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 Piratas cordobeses en el Mediterráneo Oriental (s.IX) 
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Nuevo mensaje Piratas cordobeses en el Mediterráneo Oriental (s.IX)
Motivación

Los continuos debates en este foro acerca de la génesis, evolución y definición de la piratería que, por desgracia, se han convertido de rabiosa actualidad en nuestros días me han llevado a indagar sobre este episodio poco conocido de la historia hispanoárabe. De paso que lo expongo entre quienes aún no lo conocieran, aprovecho para someter nuevamente a debate el concepto de piratería, y a ser posible, en esta ocasión en su sentido más diacrónico, dadas las singularidades históricas que paso a exponer.

Introducción

A comienzos del siglo IX, en plena Alta Edad Media, a diferencia de años y siglos anteriores y posteriores, se produjo un corto período de tiempo, en el que durante décadas la mayor parte de los territorios ribereños del Mediterráneo estuvieron sometidos a monarcas que aspiraban a crear Estados unitarios como los de la Antigüedad Clásica: en primer lugar, el Imperio Bizantino (heredero directo de ese clasicismo), el Imperio Carolingio (su principal y más fiel imitador), el Califato Abbasida (como alter ego islámico de los reinos cristianos) y el Emirato de Córdoba (como versión heterodoxa de ese islam con el que había roto políticamente).

Ninguno de los Estados prosperó y los tres últimos menos que el Bizantino a quien tanto admiraban. Todos ellos hubieron de enfrentarse a grupos sociales que no admitían en tiempos medievales que se les quisieran gobernar con los parámetros de épocas clásicas, ni siquiera los propios bizantinos. Las guerras civiles unidas a motines populares por estos motivos estaban a la orden del día en todos esos territorios.

La historia que intento exponer tiene su origen en un pequeño barrio, el más pequeño y marginal de los arrabales de la capital de Al-Ándalus. Se trata de uno de tantos motines que aunque duró tres días, en su momento pasaría desapercibido para el resto del mundo y si más tarde llegara como noticia a las Cortes de otros Estados sería como simple anécdota de disturbios callejeros en una urbe palatina. Sin embargo sus consecuencias a medio y, sobre todo, a largo plazo alteraron la política territorial y naval de todo el Mediterráneo Oriental.

Ni siquiera en aquellas horas de turbulentas algaradas nadie hubiera podido imaginar que honestos y humildes artesanos de aquel arrabal cordobés se convertirían en los componentes de una gran flota pirata que aterrorizaría el Mare Nostrum y conquistaría puertos estratégicos e incluso llegaría a fundar una dinastía real que se codearía con los emperadores de Bizancio.


Imagen

Los cuatros imperios ribereños del Mediterráneo a principios del siglo IX: Bizancio, Califato de Bagdad, Imperio Carolingio y Emirato de Córdoba. Los piratas cordobeses desafiaron a tres de ellos.

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14 Dic 2008 17:33
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Al Hakam I, el Emir borracho

A principios del siglo IX gobernaba Al-Ándalus Al-Hakam I, Emir de Córdoba desde el 796 al 822. Este controvertido personaje seguía la estela política de sus predecesores Omeyas en el sentido de reproducir en su reino el esquema de gobierno del Imperio Bizantino, lo que le provocaba continuos enfrentamientos con clanes y organizaciones tribales y con las minorías étnicas de sus dominios.Y esto se producía no sólo por los seculares problemas a los que ya se habían enfrentado sus antepasados sino que se agravaban con el añadido del particular carácter de este gobernante tanto en lo político como en lo humano.

En lo personal era quizá demasiado amante de lo bizantino, por no decir de la Antigua Roma. Sus detractores le acusaban de poco religioso, de no respetar los preceptos y tiempos sagrados del Islam, de vivir con desenfreno, de ser un alcohólico declarado e incluso de organizar orgías en Palacio. Su residencia palatina se encontraba justo enfrente de la Mezquita Mayor de Córdoba y muchos Viernes la oración comunitaria que por tradición tenía que presidir él, comenzaba sin su presencia porque se quedaba dormido. La turba vociferaba ante los muros palacio “Despierta borracho, y ven a rezar”.

En lo político aplicaba las medidas clásicas de organización administrativa del Estado, ejecución de la justicia, fiscalidad y distribución presupuestaria, fomento del comercio interior y exterior (Córdoba se convirtió en puerto internacional) y todo ello, siempre con impecable celo pero frecuentemente con excesivo rigor. Las condenas a prisión o a muerte ante el descubrimiento de casos de corrupción estaban a la orden del día. En consecuencia, también eran reiteradas las insubordinaciones étnicas o provinciales por la dura y sangrienta represión de esos delitos. Y por tanto, la vida del Emir siempre corría peligro. Para garantizarse seguridad se rodeó de una guardia pretoriana de duros guerreros pertenecientes a las minorías étnicas o religiosas menos poderosas que por tanto le prestarían la mayor fidelidad a cambio de sus favores. Darían su vida por el Emir sin dudarlo como ocurrió en los día del Motín del Arrabal.

Se llamaba Arrabal, a lo que es actualmente el barrio del Campo de la Verdad, en la margen derecha del Guadalquivir, en el casco urbano de la capital cordobesa. Este barrio, a principios del siglo IX era bastante más pequeño y de hecho la mayor parte de lo que, según el derecho islámico, se consideraba distrito urbano, no era tal sino que un conjunto de huertas y casas de labranzas comunicados por caminos directos con la pequeña área urbanizada próxima al Puente Romano. El casco urbano propiamente dicho estaba formado en el Arrabal por casas-taller donde vivían los artesanos y sus familias.

Étnicamente los habitantes del Arrabal eran hispanorromanos y en términos religiosos, eran muladíes (es decir recientemente convertidos al islam o descendientes de segunda o tercera generación de conversos). La práctica totalidad de los habitantes del arrabal eran bastante pobres –a excepción de algunos pequeños mercaderes- pero absolutamente todos ellos bastante mal tratados por el poder y por la sociedad, a la que infundía desconfianza la sinceridad de su fe religiosa.

Algunas veces la presión fiscal era insoportable, la requisa de los productos agrarios y de las manufacturas, el impuesto abusivo sobre el comercio por el puerto fluvial justo enfrente del barrio o por los muelles terrestre de los caminos a Málaga y Granada que partían de Córdoba, precisamente desde la calle central del Arrabal.

Imagen

Puente Romano de Córdoba, con la Mezquita al fondo, visto desde la orilla derecha del Guadalquivir.

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14 Dic 2008 17:35
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El motín del Arrabal

Así las cosas el verano de 814 la presión era tan fuerte como el calor. Sin embargo, como una cosa no quita la otra los artesanos del Arrabal gozaban de buena fama profesional, razón por la que un soldado de la guardia del Emir llevó a un herrero del barrio su espada para que le templara el acero. Sin embargo el soldado no quedó conforme con el trabajo y se negaba a pagarle. El forjador se enfadó tanto que profirió contra su distinguido cliente duros insultos a gritos que atrajeron la atención de los vecinos. El guardia ofendido le clavó la espada al artesano y los testigos del crimen se abalanzaron sobre el guerrero a quien no le sirvió de nada ni la espada ni la fiereza para evitar ser linchado.

Al tener noticia del incidente, un cuerpo de guardia se presentó en el Arrabal pero fueron recibidos con un motín popular. El cuerpo de elite del Emir se vio obligado a retroceder mientras campesinos y artesanos les lanzaban armas arrojadizas y les repelían en singular combate sobre las piedras del Puente Romano. El retroceso de los otrora fieros guerreros les llevó hasta el inmediato Palacio del Emir donde hubieron de cerrar los portones y acantonarse. El pequeño motín se convirtió en algarada generalizada y vecinos de otros arrabales se unieron al tumulto. Poco a poco se produjo una rebelión popular generalizada en toda Córdoba. Los habitantes más humildes se envalentonaron ante la iniciativa del Arrabal en contra de aquel considerado un indigno tirano. Unos por un motivo y otros por otra causa una gran masa del pueblo de Córdoba se unió contra Al Hakam I buscando su aniquilamiento.

Cuentan las crónicas que el propio Emir, tan bizantino él, pidió que le perfumaran los cabellos con los aceites más caros, cuando creía que el palacio sería finalmente asaltado. El perfumista que tenía que cumplir esa misión preguntó a Al-Hakam cómo se le ocurría en esos trágicos momentos semejante deseo. Y el Emir le contestó que sólo la fragancia del perfume permitiría distinguir su cabeza entre el resto de los decapitados que cubrirían los patios del palacio.

Sin embargo, a un oficial de la guardia se le ocurrió huir del Alcázar por un pequeño portillo que comunicaba con el puerto fluvial. Ahí tomaron barcas y cruzaron el Guadalquivir hasta las huertas del Campo de la Verdad a las que prendieron fuego como al resto del barrio. Al descubrir el incendio, los habitantes del Arrabal abandonaron el sitio del Alcázar y corrieron a su barrio para sofocar el fuego que arrasaba sus hogares. En ese momento cargaron contra ellos los guardias del Emir. Al darse cuenta de la encerrona, unos presentaron batalla en su propio barrio en llamas y otros huyeron por los caminos de Málaga y Granada para alcanzar la costa.

Los cabecillas del motín fueron identificados. Y todos ellos fueron crucificados. El resto fue decapitado. El barrio y sus huertas fueron devastados, según la costumbre romana, que tanto gustaba a Al-Hakam I, y así durante siglo y medio no se construyó ni se cultivó en aquel área de la ciudad.


Imagen

Grabado que recrea históricamente el aspecto del antiguo barrio del Arrabal (actual Campo de la Verdad) de la capital cordobesa

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14 Dic 2008 17:38
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Nuevo mensaje Re: Piratas cordobeses en el Mediterráneo Oriental (s.IX)
Piratas cordobeses proclaman la República en Alejandría durante una década

Los que disponían de caballerías huyeron por los caminos de Córdoba y de Granada y alcanzaron la costa. Fueron los únicos supervivientes del Arrabal. Eran los que tenían algo de dinero que llevaron consigo. Al parecer en la costa fueron extorsionados por los navegantes a los que pedían que los pasasen a la costa africana. Sabedores los marinos de la necesidad de los cordobeses les obligaron a comprar sus naves. Estos marinos se convertían automáticamente en proscritos por ayudar en su huido a los rebeldes del arrabal.

Así las cosas, unas decenas de familias se instalaron en el territorio del actual Marruecos y otras se embarcaron hacia Egipto. Cuando escaseó el dinero, que fue más pronto que tarde se dedicaron al pillaje y así se vieron convertidos en piratas. La flota capitaneada por los cordobeses llegó a obtener importantes botines y a arrasar ciudades protuarias, los gobernantes de aquellos territorios les perseguían sin éxito y ellos se alejaban cada vez más por la bien conocida ruta de Egipto (que desde hacía siglos comunicaba el Estrecho de Gibraltar con el del Delta del Nilo)

Y por fin divisaron el faro de Alejandría. Cual no sería su sorpresa al encontrar aquella inmensa ciudad pobremente defendida pues el grueso de su guarnición se hallaba combatiendo para sofocar una de las interminables sublevaciones de clanes rivales contra el poder central de Bagdad. Ni que decir tiene que los envalentonados cordobeses aprovecharon aquella baza y como quien no quiere la cosa conquistaron Alejandría con suma facilidad.

Aquellos rebeldes, que no atienden a ningún poder ni en el cielo ni en la tierra no reconocen a ningún emir ni a ningún califa, y por tanto proclaman una república de perfil asambleario como era costumbre en el ambiente pirata. Así gobiernan la ciudad y sus fértiles dominios agrícolas durante cerca de diez años. Rechazan cualquier intento de reconquista por tierra y sobre todo por mar, donde siguen pillando a todo mercante que se les cruza, pues convierten a la ciudad patriarcal, en puerto de piratas.

Por fin el califa de Bagdad en persona ordena al gobernador de Egipto, Abalá ibn Tahir que conquiste como sea este importante puerto. El militar lo hace lo mejor que puede pues dispone de toda la retaguardia pacificada, de un poderoso ejército por tierra y una numerosa flota pero los cordobeses son mucho más fuertes y el sitio se haría costoso y casi inútil; el asedio provocaría la destrucción generalizada de la urbe y la masacre de sus habitantes. Así que a Ibn Tahir parece que sólo le queda una solución poco decorosa pero útil: negociar con los piratas.
Las bases de su negociación es permitirles que abandonen la isla con cuarenta galeras ( las naves que trajeron más las que capturaron pirateando), además de con sus armas y con víveres suficientes para llegar a las islas próximas del Imperio Bizantino (adversario de Bagdad) y que ellos ya conocían bien porque habían saqueado desde Alejandría en varias ocasiones. De esta manera Ibn Tahir conseguía deshacerse incruentamente de los piratas y salvar medianamente su honra política enviado un estorbo a sus rivales bizantinos. No se equivocaba el gobernador egipcio, excepto en el hecho de que se quedó corto.


Imagen

Grabado representando el aspecto de la Alejandría medieval

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14 Dic 2008 17:39
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Nuevo mensaje Re: Piratas cordobeses en el Mediterráneo Oriental (s.IX)
Una dinastía de los Belloteros cordobeses, reyes de Creta

Al contrario de lo que suponía Ibn Tahir, los piratas cordobeses no se dirigieron a alguna pequeña islita del Egeo, que pudieran saquear o incluso someter durante algún tiempo para descansar en su huida. El comandante pirata Omar El Ballutí, decidió conquistar la isla más grande del Egeo.
En efecto el año 824, la flota de piratas cordobeses desembarcaba y ocupada toda la isla de Creta. Bien es cierto que la historia de Alejandría se volvía a repetir: el Imperio Bizantino se hallaba en guerra, sofocando rebeliones contra el poder imperial en provincias que apoyaban al usurpador al trono bizantino. Además, en el caso de Creta un monje cristiano renegado, facilitó el desembarco cordobés y dio la información oportuna para la rápida ocupación de la isla.
El desembarco se produjo en la estratégica bahía de Lada. En pocos días toda la cala estaba fortificada a imitación de las defensas alejandrinas que bien conocían los andalusíes. El monje renegado condujo a los hispanos al monte Charax el promontorio donde levantaron su cuartel general durante más de un siglo.

Imagen Dromon bizantino.

La conquista de Creta fue cuestión de días, pero es que a los pocos meses todo el entorno marítimo y las rutas mercantes que pasaban cerca eran saqueadas o, en el mejor de los casos, extorsionadas por la flota de El Ballutí, que al parecer, ebrio de poder se autoproclamó Rey de Creta, sin que cupiese contestación ni por sus fervientes seguidores ni mucho menos por los sometidos cretenses.

El historiador Al-Nuyari dice de los proscritos cordobeses y de este reino hispanoárabe de Creta que:

“los exiliados cordobeses cultivaron la isla, proclamaron rey a uno de los suyos, armaron cuarenta barcos e infectaron con su piratería todas las islas circundantes, próximas a Constantinopla. Penetraban en la mayor parte de esas islas, tomando de ellas botín y cautivos, sin que el Emperador de Bizancio pudiese hacer nada por evitarlo”.

Lo cierto es que Miguel II liquidó a su rival Tomás de Capadocia y se aprestó enseguida a recuperar Creta tanto por lo económico cuanto más por el prestigio político y militar de su imperio duramente ofendido por una bandada de piratas de lejanas tierras. Fracasó. Lo volvió a intentar otras dos veces y no sólo no consiguió arrebatar ni un palmo de costa cretense a los cordobeses sino que además vio hundida muchas de sus naves y muertos a sus mejores guerreros. Además, de que en las últimas incursiones tuvo que financiar un ejército de mercenarios.

¿Quién era este Omar El Ballutí tan astuto y poderoso? Pues es más que posible que fuese un capitán de bandoleros de la Sierra Morena andaluza. Ballutí hace referencia a la localidad de Ballut, en el norte de la actual provincia de Córdoba, y que parece corresponderse con el moderno municipio de Pedroche, desde siempre rico en encinares. Además, ballut es la palabra árabe para designar este árbol, de donde procede también en español el nombre de su fruto (ballut=bellota) Así que el gentilicio significa ambivalentemente habitante de la aldea de Ballut o bellotero. En el siglo IX, Ballut era un pequeño enclave en mitad de la sierra, en un ancestral paso de ganado. La pequeña fortaleza de Ballut servía para proteger la trashumancia y a los osados mercaderes que se atrevieran a tomar aquellas rutas plagadas de salteadores de caminos. En resumen en Ballut sólo vivían ganaderos, militares o bandoleros. ¿Y por qué un próspero ganadero o un militar iba a irse a vivir al Arrabal cordobés?

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14 Dic 2008 17:44
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Nuevo mensaje Re: Piratas cordobeses en el Mediterráneo Oriental (s.IX)
Sólo una pregunta y un comentario.

Pregunta: el nombre del gobernador de Egipto ¿es Abalá ibn Tahir, o Abdala (o Abdula) ibn Tahir?

Comentario: Ibn Tahir singnifica "hijo de "el libre". Tahir en árabe (también en el moderno) es Libre. En Egipto, por ejemplo, el grito equivalente a nuestro "Viva España" es "Tahia Msr" ("Egipto libre").
Ibn su utiliza para enlazar con el nombre del padre; en cambio, cuando se trata del nombre de la madre, se usa "ben" en lugar de "ibn".

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A mí me parece, Señor, que no tengo otra cosa buena sino ser español (Catalina de Erauso, "la Monja Alférez", a un Cardenal)

14 Dic 2008 17:49
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Nuevo mensaje Re: Piratas cordobeses en el Mediterráneo Oriental (s.IX)
El Caballo de Troya cabalgó de nuevo en forma de yegua

Bandolero o no, El Ballutí logró defender Creta de las incursiones de sus legítimos propietarios, los bizantinos. Y hasta provocó un curioso episodio diplomático: Teófilo I, hijo y sucesor de Miguel II, envió en 840 una embajada al nuevo Emir de Córdoba, Abderramán II (hijo del Al-Hakam I). En ésta le pedía amistad para el comercio mutuo y en consecuencia apoyo en la represión de la piratería, empezando por la de los cordobeses que usurpaban Creta. Abderramán II, admirador como sus predecesores de todo lo bizantino, se alegró mucho con la misiva y respondió favorablemente a la propuesta de estrechar relaciones comerciales y reprimir a los piratas que fuera preciso pero explicó a Teófilo que él no tenía ninguna autoridad sobre los rebeldes cretenses pues eran los mismos que su padre intentó ejecutar en un motín acaecido 26 años antes. Se trataba, decía el Emir al Emperador, de delincuentes comunes huidos de la justicia cordobesa. Es fácil imaginar la irritación de Teófilo al saber que proscritos extranjeros se habían adueñado de su isla más preciada y que ni su padre ni él eran capaces de recuperar Creta.
El Ballutí, fue un auténtico monarca. Al morir a mediados del siglo IX, transmitió todos sus poderes en tierra y por mar a su hijo, y éste a su vez, a su nieto y así durante generaciones. Los Ballutíes o Belloteros eran amos y señores de Creta y de las rutas comerciales del Mediterráneo Oriental.

El año 949, el emperador Constantino VII Porfirogeneta envió a una nueva embajada al emir de Córdoba Abderramán III, que veinte años se había proclamado califa. El comercio naval entre ambas potencias se veía duramente afectado por las correrías de los descendientes de aquellos que un siglo y medio antes huyeran de Córdoba como proscritos. La flota del Porfirogeneta fue la única que logró desembarcar en todo ese tiempo pero fue mortalmente rechazada por los piratas cordobeses que les dieron el tiempo justo para replegarse y huir.
A la muerte de Constantino, le sucedió en el trono Romano II, muy dado a la erudición histórica. El nuevo Emperador estudió la historia de los piratas cordobeses y cómo consiguieron salir indemnes de Alejandría. Y optó por una estratagema diplomática. Pidió una relación de amistad entre iguales con el Rey Bellotero, que por entonces era Abdelaziz banu Ballutí, tataranieto de Omar. Romano II pidió a Abelaziz que devolviese a los campesinos que había cautivado en islas vecinas a sus tierras y que dejase de piratear a los mercantes bizantinos, a cambio de una cantidad fija que el Emperador en persona se comprometía a pagar y que, efectivamente pagó.

Imagen

El Embajador bizantino ante el Califa de Córdoba Abderramán III

Así pasaron algunos años de aparente buena confianza mutua y tranquilidad en los mares. Aprovechando un año de sequía, Romano II mandó una carta de “favor entre monarcas amigos” a su amado Abdelaziz. Le proponía que aceptase alojar medio millar de yeguas árabes purasangre, todas ellas preñadas y que las alimentase mientras durase la sequía. A cambio le proponía que los potros machos se los devolviese a Constantinopla a través de unos enviados suyos y las potras nacidas se las quedase en Creta, “porque a nadie aprovecharía que se muriesen de hambre estos valiosos animales”. Abdelaziz El Bellotero, aceptó el trato y las yeguas preñadas fueron desembarcadas en la mejor cuadra de la isla, donde se las alimentó convenientemente.

Año y pico después, el comandante general del Ejército bizantino se presentó con una enorme flota con la excusa de recoger los potros pero en realidad era un desembarco encubierto de la caballería bizantina. Eso sí, venían sin apenas caballos ¿para qué? Ya los tenían en Creta y además muy bien alimentados. ¡Eran las yeguas árabes! La imponente caballería bizantina aunque con trampa consiguió desembarcar en Creta y se encastilló en las montañas interiores, conquistando aldeas agrícolas y sometiendo rápidamente el corazón de la isla. Comandaba las tropas Nicéforo Focas, quien sería el siguiente emperador bizantino.

Sin embargo el sitio de Charax y Lada fue duro, por lo que Romano II ofreció unas ventajosas condiciones de rendición a Abdelaziz y a los demás descendientes de cordobeses. Condiciones que cumplió el Emperador y su sucesor Nicéforo II. Éstas eran el exilio de Abdelazis y de su hijo el Príncipe Bellotero a Constantinopla, donde habitarían en un palacio y recibirían una pensión anual para vivir según su rango real. Y que el resto de hispanoárabes permanecieran en Creta como marinos o como campesinos, sometidos al poder bizantino que respetaría sus pertenencias, sus costumbres y hasta sus prácticas religiosas. También lo cumplieron, Romano II y Nicéforo II. Y así consiguieron que aquellos descendientes del motín del Arrabal cordobés olvidaran que sus predecesores fueron unos rebeldes y unos piratas.


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Recreación de una vista áerea de la Constantinopla medieval

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14 Dic 2008 17:53
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Nuevo mensaje Re: Piratas cordobeses en el Mediterráneo Oriental (s.IX)
Conclusión

Antes de la conclusión habría que añadir que los cordobeses del Arrabal que no se convirtieron en piratas. Es decir, la inmensa mayoría, huyeron al Norte de África y allí procuraron no dispersarse avanzando hacia el sur. Se mantuvieron unidos hasta llegar a la por entonces, una mísera aldea meridional, de lo que hoy es Marruecos y allí se asentaron en aquel lugar olvidado que nadie quería por remoto y por desangelado. De aquel poblacho, el único enclave fértil antes de llegar al desierto, surgió por la obra de sus manos, de su paciencia y de su ingenio agrario, artesanal y mercantil una próspera y bella urbe, que era como una imitación en miniatura de su Córdoba natal. El villorrio se llamaba Fez y hoy, y desde hace siglos, es una de las ciudades más importantes y hermosas de Marruecos.

Ante esta anécdota añadida cabe preguntarse por el eterno dilema de la elección del camino del bien y del mal. En este caso me permito recordar que la raíz social y la tragedia original era la misma para los cordobeses que eligieron la piratería y para los que fundaron Fez. Unos basaron la salida de su tragedia en la delincuencia como camino más seguro y a la vista está, que exitoso; los otros, en el trabajo honrado y el esfuerzo civilizado, y tampoco les faltó su recompensa.
En cualquiera de los dos casos ninguno de los dos grupos que huyeron del Arrabal lo hicieron por su gusto ni programaron su futuro ni en el mar ni en la antesala del desierto. Su emigración fue forzada. Pero en el caso de quienes eligieron la piratería es curioso que con el paso de las generaciones también suavizaran sus formas, al menos sobre la población conquistada, hasta el punto de gozar de reconocimiento internacional como monarcas por parte de otros soberanos. Y eso a pesar de que los Ballutíes de Creta, no renunciaban a emplear sus flotas en actos de piratería. Bien es cierto, que esto también ha sido una constante a lo largo de los siglos por otras dinastías de más rancio abolengo que concedían patentes de corso a diestro y siniestro si ello le beneficiaba política y económicamente.


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La estratagema final del Emperador bizantino que produce el desenlace de este episodio me parece de una singularidad difícilmente repetible, pero sospecho que en ella está la clave para acabar con las causas que originan que alguien contemple la piratería como opción a su existencia o como camino irreversible cuando se ve inmerso en ellas.

Resumiendo, personalmente pienso que hay piratas y piratas. Y que la clase de piratas que se describen en esta exposición lo fueron no sólo por escoger una mala opción de vida sino, sobre todo, porque su vida fue mala sin opción a elegir otra.

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14 Dic 2008 17:55
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Nuevo mensaje Re: Piratas cordobeses en el Mediterráneo Oriental (s.IX)
Bibliografía

- DÍEZ DEL MORAL, Juan. “Historia de las agitaciones campesinas andaluzas” (capítulo dedicado al motín del Arrabal) . Alianza Editorial, 1980
- DOZY, Reinhardt, “History of Spanish Muslims”. Oxford Pres, 1978
- FARMAKIDIS, Helena. “Crete”. Rara Avis Publishers, 1971
- FERNÁNDEZ VIAL, Ignacio “Historia marítima de Andalucía”. Ed. Algazara, 1999
- LEVY-PROVENÇAL, Évariste. “Histoire de la civilization arabe en Espagne”. Gallimard, 1968
- SALIM, Ali Ahmad. “Al Iskandriya fi l-asr al-islami”. Ed. Alexandria, 1961
- VV. AA. “Al-Andalus y el Mediterráneo”. Ed. Lumwerg, 1995

Web del Ayuntamiento de Alejandría:
www.alexandria.gov.eg

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14 Dic 2008 17:57
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Nuevo mensaje Re: Piratas cordobeses en el Mediterráneo Oriental (s.IX)
El gobernador de Egipto como otros gobernadores provinciales tanto abbasidas como Omeyas eran libertos procedentes de esclavizar a guerreros extranjeros de latitudes remotas. Y efectivamente de ahí la arabización de su nombre. Esto ocurrió exactamente con la guardia personal del emir de Córdoba que tradicionalmente estaba compuesta por guerreros procedentes de las estepas de la actual territorio ruso o polaco, y por tanto de etnia eslava que tenían serias dificultades para hablar árabe o incluso romance, y por eso les llamaban "los silenciosos", pues para evitar malentendidos o ridículo, procuraban obedecer en silencio. Como se ve, en el Arrabal cordobés el malentendido fue a mayores y parece que no fue precisamente por un problema de idioma.

He transliterado el nombre Abdalá por el Abd Al-Lah, o Abdul Al-Lah, para la mejor comprensión, en referencia al gobernador egipcio. En árabe :??? ????

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Nuevo mensaje Re: Piratas cordobeses en el Mediterráneo Oriental (s.IX)
Por tanto, Abdala al Tahir es el hijo del libre, es decir, hijo de un liberto.

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A mí me parece, Señor, que no tengo otra cosa buena sino ser español (Catalina de Erauso, "la Monja Alférez", a un Cardenal)

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Traducción al español por Huan Manwë para phpbb-es.com