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 Juan de la Cosa según el libro de Dasáno. 
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Nuevo mensaje Juan de la Cosa según el libro de Dasáno.
He "digitalizado" (de dedo) la parte en castellano del libro:

JUAN DE LA COSA
y
DESCRIPCIÓN E HISTORIA
de su famosa
CARTA GEOGRÁFICA
POR
Antonio Dasáno
Obra impresa en español, francés, inglés, para acompañar al Mapamundi de Juan de la Cosa
Que, como recuerdo del Cuarto del descubrimiento de América, han
publicado en Madrid los Srs. Cánovas Vallejo y Trainer.
Octubre 1892
MADRID
TIPO-LITOGRAFÍA DE V. FAURE
Callo de Alonso Cano, 15 (Chamberí.)
Teléfono 2.056
1892

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Director del: Real Observatorio de Marina de San Fernando. R. O. del 30 de diciembre de 2011.


27 Feb 2012 18:21
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Nuevo mensaje Re: Juan de la Cosa según el libro de Dasáno.
A continuación voy a ir poniendo los diversos "capítulos del libro", aunque ál no tener índice lo he numerado a mi albedrio.

Despues seguiré con la Historia del Mapa-mundi, aunque no se si sería mejor ponerlo en las entradas de cartografía.

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27 Feb 2012 18:23
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Nuevo mensaje Dedicatoria
Al Excmo. Sr. D. Antonio
Cánovas del Castillo, Presidente de la Junta Cen-
tral del Cuarto Centenario
del Descubrimiento de América,

Los Editores del Mapa de Juan de la Cosa

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27 Feb 2012 18:23
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Nuevo mensaje Ensayo Biográfico Capítulo 01
NO es el titular de ensayo biográfico este trabajo, alarde caprichoso de hipócrita modestia. Es solo el calificativo adecuado que corresponde á la serie de noticias, reunidas y expuestas rigurosamente por orden cronológico, referentes al i1ustre autor del primer Mapamundi que se diseñó en el mundo; y que, si venturosamente bastan para dar á entender la. Grandeza y los méritos de Juan de la Cosa, con algunos detalles de su accidentada vida y de las mil proezas á que dió cima feliz, no son suficientes, sin embargo, para constituir lo que, en términos propios y concretos, se llama una verdadera biografía.
Todos, absolutamente todos cuantos eruditos han querido investigar datos completos y fidedignos de la existencia del inmortal marino, han tropezado en el mismo obstáculo y vistose envueltos en idénticas sombras.
Los historiadores de Indias López de Gomara, Herrera y Fernández de Oviedo en, primer término, hicieron mención de sus navegaciones, sus servicios. á España y aun de su prodigiosa pericia en la construcción de Cartas de marear. Don Martín Fernández de Navarrete conquistó la gloria de sacar más á luz al geógrafo y navegante émulo de Colón, publicando en su Colección de viajes y descubrimientos multitud de documentos diarios, cédulas reales, cartas ó diligencias judiciales, en los que aparece Juan de la Cosa como marinero, maestre y propietario de Naos, unas veces; como Piloto y Capitán en las expediciones de Colón y Ojeda otras; como comisionado de la Reina Dª. Isabel, ó recibiendo proposiciones de descubiertas, en algunas ocasiones; cual experto marino y habilísimo piloto, siempre: y, no contento con esto, condensó ordenó las noticias anteriores en su obra póstuma Biblioteca Marítima Española, agregando los datos que su inagotable erudición le aportaba, y llegando en suma á constituir, si nó el único, el más completo manantial á que han tenido que acudir los biógrafos modernos, como Sala, Charton, Didot y otros. Posteriormente hánse hallado en el Archivo de Simancas algunos papeles curiosos relativos á Juan de la Cosa, que han sido publicados en la Colección de Documentos históricos para la Historia de España que aumenta algo la de Muñoz de Extractos de los papeles del Archivo de Indias. Pero todo junto, y como dicen bien los Sres. D. Enrique Leguina y don Cesareo Fernández Duro en sus Estudio biográfico de Juan de la Cosa y Museo español de antigüedades respectivamente no es suficiente para conocer al detalle la vida completa del Piloto y del Capitán, al que, si algo faltara para la celebridad, después de ser autor de la inmortal Carta que lleva su nombre, yen que por vez primera se dibujó el continente americano, bastaría á dársela el contemplarle á través de las mismas nebulosidades que envuelven su existencia, haciéndonoslo ver con las proporciones jigantescas que siempre reviste el misterio.
Y no pueda por esto suponerse que vamos á entregarnos desenfrenadamente en brazos de la más desatentada fantasía para cantar las hazañas de un héroe de leyenda. y quizá fabuloso; no: cuanto decimos, cuanto nos proponemos relatar, está formalmente comprobado por infinidad de documentos auténticos, no ofrece duda alguna; es historia: no es novela.

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27 Feb 2012 18:25
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Nuevo mensaje Ensayo Biográfico. Capítulo 2
VANAS han sido cuantas pesquisas ha realizado un santanderino ilustre y ya mencionado, por hallar la partida de bautismo de Juan de la Cosa.
Nada tiene de extraño, sin embargo, la completa inutilidad de sus esfuerzos, considerando que, si bien es cierto que los papeles del archivo parroquial de Santoña (patria presunta de nuestro protagonista) alcanzan á fechas anteriores al año 1450, habiendo un libro hasta del 1403, asimismo es notorio que un violento incendio destruyó infinidad de volúmenes, y que los que, por dichoso azar, se libraron del estrago, se encuentran en un estado tal de putrefacción que hace imposible
su lectura.
Esto no obstante, universalmente está aceptado que el sabio cosmógrafo Juan de la Cosa nació en Santa María del Puerto (hoy villa y puerto de Santoña, provincia de Santander) hacia el año 1460.
'Las razones que se aducen para demostrarlo son, en su inmensa mayoría, fundadísimas y concluyentes. Consta, en primer lugar, la existencia en Santoña durante largo tiempo de un barrio denominado de la Cosa, que permite suponer llegó á llamarse así en honor del ilustre Capitán y navegante cuya fama, no solo alcanzaba al trono de los Reyes conquistando su real aprecio y haciéndoles ser espléndidos donadores de mercedes, sino que igualmente excitaba profunda
admiración entre la sencilla gente montañesa, para la cual, como refiere el Sr. Leguina, Juan de la Cosa debía ser considerado como un héroe legendario. Así, pues, nada tendría de extraño que, de semejante popularidad, se derivara el señalar con el apellido de la Cosa el sitio donde tal vez radicara el solar de sus ascendientes ó quizá su propia casa.
Consta, por otra parte. que era vecino de Santoña en Agosto de 1496; y aun es indicio no despreciable que sus coetáneos Herrera, en sus Décadas de Indias, le tuvieran por vizcaíno cuando en aquella época se confundía con frecuencia á los oriundos de provincias vecinas, y se designaba con el nombre de vizcainos á todos los procedentes de la costa de Cantabria de donde salían las expediciones más importantes, y adonde los mismos Reyes acudían siempre que habían menester de grandes servicios navales.
Que el linaje de la Cosa no era plebeyo, lo demuestra don Miguel Ortiz Otáñez en su Santoña laureada (1677), citándole como uno de los de más esclarecida alcurnia. Además, durante el siglo XV se encuentra el nombre de Juan de la Cosa repetido indefinido número de veces, figurando como padrino, unas veces de bautizos y otras de matrimonios; y en documentos correspondientes á los siglos XVI y XVII, idéntico apellido figura con frecuencia en los libros Parroquiales; siendo aún más de notar, por ser demostración del arraigo y la valía de la misma familia en la villa do Santoña la detenida mención que de ella hizo Lope García de Salazar, cronista de la época, al señalarla como una de las famosas que intervinieron en la lucha de bandos que tanta desolación y tantos desastres produjeron en la comarca santanderina durante el transcurso de los siglos XIV y XV: y la no menos importante alusión que un Presbítero, natural y vecino de aquella antigua villa, hace en 1677, y en su Breve relación de los lauros, hechos gloriosos é hijos afamados de Santoña ó Santonía al citar á Juan de la Cosa como piloto afamado que acompaña á Colón é hizo el primer plano que se conoce de la costa cantábrica: consiguiendo-dice - trazar el plano de esta difícil costa, prestando así servicio eminente á los navegantes y consiguiendo tal vez salvar la vida de
alguno de sus hermanos y evitar pérdidas inmensas al comercio.
Por último, no faltando autor del siglo XVII que terminantemente afirme ser Juan de la Cosa natural de Santoña, y no existiendo ni remotamente ninguna prueba en contrario, creemos que debe admitirse lo que, siendo afirmado por tantos, aún no ha sido desmentido por ninguno.

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27 Feb 2012 18:26
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Nuevo mensaje Ensayo Biográfico. Capítulo 03
DIVERSOS documentos atestiguan que Juan de la Cosa era de familia de marinos, y que habia dedicado la mayor parte de su juventud á la navegación, realizando largas travesías y recorriendo, más de una vez la costa occidental del Africa, teatro entonces de las aventuras descubridoras de españoles y portugueses. La Carta que trazó de aquella porción del mundo, comparada con las de los portugueses del mismo tiempo, comprueba, en opinión de autorizados escritores, que había formado parte de alguna de las atrevidas expediciones que los españoles llevaron á cabo al finalizar el siglo XV.
Capitán y propietario Juan de la Cosa de la carabela Santa María, nao construida expresamente en Cantabria para la carrera de Flandes, la más difícil de entonces y en la que se formaban los grandes mareantes castellanos según el mismo Colón, y nao, por consiguiente, de superiores condiciones marineras, contra lo que vulgarmente se ha creído (gracias á la manía de los que pretenden engrandecer la hazaña del descubrimiento, rebajando las carabelas á la categoría de barcos sin cubierta y la marinería que las tripulaba á la de chusma de presidio), cuando hallándose en aguas del Condado de Niebla, al organizarse en 1492 la armada expedicionaria de Colón, fué solicitado y escogido por éste para hacer de la mencionada carabela la nave capitana, darle á él alojamiento como Jefe y arbolada insignia de mando.
Juan de In Cosa, al que no arredró jamás ninguna especie de peligros, aceptó y suscribió el contrato de fletamento que se le ofrecía, y en concepto de maestre de la nao se aprestó á figurar en la temeraria empresa. Tanto él como la tripulación de cántabros, viejos lobos de mar que llevaba á sus órdenes, iban voluntariamente y en virtud de un estipendio alzado que de antemano se contrató; no como los hermanos Pinzón, que asociados con el caudillo que había en Santa Fe capitulado el viaje, marchaban para repartir riesgos y ganancias, contribuyendo á lo gastos del armamento.
Durante el primer viaje, cuyas mil vicisitudes no hemos de referir por demasiado sabidas, echósé ya de ver que la sabiduría de la Cosa no era acepta ni grata al gran Colon, el cual, entre sus defectos, tenía el de no poder consentir que nadie brillase junto á su persona. Y tal demuestra la declaración prestada por el marinero Bernardo de Ibarra, que vió é oyó al dicho almirante como se quejaba de Juan de la Cosa, diciendo, que lo había traido consigo á estas partes por la primera vez é por hombre hábil, él le había enseñado el arte de navegar andaba diciendo que sabía mas que él,
Con razón dice el Sr. Fernández Duro que no pudo hacer Colón un elogio superior de su maestre, porque aun dado que el arte de navegar estuviera al nivel del oficio de aguador, que al primer viaje se aprende, reconocía que era hombre hábil y discípulo sobresaliente, olvidando que cuando lo llevó, era ya capitán de nao que navegaba y que puso vida y fortuna á disposición de un jefe desconocido y entre la inmensa mayoría de las gentes nada bien conceptuado.
Y no paró aquí la inquina, puesto que, una vez descubierta la isla de San Salvador, y algún tiempo antes del regreso á la madre patria, la nave capitana Santa María, propiedad de Juan de la Cosa, se perdió por funesto accidente en los desconocidos bajíos de la isla Española, ocasión que Colón acogió con júbilo para tildar de traidor, cobarde y desobediente de sus órdenes, á nuestro héroe. La injusticia de tan tremendos cargos, es sencilla de demostrar. El mismo Navarrete, que admite las afirmaciones del Diario del Almirante, trasmitido por el Padre Las Casas, refiere que, en el momento de varar la nao estaba la mar perfectamente en calma COMO UNA ESCUDILLA, Y que el buque tocó tan suavemente, que, nadie más que el timonel se apercibió del contratiempo. Ahora bien; ¿puede ni debe admitirse que marino tan experimentado como Juan de la Cosa, que un hombre que no esquivó en expediciones posteriores encuentros terribles con los indios de Cartagena y no apeló á]a ligereza
de pies que libró á su jefe y compañero Ojeda, huyese de la nao donde no existía el más remoto peligro, abandonando por cobardía su capital, su única fortuna representada por la célebre Santa María? Además, si el hecho hubiera sido cierto ¿cómo no se le hicieron á la Cosa los graves cargos dirigidos á Pinzón y á otros desobedientes á las órdenes del Almirante? Una simple nota en papel que no había de llegar á ver el acusado, no ofrece serio fundamento para otra cosa, más que para admitir la poca ó ninguna benevolencia que en el ánimo de Colón existía hacia el habilísimo piloto.
Pero, lo que constituye prueba irrecusable, revestida de todo género de requisitos legales, y acredita que no hubo en la pérdida de la nave cobardía, descuido ni ignorancia culpable, ni mucho menos traición, como Colón aseguraba, es el párrafo de una de las cartas de los Reyes Católicos, en el que se decía á Juan de la Cosa: Fuistes por maestre de una nao nuestra á los mares del Océano, donde en aquel viaje fueron descubiertas las tierras é islas de las Indias, é vos perdistes la dicha nao i: POR VOS LO REMUNERAR É SATISFACER …
¿Qué se infiere y deduce de aquí, sino es que por aquel infausto suceso, merecía la Cosa indemnización ó recompensa y no castigo ni injustificada censura?

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27 Feb 2012 18:28
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Nuevo mensaje Ensayo Biográfico. Capítulo 04
DE regreso en España juntamente con Colón, el 15 de Marzo de 1493, Juan de la Cosa se dedicó desde luego á preparar otra expedición. Alentados los Reyes por el inesperado éxito de la primera. y animada la gente con el espectáculo de las diversas y extrañas muestras que Colón exhibía de los productos de aquellas lejanas tierras, que movían aun más que la curiosidad, á la codicia, todo eran facilidades
y entusiasmo.
Hubo sin embargo necesidad de retrasar la marcha por las dificultades que entonces ocurrieron con la Corte de Portugal y que cortó Alejandro VI con su famosa Bula. Y el Miércoles 25 de Septiembre de 1493 se hizo á la vela en la bahía de Cádiz la segunda escuadrilla que surcaba el Atlántico, compuesta de tres naos de gavia y catorce carabelas tripuladas por unos mil y quinientos hombres, yendo Juan de la Cosa á bordo de la carabela Niña (por otro nombre Santa Clara) con el título de Maestro de hacer cartas.
Del empeño que el Almirante puso en que Juan de la Cosa formase parte de esta expedición, y de la facilidad con que la Cosa accedió á la propuesta á pesar de los antiguos rozamientos, deducen algunos ser cierta la dudosa versión de que, ambos grandes navegantes, en medio de sus aparentes diferencias, se profesaban mutuamente extraordinaria admiración y sincero afecto.
En este viaje fueron reconocidas la. Dominica, las islas de Monserrate, Santa María la Rotunda, Santa María la Antigua y Santa Ursula, hasta que los expedicionarios arribaron á la Española, donde experimentaron el terrible dolor de hallar destruída la colonia allí dejada y rastros evidentes de haber perecido la guarnición castellana á manos de los indios.
La equivocación que padeció el Almirante quedando persuadido de que la isla de Cuba era tierra firme, la padeció del mismo modo Juan de la Cosa, que, en la declaración que se firmó por todas las personas competentes el 12 de Junio de 1494 á bordo de la carabela Niña, manifestó bajo su firma que:
Nunca oyó ni vido isla que pudiese tener trescientas treinta y cinco leguas en una costa de Poniente á Levante, y aun no acababa de andar; y que veía agora que la tierra firme tornaba al Sur Sudest y al Suduest y Oest, y que ciertamente no tenía dubda alguna que fuese tierra-firme, antes lo afirmaba y defendería que es la tierra
Firme y no isla; y que antes de muchas leguas, navegando por la dicha costa se fallaría tierra donde trata gente política de saber y que sabe el mundo...etc.
A pesar de esta conformidad en un punto tan importante, la campaña de Jamáica é islas inmediatas aumentó la tirantez de relaciones existentes entre la Cosa y el Almirante, y separándose, cuanto las circunstancias se lo permitían, ambos tornaron á la Península el 11 de Julio de 1496, dedicándose desde luego nuestro héroe, á sus ordinarias travesías por el litoral de Guipuzcoa y Señorío de Vizcaya, según unos, y según otros, á la especulación mercantil que, para resarcirle de la nao Santa María que perdió en el primer viaje, le fué concedida por los Reyes en 1494.
A título de curiosidad reproducimos la partida referente á Juan de la Cosa que figura en la cuenta del Tesorero Real Alonso de Morales, formada para el pago de la segunda expedición, y que consta en el Archivo de Simancas. - Juan de la Cosa, marinero, asentaronsele mill mrs. de sueldo cada mes por marinero de la nao Colina e montole aver desde 20 dias de agosto de nouenta y tres hasta 11 de Junio de nouenta e seis años que bolvia de las yndias á cadis treinta y tres mill setecientos sesenta y seis mrs. tiene Rescibidos quince mill mrs. que há de aver diez y ocho mill setecientos sesenta y seis mrs.

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27 Feb 2012 18:29
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Nuevo mensaje Ensayo Biográfico. Capítulo 05
CONCEDIDA Autorización en 1499 al capitán Alonso de Ojeda, para que fuera al nuevo mundo á descubrir tierras nuevas por su cuenta y riesgo, cuidó muy bien de concertarse ante todo con Juan de la Cosa, vecino á la sazón del Puerto de Santa María (en el que se hacían los aprestos) y gran marinero - como dice Nicolás Pérez, maestre del navío •del Rey ( 1513 ) - en el concepto común, y en el suyo no inferior al Almirante, de quien había sido compañero y discípulo en la expedición de Cuba y Jamáica.
Componíase la Armada de cuatro navíos mandados por el mismo Ojeda, y cuyo piloto principal ó mayor, era .Juan de la Cosa. Zarparon del Puerto de Santa María y al cabo de veintisiete días de navegación, y después de pasar á la vista de la tierra de Parias en la que no desembarcaron visitaron la Margarita, y tuvieron varios encuentros con los caribes, a los •que causaron gran número de muertos.
Herrera en su Historia general de los hechos de los castellanos en las islas y Tierra-firme de el Mar Océano, sostiene que en este viaje fué cuando se descubrió el verdadero continente, por cuanto, al defender que mejor derecho hubiera podido asistir á Juan de la Cosa para atribuirse la gloria del descubrimiento de la Tierra-firme, que el que concurría en Américo Vespucio, que iba tambien de piloto de la expedición y era únicamente perito en cosmografía, dice que, y cuando en este viaje se hubiera descubierto á Alonso de Hojeda, natural de Cuenca, como Capitán, y á Juan de la Cosa como piloto, se debe la gloria.
De lo que no cabe dudar, es-de que, la expedición, tercera en que Juan de la Cosa tornaba parte, fué de gran provecho, y que no sólo nuestro héroe prestó importantes servicios al recorrer muchas leguas de la Costa Firme. sino que los prestó igualmente interviniendo con suma prudencia y tacto en las cuestiones que surgieron entre Ojeda y Roldán, el alcalde de la isla Española.
Llegaron á esta última el 5 de Septiembre, y por si Ojeda cortaba ó no brasil y trataba de atraerse á los españoles descontentos, surgieron mil rivalidades, se produjeron hasta lances de armas en que hubo algunos muertos, y Dios sólo sabe adónde hubieran llegado las cosas, si, como dice Herrera, las dotes de prudencia de Juan de la Cosa no lograran lo que Ojeda no pudo con artificio en las negociaciones, con el disidente Roldan, quien cedió por las persuasiones de la Cosa á todas las proposiciones que antes se le hicieron en vano.
Coronada por la devolución de una barca de Ojeda de que Roldán se había apoderado, la obra mediadora- de Juan de la Cosa, tanto él como Ojeda abandonaron la isla Española y regresaron á la Península en Febrero de 1500, fecha memorable para la Geografía toda vez que fué en la que Juan de la Cosa dió por terminada la famosísima Carta de marear que lleva su nombre y le ha hecho inmortal.

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27 Feb 2012 18:31
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Nuevo mensaje Ensayo Biográfico. Capítulo 06
PINTORESCA resulta la descripción que Herrera, en su primera Década (Libro 4.", Capítulo 11) hace de los preparativos del cuarto viaje de Juan de la Cosa.
Como cada dia-dice-creciala nueva, quede la Tierra-firme, por Cascabeles i cosillas de poco valor, se traían Perlas, i Oro i entonces estaba Castilla pobre de dinero, hacíase mucho caso de •ello: crescia el deseo de enríquecerse los hombres, y perdíase el miedo de navegar Mares tan profundos i jamás navegados maiormente los vecinos de Triana qu por la maior parte eran todos Marineros. Un Rodrigo de Bastidas, Hombre honrado, i bien entendido, i que debía de tener Hacienda, vecino de Triana, determinóse de armar dos navíos para ir á descubrir, i rescatar Oro, i Perlas. Concertóse con algunos y en especial con Juan de la Cosa, que era el mejor Piloto que havia por aquellos Mares, que hechura del Almirante.
Alcanzaron, con efecto, y según refiere Leguina, la correspondiente licencia y terminados sus aprestos, partió la expedición de Sevilla con rumbo á Tierra-firme á principios del año de 150l.
Recorrieron muchos puertos para rescatar ó trocar las chucherías que llevaban por metales y objetos de gran valor; entraron en el golfo de Venezuela, siguieron la Costa del Poniente abaxo, y llegaron al Puerto, que llamaron, de el Retrete, adonde estaba la Ciudad y Puerto de Nombre de Dios; y todo lo
que de nuevo se descubrió, pasó de cien leguas y dió el nombre a Cartagena, i á todas las Islas, que por alli hai.
En el golfo de Jaragua perdieron los navíos, suceso que les obligó á ir por tierra á Santo Domingo, y allí Francisco de Bobadilla, so pretexto de que habían cambiado oro con los indios, los prendió, disponiendo su inmedia.to embarque para España.
En los Apuntes y papeles de la Casa de Contratación que se conservan en el Archivo de Indias, se da á entender el grave riesgo que debió correr Juan de la Cosa en el viaje de retorno, pues un desencadenado temporal ocasionó el naufragio de la flota en la que iba Rodrigo de Bastidas, i se escapó en un Navío, de los seis, ó ocho, que se salvaron, entre los quales fué uno, llamado el Aguja, el peor, que era el que lleuaba el Hacienda del Almirante, quatro milpesos, que fué el primero que llegó á Castilla, que pareció divina permisión .. Finalmente, fue á la Corte i pagó á los Reies el Quinto del Oro, y Perlas que traxo; y se alegraban mucho todos los que oían, que se traían de la Tierra Firme.

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27 Feb 2012 18:32
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Nuevo mensaje Ensayo Biográfico. Capítulo 07
CRECIÓ poderosamente la fama de Juan de la Cosa y desde los Reyes hasta los armadores y concesionarios de descubiertas y los oficiales de la Casa de la Contratación de Sevilla, solicitaban su cooperación, estimándole no ya como el mejor, sino como el único buen piloto de los mares recien descubiertos. Pero la multitud de proposiciones que se le hicieron no dieron al pronto ningún resultado, por la llegada á la Corte de un correo, en 13 de Julio de 1503, con la noticia de que cuatro navíos de Portugal habian ido á la tierra que descubrió Bastidas, de donde trajeron esclavos, indios
y distintas producciones: y comisionado por los Reyes de España, en el mes de Agosto siguiente, pasó la Cosa á Lisboa con objeto de investigar por sí propio la certeza de cuanto se decía. Y con tal celo desempeñó su cometido, que los portugueses, mal avenidos con tales inquisitorias, le detuvieron
preso; volviendo á Segovia (donde entonces estaba la. Corte) en el mes de Septiembre. 6.750 maravedises recibió en pago de su viaje. Informó á la Reina Dª Isabel que efectivamente había sido cierto el viaje de los portugueses, quienes lo habían repetido en el mismo año, presentándola de paso, como resultado de sus trabajos, dos cartas hidrográficas de las Indias, mejoradas sin duda las figuras del Mapa Mundi de 1500, con observaciones propias y con datos reunidos en aquellos tres años tan fecundos para la Geografía.
Consideróse entonces preciso, ya en el año 1504 contener las exploraciones portuguesas, y á este propósito, en 14 de Febrero, se tomó con Juan de la Cosa asiento y capitulación para ir á descubrir las tierras é islas de las Perlas, golfo de Urabá y otras partes, que no fueron de las visitadas por Colón ni de las del Rey de Portugal, con cuyas condiciones (decía el documento original) facemos nuestro capítan de los dichos navíos é gentes que en ellos fuesen a vos el dicho Juan de la Cosa.
Los Reyes demostraron también el alto aprecio que hacían de los talentos y buenos servicios de Juan de la Cosa, concediéndole la renta anual vitalicia de5.000 maravedises.
Así proyectado, con otros sus consortes (dice Oviedo en su Historia de las Indias) pasaron con quatro navios á la costa de la Tierra-Firme, Juan de la Cosa, como capitan General, é Jolian
de Ledesma vecino de Sevilla, como capitan de uno de estos navíos. Esta expedición zarpó de España, y después de arribar á.la Gran Canaria y renovar en ella sus pertrechos de agua y leña, prosiguió su viaje, dejando las islas de Guadalupe y San Juan á Sotavento de la parte del Norte y alcanzando tierra en la isla de Margarita. Allí se detuvieron un día, y, al siguiente, llegaron al Golfo de Cumaná, reconociendo algunas islas y deteniéndose en los puertos de Cartagena, donde se hallaba el Capitán Cristóbal García, ó Guerra, como con más frecuencia le llama Oviedo.
Narra el Sr. Leguina que ocurrieron entonces varios lances y conciertos entre la gente que componía una y otra expedición hasta que Juan de la Cosa y su armada tocaron en la Isla Fuerte, y, después de ganarla por las armas, realizaron una incursión en el río grande del Darien, recogiendo algunos indios y piezas de oro labrado. En esto llegó á las naves un batel de una de las otras que se dixeron de susso de Chrispstobal Garcia, que había quedado en el Puerto de Cartagena, á quien essotras ovieron dado el Brasil y los esclavos que allí saltearon, para que lo llevasen todo á Castilla. E hizoles saber como después que Johan de la Cosa partió de Cartagena la nao capitana de Chrispstobal Guerra se avía perdido é ahogados muchos en ella, porque avían dado en una laja cerca de allí; é que estos avian corrido en busca de Johan de la Cosa con otra nao, cuyo era aquel batel; é que la nao hacía tanta agua que no pudiéndola sostener, en entrando en aquel .gplpho de Urabtí, avía sabordado é envestido con ella en tíerra, é que quedaba encallada- dentro de aquel gplphp; é que el capitán que en ella venia que era uno de Triana, llamado Monroy, con la otra gente que con él estaba, les rogban que los fuesse á socorrer é recogerlos, e para aqueste efecto avía aquel batel rodeado quassi todo el golpho de Urabá, buscando a estotros.
No vaciló Juan de la Cosa (prosigue el Sr. Leguina) en acudir á prestarles eficaz auxilio, á pesar de las malas condiciones marineras de sus propios buques, pues aunque sólo hubieron de verificar una breve travesía para alcanzar á los expedicionarios que, mandados por Monroy, esperaban auxilio, hicieron tanta agua las naves, que fue preciso encallarlas y sólo consiguieron poner á salvo cuantas armas, bastimentos,
jarcias y velas contenían, quedando guarecidos bajo toldos más de 200 hombres allí reunidos, de los cuales, como con elocuente sencillez dice Oviedo, los menos tornaron á su Patria.
En aquel lugar permanecieron muchos meses, y disminuida por mitad la gente, los restantes, aunque desalentados y sin fuerzas, se embarcaron en dos bergantines y un esquife y partieron de aquel golfo, al mando siempre de Juan de la Cosa, que había podido soportar, mejor que los otros, tan duras penalidades. Bajaron á tierra en Zamba, y se hallaban tan escasos de recursos que cegados por el hambre horrible, no vacilaron algunos en matar á un indio é asaron el asadura é la pusieron á cocer mucha parte del indio en una grande olla para llevar que comer en el batel donde yban los que esto hicieron.
Llegó la noticia de tan cruento é increíble hecho á Juan de la Cosa, despertándose en él los sentimientos de bondad y energía que en tantas ocasiones demostrara, y así es que aun cuando las circunstancias difíciles amenguan siempre el prestigio de la autoridad, y aquellos hombres exasperados por los padecimientos, sólo abrigaban en sus pechos malas pasiones, no vaciló en reprenderlos severamente, arrojando á tierra la olla en que se cocían humanos despojos. Decidieron en seguida abandonar aquel lugar tan desprovisto de atractivos, sobre todo para aventureros codiciosos de riquezas, y después de varias infructuosas tentativas, arribaron á una tierra que ellos de todo punto desconocían.
Juan de la Cosa y Ledesma, al frente de unos 30 hombres de los más decididos entre los 50 á que había quedado reducida la gente, visitaron algunos pueblos, donde hallaron provisiones suficientes y adquirieron la noticia de que aquella costa, con tanta fatiga alcanzada, era de la isla de Jamáica.
Apenas lo supo Juan de la Cosa, despachó el bergantín, único buque que le quedaba, con rumbo á la isla Española, á fin de que condujese á varios de sus compañeros, y entre ellos los enfermos, permaneciendo él en espera de su regreso para trasladarse con el resto de su gente á la misma isla, soñado puerto de descanso de sus continuadas é indecibles penalidades.
Conflicto grave había de surgir en breve para los que á su lado continuaban, algo aliviados ya con la esperanza de hallar pronto término á sus afanes.
Alentados los indios al ver su escaso número y reducido armamento, concertaron dar á todos muerte, y con tan dañado propósito se, ofrecieron á guiaos en su camino, llevando las cargas, al mismo tiempo que los animaban, con ofrecimiento de proporcionarles abundantes vituallas.
Aceptaron los incautos españoles, para los que la traición fué siempre cosa dificil de pensar; mas bien pronto se apercibieron de que eran víctimas de una infame celada. El extraordinario número de indios que de todas partes acudía con la risueña esperanza de hallar botín fácil y seguro, la osadía de sus gritos de guerra, suceso extraño en ellos, de ordinario tímidos é irresolutos, las condiciones intrincadas de los lugares que les obligaban á recorrer, á propósito para emboscadas, fueron todos indicios suficientes que borraron la duda en el ánimo de los españoles, convencidos de la suerte que les tenían preparada. Ya prevista su intención, discutieron acerca de las medidas que convendría prevenir para evitar el riesgo próximo; hubo pareceres varios, y consultado el capitán Ledesma por Juan de la Cosa expuso su opinión en estos términos: Señor: lo que conviene hacerse, si quereis que nos salvemos, es prender estos quatro Caciques, y atarlos, y desotros gandules matemos los que pudiésemos, porque de otra manera somos perdidos; y cuan mas se tardase de hacer, en mas peligro nos veremos, porque esta gente es mucha y cada hora se aumentan é vienen más.
Aceptado el dictamen, fué inmediatamente puesto en práctica, verificando la brusca prisión de los caciques, que produjo profundo pánico entre los indios y su completa dispersión. Así conjurado el inminente peligro, pudieron continuar su marcha hasta la costa, no sin perder algunos hombres en la travesía pues los indígenas asesinaban á cuantos detenían el paso vencidos por los padecimientos. Al fin tuvieron la fortuna de llegar al bergantín, que había venido costeando, y en el cual todos, después de poner en generosa libertad á los caciques, pudíeron pasar á la deseada isla Española.
Juan de la Cosa regresó en 1506 á la Península, apenas repuesto de tan prolongadas fatigas, entregando al Tesorero Matienzo 491.108 maravediscs por el quinto que pertenecia al Rey en el producto de los rescates. En este viaje, en el que tomó parte el conocido aventurero Luis Guerra, empezaron los indígenas á declararse abiertamente opuestos á las incursiones de los españoles, manifestando también las especiales condiciones de raza que habían de merecer se dijera, en años muy posteriores, que los indios nacen sin honra; viben sin bergüenza; comen sin, y mueren sin miedo.

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27 Feb 2012 18:34
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Nuevo mensaje Ensayo Biográfico. Capítulo 08
DESDE este momento estuvo ocupado Juan de la Cosa en comisiones oficiales. Primeramente volvió á embarcarse en 1507, mandando dos carabelas con objeto de esperar y convoyar las naos que venían de Indias, á las cuales perseguía. el pirata vizcaíno Juan de Granada, viéndose también amenazadas por los portugueses. Encargo del que se deduce que tanta confianza inspiraba su pericia y conocimiento del arte de la navegaci6n, como el valor y la. lealtad a su patria que tenia. tan bien demostrado.
En el mismo año de 1507, deseoso el Rey Fernando de reanimar el espíritu de inquieta curiosidad que inspiraba las peligrosas tentativas de nuevos descubrimientos, tendencia, como hace notar Navarrete, muy debilitada á causa de la paralización observada en todos los asuntos de carácter público durante los tiempos inmediatos á la muerte de la ilustre Reina Católica, llamó á la Corte que estaba en Burgos, á Juan Díaz Solís, Vicente Ibáñez Pinzón, Juan de la Cosa y Américo Vespucio y, reunidos, quedó determinado que convenia continuar descubriendo por toda la costa del Sur y poblar el terreno ya reconocido desde Paria hacia Poniente en Costa Firme, con cuyo propósito, sostenido por el recelo que la corte española guardaba respecto de Portugal, se procedió al apresto de cuatro carabelas, cometiéndosc á Américo Vespucio el cuidado de los acopios, como diestro en ello.
Pinzón y Díaz Solís salieron el citado año de 1507 de Sevilla, con dos de las naves, y la Cosa partió igualmente con rumbo á las Indias, y otras dos carabelas, denominadas Huelva y Pinta, siendo sus pilotos respectivos "Martín de los Reyes y Juan Correa. Juan de la Cosa dejaba ya formado el padrón ó carta general náutica que en Sevilla cuidadosamente se delineaba por la Casa de Contratación, con los nuevos datos aportados por los exploradores.
En este sexto viaje obtuvo aplausos y mercedes reales por valor de más de 100.000 maravedises, en concepto de ayuda de costas con otras significativas muestras de aprecio, confirmándose además á su favor, en Real Cédula de 17 de Junio, el oficio de Alguacil Mayor de Urabá, que le había sido concedido con fecha 3 de Abril de 1503. Bien es verdad que al regresar de él en 1508, el producto de 108 rescates se elevó á 191.708 maravedises: porque, no contentos los Reyes con las mercedes concedidas como recompensa, por hechos notables ó adelantamientos extraordinarios obtenidos en los viajes de exploración animaban á los que los emprendían, colmándoles anticipadamente de particulares distinciones. Así es que con motivo de la nueva expedición que preparaba Juan de la Cosa le fue otorgada licencia, por Real Cédula, fecha en Valladolid á 15 de Junio de 1507, para llevar dos esclavos á la isla Española; y en otra de 17 de igual mes y año, se ordenó á. Diego Colón, le diese un cacique con sus indios, pues la Cosa iba acompañado de su mujer, con objeto de establecerse definitivamente en aquella colonia, según unos, con el único de estar más cerca de las tierras desconocidas y no tener que atravesar con tanta frecuencia el Atlántico, según otros.

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Nuevo mensaje Ensayo Biográfico 09
DEJÓ las costas de España por séptima y última vez en 1509, bien ajeno de que no volvería a pisar la madre patria. Hizo rumbo á la Española llevando consigo en virtud de la capitulación que firmó con objeto de poblar en tierra firme 200 hombres escogidos, que tripulaban una nao y dos bergantines. En Santo Domingo se puso de acuerdo con Ojeda, concierto que aumentó la expedición con otro buque y 100 hombres, y ambos partieron de aquella isla el 10 de Noviembre, acompañándolos el gran Pizarro. Acreditó en esta ocasión Juan de la Cosa las condiciones de su carácter persuasivo cuanto enérgico, poniendo paz entre Ojeda y Nicuesa, que se hallaban revueltos con motivo de los términos de los estados que correspondían á la respectiva jurisdicción de cada uno y los cuales, con el parecer de Juan de la Cosa, se conformaron. La razonable proposición consistió en marcar los limites de los gobiernos respectivos por el Río Grande del Darien, uno al Este y otro al Oeste.
Iba Juan de la Cosa de lugarteniente, con arreglo á. la voluntad del Rey, que así lo prescribió en la capitulación tratada, ordenando expresamente que en las partes donde no estuviese Ojeda, fuese la Cosa capitán de su majestad; por manera que, como dice Oviedo, terrible enemigo de la Cosa, pues el Rey se acordó de Johan de la Cosa, é mandó á Hojeda por expuesto capítulo que lo llevase consigo en la forma ya dicha, se tuvo por servido de la que había ya hecho antes en aquella costa, y porque era diestro en la mar é sabía las cosas de aquella tierra.
Funesta fué, por cierto, la decisión de Ojeda de salir de la Española en 1510, haciéndose acompañar por Juan de la Cosa con objeto de poblar en tierra firme, para lo cual tenía privilegio, desembarcaron en Cartagena, lugar de la gobernación de Ojeda, pero habían dejado ya de ser los indígenas aquellos seres sencillos, cuyo ánimo, fuertemente impresionado por el estrépito de las armas españolas, el brillo de sus preseas, y lo desconocido de los medios de defensa que empleaban, les hacían considerar á los expedicionarios como sobrenaturales seres, cediendo á su voluntad sumisos y obedientes. Acostumbrados ya al frecuente trato con los europeos y conocedores de sus debilidades, inextinguible avaricia y constante crueldad y dureza, recurrieron en varias ocasiones á las armas sin temor ni escarmiento por el seguro castigo que recibían. Añádase á estas circunstancias que los naturales de la costa en que decidió desembarcar Ojeda, se hallaban muy exasperados con la conducta de algunos españoles y particularmente la de Cristóbal Guerra, que los había causado grandes males en años anteriores; por lo que sabedor de estas circunstancias Juan de la Cosa, como también de que aquellos indios usaban en sus peleas emponzoñados dardos, aconsejó á Ojeda fuese á poblar en el golfo de Urabá, donde tuvo la Cosa desde un principio relaciones muy amistosas con los naturales, acostumbrándoles al cambio comercial, beneficioso á unos y á otros.
Desatendió Ojeda tan prudente parecer; y apenas verificado el desembarque, dispuso la internación de la gente á sangre y fuego, é hizo en los indígenas horribles estragos, hasta que, desbandados los españoles por el constante afán que sólo les permitía pensar en los más fáciles medios de enriquecerse á toda costa, tuvieron que declararse en retirada después de continuados y sangrientos combates, en los que si quedó á gran altura el valor personal de los españoles, fueron éstos completamente desbaratados, sin que de ellos escaparan, y eso por ligereza de piés, más que Ojeda y Diego de Ordax, amparados en su huída por la selva. Juan de la Cosa logró con sus voces y apelaciones al amor propio, agrupar á ocho de los fugitivos con los que, en un supremo esfuerzo de valentía increíble, hizo tremendo destrozo entre los salvajes.
Pero los indígenas afluían cada vez en mayor número y con más terribles alientos: por cada muerto que rodaba atravesado de bajas, surgían de la espesura diez vivos que empuñaban al punto los arcos y dardos, Al fin acorralaron á Juan de la Cosa y sus heróicos compañeros y fueron cuerpo á cuerpo matándolos á todos, siendo el último en defenderse y en sucumbir el valeroso .Juan de la Cosa, materialmente acribillado de heridas, cubierto de sangre, con más de veinte flechas envenenadas en su cuerpo.
La catástrofe sucedió el 28 de Febrero de 1510 en lo que hoy es Venezuela.
Hé aqui cómo la describe también Fray Pedro Simón:
Juan de la Cosa hizo partir á Diego de Urdax para dar aviso a Hojeda y logrando con sus voces y reconvenciones detener si solo ocho compañeros, se entró por medio de los tártaros desnudos haciendo una cruel matanza; pero cargando en .fin, gran fuerza de salvajes sobre ellos, tuvieron que retirarse para no ser ofendidos a un buhío que descubrieron y donde pelearon valerosamente hasta que, viendo Juan de la Cosa caer muertos á sus compañeros, y que él mismo, atravesado con más de veinte flechas envenenadas, iba á espirar al momento, se retiró al acabarse la guarabaza y rindió la vida al incorporarse con los suyos.
En parecidos términos refiere el hecho el Padre Las Casas:
Juan de la Cosa (dice) metióse en una choza que halló sin hierba descobijada, ó él, según pudo con algunos de los suyos la descobijaron porque no los quemasen, arrimado á la madera y peleando hasta que ante sus ojos vido todos sus compañeros caidos muertos, y él que sentía en sí obrar la hierba de muchas saetadas que tenía por su cuerpo, dejóse caer de desmayado: vido cerca de sí uno de los suyos que varonilmente peleaba, y que no le habían derrocado, y dijole:-pues que Dios hasta ahora os ha guardado, hermano, esforzaos y salvaos, y decid a Hojeda como me dejais al cabo.
López de Gomara afirma que fué comido por los indios el cadauer del piloto.
Pero tal versión está contradicha, entre otros muchos, por Herrera, que refiere que cuando llegaron en su socorro algunos compañeros al mando de Ojeda que, auxiliado por Nicuesa, había podido rehacerse, toparon con el cuerpo de Juan de la Cosa, que estaba cabe un Arbol como un Eriço asaetado, porque de la yerva ponçoñosa, debía de estar hinchado i disforme, y con algunas espantosas fealdades; por lo cual creció tanto miedo en los castellanos que no hubo hombre que aquella noche allí osare quedar.
Lo mismo acoge Navarrete, que dice: Al llegar Nicuesa á Cartagena salieron á recibirle los bateles de la armada de Hojeda, é informado de infaustos sucesos ocurridos, mandó buscarle; y al verle le abrazó y recibió con mucho amor y generosidad; ofreció ayudarle á buscar á la Cosa y á vengar la pérdida de los demás. Montaron ambos á caballo, y con 400 hombres en dos divisiones sorprendieron de noche el pueblo de Turbaco y los indios que creían haber acabado con todos los españoles, que los despedazaban y aun quemaban sus casas si se acogían á ellas, quedaban espantados, sobre todo de los caballos, que veían por la primera vez. Díjose que del botín y saqueo que siguió, cupieron á Nicuesa y los suyos 70 castellanos. Hallaron el cuerpo de Juan de la Cosa atado a un árbol, hecho un erizo de saetas, hinchado y horrorosamente disforme por efecto de la yerba ponzoñosa.

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27 Feb 2012 18:37
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Nuevo mensaje Ensayo Biográfico. Capítulo 10
ASÍ concluyó la vida del valeroso capitán y sabio navegante con la más gloriosa muerte que un soldado puede apetecer, dejando impreso su nombre en los anales históricos de la conquista de las Indias, donde brillará siempre con inextinguible esplendor.
No fué, ciertamente insensible la corona á tan grande pérdida, pues los Reyes se vieron privados, con profunda pena, de los consejos del sabio cosmógrafo, que en aquella época gozaba de excelente reputación, no sólo en España, sino en Portugal y otras naciones y de los leales servicios del capitán que no vaciló un momento en ofrecer su vida en holocausto por la patria.
Así es que en 1511, al conceder mercedes diversas á los pobladores, mandaron que no se tocase en los indios de Nicuesa ni de la Cosa, y Por Real Cédula expedida á 2 de Abril del mismo año, ordenaron al Tesorero de la Casa de Contratación de las Indias, entregase á la viuda de Juan de la Cosa 45.000 maravedises, para ayuda del casamiento de su hija mayor: cantidad cuyo pago consta en documentos oficiales, así como los salarios devengados pór el capitán que, según datos auténticos, gozaba el salario de 40.500 maravedís anuales.
La noticia de la muerte de Juan de la Cosa, causó en España profundo dolor. Hiciéronsele honras fúnebres y se le prodigaron elogios que recogieron y nos han transmitido varios historiadores.
Además de Colón que, a pesar de sus resentimientos no podía menos de calificarle de hombre habil, y que siempre le tuvo como una eminencia en el arte de. la navegación, refiriendo que llevaba consigo en el primer é segundo viaje maestros de cartas de marear y muy buenos pilotos, los más famosos, quel supo .escoger en la Armada grande quel trujo de Castilla, el Padre Las Casas le denomina gran piloto; Herrera, el mejor piloto que había por aquellos mares, hombre de gran valor y servicio; López de Gomara, experto marinero; Fernández de Oviedo, hombre .diestro en las cosas de mar é valiente de su persona; Washington Irving, marinero de mucho nombre y discípulo del Almirante; Kohl, famoso piloto y dibujante de mapas, y últimamente la Reina D.ª Isabel, en la Real Cédula fechada el 5 de Julio de 1503 en Alcalá, ocupándose do los ofrecimientos de Bastidas dice: yo seria ,más servida quel dicho .Juan de la Cosa ficiese este víaje porque CREO QUE LO SABRÁ FACER MEJOR QUE OTRO ALGUNO: y á Cristóbal Guerra, le añadía en otra ocasión:- en lo de navegar
yo le mandaré que se rija por lo que paresciere al dicho Juan de la Cosa porque sé que es hombre que sabrá bíen lo que aconsejare.
La posteridad ha confirmado el fallo, teniendo á Juan de la Cosa por una de las estrellas más límpidas y esplendentes ,que brillan en la constelación de los descubridores españoles.

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27 Feb 2012 18:38
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Nuevo mensaje Re: Juan de la Cosa según el libro de Dasáno.
El libro ha sido reeditado por la Librería Editorial MAXTOR de Valladolid.

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Traducción al español por Huan Manwë para phpbb-es.com