La batería flotante denominada
Barcaza Espín, debida al oficial de la marina española Juan de Ochoa, fue dada a conocer (1862) por el erudito Ferrer de Couto, quien acompaña el diseño del inventor, junto con otros documentos descriptivos que dan idea acabada de aquel invento.
Ochoa se proponía utilizarla para la reconquista de Gibraltar y Mahón, y al propio tiempo dotar a los buques de una
bala-tenaza, maravillosa, según él, para desarbolar navíos. Del doble invento hacía oferta al rey Felipe V, suplicándole por medio del marqués Scotty que lo adoptara.
La
Barcaza Espín era un casco de capacidad ordinaria, con 8 cañones por banda, otros tantos remos, cada uno entre porta y porta, y provisto de espolones de hierro, uno de superior tamaño en la proa y 8 a cada costado, precisamente debajo de los cañones.
Tenía una especie de tinglado formado por grandes portas de que se componía la cubierta, completándose esta fortificación con otras portas que cerraban por la popa y por la proa dicha cubierta, aconsejando a este propósito el autor que, de hacerse el casco ex profeso, se fabricase lo suficientemente fuerte para resistir el peso de los cañones, y que se cubriera luego con
planchas de hierro de un dedo de grosor, a partir de la misma quilla.
Advertía por último que abriendo las cubiertas y arbolando el casco, podía navegarse con la barcaza por donde conviniese.
"No puede negarse - dice Ferrer de Couto - que el buque a que nos referimos debe considerarse como fundamento de las baterías flotantes ensayadas contra Gibraltar 52 años después con un éxito muy desgraciado, el cual no habría sido tan infeliz de no haberse prescindido en la construcción del forro o planchas de hierro que Juan Ochoa proponía para la defensa de su buque, y con las cuales no habría sido tan fácil el incendio que consumió nuestras 13 cañoneras en la bahía de Gibraltar por las balas rojas que les enviaron las baterías de la plaza".
La paz ajustada con Inglaterra perjudicó seguramente al proyecto de Ochoa., y aunque no le quitara oportunidad, pasó con otros expedientes al archivo del Estado, conservándose en el Museo Naval. Es, sin embargo, muy digno de ser conocido, en cuanto el inventor español se adelantó a los constructores de otras naciones en el sistema de baterías flotantes acorazadas.
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Fuente:
La Marina Militar Española
F. Condeminas