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Vino al mundo en la ciudad de París en el año de 1750.


Era biznieto del gran Almirante del Rey Luis XIV, por lo que comenzó muy pronto su carrera naval.


En la marina francesa, estuvo a las órdenes de los mejores almirantes y jefes de su época, entre ellos los almirantes La Gallissoniére, D’Grasse, D’Orvilliers, Latauche-Treville y D’Estaing, prestando grandes servicios a los reyes Luis XV y XVI.


Nada parecía que iba a cambiare su vida, hasta que se produjo la revolución francesa, que al principio se mantuvo expectante, pero al llegar la noticia en el año de 1793 de triste fin de rey Luis XVI, ya no dudó.
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En ese momento estaba con el grado de capitán de navío, al mando del Ferme y de estación en Martinica, como salvaguarda de las Antillas francesas.


Su carácter le había labrado la confianza de la dotación del navío, sospesando ésta comentó su idea primero con los oficiales, estos con los suboficiales y estos con la marinaría y tropa, del plan de entregar el buque y sus personas al reino de España, pasa escapar de la barbarie que en su querido país estaba sucediendo.


Al parecer todos estuvieron de acuerdo, por lo que zarpo de Fort Royal la mayor base francesa de las Antillas, poniendo rumbo a la Habana donde al arribar se presentó al Jefe de la Armada Española, quien a su vez lo puso en conocimiento del Gobierno y éste dio todas las facilidades a todos, ya que cada uno se incorporó a la Real Armada con su grado, al igual que los oficiales y con los mismos derechos que si fueran españoles.


Su principal disculpa de este proceder, la daba diciendo, que los que eran capaces de matar a su Rey no eran dignos de regir un país, por lo que se negaba en redondo y renegaba del proceder de los que hasta hacía poco él defendía con las armas.
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Quedó asignado el buque y la dotación al Apostadero de la Habana, tanto que el marqués contrajo matrimonio con una habanera doña Mariana Estrada. Permaneciendo y ayudando en explicaciones para aplicar sus conocimientos en los cortes de madera para la mejora de la construcción y las matriculas de mar.


Allí permaneció durante toda la guerra de Independencia española, al ser desterrado Napoleón, en el mismo año de 1814 se volvió a proclamar la monarquía en Francia, sabedor de esto viajó a su país, donde el rey Luis XVIII por su fidelidad lo premio con el ascenso a contralmirante, a parte de concederle las cruces de San Luis y la Legión de Honor.


Pero su avanzada edad y sus muchos intereses en la Habana le impidieron quedarse en su país, ya que había dejado en él a su esposa, tres hijos y algún negocio, por lo que sus raíces habían cambiado de tierra. Por ello pidió la separación del servicio activo y poder regresar a su casa.


El monarca francés no puso objeciones y el español tampoco, además de concederle la Cruz de San Hermenegildo y Cincinato.
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Regresó a la Habana y aún vivió casi veinte años más, pues el óbito se produjo el día veintidós de marzo del año de 1834.


De sus tres hijos, el mayor don Pedro heredó el marquesado. El segundo don Gerónimo, eligió el ejército y el arma de Caballería, pero en el español. Y el tercero don José María Lázaro Duquesne y Estrada, eligió la marina francesa, pero por una de esas circunstancias de la vida, a veces inexpiables pero que hacen dudar de ciertas ciencias, se le destinó con su escuadra francesa a estar de estación en las Antillas y realizó una visita de cortesía a la Habana, por lo que iba a dormir todos los días a su casa en la que había nacido y un día ya no se levantó.


Casualidad, Destino o simplemente tenía que suceder.



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