EL FINAL DE UNA ÉPOCA.

El navío de 80 cañones Neptuno, botado en Ferrol en 1795, fue de los últimos navíos de línea construidos en España en el siglo XVIII, junto con su gemelo el Argonauta, botado tres años después, puso fin a un glorioso siglo de construcción naval española.


A finales de dicho siglo, los ingenieros navales españoles habían llegado a estar entre los mejores constructores de navíos de línea del mundo, y sus barcos eran admirados y copiados por otras naciones.


Fue justo entonces cuando se produjo un terrible punto de inflexión.


Por una serie de factores económicos, políticos y de otras muchas índoles, España abandonó casi de golpe la construcción naval.


Se esfumaron las ansias que habían caracterizado los reinados de los Borbones de potenciar la Armada para mantenerla fuerte y poderosa, y Carlos IV, junto con su primer ministro Godoy, prácticamente la abandonaron a su suerte y permitieron que cayera en picado.


En 1785, José Romero Fernández de Landa, siguiendo el sistema de construcción "francés" de Gautier, mezclado con el anterior "inglés" de Jorge Juan, y con las tendencias y escuelas españoles, había botado el primero de sus barcos de 74 cañones dentro de un nuevo sistema de construcción que podríamos llamar "español", y que recogía lo mejor de los anteriores.


Aquel barco, bautizado San Ildefonso, demostró tener unas excepcionales condiciones, y en las pruebas para compararlo con otros, los superó a todos.


Las construcciones navales continuaron su curso.


Cuando en enero de 1789 Carlos IV subió al trono, siguió adelante con la política de potenciar la Armada para defender el comercio marítimo, mantener abiertas las líneas de comunicaciones por mar, tratar de recuperar tierras que habían pasado a manos inglesas por el tratado de Utrech de 1713, y darse a respetar.


El nivel de construcciones siguió a buen ritmo mientras Antonio Valdés se mantuvo al frente de la Marina, y los planos de los barcos de Landa fueron modificados por Julián Martín de Retamosa, que creó unos navíos de excepcionales cualidades.


Tanto es así, que mientras muchos estudiosos del tema consideran que los barcos de Retamosa son simplemente barcos del sistema de Romero de Landa mejorados, otros opinan que se pueden considerar pertenecientes a un sistema de construcción diferente, evolucionado del anterior, y que alcanzó por derecho propio la cima de la construcción de barcos de madera en el siglo XVIII.


Uno de los primeros barcos de Retamosa fue el "74 cañones" Montañés, botado en Ferrol el 14 de mayo de 1794, que supuso un hito en la construcción naval, y rozó casi la perfección entre los barcos de su tipo, tamaño y porte, pero fue el último de su clase construido en España.


Al cesar Valdés en 1795 como Secretario de Marina por desacuerdos con Godoy, se produjo un gran parón en la construcción de barcos y comenzó la decadencia de la Armada.


A partir de entonces, y gracias a la inercia de los planes en marcha, solo se construyeron unos pocos barcos, entre ellos dos navíos de 80 cañones en Ferrol: fueron los anteriormente citados Neptuno y Argonauta.


Ambos barcos, construidos según planos de Landa modificados por Retamosa, dieron muy buen resultado, pero cerraron el capítulo de las construcciones navales de barcos de cierto porte en España, que a partir de entonces solo incorporó a la Armada los barcos apresados a los franceses durante la guerra de la Independencia, y hasta el año 1817 no volvió a adquirir nuevas unidades.

El Neptuno

La construcción del Neptuno comenzó por una Real Orden de 6 de noviembre de 1792. Su nombre fue San Francisco Javier, aunque siempre fue conocido por su "alias" Neptuno.


La botadura tuvo lugar a finales de noviembre de 1795.

Sus características de construcción fueron: 55,7 m de eslora, 49,9 m de quilla limpia, 15 m de manga, 6,9 m de calado medio y 3.362 toneladas.


Llevaba un lastre de 7.600 quintales.


Su dotación era de unos 800 hombres.


Para dar una idea de la cantidad de material utilizado en su construcción, se puede decir que en un navío de su porte se usaban alrededor de 67.300 clavos, y para cubrir su casco eran necesarias unas 1.680 planchas de cobre.


Su armamento por construcción fue de 80 cañones.


Su aparejo era el típico de un navío de la época: bauprés con cebadera y sobrecebadera, y tres mástiles verticales con velas cuadras en todas sus vergas, excepto el mesana, cuya primera verga era seca, y contaba con una cangreja con pico y botavara.


El aparejo se completaba con foques, estays, alas, rastreras, y maricangalla para la cangreja.


Hasta entonces, los mascarones de proa se habían reducido a leones coronados con escudos, pero a propuesta de Valdés, una Real Orden del 10 de septiembre de 1793 dio libertad para que los barcos pudieran llevar mascarones alusivos a sus nombres o a sus "alias", y así fue como el antes citado Montañés llevaba en su proa la figura de un hombre de la Montaña, y el Neptuno lució una figura alusiva al dios mitológico de su nombre.

Vida Activa

El 7 de enero de 1796, el Neptuno salió del dique de Ferrol y pasó a Cádiz.


Al declarar España la guerra a Inglaterra el 5 de octubre de 1796, pasó al Mediterráneo para integrarse en la escuadra del teniente general Lángara, que al poco tiempo fue relevado en Cartagena por José de Córdoba.


Cumpliendo órdenes de Madrid, José de Córdoba salió de Cartagena el 1 de obrero de 1797 para trasladarse a Cádiz, con una escuadra compuesta por 27 navíos y otros barcos y lanchas cañoneras, que al pasar cerca de Málaga recogió un convoy de mercantes con destino a Cádiz.


La escuadra navegó con buen tiempo, llegó al Estrecho el 5 de febrero, las lanchas fueron destacadas a Algeciras en compañía de los navíos Bahama, Neptuno y Terrible, al mando del jefe de escuadra Domingo de Nava.


Esta entrada en Algeciras, evitó a los tres navíos tomar parte en el combate de triste recuerdo que el 14 de febrero tuvo lugar en San Vicente contra la escuadra de Jervis.


En Algeciras, Nava estableció la escuadrilla de lanchas, y a continuación dio escolta a un convoy de Málaga a Cádiz, donde entró el día 3 de marzo, al mismo tiempo que lo hacían los barcos de Córdoba que se habían batido en San Vicente.


En septiembre de 1797, el Neptuno carenó en La Carraca.


Del 6 al 13 de febrero de 1798, con la insignia del jefe de escuadra Juan María Villavicencio, efectuó una salida con la escuadra de Mazarredo para perseguir a la escuadra británica y romper el bloqueo de Cádiz.


El 12 de mayo de 1799, zarpó de nuevo con la escuadra de Mazarredo, y se dirigió al Mediterráneo para intentar la conquista de Menorca.


Pero un fuerte temporal, que produjo muchas averías a los barcos, obligó a Mazarredo a entrar de arribada el 20 de mayo en Cartagena, donde a finales de junio también entró una escuadra francesa mandada por el almirante Bruix.


Fue entonces cuando se produjo un cambio de planes, surgido en el seno de la alianza con Francia, y orientado a una posible invasión de Gran Bretaña o en su defecto Irlanda.


El plan de la conquista de Menorca fue suspendido, y Mazarredo recibió la orden de unir su escuadra a la de Bruix para dirigirse ambas a Brest.


La fuerza combinada zarpó de Cartagena el 29 de junio rumbo a Cádiz, de donde partió el 21 de julio para entrar en Brest el 9 de agosto de 1799, donde quedó bloqueada por la británica.


El Neptuno fue insignia de Villavicencio, en 1800 entró en dique para carenar, y continuó inactivo en Brest hasta finales de 1801.


El 14 de diciembre de 1801, cuando se estaba negociando la paz con Inglaterra, salió a la mar al mando de Cayetano Valdés con la insignia de Federico Gravina, para dirigirse a Santo Domingo y Haití, a colaborar con la fuerza francesa de Louis Thomas Villaret-Joyeuse en la pacificación de dichas islas, que trataban de independizarse bajo el liderazgo de Toussaint Louverture.


Acompañaron al Neptuno, los navíos españoles Guerrero, San Francisco de Asís, San Francisco de Paula y San Pablo, la fragata Soledad y el bergantín Vigilante.


Pero una vía de agua obligó al barco a entrar de arribada en Ferrol el 28 de diciembre.


El arsenal trabajó con rapidez, vació y desarmó el barco, y el día 1 de enero de 1802, al reconocer la obra viva vio que necesitaba reponer estopa y carenar.


El carenado se llevó a cabo con gran presteza, el día 4 el barco ya estaba de nuevo a flote, se armó y cargó de nuevo, y el día 5 estaba listo para zarpar, pero por falta de viento tuvo que aplazar la salida hasta el 9 de enero.

Turnándose Gravina y Valdés en guardias de cuatro horas, lograron que el Neptuno realizara una travesía tan rápida, que el día 29 se incorporó en Santo Domingo a la vanguardia francesa del almirante Louis Rene de Latouche-Tréville, cuando aún no habían llegado otros barcos con los que había zarpado de Brest.


Asistió al desembarco de la fuerza expedicionaria en el puerto de Cabo Francés, mandado por Villaret, con siete navíos franceses y cuatro barcos españoles: Neptuno, Guerrero, San Pablo y Vigilante.


La fuerza combinada se presentó ante el puerto el 1 de febrero, donde la fuerza expedicionaria francesa desembarcó entre la tarde del día 4 y la mañana del 5.


Terminadas las primeras operaciones y tomados los puertos, la fuerza española puso fin a su colaboración, se dirigió a La Habana para efectuar aprovisionamiento, y arrumbó a Cádiz donde entró el 25 de mayo.


A continuación el Neptuno se dirigió a Ferrol, pasó a desarme, Valdés desembarcó el 1 de agosto, y en octubre entró en dique.


El 18 de diciembre tomó su mando Teodoro Argumosa, y Cayetano Valdés volvió a ser su comandante el 7 de diciembre de 1803.


A principios de 1804, debido a la situación de paz en que se encontraba España, solo se mantenían armados unos pocos barcos para correos marítimos y transportes de caudales.


Los restantes, entre ellos el Neptuno que continuaba en Ferrol, estaban desarmados.


En agosto de 1804, se ordenó armar tres navios de dicha base para transportar fuerzas a sofocar revueltas en Bilbao; uno de ellos fue el Neptuno.


Pero estando en guerra Francia e Inglaterra, los británicos protestaron a la vista de este armamento, interpretándolo como una ruptura de la neutralidad española.


En consecuencia, el 11 de septiembre se suspendió el armamento, las tropas fueron enviadas por tierra, y el navio continuó desarmado.


Pero una serie de actos hostiles británicos contra barcos españoles en la segunda mitad del 1804, entre los que destacó el ataque a 4 fragatas con caudales de América, con el resultado de la voladura de la Mercedes y el apresamiento de las otras tres, llevaron a una nueva crisis, y el 13 de noviembre se cursó la orden para alistar de nuevo al Neptuno y otros barcos de Ferrol.


El 12 de diciembre se produjo la declaración de guerra a Gran Bretaña, y el 4 de enero de 1805, España y Francia firmaron un convenio de cooperación para llevar a cabo un plan de invasión de Inglaterra ideado por Napoleón, de acuerdo con el cual, en los departamentos españoles se debían de alistar barcos para ponerlos a disposición del francés, que debían estar listos antes de finales de marzo.


De ellos, en Ferrol se debían armar 8 navíos, o al menos 7.


En consecuencia, Godoy cursó las órdenes de armamento general, y en una primera evaluación, Ferrol contestó que a corto plazo solo se podían armar 5 navíos: Monarca, Neptuno, Príncipe de Asturias, San Agustín y San Fulgencio.


Continuando al mando de Valdés, el Neptuno terminó sus obras de armamento el 14 de febrero, fondeó en bahía, el 1 de marzo se integró en la división mandada por el teniente general Domingo Pérez de Grandallana, y el 27 de marzo el jefe de escuadra Baltasar Hidalgo de Cisneros izo a bordo su insignia.


El 2 de agosto de 1805, Gravina entró en Ferrol de regreso de la maniobra de diversión realizada por la escuadra combinada franco española a la Martinica. (Dicha maniobra, efectuada bajo el mando del francés Villeneuve, había estado encaminada a atraer la escuadra británica a aquellos mares, para lograr el dominio del Canal de la Mancha y permitir el paso de una gran fuerza expedicionaria francesa de invasión de Inglaterra). Una vez en Ferrol, Gravina reparó algunos de sus barcos, dejó otros que estaban en malas condiciones, e integró en su escuadra al Neptuno y otros barcos de los alistados en el arsenal gallego.


El Neptuno salió de Ferrol el día 10 para unirse a los demás barcos en la ría de Ares, y el día 13 zarpó con la escuadra combinada mandada por Villeneuve, en demanda de Brest. Pero el día 15 la escuadra arrumbó hacia el sur y se dirigió a Cádiz, donde entró el día 20.

Combate de Trafalgar


A la vista del fracaso de su estrategia atlántica, Napoleón asignó a la flota combinada la misión de operar en el Mediterráneo.


En consecuencia, y tras varias vicisitudes, la flota, que continuaba al mando de Villeneuve, comenzó su salida en la mañana del 19 de octubre, cuando Nelson mantenía un bloqueo lejano sobre Cádiz.


Tras la salida de los primeros barcos se produjo una gran encalmada, y el resto, entre los que estaba el Neptuno, tuvieron que esperar hasta el día siguiente.


A las 8 y media de la mañana del día 20 estaban fuera de la bahía todos los barcos menos el lento Rayo, que dio la vela más tarde, y sobre las 10 de la mañana, la escuadra combinada, formada por 40 barcos: 18 navíos franceses, 15 navíos españoles, y 7 barcos menores franceses, ya estaba en la mar navegando hacia el noroeste con vientos del sudoeste.


Poco después adoptó el dispositivo de marcha, formado por dos escuadras que navegaban en 5 columnas: una escuadra de batalla mandada por el propio Villeneuve, con tres divisiones repartidas en otras tantas columnas, vanguardia, centro, y retaguardia, y una escuadra de observación y reserva mandada por Gravina, con dos divisiones que navegaban en dos columnas.


El Neptuno ocupó su puesto en la cola de la tercera división de la escuadra de batalla, que correspondía a la retaguardia, mandada por el francés Dumanoir con insignia en el Formidable', en el sentido de la marcha, en esta división se encontraban los navíos Montblanc, San Francisco de Asís, Duguay Trouin, Formidable, Rayo, Scipion y Neptuno, y la fragata Cornelie.


Según el estado de fuerza dado por Escaño a la salida, la dotación del Neptuno era de 800 hombres a bordo: 15 oficiales de marina, 11 oficiales mayores, 35 oficiales de mar, 285 de tropa de infantería, 70 de tropa de artillería y agregados, 72 artilleros de mar, 121 marineros, 172 grumetes y 19 pajes; y 47 que quedaban hospitalizados; 20 de tropa de infantería, 1 de tropa de artillería y agregados, y 26 marineros.


Su armamento en el combate fue de 101 bocas de fuego: 30 cañones de a 36 libras, 32 de a 24, 12 de a 12, 10 obuses de a 36, 8 obuses de a 24, 8 obuses de a 4 y 1 carroñada de a 10.


La fuerza continuó a rumbo noroeste, hasta que poco antes de las 4 de la tarde efectuó virada y comenzó a navegar en demanda del Estrecho.


Cuando sobre las 8 y media de la tarde llegó a Villeneuve información sobre la presencia enemiga, ordenó formar en línea de combate sobre los barcos más a sotavento, sin sujetarse a numerales, y adoptó zafarrancho de combate.


Al terminar la maniobra, el Neptuno ocupaba el último puesto cerrando la formación.


Alrededor de las 6 y media de la mañana del día 21, con el viento del oesnoroeste y a la vista de los ingleses, Villeneuve ordenó a la formación adoptar el orden de numerales, lo que obligó a muchos barcos a cambiar sus puestos.


Media hora después, la escuadra combinada vio como la fuerza de Nelson se acercaba dividida en dos columnas que se echaban encima, y sobre las 8 de la mañana, Villeneuve ordenó a toda la escuadra virar en redondo de forma simultánea, invertir el rumbo para tratar de hacer frente a los ingleses con todos sus barcos, y asegurarse la retirada a Cádiz.

Finalizada la virada, que aumentó el desorden de la formación, los barcos quedaron navegando hacia el norte en una línea de unas 5 millas de largo, con la retaguardia convertida en vanguardia, y el Neptuno a la cabeza de todos.

El combate comenzó al mediodía entre las dos columnas inglesas y el centro y retaguardia combinada, mientras la vanguardia de Dumanoir siguió a rumbo hacia el norte.


Al poco rato, el Neptuno entabló combate con el navio inglés de 64 cañones África, que durante la noche se había separado de su fuerza y navegaba de vuelta encontrada hacia el sur para incorporarse a ella.


En esta acción, el español no sufrió averías de consideración.


La vanguardia continuó alejándose de la zona de combate, hasta que le llegaron las señales de virar.


Sobre las 2 menos cuarto de la tarde, el Neptuno comenzó la virada, antes incluso que su propia línea de vanguardia, que viró lentamente poco después.


De estos barcos, dos fueron directamente a los lugares de acción: el francés Intrépide, que pertenecía a la primitiva vanguardia de la línea de batalla y se había quedado muy retrasado, y el español Neptuno; cuatro navíos franceses, Formidable, Duguay-Trouin, Scipion y Montblanc, pasaron por barlovento del área de combate y siguieron hacia el sur; y otros dos, San Francisco de Asís y Rayo, quedaron sotaventados y maniobraron con independencia para incorporarse a la acción.


El Neptuno, que seguía siendo el de más al norte y por ello el más alejado de la zona de combate, trató de acudir en ayuda del francés Bucentaure y el español Santísima Trinidad que estaban siendo machacados por vanos ingleses.


Pero en su camino se encontró con los ingleses Minotaur y Spartiate, que sobre las 3 y media pasaron de vuelta encontrada muy cerca de su banda de sotavento, la de babor, y entablaron un fuerte combate en el que el español perdió algunas vergas, rompió obenques, su palo mayor quedó muy dañado, algunos cañones fueron desmontados y sufrió varias vías de agua por balazos en la flotación.


Sobre las 4 de la tarde, mientras los dos ingleses desfilaban hacia el norte, el mesana del Neptuno se rindio hiriendo a Valdés, que perdió el conocimiento y fue llevado a la enfermería con varias heridas.


Los dos ingleses viraron, y sobre las 4 y media se encontraban por el través de barlovento (estribor) del español, que se hallaba muy cerca del Trinidad y el Bucentaure.


Pero estaba desmantelado, con muchas bajas a bordo, 42 muertos, 2 de ellos oficiales, y 47 heridos, entre ellos el comandante, el segundo y 4 oficiales, con muchos cañones desmontados, y varias vías que hacían mucha agua.


En esas circunstancias, a las 5 y 10 de la tarde el barco se rindió al Minotaur, y fue tornado por una dotación de presa de 64 ingleses, entre ellos 2 oficiales y 2 guardiamarinas.


A primera hora del día 22, el Minotaur lo tomó a remolque, y comenzó a navegar con vientos de sur que refrescaban por momentos, hasta que a la puesta del sol largó el remolque.


A media noche, el Neptuno perdió el palo mayor, que en la caída rompió la cubierta principal y la de toldilla, y mató a varios hombres.


Sobre las 3 de la mañana del día 23, fondeó en 30 brazas, comprobando al amanecer que se encontraba a unas 8 o 9 millas de Cádiz.


Mientras tanto, los barcos de la flota combinada que habían sobrevivido al combate y habían logrado llegar a la bahía de Cádiz, el día 22 habían celebrado una junta para estudiar la posibilidad de ayudar a los barcos desmantelados y tratar de represar los cogidos por los ingleses.


Decidieron que aquellos que pudieran dar la vela salieran para tal fin, pero el viento refrescó todavía más y aplazaron su salida hasta el día 23, en que calmó algo y varios de ellos zarparon.


A las 9 de la mañana de aquel día, la gente del Neptuno los vio acercarse, y la dotación de presa corrió a picar los cables de fondeo y armar un precario aparejo en el trinquete y a popa para tratar de alejarse.


Pero como los aliados continuaron aproximándose, los ingleses se entregaron a los españoles, y el mando del barco fue asumido por el teniente de navío Santos Mambiele.

El final del barco

A las 10 y media de la mañana, el navío comenzó a navegar hacia Cádiz con aparejo de fortuna y viento del suroeste.


Una hora después lo tomó a remolque la fragata francesa Hortense, pero al poco tiempo faltó el remolque y no se dio otro nuevo.


A las 4 de la tarde fondeó en 10 brazas de agua, muy cerca del Puerto de Santa María, con dos anclas y 60 brazas de cable.


Al anochecer cargó el viento, por lo que también fondeó el ancla de la esperanza, pero sobre la 1 y media de la mañana del día 24 faltaron los cables de fondeo, y el barco se fue contra la costa.


Alrededor de las 3 de la mañana se asentó de costado sobre los arrecifes cercanos al castillo de Santa Catalina, y quedó escorado sobre su babor.


Mucha gente en tierra seguía las peripecias del Neptuno, y tomó parte en el salvamento de los de a bordo.


El "lanzamiento" de la primera guía del barco a tierra para montar andariveles, se hizo con la ayuda de uno de los cerdos que el navío llevaba en su "despensa viviente".


Amarraron alrededor del animal una guía y lo tiraron al agua, y el cerdo, guiado por su instinto, nadó sin problemas y llevó el cabo hasta la orilla.


Durante todo el día 24, paisanos y personal de la escuadra, de la ayudantía militar y de Ejército de Tierra, colaboraron en el salvamento.


Tras haber recogido a muchos españoles e ingleses, al atardecer hubo que suspender la operación por la bajamar y la oscuridad, para reanudarla en la mañana del día 25.


Por la tarde de aquel día, dos bous se encargaron de desembarcar y llevar a puerto al comandante Valdés, al segundo y a otros heridos.


Uno de los botes llegó a Cádiz a las 7 de la tarde del día 25, y el otro lo hizo a las 6 de la mañana del día siguiente.


El salvamento fue un éxito, en el que no obstante hubo que lamentar la muerte de unos 20 hombres, que confiados en sus capacidades de buenos nadadores se arrojaron al agua y perecieron víctimas de las rompientes.


Excepto parte de su artillería, el barco se perdió totalmente al destrozarse contra las piedras.



Fuente, 50 Barcos Españoles, del C.N. Marcelino González, edita, Fundación Alvargonzález