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En 1590 hubo varias expediciones inglesas contra las costas españolas y el archipiélago de las Azores en las cuales fracasaron Hawkins y Frobiser, pero cosecharon varios éxitos en el Caribe, por lo que, alarmada la corte de Felipe II, ordenó que las Flotas de Nueva España y de Tierra Firme invernaran en La Habana en 1591 y no cruzaran el Atlántico hasta el verano de ese año.


Enterados de ello en la corte de Isabel I, los almirantes ingleses estudiaron el modo de capturar las dos flotas, compuestas por más de cien buques. Su captura sería un duro golpe para Felipe II y sus aspiraciones de recuperación tras el desastre de la campaña de 1588. Lo que no sabían los espías ingleses es que la decisión de retrasar la llegada de la flota obedecía también a otro motivo, que era el ganar tiempo para preparar y alistar una poderosa escuadra que se estaba reuniendo en El Ferrol, flota que estarían al mando de D. Alonso de Bazán.


Al principio, los planes ingleses para hacerse con la flota consistían en enviar una escuadra de veinte galeones al mando de lord Thomas Howard y Walter Raleigh. Estos dos marinos no se llevaban bien, siendo Raleigh, el favorito de la reina, sustituido por Richard Grenville, experto marino que conocía bien a los españoles por haber combatido junto a ellos en Hungría contra los turcos.


La escuadra inglesa se fue reuniendo en Plymouth, aunque en un menor número respecto a los planes iniciales, y contaba con las siguientes unidades: la nave capitana del almirante Howard era el Defence, la almiranta al mando del vicealmirante Richard Grenville era el Revenge, galeón de 500 toneladas y armado con 43 cañones de bronce. Este galeón era el mismo que llévó Drake a la expedición a las Indias y a la Coruña. Otros cuatro galeones de 500 toneladas eran los llamados Bonaventure y Nonpareil, a los que se agregaron el Crane, de 250, el Charles de 60, Moon, de 70 y Bark Raleigh, de 80. A estos buques de guerra se unieron seis mercantes armados como corsarios.


A primeros de abril de 1591 zarparon de Plymouth. En el canal de la Mancha capturaron algunos barcos franceses y el día 18 el Revenge captura una urca hanseática cargada con mástiles que eran llevados a las costas españolas. A primeros de mayo zarparon de Plymouth otros ocho buques, siete corsarios fletados por particulares y el galeón Garland al mando del vicealmirante William Monson, con la misión de patrullar la costa portuguesa entre Galicia y el cabo de San Vicente.


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Cuando la escuadra de Howard se hallaba en aguas de las Azores, esperando a las flotas españolas, llega el 25 de mayo un aviso de Londres donde le informa que está pronta a zarpar una escuadra española desde El Ferrol. También se informa a Howard que la reina ha ordenado zarpar a los galeones Lion y Foresight, mandados por el capitán Frick, además de seis mercantes cargados con pertrechos.


Durante los meses de junio y julio estuvieron navegando entre las islas y a finales de julio comenzaron a tener problemas. El día 28 se envió a Inglaterra al Nonpareil con los enfermos. Cuatro días más tarde llegaron los dos galeones al mando de Frick, pero para deseperación de Howard, no había ni rastro de los seis mercantes con refuerzos.


Mientras tanto, D. Alonso de Bazán zarpa de El Ferrol el 30 de agosto con una escuadra de 52 naves y 7.200 hombres, secundados por los comandantes Marcos de Aramburu, Antonio Urquiola, Sancho Pardo, Martín Bertendona y Bartolomé de Villavicencio, a los que más trade se unió Luis Coutiño con seis filipotes portugueses.


El 7 de septiembre llegó Bazán a las Azores y es informado que la escuadra inglesa se encuentra entre las islas de Flores y Corvo. Ese mismo día había sido informado Howard de la presencia española por medio de John Middleton, capitán de Moonsight, de la escuadra de Monson, que había partido rápidamente hasta las Azores desde la costa portuguesa para informar a Howard.


Don Alonso de Bazán se dirigió a la isla de Flores, dividiendo su escuadra en dos para atacar en un doble frente. Una avería en el galeón de Pardo retrasó la marcha y con ello el combate, privando con ello a Bazán de una gran victoria.


La mayor parte de la escuadra española, Bazán y Aramburu, ascendió por el lado derecho de la isla de Flores, mientras por el izquierdo lo hacían los buques de Bertendona, quedando al sur de la isla la retaguardia al mando de Villavicencio y más a barlovento los buques de Coutiño.


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A las cinco de la tarde del 11 de septiembre avistó el barco-aviso de Bazán que había descuadierto a la escuadra de Howard y casi al mismo tiempo Aramburu se lanza contra el enemigo. Howard, ya advertido, preparó sus naves para repeler el ataque, pero en vista de la superioridad española ordenó una retirada general.


El galeón Revenge desobedeció a Howard y permaneció en su posición, desafiando a los españoles. Se cree que el motivo de Grenville para esta actitud fue que gran parte de la dotación se encontraba en la isla de Flores y quedó esperando su regreso, confiando después en abrirse paso entre los galeones españoles.


Aramburu persiguió a Howard y el San Cristobal consiguió dispararle varias descargas de artillería y mosquetería, mientras Howard maniobró el Defence para evitar el abordaje. Al llegar la noche, la persecución se hizo inútil y los buques de Howard consiguen escapar en la oscuridad.


El galeón de Grenville había quedado cercado, mientras otros dos buques, que tampoco habían obedecido a Howard, se mantenían a cierta distancia. Después de una hora de combate, el Golden Noble estaba muy dañado y Grenville le ordena que abandone la lucha al ser un buque nodriza, poco apto para combatir. El Foresight escapó después de perder a muchos hombres, concentrado Bazán desde el principio la mayor fuerza contra el Revenge.


El San Felipe, al mando del capitán D. Claudio de Brocamonte (Beamonte, según Fernández Duro), abordó al enemigo inglés y había diez infantes a bordo cuando se rompieron las cuerdas y los españoles quedaron luchando a la desesperada. Por el lado de babor lo abordó el San Bernabé, de Bertendona, con gasfios en vez de cuerdas, y tres soldados consiguieron ponerse a salvo. Por la popa del inglés embistió el galeón de Aramburu, lanzando varios infantes que consiguieron llegar hasta el palo mayor, pero tuvieron que retirarse por las descargas de mosquetería y al encontrarse el galeón español en apuros al haberse destrozado la proa en la embestida.


Posteriormente acudieron los galeones Ascensión, de Antonio Manrique, y San Andrés, de Luis Coutiño. A pesar de lo desigual del combate y las muchas bajas, el inglés no se rendía y Bazán ordenó al llegar la noche que no entrara más gente en la cubierta enemiga. A medianoche, Grenville seguía dando órdenes hasta que una bala de mosquete le hiere en el muslo. Siendo atendido por el cirujano es herido en la cabeza por un disparo de arcabuz y retirado a su camarote.


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Sabiendo que la lucha estaba perdida, pues nadie llegaba en su auxilio, ordenó a su maestro artillero dinamitar el galeón para que no cayera en poder de los españoles. Eso significaba la muerte para todos los ingleses y algunos se negaron a cumplirla. Mientras estaban en estas discusiones, llegó un mensaje de Bazán para que se rindieran, que si así lo hacían sus vidas serían respetadas y devueltos a Inglaterra, en vez de a galeras como prisioneros.


Varios oficiales ingleses aceptaron la propuesta de Bazán y Grenville fue trasladado inconsciente al San Pablo, insignia de Bazán, pero murió al día siguiente a pesar de los cuidados recibidos. El Revenge se encontraba sin palos, con seis pies de agua en las bodegas y con muchas bajas, unos 150 entre muertos y heridos, entre una tripulación de 250 hombres.


Esta victoria española se pagó demasiado cara. Los galeones Ascensión y San Andrés se abordaron durante el combate y se hundieron a la mañana siguiente, perdiéndose noventa hombres. Los españoles hicieron todo lo posible por conservar al Revenge, un buque emblemático, considerado por Drake el más perfecto de su tiempo, pero naufragó y no pudo ser llevado y Lisboa y exhibido como trofeo de guerra. Bazán cumplió su palabra y los 95 prisioneros regresaron a Inglaterra en enero de 1592.


Del resto de la escuadra inglesa poco se sabe. Llegó Howard a Inglaterra entre el 2 y el 20 de octubre de 1591 y debieron de llegar muy maltratados en la corta lucha mientras abandonaban el lugar del combate. Los propios ingleses dicen que el Defence perdió la mitad de sus hombres, el Crane y el Golden Lion llegaron casi sin velas y otros tuvieron que pedir ayuda para entrar en Plymouth.


Mientras tanto, la escuadra de Monson tuvo pobres resultados. A finales de agosto se enfrentaron a seis galeras al mando de D. Francisco Coloma, donde los españoles capturaron un galeón de 200 toneladas, una zafra grande y una carabela, además de hacer prisionero al vicealmirante Monson. Pero es de destacar que sin el aviso de esta escuadra a Howard por medio del capitán Middleton, la escuadra inglesa hubiera tenido una total derrota.


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A los tres días del combate llegaron a las islas Azores las flotas reunidas de Nueva España y Tierra Firme, mandadas por los generales D. Antonio Navarro y D. Diego de la Rivera, siendo providencial la llegada de Bazán con su escuadra. Estas flotas llegaron muy maltratadas por los temporales, en uno de los cuales murió Rivera. En aguas del Caribe habían naufragado doce naves, de las 77 que componían las dos flotas.


Con la protección de la escuadra de Bazán se prepararon para zarpar de las Azores, aunque un nuevo temporal que duró varios días provocó que se hundieran dieciseis naves (en este temporal es en el que se perdió el Revenge), aunque se salvó la gente, la artillería y los efectos que transportaban. También se perdió en este temporal uno de los seis mercantes enviados a las Azores para auxiliar a Howard. Habían zarpado el 28 de agosto, demasiado tarde para asistir a la escuadra inglesa, regresando a Plymouth el 30 de noviembre después de pasar por mil penalidades. Según varios historiadores, incluso algunos contemporaneos, exageran las pérdidas de las flotas, cifrando éstas en 95 naves de un total de 120 que salieron de La Habana por las tormentas y los corsarios ingleses.


A pesar de las pérdidas en naves, los cargamentos de oro no se perdieron. Conociendo la amenaza del inglés se habían desembarcado en La Habana y se envió el cargamento en cuatro ligeras y rápidas fragatas que llegaron a Sevilla en enero de 1592.


D. Alonso de Bazán llegó a Lisboa el 9 de octubre, siendo los buques reparados para su pase a Sevilla. En Madrid no se entendió como una victoria sino como la pérdida de una oportunidad de derrotar totalmente a Howard, perdiendo Bazán su mando posteriormente. Pero tampoco en Inglaterra estaban contentos con Howard, siendo muchos los que consideraban que huyó cobardemente y abandonó a Grenville a su suerte, mientras que otros opinaban que el único responsable era Grenville por desobedecer una orden. La polémica no terminará nunca. Un marino holandés residente en la isla Terceira, Linschoten, conoció de boca de Martín Bertendona las últimas horas de Grenville en una cena a bordo del San Bernabé a la que asistió William Langhorne, comandante de las tropas inglesas, el oficial con el que se trató la rendición. Hablando en español, Grenville se dirigió a los oficiales españoles y les dijo lo siguiente: "Aquí muere Richard Grenville, en paz y satisfecho porque termina su vida como un buen soldado que ha luchado por su país, su reina, su religión y su honor. Cuando mi alma se desprenda de este cuerpo espero dejar el recuerdo de un verdadero soldado que ha cumplido con su deber. Pero los que me abandonaron se comportaron como perros traidores y por esta perversa acción siempre serán recordados con vergüenza y desprecio".


A pesar de las controversias, quedó muy claro en Inglaterra que España era de nuevo una potencia naval y hasta 1595 adoptaron una postura defensiva.





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