por hipócrita; si es alegre, por disoluto, y por fácil si se aconseja; con que los hombres se tiene compasión, pero del Rey no; porque le miden los pasos, le cuentan los bocados, le notan las palabras, y casi, como si no fuera hombre de carne como los demás, quieren que en los afectos sea bronce y en los dichos Salomón. »




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La triste realidad de casi todo. Un abrazo

Le ha faltado decir que por lo general, a los reyes se los perdona todo, y en sus errores sus vasallos se dejan hacienda y piel.

Pero señalada esa omisión, la discreción de ese razonamiento deja en muy buena altura a ese rey. Ojalá los restantes hubiesen hecho gala de tal galanura.

En cuanto al mando, nunca está solo si sabe mandar. Un rey o un presidente de gobierno, disponen de todas las cabezas de su nación para ayudarse. Lo lamentable es que no las sepan encontrar buenas, habiéndolas.

En lo que si está solo, es en responsabilidad una vez mandado. Para eso es rey y para eso manda.

Saludos

Mucha razón llevaba Don Carlos, y su experiencia es la de todo aquel que tiene una responsabilidad.

Sin embargo, eso es solo la descripción del juicio de los demás sobre las actuaciones del que manda o dirige, y es siempre susceptible de ser prescindible, ignorado u obviado por este; porque lo realmente importante es el juicio de uno mismo, que a la luz de sus circunstancias, debe armonizar con su propia conciencia.

El resultado o reacción a las acciones emprendidas puede ser igual, mejor, o peor a la intencionalidad que las produjo, al ser mediatizadas por factores aleatorios externos y a veces inponderables e imprevisibles. En virtud de ello, el juicio de los demás será consecuencia de las distintas opiniones y valoraciones de como les afecten dichos resultados. Así es la vida.

Por eso, la mejor compañía en la soledad del mando, es su propio juicio, la satisfacción del deber cumplido, y la paz de una conciencia tranquila.

El mando esta solo, si, pero unicamente en el momento de tomar su decisión y digo "su" porque es su responsabilidad.

Si le rodea gente leal, le habrán aconsejado, llevado la contraria y aportado cuantos datos conozcan para fundamentar sus opiniones pero esa misma lealtad los llevará luego a apoyar esa decisión con la conciencia tranquila.

Todo lo anterior es de manual y dando por supuesto que ese mando busca cumplir con sus obligaciones y no es un cantamañanas o algo peor.

Repito que está solo, pero por un ratito.

Antes y después están , aqui que no hay subordinados, los amigos.

Un abrazo

Que fuera un rey de aquella época quien comprendiera y sintiera esa soledad, demuestra la entereza de un justo hombre, que además de monarca fue militar.
Como dice Espaldar, no han heredado tal gallardía, no abundan en la actual sociedad, siendo en cambio bienquistos según lo permisivos que sean con los modernos cortesanos.
Quizá se deba ese conocimiento, reflexión y consideración a su imagen y proceder ante la ciudadanía; o porque no eran tiempos de censura...

Soledad en tomar una decisión que solo compete al mando, sí, para el resto de las cosas se esta arropado por la tripulación.

Y se lo que me digo, que en la mar se han de tomar rápido y sin meter la <gamba> que hay vidas humanas en juego.

Un abrazo

"El gobierno no puede hacer al hombre rico, pero puede empobrecerlo."

las posiciones de mando implican soledad. El jefe no puede recurrir a nadie para tomar las decisiones últimas, sólo puede buscar algunos consejos pero sabe que las consecuencias de sus decisiones son sólo responsabilidad suya y que sólo a él le pedirán explicaciones.

La historia enseña, como regla general, que cuanto más alto se está, menos responsabilidad de la de responder tienen.

Y si llegamos a la responsabilidad política, es esa por la que no responden de nada. Ni siquiera de las cuentas suizas responden.

Para qué vamos a engañarnos...

La soledad del mando, como ya se ha dicho, reside en la responsabilidad y en la toma de decisiones; nada más y nada menos, porque en muchas ocasiones , esas mismas decisiones son sólo las menos malas y por supuesto perjudican siempre a alguien. Además ese perjuicio puede ser permanente , duradero y sin compensación posible; no obstante , la decisión debía ser tomada igualmente aunque se conocieran las consecuencias. Después dependerá de la personalidad del mando, pero aunque se haya tomado la decisión correcta, existen los daños "colaterales" y esos se los lleva en conciencia cada uno a la cama todos los días.

Saludos

Es una bella y quejumbrosa meditación de quién tiene asumido que nunca podrá gobernar a gusto de todos…aunque el hecho mismo de realizar esta meditación sobre ello parece indicar que lo intenta constantemente.

Y más bien se lamenta, no de la soledad inherente a cada individuo en el momento de tomar una decisión crucial en su vida por la repercusión que tenga en la suya propia o en la de quienes le rodean, sino de la incomprensión y de la falta de éxito a que queda reducida su política después de tantos años, después de tantas guerras y de tanta sangre derramada por toda Europa en aras de la verdad religiosa…

Y al final subyace una duda…¿son ciertas las dudas ajenas, tenían razón los otros? ¿ha podido, acaso, equivocarse el Rey? ...probablemente más de una vez, como todos....

Saludos