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Navío de 60 cañones comprado a un particular en Génova en 1761. También llamado Nuestra Señora del Buen Consejo. En enero de 1762 ya se encontraba en la bahía de Cádiz con otros 12 navíos (ver navío Real Fénix).



En 1763, al mando del capitán de fragata don Joaquín de Olivares y Centeno, zarpa de Cádiz rumbo a Veracruz, perteneciendo a la flota del mando del capitán de navío don José Zapiaín, para llevar tropas y pertrechos.



La Corona española decide explorar la navegación directa desde Cádiz hasta las islas Filipinas, realizando quince viajes entre 1765 a 1783, que dio como resultado la creación de la Real Compañía de Filipinas por real cédula el 10 de marzo de 1785. La primera de estas travesías fue la realizada por el navío Buen Consejo, al mando del capitán de navío don Juan Casens (Casenas o Caseins), que salió el 12 de marzo de 1765 desde Cádiz rumbo a Manila, recalando en Río de Janeiro, pasando por el cabo de Buena Esperanza a partir del 18 de noviembre y llegaron a Manila sin novedad en el mes de agosto. Otras fuentes señalan que llegó a Manila el 1 de octubre de 1766, tras dieciséis meses de singladura. Era su segundo en el mando el capitán don Juan de Lángara. Regresó a Cádiz en julio de 1767.



El 23 de enero de 1768 volvió a zarpar de Cádiz rumbo a Manila al mando del mismo capitán de navío Casens haciendo escala en los puertos de Achem, Malaca y Batavia. A finales de enero de 1770 sale de Manila, en Filipinas, acompañado por las fragatas Venus, capitán de fragata don Manuel González Guiral y Santa Rosa de Lima, capitán de fragata don José Soroa Lorea, llevando a bordo a un grupo de jesuitas expulsados por orden de Carlos III. Llegan a Cádiz el 10 de agosto de ese mismo año.



El 29 de mayo de 1772, al mando del capitán de navío don Julián Antonio de Urcullu, zarpa de Cádiz con la Flota a Nueva España al mando del jefe de escuadra don Luis de Córdoba y Córdoba, compuesta por tres navíos de escolta, Dragón, América y Buen Consejo, y trece mercantes. El 8 de julio de ese año se hundió en los bajos de la bahía Stoney, de la isla Anguilla, la más al norte del grupo de las Leeward, al calcular de forma errónea el capitán Urcullu la distancia a la que se encontraba de los bajos de la isla. Toda la tripulación sobrevivió. En este último viaje llevaba 50 frailes franciscanos, cuyo destino final eran las islas Filipinas. También se perdió el mercante Jesús, María y José, alias Prusiano, mandado por el capitán Iturralde.

Curioso que un navío de guerra se adquiera comprándolo a un particular. Supongo que ese buen hombre sería propietario del buque sin la artillería pesada, y que luego de comprarlo, la Corona española lo dotó de cañones.

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No conozco el caso particular de este navío, pero ya sabemos que los navíos mercantes se diferenciaban poco de los de guerra en el aspecto exterior. Supongo que se adquirió a buen precio y era un buque muy marinero, como lo demostró en sus largos viajes posteriores. Lógicamente, tuvo que ser remodelado para que sirviera como buque de guerra, sobre todo en su interior, haciendo camarotes, refuerzos, e instalando la artillería pesada en la batería baja, pues como buque mercante serviría ese espacio para llevar mercancías. Se puede tomar como ejemplo el navío Soberbio 1º. adquirido en préstamo en 1740 hasta 1748.