Una curiosa escuadra de la Marina Española del siglo XVIII contradice la lógica más aplastante de situar los barcos en la mar, ya que, armada con todo lujo y detalle, estaba enclavada en medio de la península, rodeada por tierras de secano.

Nos estamos refiriendo a la curiosa y pintoresca Escuadra del Tajo.


La Escuadra del Tajo se componía de quince embarcaciones: la Real; la falúa de Respeto; fragatas San Fernando y Santa Bárbara; Jabeques Orfeo y Tajo ; un bote de 9 remos; siete de 6 remos, uno en figura de pavo real y otro en la de venado. (poseo así mismo la descripción de cada uno, pero es tedioso mecanografiarlo. Si algún dato es requerido puedo revisarlo)
Farinelli la hizo construir aprovechando el paso del río por Aranjuez. El mismo la llama Escuadra del Tajo, y servía para pasear a los reyes, Fernando VI y Bárbara de Braganza en el atardecer.
El conjunto eran 15 embarcaciones, cuarenta cañones (no fuesen a atacar las truchas) 124 remos y 150 hombres de tripulación, cada uno con su sueldo, claro. Para el manejo y conservación de los buques se traía gente de mar del Departamento de Cartagena, amen de un alférez de fragata y tres artilleros para la artillería. Para conservación y arreglos se construyeron dos atarazanas, además de un dique cubierto y cerrado para proteger la Real. En las atarazanas se construyeron los cuarteles para la marinería, y por supuesto, una capilla bajo advocación de Santa Cecilia. Un hospital de 6 camas, con un enfermero de la gente de mar y asistido por el médico y el cirujano del Real Sitio, terminaba de completar “un perfecto arsenal de marina”
El conjunto estaba en un sitio conocido como el Sotillo, anteriormente depósito de madera.

Los barcos hacían cuatro millas de paseo, entre el embarcadero del Sotillo hasta el Puente de la Reina. Duraba el larguísimo viaje de las seis y media de la tarde a las nueve de la noche, dando comienzo estos en 1752, que embarcó la reina cuatro veces en la fragata, pero el rey no pudo hacerlo hasta 1753 que se construyó la Real. Desde 1754 Farinelli deja un detallado diario de estos viajes, desde el 15 de junio hasta mediados de julio, de 10 a 15 veces cada año. El diario termina el 18 de julio de 1757 (debió ser el alzamiento, claro)
La escuadra daba las voces de rigor de Viva el Rey y la artillería hacía las salvas de ordenanza (entonces no era por si las truchas....)
El paseo se hacía con música y Farinelli cantaba, la reina a veces a dúo con el. Había pesca, caza (de bichos achuchados hasta las embarcaciones) y una espléndida iluminación, (40.000 luces, 8.000 de cera y las restantes 32.000 de sebo) además de otros deleites de estas “noches venecianas”

De las notas de los diarios se recrean hermosos detalles costumbristas que ¿no os recuerda lo que el viento se llevó?

Farinelli fue el famoso cantor italiano de fama europea. Acudió a España en 1737 traído por Isabel de Farnesio para entretener la crónica melancolía del rey, Felipe V. Oyéndole este el 25 de Agosto en La Granja el efecto de su canto fue tal que le hizo entrar en razón, estando entonces en uno de esos periodos de semilocura (paseaba por la noche por el jardín, andrajoso y sucio....) El rey le impidió volver a Londres, donde tenía contratos pendientes, le hizo su músico de cámara y poco después su familiar criado, con dependencia única del rey y la reina. No volvió a escena, cantando ya únicamente para los reyes. Fue una pérdida, Barbieri había compuesto tres arias solo para Farinelli, pues su voz alcanzaba la textura de ¡más de dos octavas y media! Era el mejor cantante de su tiempo (y posiblemente hasta mejor que los Beatles)
Isabel de Farnesio quiso llevarlo a su retiro a La Granja (de tonta nada) pero Farinelli quedó al servicio del nuevo rey y reina, (que se mostraron más listos) siendo director de los entretenimientos reales. Farinelli cumplió con celo su trabajo, y entre otras cosas hizo la Escuadra del tajo. A la muerte de Fernando VI Carlos III cambió el ruido de la música por el de la escopeta (un antecesor de Napoleón, ¡si es que hemos sido los primeros en todo!) de caza y hace salir de España a Farinelli, pero conservándole su sueldo y cargos en agradecimiento a su siempre bien cumplida misión. Farinelli parte en 1759 a Bolonia, se construye un palacio donde muere en 1782.

Un saludo

Muy interesante, ya sabemos a que se destinaba parte del dinero de la marina....si es que...no tengo palabras.

Gracias Espaldar.

Pues sí, Pelayo, estoy leyendo el Bordejé sobre la primera parte del XIX y se me cae el alma a los pies: marinos, bravos todos ellos, que dedicaron toda su vida al servicio de la patria, y acabaron sus días mendigando limosna, muriendo en la más absoluta pobreza, o solicitando asilo en residencias de inválidos porque no tenían donde caerse muertos...

En la misma línea, durante los últimos años del reinado del inefable Fernando VII, los presupuestos otorgados a la Armada eran menores que los de la casa real. Por tanto, no es de extrañar que ante la inefectividad derivada de ello se potenciase lo que más halagaba al monarca, su flotilla de falúas reales de recreo, cuyo inspector general era el duque de Alagón y a cuyo frente se encontraba, nada menos, que... ¡¡un brigadier de la Armada!! Manuel Clemente, que tenía a sus órdenes 99 personas.

¿Era el mismo Manuel Clemente que en septiembre de 1810 prestaba servicio en el apostadero de Montevideo como teniente de fragata al mando de la zumaca "Aranzazú"?
Saludos Gerardo

He aqui la armada del Tajo:











Las faluas reales se conservan en las dependencias del palacio Real de Aranjuez.
La Aventura de la Historia nº 31, Arturo Arnalte.