Carabela, nave seguramente derivada de los carabos morunos con un casco y aparejos especialmente aptos para barloventar, en un principio usaban solo velas latinas. Después al ser empleada por españoles y portugueses en sus viajes de descubrimientos, tuvieron cofa y aparejo redondo, en trinquete y mayor, conservando en el mesana la latina.


El 30 de abril de 1492, trece días después de la firma de las capitulaciones de Santa Fe, los Reyes Católicos firmaron una carta dirigida a las autoridades locales de la villa de Palos, diciéndoles que en cumplimiento de una vieja sentencia, debida a algún acto de desobediencia cuya naturaleza se desconoce, dicha villa había sido condenada a poner a disposición de Colón dos carabelas para su viaje por el Atlántico.


Decía la citada carta: "Bien sabedes como por algunas cosas fechas e cometidas por vosotros en deservicio nuestro, por los de nuestro Consejo fuisteis condenados a que fuesedes obligados a Nos servir doce meses con dos carabelas armadas a vuestras propias costas e espensas,......queremos que (Cristóbal Colón) lleve consigo las dichas dos carabelas, con que así nos habéis de servir, ...".


Colón se trasladó a Palos el 22 de mayo para recibir las dos carabelas, con el fin de prepararlas para el gran viaje y reclutar sus tripulaciones.


Y la ciudad de Palos, en cumplimiento de la sentencia le entregó las carabelas Pinta y Niña.


La Pinta había sido construida en Andalucía, posiblemente en Palos o en alguna carpintería de ribera de la zona.


Era propiedad de Cristóbal Quintero y Gómez Roscón, ambos naturales de Palos, que se enrolaron en el viaje de Colón como marineros de su propio barco.


Posiblemente recibió el nombre de Pinta por haber pertenecido a la familia Pinto, natural de Palos.


Colón no tuvo problemas para reclutar la tripulación de la Santa María, que era la que estaba a bordo con su dueño Juan de la Cosa, pero en cambio tuvo muchos problemas para reclutar las tripulaciones de las dos carabelas.


Nadie quería enrolarse en la Pinta o en la Niña, ya que además de las fábulas y mitos que se decían sobre el Mar Tenebroso, y los peligros que representaba el navegar por dicho mar hacia lo desconocido, la gente no se fiaba de Colón, que era tenido por un visionario y soñador.


Afortunadamente, apareció en escena Martín Alonso Pinzón, uno de los más prestigiosos marinos de la zona, que regresaba de un viaje de negocios y entró en contacto con Colón.


Martín Alonso se entusiasmó con la idea de navegar hacia poniente, y convenció a hermanos, parientes, amigos y conocidos para que se enrolaran.


Gracias a la ayuda de los Pinzones, Colón logró reclutar la tripulación de las carabelas.


El mando de la Pinta recayó en Martín Alonso Pinzón, y su tripulación debió de rondar los 30 hombres.

Características.

Una de las grandes diferencias entre la Pinta y la capitana de Colón, la Santa María, es que mientras esta era una nao, la Pinta era una carabela.


La "carabela" era un barco de vela más pequeño que la nao, de casco ligero, formas afinadas y menor calado, que en principio utilizaba aparejo latino, aunque la Pinta lo tenía redondo.


Resultaba ser un barco veloz, capaz de ceñir y ganar barlovento, más rápido, maniobrero y velero que una nao.


Al principio una carabela tipo podía tener un porte de 60 toneles, una eslora de 25 metros, y dos o tres palos con velas latinas sin bauprés.


La carabela Pinta era de formas llenas en el centro, que se afinaban hacia los extremos.


Tenía roda y codaste muy lanzados, cubierta corrida de proa a popa, y bajo esta una bodega también corrida.


No tenía castillo de proa, en su lugar llevaba una pequeña cubierta o "tilla" para aguantar mejor la mar de proa y facilitar el afirmado del bauprés.


A popa, a partir del palo mayor, contaba con otra cubierta llamada tolda. De los estudios y reconstituciones hechas de la carabela, se pueden establecer las siguientes medidas como aproximadas: 22,5 m de eslora total; 21 m de eslora en cubierta; 6,15 m de quilla; 6,7 m de manga; 2,9 m de puntal; 1,85 m de calado y 61 toneles de arqueo.


Posiblemente en un principio, la Pinta tuvo aparejo latino, pero antes de la salida de Palos ya era redonda. Era un poco mayor que la Niña.


Tenía tres mástiles y un pequeño botalón a proa.


El trinquete, ligeramente inclinado hacia proa, llevaba una vela cuadra del mismo nombre.


El palo mayor iba a candela (prácticamente vertical), tenía escala de jarcia, y también llevaba una vela cuadra del mismo nombre.


Y el mesana, con ligera inclinación hacia popa, llevaba una vela triangular o latina.


La vela mayor era la encargada de la impulsión del barco, era la más grande, y podía ser ampliada con una boneta que se unía a su relinga baja para utilizarla en empopadas o con vientos largos.


Las velas trinquete y mesana, lógicamente también contribuían a la propulsión del barco, pero su principal misión era trincarlo al viento, y mantener su equilibrio para llevar una navegación estable.


El barco no contaba con cebadera ni gavia, ni rizos en sus velas.


Tampoco tenía cofa en ninguno de sus palos, aunque posiblemente llevase un cesto por la cara de popa del mayor.


En el palo mayor y a popa arbolaba el pendón real de Castilla y León, con cuatro cuarteles, dos con castillos y dos con leones.


En el mesana, y quizás también en el trinquete, arbolaba la insignia de la flota, blanca, con una cruz verde flanqueada por las iniciales coronadas F e Y.


Contaba con lombardas pequeñas, posiblemente dos, y con cuatro falconetes seguramente montados en la regala de la tolda.


Tenía un batel que arranchaba en el combés o llevaba a remolque por la popa.


A proa llevaba dos anclas de fondeo, en la bodega otra más pesada de seguridad o "fornaresa", y también contaba con dos rezones más pequeños.

Entre los instrumentos de navegación, debía de llevar astrolabio y ballestilla para las observaciones de los astros, además del cuadrante, aunque éste era menos preciso y seguramente los experimentados marinos de a bordo lo dejaron de lado en beneficio de los otros dos.


Para conocer la profundidad del mar llevaba escandallo. También contaba con aguja de marear, seguramente bajo la tolda y cerca de la caña, donde iba el timonel.


Consistía en una aguja de hierro imantado con un círculo de cartulina pegado, en el que se había dibujado una rosa de los vientos.


La aguja se apoyaba en un estilo de cobre o latón, sobre el que giraba para señalar el norte magnético.


El conjunto se alojado en la bitácora, consistente en una caja cilíndrica de madera con un diámetro poco mayor que el de la rosa, con una marca fija coincidiendo con la línea de proa para señalar el rumbo.


Se abría por el fondo para extraer la aguja y cebarla (imantarla) cuando era necesario. La parte alta se cubría con un vidrio sellado con cera.


Esta caja iba dentro de otra también de madera, a la que se apoyaba por dos aros concéntricos con apoyos desplazados 90 grados, para mantener la aguja horizontal en el espacio a pesar de los movimientos del barco.


Como la aguja era de hierro, había que reímantarla con cierta frecuencia con un imán natural que llamaban "piedra de cebar", que el piloto guardaba como una de sus más preciadas pertenencias.


Para marcar las horas, la Pinta llevaba una ampolleta de 30 minutos, que era volteada cada media hora por el grumete o paje de guardia, quien solía acompañar el volteo con una salmodia o cantinela; la del comienzo de la primera guardia de la noche decía así:

Navegaciones


La Pinta zarpó del puerto de Palos el 3 de agosto de 1492 en compañía de la Santa María y la Niña, y puso proa a las Canarias.


Pero las cosas no empezaron bien la para la carabela, ya que el lunes 6 de agosto se le desencajó el timón, que tras una reparación de fortuna volvió a saltar al día siguiente.


Colón no creyó que aquello fuera un accidente, pensó que era un sabotaje del que culpaba a los dueños del barco, Gómez Roscón y Cristóbal Quintero.


Creía que era una avería provocada por ellos, y así lo anotó el 6 de agosto en su diario, en el que decía que lo habían hecho "porque les pesaba ir en aquel viaje".


Aquella avería en el timón estuvo a punto de cortar la aventura de la carabela casi antes de su comienzo, ya que según consta en lo anotado en el diario el miércoles 8 de agosto: "... y quisiera (Colón) ir a Gran Canaria por dejar la carabela Tinta', porque iba mal acondicionada del gobernado y hacía agua, y quisiera tomar allí otra si la hallara, ...".


El día 9 de agosto, Colón despachó a la Pinta a Las Palmas para reparar el timón, y continuó con la Santa María y la Niña hacia la Gomera, donde entraron el día 12.


La Pinta comenzó la reparación de si timón, y el día 25 Colón entró en Las Palmas con los otros dos barcos para cambiar el aparejo latino de la Niña por aparejo redondo.


Los tres barcos permanecieron el dicho puerto hasta el 1 de septiembre, en que una vez terminadas las obras salieron hacia la Gomera, donde entraron el día 2.


Efectuaron aguada, terminaron el aprovisionamiento de víveres y pertrechos, y el día 6 de septiembre zarparon rumbo a al oeste, con encalmadas que duraron hasta la noche del día 8, en que empezó a soplar viento y los barcos tomaron "su camino al Oueste".


Desde el día 14, los tres barcos vieron aves surcar el cielo.


El día 16 llegaron al Mar de los Sargazos que les dio un buen susto.


Creyeron que los sargazos, grandes algas que llegan a la superficie, eran hierba, y pensaron que podían estar en aguas someras.


Pero al sondar vieron que no había problemas, ya que los escandallos no llegaron a tocar fondo porque en realidad estaban en medio del Atlántico.


El día 19, los pilotos llevaron a cabo una comparación de sus estimas, que fueron anotadas por Colón en su diario.


Según sus cálculos, para el piloto de la Pinta estaban a 420 leguas de Canarias, para el de la Niña estaban a 440 leguas, y para el de la Santa María se encontraban solo a 400. Como se ve, entre los extremos de estas estimas había 40 leguas de diferencia, que equivalían aproximadamente a poco más de 127 millas náuticas actuales, lo que da una idea de la imprecisión de sus situaciones.


El día 25, el capitán de la Pinta dijo a Colón que veía tierra, y al poco tiempo también la vieron desde los otros barcos.


Pero al día siguiente se dieron cuenta de su error y vieron que lo que habían tomado por tierra solo era cielo, posiblemente una nube, calima, aves, o algo por el estilo.


El tiempo transcurrió con cierta monotonía, con frecuencia veían hierba o algún ave, pero a principios de octubre empezó a aparecer la preocupación en el semblante de muchos, ya que las tierras que Colón creía que debían de estar a unas 750 leguas de Canarias, o no estaban a dicha distancia o las habían dejado atrás.

El día 6 comenzó el descontento, en la noche del 6 al 7 hubo una pequeña revuelta en la nao capitana, y en la noche del 9 al 10 se intensificaron los problemas en toda la flota.


Los hermanos Pinzones ayudaron a Colón a arreglar la situación, pero éste tuvo que aceptar un ultimátum, de acuerdo con el cual si en el espacio de 3 días no encontraban tierra darían media vuelta para navegar rumbo a casa.


Afortunadamente, los avistamientos de aves y objetos flotantes se intensificaron, y el jueves día 11 de octubre, "Vieron los de la carabela Tinta' una caña y un palo, y tomaron otro palillo labrado a lo que parecía con hierro, y un pedazo de caña y otra hierba que nace en tierra, y una tablilla".


Los signos de la proximidad de tierra se hicieron más frecuentes, y en la noche del 11 al 12, la Pinta, que por ser la más velera navegaba en una posición avanzada, tuvo el honor de disparar una lombarda anunciando que había visto tierra.


El avistamiento lo había realizado Rodrigo de Triana, marinero de la carabela, que desde su puesto de serviola lanzó el grito esperado por todos: "¡Tierra!". Poco después, "a las dos horas después de media noche", surgía la sombra de una tierra plana a unas dos leguas en medio del Océano.


Este asunto del primer avistamiento de tierra dio mucho que hablar, ya que llevaba anexo un premio prometido por los Reyes Católicos al primero que avistara tierra, que según muchos no fue cobrado por quien le correspondía.


Los Reyes Católicos habían establecido que al primero que vie¬se tierra le correspondería un premio de 10.000 maravedíes, por lo que parece lógico que dicho premio hubiese ido a las manos de Rodrigo de Triana, llamado en realidad Juan Rodríguez Bermejo, marinero de la carabela, natural de Molinos (Sevilla), que a pesar de haber dado el grito de avistamiento desde la Pinta, no cobró el premio.


Una de las primeras fuentes para saber lo ocurrido, es la trascripción del diario de Colón hecha por el padre Bartolomé de las Casas, en la que recoge lo ocurrido. Según consta en el diario, Colón se encontraba en la tolda sobre las 10 de la noche del día 11 de octubre, cuando en la distancia vio lo que creyó que era fuego procedente de tierra.


Llamó a Pedro Gutiérrez, repostero de estrados del Rey, que también dijo ver la luz, y más adelante se lo dijo a Rodrigo Sánchez de Segovia, veedor de la Armada, que no la llegó a ver.


Otros la vieron con él, pero era muy tenue, "se vio una o dos veces, y era como una candelilla de cera que se alzaba y levantaba, lo cual a pocos pareciera ser indicio de tierra".


Colón estaba convencido de que aquel avistamiento era tierra, por lo que después de cantar la Salve, dijo a todos que hicieran buena guardia, "y mirasen bien por la tierra, y que al que le dijese primero que veía tierra le daría luego un jubón de seda, sin las otras mercedes que los Reyes habían prometido, que eran 10.000 maravedíes de juro a quien primero la viese".


Se ha investigado bajo todos los puntos de vista este aspecto del Descubrimiento, para intentar saber si Colón podía haber tenido razón al adju-dicarse el avistamiento y el premio.


Colón dijo que había visto tierra, o más bien una luz que podía haber estado en tierra, alrededor de cuatro horas antes del avistamiento efectuado por Rodrigo de Triana desde la Pinta, y si tenemos en cuenta la velocidad anotada en el diario, "doce millas cada hora", el avistamiento había ocurrido cuando todavía estaban a más de 40 millas de una isla muy baja e imposible de ver a tanta distancia desde la tolda de la nao, por lo que Colón no podía haber tenido razón.


Pero si en lugar de las 12 millas por hora anotadas, que parecen demasiado andar incluso para la ligeras carabelas, se considera una velocidad menor y mas acorde con el andar de aquellos barco, por ejemplo 7 millas por hora, entonces resultaría que en el momento del avistamiento de la luz podían haber estado a unas 28 millas de tierra, y en ese caso la luz podría haber sido avistada.


De hecho, unas pruebas efectuadas en 1959 y más tarde en 1975, demostraron esta posibilidad; en una noche clara se encendió un buen fuego en High Cay (Bahamas), que fue avistado a unas 29 millas.

De cualquier manera, cuando Colón regresó a España, el 23 de mayo de 1493 los Reyes Católicos ordenaron darle la "renta de ojos" de 10.000 maravedíes anuales por "haber sido el primero que descubrió tierra en las Indias".


En un juicio, algunos testigos dijeron que aquel premio tenía que haber sido para Rodrigo de Triana, se volvió a enrolar en el segundo viaje del Almirante. ,


Una vez comentado este extraño aspecto del Descubrimiento, es el momento de volver a los barcos que acababan de avistar tierra.


Al estar cerca de la costa recién descubierta amainaron velas, se pusieron al pairo, y se aguantaron en sus posiciones a la espera de la amanecida.


Con las primeras luces del día 12, Colón desembarcó en compañía de los capitanes de las carabelas y otros, en una playa de la isla que llamó San Salvador, y los aborígenes llamaban Guanahani.


El escribano Rodrigo de Escobedo, levantó acta de la toma de posesión de aquellas tierras en nombre de los Reyes de España. Habían llegado a una de las islas del archipiélago de las Lucayas o Bahamas, a la que tras muchos e intensos estudios se llegó a identificar con la actual isla de Watling.


El día 14, Colón zarpó de la playa de San Salvador con sus tres barcos, reanudó las exploraciones, y comenzó a navegar entre islas a toda prisa mientras bautizaba las tierras que descubría.


Quería llegar a Cipango (Japón) lo antes posible para entregar al Gran Can las cartas de los Reyes Católicos, y al mismo tiempo quería dar con el oro que creía que debía abundar por aquellas tierras.


En uno de los primeros párrafos de la primera carta que en 1493 escribió a los Reyes Católicos dándoles cuenta del descubrimiento que acababa de realizar, Colón hizo un somero balance de lo encontrado con las siguientes palabras (los nombres entre paréntesis son los que con muchas posibilidades corresponden a las tierras por él citadas): "Hallé gente sin número y muy muchas islas, de las que tomé posesión en nombre de Vuestras Altezas, con pregón real e bandera real de Vuestras Altezas extendida y no fue contra dicho. A la primera, puse nombre la isla San Salvador (Watling), a memoria de Su Alta Majestad; a la segundo de Santa María de Concepción (Cayo Rum); a la tercera Fernandina (Long Island); a la quarta La Ysabela (Crooked Island); a la quinta la Juana (Cuba), y a las otras, casi nuevo nombre".


El 28 de octubre, Colón llegó a la costa norte de una isla que bautizó Juana en honor del infante Juan.


Los indios la llamaban Colba, en el diario también apareció con el nombre de Cuba, y según su información era grande y muy rica.

Fue por estas razones por las que Colón la identificó con Cipango, y porque coincidía con la tierra que había visto en esferas o globos terrestres y "en pinturas de mapas mundos".

Colón continuó explorando las costas. Intentó entrar en contacto con el Gran Can, para lo que el día 2 de noviembre, estando en Cuba, envió una embajada para entrar en contacto con él.


Mientras esperaba su regreso varó la Pinta para limpiarle fondos, e hizo lo mismo con los otros dos barcos.


La embajada regresó el 5 por la noche contando lo que había visto, pero sin noticias del Gran Can. Continuaron las navegaciones, y el 21 de noviembre, Martín Alonso Pinzón se separó con la Pinta de la flota "sin obediencia ni voluntad del Almirante".


Se habló mucho de esta separación. Unos afirmaron que había sido movida por la codicia, como lo expresó el propio Colón al decir que Martín se había separado "por codicia, diz que pensando que un indio que el Almirante había mandado poner en aquella carabela le había de dar mucho oro".


Otros dijeron que era para llegar antes a España y suplantar a Colón en la fama de los descubrimientos realizados. Y los hubo que disculparon a Martín Alonso Pinzón, al argumentar que la separación de la Pinta había sido un accidente, fácil de producirse cuando se navega por la noche, sin claras instrucciones y con cambios de rumbo.


Colón continuó las exploraciones con la Santa María y la Niña, hasta que se quedó solo con la pequeña Niña, tras el naufragio de la Santa María en La Española, ocurrido a media noche del 24 al 25 de diciembre, comienzo del día de Navidad, motivo por el cual al fuerte que se levantó con los restos de la nao se le llamó fuerte de "La Navidad".


El día 27 de diciembre, llegaron a Colón noticias de que la Pinta había sido vista en un río de la isla La Española.


Ante aquellas noticias, partió en su búsqueda una canoa con aborígenes y un marinero español.


El día 30, un indio trajo nuevas noticias de la carabela, diciendo que hacía dos días la había visto al este.


Pero el día 1 de enero de 1493, regresó la piragua que había partido en su busca sin traer noticias de la carabela.


Mientras tanto, Colón expresaba en su diario su pesar por la desaparición de la Pinta, que tras la pérdida de la nao le era muy necesaria para explorar nuevas tierras, y para la posible carga de mercancías de vuelta a España.


Colón zarpó con la Niña el día 4 de enero, continuó sus exploraciones pensando en iniciar el regreso a España, y el 6 de enero vio aparecer a la Pinta, que se incorporó tras una ausencia de mes y medio.


La incorporación de Martín Alonso quedó reflejado en el diario de Colón: "Vino Martín Alonso Pinzón a la carabela 'Niña', donde iba el Almirante, a se excusar diciendo que se había partido de él contra su voluntad, dando razones para ello. Pero el Almirante dice que eran falsas todas...".


Continuaron unos días más las exploraciones, y el 16 de enero, Colón inició el regreso a España.


El 13 de febrero, un fuerte temporal azotó a las carabelas que terminaron por separarse, y cada una navegó por su lado.


A finales de mes, Martín Alonso Pinzón entró con la Pinta en Bayona, cerca de Vigo, mientras la Niña entraba en Lisboa el 4 de marzo.


A los pocos días, ambos barcos arrumban a Palos donde entraron el día 15 de marzo de 1943.


Colón lo hizo al mediodía, y pocas horas después entró la Pinta. Martín Alonso Pinzón llegó muy enfermo, se trasladó al monasterio de la Rábida y allí murió a finales de mes.


Una vez terminado el viaje se perdió la pista de la Pinta, y no se volvieron a tener noticias de lo que pudo haber pasado con la carabela.


El barco desde el que se había producido el primer avistamiento del Nuevo Mundo, dejando de lado la luz vista por Colón, desapareció para siempre en las sombras del tiempo.


Hoy, de la carabela Pinta solo nos quedan documentos y recuerdos escritos, junto con estudios, planos, modelos, reconstruciones y réplicas, que tratan de mostrar como pudo haber sido el primer barco que avistó tierra americana.



Fuentes, 50 barcos Españoles de C.N Marcelino González, enciclopedia General del Mar, ediciones Garriga, Wikipedia.

Con permiso Sotacomitre.
Efectivamente la Pinta llegó a a Baiona el 1 de Marzo de 1943. Fue costruida en Palos y era propiedad de Cristobal Quintero y Gomez de Rascon
Su tripulacion:
Martin Alonso Pinzon capitan natural de Palos
Francisco Martin Pinzon Maestre
Cristobal Garcia Sarmiento Piloto natural del Valle Miñor (Baiona)
Juan Quintero de Algruta contramaestre vecino de palos
Garcia Hernandez despensero vecino de Huelva
Juan Reynal alguacil vecino de Huelva
Cristobal Quintero, marinero dueño de la Carabela
Gomez Rascon, marinero codueño . Huelva
Juan Rodriguez Bermejo (Rodrigo de Triana,)marinero.Sevilla
Maestre Diego cirujano
Anton Calabrés marinero criado de Pinzón italiano
Francisco Garcia Vallejo, marinero. Moguer
Alvaro Perez marinero
Gil Gutierrez Perez , marinero
Diego Martin Pinzon , marinero . Palos
Sancho de Rama, marinero Palos
Jaun VeÇano,marinero.Italiano
Juan Verde de Triana, marinero.Sevilla
Pedro de Arcos grumete
Juan Arias grumete . Portugués
Fernado Médel grumete. Huelva
Francisco Médel grumet . Huelva
Alonso de Palos , grumete. Palos
Juan Cuadrado. Grumete
Pedro Tegero, grumete
Bernal grumete criado de M.A. Pinzón
Estos nombres de la tripulación de la Pinta provienen de los artículos de de Alicia B. Gould en el Boletin de la Real Academia de la Historia.
Que el piloto de la Pinta fuera natural de la zona de Baiona, fué la causa de que al separase las dos naves debido al temporal, la Pinta arribara a Baiona , puerto importante en aquella época protegido por la fortaleza de Monte Real . Los primeros indígenas americanos que llegaron al viejo continente estan enterrados alli.
Todos los años se celebra la fiesta de la Arribada en Baiona . Como anécdota si cogeis vuestro pasaporte vereis un grave error , ya que en el mapa de la llegada de Colon figura Lisboa , no Baiona . Se ha presentado por parte del Ayuntamiento la consiguiente reclamación
Veraneo en Baiona
Mas datos sobre la Pinta se pueden obtener en el libro De Avelino Sierra Fernandez "La Crabela La Pinta y su Arribada a Baiona " de la Diputación Provincial De Pontevedra
Por cierto existe una réplica de la Pinta en un pantalán y se puede visitar

Y sin permiso querido amigo y compañero Winthuyssen, toda ampliación nueva sobre una información es buena, por tanto es super bien recibida, le animo a seguir ampliando sobre el tema.

Muchas gracias

Un saludo

Sotacómitre

Por error no queda claro que los datos que aporto provienen del libro de Avelino Sierra que cito.