No hace mucho tiempo me encontraba dando un paseo por la Real Villa de Rota, tierra de la familia de mi mujer donde he pasado y paso muy buenos ratos; paseando llegamos a la plaza aledaña al Castillo de Luna donde se encuentra una iglesia donde mi mujer decide entrar un momento mientras yo la espero fuera al solecito; es una plaza donde he estado muchas veces pero ese día con más tranquilidad que de costumbre pude ponerme a observar los detalles y cuál es mi sorpresa cuando descubro en un lateral del castillo una placa que reza:

El hijo de esta Villa
BARTOLOME PEREZ
Fue intrépido tripulante de una
de las carabelas mandadas por
CRISTOBAL COLON
Descubridor de América
Y en el segundo viaje al mundo nuevo
el marinero roteño dirigió como piloto
la carabela San Juan
MUDXCIL Agosto 1882.

He de reconocer que hasta ese momento nunca le había echado cuenta, además debajo de la placa hay una réplica en escultura de dicha carabela y otra de un busto del supuesto piloto.
Este descubrimiento me hizo indagar un poco sobre dicho personaje roteño y además me acorde de un compañero de este foro (Argantonio) muy aficionado a descubrir el porqué del nombre de las calles.
He aquí, todo hay que decirlo, lo poco que he encontrado:

Parace ser que la carabela San Juan fue un buque de 40 toneladas y su maestre en ese viaje fue Alonso Pérez Roldan. L a San Juan salió el 24 de abril de 1494,jueves, según las crónicas del padre Las Casas, junto con la Niña (Santa Clara) y la Cardera, del puerto de la Isabela; colon eligió estas carabelas de las cinco que había traído de España por su idoneidad a la hora de acercarse a la costa a explorarla. Pretendía explorar los alrededores de Cuba.
Por mas que he indagado no he conseguido encontrar nada mas, me he puesto en contacto con el ayuntamiento de rota pero aun no me han contestado.
Si teneis algo referente a este roteño ni que decir tiene que estare muy interesado.
Un saludo

Gracias a un pariente de mi mujer, roteño de pura cepa puedo ampliar el tema que inicie de la vida de Bartolomé Pérez:

En su primera juventud, nuestro personaje pudo formar parte de la expedición que en 1480, organizo contra las costas de barbería el alcalde de Rota, Juan Sánchez, concurriendo a la misma como grumete o marinero de alguno de los 150 buques que participaron en la operación. Fue esta la más importante de las “barrajadas” practicadas por aquellos años; tan importantes que los moros de Amazor - población al sur de Casablanca, junto a Mazagan, contra la que se dirigió el ataque- creyeron, a la vista del gran numero de velas presentes, que había de enfrentarse al mismo Rey de Portugal, entonces el terror de los musulmanes de Mogreb.

Sin embargo, el poco éxito de esta expedición haría que Bartolomé Pérez quedara un tanto desengañado de aventuras bélicas, por lo que no es seguro que se enrolase en otras incursiones que en años sucesivos partieron de aguas de la bahía de Cádiz, cual la que Pedro de Vera organizo en 1483 para la conquista de Gran Canarias o las acciones que preparara años después el corregidor del Puerto de Santa María, Charles de Varela, para contribuir a la guerra de Granada. Si debió en cambio, como tantos otros marinos españoles, concurrir insistentemente a las operaciones de abastecimiento de los presidios portugueses de África, misión está en la que con reiterada frecuencia requerían los lusitanos el auxilio de nuestros marinos.

En aquel tiempo y al abrigo del viejo muelle roteño- acaso de origen tartesico - que el almojarife Agustín de Horozco conoció muy deteriorado en 1598, pudo alternar Bartolomé Pérez la navegación de cabotaje con las faenas de pesca, en alguno de los periodos de permanencia continuada en Rota e, incluso, con la pesca de altura frente a la costa Africana (Cabo de Gue, Santa Cruz de Mar Pequeña, etc.), lugar muy frecuentado por los pescadores de nuestras costas en todos los tiempos.
Más adelante, debió navegar por el mediterráneo y el atlántico a bordo de alguna nao o coca dedicada al tráfico de gran cabotaje, llegando hasta canarias y teniendo relaciones profesionales con los marinos de Palos antas del descubrimiento. Como resultado de ello, trabaría conocimiento con muchos de estos. Posiblemente también, conocería en esta época al célebre armador montañés Juan de la Cosa, “maestro de hacer cartas”- como dicen los escritos antiguos-, vecino del Puerto de Santa María, y acaso hasta al mismo Descubridor, durante la temporada que este residió en el Puerto como huésped del duque de Medinaceli, Don Luis de la Cerda. Cabe incluso que en aquellos años el gran navegador genovés diera alguna vuelta por Rota, pues no ha de olvidarse que la carta de presentación de Colon a los Reyes Católicos, suscrita por el nombrado Duque de Medinaceli, estaba fechada en la Villa de Rota.

Continuara, lo que no sé cuando por el trabajo, será en la mayor brevedad.

Un saludo

En lo relativo a la participación de Bartolomé Pérez en el viaje del Descubrimiento, podemos seguir el diario del Almirante como fuente de primera información.

Conocido es que Don Cesáreo Fernández Duro incluye al roteño entre los tripulantes de la Niña, junto a Pedro Alonso Niño y a otros de la misma familia y, aunque miss Alicia Gould achaca al ilustre marino zamorano haber procedido un poco alegremente a la hora de asignar buques a cada uno de los tripulantes de la gesta, la realidad es que no da ningunas razón para desplazar al roteño de la carabela niña. Y asentada esta premisa, hemos de admitir que serviría fielmente a las órdenes de Vicente Yáñez Pinzón en la más pequeña de las naves descubridoras a lo largo de la travesía.

Tras zarpar de la barra de Saltes a las 8 de la mañana del día 31 de agosto de 1492 rumbo a Canarias, la armada descubridora navegaría con fuerte virazón hasta ponerse el sol, cosa clásica en nuestras latitudes en esta época del año, donde es normal que la poniente largo apriete durante el día, para caer por la noche.

Cuando la Armada se hallaba a la altura de Cabo Cantin, sobrevino una avería en el timón de la Pinta, lo que obligo a este buque a entrar en Canarias para reparar. La nave Almirante y la Niña prosiguieron hasta Gomera, donde entraron el día 12.

En Canarias tuvo efecto- como es sabido- el cambio de aparejo de la Niña, transformándola de carabela latina en carabela redonda o al “modo de Andalucía”, como solía decirse. Toda la tripulación hubo de participar en esta operación y Bartolomé Pérez, que ya debía ser un marinero muy cualificado, puesto que en el siguiente viaje embarcaría como piloto, hubo de desempeñar un destacado papel.

En el viaje hasta Canarias, se había puesto de manifiesto las excelentes cualidades marineras de las carabelas, pero también se había tenido oportunidad de apreciar los inconvenientes que mostraba la Niña, y en vista de la experiencia adquirida en la navegación de altura, de la mala conducta y peligrosidad del aparejo con viento largo, de lo laborioso del del cambio de la entena de las viradas y de otras graves dificultades, se opto por sustituir algunas velas triangulares o de “cuchillo” por otras tantas “redondas”.

Decía Don Hernando Colon, hijo del Almirante, que la Niña fue transformada en redonda “para que pudiera seguir con mas quietud y menos peligro a los otros navíos” puesto que era evidente la dificultad de navegar en popa con aparejo latino, aun recurriendo al artificio de “navegar a oreja de burro”, es decir, orientando cada vela a una banda distinta, y el futuro descubridor presumía que eran vientos de empopada los que habían de predominar el resto de la travesía. La experiencia, por otra parte, demostraría reiteradamente que si bien el aparejo latino era muy útil para descubrir por la costa Africana, no merecía igual consideración para cruzar el Océano.

Después de la alegría del alba del descubrimiento y del recorrido de las primeras tierras descubiertas (Fernandina, Isabelina, Juana, Española…), Bartolomé Pérez hubo de sufrir las consecuencias de la que podíamos denominar “la noche triste”; la Nochebuena de 1492, en la que naufrago la Santa María. El marino roteño, como toda la tripulación de ambos buques- la Pinta se había separado de ellos- hubo de trabajar activamente durante la noche y el día siguiente para salvar todo lo salvable y para proceder a la construcción del primer establecimiento de la Indias, el fuerte de Navidad. Más adelante y tras la reunión con la Pinta, se iniciaría el regreso a España ya bien entrado el año nuevo (16 de enero). Durante el viaje de retorno-accidentado e incierto, como todo viaje de retorno que se precie, desde la Odisea en adelante- Bartolomé Pérez tendría oportunidad de afirmar su amistad con Colon que –como es sabido- regresaba en la Niña.

Continua.

Un saludo

El 18 de febrero, en Santa María de las Azores, nuestro marino como el resto de la descubridores-seria víctima del hostil recibimiento dispensado por los portugueses a la pequeña carabela, así como habría de soportar la suspicacia lusitana durante la escala en Lisboa el cuatro de marzo. Finalmente, el siguiente día 15, toda la tripulación sería recibida felizmente en el puerto de palos.

Meses más tarde, el 25 de septiembre de 1493, salía de Cádiz la segunda expedición colombina, integrada por 17 buques (3 carracas, 2 naos grandes y 12 carabelas) y 1500 hombres. A bordo de la Mari galante navegaba el Almirante y en una de las carabelas- la nombrada San Juan – iba como piloto nuestro roteño Bartolomé Pérez, acompañado del maestre Alonso Pérez Roldan y del contramaestre Alonso Rodríguez. La experiencia del primer viaje había estimulado el espíritu inquieto y esforzado del navegante roteño, quien lejos de amilanarse por las penalidades y riesgos sufridos, se había visto empujado por ellos a enrolarse en las nuevas aventuras. Además, el cargo de confianza de que disfrutaba era un aliciente más para acompañar nuevamente al Descubridor.

Tras la consabida escala en Canarias, la gran flota emprendería la travesía ultramarina siguiendo una derrota más meridional que la utilizada en el primer viaje. Descubriría varias islas del grupo de las Pequeñas Antillas y llegaría a la Española a finales de noviembre, encontrando el fuerte de Navidad destruido. El 6 de enero de 1494 funda Colon la ciudad de Isabela, la primera de las creadas en el nuevo mundo y una vez desembarcados los pasajeros, efectos y mercancías transportados, hizo retornar a España a 12 buques de su flota, quedándose solo con las carabelas Niña- ahora llamada Santa Clara -, San Juan, Cardera y algunas otras.

Explora el Almirante con estas embarcaciones las costas de Cuba y Jamaica y obsesionado el gran navegante genovés con la idea de hallar el continente asiático – en las proximidades de cuyas costas creía encontrarse -, el 12 de Junio convoca al escribano Fernán Pérez de Luna para que levante acta del testimonio de los pilotos y tripulantes de sus naves, quienes declaran bajo juramento – como ya hubo oportunidad de ver – “ que ciertamente no tenían duda que fuese tierra firme y no isla “ la costa de Cuba ante la que se hallaban, “ y que antes de muchas leguas, navegando por la dicha costa, se fallaría tierra adonde tratan gente política de saber, y que saben del mundo “, es decir, seres civilizados. Entre los más cualificados comparecientes en esta declaración figura “Bartolomé Pérez, vecino de Rota, piloto de la carabela San Juan”.

Es muy de notar – como advierte el P. Ortega – que los barcos y marinos nombrados en el acta eran los de mayor confianza de Colon, por eso se los reservo y por eso los utilizo en sus exploraciones.

Continua

Un saludo

Una de estas seria la mal conocida y peor documentada navegación del Almirante al golfo de Paria, a la que también concurrió Bartolomé Pérez, según se desprende del testimonio citado anteriormente de un testigo señalado, Juan Grande, en la probanza sobre el Darién: “Que vido como Bartolomé Pérez iba por marino del Almirante a Paria e fue por piloto de Cristóbal Guerra “.

En junio de 1496 regreso Colon de su segundo viaje a bordo de la Niña, acompañado solo de la India, el primer buque construido en las nuevas tierras, por eso desconocemos cuando volvió a España el piloto Roteño: pero visto que “fue por piloto de Cristóbal Guerra “, se quiere decir que en 1499 no solamente se hallaba de regreso, sino preparado para una nueva andadura por aguas de Ultramar. Verdaderamente, nuestro roteño debía ser un hombre eficiente y cumplidor en su delicada profesión; esto explica que fueran tan solicitados sus servicios para dirigir la navegación de algunos de los primeros buques que fueron allende el Océano a descubrir lo que después seria conocido por el Nuevo Mundo.

El último viaje documentado de Bartolomé Pérez - quizás Bartolomé Pérez Niño – fue precisamente este que emprendió pilotando la carabela de Cristóbal Guerra. Los puntos y pormenores de la expedición de este personaje, asociado a Pedro Alonso Niño, los narra don Martin Fernández de Navarrete siguiendo la información contenida en los pleitos del Almirante, en los seguidos por Alonso de Ojeda contra sus consocios, en la llamada “Relación italiana”, impresa en Milán en 1508, en las “Décadas” de Pedro Mártir de Angleria hasta en los relatos de Fr Bartolomé de las Casas.

Según esta información, salieron de Palos en junio de 1499, casi el mismo tiempo que Ojeda lo hacía del Puerto de Santa María. Gobernando por el derrotero colombino, arribaron unas 300 leguas al sur del golfo de Paria y trocaron con los indígenas palo Brasil por algunas baratijas que llevaron. Al salir de dicho golfo por la Boca del Dragón, pusieron rumbo al oeste, arribaron a la isla Margarita, donde “rescataron” perlas - ¡ Las perlas de una miríada de años de intensa pesquería ¡, dice un conocido escritor – en cantidad tal que haría decir a Peralonso Niño: “ Paréceme que tendremos perlas como hay trigo en Castilla “ y apostillar a Pedro Mártir de Angleria que las trocaban “ como si fuera paja “ ( por fanegas ).

Prosiguieron viaje a Cumana, donde en un solo día consiguieron más de 50 marcos de perlas y algunos “guanines”, es decir, joyas de oro bajo.

Continuaron después la navegación hasta un punto que los historiadores de los primeros tiempos del Descubrimiento describen como capital de un reinecillo Caribe, al que designan con el pintoresco nombre de Chichirivichi, donde fueron recibidos hostilmente. Retrocedieron de nuevo hasta Cumana y allí completaron su cargamento de perlas, rescataron de 150 marcos de estas y el 13 de febrero del año 1500 emprendieron el regreso. Tras 71 días de navegación, arribaron a Bayona de Galicia.

Continua

Un saludo

Las ganancias fueron fabulosas, habida cuenta que participarían en el negocio todos los tripulantes, pero la Corona hubo de recordarles la necesidad de autorización regia para descubrir y la obligación de regresar por Cádiz – constituida en sede de incipiente monopolio – “ so pena de perder la nave, las mercadurias, mantenimientos y pertrechos y cuanto llevasen a bordo”.

Durante siglos, las perlas que trajeron sirvieron para adornar a las damas de todas las cortes de media europa.

SEMBLANZA DEL PILOTO
“¿Quién era nuestro piloto roteño? Era ya un hombre acreditado en las primeras carreras de Indias, porque había acompañado al Almirante en los viajes a Cuba y Paria; había estado en el hallazgo de las islas de Barlobento y en la navegación a Jamaica y a la isla Juana, o sea Cuba, y había contemplado [el maravilloso espectáculo] del Jardín de la Reina en el sur cubano. Muy niño había navegado a las islas atlánticas; tampoco le eran desconocidas las costas africanas y más de una vez arrió velas ante las blancas azoteas de Mogador [y otros puertos berberiscos]. Había comerciado con Portugal y era, acaso, de los Niños de Palos. Era cetrino y áspero, rasurado el rostro [cuando andaban por tierra] y el corazón valiente. Dos veces pone su nombre en el rol del equipaje de Colon y sabe servir ahora adelantadamente el ímpetu de lo español como piloto veterano. Nada hay de fantasía, salvo el entusiasmo de la color, encuanto va escrito”.

Estas encendidas palabras de un conocido y sugerente narrador – Ricardo Majo Framis – aplicadas a un piloto del descubrimiento, convienen exactamente a nuestro personaje y es opinión extendida que reflejan mejor que ninguna otra el carácter y el temple de Bartolomé Pérez, al mismo tiempo que demuestran que debió ser un valiente marino curtido en su oficio, diestro en el arte de navegar y versado en Cosmografía, condiciones indispensables para el cargo que ostento. Fue nuestro roteño, en fin, uno de aquellos seres privilegiados que ensanchando el horizonte de “as descobertas “portuguesas y destronando a Thule (Islandia) de su condición de confín del mundo, fueron capaces de acompañar a Almirante a dar cumplimiento de las premonitorias palabras que Lucio Anneo Seneca pregonara catorce siglos antes con profética inspiración:

Tiempos vendrán corriendo los siglos
en que el océano aflojara las ataduras de las cosas,
y aparecerá una tierra inmensa y desconocida;
un navegante descubrirá nuevos mundos
y no será ya thule la última de las tierras.

Fin

¿Quién era Bartolomé Pérez? De Francisco Ponce Cordones

By atietam

Esta es la plaza donde al fondo se ve la placa que levanto mi interes por este personaje

By atietam
este es el busto que se encuentra debajo de la placa conmemorativa colocada en 1990


By atietam

By atietam

Esta es una carabela que colocaron mas tarde cerca del busto


By atietam

Aprobecho para invitaros a la Villa de Rota que tan enlazada esta con nuestra Armada.

Un saludo