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Pues de él y como costumbre se desconoce casi todo, solo una expedición de la que fue nombrado su Jefe, la cual transcurrió a caballo de los años de 1675-1676 al estrecho de Magallanes.


Se encontraba por casualidad en Lima con licencia para recuperarse de sus dolencias, producidas por el continuo navegar entre las Antillas y el seno mejicano, siendo su último cargo el de jefe de las costas de Portobelo, por Panamá.


El virrey del Perú, don Baltasar de la Cueva Henriquez, Briaz, Saavedra, Pardo, Tavera y Ulloa, Conde de Castelar, Marqués de Malagón, etc., había recibido noticias alarmantes de los gobernadores de Chile y Buenos Aires, que le comunicaban la presencia de ingleses en el estrecho de Magallanes, con la intención de bloquear el paso de todo buque español.
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Por esta razón convocó Junta de Guerra, en la que se decidió todo lo que se debía de hacer, así se le otorgó a Vea el título de Gobernador General de Mar y Tierra, se determinó alistar un nuevo navío por nombre Nuestra Señora del Rosario y Ánimas del Purgatorio, siendo nombrando capitán del bajel a don Pascual de Yriarte.


El navío se terminó de alistar en el Callao, llevaba en la cubierta por cuarteles dos barcos longos (1) y un bote, para permitir sondear las zonas desconocidas y saber si el navío podía pasar por ellas, se dotó con ciento ochenta hombres de mar y guerra, cuatro pilotos y dos ayudantes, se embarcaron mosquetes, arcabuces, carabinas, chuzos, alcancias (2) y las municiones y armas blancas para las tropas, el navío fue armado con ocho cañones pequeños y dos para ser embarcados en los barcos longos y como Piloto Mayor el capitán Guillermo Bautista de Chavarría.


Recibió las órdenes del virrey quien le indica que la ruta a seguir es: « Rumbo a Chiloé, al llegar se lanzarían al gua los barcos longos y junto a varias piraguas de indios penetrarían en el intrincado archipiélago y proseguirán viaje barajando la costa hasta el estrecho de Magallanes, al mismo tiempo el navío saldría de Chiloé, para navegar alejado de la costa y comprobar en las islas de fuera que no había establecimientos ingleses »
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Ya todo repasado y alistado se hizo a la vela desde el puerto del Callao, el día veintiuno de septiembre del año de 1675, el navío se dirige a la isla de Juan Fernández, donde arriba el día tres de octubre, conversa con indígenas y no habían visto a nadie, descansan unos días y zarpan con rumbo a Valdivia, al intentar entrar en el puerto de Chacao dio un fuerte golpe contra una roca, como consecuencia sufrió graves daños en los fondos, se mantuvieron sobre ella hasta sobrevenir la pleamar, momento que izaron todas las velas y pudo zafarse, pero el agua entraba tan rápida que no hubo más remedio que varar en la playa para no perder el navío.


Comenzó el duro trabajo de aligerar el buque, comenzando por poner en el agua a los barcos longos, luego se fue trasladando todo el material de repuestos que llevaban, alimentos y aguada por último la artillería, una vez conseguido que fuera menos pesado se lanzaron cables y todos desde tierra a través de ellos tirando del navío se consiguió ponerlo casi sin tocar el agua y a la banda, para que fuera fácil el trabajo de carpinteros y calafates, sobre todo en la bajamar.


Decidió Vea salir con los barcos longos, para ello ordenó a don Pascual de Yriarte, que si se podía reparar el navío que se esperara a ello, de lo contrario que se hiciera llegar a Chiloé y embargar un navío adecuado para proseguir viaje al Magallanes, si lo conseguía que regresase a Chacao y allí se encontrarían.
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El día diecinueve de noviembre zarpa Vea con rumbo a Chiloé donde arriba el día veintidós siguiente, allí distribuye a la gente, en total eran setenta españoles y sesenta indios, embarcan en los barcos longos y los indígenas en nueve de sus canoas; se repartieron los víveres, que eran cien arrobas de bizcocho, cien fanegas de harina de cebada, veinte de habas, alguna harina de trigo, veinte arrobas de tocino y carne fresca para ocho días; los indígenas por su parte llevaban su propia comida.


Escribe unas instrucciones para los capitanes de los bajeles, dejando así constancia de lo que se debe de hacer, una vez terminado de acomodar a todo el personal se hacen a la mar el día veintiocho, con rumbo al S., pasando por el interior del archipiélago de Chiloé, a las pocas horas de comenzar el viaje empieza a lloviznar, en el trayecto no descubren asentamiento alguno, continúa al de Chonos el cual por tener partes pantanosas, no había más remedio que desembarcar y arrastrar las buques, volviendo a embarcar cuando se lograba tener suficiente calado, llegando a la mar al desembocar por el río San Tadeo. Dejando en la Laguna de la Candelaria una guarnición por si aparecían los enemigos y para que los naturales les pudieran informar si habían visto a alguno; seguía lloviendo sin parar desde que comenzó.


Continúan su viaje siempre con rumbo al S., entran en el abra que queda formada por la isla de Welington y tierra firme, la costa era toda ella abrupta y hostil a la supervivencia, al mismo tiempo se sumaba que los alimentos comenzaban a pudrirse por la constante lluvia, lo que aumentaba el riesgo de fracaso total. Momento en el que un indígena que llevaba como práctico le confiesa, que él lo había dicho a unos españoles para contentarlos, pero que no imaginaba que iban a llegar tan lejos, lo que convenció a Vea de virar y regresar.
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Esto sucedió el día cinco de enero del año de 1676, se encontraban en la latitud de 47º Sur, en el ancón de Cabo Corzo que por no tener salida, en la bajamares se produce una fuerte corriente en dirección N. a ello se sumaba el viento del N. de forma que se encontraban en un punto que no se podían mover y los remeros ya cansado de tanta inclemencia, pues siempre había algo en contra.


Prosiguió su constancia en querer alcanzar el estrecho, pero ya casi todo agotado, había que regresar, el domingo día doce encontrándose en los 48º en las cercanías de la isla de San Esteban decidió que se saltara a tierra a colocar una placa, copia reducida ya que se hizo a bordo de la que le había entregado el Virrey al capitán Yriarte la cual dice:


« Reinando Carlos 2.º el Justo, el Grande el Prudente, el Temeroso de Dios, y devotisimo de su Preciosa Madre la Virgen Santisima concebida sin mancha de pecado original en el primer instante de su ser natural Rey de las Españas. En continuacion de la antigua, y nunca disputada posesion de estos Mares, Dominios, Señorios, y Reinos del Perú. Gobernandolos en paz y justicia y tranquilidad, y siendo Virrey Lugarteniente, Capitan General dellos el Excmo. Señor Don Baltasar de la Cueva Heriquez, Conde de Castellar, Marques de Malagon, Gentilhombre de su Camara, del Consejo de Camara y Junta de Guerra de Indias; de orden y mandato de S. E. se puso y fijo esta inscripcion por el Gobernador General Don Antonio de Vea, habiendo reconocido hasta 50 grados de altura del ancon sin salida, en la isla de San Esteban á 13 de Enero de 1765 años — Don Antonio de Vea — »


Señala el paraje donde quedó: « Si te hallares en altura de 48 grados, vendrás á buscar la tierra por una abra que te hará y en frente una tierra baja y hallarás albergue de la travesia en la isla de San Esteban que tendrá cinco leguas de noruestesueste; y desta isla para la tierra firme hay una legua y media, en la cual isla al leste de ella hallarás una playa de cascajo, como la del Callao de una punta á otra, que hacen dichos puntas dos barrancas y en la del sur antes de llegar á la barranca hallarás remate de la playa, un arbol grueso de una pica de alto el troncon y tiene de bujeo seis varas y cerca de otro arbol donde hallarás una cruz hecha en su corteza y el año de 1676. Todo esto está al pie de un arbol que es el mas pequeño de los que encontrarás en dicha playa; y encima del dicho arbol en un hueco que hace, una botijuela vidriada cerrada con brea y dentro en una caja de barba de ballena el escrito antecedente »
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El regreso se hizo por el mismo rumbo pero sin las escalas e ir más despacio revisando la costa resultando más rápido, arribando al Chaco el día veintiocho del mismo mes de enero.


Mientras sucedía todo esto, Yriarte comprobando que no se podía reparar el primer navío, se acercó a Chiloé a treinta leguas de distancia y obedeciendo las órdenes de Vea embargó un buque, de lo poco que pudo elegir puesto que solo habían dos posibles, de ellos eligió el llamado La Concepción, recibiendo el beneplácito del Capitán General, se decidió cambiarle el nombre por Santísima Trinidad y se hizo a la vela desde Chacao el día catorce de enero con rumbo al Estrecho de Magallanes.


Dejando a un capitán un mensaje para Vea que le esperase en Chacao hasta el día seis de marzo, que suponía estaría de vuelta para continuar juntos hasta el puerto de salida del Callao.
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Yriarte barajó de nuevo la costa y confirmó que no había ningún extranjero, al alcanzar las islas de Los Evangelistas situadas en la salida o entrada del Estrecho, ordenó arriar el bote siendo abordado por dieciséis personas, con la orden de fijar la placa ya mencionada original, pero el mal estado de la mar le dio un golpe al bote que lo puso quilla arriba, razón por la que todos sus integrantes fallecieron ahogados. En estos casos, hay que mencionar que las armaduras y armas eran un gran estorbo para nadar (en caso de que supiesen) y su peso los hundía rápidamente a lo que se añadía el oleaje.


Vea efectivamente se esperó a que regresase Yriarte, al verlo llegar se dio cuenta que lo hacía casi de milagro, pues el buque estaba en malas condiciones, pero dio la orden de repararlo para poder regresar, lo que se hizo con cierta facilidad cambiando tablazón y bien calafateado, zarpando el día veintitrés siguiente entrando en Valparaíso el día veintinueve.


Desde aquí envió correos a los dos el Virrey del Perú y el Capitán General de Chile, al primero para informarle de estar en Valparaíso y al segundo para darle las gracias por toda su ayuda y confirmarle se había cumplido la misión gracias a su apoyo.


Terminaron de revisar el navío Santísima Trinidad y se repararon algunas averías, al mismo tiempo que comieron frutos frescos y carne, para recuperarse de todo lo pasado.
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Zarparon el día quince de abril con rumbo al Callao, donde arribaron el día diecinueve siguiente, nada más desembarcar Vea envió una carta al Virrey para pedirle audiencia y contarle todo lo pasado y conseguido.


Aquí se le pierde la pista y nada más podemos aportar, solo conjeturar que ya debía de ser mayor, se encontraba por casualidad en el Callao reponiéndose de sus enfermedades, al realizar ésta es bastante seguro que no viviera mucho más tiempo, puesto que sus males se agravaría, aunque nada sobre él narra en su diario de navegación.


Todo se sabe gracias a una: « Relación diaria del viaje que se ha hecho a las costas de el Estrecho de Magallanes, en el recelo de enemigos de Europa, por don Antonio de Vea. Al excelentísimo Señor Don Pedro Portocarrero, Conde de Medellín, Gentil-hombre de Cámara de Su Majestad y Presidente del Consejo Supremo de las Indias. Ofrece y dedica al Excelentísimo Señor Don Baltasar de la Cueva Henriquez, Briaz, Saavedra, Pardo, Tavera y Ulloa, Conde de Castellar, Marqués de Malagón, Conde de Villa-Alonso, Señor de las Villas del Viso y Paracuellos, Fuente del Fresno, Fernan Caballero, la Porcuna, San Miguel; Alfaqueque Mayor y Mariscal de Castilla; Gentil-hombre de Cámara de Su Majestad, de su Consejo y Junta de Guerra y Cámara de Indias. Virrey, Gobernador y Capitán General de estos Reinos y Provincias del Perú, Tierra Firme y Chile, etc. — Manuscrito en 4.º en la biblioteca del conde del Águila, en Sevilla; y copia en el Depósito Hidrográfico. Tomo 20 de su colección »
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La Relación está impresa, en el primer tomo de Colecciones de Diarios y Relaciones. etc. en 4.º mayor, comienza en la página 49 y termina en la 97, más el Diario del capitán don Pascual de Yriarte del galeón Nuestra Señora del Rosario y Ánimas del Purgatorio, ya que en algún momento de la expedición se separaron completando así el viaje, que comienza en la página 99 y termina en la 123. Si algún día podemos lo transcribiremos, para el buen conocimiento de los sucesos.


(1) Estos buques se habían construido los primeros en Cádiz en el año de 1635, eran una especie de galeras pequeñas, nos las definen así: « Invención muy importante, así para que no tengan efecto el quemarnos el enemigo las naos, como para socorrer cualquiera de ellas que lo haya menester y remolcarlas en tiempo de calma » llevaban cuarenta remeros y vela latina, sacándose la dotación del mismo buque que las remolcaba por su popa. (En este caso iban en la cubierta trincados)


(2) Alcancía: Olla de barro llena de alquitrán y otras materias inflamables que, encendida, se arrojaba a los enemigos.




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Otros datos:

Antonio de Bea, Almirante de la Mar del Sur
También figura como Antonio de Vea, y Antonio Devea.

1) Nacimiento y fallecimiento

Nació, probablemente, en Milagro (Navarra), con anterioridad a 1620.
Murió en alta mar, camino de Guayaquil (actual Ecuador). El año fue 1693 o 1698 (por los problemas de interpretación de fechas en documentos de la época). Razones a favor de 1698: hay sentencias judiciales en las que está involucrado, en 1693 y 1698. Razones a favor de 1693: así figura en textos del s.XVIII, y porque si no, a su segunda esposa no la habría dado tiempo a tener tantos hijos como tuvo con su tercer marido.

El determinar (con mucha probabilidad) que naciera en Milagro se debe a su primera boda, y a la relación de perosnas con el apellido Bea en esa localidad antes y después de su tiempo.

2) Esposas

Casó en primeras nupcias, con Ana de Luquín, el 28-11-1638 en la parroquia de Nª Sª de los Abades, Milagro, Navarra.
Consta que tuvo con ella, al menos, un hijo, José de Bea y Luquín, nacido en Zarza de Alange, Badajoz, el 10-1-1641. Este hijo no figura ligado a ninguna acción en América (¿quizás era clérigo?).

En nupcias posteriores (supongo que segundas), con Juana Francisca de Argandoña y Alicante (nacida en Sevilla en 1641; fallecida en La Serena, Badajoz, en 4-12-1705). Ella era hija de Gaspar de Argandoña y del Águila (también sevillano y Almirante de la Armada), y de María de Alicante y Girón. No tuvieron descendencia.
Juana Francisca enviudó de Antonio de Bea, casando otras dos veces: la segunda, con Luis de León y Girón, Sargento mayor; y la tercera, por poder, en Lima (Perú), celebrándose las velaciones en La Serena (Chile) el 30 de Octubre de 1700, con Jerónimo Pastene (Maestre de Campo de las Milicias de dicha ciudad), con quien tuvo descendencia.

3) Lugar de residencia

Debió vivir primero entre Milagro (Navarra) y Zarza de Alange (Badajoz), hasta 1674-75.
A partir de 1675, toda su vida (y su muerte) tuvieron lugar en el Virreinato de Perú.

Operaciones en 1680-81

En octubre de 1681, la Armada del Sur, con Pedro Pontejo como General, y Antonio de Bea como Almirante, recogió al nuevo Virrey, don Melchor de Navarra y Rocafull, duque de Palata, en Panamá para llevarlo a El Callao, entrando en Lima el 20 de noviembre de 1681, recibiendo el gobierno de manos del Arzobispo Melchor de Liñán y Cisneros, virrey en funciones.

Esta Armada estaba formada por la capitana “Nuestra Señora de Guadalupe”, con 32 cañones, y el patache “San Lorenzo”, con 20.

Antes de trasladarse a Lima, el nuevo virrey había dispuesto todo para una mejora de las fortificaciones de Portobelo y Panamá.

En ese año, eran frecuentes las incursiones de los piratas capitán Bartolomew Sharp (el más peligroso), Edward David, Dampier, John Chook (muerto en 1681), Edward Eaton, “Swan” ("el Cisne"). Los cuatro últimos habían entrado por el estrecho de Magallanes, y después de una estancia en las islas de Juan Fernández, asolaron las costas, atacando el tambo de Paita y el puerto de Guayaquil, de donde les expulsaron las tropas del Corregidor Domingo de Iturri-Gaztelu, ayudadas por las milicias y el resto del vecindario.

Operaciones 1682-84

El Virrey Palata adoptó una línea muy dura contra los piratas. Además de ejecutar a alguno de ellos en 1682, inició acciones en dos áreas:

- En tierra, amuralló varias ciudades. para Lima, reactivó un antiguo plan de amurallarla, para lo que contó con el general Luis Venegas Ossorio, ingeniero militar llegado de España. La obra duró más cuatro años, finalizando en 1687. Se amuralló también Trujillo, pero no Guayaquil.

- En la mar, las acciones de piratería habían interrumpido casi totalmente el tráfico marítimo, tanto el puramente comercial, como el oficial (envío del tesoro anual a Panamá). Por cédula real de 7-12-1682, se dispuso que todo buque mercante llevase su propio armamento y tripulación apta para la defensa. Pero no dio resultado.

Ante la falta de resultados, decidió disponer de armadas potentes, tanto para la costa atlántica del virreinato, como para el Mar del Sur. Actuó en dos sentidos:

- La primera, fue en la Armada del Mar del Sur, que estaba en pésimas condiciones, como pudo comprobar en su viaje hasta Lima. Para ello, se apoyó en el Almirante Antonio de Bea.

Se decidió carenar en El Callao la capitana, “Nuestra Señora de Guadalupe”, utilizando la madera destinada a la construcción de un convento de Carmelitas Descalzas. Este trabajo empezó el 22 de marzo de 1684.

El “San Lorenzo” se envió a Guayaquil a carenar, al no disponer de madera, y ser este puerto el mejor dotado para la construcción naval. Una vez reparado, debía retornar a El Callao cargado de madera. Las obras resultaron ser mayores de lo previsto. así, salió de El Callao el 27 de Julio de 1683, y regresó el 11 de Junio de 1684.

En paralelo con estas acciones, decidió reforzar la Armada con navíos mercantes incautados, y mantener una compañía permanente de marineros.

- La otra dirección fue intentar comprar dos barcos en Buenos Aires (barcos que nunca llegaron). A ello destinó 50.000 pesos.

Entretanto, las piratería en el Pacífico había aumentado. El 12 de marzo de 1684, Palata recibió desde Chile la noticia de que más bucaneros habían entrado al Pacífico por el Cabo de Hornos.
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Operaciones 1685-87

El 28 de Noviembre de 1684 había llegado de España a Cartagena la armada de galeones, a las órdenes del general D.Gonzalo Chacón. Y allí quedó detenida, a la espera de la plata que tenía que llegar de Perú. El virrey, por su parte, cambió la prioridad de luchar contra los piratas (cédula de 13 de febreo de 1685), por la de transportar le tesoro cuanto antes a Panamá.

Se dispuso que la Armada del Mar del Sur, con 4 vasos mayores, 1.431 plazas y unos 120 cañones, se pusiera en marcha rumbo a Panamá. Así, el 7 de mayo de 1685 zarpó de El Callao esta flota, compuesta por la capitana “Nuestra Señora de Guadalupe” (con 41 cañones), la almiranta “San José” (con 40), el patache “San Lorenzo” (con 26), el mercante artillado ”Pópulo” (con 14), los mercantes “Rosario” y “Santo Toribio” (de los capitanes ), y un pequeño velero. Al frente, iba como General don Tomás de Palavicino, gran artillero y cuñado del virrey. Como Almirante, don Antonio de Bea.

El viaje se efectuó sin contratiempos, desembarcando el tesoro (el “situado”, como se le llamaba, ascendía en aquella ocasión a 533.434 pesos), así como mercancías de particulares en el puerto de Perico.

Al retorno encontraron la flotilla pirata de Edward Davis en Panamá. A ella se habían unido las embarcaciones de los filibusteros que habían atravesado el Darién, llegando al Pacífico. El combate tuvo lugar frente a las islas de Perlas o del rey. Para el mismo, D. Antonio de Bea dispuso como brulotes a los mercantes “Rosario” y “Santo Toribio”.

Los piratas no se esperaban esa flota. La victoria fue para la Armada, pero la explotación del éxito fue un fracaso, y los piratas lograron dispersarse con daños. Desde entonces, la piratería redujo su actividad en la zona, como demuestra la reanudación del tráfico comercial marítimo a partir de esa fecha.

La responsabilidad del fracaso se achacó a Palavicino que, si bien era un magnífico artillero, carecía de conocimientos marineros. Esta práctica, a pesar de las experiencias negativas, se vio repetidas veces a lo largo de los siglos XVI y XVII. Y el Virrey, en sus memorias, trató de justificar la actuación de su cuñado Palavicino.

D. Dionisio de Alcedo y Herrera, en su "Aviso Histórico", pág. 163, dice sobre este episodio: «Maltrataron mucho nuestros buques á los piratas, y los pudieron acabar de rendir; mas por uno de aquellos accidentes que suelen sobrevenir cuando son más de uno los que mandan, se contentaron con el estrago hecho en la refriega, sin perseguirlos en la fuga,.....»

Aunque no está claro, parece que don Pedro Pontejos relevó a Palavicino como general de la Armada después de esa acción. El 5 de septiembre de 1685, mientras la flota estaba al ancla en Paita (Norte de Perú), estalló accidentalmente un barril de pólvora, y la almiranta “San José” voló en mil pedazos llevándose consigo a casi la totalidad de la tripulación (más de 400 hombres, según unas fuentes, 150, según el virrey). Sobre el número de supervivientes, unas fuentes dicen que sólo 15, otras no dan cifras, y otras hablan del hijo de Pedro Pontejos como único superviviente. Ninguna de dichas fuentes habla del almirante Bea, que aparece en episodios posteriores. Debemos concluir que, o no estaba a bordo, o estaba y se salvó.

A partir de entonces, la Armada sólo disponía, como vasos de guerra, de un galeón, el “Nuestra Señora de Guadalupe”, y el patache "San Lorenzo".

Hacia 1686, varios piratas decidieron retornar al Atlántico pasando por el cabo de Hornos. Por parte del Virreinato, las acciones contra la piratería restante (aún importante) continuaron durante 1686, sin operaciones relevantes.

Pero durante 1686, entraron nuevos piratas al Pacífico. En vista de la reducida capacidad de maniobra de los dos barcos de guerra, el Virrey Palata autorizó en 1686 a los comerciantes de Lima a organizar una compañía corsaria para perseguir a los piratas. Artilló dos mercantes, a los que se añadieron otros dos sin artillería (no disponía de más piezas el Virrey). Esta nueva flota recibió el nombre de "Nuestra Señora de la Guía". Con un fuerte contingente de tropas, operó primero en las Islas de Lobos de Afuera. Y se enfrentó en junio de 1687 con éxito a los piratas, que 3 meses antes habían saqueado Guayaquil y se habían establecido allí.

En ese mismo año, esta flota realizó el viaje a Panamá para la entrega del tesoro y el comercio privado.

Operaciones 1688-93

No se ha encontrado nueva información sobre don Antonio de Bea.

Fuentes:

- "Nobiliario de Extremadura", por Adolfo Barredo de Valenzuela
https://books.google.es/books?id=4OJH9Ij ... 22&f=false

- Sentencias del Consejo - Censo-Guía de Archivos de España e Indias
https://censoarchivos.mcu.es/CensoGuia/f ... ?id=929696

- Extracto de los expedientes de la Orden de Carlos III, 1771-1847, de Vicente de Cadenas y Vicent,Instituto Luis de Salazar y Castro
https://books.google.es/books?id=CwMZb1_ ... 22&f=false

- "William Dampier, geógrafo y explorador" (1)
https://www.diccionariobiograficoecuador ... mo6/d1.htm

- "Melchor de Navarra y Rocafull, Duque de la Palata y Virrey del Perú", por Sebastián Donoso Bustamante
https://colonyia.blogspot.com/2005/08/me ... ue-de.html

- "Estudios críticos acerca de la dominación española en América", Vol. 11, por Ricardo Cappa, S.I.
Librería Católica de Gregorio del Amo, editor. Calle de la Paz, 6. 1894
https://www.archive.org/stream/estudiosc ... g_djvu.txt

- Algunos datos sobre el apellido Argandoña y su escudo
https://www.facebook.com/topic.php?uid=3 ... ost=105023

- Apellido Argandoña
gennoble.netfirms.com/familias/.../argandona.htm - Estados Unidos

- ARGANDOÑA
https://www.genealog.cl/Chile/A.html

- Registros parroquiales, 1596-1967 Iglesia Católica. Nuestra Señora de los Abades (Milagro, Navarra)
https://www.familysearch.org/Eng/Search/ ... rompage=99

- "Wars of the Americas: a chronology of armed conflict in the ...", Volumen 1. Por David Marley
https://books.google.es/books?id=DkgGVTO ... 22&f=false

(1) También pirata.