MARÍA.
ESCUADRA DEL GENERAL ÁLAVA.
La escuadra del mando del general D. Ignacio María de Álava, destinada á un viaje de circunnavegación, fue distraída de este objeto por la noticia de la declaración de guerra á la Gran Bretaña, que la alcanzó en el puerto de Manila en Marzo de 1797. Modificado con ella el plan de la navegación, salió la escuadra con el fin de asegurar la recalada de la nao de
Acapulco, que conducía el situado del Archipiélago, recurso principal para su defensa. En este crucero su- frieron los buques un huracán, cuyos efectos participó el general Álava en los siguientes términos:
Excmo. Sr.: La correspondencia que en esta ocasión remito á V. E. le informará de mis determinaciones á consecuencia de haber recibido la noticia de la declaración de guerra contra Inglaterra; de los obstáculos que para ponerlos en ejecución había que vencer, y que no dudaba conseguir mediante los esfuerzos y actividad aplicada, como efectivamente su- cedió, poniendo en el mejor estado dos navíos y cuatro fragatas con que di la vela el 20 de Abril, dirigiendo mi derrota cual manifiesta el extracto adjunta del diario que incluyo á V. E. para su más cabal co-nocimiento; pero uno de aquellos extraordinarios huracanes, de que yo no tenia idea ,y que aun en mares procelosos como estos, se mira como un fenómeno en el tiempo del año en que acaeció, asaltó á la escuadra, del Rey la noche del 24, cerca del paralelo del Cabo-Bojeador y la desarboló de todos sus palos, á pesar de las medidas de precaución que había tomado desde por la tarde, que me puse á capear el tiempo. A las diez de la noche, la suma oscuridad y recio viento inutilizaba las señales y no permitía verse luz alguna de los buques; y antes de las doce todos se hallaban enteramente desarbolados.

El navío San Pedro en que yo me hallaba empezó á hacer tan gran cantidad de agua por los agujeros de los pernos de las hembras del timón que se desprendió
pocas horas después del desarbolo, y por otros parajes del casco que padecieron los fuertes golpes del timón y escombros que mantuvo á sus inmediaciones durante algunas horas de no dejar arbitrio para separarlos, que en diferentes ocasiones pasé por el vivo dolor de creer la ruina de más de 600 hombres; de ver inutilizadas en gran parte las soberanas intenciones y discontinuados desvelos para verificarlas, destruidos en el espacio de pocos momentos.
A las once del día siguiente, vuelto el tiempo á un estado regular, me encontré solo, pero no dudé que los demás buques hubiesen sufrido igual desastre, porque el huracán llegó á tal furia á las dos de la ma-cana, que se llevaba todo cuanto no estaba de firme en el casco del buque, de modo que no quedó cosa sobre cubierta, ni dejó ningún farol de popa de cuantos tenían los buques, á pesar de las túnicas y herrajes con que estaban asegurados; y de este modo continuó sin intermisión hasta las siete de la mañana del 25 que empezó á ceder. La gruesa mar que se conservó en algunos días, á pesar de las calmas que se siguieron, no permitió que por aquel se pudiese formar bandola, y hecho juguete de las hondas solo se trató de agotar el agua que á la sazón era de más de 10 pies en bodega, de 40 pulgadas por hora, y tomaba aumento contra el esfuerzo incesante de todas las bombas, por lo cual fue necesario abrir escotillones y sacar el agua con baldes, tinas, etc., por cuantas partes se podía, teniendo empleada toda la tropa y marinería en incesante y duro trabajo.

La mañana del 26, en que el estado del navío daba incremento á mi cuidado, avisté la nao San Andrés,, procedente de Acapulco. Había experimentado esta el bajío en la proximidad de la tierra de Luzón, reconociendo al amanecer de aquel día Cabo Bolinao, con cuyo abrigo la impresión del huracán no le fue tan fuerte, pero muy suficiente para que perdiese sus masteleros, palo de mesana, y rindiese el trinquete. El bote de este buque y otros socorros que me facilito por entonces me fueron de grande auxilio, tanto para contener el agua como para armar bandolas, construir un timón, cuya maniobra merece particular recomendación, y ponerme en estado de regresar á este puerto.
A la vista de la isla del Corregidor, con la del Montañés en igual triste estado que el San Pedro, excepto el agua, empezaron á realizarse mis sospechas. sobre la suerte del todo dé la escuadra, y el comandante de aquel, luego que la proximidad lo facilitó me dio noticia de que las fragatas Cabeza, Fama y Lucia habían entrado en el puerto.
La nombrada Maria, á cuyo capitán había dado yo comisión particular para San Blas, como instruirán á V.E. mis cartas de la correspondencia citada, no ha parecido, ni he podido adquirir noticia alguna de ella; pero me persuado á que convencido Quintano de la importancia de su encargo, continuase á toda costa la navegación con solo la instrucción que le tenia dado, y sin embargo de no haber recibido los pliegos de V. E. que debía recibir el mismo día 24 y ahora
dirijo; pero esto no me quitará el cuidado en que estoy por su suerte, hasta saber el paradero que ha tenido.

El bergantín particular, que bajo las órdenes del teniente de fragata D. José Godoy, se hallaba en la mar, aun antes de la salida de la escuadra, para dar cumplimiento al encargo que le cometí, experimentó iguales desastres, viéndose casi perdido en los días 22 y 23 de Abril; pero llegó de arribada al rió de Manila desarbolado, haciendo agua, y sin más pérdida de gente que la del práctico, que trastornado su juicio á la finalización del temporal, se arrojó al mar y no hubo medio para salvarlo. Es digno de notarse, que no hallándose este buque á 40 leguas de la escuadra, cuando esta padeció el temporal la noche del 24, experimentó una calma absoluta, en las mismas horas, que la nao San Andrés, á igual distancia por diferente rumbo tuviese también distinto viento, aunque-, poco menos impetuoso (1.
Este ha sido, Excmo. Sr., el éxito de una campaña en la que, si conseguí el principal objeto, cubriendo la llegada del galeón, ha sido á costa de un descalabro cuyo remedio aquí pide el trascurso de muchos meses. La causa que lo produjo fue tal, que sus efectos se han extendido á la desolación dé las sementeras y árboles de algunas provincias del norte de esta isla; en la de Panay, toda la provincia de Capíz,
(1) Como se ve, en esta época no era conocida la teoría de los huracanes.

perdiéndose en la de Antique 26 embarcaciones y no libertándose los edificios mejor construidos cuales son los templos, en cuya suerte han sido iguales los de la isla de Samar y la embarcación que últimamente condujo el situado á las islas Batanes y Ba-buyanes, ha corrido la misma triste desgracia.
He tomado las más eficaces medidas para que se boga el corte de las arboladuras con la mayor breve- dad, destinando oficiales y otros facultativos que asegurando el acierto de esta operación la activen y concluyan en el menor tiempo posible, para lo cual, como para todo cuanto he pedido, me ha franqueado este gobernador los auxilies, y al mismo tiempo se trabaja «n preparar para la quilla, sucesivamente, á todos los buques, exceptuada la fragata Santa María de la Cabeza, que es la única que ha conservado todas las hembras del timón, y que por este motivo excusa tal maniobra, para la cual es difícil calcular el tiempo que deberá emplearse, tanto más que en este momento llaman toda la atención los preparativos de defensa en que se está trabajando por recelos de un próximo ataque del enemigo, de cuya noticia hablo á V.,E. en oficio separado.—Dios, etc.—Gavite .10 de Julio de 1797.—Excmo. Sr.—Firmado.—Ignacio M. de Álava.—Exorno. Sr. D. Juan de Lángara.


Extracto del diario del jefe de escuadra D. Ignacio María de Álava, comandante general de la destinada á los mares de Asia, desde el día en que la escuadra entró en este puerto hasta el regreso de la última salida al mar en el mes de Abril.

Enero 8. —Se trasladó la escuadra al puerto de Cavite desde la barra de Manila para poder rehabilitarse, y quedar en todo Marzo, si era posible, en disposición de poder salir al mar y aprovechar parte de la monzón de NE. para hacer una campaña útil, si antes se recibían noticias de rompimiento con los ingleses. No hubiera sido difícil, en efecto, lograrlo, á no ser por la obra del navío Europa y fragata Pilar á quienes, además de la necesidad general de reconocer los costados y cubiertas, recorrida de aparejo, velamen y otros reparos en la arboladura, se agregaba la de tener que pasar por una obra considerable en sus cascos, á causa de la gran pudrición que se descubrió, particularmente en el Europa. , por los co-cederos, durmientes de la primera cubierta y otras piezas principales, sin contar con el agua que hacia. Este reparo que era de precisa necesidad, atrasaba muchísimo la habilitación de estos dos buques; sin embargo, con la maestranza de la escuadra y auxilio de la del país, púsose en obra su carena y prin-


cipiaron los demás trabajos con el mayor calor. Establecióse en Cavite al mismo tiempo, y con los propios auxilios de la escuadra, un hospital para los enfermos, y se puso por obra en el pueblo de Cavite Viejo la construcción de un aljibe con noria y muelle , para hacer la aguada de los buques que tienen que traerla de gran distancia con mucha dificultad y costo.
Marzo 16. Estaban los trabajos en su mayor fuerza, cuando el 16 entró el bergantín Activo que venia de San Blas con noticia de la declaración de guerra. Esta novedad me hizo tomar todas las providencias necesarias para apresurar la habilitación de la escuadra sin contar con el Europa y la Pilar que debían necesariamente quedar en puerto, porque no podían, como se ha dicho, alistarse sus cascos ni en dos meses, por el corto auxilio de la maestranza del país, floja, no de la mayor habilidad y poco numerosa por estar empleada la mayor parte en la carrera de la nao que debía salir para Acapulco en la estación oportuna.
Abril 6. Todos los demás buques que estaban desaparejados y por recorrer sus costados y cubiertas, aun el Montañés se hallaron pronto en la barra de Manila el 6 de Abril á recibir solo los víveres, aunque de antemano di providencias y tomé todas las medidas para el acopio de estos. La elaboración del pan fue larga, y así la escuadra no pudo menos de ser detenida por este motivo.
El principal objeto de la salida de la escuadra al mar lo más breve posible era para aguardar el navío

San Andrés que venia á recalar desde Acapulco sobre el cabo Bojeador y convoyarlo hasta este puerto. Debía haber salido de allí, por noticias que se tenían, de mediado á fin de Febrero, por consiguiente urgía que la, escuadra saliese en todo Abril.

20. Hízose cuanto fue posible por conseguirlo, y en efecto, di la vela el 20 al medio día, llevando solo el pan necesario para un mes y por equivalente cantidad de arroz. A las ocho de la noche logré estar á la parte de fuera de la isla del Corregidor que forma la boca de la bahía: siguió la escuadra con el viento al NE. á franquearse de la costa solo lo necesario para. precaverse de ella y sin perderla de vista navegar ganando latitud.
21. Nuestra situación el 21 civil á medio día era bajo la marcación del paralelo de Monte Capones: el viento flojo del NNO. pero refrescó después, y obligó á la escuadra á tomar un rizo á las gavias. De noche estuvo variable con ráfagas, truenos y relámpagos.
24. E1 24 refrescó y se advirtió una mar tendida del SE. que daba indicios de mal tiempo; estaba el cielo este día cubierto de nubes y la atmósfera muy cargada, pero la confianza de la buena estación que se aseguraban los prácticos que llevábamos del país y se habían embarcado para la campaña en cada uno de los buques de la escuadra, nos hacia esperar que nada se realizasen estos anuncios ni los del barómetro, que había bajado considerablemente. Sin embargo, mandé en la tarde, por señal, echar abajo las vergas de juanete, y antes de anochecer quedó toda la escuadra regularmente unida y á la capa con
trinquete y mesana, llevando la proa al SE. con viento bastante fresco del primer cuadrante. También se aseguró la artillería por si arreciaba el tiempo. Nuestra situación era á esta hora por los 17* 51' de lat. N. y por 234° 56' al O. del meridiano de Cádiz á distancia de 30 leguas de la costa más próxima de Luzón. El viento fue arreciando por instantes y cargándose la atmósfera de tal manera que á las nueve solo veíamos la luz de uno de los buques de la escuadra, que estaba un poco á barlovento nuestro. A las once y media el viento era furioso y la mar agitada: se desfondó la mesana y falló la amura de trinquete: al mandar cargarlo observé que se mantenía bien sin flamear, y dispuse que no se hiciera no-vedad, pues lejos de ganar con esto se perdía mucho, quedando más fácilmente expuesto el navío á' desarbolar hallándose sin vela, por los balances que deberían ser más violentos. Media hora después el palo de bauprés se partió por fuera de las trincas; siguióse venir abajo el de trinquete; muy luego el de mesana, y por último el mayor, todos partidos inmediatos á las fogonaduras.

En esta situación, nos ocupábamos á las doce y media en desembarazar parte de la arboladura y picar su jarcia con la poca gente que en aquella ocasión habla con suficiente serenidad, destreza y ánimo para tal faena. La arboladura toda en el agua por la banda de sotavento, daba mucho cuidado por los continuos golpes que sufría el buque en aquella parte con los balances. Por último, con uno de ellos se partió el timón por el azafrán
y lo advertimos á la una, que habiendo acudido á poner la cafia de fierro, por haberse roto la que tenia, nos quedamos sin él, quedando por consiguiente cual boya al arbitrio del mar y del furiosa viento, que ya había llegado al grado de huracán. La inmensa cantidad de agua que caía del ciclo y la que entraba del mar, no podía salir por los imbornales y se agolpaba en la bodega. Se aplicó la gente á las bombas, que apenas podían dar abasto, y esto me hizo creer que el navío había recibido daño en el casco”, Desde las ocho y media de la mañana la fuerza del viento era tan espantosa, que jamás he experimentado nada que se le pareciese, y aunque hasta entonces» creímos que pudiera haber algún buque de la escuadra que no quedase del todo desarbolado, desde esta hora no solo no lo dudamos, pero esperábamos peores resultas. Cuando amaneció reconocimos nuestra total falta de timón, que se desprendió arrancando enteramente tres hembras y rompiendo uno de sus machos-que quedó en otra, según vimos después por el reconocimiento que se hizo, y por esta parte hacia el navío una gran cantidad de agua.

Cuando la caída del palo trinquete, estaba alguna, gente en la cofa, pero solo perdimos un hombre que se fue al agua. También murió otro estrellado por la lancha que se destrincó, y fueron las dos únicas des-gracias, pues aunque resultaron heridos 51 en el navío, todos libraron la vida. Merece los mayores elogios por su intrepidez y bizarría un guardián llamado Antonio Mousillo: este hombre se distinguió extraordinaria-


mente, y me causa gran dolor haberlo perdido en este hospital por una disentería que le sobrevino después de nuestra llegada.
25. Hasta las siete y media de la mañana siguió «1 huracán con toda su fuerza: llovió copiosísimamente; la atmósfera estaba tan cargada, que apenas se veía el mar. A las ocho por fin cedió el viento de mucha parte de su fuerza y empezando á desprenderse la nube, abrió algún tanto. Á las diez era ya muy moderada y se conocía claramente que iba á acabarse el temporal. El agua que había en bodega, á pesar del continuo trabajo de las bombas, daba una idea cierta de que el navío hacia mucha; pero no podía saberse la cantidad ni el paraje por donde se introducía: por esto se procedió á hacer un reconocimiento interior y hallóse que efectivamente la hacia el navío muy considerable por popa, entre yugo y yugo, á poco más de una vara distante del codaste á la banda de estribor, de lo cual y de la falta del timón se dedujo que era producida por alguno de los agujeros que dejarían los barrenos de las hembras arrancadas. Este accidente aumentó nuestra fatiga en proporción del ningún auxilio que teníamos y el ver que aunque con mucho trabajo y dificultad se consiguiese echar alguna de las embarcaciones menores al agua, para hacer un reconocimiento por fuera, seria en vano el intentarlo, pues la mucha mar y viento no lo permitía. La noche de este día llegó á hacer el navío 40 pulgadas por hora. Aumentaba el agua en gran cantidad en la sentina, de modo que, no siendo, suficientes las dos bombas españolas y una de las de cadena para
contenerla (la otra bomba estaba descompuesta), mandé abrir escotillones en entrepuentes para ayudar á sacarla juntamente que con la porción de baldes que al mismo fin estaban empleados en el pozo de proa y Santa Bárbara. A las dos y media de la mañana se logró poner la cuarta bomba corriente, y por medio de todas ellas y de que el trabajo de la gente era proporcionado al riesgo, se consiguió al fin que empezase á disminuir, aunque poco. No se vio en este día 25 embarcación alguna de la escuadra, y serenado ya el tiempo nos ocupamos en el trabajo de las bom-bas; zafar el buque y armar una cabria para arbolar las bandolas. Se preparó igualmente, á fin de que como provisional pudiera servir de timón, una verga que atravesada por la popa con dos cureñas en sus extremos con suficiente peso para que las sumergiera, se manejase por medio de dos aparejos que de una banda y otra, venían á dar al alcázar.

26. Al amanecer avistamos una embarcación no muy lejos, que de vuelta encontrada cenia al E., desarbolada de masteleros y palo mesana. Era natural suponer fuese de la escuadra y por tanto mandé hacer las señales que convenían en la ocasión, mas viendo que no daba muestras de entenderlas y sospechando que pudiese ser la nao San Andrés, procedente de Acapulco, objeto principal de mi salida, se le largó la bandera del Rey asegurada con cañonazo repetido de tiempo en tiempo en señal de pedir socorro. Esto produjo el efecto deseado, pues viendo la situación del navío, incapaz de movimiento, se resolvió á arribar


el teniente de navío D. Marcelo Ayensa que lo mandaba, y acercándose á la voz me ofreció sus auxilios y me prestó algunos que me fueron de grande utilidad,. así para contener el agua, como para hacer un timón suficiente para conducir el navío á este único puerto capaz de servir para su seguridad y rehabilitación. Uno de los auxilios que me dio el comandante de la nao, fue de carpinteros y calafates, á causa de que todos los de la escuadra, excepto los de cargo, habían quedado en puerto para la habilitación del navío Europa y fragata Pilar, el viento era muy flojo del N. y estábamos con proa al O., sin ser todavía dueños de poder hacer otro rumbo.
Nos hallábamos al medio día por la longitud estibada de 255° 20' y en la latitud de 17° 1' N.; medio armada nuestra bandola de proa y trabajando en las demás. El viento era casi ninguno, por consiguiente como de nuestro mal timón provisional no podía hacerse ningún uso, no cupo el hacer que arribara el navío para tomar la vuelta de tierra, y aunque se intentó dar un calabrote á la nao San Andrés para que nos remolcara, ó al menos ayudara a que tomásemos. la vuelta contraria, fue en vano porque faltó dos veces la guía.
Hizose el reconocimiento para descubrir el agua que hacíamos de popa, y se consiguió, buscando los calafates, tapar siete agujeros de los que dejaron los pernos de las hembras del timón, metiendo á fuerza de mucho trabajo en ellos unos cuantos espiches de madera, con lo cual notamos en breve una gran dife
rencia en el agua que se hacia, tanto, que conocimos desde luego que de taparlos todos se seguiría el atajar la mayor parte.

En todo el día pudimos conseguir el hacer arribar el navío, y estábamos seguros de qué no llegaría el caso á no entrar un viento algo fresco, con el cual, tomando salida, pudiesen hacer las aguas tal -efecto en la máquina que se deseaba hiciese el oficio de timón. En vista de esto, y que no había otro puerto de arribada para remedio de nuestras necesidades que la bahía do Manila, dispuse que, respecto que había machos de respeto abordo y que habían quedado dos hembras bajas con la alta de fierro, se intentara hacer un timón y calarlo. Púsose en obra, y se pidió para ello al San Andrés un mastelero y una verga de cebadera, que principalmente nos hacia falta. La forma del limón se reducía á la figura de un triángulo con uno de sus lados prolongado, que era el que había de servir de madre. Resultaba por pala el triángulo que forrado de tabla por una y otra cara, debía formar un cajón, el cual, macizado de lastre y lingotes, se sumergiese suficientemente para calarlo con facilidad. Pesaba este timón, según se vio después en el arsenal de Cavile, con reatas, jimelgas y todo su giiarnimiento 106 quintales.
27. El timón nos favoreció mucho para adelantar nuestros trabajos, y así la noche del 27 quedaron todas las bandolas arboladas, y por consiguiente con algunas velas de que poder hacer uso. No nos faltaba ya más que timón con que gobernar, pues se logró

achicar el agua hasta no quedar más que 10 pulgadas sobre cuaderna, y á no hacer más que 8 por hora después de haber tapado otros 4 agujeros de clavos.
28. El San Andrés se mantenía siempre á la vista é inmediato, prestándonos cuantos auxilios podía.
La mañana siguiente pudo su comandante tomar el remolque y ayudar á que cayese el navío de la vuelta contraria, que se consiguió al fin, y quedamos con proa de ESE. con el viento al NE. muy flojo, y hubiera continuado con él, pero fue preciso dejarlo.
29. Armadas del todo las bandolas andábamos
con ellas una milla por hora al rumbo del SE. y ESE.
con viento al NE. A las cinco de la tarde, con la
poca mar que había de NNE. y casi ningún viento,
dio el navío en seguir arribando hasta el S..1/4 SO. y
fuimos en esta forma sin que hubiera arbitrio de po
der tomar nuestra primera posición de ceñir por ba
bor el viento. Poco antes de anochecer, viendo que
nos alejábamos para el SO. del San Andrés que que
daba al NE. ciñendo el viento por babor, distante ya
de 3 á 4 millas, hicimos por tomar la vuelta del
ONO., ya que otra cosa no podía ser, y lo conseguimos. Era ya de noche cuando hicimos la señal al cañón y con faroles de ceñir por estribor el viento, pero no vimos que contestase: disparamos después cañonazos de rato en rato para manifestar nuestra situación, á qué tampoco contestó, ni lo
la noche; sin embargo, hasta las 12 se mantuvo encendido un farol al tope mayor.

. Cuando amaneció nos encontramos solos, de


que inferí que el San Andrés había seguido toda la noche la huella del ESE. A las nueve dé la mañana inmediata se concluyó el timón y arriado al costado del bote que nos había quedado de la nao, se llevó á popa y á las doce llegó á estar en su sitio y perfectamente calado. Colocóse la caña de Cerro que venia á dar á la cámara baja, y puestos sus guardines quedó del todo corriente.
. Mayo 3. No hubo casi viento hasta este día, que entablado por el SSE. navegamos gobernando perfectamente con el nuevo timón al rumbo del ESE. A las cuatro de la tarde avistamos tierra por E. 1/4 SE. y antes de anochecer se marcó punta de Bolinao al E., y la de Tambobo al S. 65° 0. Navegamos en demanda del puerto con vientos muy flojos, por la noche, al terral y de día á la virazón, sin que ocurriese novedad.
7. Por la mañana avistamos el navío Montañés en -bandolas, desarbolado de los cuatro palos, que gobernaba para ganar el puerto. Vino un oficial á dar parte de todo lo que les había acaecido después de la separación: estaba también sin timón y gobernaba con espadilla. Por este oficial supe que habían. entrado en Manila las fragatas Cabeza y Fama, y que la Santa Lucía quedaba fondeada á la parte de adentro de la isla del Corregidor, todas desarboladas de los cuatro palos y sin timón la última. El navío San Andrés se hallaba también á la vista y bordeando para coger el puerto. El viento era SE. flojo.
8. En la noche logré sobre bordos coger fondo cerca

distante como media milla.
9. En el mismo paraje fondearon también el San Andrés y el Montañés. A las cinco y media de la tarde, hecha la señal de dar la vela, zarpé con los tres buques á favor de la virazón del O., y navegando* toda la noche, llegarnos el 10 por la tarde á fondear frente de la ensenada de Cañacao, de donde el 11 por la mañana nos enmendamos á este fondeadero.—Arsenal de Cavile 20 de Junio de 1797.—Firmado.— Ignacio M. de Álava.

Contra la esperanza de este general, jamás volví á saberse de la fragata Marta. Ni en las costas del Pacífico, donde se la supuso, ni en ninguna de las Filipinas, apareció vestigio de su naufragio, confirmándose con esto la suposición de haber zozobrado en la noche del huracán. Sin embargo,- hasta diciembre de 1800 se esperaron noticias suyas, dándose de baja el buque y sus tripulantes por Real orden de 17 de este mes.
Perecieron con esta fragata, de 54 cañones, 322 personas que formaban su dotación, inclusa la plana mayor, cuyos nombres se expresan á continuación:
Comandante capitán de
fragata . Fernando Quintano.
Teniente de navío.. . . Joaquín Briones.
Id. de fragata.. . Francisco Perier.
Id. Id. . . . Bruno González.


Alférez de navío. ... D. Claudio de Álava.
Id. Id Pedro Meñaca.
Alférez de fragata, . . Luis de Sesma.
Contador José Gayoso.
Capellán Juan Báez.
Id Francisco Funez.
Piloto José Gutiérrez.
íd . . Francisco Villarnovo.
Id José de Soto.
Médico José Bermejo.
El mismo general Álava, en el extracto de su diario de la campaña inmediata, decía tratando de esta fragata:
La nombrada María había desaparecido la noche del 24 al 25 de Abril del año 97, en que sin duda alguna se fue á pique en el terrible huracán que padecí Á la altura de Cabo Bojeador, que destrozó toda la escuadra, y en que así el navío de mi insignia, como -otros varios buques estuvieron muy próximos á padecer la misma suerte.