ANTONIO POSADA Y DE LA CONCHA
(Teniente General, Caballero de la Orden de Carlos III)

.- Diego de la Concha, señor de la torre de Niévares, casado con Mariana Blanquín, hija de Toribio Alonso Blanquín y de María García de Poladura, al morir su hermano Alonso quedo de tutor de sus hijos, que fueron:
Teresa de la Concha casada con ANDRES POSADA ÄLVAREZ DE LA NAVA, padres de:
a) Bernarda, casada con Nicolás Posada
b) Dominica, monja
c) María Josefa, casada con Antonio Francisco de Estrada ( A cuya casa pasaron las vinculaciones de Pérez de Oviedo, Rodríguez del Caño, Blanqín, Torazo, Posada, Solares, Peón, y Estrada)
d) ANTONIO POSADA Y DE LA CONCHA, nació en Villaviciosa (Asturias) (1) el año 1722.

Ingreso en la Real Compañía de Guardias Marinas de San Fernando (Cádiz) donde permaneció el tiempo establecido, ascendió a Alférez de Navío el 19 Diciembre de 1.740.

El 13 de marzo de 1.741 se encontraba en Cartagena de Indias a las ordenes de Blas de Lezo, y es herido de gravedad en su defensa ante el ataque de la flota inglesa, al mando del Almirante Vernón, que es derrotada.

Ascendió a Teniente de Fragata el 20 de marzo de 1.744, a Teniente de Navío el 28 de octubre de 1.751, y a Capitán de Fragata el 19 de julio de 1.760. Dos años después, estado al mando de su navío y a las órdenes del Marques del Real Transporte, participo en la defensa de La Habana dando muestras de su gran valor (2). Ascendió a Capitán de Navío el 15 de Enero de 1.766.

Fue Alférez de la Real Compañía de Guardias Marinas (8 julio 1.760) (3) y Teniente de la propia compañía (4 diciembre 1.770) (4)
Durante estos periodos al mando de varios navíos, fragatas y buques, navegó por los mares de América y el Mediterráneo, desempeñado con éxito las misiones que le fueron encomendadas, por delicadas que fueran, con gran celo y valor, para premiarlo S.M. le creo Caballero Pensionista de Real y Distinguida Orden de Carlos III, en 1.744.

Ascendió a Brigadier el 1 de febrero de 1.775 y a Jefe de Escuadra el 24 de abril de 1.799, al frente de esta y a las órdenes de D. Luís de Córdoba, asistió al bloque de Gibraltar y al combate naval del Cabo Espartel, con la flota inglesa del Almirante Howe, en octubre de 1.782, donde, enarbolando su insignia en el navío Rayo su maniobra, sobre el flanco del enemigo fue decisiva para que Howe rompiese el contacto y se retirase rumbo a Inglaterra, ante una más que posible derrota. En recompensa a su comportamiento en esta acción fue ascendido a TENIENTE GENERAL el 11 de febrero de 1.783.

Formo parte del tribunal del Consejo de Guerra al que fue sometido D. José de Córdoba, por el combate del Cabo de San Vicente.
Estando descansando en casa de Villaviciosa (5), y cuando todavía podía esperarse mucho de sus grandes dotes de mando le sobrevino la muerte el día 28 de Noviembre de 1.795.

(1) Nació probablemente en el Palacio de Estrada, García Caveda, nº 6, ó en el palacio de Posada, García Caveda nº 10.
(2) El Marques del Real transporte fue sometido a Consejo de Guerra por esta acción, fue condenado y posteriormente rehabilitado. Antonio Posada, no fue acusado, su comportamiento y valor fueron recompensados.
(3) Profesor
(4) Director.
(5) Murió en su casa de García Caveda, 6, luego llamado Palacio de Estrada.








GENEALOGIA DE LA CASA DE POSADA

<<Antonio Posada de la Huerta
Leonor Álvarez de la Nava>>
I
<<Andrés Posada Álvarez de la Nava
Teresa de la Concha>>
I I
I <<Bernarda Posada de la Concha Antonio Posada de
<<Mª Josefa Posada Nicolás Posada Mónes>> la Concha
De la Concha Antonio I Teniente General
Estrada Balbín>> I
I <<Nicolás Posada Posada
Nicolás Estrada Posada Josefa Paraja>>
Teniente General I

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Vino al mundo en la villa de Villaviciosa a lo largo del año de 1722, muy posiblemente en el Palacio de Estrada, en la calle García Caveda, nº 6, ó en el palacio de Posada, sito en la misma pero en su nº 10. Siendo sus padres don Andrés Posada Álvarez de la Nava y su esposa doña Teresa de la Concha Blanquín.


Muy joven comenzó su carrera militar, pues lo hizo en un principio en el ejército y siendo ya oficial, pidió pasar a la Real Armada, para lo que pasó el examen preliminar sacando buenas notas, siendo incorporado a la Armada por Real Orden del día diecinueve de diciembre del año de 1740, pero ya con el grado de teniente de navío.


Con este grado embarcó de oficial subordinado en uno de los navíos de la división del general don Blas de Lezo, la cual zarpó con rumbo a Cartagena de Indias donde se iba a librar la defensa de esta importante plaza y su puerto.
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El día quince de marzo se presento ante Cartagena de Indias la enorme formación naval, compuesta por treinta y seis navíos, de ellos nueve de tres baterías y 80 cañones, y el resto de dos baterías montando entre 50 a 70 cañones, con doce fragatas, nueve brulotes y varias bombardas, todos bajo el mando del almirante Edward Vernon, que a su vez las había repartido en tres divisiones, se reservó el mando personal de una de ellas y las otras dos, una la puso al mando del vicealmirante Ogle y la otra al mando del comodoro Lestock, con una dotación en total de unos diecisiete mil hombres.


Y las fuerzas del ejército transportadas en un convoy de más de cien setenta velas, donde iban sus doce mil hombres, estando todas estas fuerzas al mando del general Cothart, que precisamente falleció en la travesía, por lo que paso el mando al general Wentworth, que fue quien se llevó el disgusto.


Por parte española se contaba con las fuerzas siguientes, mil cien soldados del ejército; trescientos milicianos naturales del país; dos compañías de negros libres (sin especificar número; pero no serían más de doscientos cincuenta) y seiscientos indios flecheros, o sea con arcos y flechas, por lo que el total era de unos dos mil hombres.


Siendo como se ve abrumadora la diferencia de fuerzas a favor de los enemigos, se convertía la defensa en casi una locura el intentar hacerles frente, pero allí estaba este marino que siendo medio hombre valía por cien y bien que lo demostró, aunque en ello le fue la vida.
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Comenzó el ataque y fueron contenidos en un principio, pero la desproporcionada cantidad de efectivos iba poco a poco consiguiendo acercarse a la boca de la bahía interior. Cuando ya lo había conseguido, el general Wentworth se encontró que por el tiempo a bordo de sus fuerzas estas estaban muy mermadas, pues según cálculos habían muerto unos ocho mil de sus hombres, (lo que siendo datos británicos hacen dudar de su exactitud) lo que le impidió el efectuar el desembarco y le forzó a reembarcar para regresar a su isla.


En uno de los combates librado en las fortalezas que protegían la entrada a la bahía, fue herido Posada.


Al recuperarse de sus heridas embarcó en diferentes buques, con los que fue adquiriendo más experiencia, recibiendo la Real Orden del día veinte de marzo del año de 1744, por la que se le notificaba su ascenso al grado de teniente de fragata.


Con este grado ya se le dieron algunos mandos de buques menores, con los que realizó varios tornaviajes a Tierra Firme y las Antillas en comisión de correo, hasta que le llegó la Real Orden con fecha del día veintiocho de octubre del año de 1751 comunicándole su ascenso al grado de teniente de navío.
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Pasó a embarcar en diferentes buques, realizando al principio misiones por el Mediterráneo en misión de corso, para controlar la piratería de las regencias norteafricanas, así como unos viajes en misión de correo a Tierra Firme y las Antillas, continuando como oficial subordinado en otros buques, hasta que recibió al Real Orden con fecha del día diecinueve de julio del año de 1760, por la que se le ascendía al grado de capitán de fragata, encontrándose destinado como alférez de la Real Compañía de Guardiamarinas del Departamento de Cádiz, desde el día ocho anterior.


Como debía cumplir su periodo de mando a bordo, pasó a formar parte de la escuadra del marqués de Socorro, participando en la defensa de la Habana, que fue atacada el día seis junio del año de 1762 cuando se presentó ante el puerto la escuadra enemiga del almirante George Pocock; estaba compuesta de veintitrés navíos, veinticuatro fragatas, tres brulotes y otros buques menores y llevaba un cuerpo de desembarco fuerte de catorce mil hombres, transportados en ciento cincuenta buques y al mando del conde de Albemarle.


El castillo del Morro tenía 64 cañones, entre sus frentes terrestre y marítimo. La guarnición inicial la componían tres mil soldados de línea, cincuenta de marina, cincuenta artilleros y trescientos gastadores negros, que se relevaban cada tres días. Más adelante se reforzó el Morro con las dotaciones de los buques y además de los cincuenta soldados de marina se fue reforzando con estos alcanzando al final el número de cuatrocientos setenta y nueve entre condestables, marineros artilleros de mar y marineros. El día once los británicos ocuparon la Cabaña.
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Desde la fortaleza se oía talar el monte para la fortificación de los asaltantes. El día uno de julio destacaron los británicos cuatro buques para batir la fortaleza desde el lado de la mar, acercándose los máximo que les permitía su calado, para realizar el fuego más certero y potente.

En este combate que se libró por la parte de la mar, estaba defendido por la batería de Santiago contra los cuatro buques británicos fue de colosal violencia: treinta cañones del castillo contra ciento cuarenta y tres de cada banda de la línea de buques oponentes. El Cambridge, que fue el que se acercó más, por eso perdió a su capitán, tres oficiales, la mitad de su dotación y toda su arboladura, quedando tan maltrecho que se hubiera ido a pique bajo los mismos muros del castillo, de no haber sido tomado a remolque por el Marlborough en una arriesgada maniobra.


Le sustituyó el Dragón que continuó en el empeño, y si bien desmontó a Velasco muchas piezas, tuvo también que apartarse con grandes averías. El Stirling se separó ileso y por no haberse acercado más al Morro cometiendo un desatino, fue depuesto su capitán por su almirante y nada pesó en la decisión que fuera el más antiguo de los cuatro capitanes.


El día treinta de julio hizo explosión la mina, que derribó parte del muro por el cual con una rampa de madera se precipitaron al interior los británicos, siendo imposible mantener su defensa, muriendo los insignes capitanes de navío Velasco y González-Valor de Bassecourt, lo cual obligó a izar la bandera blanca, para evitar más muertes irremediables de haberse intentado mantener.
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Al ser rendida la ciudad, fue hecho prisionero y transportado a la Península. Estuvo destinado en el mismo Departamento cumpliendo diferentes comisiones, hasta que le llegó la Real Orden de fecha del día quince de enero del año de 1766, por la que se le comunicaba su acenso al grado de capitán de navío.


Siéndole entregado el mando de uno de ellos, con el que realizó cruceros sobre los cabos de Santa María y San Vicente, que a parte de proteger las rutas de acceso a la Península de los buques provenientes de las Antillas, cumplían la misión de la enseñanza en las primeras prácticas de náutica a los guardiamarinas.


Le llegó la Real Orden del día cuatro de diciembre del año de 1770 por la que se le destinaba como Teniente de la Real Compañía de Guardiamarinas del Departamento de Cádiz.


Estando en su destino, recibió la Real orden de fecha uno de febrero del año de 1775, por la que se le notificaba su ascenso al grado de brigadier, cuando sólo este empleo llevaba dos años instaurado
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Recibió la Real Orden de fecho del día veinticuatro de abril del año de 1779, en la que se le ascendía al grado de jefe de escuadra, pasando a enarbolando su insignia en el navío de tres baterías y 100 cañones Rayo, siendo destinado como general subordinado a la perteneciente al mando del general don Luis de Córdova, con la que participó en el gran bloqueo de Gibraltar del año de 1782, teniendo lugar el día trece de septiembre el desastroso ataque de la baterías flotantes inventadas por el ingeniero francés D’Arçon.


Según él estaban construidas y humedecidas: < como la sangre por el cuerpo humano >, pero esto no pudo evitar el desastre, de que al ser bombardeadas por las < balas rojas > de la fortaleza del Peñón se pegaran fuego, por lo que alguna saltaron hechas astillas al explotar su santabárbara, siendo el resultado de trescientos treinta y ocho muertos, seiscientos treinta y ocho heridos, ochenta ahogados y trescientos prisioneros, participando en su rescate todos los botes y lanchas de los navíos de la escuadra, estando Posada al mando del conjunto de botes y lanchas que se formó para el rescate de las tripulaciones de las nefastas baterías flotantes.


En socorro del Peñón los británicos enviaron un convoy con la escolta de la escuadra a las órdenes del almirante Howe, al ser divisados zarpó la escuadra española al mando del general don Luis de Córdova, pero por efecto de un fuerte temporal, la escuadra fue lanzada al tener que correrlo sobre la costa africana, por el mismo efecto la británica lo hizo sobre el Mediterráneo.
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Al sobrevenir la calma la británica pudo arribar antes al Peñón, por lo que don Luis quedó a la espera de su salida para batirla, el combate tuvo lugar cuando la escuadra británica del almirante Howe abandonó el fondeadero del Peñón con rumbo al Atlántico y la española lo alcanzó el día veinte de octubre del año de 1782, en aguas frente al cabo Espartel.


Los británicos admiraron: < el modo de maniobrar de los españoles, su pronta línea de combate, la veloz colocación del navío insignia en el centro de la fuerza y la oportunidad con que forzó la vela la retaguardia acortando las distancias > El combate tuvo una duración de cinco largas horas.


Los buques enemigos por ir ya forradas sus obras vivas de cobre tenían más andar, lo que les permitió mantener en todo momento las distancias del combate y cuando ya el resto de la escuadra española iba llegando al fuego, decidieron por el mayor número de navíos españoles rehuirlo, cazaron velas y ciñendo el viento arrumbaron, y mostrando sus popas se fueron alejando del alcance de la artillería española.


Por su esmerada acción en el combate anterior, al que no pudo llegar a tiempo por el mal andar de su navío, recibió la Real Orden con fecha del día once de febrero del año de 1783, por la que se le ascendía al grado de teniente general, no se tienen más datos de si participó en algún combate más ni las escuadras que pudo mandar ni que destinos ocupar.
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Lo que si es seguro, es que debió de dársele algún pasaporte para regresar a su casa, bien por enfermedad o por quedar sin destino, pues allí en su villa natal de Villaviciosa y muy posiblemente en la casa de García Caveda nº 6 le sobrevino el óbito el día veintiocho de noviembre de 1795, contando con setenta y tres años de edad, de ellos cincuenta y cinco de distinguidos servicios en la Real Armada, a parte de cuatro más en el Ejército, para el bien de su Rey y de España.


Estaba en posesión de varias cruces y medallas, entre ellas la Cruz pensionada de la Real y Muy Distinguida Orden de Carlos III.


Hay que hacer notar, que su carrera fue fulminante ya que alcanzó el grado de teniente general con tan solo cincuenta y un años de edad, y con treinta y tres de servicio en la Real Armada.




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