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 Combate naval de Sidé VIII del año 190 a. C. 
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Combate naval de Sidé VIII del año 190 a. C.


Es te encuentro tuvo lugar en el mes de agosto (aproximadamente) del año 190 a. C. en las aguas del puerto que le da su nombre, estando situado en Asía Menor, en la costa de Anatolia, al Este del río Eurimedonte que desemboca en su zona meridional y perteneciente a la ciudad de Pamfilia.


El combate tuvo lugar por el enfrentamiento de una armada rodia, al mando de Eudamos, contra una siria al mando del afamado general cartaginés Aníbal.


Después de la derrota en el mes de abril anterior sufrida por los rodios, se pusieron a trabajar y construyeron una nueva escuadra, que estaba compuesta por veinte cuadrirremes, ponen al frente de ella a Eudamos.


Mientras tanto la escuadra romano-pergamena, que se hallaba fondeada en Coricos, al mismo tiempo que Polixénidas el jefe de la armada de siria, seguía fondeada en Éfeso con toda su escuadra de noventa naves.


Pero en previsión de que la escuadra romano-pergamene, que seguía al mando del general romano C. Livio, intentaría reunirse con la nueva escuadra de los rodios, que se encontraba en Samos, el general sirio zarpó de Éfeso con rumbo a Minoseo y desde aquí a la isla de Macris, donde al llegar fondeó sus naves, con la intención de lograr ponerse a la popa de las naves romanas y sus aliados, cuando estos intentaran llegar a Samos a juntar sus naves con las de los rodios.


Cuando la escuadra romana y sus aliados, se encontraba cruzando esos mares, fue sorprendida por una tempestad, que le obligó a cambiar de derrota, a parte de quedar medio descompuesta por efecto de éste; lo que evitó que Polixénidas, no se atreviera a atacar, para no poner en peligro sus propias naves, ante las adversidades de la naturaleza.


Consiguió C. Livio el llegar al norte de Samos, pero los rodios aún no habían llegado, él estaba decidido a no buscar el combate sin el apoyo de los rodios, por ello decidió el regresara a Coricos.


Es una visión un tanto desconcertante del romano, pues su escuadra combinada era muy superior a la de los sirios, ya que estaba compuesta por no menos de cien naves, de ellas ochenta quinquerremes romanas y púnicas, más las veinte quinquerremes y cuadrirremes de las pergamesas.
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Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño. Marco Tulio Cicerón.


Hay criterios cerrados, de ásperas molleras, con los cuales es inútil argumentar. Miguel de Cervantes Saavedra.


Cuando soplan vientos de cambio, unos construyen muros, otros, molinos.

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06 Ago 2007 15:56
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Polixénidas, permanecía a la espera, pero viendo que pasaba el tiempo y la escuadra romano-pergamesa no aparecía, levó anclas y puso rumbo a Éfeso.


Mientras los aliados, volvieron a hacerse a la mar y de nuevo con rumbo a Samos y sobre principios del mes de abril del año 190 a. C., se encontraron por fin las dos escuadras, por lo que se unió la rodia con veinte naves más, estando al mando de Eudamos.


Ya reunida las escuadra aliada, que en esos momentos contaba con no menos de ciento veinte naves de guerra, zarpó de Samos, con rumbo a Éfeso, con la intención de ir a buscar al enemigo a su casa, a su llegada se desplegó la escuadra como reto al sirio, pero Polixénidas, conocedor de su inferioridad numérica no se decidió a salir de su bien protegido fondeadero, por lo que pasado casi un mes de espera por parte de la escuadra aliada, y al comenzar a faltar las vituallas, C. Livio, decidió el regresar a Samos, para reponer fuerzas y volver a reponer los alimentos frescos.


A su llegada, le estaba esperando el nuevo jefe de la escuadra combinada, a quién le dio entregó el mando, el nuevo Jefe era L. Emilio Regilo.


En este instante la escuadra combinada estaba compuesta de; setenta y seis quinquerremes romanas, cinco cartaginesas, veinticuatro quinquerremes y cuadrirremes, pergamesas al mando del propio rey de Pérgamo, Eumenes, más las veintinueve cuadrirremes rodias, lo que sumaba un total de ciento veinticinco naves de guerra, esto le proporcionaba al nuevo jefe una superioridad manifiesta sobre la escuadra Siria.


Pero las condiciones personales del nuevo jefe, dejaban mucho que desear, ya que muy pronto demostró su carencia total, sobre el conocimiento de las condiciones de una armada, a lo que agravaba la situación, su falta de resolución y su total falta de iniciativa.


A parte habría que decir, que tenía un grave problema, pues al no tener esos conocimientos y falta de voluntad, y a pesar de que la proporción en esos momentos era a su favor de cinco contra tres naves enemigas, no se podía olvidar de la segunda escuadra siria, que al mando de Aníbal, que se había convertido en un cortesano y almirante del rey Sirio Antioco III, estaba preparando en los puertos de Cilicia y Pamfilia, y que reunía a cincuenta naves más de guerra.


Porque si separaba su escuadra, para combatir por separado, era manifiesta su inferioridad, y si se mantenía junta, podía muy bien ser cogida por la proa por Polixénidas y por la popa, por Aníbal, ya que las escuadra siria, estaba compuesta por no menos de ciento cuarenta naves, lo que le dejaba en una situación difícil.
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06 Ago 2007 15:57
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Lo que le faltó al Jefe aliado, fue la información detallada, de que a pesar de la rapidez con que Aníbal estaba intentando construir sus naves, éstas no estarían disponibles hasta finales del mes de agosto, por ello si hubiera sido un jefe con cierto valor al riesgo, podía perfectamente haber atacado a Polixénidas y haber obtenido una sonada victoria, pero su falta de resolución le perjudicó.


Para cubrirse las espaldas, ordenó a C. Livio, que ahora estaba a sus órdenes como legado, para que realizase un ataque sobre la ciudad de Pátara, sobre finales de mayo o principios de junio, pero le otorgó solo una pequeña cantidad de su escuadra, lo que tuvo necesariamente el efecto de ser un rotundo fracaso.


Al regresar Livio, se encontró con que la escuadra tuvo que zarpar al completo, al mando de su Jefe L. Emilio Regilo, al recibirse la noticia de que Pérgamo, estaba siendo atacada y ésta era la capital de su aliado Eumenes, por lo que se dirigió a ella y logró el dejarla libre, por ello sobre finales del verano, la escuadra regresó a Samos.


Mientras tanto era manifiesta la posición de Polixénidas, pues permanecía en Éfeso, hasta que le llegara el refuerzo de la escuadra, que tan arduamente estaba preparando Aníbal.


Cuando llegó la noticia a Samos de que Aníbal ya había zarpado con su escuadra, se le encargó a Eudamos el que la interceptara, zarpando con quince naves, entre cuadrirremes y quinquerremes.


Dejando al jefe aliado con solo ochenta y cuatro naves, pues Eumenes también se había separado de él.


Eudamos llego a Rodas, pero poco tiempo antes había zarpado una escuadra con trece naves, al mando de Pamfílidas, que era el que estaba al cargo de vigilar los movimientos de Aníbal, llegando a la costa de caria, donde se le unieron otras cuatro, que eran las encargadas de la vigilancia en primera línea.


Eudamos se unió a Pamfílidas, habiéndosele unido a él en Rodas otras seis naves, con lo que su fuerza actual, estaba compuesta por treinta y ocho naves de guerra.


Zarpó con su escuadra, con rumbo a Faselis, lugar que está en la frontera con Lidia y Pamfilia, siendo un privilegiado punto, para esperar el paso del enemigo.


Pero estando aquí, se declaro una epidemia, que amenazó muy seriamente con diezmar a sus fuerzas, lo que le obligó a abandonarla tan excelente posición, para poniendo rumbo al Este, lograr fondear junto a la desembocadura del río Eurimedonte, donde se puedo prestar los debidos auxilios a sus enfermas tripulaciones.
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06 Ago 2007 15:58
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Estando en este lugar, le llegó la información de que Aníbal, había logrado pasar y llegar a Sidé.


La escuadra de Aníbal, esta compuesta de tres, heptarremes; cuatro, exarremes; treinta, pentarremes y cuadrirremes, más diez trirremes, lo que sumaban un total de cuarenta y siete naves de guerra, pero además contaba con algunas más, pero descubiertas.


Mientras que la escuadra de Eudamos, estaba compuesta por; treinta cuadrirremes rodias; dos quinquerremes de Cos y de Cnido, más seis naves descubiertas.


Pero esta inferioridad numérica, estaba de sobra compensada, por la experiencia de sus dotaciones y mandos, sobre todo de los rodios, que sin ningún lugar a dudas eran los mejore de todo el mar Mediterráneo y en esta escuadra eran la mayoría.


Al siguiente día, sobre mediados de agosto del año 190 a. C., los rodios levaron anclas y se pusieron en movimiento, guardando una extensa línea de fila perfecta, estando en la cabeza en vaso de Eudamos, en el centro Pamfílidas y en la retaguardia Caríclites.


Al hacer su salida y doblar el promontorio de Sidé, se encontraron a la escuadra enemiga frente a ellos, pero tan encima que apenas tenían espacio ni tiempo para poderse desplegar en frente de combate, pues ellos estaban en la mencionada línea de fila.


A pesar de ser un buen estratega y magnifico navegante, Eudamos se vió en grave aprieto; pero actuó con su acostumbrada decisión, dio orden a su nave de virar y le siguieron las cuatro de su popa, logrando alcanzar el mar abierto, para sí dejar espacio a su propia escuadra, para que se desplegara en el normal uso de la línea de batalla.


Pero aún no se habían separado lo suficiente, con el propósito de que el resto pudiera adoptar esa línea, cuando las cinco primera naves, se vieron amenazadas de ser envueltas por las del ala izquierda enemiga, que a su ves estaba al mando del propio Aníbal; mientras que el ala derecha de los sirios, que estaba al mando del cortesano Apolonio, intentaba hacer lo propio con el resto de la escuadra, tratando de envolverla, cosa que en parte se solucionó, pues la escuadra rodia, se esforzó en ponerse en línea del lado de la costa.


Los problemas eran mayores, por que los sirios contaban con quince naves más cubiertas, los que les facilitaba el poder envolver mejor a los rodios; todo llevado por la incompresible imprevisión de Eudamos, de dejar para el final la formación de la línea de combate.
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Pero una vez más se pone de manifiesto, que la práctica y el conocimiento, hace que los hombres que la poseen actúen en segundos contra la adversidad, por lo que los rodios, maniobraron con rapidez y precisión, y esta maniobra les evitó un grave desastre.


Por ello las cinco naves primeras al mando de Eudamos, consiguieron deshacerse de su grave situación y se encontraron pronto en aguas libres, pero a su vez habían dejado espacio, para que gran parte del centro, pudiese a su vez también alcanzar el mar libre y ya en esta posición, pudieron formar su línea de combate.


Se encontraron ya desplegados, mientras Eudamos y su pequeña fuerza de cinco naves, estaba ahora dando jaque al ala izquierda al mando de Aníbal, al mismo tiempo que el resto de la escuadra rodia, atacó con fuerza y conocimiento, empleando con rapidez y gran eficacia, utilizando su táctica preferida, que consistía en deslizarse entre los enemigos y espolonear al contrario por la popa, por lo que el ala derecha de los sirios, se vieron sorprendidos y esto produjo en ellos un gran desconcierto.


Sucediendo en esos momento, una cosa nunca vista hasta ese momento, lo cual descorazonó a los sirios al mando de Apolonio, siendo esto el que una cuadrirreme rodia, muy inferior en tamaño y fuerza, lograra el inutilizar a una gran heptarreme Siria.


Al producirse este hecho, se notó claramente la imposibilidad de intentar ganar a los muy experimentados rodios, por lo que Apolonio, dio la orden de batirse en retirada.


Cuando esto sucedía, Eudamos y su pequeña fuerza, que había logrado arrastrar tras de sí a toda el ala izquierda de los sirios, se veía ya sin solución, pero al comprobar que sus naves del ala izquierda comenzaban a estar libres por la huída de Apolonio, lanzó una señal de auxilio.


Por lo que todos las naves que podían dejar huir a sus enemigos, al ver la señal y a fuerza de remos, se lanzaron a socorrer a su jefe.


Esto visto por Aníbal, no le fue difícil el comprender, que lo mejor era seguir el ejemplo de Apolonio y por ello abandonó el perseguir a Eudamos, batiéndose también en retirada.


Los sirios habían sido vencidos a pesar de su superioridad numérica y material, por la práctica y experiencia de sus enemigos, que gracias a su jefe, y a pesar de su primer error quizás de excesiva confianza, habían reaccionado con prontitud y certeza, convirtiendo en victoria una ya casi cantada derrota.


Los sirios no perdieron ninguna nave, pero solo una veintena de ellas estaban sin daños, mientras que los que se habían enfrentado, estaban en muy malas condiciones, por lo que tuvieron que ser remolcadas por las naves abiertas.




Citar:
Bibliografía:

Enciclopedia General del Mar. Garriga, 1957. Compilada por Ángel Dotor.

Compilada por Antonio Luis José Martínez y Guanter.

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06 Ago 2007 16:01
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Traducción al español por Huan Manwë para phpbb-es.com