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Construido en el astillero de la Habana en 1786. Botado el día 4 de noviembre, a los 9 meses y 7 días de puesta su quilla.


Fue un donativo a la Corona del comerciante don Pedro Romero de Terreros, primer conde de Regla, que quiso se denominase Virgen de Regla. Finalmente fue bautizado como Conde de Regla.


El proyecto fue realizado por el ingeniero don José Romero Fernández de Landa, según su diseño de los navíos de tres puentes tipo “Meregildos” (ver navío Santa Ana 2º).


En 1787 zarpa de La Habana siendo su destino el puerto de Cádiz, entrando en su bahía el 10 de agosto de 1787 con caudales y otros géneros, en conserva de la fragata de guerra Liebre.

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En septiembre de 1787 realizó sus pruebas de mar en aguas del cabo de San Vicente con la escuadra de evoluciones del teniente general don Juan de Lángara. El 9 de enero de 1788 entró en el segundo y nuevo dique del arsenal de La Carraca.


En 1790 es movilizado en Cádiz para unirse a la escuadra del teniente general don José Solano Bote, marqués de Socorro, a causa del incidente de Nootka con los británicos, que estuvo a punto de provocar una guerra. Estaba al mando del brigadier don Gabriel Guerra e insignia del teniente general don José de Mazarredo y Salazar, segundo en el mando de la escuadra.


El 6 de mayo de 1793 zarpa de Cartagena al mando del brigadier don Sebastián Ruiz de Apodaca y Eliza con la escuadra mandada por el teniente general don Francisco de Borja para la campaña de Cerdeña en el marco de la guerra contra los franceses.


En 1794 realizó con la escuadra de Borja una campaña en el Cantábrico. Apodaca dejó el mando del navío al ser ascendido a jefe de escuadra el 6 de diciembre de 1794.


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En 1795 se encontraba en el Mediterráneo, en la escuadra del teniente general don Juan de Lángara, al mando del brigadier don Francisco Ruiz de Cárdenas. El 11 de octubre de 1795 pasa a ser mandado por el capitán de navío don Fernando Daoiz, estando en la escuadra del Mediterráneo.


En 1796 arbolaba la insignia del teniente general don José de Córdoba y Ramos, que era segundo comandante de la escuadra del Océano, al mando de don Juan de Lángara.


Zarpó de Cádiz con la escuadra el 26 de septiembre de 1796 y entraron en el Mediterráneo, cruzando por las costas de Córcega, Italia y Francia. Zarparon de Tolón y entraron en Cartagena el 20 de diciembre. España se encontraba de nuevo en guerra contra Gran Bretaña.


El 14 de febrero de 1797 estuvo en la batalla naval de cabo San Vicente al mando del brigadier don Jerónimo Bravo e insignia del jefe de escuadra francés don Claude Francois Renard de Fuchsemberg, conde de Amblimont. Era su segundo comandante el capitán de navío don Juan Darrac. En esta batalla tuvo nueve muertos, entre ellos el conde de Amblimont, y 44 heridos.


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Tras la batalla de San Vicente entró la escuadra española en Cádiz, siendo bloqueada por la británica de John Jervis hasta 1799.


En mayo de 1799 zarpa de Cádiz con la escuadra al mando de don José de Mazarredo para unirse en el Mediterráneo a la francesa al mando de Eustache Bruix. Estaba al mando del brigadier don José de Escaño e insignia del jefe de escuadra don Antonio de Córdoba.


Unidas las dos escuadras en Cartagena, zarpan rumbo a Cádiz. En el mes de julio zarpan rumbo a Brest, pero los navíos Santa Ana y Conde de Regla volvieron a Cádiz al poco de zarpar, y entraron en el dique para carenarse.


En 1808 se encontraba en Cádiz y se ordena su desguace por un Real Decreto del 10 de junio de ese año, expedido en Madrid por el duque de Berg, incluyendo también a los navíos Soberano, San Fermín y San Gabriel que se encontraban en Cádiz, por ser inútiles para el servicio. Desguazado en La Carraca en 1811.


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Bibliografía

Gaceta de Madrid, Habana, 6 de noviembre de 1786, nº 1, página 2, publicado el 2 de enero de 1787.

Gaceta de Madrid, Cádiz, 10 de agosto de 1787, nº 67, página 555, publicado el 21 de agosto de 1787.

Gaceta de Madrid, Isla de León, 11 de enero de 1788, nº 7, página 54, publicado el 22 de enero de 1788.

Carlan, J. “La estraña navegación del almirante Bruix en aguas españolas, abril-agosto de 1799” Revista General de Marina, febrero de 1949.

Fernández Duro, Cesáreo. La Armada Española, desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón. Tomo VIII. Museo Naval, Madrid, 1973.

Garmendia Arruebarrena, José. Tomás Ruiz de Apodaca, un comerciante alavés con Indias (1709-1767). Diputación Foral de Álava, Vitoria, 1990.

González-Aller Hierro, José Ignacio. La campaña de Trafalgar (1804-1805). Corpus Documental. Tomo I y II, Ministerio de Defensa, Madrid, 2004.

Juan-García Aguado, José María de. José Romero Fernández Landa. Un ingeniero de Marina en el siglo XVIII. Servicio publicaciones Universidad de La Coruña, Monografías, nº 59, 1998.

Núñez Iglesias, Indalecio, y Blanco Núñez, José María. La diversión de Tolón. 2 tomos. Ministerio de Defensa, Madrid, 1999.

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De todos es conocida la desidia que padeció la armada desde la subida al poder de Godoy, pero ¿No parece raro que un buque construido en la Habana sólo durase 20 años.?
Normalmente los buques habaneros tenían una larga vida operativa ya que sus maderas eran bastante resistentes. Aún en el caso de que no se carenase y ni se forrase de cobre, su forro de madera no debía estar tan mal, sobretodo teniendo en cuenta que gran parte de su vida operativa la pasó en la península y no en el Caribe, donde es más fácil que le ataque la broma.

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Son varios los factores que influyen. Aunque construido en la Habana, eran necesarias las carenas para su supervivencia, pero también hay otros factores, la calidad de las carenas efectuadas, el estado de su arboladura, armamento y todo lo necesario para su puesta a punto.

Tras quedar en Cádiz en 1799, no realizó ningún otro servicio digno de mención. Cuando comenzó la guerra en diciembre de 1804 estaba desarmado en Cádiz. Necesitaba de nuevo una carena en firme, cambiar la arboladura y reparar sus embarcaciones menores. Respecto al armamento, se encontraba sin los cañones de a 36, además de faltarle anclas y otros efectos, sin duda usados para armar otros buques.

Por fín, el 6 de mayo de 1806 entra en el 2º dique de La Carraca. Sus daños por abandono eran graves, estimándose que debería permanecer en el dique al menos cinco meses. Lo cierto, es que en noviembre de 1806 se encontraba todavía en el dique.

No debió de completar sus reparaciones, muy costosas, pues no entró en servicio y es declarado inútil para el servicio en 1808.

La mayor parte de las bajas en la Armada se produjeron en aquellos oscuros años, casi siempre por abandono. Otros buenos navíos tuvieron finales parecidos, y con pocos años en servicio.

Por poner algunos ejemplos, el Europa duró 14 años, 18 el Soberano, 20 el Príncipe de Asturias, 23 el Reina Luisa, 26 el San Fulgencio, el Santo Domingo y el San Leandro, 29 el Mejicano, 30 el Purísima Concepción. Y podían haber durado mucho más si no se hubiesen dejado pudrir.

Un saludo.


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